Sermón del día 1 de noviembre: Todos los Santos

Todos los Santos

HOMILIA DEL PADRE PEDRO GINEBRA PBRO

EL ESPIRITU DE DIOS Y EL ESPIRITU DEL MUNDO

Era el día 26 del mes de Nisán, a mediados de abril del segundo año de la vida pública de Jesús cuando acaecieron los hechos memorables de la elección de los apóstoles y del sermón de la montaña.

Jesús, al ver aquellas multitudes que se agrupaban en torno suyo, turbas numerosísimas venidas de toda la Judea, de Jerusalén, de las riberas del mar, de Tiro y de Sidón que querían escucharle y ver curadas sus enfermedades, llamó algunos circunstantes y les nombró apóstoles o enviados. Esta elección probablemente tuvo lugar en la cima de la única montaña que existe al oeste de Cafarnaúm. Después descendió un poco y se detuvo. El número de los oyentes iba en aumento. Pocas veces se había visto Jesús rodeado de tan grande muchedumbre. Por esta causa, creyó que había llegado la hora de pronunciar aquel grandioso y admirable sermón que contiene y resume todo el código legislativo de la Ley de la gracia.  Por él sabemos cuáles son los deberes de los ministros de Cristo, cuál la relación entre la Antigua y la Nueva Alianza; por él nos enteramos de la pureza de intención que se requiere en todos los actos de los súbditos de su reino, del valor que hemos de dar a las cosas de la tierra, de las mutuas relaciones entre los ciudadanos del reino de Dios y de la eficacia de la oración.

Este admirable discurso va precedido de un no menos admirable exordio: las Bienaventuranzas, que resumen las cualidades morales que han de poseer los seguidores de Cristo y que se leen en el evangelio de la festividad de hoy dedicada a celebrar las glorias de todos los bienaventurados.

Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Jesús dice que el reino de los cielos es de los pobres de espíritu son aquellos que no  poseen riquezas o los que, poseyéndolas, no tienen en ellas puesto su corazón. El mundo dice lo contrario: Desgraciado el pobre. Y así como de la bienaventuranza de Jesús nace la paz y la tranquilidad, de la máxima del mundo nacen los odios, los rencores y las envidias y todo linaje de crímenes.

Bienaventurados los mansos, los suaves los que no solo reprimen la ira y toman venganza, sino que ni siquiera pretenden hacer prevalecer sus derechos; los que callan y sufren. El mundo les llama cobardes y necios y, Jesús crea un trato dulce y amistoso entre los hombres, de la máxima del mundo provienen los homicidios y todos los crímenes, que inspiran la ira y la venganza.

Bienaventurados los que lloran sus pecados, los males y los escándalos del mundo y sufren resignadamente las contrariedades de la vida. El mundo que no quiere sufrir, proclama felices a los que se divierten y ríen. Por esto el hombre mundano, al sentirse sujeto al sufrimiento, inevitable a todo mortal, llora, se queja, se revuelve, blasfema contra Dios y se hunde en el abismo de la desesperación. Entretanto, los bienaventurados según Jesús, siempre viven consolados y serán eternamente felices.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, es decir, los que siempre aspiran a mayor perfección y santidad y aceptan todas las mortificaciones y actos de abnegación que esto supone. El mundo, que siente un verdadero horror a la perfección cristiana, dice a sus seguidores que se den a la buena vida, entendiéndolo en el sentido más denigrante para la naturaleza humana. Los seguidores de Jesús quedarán plenamente asociados, mientras que los mundanos no verán satisfechos sus deseos ni en este mundo ni en el otro.

Bienaventurados los misericordiosos, dice Jesús, y les promete misericordia. El mundo, duro de corazón, predica todo lo contrario: Primero procura por ti, y los demás que padezcan. Juicio sin misericordia les aguarda a los que no se compadecen de las desgracias del prójimo. En cambio, los bienaventurados de Jesús serán juzgados misericordiosamente; serán medidos según la meda que con sus hermanos emplearon.

Bienaventurados los limpios de corazón, dice Jesús, pues Dios, que penetra los afectos y los pensamientos, no puede contentarse con solas las apariencias. Por el contrario, al mundo no le interesa el interior de los corazones; según el solo conviene guardar el exterior, y, así, el más hipócrita es el más habilidoso y mejor visto. Poco importa que sea un sepulcro blanqueado lleno de inmundicia. Para el mundo es un perfecto caballero. Los limpios de corazón verán a Dios; pero, desgraciados aquellos a quienes el mundo alaba y aplaude.

Bienaventurados los pacíficos, los que no solo tiene paz consigo mismos, sino que viven en paz con los demás, llegando al extremo de soportar los defectos del prójimo y las injurias, devolviendo bien por mal. El mundo sostiene que las injurias no se pueden tolerar y llega a la horrible locura de defender el prestigio del honor con la sangre del adversario. Homicidas, a los menos en su corazón, no entrarán en el reino de los cielos, mientras que los bienaventurados de Jesús, como hijos de Dios, poseerán la herencia celestial.

Bienaventurados lo que padecen persecución por la justicia, los que padecen resignadamente burlas, desprecios y persecuciones, a causa de sus creencias y practicas piadosas. El mundo odia a Cristo y persigue a sus seguidores. Este odio es el más grave de los pecados. Es horrible el castigo que aguarda a los que persiguen a los justos. En cambio bienaventurados serán los que sean perseguidos por causa del nombre de Jesús.

EXAMINÉMONOS A LA LUZ DE LAS BIENAVENTURANZAS.

Al recorrer las bienaventuranzas, lo primero que se echa de ver es una oposición irreductible, profunda y esencial entre el mundo y Jesucristo. Toda la doctrina del mundo, su manera de ser y de pensar, sus deseos y sus planes, sus goces y sus aspiraciones, todo absolutamente es contrario al Evangelio y al espíritu de Jesús. Por esto recomendó tantas veces a sus discípulos que no fuesen del mundo y les predijo que el mundo les rechazaría y les perseguiría hasta la muerte.

Examinemos, pues, a la luz de las bienaventuranzas y de los ejemplos de los santos, nuestra manera de vivir y el espíritu que la informa y no dejemos pasar la fiesta de hoy sin escudriñar nuestro interior, para ver si han entrado en nuestro corazón el espíritu del mundo y sus perversas máximas, o bien, si, por dicha muestra, seguimos practicando el espíritu de Jesús, de tal manera que seamos merecedores de las bendiciones celestiales.

Dr. Pedro Ginebra, Pbro, El Evangelio de los domingos y fiestas, 1961, pág. 340.

1 de noviembre: Día de los Santos

Todos los santos

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito.- Sal 32,1.-

Gocémonos todos en el Señor, celebarndo esta fiesta en honor de todos los santos, de cuya solemnidad se alegran los ángeles y aclaman al Hijo de Dios. Salmo. Regocijaos, justos, en el Señor; a los rectos compete la alabanza. V/. Gloria al Padre. 

Colecta.-

Omnipotente y sempiterno Dios, que nos has dado celebrar en una misma solemnidad los méritos de todos sus santos; te rogamos, por la intercesión multiplicada de los mismos, nos concedas la anhelada abundancia de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.  

