XII Domingo después de Pentecostés

II CLASE

TEXTOS DE LA SANTA MISA

Introito. Salm. 69.2-4.-

Oh Dios!, ven en mi socorro; Señor, corre a ayudarme. Confusos y avergonzados queden mis enemigos, los que me persiguen a muerte. Salmo. Arrédrense y sean confundidos los que meditan males contra mí.  V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Colecta.- Omnipotente y misericordioso Dios, que concedes a tus fieles poder servirte digna y laudablemente; haz, te suplicamos, que corramos sin tropiezo a la consecución de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Epístola. 2 Cor. 3.4-9.-

Hermanos: Tal es la confianza que tenemos en Dios por Cristo; no que podamos pensar algo bueno como propio nuestro, sino que nuestra suficiencia nos viene de Dios. Él nos ha hecho idóneos ministros de una nueva alianza; no de la letra, sino del espíritu, porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. Pues si el ministerio de muerte, grabado con letras sobre piedras, fue tan glorioso que no podían los hijos de Israel fijar la vista en el rostro de Moisés, por la gloria pasajera de su cara, ¿cómo no había de tenerla mayor el ministerio del Espíritu? Si el ministerio de la condenación era glorioso, mucho más glorioso será el ministerio de la justicia.

Gradual. Salm.33.2-3.-

Alabaré al Señor en todo tiempo; no cesarán mis labios de alabarle. V/ En el Señor se gloriará mi alma; lo oirán los humildes y se alegrarán.

Aleluya. Salm. 87.2.-  Aleluya, aleluya. V/. Señor, Dios de mi salvación: día y noche clamo en tu presencia. Aleluya.

Evangelio. Luc. 10-23-37.-

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que  vosotros veis y no lo vieron, oír lo que vosotros oís y no lo oyeron. Levantóse en esto un doctor de la Ley y le dijo por tentarle: Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna? y él le contestó:¿Qué es lo que se halla es­crito en la Ley? ¿Qué lees en ella? Respondió él: Amarás al Señor, tu Dios, con .todo tu corazón, y toda tu alma, con todas tus fuerzas; y todo tu entendimiento; y tu prójimo como a ti mismo. Bien has respondido, dijole Jesús: haz eso, y vivirás. Mas él, queriendo jus­tificarse, preguntó de nuevo: y ¿quién es mi prójimo? Entonces Jesús, tomando la palabra- dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jeri­có y cayó en manos de unos ladrones, los cuales le despojaron y, después de herirle, se fueron, dejándole medio muerto. Llegó a pasar por el mismo camino un sacerdote; y, aunque le vio, pasó de largo. Asimismo, un levita, y llegando cerca de aquel lugar, le vio, y pasó también de largo. Mas llegó igualmente un viajero sama­ritano, y al verle, movióse a compasión. Y acercándose, le vendó las heridas, y echó en ellas aceite y vino; y montándole en su jumento, lo llevó a una venta y le cuidó. Y al día siguiente sacó dos denarios, y dióselos al posadero diciéndole: Cuídamelo, y cuanto gastares de más, te lo abonaré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Respondió el doctor: El que usó con él de misericordia. Dijole Jesús: Pues vete y haz tú otro tanto.

Ofertorio. Ex. 32.11,13,14.-

Oró Moisés al Señor, su Dios, y dijo: ¿Por qué, Señor, te irritas contra tu pue­blo? Apláquese tu ira; acuér­date de Abraham, de Isaac y de Jacob, a los que juraste da­rías tierra que fluyera leche y miel, y se aplacó el Señor, y no ejecutó el castigo con que había amenazado a su pueblo.

Secreta.-

Te rogamos, Señor, mires propicio los presentes que ofrecemos en los sagrados altares, para que, consiguiéndonos el perdón, rindan honor a tu santo nombre. Por nuestro Señor.

Prefacio de la Santísima Trinidad.- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino -en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

Comunión. Salm. 103.13.14.-

Del fruto de tus obras, Señor, se sacia la tierra. Tú haces producir a la tierra el pan, el vino que alegra e] corazón del hombre, el aceite que ilumina los rostros. y el pan que fortalece el corazón del hombre.

Poscomunión.-

Te suplicamos, Señor, nos dé una nueva vida la participación de este santo misterio, y nos sirva de expia­ción al propio tiempo que de fortaleza. Por nuestro Se­ñor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Duodecima post Pentecosten

II Classis

Introitus: Ps. lxix: 2-3

Deus in adjutórium meum inténde: Dómine ad adjuvándum me festína: confundántur et revereántur inimíci me, qui quærunt ánimam meam. [Ps. ibid., 4] Avertántur retrórsum et erubéscant : qui cógitant mihi mala. Glória Patri. Deus in adjutórium meum.

Collect:

Omnípotens et miséricors Deus, de cujus múnere venit, ut tibi a fidélibus tuis digne et laudabíliter serviátur: tríbue, quǽsumus, nobis; ut ad promissiónes tuas sine offensióne currámus. Per Dóminum.

2 ad Cor. iii: 4-9

Lectio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.

Fratres: Fidúciam autem talem habémus per Christum ad Deum: non quod sufficiéntes simus cogitáre áliquid a nobis, quasi ex nobis: sed sufficiéntia nostra ex Deo est: qui et idóneos nos fecit minístros novi testaménti: non líttera sed Spíritu: líttera enim occídit Spíritus autem vivíficat. Quod si ministrátio mortis, lítteris deformáta in lapídibus, fuit in glória; ita ut non possent intendére fílii Israël in fáciem Móysi, propter glóriam vultus eius quæ evacuátur: quomodo non magis ministrátio Spíritus erit in glória? Nam si ministrátio damnatiónis glória est: multo magis abundat ministérium justítiæ in glória.

Graduale Ps. xxxiii: 2-3

Benedícam Dóminum in omni témpore: semper laus ejus in ore meo. v. In Dómino laudábitur ánima mea: áudiant mansuéti, et læténtur.

Allelúja, allelúja. [Ps. lxxxvii: 2] Dómine Deus, salútis meæ, in die clamávi et nocte coram te. Allelúja.

Luc. x: 23-37

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.

In illo témpore: Dixit Jesus discípulos suis: «Beáti oculi qui vident quæ vidétis. Dico enim vobis, quod multi prophétæ et reges voluérunt vidére quæ vos vidétis, et non vidérunt: et audíre quæ audítis, et non audiérunt.» Et ecce quidam legisperétus surréxit, temptans illum, et dicens: «Magíster quid faciéndo vitam ætérnam possidébo?» At ille dixit ad eum: «In lege, quid scriptum est? quómodo legis?» Ille respóndens, dixit: «Díliges Dóminum Deum tuum ex toto corde tuo, et ex tota anima tua, et ex ómnibus víribus tuis, et ex omni mente tua: et próximum tuum sicut te ipsum.» Dixítque illi: «Recte respondísti: hoc fac et vives.» Ille autem volens justificáre seípsum, díxit ad Jesum: «Et quis est meus próximus?» Suscípiens autem Jesus, dixit: «Homo quidam descendébat ab Jerúsalem in Jéricho, et íncidit in latrónes, qui étiam despoliavérunt eum: et plagis impósitis abiérunt, semívivo relícto. Accídit autem, ut sacérdos quidam descendéret eadem via, et viso illo præterívit. Simíliter et levíta, cum esset secus locum, et vidéret eum pertránsiit. Samaritánus autem quidam iter fáciens, venit secus eum: et videns eum, misericórdia motus est. Et apprópians, alligávit vúlnera eius, infúndens óleum et vinum: et inpónens illum in juméntum suum, duxit in stábulum, et curam eius egit. Et áltera die prótulit duos denários, et dedit stabulário, et ait: ‘Curam illius habe: et quodcúmque supererogáveris, ego cum redíero, reddam tibi.’ Quis horum trium vidétur tibi próximus fuísse illi, qui íncidit in latrónes?» At ille dixit: «Qui fecit misericórdiam in illum.» Et ait illi Jesus: «Vade, et tu fac simíliter.»

Offertorium: Ps. xxiv: 1-3.

Præcátus est Móyses in conspéctu Dómini Dei sui, et dixit: «Quare, Dómine, irásceris in populo tuo? Parce iræ ánimæ tuæ: moménto Abraham, Isaac, et Jacob, quibus jurásti dare terram fluéntem lac et mel.» Et placátus factus est Dóminus de malignitáte, quam dixit fácere populo suo.