Epistola.- Apoc. 7, 2-12.

En aquellos días, yo, Juan, vi subir del oriente a un ángel que llevaba el sello de Dios vivo, el cual púsose a gritar con voz poderosa a los cuatro ángeles a quienes se les ha dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, y les dijo: no hagáis mal a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos puesto la señal en la frente a los siervos de nuestro Dios. Y oí la enumeración de los que estaban señalados: ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá estaban señalados doce mil; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benajamín, doce mil estaban señalados. Después de esto, vi aparecer una muchedumbre innumerable, que nadie podía enumerar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que permanecían ante el trono y ante el Cordero, revestidos de blancas vestiduras y con palmas en las manos. Y exclamaban con poderosa voz: Victoria a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles permanecían en círculo alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro animales y cayeron luego sobre sus rostros ante el trono y se postraron ante Dios, diciendo: Amén, bendición, gloria y sabiduría y acción de gracias; honor y poderío y fortaleza a nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Gradual.- Salm 33, 10.11 .

Temed al Señor, todos vosotros sus santos ; porque nada faltará a los que le temen. Los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno.

Aleluya, aleluya.- Mat 11, 28. Venid a mí todos los que os encontráis fatigados y agobiados; y yo os aliviaré. Aleluya.

Evangelio.- Mat 5, 1-12.

En aquel tiempo: Viendo Jesús a las turbas, subióse a un monte y como se hubo sentado, se le acercaron sus discípulos. Abriendo entonces su boca, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los manos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que hacen obra de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os ultrajen y os persgan y digan todo mal contra vosotros por mi causa. Gozaos entonces y alborozaos, porque es grande vuestra recompensa en los cielos.

Ofertorio.-Sab. 3, 1-3.

Las almas de los justos están en las manos de Dios y nos les tocará el tormento alguno; a los ojos de los insensatos pareció que morían, mas ellos descansen en paz, aleluya. 

Secreta.

Te ofrecemos, Señor, los dones de nuestra devoción: que ellos te sean gratos por el honor que rinden a todos los santos y para nosotros se conviertan, por tu misericordia, en fuente de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.  

Comunión.- Mt 5, 8-10.

Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios; bienaventurados los q hacen obra de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios; bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Poscomunión.-

Te rogamos, Señor, concedas a los pueblos que en ti creen la gracia de celebrar con alegría la fiesta de todos los santos y contar con la perpetua protección de sus plegarias. Por nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Die 1 Novembris

In Festo Ómnium Sanctórum

Introitus: Sedulius

Gaudeámus omnes in Dómino, diem festum celebrántes sub honóre Sanctórum ómnium: de quorum solemnitáte gaudent Angeli, et colláudant Fílium Dei. [Ps. xxxii: 1] Exsultáte, justi, in Dómino: rectos decet collaudátio. v. Gloria Patri,

Oratio:

Omnípotens sempitérne Deus, qui nos ómnium sanctórum tuórum mérita sub una tribuísti celebritáte venerári: quǽsumus, ut desiderátam nobis tuæ propitiatiónis abundántiam, multiplicátis intercessóribus largiáris. Per Dóminum.

Apoc. vii: 2-12

Léctio libri Apocalýpsis beáti Joánnis Apóstoli:


In diébus illis: Ecce ego Joánnes vidi álterum Angelum ascendéntem ab ortu solis, habéntem signum Dei vivi: et clamávit voce magna quátuor Angelis quibus datum est nocére terræ et mari, dicens: Nolite nocére terræ, et mari, neque arbóribus, quoadúsque signémus servos Dei nostri in fróntibus eórum. Et audívi númerum signatórum centum quadragínta quátuor míllia signáti ex omni tribu filiórum Israël. Ex tribu Juda duódecim míllia signáti. Ex tribu Ruben duódecim míllia signáti. Ex tribu Gad duódecìm míllia signáti. Ex tribu Aser duódecim míllia signáti. Ex tribu Néphthali duódecìm míllia signáti. Ex tribu Manásse duódecim míllia signáti. Ex tribu Símeon duódecim míllia signáti. Ex tribu Levi duódecim míllia signáti. Ex tribu Issachar duódecim míllia signáti. Ex tribu Zábulon duódecim míllia signáti. Ex tribu Joseph duódecim míllia signáti. Ex tribu Bénjamin duódecim míllia signáti. Post hæc vidi turbam magnam, quam dinumeráre nemo póterat, ex omnibus géntibus, et tríbubus, et pópulis, et linguis: stantes ante thronum, et in conspéctu Agni, amícti stolis albis, et palmæ in mánibus eórum et clamábant voce magna, dicéntes: Salus Deo nostro, qui sedet super thronum, et Agno. Et omnes angeli stabant in circúitu throni et seniórum et quátuor animálium: et cecidérunt in conspéctu throni in facies suas, et adoravérunt Deum dicéntes: «Amen. Benedíctio et cláritas, et sapiéntia et gratiárum actio, honor, et virtus, et fortitúdo Deo nostro, in sǽcula sæculórum. Amen.»

Graduale: Ps. xxxiii: 10 et 11

Timéte Dóminum, omnes sancti ejus: quóniam nihil deest timéntibus eum. v. Inquiréntes autem Dóminum non defícient omni bono.
Allelúja, allelúja. [Matth. xi: 28] Venite ad me, omnes qui laborátis et oneráti estis, et ego refíciam vos. Allelúja.

Matth v: 1-12


+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthǽum


In illo témpore: Videns Jesus turbas, ascéndit in montem, et cum sedísset, accessérunt ad eum discípuli ejus, et apériens os suum, docébat eos, dicens: «Beáti páuperes spírítu: quóniam ipsórum est regnum cælórum. Beáti mites: quóniam ipse possidébunt terram. Beáti qui lugent: quóniam ipsi consolabúntur. Beáti qui esúriunt et sítiunt justítiam: quóniam ipse saturabúntur. Beáti misericórdes: quóniam ipsi misericórdiam consequéntur. Beáti mundo corde: quóníam ipsi Deum vidébunt. Beati pacífici: quóniam fílii Dei vocabúntur. Beáti qui persecutiónem patiúntur propter justítiam: quóniam ipsórum est regnum Coelorum. Beáti estis cum maledíxerint vobis, et persecúti vos fúerint, et díxerint omne malum advérsum vos mentiéntes, propter me: gaudéte et exsultáte quóniam, merces vestra copiósa est in cælis.»

Offertorium: Sap. iii: 1, 2, et 3

Justórum ánimæ in manu Dei sunt: et non tanget illos torméntum malítiæ: visi sunt óculls ínsipiéntium mori, illi autem sunt in pace, allelúja.

Secreta:

Múnera tibi Dómine, nostræ devotiónis offérimus: quæ et pro cunctórum tibi grata sint honóre justórum, et nobis salutária, te miseránte, reddántur. Per Dóminum.

Præfátio Communis

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes: Sanctus,….