Secreta:

Hóstias, quǽsumus, Dómine, propítius inténde, quas sacras altáribus exhibémus: ut nobis indulgéntiam largiéndo, tuo nómine dent honórem. Per Dóminum.

Communio: Ps. ciii: 13 et 14-15

De fructu óperum tuorum, Dómine, satiábitur terra: ut edúcas panem de terra, et vinum lætíficet cor hóminis: ut exhílaret fáciem in óleo, et panis cor hóminis confírmet.

Postcommunio:

Vivíficet nos, quǽsumus, Dómine, hujus participátio sancta mystérii: et páriter nobis expiatiónem tríbuat, et munímen. Per Dóminum.

HOMILIA DE DOM GUERANGUER AÑO LITURGICO. XII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTES.

EL MINISTERIO NUEVO ESTÁ SOBRE EL ANTIGUO. —

Cuando San Pablo hizo la apología del ministerio cristiano, sus enemigos le acusaron en seguida de haber hecho orgullosamente su propia apología. El se defiende. No reivindica para sí otro mérito sino el de haber sido el dócil instrumento de Dios. Esto es lo que deberán ser siempre los predicadores y misioneros del Evangelio. Saben bien que el éxito de su apostolado depende de la humilde obediencia con que dejen a Dios obrar en ellos y por ellos. No van en busca de su propia gloria, sino de la de Dios.

El haber sido proclamada de este modo su humildad, no obsta absolutamente nada para que el ministerio con que Dios ha investido a los Apóstoles, sea tenido por ellos a grandísima honra. Pues este ministerio, a pesar de lo que digan ciertos fieles de Corinto muy impresionados por las argucias de los judíos, es mayor y más glorioso que el del mismo Moisés. El, en efecto, trae la nueva ley, completamente llena del Espíritu de Cristo, de este Espíritu Santo vivificador y santificador, que procura que cada fiel se adentre en la familia de las tres Personas divinas. El mensaje de Moisés, por el contrario, aunque trajo al mundo una grandísima esperanza, no era, con todo eso, sino letra muerta.

Moisés no promulgó sino ritos materiales, prohibiciones y condenaciones que no podían abrir a nadie el cielo. Sin duda alguna, Moisés fue asimismo un fiel instrumento de Dios. Y para dar crédito a la autoridad divina de su ministerio, Dios no le dejó nunca sin un signo visible: siempre que Moisés entraba en el tabernáculo para conversar cara a cara con Dios y recibir las órdenes de la ley antigua, salía con el semblante resplandeciente de luz, de suerte que después de haber transmitido el mensaje divino, debía cubrirse con el velo para no deslumbrar al pueblo.

Mas, fundándose en este milagro, no podría tomarse ningún argumento para ensalzar el ministerio de Moisés sobre el ministerio de los Apóstoles. Pues no se pueden medir estas dos Alianzas con la misma medida: la nueva Alianza sobrepasa infinitamente a la antigua, y, si bien es cierto que la gloria del ministerio apostólico es diferente de la del ministerio mosaico, con todo eso, necesariamente es mucho mayor.

LA GLORIA DE AMBOS MINISTERIOS. –

Por lo demás, la gloria que resplandecía en la faz de Moisés, era de tal naturaleza que, lejos de probar la superioridad de su ministerio sobre el de los Apóstoles, por el contrario demostraba su irremediable inferioridad. San Pablo tiene empeño en decirlo para no dejar asidero a ninguna objeción, y esto lo hace en los versículos que siguen inmediatamente a los de la Epístola de este Domingo doce.

Ciertamente que el ministerio de Moisés estaba aureolado con una luz divina tan poderosa, que debía cubrirse con un velo para no deslumbrar los ojos del pueblo. Mas este velo, recuerda San Pablo, tiene otro significado. Moisés cubriase el rostro con él, «¡para que los hijos de Israel no viesen desaparecer este resplandor pasajero!»

Así como la misma ley que promulgaba, era pasajera, del mismo modo lo era la gloria que tenía por fin darla crédito: este era un resplandor precario, momentáneo. No era sino una figura de la gloria, verdadera, durable, sustancial y eterna de aquellos que habían de anunciar una alianza que no terminará, una ley de caridad que nunca pasará. El ministerio cristiano no goza en este mundo de un resplandor visible; pero imita y prosigue el ministerio de Cristo en las pruebas, persecuciones y humillaciones, con el fin de conseguir la salvación del mundo. ¿No es suficiente esto, aun a pesar de las apariencias, para demostrar que es sobreabundante y eternamente glorioso?

He aquí una gran lección para los fieles, los cuales no deben olvidarse de rodear de respeto y de honor a quienes Dios ha escogido para que les anuncien, en su nombre, las palabras de salvación. Con frecuencia, son poco conocidos del mundo. Mas a los ojos de la fe están rodeados de resplandor mayor aún que el del rostro mismo de Moisés.

LA CONTEMPLACIÓN. —

Se podría sacar otra lección de esta bella Epístola. Moisés es, en el caso, imagen de la oración contemplativa y de sus maravillosos efectos. El privilegio de que sólo él fue dotado en la antigua alianza, de poder conversar con Dios cara a cara y de verse inundado de su resplandor, puede obtenerlo todos los días el simple fiel en la nueva alianza. Si queremos, seremos, en efecto, «como Moisés cuando conversaba con el Señor y vivía junto a El. Todos nosotros leemos con libertad, en el espejo del Evangelio, la gloria y perfecciones del Señor. Podemos mantener por completo nuestra alma en la asidua contemplación de esta belleza. ¡Oh dulce maravilla! Presupuesto nuestro consentimiento en las renuncias previas, esa belleza sobrenatural del Señor, ya de suyo atrayente, resulta también activa; y con la asiduidad de nuestras miradas interiores, llega a invadirnos y transfigurarnos. Dícese de ciertos mármoles, que con el tiempo, fijan en sí la luz y se hacen fosforescentes bajo la acción del sol. Nuestra alma no es tan dura como el mármol; y en efecto, mientras la ley es impotente, he aquí que a fuerza de mirar al Señor, nuestra vida se une a El más estrechamente; se baña en su resplandor y sufre su acción secreta; de día en día y de escalón en escalón, se acerca cada vez más a su belleza, como llevada hacia Cristo por el soplo del Espíritu de Cristo»

El género humano, sacado de su mutismo secular y colmado al mismo tiempo con los dones divinos, canta en el Gradual el agradecimiento que de su corazón rebosa.

EL MANDAMIENTO DEL AMOR. —

«Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo.» La Iglesia, en laHomilía que hoy presenta, como de costumbre, asus fieles, sobre el texto sagrado’, no extiendesu interpretación más allá de la pregunta deaquel doctor de la ley: basta con demostrar que,según su modo de pensar, la última parte delEvangelio, aunque más larga, no es sino una conclusiónpráctica de la primera, según esta expresión

del Apóstol: La fe obra por medio de la caridad. Y, efectivamente, la parábola del buenSamaritano, que por otro lado, tiene tantas aplicacionesdel más elevado simbolismo, no fue expuestapor los labios del Señor, en su sentido literal,sino para destruir perentoriamente las restriccionesque habían hecho los judíos en elgran precepto del amor.

Si toda perfección se halla condensada en el amor, si ninguna virtud produce sin él su fruto para la vida eterna, el amor mismo no es perfecto si no se extiende también al prójimo; y en este último sentido, sobre todo, dice San Pablo que el amor es el cumplimiento de la ley y que es la plenitud de toda ella. Porque la mayoría de los preceptos del Decálogo, se refieren directamente al prójimo, y la caridad debida a Dios, no es perfecta sino cuando se ama juntamente con Dios a lo que El ama, es decir, aquello que hizo a su imagen y semejanza’. De suerte que el Apóstol, no distingue, como lo hace el Evangelio, entre los dos preceptos del amor, pues osa decir: «Toda la ley está contenida en estas palabras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

EL PRÓJIMO. —

Pero cuanto mayor es la importancia de este amor, tanto mayor es también la necesidad de no equivocarse acerca del significado y extensión de la palabra prójimo. Los judíos no consideraban como tales sino a los de su raza, siguiendo en ello las costumbres de las naciones paganas, para quienes los extranjeros eran enemigos. Mas he aquí que interrogado por un representante de esta ley mutilada, el Verbo divino, autor de la ley, la restablece por entero.

Pone en escena a un hombre que sale de la ciudad santa, y a un Samaritano, el más despreciado de los extranjeros enemigos y el más odioso para un habitante jerosolimitano. Y, con todo eso, por la confesión del doctor que le interroga, como indudablemente de todos los que le escuchan, el prójimo, para el desdichado caído en manos de los ladrones, no lo es tanto en este caso el sacerdote o el levita de su raza, como el extranjero Samaritano, que, olvidando los resentimientos nacionales, ante su miseria, no ve en él sino a su semejante. Convenía decir que ninguna excepción podía prevalecer contra la ley suprema del amor, tanto aquí abajo como en el cielo; y que todo hombre es nuestro prójimo, a quien podemos hacer o desear el bien, y que es nuestro prójimo todo aquél que practica la misericordia, aunque sea Samaritano.

Oración a San Miguel de León XIII

Para descargar esta Oración:

(León XIII, 18 de mayo de 1890; Acta Apostolicae Sedis, p. 743)

¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.

Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.

Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén.

– He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
Venció el León de Judá, el retoño de David
-Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.
Como hemos esperado de ti.
-Señor, escucha mi oración
Y que mis gritos se eleven hasta ti.

Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén

XI Domingo después de Pentecostés

Curación del ciego

II CLASE

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 67.6-7,36,2.-

Dios mora en su santa casa; a los desvalidos da un hogar y a su pueblo, fuerza y poder.  Salmo.- Levántese Dios y desaparezcan sus enemigos; y huyan de su presencia los que le odian. V/. Gloria a Padre, y al Hijo.

Colecta.- 

Omnipotente y eterno Dios, cuya infinita bondad rebasa los méritos y aun los deseos de los suplicantes; derrama sobre nosotros tu mi­sericordia, y perdona lo que nuestra conciencia teme, dándonos aun lo que no osamos pedirte. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. 1 Cor. 15.1-10.- 

Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que os he predicado, que vosotros habéis recibido, en el cual estáis firmes, y por el que os salváis, si lo conserváis cual os lo he anunciado, porque, de otra suerte, en vano habríais creído. En primer lugar, os he enseñado lo mismo que yo aprendí, a saber, que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras, y que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y después a los once. Luego se dejó ver de más de quinientos hermanos a la vez; muchos de los cuales viven aún, aunque otros ya murieron. Después se dejó ver de Santiago, luego de los apóstoles todos; finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un abortivo. Pues yo soy el menor de los apóstoles, que ni merezco ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido estéril en mi.

Gradual. Salm. 27.7.1- 

En Dios esperó mi corazón, y fui socorrido, y refloreció mi carne, y con todo mi corazón le alabaré. V/ .A ti, Señor, clamo; Dios mío, no te hagas sordo a mis ruegos ni te alejes de mi.

Aleluya. Salm.80.2-3.- Aleluya, aleluya. V/ Alabad a Dios, que es nuestra ayuda, celebrad al Dios de Jacob; cantad con el arpa y la citara. Aleluya.

Evangelio. Marc. 7.31-37.-

En aquel tiempo: Saliendo Jesús de tierras de Tiro, se fue por Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando por mitad de la Decápolis. Y le trajeron un sordomudo, suplicándole pusiese la mano sobre él para curarle. Y apartándole del tropel de la gente, metió los dedos en sus oídos y con la saliva le tocó la lengua; y alzando los ojos al cielo, suspiró y díjole: ¡Éfeta!, que quiere decir abríos. Y al punto se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de su lengua, y hablaba correctamente. Y les mandó que a nadie lo dijesen. Pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo divulgaban, y más crecía su pasmo; y decían: Todo lo ha hecho bien: ha hecho oír a los sordos, y hablar a los mudos.

Ofertorio. Salm.29.2-3.- 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado, y no has dejado se rían de mí mis enemigos; Señor, he clamado a ti y me has sanado.

Secreta.- 

Te suplicamos, Señor, mires propicio el sacrificio que nosotros, tus siervos, te ofrecemos, para que te sea grato y sostenga nuestra fragilidad. Por nuestro Señor Jesucristo.

Prefacio de la Santísima Trinidad.

En verdad es digno y  justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente  y eterno Dios, que con tu  unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un sólo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino .en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

Comunión. Prov. 3.9-10.-

Honra al Señor con todo tu haber y con las primicias de tus frutos; y se llenarán tus trojes de grano y tus lagares rebosarán de vino.

Poscomunión.-

Te rogamos, Señor, que experimentemos en el alma y en el cuerpo el refuerzo de tu sacramento, para que, salvados ambos, nos gloriemos con la plenitud del remedio celestial. Por nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Undecima Post Pentecosten

II Classis

Introitus: Ps. lxvii: 6,7, et 36

Deus in loco sancto suo: Deus qui inhabitáre facit unánimes in domo: ipse dabit virtútem, et fortitúdinem plebi suæ. [Ps. ibid.] Exsúrgat Deus et dissipéntur inimíci ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a fácie ejus. v. Glória Patri. Deus in loco.

Collect

Omnípotens, sempitérnæ Deus, qui abundántia pietátis tuæ, et merita súpplicum excédis et vota: effúnde super nos misericórdiam tuam: et dimíttas quæ consciéntia métuit, ut adjícias quod orátio non præsúmit. Per Dóminum.

Lectio Epistolæ beati Pauli Apostoli ad Corinthios.

Fratres: Notum vobis fácio Evangélium quod prædicávi vobis, quod et accepístis, in quo et statis, per quod et salvámini: qua ratióne prædicáverim vobis, si tenétis, nisi si frustra credidístis. Trádidi enim vobis in primis, quod et accépi: quóniam Christus mórtuus est pro peccátis nostris secúndum Scriptúras: et quia sepúltus est, et quia resurréxit tértia die secúndum Scriptúras: et quia visus est Cephæ, et post hoc úndecim. Deínde visus est plus quam quingéntis frátribus simul, ex quibus multi manent usque adhuc, quidam autem dormiérunt. Deínde visus est Jacóbo, deínde apóstolis ómnibus: novíssime autem ómnium tamquam abortívo, visus est et mihi. Ego enim sum mínimus Apostolórum, qui non sum dignus vocári Apóstolus, quóniam persecútus sum Ecclésiam Dei. Grátia autem Dei sum id quod sum, et grátia ejus in me vácua non fuit.

Graduale Ps. xxvii: 7 et 1

In Deo sperávit cor meum, et adjútus sum: et reflóruit caro mea, et ex voluntáte mea confitébor illi. v. Ad te, Dómine, clamávi, Deus meus, ne síleas, ne discédas a me.

Allelúja, allelúja. [Ps. lxxx: 2 et 3] Exultáte Deo adjutóri nostro, jubiláte Deo Jacob: súmite psalmum jucúndum cum cíthara. Allelúja.

Marc. vi: 31-37

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Marcum. 

In illo témpore: Exiens Jesus de fínibus Tyri, venit per Sidónem ad mare Galilǽæ, inter medios fines Decapóleos. Et addúcunt ei surdum et mutum, et deprecabántur eum, ut inpónat illi manum. Et apprehéndens eum de turba seórsum, misit dígitos suos in aurículas ejus: et éxpuens, tetígit linguam ejus: et suspíciens in cælum, ingémuit, et ait illi: «Ephphetha,» quod est, «adaperíre.» Et statim apértæ sunt aures ejus, et solútum est vínculum linguæ ejus, et loquebátur recte. Et præcépit illis, ne cui dícerent. Quanto autem eis præcipiébat, tanto magis plus prædicábant: et eo ámplius admirabántur, dicéntes: «Bene ómnia fecit, et surdos facit audíre, et mutos loqui.»

Offertorium: Ps. xxix: 2 et 3

Exaltábo te, Dómine, quóniam suscepísti me, nec delectásti inimícos meos super me: Dómine, clamávi ad te, et sanásti me.

Secreta:

Réspice, Dómine, quǽsumus, nostram propítius servitútem: ut, quod offérimus, sit tibi munus accéptum, et sit nostræ fragilitátis subsídium. Per Dóminum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Prov. iii: 9-10

Honóra Dóminum de tua substántia, et de primítiis frugum tuárum: et implebúntur hórrea tua saturitáte, et vino torculária redundábunt.

Postcommunio:

Sentiámus, quǽsumus, Dómine, tui perceptióne sacraménti, subsídium mentis et córporis: ut in utróque salváti, cæléstis remédii plenitúdine gloriémur. Per Dóminum.

Homilía de San Gregorio, Papa.