Communio:

Beáti mundo corde: quóniam ipsi Deum vidébunt: beáti pacífici, quóniam fílii Dei vocabúntur. Beátí qui persecutíónem patiúntur propter justítiam, quóniam ipsórum est regnum cælórum.

Postcommunio

Da quǽsumus, Dómine, fidélibus pópulis ómnium Sanctórum semper veneratióne lætári: et eórum perpétua supplicatióne muníri. Per Dóminum.

XVIII domingo después de Pentecostés

TEXTOS DE LA SANTA MISA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Eccli.36.18.-

Dad, Señor, la paz a los que en Vos confían, para que se vea la veracidad de vuestros Profetas; oíd las oraciones de vuestro siervo y de vuestro pueblo Israel. Salmo. 121.1.- Me he alegrado en lo que me han dicho: iremos a la casa del Señor. Gloria al Padre…

Oración.

Os rogamos, Señor, que la acción de vuestra misericordia dirija nuestros corazones; porque sin vuestra gracia no podemos agradaros. Por N.S.J.

Epístola. Col. 1,4-8.

Hermanos: En mi Acción de Gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por Él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros, en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro.

Gradual. Sal. 121, 1 y 7.

Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor. Haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.

Aleluya, aleluya. Sal. 101,16. Los pueblos temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Aleluya.

Evangelio. Mat. 9, 1-8.

En aquel tiempo subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. y le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Jesús, al ver la fe que tenía, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados quedan perdonados. A esto algunos de los letrados se dijeron: Éste blasfema. Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestro corazón? ¿Qué es más fácil: decir «tus pecados quedan perdonados», o decir «levántate y anda»? Pues, para que veáis que el Hijo del Hombre tiene en la tierra potestad para perdonar pecados dijo dirigiéndose al paralítico-: Levántate, coge tu camilla, y vete a tu casa. Y él, levantándose, se fue a su casa. El pueblo, al ver esto, quedó sobrecogido y glorificaba a Dios, que da tal potestad a los hombres.

Ofertorio. Éxod. 24, 4 y 5. –

Consagró Moisés el altar al Señor, ofreciendo sobre él sacrificios e inmolando víctimas. Ofreció el sacrificio de la tarde para aplacar al Señor delante de todos los hijos de Israel.

Secreta.-

Oh Dios, que nos habéis hecho participantes de vuestra sola y única Divinidad por medio de este sacr1flclo; os rogamos nos concedáis que, así como conocemos la verdad de vuestros dogmas, así vivamos santamente. Por N.S.J.

Prefacio de la Santísima Trinidad

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

Comunión. Ps. 95, 8-9.

Tomad ofrendas y entrad en su templo; adorad al Señor en su santa morada.

Poscomunión.

Os damos gracias, Señor, después de alimentarnos con vuestros sagrados dones; y suplicamos a vuestra misericordia que nos perfeccionéis con su par­ticipación. Por N.S.J.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Introitus: Eccli. xxxvi: 18

Da pacem, Dómine, sustinéntibus te, ut prophétæ tui fidéles inveniántur: plebis tuæ Israël. [Ps. cxi: 1]. Lætátus sum in his, quæ dicta sunt mihi: in domum Dómini íbimus. Glória Patri. Da pacem.

Collect:

Dirigat corda nostra, quǽsumus, Dómine, tuæ miseratiónis operátio: quia sine te placére non póssumus. Per Dóminum.

1 ad Cor. i: 4-8

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.

 
Fratres: Grátias ago Deo meo semper pro vobis in grátia Dei, quæ data est vobis in Christo Jesu: quod in ómnibus dívites facti estis in illo, in omni verbo, et in omni sciéntia: sicut testimónium Christi confirmátum est in vobis: ita ut nihil vobis desit in ulla grátia, expectántibus revelatiónem Dómini nostri Iesu Christi, qui et confirmábit vos usque ad finem sine crímine, in die advéntus Dómini nostri Jesu Christi.

Graduale Ps. cxxi

Lætátus sum in his, quæ dicta sunt mihi: in domum Dómini íbimus. Fiat pax in virtúte tua: et abundántia in túrribus tuis.


Allelúja, allelúja. [Ps. ci: 16] Timébunt gentes nomen tuum, Dómine: et omnes reges terræ glóriam tuam. Allelúja.

Matt. ix: 1-8

+    Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthǽum. 

In illo témpore:. Ascéndens in navículam transfretávit, et venit in civitátem suam. Et ecce offerébant ei paralýticum jacéntem in lecto. Et videns Jesus fidem illórum, dixit paralýtico: «Confíde fili, remittúntur tibi peccáta tua.» Et ecce quidam de scribis dixérunt intra se: «Hic blasphemat.» Et cum vidísset Jesus cogitatiónes eorum, dixit: «Ut quid cogitátis mala in córdibus vestris? Quid est facílius dícere: ‘Dimittíntur tibi peccata,’ aut dícere ‘Surge, et ambula?'» Ut autem sciátis quia Fílius hóminis habet potestátem in terra dimitténdi peccáta, tunc ait paralýtico: «Surge, tolle lectum tuum, et vade in domum tuam.» Et surréxit, et abiit in domum suam. Vidéntes autem turbæ timuérunt, et glorificavérunt Deum, qui dedit potestátem talem homínibus.

Offertorium: Exodi. xxiv: 4 et 5.

Sanctificávit Móyses altáre Dómino, ófferens super illud holocáusta, et ímmolans víctimas: fecit sacrifícium vespertínum in odorem suavitátis Dómino Deo, in conspéctu filiórum Israël.

Secreta:

Deus, qui per nos hujus sacrifícii veneránda comércia, uníus summæ divinitátis partícipes éfficis: præsta quǽsumus; ut, sicut tuam cognócimus veritátem, sic eam dignis móribus assequámur. Per Dóminum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes: Sanctus…

Communio: Ps. vc:8-9

Tóllite hóstias, et introíte in átria ejus: adoráte Dóminum in aula sancta ejus.

Postcommunio: Grátias tibi ref’érimus, Dómine, sacro múnere vegetáti: tuam misericórdiam deprecántes; ut dignos nos ejus participatióne perfícias. Per Dominum.

Homilía de San Pedro Crisólogo

Sermón 50

Lo que hemos leído hoy el Evangelio nos muestra que Jesucristo, por sus actos humanos, obro misterios divinos, y que valiéndose de recursos visibles realizo operaciones invisibles. “Subió a la barca — dice el Evangelista, — atravesó el lago y fue a su ciudad”. ¿Por ventura no es el mismo quien, separando las aguas, dejo al descubierto el fondo del mar, para que el pueblo de Israel pasase a pie enjuto entre las olas asombradas, como por un desfiladero?. ¿No es el quien allanó debajo de los pies de Pedro las olas embravecidas, de suerte que el liquido elemento ofreciese un apoyo firme a sus plantas?

¿Qué razón tuvo, pues, para no usar en provecho propio de la obediencia del mar, y para servirse de una barca al tratarse de atravesar un lago tan reducido? “Subió a la barca — dice el Evangelio — y atravesó el lago”. Mas, ¿qué hay en esto de extraño, hermanos míos? Jesucristo vino a asumir nuestras debilidades y a comunicarnos su fuerza; a tomar lo que es humano y a cedernos lo que es divino: a recibir injurias y a conceder honores; a cargar sobre si nuestros males y a traernos la salud; porque el medico que no conoce por experiencia propia la enfermedad, no sabe curar, y el que no haya enfermado con el enfermo, no puede devolverle la salud.

Si, pues, Jesucristo no hubiera descendido de la altura de sus perfecciones, nada hubiera tenido de común con los hombres; y si no se hubiera sujetado a la condición de nuestra vida corporal, en vano se hubiera revestido de nuestra carne. “Subió a la barca— dice el Evangelio— y atravesó el lago”. El Creador y Señor del universo, cuando se hubo reducido por nosotros a las estrecheces de nuestra carne, empezó a tener una patria terrenal, hízose ciudadano judío, y aquel de quien todos los padres han recibido la existencia comenzó a tener padres propios. Hizo todo esto a fin de invitar por el amor, atraer por la caridad, ganar por el afecto y persuadir por la bondad, a los que habría retraído la autoridad, dispersado el temor y alejado el rigor del poder.

12 de octubre: Fiesta de la Virgen del Pilar

Santisima Virgen del Pilar

PATRONA DE LA HISPANIDAD Y DÍA DE LA RAZA

(Siglo I)

En la ciudad española de Zaragoza, la que antes de los tiempos de Cristo era la famosa y rica villa romana de César Augusto, de donde deriva su nombre actual, existe el monumento más sólido, antiguo, fidedigno y magnífico que tiene España como prueba de una piadosa tradición y de una antiquísima y profunda devoción por la Santísima Virgen María: el Santuario del Pilar. Esa gran basílica mañana con sus once cúpulas y sus cuatro campanarios es conocida y famosa, no sólo en España, sino en el mundo entero, puesto que, según la tradición, en tiempos inmemoriales se apareció ahí la Madre de Dios y, desde entonces, a través de los siglos, ha mostrado su protección especial con repetidas gracias, milagros y portentos, hasta ganarse la indefectible piedad de los españoles, que le tributan culto con devoción, constancia y magnificencia.

La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan como un tesoro en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, se disponían a emprender la predicación del Evangelio. Se dice que, por entonces, el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de Juan e hijo del Zebedeo, tuvo la inspiración de ir a predicar a España. Al tiempo de salir de Jerusalén, obtuvo la licencia y la bendición de la Santísima Virgen y se trasladó a aquella porción del mundo sumergida en la idolatría. Los documentos dicen textualmente que Santiago, «pasando por Asturias, llegó a la ciudad de Oviedo, en donde convirtió a varios a la fe. Continuó el viaje con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta llegar a Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios y, por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso.»

Junto al Ebro se encontraba Santiago cierta noche con sus discípulos, como afirman los códigos, cuando «oyó voces de ángeles que cantaban Ave, Maria, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol». La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, habló con el Apóstol para pedirle que se le construyese ahí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y que «permanecerá en este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquéllos que en sus necesidades imploren mi patrocinio». Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes de que estuviese terminada la iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Esa fue la primera iglesia del mundo dedicada en honor de la Virgen.

Patrona de la Hispanidad y de la Raza

Hasta aquí las palabras del referido código que conserva la catedral de Zaragoza y que dio origen a la acendrada devoción por la Virgen del Pilar, que se extendió por toda España y sobrepasó las fronteras. Sin embargo, la autenticidad de estos documentos ha sido puesta en duda por los investigadores de la historia, quienes han levantado grandes dificultades en contra de la tradición. La primera y la más grave es el silencio persistente en las crónicas antiguas y medievales sobre esta aparición de la Virgen, ya que el primer documento que nos habla de ella, pertenece a los finales del siglo XIII. Sin embargo, otros muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen el argumento de que hay una serie de monumentos o testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada y que representa en un bajo relieve, según parece, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago. Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la iglesia de la Virgen María de Zaragoza, «donde había servido en su tiempo (mediados del siglo III) el gran mártir San Vicente».

Por otra parte, la devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada y desde épocas tan remotas entre los españoles, que las autoridades eclesiásticas de Roma, no obstante sus reiteradas negativas a conceder el oficio del Pilar, tuvieron que ceder a las repetidas instancias de los soberanos y los súbditos de España para autorizar el oficio definitivo en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como «una antigua y piadosa creencia». El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre todos los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la ventura de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal. Es fama que el día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colón avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los monjes de San Jerónimo cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, por lo cual, el 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, es también el «Día de la Raza».

Butler, La vida de los Santos, Tomo IV, página 93 y ss

XVII domingo después de Pentecostés

El Santo Sacrificio de la Misa

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO  Salmo 143, 137. 124. 1

JUSTO SOIS, Señor, y rectos vuestros juicios: mostrad con vuestro siervo vuestra gran misericordia. V/. Dichosos los que viven sin pecado; los que observan la ley del Señor. V/.  Gloria al Padre.  

COLECTA

DA, SEÑOR, a tu pueblo, evitar las asechanzas del demonio, y seguirte a ti, único Dios, con puro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo…

EPISTOLA  Ef 4, 1-6.

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS.

Hermanos: Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Bendito sea por los siglos de los siglos. Amén.

GRADUAL Sal 32, 12. 6. 101, 2

DICHOSA LA NACIÓN cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él escogió por heredad. V/.La palabra del Señor hizo los cielos, el aliento de su boca, sus ejércitos.

ALELUYA. ALELUYA. V/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti. Aleluya.

EVANGELIO  Mt 22, 34-46

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.

En aquel tiempo los fariseos se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó, para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. «Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Y mientras; estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: ¿Qué pensáis del Mesías? ¿De quién es hijo? Ellos contestaron: De David. El replicó: Pues, ¿cómo David, inspirado, le da el título de Señor, cuando dice: «Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos un escabel para tus pies”? Pues entonces, si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? Ninguno pudo responderle una palabra. Y desde aquel día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

CREDO

OFERTORIO Dan 9, 17- 19

YO, DANIEL, rogué a mi Dios, diciendo: Escuchad, Señor, las oraciones de vuestro siervo; ilustrad con el resplandor de vuestro rostro el santuario; y atended propicio a vuestro pueblo, sobre el cual, Dios mío, ha sido invocado vuestro Nombre.

SECRETA

HUMILDEMENTE ROGAMOS, Señor, a vuestra Majestad, que estos santos  Misterios que celebramos nos libren de los pecados pasados y futuros. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PREFACIO DE SANTÍSIMA TRINIDAD

EN VERDAD es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN    Sal 75, 12-13

CUMPLID VUESTROS VOTOS y presentad los al Señor Dios vuestro, que todos en torno de Él traigan ofrendas al Dios terrible, que quita el aliento a los príncipes; al Dios terrible sobre todo rey terrenal.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

CON ESTOS MEDIOS de santificación, oh Dios omnipotente, queden curados nuestros vicios y nos procuren los celestiales remedios. Por Nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

INTROITO  Salmo 143, 137. 124. 1

JUSTUS ES, Dómine, et rectum judícium tuum: fac cum servo tuo secúndum misericórdiam tuam. V/. Beáti immaculáti in via: qui ámbulant in lege Dómini. V/. Glória Patri.