Homilía 10 sobre Ezequiel, lib. 1

Por que Dios, Creador de todas las cosas, queriendo curar a un sordomudo, le metió los dedos en los oídos, y tocó su lengua con saliva? .Que designan los dedos del Redentor sino los dones del Espíritu Santo? Por esto, en otra ocasión, al lanzar un demonio, dijo: “Si yo lanzo los demonios con el dedo de Dios, es evidente que ha llegado el reino de Dios a vosotros”. Otro Evangelista refiere, con relación a este mismo milagro, que el Salvador dijo: “Mas si yo lanzo los demonios en virtud del Espíritu de Dios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros”. Se colige de ambos pasajes que el meter el Señor los dedos en los oídos del sordomudo, equivale a abrir la inteligencia del mismo mediante los dones del Espíritu Santo, para que escuche dócilmente.

¿Y qué significa el hecho de tocar el Salvador la lengua de aquel mudo con saliva? La saliva que sale de la boca del Redentor es para nosotros la sabiduría que recibimos mediante su divina palabra. En efecto, la saliva desciende de la cabeza a la boca. Así pues, cuando esta Sabiduría, que es el mismo Jesucristo, toca nuestra lengua, al punto se hace apta para el ministerio de la predicación. “Alzando Jesús los ojos al cielo, exhalo un suspiro”. No significa esto que tuviera necesidad de suspirar, aquel que podía dar por si lo mismo que pedía; hízolo para enseñarnos a acudir con gemidos a aquel que reina en los cielos, a fin de que se abran nuestros oídos por el don del Espíritu Santo, y nuestra lengua se haga expedita para la predicación mediante la saliva de su boca, o sea, la ciencia de la palabra divina.

Jesús dijo a continuación: “Epheta”; o lo que es lo mismo: Abríos; y al punto se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de la lengua”. Hay que notar con esto, que si el Salvador dijo “Abríos”, fue porque los oídos de aquel sordo estaban cerrados. Mas a quien le abren los oídos del corazón para escuchar dócilmente, se le suelta también, sin duda alguna, por una consecuencia necesaria, el impedimento de la lengua, para ensenar a los demás a hacer el bien que el mismo practica. Con razón, pues, se añadió: “Y hablaba correctamente”. En efecto, habla como conviene, aquel cuya obediencia comienza por participar lo que su palabra recomienda que hagan los demás.

X Domingo después de Pentecostés

El fariseo y el publicano

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

II CLASE

Introito. Salm. 54,17-23,2-3.-

Yo llamo al Señor, y él oye mi voz; me libra de los que marchan contra mí; él, que reina desde toda la eternidad, los humilla. Pon tu suerte en las manos del Señor; él te sustentará.  Salmo.- Da oídos, Señor, a mis ruegos y no te escondas ante mis plegarias; atiéndeme y escúchame. V/ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Colecta.-

Oh Dios!, que haces brillar sobre todo tu omnipotencia por el perdón y la clemencia, multiplica sobre nosotros tu gracia; para que, corriendo tras de tus promesas, nos hagas participar de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. I Cor. 12.2-11.-


Hermanos: Bien sabéis que cuando erais paganos, marchabais sin reflexionar tras de los ídolos mudos. Ahora, pues, yo os declaro: nadie que hable inspirado de Dios maldice de Jesús y nadie puede decir que Jesús es el Señor, sino por moción del Espíritu Santo. Hay, sí, diversidad de dones espirituales, mas es el mismo Espíritu; diversidad de ministerios, pero un solo Señor; diversidad de opera­ciones, mas el mismo Dios obra todo en todos. La manifestación del Espíritu se da a cada cual con miras al bien común. Así uno recibe del Espíritu una palabra de sabiduría; otro recibe del mismo Espíritu una palabra de ciencia; a éste le da el mismo Espíritu fe; al otro, el don de curación por el mismo Espíritu; a quién, el don de hacer milagros; a quién, la profecía; a éste, discreción de espíritus; a uno, diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretación. Mas todo esto lo obra el mismo y único Espíritu, repartiéndolo a cada cual según le place.


Gradual. Salm. 16.8,2, Guárdame, Señor, como a la niña de tus ojos: al abrigo de tus alas ampárame. V/ Tu boca falle en mi favor y vean tus ojos mi rectitud.


Aleluya. Salm. 64.2.- Aleluya, aleluya. V/ A ti, ioh Dios!, se deben himnos de alabanza en Sión, y a ti se ofrecerán votos en Jerusalén. Aleluya.


Evangelio. Luc.18.9-14.-

En aquel tiempo: Dijo Jesús a ciertos hombres que presumían de justos y despreciaban a los demás esta parábola: Dos hombres subieron al templo para orar, uno fariseo y otro publicano. El fariseo, en pie, oraba en su interior de esta manera: ¡Dios!, gracias te doy porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; o como este publicano. Ayuno dos veces por semana; pago los diezmos de cuanto poseo. El publicano, puesto allá lejos, ni se atrevía a levantar los ojos al cielo; se golpeaba el pecho diciendo: ¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! Os digo que éste volvió justificado a su casa, mas no el otro; porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.


Ofertorio. Salm. 24.1-3.-

A ti, Señor, levanto mi espíritu; en ti, Dios mío, busco mi refugio, no quede avergonzado, ni se burlen de mí mis enemigos; nadie que espere en ti será con­fundido.


Secreta.-

A ti, Señor, se debe rendir el tributo de estos sacrificios; tu eres también el que nos permites ofrecerlos en tu honor y también para nuestra propia curación, Por nuestro Señor.


Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Arcángeles, los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…


Comunión. Salm. 50.21.-

Aceptarás, Señor, los sacrificios santos, el holocausto y la oblación perfecta sobre tu altar.


Poscomunión.-

Te rogamos, Señor y Dios nuestro, no prives de tus auxilios a los que te dignas, be­nigno, reparar con tus divinos sacramentos. Por nuestro.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Decima Post Pentecosten

II Classis

Introitus: Ps. liv: 17, 18, 20, et 22

Cum clamárem ad Dóminum, exaudívit vocem meam, ab his, qui appropínquant mihi: et humiliávit eos qui est ante sǽcula, et manet in ætérnum: jacta cogitátum tuum in Dómino, et ipse te enútriet. [Ps. ibid., 2] Exaudi, Deus, oratiónem meam, et ne despéxeris deprecatiónem meam: inténde mihi, et exáudi me. Glória Patri. Cum clamárem.

Oratio:

Deus, qui omnipoténtiam tuam parcéndo máxime et miserándo maniféstas: multíplica super nos misericórdiam tuam; ut ad tua promíssa curréntes, cæléstium bonórum fácias esse consórtes Per Dóminum.

1 ad Cor. xii: 2-11

Lectio Epistolæ beati Pauli Apostoli ad Corinthios.

Fratres: Scitis quóniam cum gentes essétis, ad simulácra muta prout ducebámini eúntes. Ideo notum vobis fácio, quod nemo in Spíritu Dei loquens, dicit anathema Iesu. Et nemo potest dicere, Dóminus Iesus, nisi in Spíritu Sancto. Divisiónes vero gratiárum sunt, idem autem Spíritus. Et divisiónes ministratiónum sunt, idem autem Dóminus. Et divisiónes operatiónum sunt, idem vero Deus, qui operátur ómnia in ómnibus. Unicuíque autem datur manifestátio Spíritus ad utilitátem. Alii quidem per Spíritum datur sermo sapiéntiæ: álii autem sermo sciéntiæ secúndum eúndem Spíritum: álteri fides in eódem Spíritu: álii grátia sanitátum in uno Spíritu: álii operátio virtútum, álii prophetía, álii discrétio spírituum, álii génera linguárum, álii interpretátio sermónum. Hæc autem ómnia operátur unus atque idem Spíritus, dívidens síngulis prout vult.

Graduale Ps. xvi: 8 et 2

Custódi me, Dómine, ut pupíllam óculi: sub umbra alárum tuárum prótege me. V. De vultu tuo judícium meum pródeat: óculi tui vídeant æquitátem.

Allelúja, allelúja. [Ps. lxiv: 2] Te decet hymnus, Deus, in Sion: et tibi reddétur votum in Jerúsalem. Allelúja.

Luc. xviii: 9-14

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam. 

In illo tempore: Dixit Jesus ad quosdam, qui in se confidébant tamquam iusti, et aspernabántur céteros parábolam istam: Duo hómines ascendérunt in templum ut orárent: unus Pharisǽus et alter publicánus. Pharisǽus stans, hæc apud se orábat: «Deus, grátias ago tibi, quia non sum sicut céteri hóminum: raptóres, injústi, adúlteri, velut étiam hic publicánus. Jejúno bis in sábbato, décimas do ómnium quæ possídeo.» Et publicánus a longe stans nolébat nec óculos ad cælum leváre, sed percutiébat pectus suum, dicens: «Deus propítius esto mihi peccatóri.» Dico vobis: descéndit hic iustificátus in domum suam ab illo: quia omnis qui se exáltat, humiliábitur: et qui se humíliat exaltábitur.