COLECTA

DA, QUǼSUMUS, Dómine, pópulo tuo diabólica vitáre contágia: et te solum Deum pura mente sectári. Per Dóminum…

EPISTOLA  Ef 4, 1-6.

LÉCTIO EPÍSTOLÆ BEÁTI PAULI APÓSTOLI AD EPHÉSIOS.

Fratres: Obsecro vos ego vinctus in Dómino, ut digne ambulétis vocatióne qua vocáti estis, cum omni humilitáte, et mansuetúdine, cum patiéntia subportántes ínvicem in caritáte, sollíciti serváre unitátem spíritus in vínculo pacis. Unum corpus, et unus spíritus, sicut vocáti estis in una spe vocatiónis vestræ. Unus Dóminus, una fides, unum baptisma. Unus Deus, et Pater ómnium, qui est super omnes, et per ómnia, et in ómnibus nobis. Qui est benedíctus in sǽcula sæculórum. Amen.

R/. Deo gratias.

GRADUAL Sal 32, 12. 6. 101, 2

BEÁTA GENS, cujus est Dóminus Deus eórum: pópulus, quem elégit Dóminus in hereditátem sibi. V/.Verbo Dómini cæli firmáti sunt: et spíritu oris ejus omnis virtus eórum.

ALLELÚIA, ALLELUIA. V/. Dómine exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad te véniat.  Allelúja.

EVANGELIO  Mt 22, 34-46

SEQUENTIA SANCTI EVANGELII SECUNDUM MATTHǼUM.

In illo témpore: Accessérunt ad Jesum pharisǽi: et interrogávit eum unus ex eis legis doctor, temptans eum: «Magíster quod est mandatum magnum in lege?» Ait illi Jesus: «Díliges Dóminum Deum tuum ex toto corde tuo, et in tota ánima tua, et in tota mente tua. Hoc est máximum et primum mandátum. Secúndum autem símile est huic: díliges próximum tuum sicut te ipsum. In his duóbus mandátis univérsa lex pendet, et prophétæ.» Congregátis autem pharisǽis, interrogávit eos Jesus, dicens: «Quid vobis vidétur de Christo? cujus fílius est?» Dicunt ei: «David.» Ait illis: «Quomodo ergo David in spíritu vocat eum Dóminum, dicens: ‘Dixit Dóminus Dómino meo, sede a dextris meis, donec ponam inimícos tuos scabéllum pedum tuórum’? Si ergo David vocat eum Dóminum, quómodo fílius ejus est?» Et nemo póterat respondére ei verbum: neque ausus fuit quisquam ex illa die eum ámplius interrogáre.

R/. Laus tibi, Christe.

CREDO

OFERTORIO Dan 9, 17- 19

ORÁVI DEUM meum ego Dániel, dicens: «Exáudi, Dómine, preces servi tui: illúmina fáciem tuam super sanctuárium tuum: et propítius inténde pópulum istum, super quem invocátum est nomen tuum, Deus.»

SECRETA

MAJESTÁTEM TUAM, Dómine, supplíciter deprecámur: ut hæc sancta, quæ gérimus, et a prætéritis nos delíctis éxuant, et futúris.  Per Dóminum.

PREFACIO DE SANTÍSIMA TRINIDAD

VERE DIGNUM et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

ANTÍFONA DE COMUNIÓN    Sal 75, 12-13

VOVÉTE, ET RÉDDITE Dómino Deo vestro omnes, qui in circúitu ejus affértis múnera: terríbili, et ei qui aufert spíritum príncipum: terríbili apud omnes reges terræ.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

SANCTIFICATIÓNIBUS TUIS, omnípotens Deus, et vítia nostra curéntur, et remédia nobis ætérna provéniant. Per Dóminum

Santa Misa

Homilía de san Juan Crisóstomo

Homilia nº  72 sobre san Mateo

Confundidos los saduceos, volvieron los fariseos a la carga, y aunque les habría convenido mas mantenerse quietos, prefirieron continuar la lucha; y enviaron por delante a un especialista en la interpretación de la Ley, a que preguntara a Jesús, no para instruirse, sino para tentarle, cual era el primer mandamiento de la Ley. Porque siendo el primer mandamiento: “Amarás al Señor  tu Dios”, pensaban ellos que Jesús, que se hacia Dios, alegaría razones para reformar este mandamiento, añadiéndole algo. ¿Qué hizo, pues, el Señor? Queriendo poner de manifiesto que el móvil que les había llevado a tentarle era su falta absoluta de caridad, hija de la envidia que les consumía, díjoles: “Amaras al Señor, Dios tuyo; este es el máximo y primer mandamiento. El segundo es semejante a este: Amaras a tu prójimo como a ti mismo”.

¿Por qué le es semejante? Porque el segundo conduce al primero, y de este recibe su fuerza. “Pues quien obra mal, odia la luz, y no se acerca a ella”. Y además; “Dijo el insensato en su corazón: No hay Dios”. Y mas aun: “Se corrompieron, y se hicieron en sus abominables en sus afanes”. Y también: “La avaricia es la reina de todos los males, de la cual, arrastrados algunos, se desviaron de la fe”. Y por ultimo: “Quien me ama guardara mis preceptos”, de los cuales es raíz y principio este: “Amaras al Señor, Dios tuyo, y a tu prójimo como a ti mismo”.

Si, pues, amar a Dios es también amar al prójimo (porque el Salvador dijo: “Si me amas, Pedro, apacienta mis ovejas”), y si el amor del prójimo hace que observemos los mandamientos, con razón anima el Señor que este doble amor contiene toda la Ley y los Profetas. Y así como hemos visto antes que, interrogado Jesucristo a propósito de la resurrección, dio una respuesta mas completa de lo que pedían los tentadores, así también, interrogado en la ocasión presente sobre si primer mandamiento, se refirió por su cuenta al segundo, que no dista mucho del primero, pues es semejante al mismo. Respondiendo así, dio a entender disimuladamente que los fariseos obraban al hacer estas preguntas instigados por el odio. “Pues la caridad, se ha dicho, no es envidiosa”.

6 de octubre: San Bruno

San Bruno

FUNDADOR DE LA ORDEN DE LOS CARTUJOS (1101 p.c.)

El sabio  y devoto cardenal Bona, hablando de los monjes cartujos, cuya orden fue fundada por San Bruno, los llama «el gran milagro del mundo: viven en el mundo como si estuviesen fuera de él; son ángeles en la tierra, como Juan Bautista en el desierto, y constituyen el mayor ornamento de la Iglesia; se elevan al cielo como águilas, y su instituto religioso está por encima de todos los otros.» El fundador de esa orden extraordinaria había nacido en el seno de una familia distinguida, hacia el año 1030, en Colonia. Partió de su ciudad natal cuando era todavía joven, para proseguir sus estudios en la escuela catedralicia de Reims. Cuando volvió a Colonia, recibió la ordenación sacerdotal y se le confirió una canonjía en la colegiata de San Cuniberto (aunque es posible que haya gozado de la canonjía desde antes de partir a Reims). El año 1056, fue invitado a enseñar gramática y teología en su antigua escuela.

El hecho de que haya sido escogido para puestos tan importantes cuando no tenía sino veintisiete años, demuestra que era un hombre extraordinario, pero no revela los caminos que Dios le tenía reservados para convertirse en lumbrera de la Iglesia. Bruno se ocupó de enseñar «a los clérigos más avanzados y versados en las ciencias, no a los principiantes». Su principal empeño consistía en llevar a sus discípulos a Dios y en enseñarles a respetar y amar la ley divina. Muchos de ellos llegaron a ser eminentes filósofos y teólogos, honraron a su maestro con sus talentos y habilidades y extendieron su fama hasta los más apartados rincones. Uno de ellos, Eudes de Chatillón, ciñó la tiara pontificia con el nombre de Urbano II y fue beatificado.

San Bruno fue profesor en la escuela de Reims donde mantuvo, durante dieciocho años, un alto nivel en los estudios. Después, fue nombrado canciller de la diócesis por el arzobispo Manases, quien era un personaje absolutamente indigno de su alto cargo. Bruno tuvo pronto ocasión de conocer la mala vida de su protector. El legado papal, Hugo de Saint Dié, citó a juicio a Manases ante el concilio de Autun, en 1076; pero el arzobispo se negó a presentarse y fue suspendido en el ejercicio de sus funciones. San Bruno, el preboste de la diócesis (llamado también Manases) y un canónigo de Reims, llamado Poncio, acusaron al arzobispo ante el concilio. La actitud de San Bruno fue tan prudente y reservada, que impresionó al legado, el cual, escribiendo al Papa, alabó la virtud y prudencia de nuestro santo. El arzobispo de Reims, furioso contra los tres canónigos que le habían acusado, mandó saquear y destruir sus casas y vendió sus beneficios eclesiásticos. Los tres canónigos se refugiaron en el castillo de Ebles de Roucy; ahí permanecieron hasta que el arzobispo simoníaco, engañando a San Gregorio VII (cosa que no era fácil), consiguió ser restituido al gobierno de su diócesis. San Bruno se trasladó entonces a Colonia. Por aquel tiempo, había decidido ya abandonar todo cargo eclesiástico, — según lo había comunicado en una carta a Raúl, preboste de Reims. Durante una conversación que habían tenido San Bruno, Raúl y otro canónigo en el jardín del castillo de Ebles de Roucy, discutieron acerca de la vanidad y falsedad de las ambiciones mundanas y de los goces de la vida eterna. Los tres habían quedado muy impresionados por aquella conversación y habían prometido abandonar el mundo. Sin embargo, difirieron la ejecución de sus planes hasta que el canónigo volviese a Roma, a donde tenía que viajar. Pero ésteno regresó, Raúl flaqueó en su resolución y volvió a establecerse en Reims.

Bruno fue el único que perseveró en su propósito de abrazar la vida religiosa, a pesar de que todo le sonreía, ya que poseía abundantes riquezas y gozaba de gran favor entre los personajes de importancia. Si se hubiese quedado en el mundo, habría sido pronto elegido arzobispo de Reims. En vez de ello, renunció a su beneficio eclesiástico y a todas sus riquezas y convenció a algunos amigos para que se retirasen con él a la soledad. Al principio se pusieron bajo la dirección de San Roberto, abad de Molesmes (quien colaboró más tarde en la fundación del Císter), y se establecieron en Séche-Fontaine, cerca de Molesmes. Durante su estancia ahí, Bruno, deseoso de mayor virtud y perfección, se puso a reflexionar y a consultar con sus compañeros acerca de lo que debían hacer para ello. Después de hacer mucha penitencia y oración para conocer la voluntad de Dios, Bruno comprendió que el sitio no se prestaba para sus propósitos y acudió a San Hugo, obispo de Grenoble, que era un hombre de Dios y podía ayudarle a conocer su voluntad. Por otra parte, Bruno estaba al tanto de que en los alrededores de Grenoble había muchos bosques solitarios en los que podría encontrar la paz que deseaba. Seis de sus primeros compañeros partieron a Grenoble con él; entre ellos se contaba Landuino, quien había de sucederle en el gobierno de la Gran Cartuja.

Llegaron a Grenoble a mediados de 1084. Inmediatamente se entrevistaron con San Hugo para pedirle que les designase un sitio en el que pudiesen entregarse al servicio de Dios, lejos del mundo y sosteniéndose del trabajo de sus manos. Hugo los recibió con los brazos abiertos, ya que, según se cuenta, había visto antes en sueños a los siete forasteros, en tanto que el mismo Dios construía una iglesia en el bosque de Chartreuse, y siete estrellas brillaban en el cielo como para indicarle el camino. El obispo de Grenoble abrazó fraternalmente a los peregrinos y les designó el desierto de Chartreuse para que viviesen y les prometió toda la ayuda que necesitasen para establecerse. Pero, a fin de mantenerlos alerta en las dificultades y para que supiesen perfectamente a qué atenerse, les previno que el sitio era de difícil acceso a causa de las abruptas montañas y de la nieve que lo cubrían la mayor parte del año. San Bruno aceptó el ofrecimiento con gran gozo, y San Hugo les concedió todos los derechos que poseía sobre ese bosque y los puso en relación con el abad de Chaise-Dieu, en la Auvernia. Bruno y sus compañeros empezaron por construir un oratorio y una serie de celdas a cierta distancia unas de otras, exactamente como en las antiguas «lauras» de Palestina. Tal fue el origen de la orden de los cartujos, que tomó su nombre del desierto de Chartreuse. San Hugo prohibió a las mujeres el acceso al paraje en que se habían establecido Bruno y sus compañeros, así como la caza, la pesca y la cría de ganado en la región. Al principio, los monjes vivían por pares en las celdas, pero poco después cada uno tuvo la suya propia, y sólo se reunían en la iglesia para el canto de los maitines y las vísperas; el resto del oficio lo rezaban en privado. Únicamente en las grandes fiestas comían dos veces al día; en esas  ocasiones, se reunían en el refectorio, pero de ordinario cada uno comía en su celda, como los ermitaños. En todo reinaba la mayor pobreza; por ejemplo, el único objeto de plata que había en la iglesia era el cáliz. El tiempo se repartía entre el trabajo y la oración. Una de las principales ocupaciones de los monjes consistía en copiar libros, con lo que se ganaban el sustento. La única dependencia verdaderamente rica del monasterio era la biblioteca. La tierra era poco fértil y el clima muy inclemente, de suerte que se prestaba poco para la siembra; en cambio, la cría de ganado prosperaba. El beato Pedro el Venerable, abad de Cluny, escribía unos veinticinco años después de la muerte de San Bruno: «Su vestido era más pobre que el del resto de los monjes y tan corto y delgado que se estremecía uno al verlo. Llevaban camisas de pelo sobre el cuerpo y ayunaban casi constantemente. Sólo comían pan negro; jamás probaban la carne, ni siquiera cuando estaban enfermos; nunca pescaban pero comían pescado cuando alguien se lo daba de limosna . . . Pasaban el tiempo en la oración, la lectura y el trabajo; su principal labor consistía en copiar libros. Sólo celebraban la misa los domingos y días de fiesta». Tal era la vida que llevaban, por más que no tenían reglas escritas, pero se inspiraban en la regla de San Benito en los puntos en que ésta era compatible con la vida eremítica. San Bruno acostumbró a sus discípulos a observar fielmente el modo de vida que les había prescrito. En 1127, el quinto prior de la Cartuja, llamado Guigues, puso por escrito los usos y costumbres. Guigues hizo muchas modificaciones, y sus «Consuetudines» son hoy todavía el libro esencial. Los cartujos constituyen la única de las órdenes antiguas que nunca ha sido reformada y que no ha tenido necesidad de reforma, gracias a su absoluto aislamiento del mundo y al celo que han puesto siempre los superiores y visitadores en no abrir la puerta a las mitigaciones y dispensas. La Iglesia considera la vida de los cartujos como el modelo perfecto del estado de contemplación y penitencia. Sin embargo, cuando San Bruno se estableció en Chartreuse, no tenía la menor intención de fundar una orden religiosa. Si sus monjes se extendieron, seis años más tarde, por el Delfinado, ello se debió, después de la voluntad de Dios, a una invitación que se les formuló, y lo menos que puede decirse es que San Bruno no tenía el menor deseo de aceptar esa invitación inesperada.