Offertorium: Ps. xxiv: 1-3.

Ad te, Dómine, levávi ánimam meam: Deus meus, in te confído, non erubéscam: neque irrídeant me inimíci mei: étenim univérsi, qui te exspéctant, non confundéntur.

Secreta:

Tibi, Dómine, sacrifícia dicáta reddántur: quæ sic ad honórem nóminis tui deferénda tribuísti, ut éadem remédia fieri nostra præstáres. Per Dóminum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus:

Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Ps. l: 21

Acceptábis sacrifícium justítiæ, oblatiónes, et holocáusta, super altáre tuum, Dómine.

Postcommunio:

Quǽsumus, Dómine Deus noster: ut quos divínis reparáre non désinis sacraméntis, tuis non destítuas benígnus auxíllis. Per Dóminum.

Homilía de San Agustín Obispo

Sermón 36 sobre las Palabras del Señor

¿Podía el fariseo haberse contentado con decir “Yo no soy como muchos hombres». Mas con estas palabras: “Como los demás hombres”, .no se refiere a todos, excepto a si mismo? Pero he ahí un publicano; ¡buena ocasión, semejante vecindad, para engreirse  todavía mas y mas! Y efectivamente, el fariseo añade: “No soy tampoco como este publicano”. Como si dijera: Yo soy un hombre aparte; este es un hombre como los demás. Yo me distingo de este hombre en virtud de mis propios meritos, gracias a lo cuales no soy un malvado.

Ayuno dos veces a la semana: pago los diezmos de cuanto poseo”. En estas palabras buscaríamos en vano lo que pide a Dios. Habiendo subido al templo a orar, en vez de pedir algo a Dios hace su propia apología. Y como si no fuera bastante alabarse a si mismo en vez de regar a Dios, insulta además al que esta rogando. “El publicano, por el contrario, se mantenía apartado”, y, no obstante, estaba cerca de Dios. El conocimiento de su conciencia le repelía, mas su piedad le aproximaba. Manteníase apartado, pero el Señor le contemplaba de cerca.

Porque siendo el Señor altísimo, pone los ojos en las criaturas humildes”. En cuanto a los que se elevan, como lo hacia aquel fariseo, conócelos de lejos. Dios mira de lejos a los soberbios, mas no los perdona. Considera de nuevo la humildad del publicano; no le basta permanecer apartado; sino que ni siquiera sus ojos osaba levantar al cielo; para atraerse las miradas del Señor, no se atrevía a mirarle; su conciencia lo amilanaba, pero la esperanza lo alentaba. Escucha todavía: “ Se daba golpes en el pecho” ; el mismo se castigaba; por eso el Señor perdono a aquel hombre que confesaba su miseria. “Golpeaba su pecho, diciendo: Dios mío, ten misericordia de mi que !soy un pecador” . He ahí un hombre que ora. .Por que asombrarte de que Dios le perdone, cuando el mismo se confiesa pecador?

MUNIFICENTISSIMUS DEUS

Michel Sittow (Netherlandish, c. 1469 – 1525/1526 ), The Assumption of the Virgin, c. 1500, oil on panel, Ailsa Mellon Bruce Fund

Para descargar esta Constitución Apostólica en el siguiente enlace:

Dada la extensión de esta Constitución Apostólica les pondré la definición dogmática:

Fórmula definitoria

Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.

Por eso, si alguno, lo que Dios no quiera, osase negar o poner en duda voluntariamente lo que por Nos ha sido definido, sepa que ha caído de la fe divina y católica.+

Para que nuestra definición de la Asunción corporal de María Virgen al cielo sea llevada a conocimiento de la Iglesia universal, hemos querido que conste para perpetua memoria esta nuestra carta apostólica; mandando que a sus copias y ejemplares, aun impresos, firmados por la mano de cualquier notario público y adornados del sello de cualquier persona constituida en dignidad eclesiástica, se preste absolutamente por todos la misma fe que se prestaría a la presente si fuese exhibida o mostrada.

A ninguno, pues, sea lícito infringir esta nuestra declaración, proclamación y definición u oponerse o contravenir a ella. Si alguno se atreviere a intentarlo, sepa que incurrirá en la indignación de Dios omnipotente y de sus santos apóstoles Pedro y Pablo.

Juramento antimodernista

San Pio X

Para descargar el Juramento antimodernista, en este enlace:

JURAMENTO ANTI-MODERNISTA

Motu Propio:

“SACRORUM ANTISTITUM” Impuesto al clero en septiembre de 1910 por S.S. Pío X

“ Yo…abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.”“En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.”“En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.”“En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.”“En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, SIEMPRE CON EL MISMO SENTIDO Y LA MISMA INTERPRETACIÓN. POR ESTO RECHAZO ABSOLUTAMENTE LA SUPOSICION HERETICA DE LA EVOLUCION DE LOS DOGMAS, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el deposito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.”“Consecuentemente: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades tenebrosas del “subconsciente”, moralmente informado bajo la presión del corazón y el impulso de la voluntad, sino que un verdadero asentamiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente por la enseñanza recibida EX CATEDRA, asentamiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Maestro”.“En fin, de manera general, profeso estar completamente indemne de este error de los modernistas, que pretenden no hay nada divino en la tradición sagrada, o lo que es mucho peor, que admiten lo que hay de divino en el sentido panteísta, de tal manera que no queda nada más que el hecho puro y simple de la historia, a saber: El hecho de que los hombres, por su trabajo, su habilidad, su talento continúa a través de las edades posteriores, la escuela inaugurada por Cristo y sus Apóstoles. Para concluir, sostengo con la mayor firmeza y sostendré hasta mi ultimo suspiro, la fe de los Padres sobre el criterio cierto de la verdad que está, ha estado y estará siempre en el episcopado transmitido por la sucesión de los Apóstoles; no de tal manera que esto sea sostenido para que pueda parecer mejor adaptado al grado de cultura que conlleva la edad de cada uno, sino de tal manera que LA VERDAD ABSOLUTA E INMUTABLE, predicada desde los orígenes por los Apóstoles, NO SEA JAMAS NI CREIDA NI ENTENDIDA EN OTRO SENTIDO. “Todas estas cosas me comprometo a observarlas fiel, sincera e INTEGRAMENTE, aguardarlas inviolablemente y a no apartarme jamás de ellas sea enseñando, sea de cualquier manera, por mis palabras y mis escritos…”

Asunción de la Santísima Virgen

Santísima Virgen de la Asunción

María era una doncella judía de la casa de David y de la tribu de Judá. la tradición popular atribuye a sus padres los nombres de Joaquín y Ana. María fue concebida sin pecado original (8 de diciembre). Su nacimiento, que la Iglesia celebra el 8 de septiembre, tuvo lugar en Séforis,  Nazaret, o como lo afirma la tradición más popular, en Jerusalén, muy cerca de la piscina de Betseda y de una de las puertas de la ciudad. Es curioso notar que son los mahometanos y no los cristianos quienes llaman a esa puerta «La Puerta de María». Los padres de la niña la habían prometido a Dios desde antes de su nacimiento; la Iglesia celebra el 21 de noviembre su presentación en el Templo, aunque ignoramos por qué lo hace precisamente en esa fecha. Según los apócrifos, María fue educada en el Templo con otras jóvenes judías. A los catorce años, fue prometida en matrimonio a un carpintero llamado José, quien había sido señalado milagrosamente al sumo sacerdote. Después de los desposorios y antes de que conviviesen, María recibió la visita del Arcángel Gabriel (la Anunciación, 25 de marzo) y la segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarnó en su seno por obra del Espíritu Santo. Esto tuvo lugar en Nazaret. María se dirigió entonces a Judea a visitar a su prima Santa Isabel, la madre de San Juan Bautista, la cual estaba en los últimos meses del embarazo (la Visitación, 2 de julio). Cuando ambos se dirigían a Jerusalén con motivo del censo del César Augusto, María dio a luz a Jesucristo, el Dios hecho hombre, en un establo de Belén (la Navidad, 25 de diciembre). Cuarenta días más tarde, cumpliendo lo mandado por la ley, María se presentó en el templo con su Hijo para el rito de la purificación (2 de febrero). Como se sabe, el rito de la purificación no existe en el cristianismo, que considera la maternidad como un honor y no como una impureza. Prevenido por un ángel, San José huyó con su esposa y el Niño a Egipto para evitar la cólera de Herodes. No sabemos cuánto tiempo permanecieron en Egipto; pero volvieron a Nazaret después de la muerte del tirano.