San Hugo concibió una admiración tan grande por San Bruno, que le tomó por director espiritual. A pesar de las dificultades del viaje desde Grenoble a la Cartuja, acostumbraba ir allá de cuando en cuando para conversar con San Bruno y aprovechar en la vida espiritual con su consejo y ejemplo. Pero la fama del fundador se extendió más allá de Grenoble y llegó a oídos de su antiguo discípulo, Eudes de Chátillon, quien al ceñir la tiara pontificia había tomado el nombre de Urbano II. Cuando oyó hablar de la santa vida que llevaba su maestro y, convencido de que era un hombre de ciencia y prudencia excepcionales, el Pontífice le mandó llamar a Roma para que le ayudase con sus consejos en el gobierno de la Iglesia. Difícilmente podía haberse presentado al santo una ocasión más amarga de mostrar su obediencia y hacer un sacrificio muy costoso. A pesar de ello, partió de la Cartuja a principios del año 1090, después de nombrar a Landuino prior del monasterio. La partida de Bruno produjo una pena enorme a sus discípulos, y varios de ellos abandonaron el monasterio. Los demás le siguieron a Roma; pero Bruno los convenció de que volviesen a la Cartuja, de la que se habían encargado durante su ausencia los – monjes de Chaise-Dieu.

San Bruno obtuvo permiso para establecerse en las ruinas de las termas de Diocleciano, de donde el Papa podía llamarle fácilmente cuando lo necesitaba. Es imposible determinar con certeza la importancia del papel de San Bruno en el gobierno de la Iglesia. Algunas de las disposiciones que se le atribuían antiguamente, fueron en realidad obra de su homónimo, San Bruno de Segni; pero está fuera de duda que nuestro santo colaboró en la preparación de varios sínodos organizados por Urbano II para reformar al clero. Por otra parte, el espíritu contemplativo del fundador de la Cartuja le llevaba naturalmente a trabajar sin ruido. El Papa intentó hacerle arzobispo de Reggio, pero el santo supo defenderse con tanta habilidad y supo dar al Pontífice tales argumentos para que le dejase retornar a la soledad, que Urbano II acabó por concederle permiso de retirarse a la Calabria; sin embargo, no le dejó volver a la Cartuja para tenerle siempre a mano. El conde Rogelio, hermano de Roberto Guiscardo, regaló al santo el hermoso y fértil valle de La Torre, en la diócesis de Squillace. Ahí se estableció San Bruno con algunos discípulos que se había ganado en Roma. Imposible describir el fervor y el gozo que el fundador de la Cartuja experimentó al volver a la soledad. Escribió por entonces una carta muy cariñosa a su amigo Raúl de Reims para invitarle a reunirse con él, recordando amigablemente la promesa que le había hecho y describiéndole en términos amables y entusiastas los gozos y deleites que él y sus compañeros hallaban en ese género de vida. La carta demuestra ampliamente que San Bruno no era un hombre melancólico y severo. La alegría, que corre siempre pareja con la verdadera virtud, es particularmente necesaria a las almas que viven en la soledad, ya que nada hay para ella tan pernicioso como la tristeza y la tendencia exagerada a la introspección.

San Bruno

En 1099, Landuino, el prior de la Cartuja, fue a Calabria a consultar con San Bruno ciertos puntos del instituto que había fundado, pues los monjes no querían apartarse un ápice del espíritu del fundador. Bruno les escribió entonces una carta llena de ternura y de espiritualidad, donde les daba instrucciones acerca de la vida eremítica, resolvía todas sus dificultades, les consolaba de lo que habían tenido que sufrir y les alentaba a la perseverancia. En sus dos ermitas de Calabria, llamadas Santa María y San Esteban, Bruno supo inspirar el espíritu de la Cartuja. En la cuestión material, recibió generosa ayuda del conde Rogelio, con quien llegó a unirle una estrecha amistad. El santo solía visitar al conde y su familia en Mileto, con ocasión de algún bautismo u otra celebración familiar; por su parte Rogelio acostumbraba ir a pasar algunas temporadas en La Torre. Bruno y el conde murieron con tres meses de diferencia.

En cierta ocasión en que Rogelio había puesto sitio a Capua, se salvó de la traición de uno de sus oficiales gracias a que San Bruno le previno en sueños. Cuando el conde comprobó la traición, condenó a muerte al oficial, pero San Bruno obtuvo el perdón para él. A fines de septiembre de 1101, San Bruno contrajo su última enfermedad. Al sentir que se aproximaba la muerte, mandó llamar a todos los monjes e hizo una confesión pública y una profesión de fe. Sus discípulos se encargaron de transmitir a la posteridad dicha profesión. El santo expiró el domingo 6 de octubre de 1101. Los monjes de La Torre enviaron un relato de su muerte a las principales iglesias y monasterios de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra e Irlanda, pues era entonces costumbre pedir oraciones por las almas de los que habían fallecido. Ese documento, junto con los «elogia» escritos por los ciento setenta y ocho que recibieron el relato de su muerte, es uno de los más completos y valiosos que existen. San Bruno no ha sido nunca canonizado formalmente, pues los cartujos rehuyen todas las manifestaciones públicas. Sin embargo, en 1514 obtuvieron del Papa León X el permiso de celebrar la fiesta de su fundador, y Clemente X la extendió a toda la Iglesia de occidente en 1674. El santo es particularmente popular en Calabria, y el culto que se le tributa refleja en cierto modo el doble aspecto activo y contemplativo de su vida.

Butler, Vida de los Santos, Tomo IV, página 45 y ss.