Durante los treinta años que precedieron a la vida pública del Salvador, María vivió exteriormente como todas las otras mujeres judías de condición modesta. Algunos olvidan estos años de la vida de María y sólo piensan en su glorificación como Reina del Cielo y en su participación en los principales misterios de la vida de su Hijo. Las sonoras y hermosas invocaciones de las letanías lauretanas, las delicadas vírgenes de Boticelli y las «prósperas burguesas» de Rafael, los líricos arranques de los predicadores que cantan las glorias de María, constituyen ciertamente un homenaje a la Madre de Dios, pero tienden a hacernos olvidar que María fue la esposa de un carpintero. El Lirio de Israel, la Hija de los Príncipes de Judá, la Madre del género humano, fue también una modesta mujercita judía, esposa de un artesano. Las manos de María se endurecieron en el trabajo y sus pies desnudos recorrieron aquellos polvorientos camino de Nazaret que conducían al pozo, a los olivares, a la sinagoga y al despeñadero en el que un día los enemigos de Jesús estuvieron a punto de precipitarle.

Y, al cabo de esos treinta años, los pies de María recogieron el polvo de los largos caminos de la vida pública del Señor, pues Ella le siguió de lejos desde el regocijo de las bodas de Cana hasta el abandono y la desolación del Calvario. Ahí fue donde la espada que había predicho Simeón el día de la purificación, atravesó el corazón de María. Desde la cruz Jesús confió a su Madre a San Juan «y desde aquella hora el discípulo la tomó por suya». El día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre María y los Apóstoles, que se hallaban reunidos en el cenáculo. Esta es la última ocasión en que la Sagrada Escritura menciona a María. Probablemente pasó el resto de su vida en Jerusalén y, durante las persecuciones, se refugió con San Juan en Efeso y otras ciudades.

María es la Madre de Dios, porque Jesús es Dios. El Concilio de Efeso condenó el año 431 a quienes negaban esta verdad. María fue virgen antes y después del parto y permaneció virgen toda su vida, según lo afirma la tradición constante y unánime de la Iglesia. El Concilio de Trento afirmó expresamente que María no había cometido jamás pecado alguno. Como «segunda Eva», María es madre de todo el género humano y se le debe un culto superior al de todos los santos; pero adorar a María constituiría una verdadera idolatría, porque María es una creatura, como el resto de la humanidad y toda su gloria procede de Dios.

La Iglesia ha sostenido siempre que el cuerpo de María se vio libre de la corrupción, que su alma se reunió nuevamente con él y que la Virgen fue transportada al cielo, como símbolo único de la resurrección que espera a los hijos de Dios. La preservación de la corrupción y la Asunción de María son una consecuencia lógica de la pureza absoluta de la Madre de Dios. Su cuerpo no había sido nunca manchado por el pecado, había sido un templo santo e inmaculado, en el que había tomado carne el Verbo Eterno. Las manos de María habían vestido y alimentado en la tierra al Hijo de Dios, quien la había venerado y obedecido como madre. Lo que no sabemos con certeza es si la Virgen murió o no; la opinión más general es que sí murió, ya fuese en Efeso o en Jerusalén.

Aun en el caso de que la fiesta de hoy sólo conmemorase la Asunción del alma de María, su objeto seguiría siendo el mismo; porque, así como honramos la llegada del alma de los santos al cielo, así, y con mayor razón todavía, debemos regocijarnos y alabar a Dios el día en que la Madre de Jesucristo entró en posesión de la gloria que su Hijo le tenía preparada.

Cuando Alban Butler escribió este artículo, la creencia en la Asunción de María al cielo no era aún un dogma de fe; según lo dijo Benedicto XIV, se trataba de una opinión probable, que no se podía negar sin impiedad y blasfemia. Pero dos siglos más tarde, en 1950, después de haber consultado a los obispos de la universal Iglesia, Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de María. He aquí sus propias palabras en la bula Munificentissimus Deus: «La extraordinaria unanimidad con que los obispos y los fieles de la Iglesia católica afirman la Asunción corporal de María al cielo como un dogma de fe, nos hizo ver que el magisterio ordinario de la Iglesia y la opinión de los fieles, dirigida y sostenida por éste, estaban de acuerdo. Ello probaba con infalible certeza que el privilegio de la Asunción era una verdad revelada por Dios y contenida en el divino depósito que Cristo confió a su esposa la Iglesia para que lo guardase fielmente y lo explicase con certeza absoluta«.

El primero de noviembre, día de la fiesta de Todos los Santos, el Papa promulgó públicamente la bula en la plaza de San Pedro de Roma y definió la Asunción en los términos siguientes: «Habiendo orado instantemente a Dios y habiendo pedido la luz del Espíritu de Verdad, para gloria del Dios todopoderoso, que hizo a María objeto de tan señalados favores; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para el acrecentamiento de la gloria de su Santísima Madre y para gozo y exultación de toda la Iglesia, Nos, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo y délos bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y por nuestra propia autoridad, declaramos y definimos que es un dogma divinamente revelado que la inmaculada Madre de Dios, la siempre virgen María, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo al terminar su vida mortal«.

La fiesta de la Asunción es, por excelencia, «la fiesta de María», la más solemne de cuantas la Iglesia celebra en su honor y es también, la fiesta titular de todas las iglesias consagradas a la Santísima Virgen en general. La Asunción es el glorioso coronamiento de todos los otros misterios de la vida de María, es la celebración de su grandeza, de sus privilegios y de sus virtudes, que se conmemoran también, por separado, en otras fiestas. El día de la Asunción ensalzamos a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre y, sobre todo, por la gloria con que se dignó coronar esas gracias. Sin embargo, la contemplación de la gloria de María en esta fecha no debe hacernos olvidar la forma en que la alcanzó, para que imitemos sus virtudes. Ciertamente, la maternidad divina de María fue el mayor de los milagros y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó precisamente la maternidad de María, sino sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.

Es imposible tratar a fondo, en el breve espacio de que disponemos, la introducción y evolución de la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen. Tres puntos son claros: En primer lugar, la construcción de iglesias dedicadas a la Virgen María, la Theotokos (Madre de Dios), trajo inevitablemente consigo la celebración de la dedicación de dichas iglesias. Consta con certeza que en la primera mitad del siglo V había ya en Roma y en Efeso iglesias dedicadas a Nuestra Señora, y algunos historiadores opinan que ya en el año 370 se celebraba en Antioquía la conmemoración de «la siempre Virgen María, Madre de Dios».

En segundo lugar, dicha conmemoración de la Santísima Virgen no hacía al principio mención de su salida de este mundo, simplemente se celebraba, como en el caso de los demás santos, su «nacimiento para el cielo» («natalis«); la fiesta recibía indiferentemente los nombres de «nacimiento», «dormición» y «asunción». En tercer lugar, según una tradición apócrifa pero muy antigua, la Santísima Virgen murió en el aniversario del nacimiento de su Hijo, es decir, el día de Navidad. Como ese día estaba consagrado a Cristo, hubo de posponerse la celebración de María. En algunos sitios empezó a celebrarse a Nuestra Señora en el invierno. Así, San Gregorio de Tours (c. 580) afirma que en Galia se celebraba a mediados de enero la fiesta de la Virgen. Pero también consta que en Siria la celebración tenía lugar el quinto día del mes de Ab, es decir, hacia agosto. Poco a poco fue extendiéndose esa práctica al occidente. San Adelmo (c. 690) afirma que en Inglaterra se celebraba el «nacimiento» de Nuestra Señora a mediados de agosto.

Butler, Vida de los Santos, Agosto, página 335 y siguientes.

Propio del día 15 de agosto

La Asunción de la Virgen María

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO  Ap. 12, 1

Un gran prodigio apareció en el cielo: Una mujer vestida de sol, y la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas. V/. Cantad al Señor un cántico nuevo: porque ha hecho maravillas. V/.Gloria al Padre.

COLECTA

OH DIOS todopoderoso y eterno, que llevaste a la gloria celestial a la Inmaculada Virgen María, la Madre de tu Hijo: te suplicamos, nos concedas que, siempre atentos a las cosas del cielo, merezcamos ser participantes de su gloria. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo.

EPISTOLA  Judith 13, 22-25; 15, 10.

LECTURA DEL LIBRO DE JUDIT.

El Señor te ha bendecido con su poder; pues por ti ha aniquilado a nuestros enemigos. Bendita eres del Señor Dios excelso tú, oh hija, sobre todas las mujeres de la tierra. Bendito sea el Señor, creador del cielo y la tierra, que dirigió tu mano para cortar la cabeza del príncipe de nuestros enemigos; pues ha hecho hoy tan célebre tu nombre, que no se alejará tu alabanza de labios de los hombres que recordaren por siempre los prodigios del Señor; pues no temiste exponer tu vida por tu pueblo, viendo las angustias y tribulación de tu linaje, sino que evitaste su ruina en la presencia de nuestro Dios. Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú el honor de nuestro pueblo.

GRADUALE Sal 44, 11-12 et 14.

Escucha, hija, y mira, y presta oídos, y el rey se prendará de tu hermosura. V/.La hija del Rey entra toda agraciada, brocados de oro son sus vestidos.

ALELUYA. ALELUYA. V/. María ha sido llevada al cielo; y de ello se alegra el ejército de los Ángeles. Aleluya.

EVANGELIO  Luc.  1, 41-50

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

En aquel tiempo, quedó Isabel llena del Espíritu Santo, y exclamando en alta voz, dijo: ¡Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre! Y ¿de dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a mí? Pues lo mismo fue llegar la voz de tu saludo a mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi seno. Y bienaventurada tú que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor. Y dijo María: Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu salta de gozo al pensar en Dios, Salvador mío; porque miró la bajeza de su esclava, he aquí que desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí grandes maravillas el que es poderoso; y su nombre es santo, y su misericordia se extiende de generación en generación sobre los que le temen.

OFERTORIO Gen. 3,15.

Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la descendencia de ella.

SECRETA

Ascienda a Ti, Señor, la ofrenda de nuestra devoción, y, por  la intercesión de la Santísima Virgen María, transportada a los cielos, haz que nuestros corazones encendidos en el fuego de la caridad, se dirijan incesantemente a Ti. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PREFACIO DE LA VIRGEN

EN VERDAD es digno y justo, equitativo y saludable que en todo tiempo y lugar demos gracias, Señor Santo, Padre omnipotente, Dios eterno y alabarte y bendecirte y glorificarte en la Asunción de la bienaventurada siempre Virgen María que concibió a tu Unigénito Hijo por obra del Espíritu Santo y permaneciendo intacta la gloria de su virginidad dio al mundo la luz eterna, Jesucristo Nuestro Señor. Por quien los Ángeles alaban a tu majestad, las dominaciones la adoran, tiemblan las potestades, los cielos y las virtudes de los cielos,  y los bienaventurados serafines la celebran con igual júbilo. Te rogamos que con sus alabanzas recibas también las nuestras cuando te decimos con humilde confesión.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN    Luc. 1, 48-49

Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque ha hecho en mí grandes maravillas el todopoderoso.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

Habiendo recibido, Señor, los sacramentos saludables, haz, te rogamos, que, por los méritos e intercesión de la bienaventurada Virgen María, asunta al cielo, seamos llevados a la gloria de la resurrección. Por Nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

INTROITO  Ap. 12, 1

Signum magnum appáruit in cœlo: múlier amícta sole, et luna sub pédibus ejus, et in capite ejus coróna stellárum duódecim. V/. Cantáte Dómino cánticum novum: quia mirabília fecit. V/. Glória Patri.

COLECTA

Omnípotens sempitérne Deus, qui immaculátam Vírginem Maríam, Fílii tui genetrícem, córpore et ánima ad cæléstem glóriam assumpsísti, concéde, quǽsumus, ut, ad supérna semper inténti, ipsíus glóriæ mereámur esse consórtes. Per Dóminum.

EPISTOLA  Judith 13, 22-25; 15, 10.

LÉCTIO LIBRI JUDITH.

Benedíxit te Dóminus in virtúte sua quia per te ad nihilum redégit inimícos nostros. Benedícta es tu, fília, a Dómino Deo excélso, præ ómnibus muliéribus super terram. Benedíctus Dóminus qui creávit cælum et terram, qui te diréxit in vúlnera cápitis príncipis inimicórum nostrórum; quia hódie nomen tuum ita magnificávit, ut non recédat laus tua de ore hóminum, qui mémores fúerint virtútis Dómini in ætérnum, pro quibus non pepercísti ánimæ tuæ propter angústias et tribulatiónem géneris tui sed subvenísti ruínæ ante conspéctum Dei nostri. Tu glória Jerúsalem, tu lætítia Israël, tu honorificéntia pópuli nostri.

GRADUALE Sal 44, 11-12 et 14.

Audi fília, et vide, et inclína aurem tuam et concupíscet rex pulchritúdinem tuam. V/. Tota decóra ingréditur fília regis, textúræ áureæ sunt amíctus ejus.

ALLELÚIA,ALLELUIA.V/.Assúmpta est María in cœlum: gaudet exércitus Angelórum.  Allelúja.

EVANGELIO  Luc.  1, 41-50

SEQUENTIA SANCTI EVANGELII SECUNDUM LUCAM

In illo témpore: Repleta est Spíritu Sancto Elíabeth et exclamávit voce magna, et dixit: «Benedícta tu inter mulíeres et benedíctus fructus ventris tui. Et unde hoc mihi ut véniat mater Dómini mei ad me? Ecce enim ut facta est vox salutatiónis tuæ in áuribus meis exultávit in gáudio infans in útero meo. Et beáta, quæ credidísti, quóniam perficiéntur ea quæ dicta sunt tibi a Dómino.» Et ait María: «Magníficat ánima mea Dóminum; et exultávit spíritus meus in Deo salutári meo; quia respéxit humilitátem ancíllæ suæ, ecce enim ex hoc beátam me dicent omnes generatiónes. Quia fecit mihi magna qui potens est, et sanctum nomen ejus, et misericórdia ejus a progénie in progénies timéntibus eum.»

OFERTORIO Gen. 3,15.

Inimicítias ponam inter te et Mulíerem, et semen tuum et Semen illíus.

SECRETA

Ascéndat ad te, Dómine, nostræ devotiónis oblátio, et, Beatíssima Vírgine María in cælum assúmpta intercedénte, corda nostra, caritátis igne succénsa, ad te júgiter adspírent. Per Dóminum.

PREFACIO DE LA VIRGEN

VERE DIGNUM et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Et te in Assumptióne beátæ Maríæ semper Vírginis collaudáre, benedícere, et predicáre. Quæ et Unigénitum tuum Sancti Spíritus obumbratióne concépit: et virginitátis glória permanénte lumen ætérnum mundo effúdit, Jesum Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant.Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes

ANTÍFONA DE COMUNIÓN    Luc. 1, 48-49

Beátam me dicent omnes generatiónes, quia fecit mihi magna qui potens est.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

Sumptis, Dómine, salutáribus sacraméntis, da quǽsumus, ut, méritis et intercessióne Beátæ Vírginis Maríæ in cælum assúmptæ, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per Dóminum.

Bula Apostolicae Curae de León XIII

León XIII

Esta Bula de León XIII establece de modo magisterial la invalidez de las ordenaciones sacerdotales de los anglicanos. Teniendo en cuenta la semejanza en el rito de las Ordenaciones sacerdotales establecidas después del Concilio Vaticano II dentro de la Iglesia Católica, las consecuencias son lógicas.

En dicha Bula se dice expresamente:

Entonces, considerando que esta materia, aunque ya decidida, había sido puesta de nuevo a discusión por ciertas personas, cualesquiera fueran sus razones, y que a partir de ahí podría haberse fomentado un pernicioso error en las mentes de aquellos que podrían suponerse a si mismos poseedores del Sacramento y los efectos de las Ordenes, que de ninguna manera podrían poseerlos, nos pareció bueno pronunciar en el nombre del Señor nuestro juicio.

Por eso, adhiriéndonos estrictamente, en esta materia, a los decretos de los Pontífices, Nuestros predecesores, y confirmándolos más plenamente, y, por decirlo así, renovándolos por Nuestra autoridad, por Nuestra propia iniciativa y certero conocimiento, Nos pronunciamos y declaramos que las ordenaciones llevadas a cabo conforme al rito Anglicano han sido, y son, absolutamente nulas y sin efecto.

Para descargar la Bula completa en este enlace:

VIII Domingo después de Pentecostés

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 47.10-11,2.-

Hemos recibido, ¡oh Dios!, tu misericordia en medio de tu tem­plo; como tu nombre, ¡oh Dios!, así tu gloria llega hasta los confines de la tierra; tu diestra da la salvación. Salmo.-. Grande es el Señor y dig­nísimo de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. V/. Gloria.

Colecta.- 

Te rogamos, Señor, nos concedas propicio la gracia de pensar y obrar siempre con rectitud; y, pues sin ti no podemos subsistir, lle­vemos una vida conforme a tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo…

Epístola. Rom 8.12-17.-

Hermanos: Nada debemos a la carne, para que vivamos según la carne. Si vivís según la carne, moriréis; mas si con el espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Todos cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. No habéis recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía con temor, habéis recibido el Espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos: ¡Abba, Padre! El mismo Espíritu testifica,  a una con nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Hijos, luego herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo.

Gradual. Salm. 30.3; 70.1.-

Sé para mí el Dios que protege y un lugar de refugio, para que me salves.  V/. En ti, Señor, he buscado amparo; no sea jamás confundido.

Aleluya. Salm. 47.2.- Aleluya, aleluya. V/. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. Aleluya.

Evangelio. Luc. 16.1-9.-

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Érase un hombre rico, que tenía un mayordomo, y éste le fue acusado como dilapidador de sus bienes. Llamóle, pues, y le dijo ¿Qué es esto que oigo de ti?  Rinde cuentas de tu gestión; en adelante ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el mayordomo se dijo: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la gerencia? Para cavar no valgo, mendigar me causa vergüenza. Mas ya sé lo que he de hacer, para que, una vez removido de mi gerencia, halle quienes me reciban en su casa. Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su amo; y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y éste le respondió: Cien barriles de aceite. Díjole: Toma tu escritura; siéntate luego, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él respondió: Cien cargas de trigo. Díjole: Toma tu obligación y escribe ochenta. Y alabó el amo a este mayordomo infiel por su previsión, porque los hijos de este siglo son en sus negocios más sagaces que los hijos de la luz. Así os digo yo a vosotros: Haceos amigos con el inicuo dinero para que cuando él os faltare, aquellos os reciban en las eternas moradas.  

Ofertorio. Salm. 17.28.32.-

Tú salvas al pueblo humilde, y humillas los ojos de los soberbios, porque ¿qué otro Dios hay fuera de ti, Señor?

Secreta.-  

Te rogamos, Señor, aceptes propicio los dones que recibidos de tus manos, te ofrecemos, para que, mediante la operación de tu gracia, nos santifiquen estos sacrosantos misterios en la presente vida, y nos conduzcan a los goces eternos. Por nuestro Señor.

Prefacio de la Santísima Trinidad.- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos tam­bién de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna  Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo …

Comunión. Salm. 33.9.-

Gustad y ved cuán suave es el Señor; dichoso el varón que en él confía.

Poscomunión.- 

Sírvanos, Señor, este celestial misterio para repa­ración de alma y cuerpo; pa­ra que al celebrarlo, experimentemos sus saludables efectos. Por nuestro Señor.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dóminica Octava Post Pentecosten

II Classis

Introitus: Ps. xlvii: 10-11

Suscépimus, Deus, misericórdiam tuam in médio templi tui: secúndum nomen tuum, Deus, ita et laus tua in fines terræ: justítia plena est déxtera tua. [Ps. ibid. 2] Magnus Dóminus, et laudábilis nimis: in civitáte Dei nostri, in monte sancto ejus. Glória Patri. Suscépimus.

Oratio

Largíre nobis, quǽsumus, Dómine, semper spíritum cogitándi qui recta sunt, propítius et agéndi: ut, qui sine te esse non póssimus, secúndum te vívere valeámus. Per Dóminum.

 ad Romanos viii: 12-17

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romános.

Fratres: Debitóres sumus non carni, ut secúndum carnem vivámus. Si enim secúndum carnem vixéritis, moriémini: si autem Spíritu facta carnis mortificavéritis, vivétis. Qui-cúmque enim spíritu Dei agúntur, ii sunt fílii Dei. Non enim accepístis spíritum servitútis íterum in timóre, sed accepístis spíritum adoptiónis filiórum, in quo clamámus: Abba (Pater). Ipse enim Spíritus testimónium reddit spíritui nostro, quod sumus fílii Dei. Si autem fílii, et herédes: herédes quidem Dei, coherédes autem Christi.

Graduale Ps. xxx: 2

Esto mihi in Deum protectórem, et in locum refúgii, ut salvum me fácias. [Ps.lxx: 1] Deus, in te sperávi: Dómine, non confúndar in ætérnum. Allelúja, allelúja [Ps. xlvii: 2] Magnus Dóminus, et laudábilis valde, in civitáte Dei nostri, in monte sancto ejus. Allelúja

Luc. xvi: 1-9

+    Sequentia sancti Evangelii secundum Lucam.

In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis parábolam hanc: «Homo quidam erat dives, qui habébat víllicum: et hic diffamátus est apud illum, quasi dissipásset bona ipsíus. Et vocávit illum, et ait illi: “Quid hoc áudio de te? redde ratiónem vilicatiónis tuæ: jam enim non póteris villicáre.” Ait autem víllicus intra se: “Quid fáciam, quia dóminus meus aufert a me villicatiónem? fódere non váleo, mendicáre erubésco. Scio quid fáciam, ut, cum amotus fúero a villicatióne, recípiant me in domos suas.” Convocátis ítaque síngulis debitóribus dómini sui, dicébat primo: “Quantum debes dómino meo?” At ille dixit: “Centum cados ólei.” Dixítque illi: “Accipe cautiónem tuam et: sede cito, scribe quinquagínta.” Deínde álii dixit: “Tu vero quantum debes?” Qui ait centum choros trítici.” Ait illi: “Accipe lítteras tuas, et scribe octogínta.” Et laudávit dóminus víllicum iniquitátis, quia prudénter fecísset: quia fílii hujus sæculi prudentióres fíliis lucis in generatióne sua sunt. Et ego vobis dico: fácite vobis amícos de mammóna iniquitátis: ut cum defecéritis, recípiant vos in ætérna tabernácula.»

Offertorium: Ps. xvii: 28 et 32

Pópulum húmilem salvum fácies, Dómine, et óculos superbórum humiliábis: quóniam quis Deus præter te, Dómine?

Secreta:

Suscipe, quǽsumus, Dómine, múnera, quæ tibi de tua largitáte deférimus: ut hac sacrosáncta mystéria, grátiæ tuæ operánte virtúte, et præséntis vitæ nos conversatióne sanctíficent, et ad gáudia sempitérna perdúcant. Per Dóminum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Ps. xxxiii: 9.

Gustáte et vidéte, quóniam suávis est Dóminus: beátus vir, qui sperat in eo.

Postcommunio:

Sit nobis, Dómine, reparátio mentis et córporis cæléste mystérium: ut, cujus exséquimur cultum, sentiámus efféctum. Per Dóminum.

VIII Domingo después de Pentecostés

HOMILIA

Homilía de San Jerónimo, Presbítero.

Epistola 151

Si vemos al administrador de las riquezas de iniquidad alabado por su señor, por haber sabido agenciarse una justa recompensa mediante un proceder ilícito; y si el mismo amo perjudicado alaba la previsión de tal administrador, por cuanto, aunque procedió fraudulentamente con el, fue prudente para consigo mismo, ¿cuánto mas el divino Salvador, que no puede experimentar perdida alguna y se inclina siempre a la clemencia, alabara a sus discípulos, cuando los vea tratar con misericordia a los que van a creer en él?

Después de la parábola, saco esta consecuencia: “Así os digo yo a vosotros: Granjeaos amigos con las riquezas de iniquidad”. En lengua siriaca, no en hebreo, se llama “mammona” a las riquezas, debido a los medios injustos que se emplean para atesorarlas. Si pues, el fruto de iniquidad bien administrado puede redundar en provecho de la justicia, cuanto mas la palabra de Dios, en la cual nada hay inicuo, y que fue confiada a los Apóstoles, llevara al cielo a sus fieles dispensadores?

Por lo cual, leemos a continuación: “Quien es fiel en lo poco” , es decir, en las cosas materiales, “ también lo es en lo mucho”, o sea, en las espirituales, El que es inicuo en lo poco, no haciendo participantes a sus hermanos de lo que Dios creo para todos, no lo será menos en el reparto del caudal espiritual, y en la distribución de la doctrina del Señor atenderá mas bien a sus preferencias personales que a la necesidad. Por eso dice aquí el Señor: Si no sabéis administrar prudentemente los bienes materiales y perecederos, .quien os confiara las verdaderas, las eternas riquezas de la doctrina de Dios?