Exorcismo de León XIII

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EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES

Publicado por orden de Su Santidad León XIII

En el Nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo

Salmo 67.

Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34.

Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.

Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Súplica a San Miguel Arcángel.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.

Protege, pues, O Jefe siempre invicto, al pueblo de Dios contra las abominaciones espirituales que caen sobre nosotros, y vence.

La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).

Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.

Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.

R. Como lo esperamos de Ti.

Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)

R. Y con tu espíritu.

Oremos.

Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

Exorcismo

Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu +cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”(II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre +te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos”(Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe  cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios +vivo, por Dios +verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañara las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)

R. (Y con tu espíritu).

Oremos.

Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.

R. Líbranos, Señor.

Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.

R. Te rogamos, óyenos.

Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.

R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3.3).

Padrenuestro…

29 de septiembre: San Miguel Arcángel

FIESTA DE Iª.

CONMEMORACIÓN DEL XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

INTROITO Sal 102, 20. 101, 1.

Bendecid al Señor todo vosotros sus ángeles, poderosos guerreros que ejecutáis sus órdenes y dóciles a la voz de su palabra. V/.  Bendice, alma mía: al Señor; y todo mi ser bendiga su santo nombre. V/. Gloria.

COLECTA

OH DIOS, que, con admirable orden distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres; concede propicio que nos protejan en la tierra los que sin cesar te asisten en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Conmemoración del XVI domingo después de Pentecostés:

Te suplicamos, Señor, que nos prevenga siempre y acompañe tu gracia, y nos haga solícitos y constantes en la práctica de las buenas obras. Por nuestro Señor.

EPISTOLA  Ap 1, 1-5

LECTURA DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS DEL APOSTOL JUAN.

En aquellos días: Dios confió manifestar a sus siervos lo que ha de ocurrir en breve, enviando su ángel a su siervo Juan, el cual testifica, como palabra de Dios y testimonio de Jesucristo, todo lo que ha visto. Dichoso el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, porque cerca está el tiempo: Juan a las siete Iglesias de Asia: gracia a vosotros y paz de parte del que es, que era y .que viene, de los siete espíritus .que están delante de su trono, y de Jesucristo, el testigo fiel, y primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra, que nos ha amado y nos ha lavado nuestros pecados con su sangre.

GRADUAL Sal 102, 20. 1

Bendecid al Señor, todos vosotros sus ángeles, poderosos guerreros que ejecutáis sus órdenes. V/. Bendice alma mía al Señor y todo mi ser bendiga su santo nombre.

Aleluya. Aleluya. V/. Defiéndenos en la lucha, arcángel san Miguel, para que no perezcamos en el tremendo juicio Aleluya.

EVANGELIO Mt 18, 1-10

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el reino de los cielos? y llamando a un niño lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así, pues, el que se hace pequeño como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y el que recibe a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Pero quien escandaliza a uno de estos niños que creen en mí, más le valiera que le colgaran alrededor del cuello una muela de molino y lo arrojaran a lo profundo del mar. ¡Ay del mundo a causa de sus escándalos! Fuerza es que ocurran escándalos; mas, ¡ay del hombre por quien viene el escándalo! Sí, pues, tu mano o pie te escandaliza, córtatelo y échalo lejos de ti; más te vale entrar en la vida manco o cojo, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo te escandaliza, arráncatelo y échalo lejos de ti: más te vale entrar con un solo ojo en la vida, que ser arrojado con tus dos ojos en la gehena del fuego. Cuidado con menospreciar a uno de estos niños, porque os digo que sus ángeles en los cielos, ven sin cesar el rostro de mi Padre que está en los cielos.

OFERTORIO  Ap 8, 3-4

PÚSOSE UN ÁNGEL cerca del altar del templo con un incensario de oro en la mano; y le dieron muchos perfumes y el humo de los aromas subió al acatamiento de Dios, aleluya.

SECRETA

TE OFRECEMOS, Señor, este sacrificio de alabanza, suplicándote humildemente lo admitas propicio por la intercesión de los ángeles, y nos concedas que favorezca nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.

Conmemoración del Domingo XVI después de Pentecostés:

Te rogamos, Señor, nos purifiques en virtud del presente sacrificio; y hagas, por tu misericordia, que merezcamos participar de él. Por nuestro Señor Jesucristo.

PREFACIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distin­ción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Dan 3, 58

ÁNGELES DEL SEÑOR, bendecid todos al Señor; alabadle, ensalzadle por todos los siglos.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

Apoyados, Señor, en la intercesión de tu bienaventurado arcángel san Miguel, humildemente te suplicamos que lo que ha gustado nuestra boca penetre también en nuestra alma. Por nuestro Señor Jesucristo.

Conmemoración del Domingo XVI después de Pentecostés:

Te rogamos, Señor, purifiques benigno nuestras almas y las renueves con los sacramentos celestiales, a fin de recibir para nuestros cuerpos asistencia al presente y en el futuro. Por N. S.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

INTROITO Sal 102, 20. 101, 1.

BENEDÍCITE DÓMINUM, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus, ad audiéndam vocem sermónem ejus. V/.Bénedic, ánima mea, Dómino: et ómnia, quæ intra me sunt, nómini sancto ejus. V/.Glória Patri.

COLECTA

DEUS qui miro órdine, Angelórum ministéria hominúmque dispénsas: concéde propítius; ut, a quibus tibi ministrántibus in cælo semper assistitur, ab his in terra vita nostra muniatur. Per eúmdem Dóminum.

Commemoratio Dominica XVI Post Pentecosten V. Septembris

Tua nos, quǽsumus, Dómine, grátia semper et prævéniat et sequátur: ac bonis opéribus iúgiter præstet esse inténtos.
Per Dominum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.

EPISTOLA  Ap 1, 1-5

LÉCTIO LIBRI APOCALÝPSIS BEÁTI JOÁNNIS APÓSTOLI.

In diébus iliis: Significávit Deus quæ opórtet fíeri cito, mittens per Angelum suum servo suo Joánni, qui testimónium perhíbuit verbo Dei, et testimónium Jesu Christi, quæcúmque vidit. Beátus qui legit, et audit verba prophetíæ hujus: et servat ea, quæ in ea scripta sunt: tempus enim prope est. Joánnes septem ecclésiis, quæ sunt in Asia. Grátia vobis, et pax ab eo, qui est, et qui erat, et qui ventúrus est: et a septem spirítibus, qui in conspéctu throni ejus sunt: et a Jesu Christo, qui est testis fidélis, primogénitus mortuórum, et princeps regum terræ, qui diléxit nos, et lavit nos a peccátis nostris in sanguine suo.

GRADUAL Sal 102, 20. 1

Benedícite Dóminum, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus. V/. Bénedic, ánima mea, Dóminum, et ómnia interióra mea nomen sanctum ejus.

Alleluia, alleluia. V/.- Sancte Míchæl Archángele, defénde nos in prælio: ut non pereámus in treméndo judício. Alleluia.

EVANGELIO Mt 18, 1-10

SEQUÉNTIA SANCTI EVANGÉLII SECÚNDUM MATTHÆUM.

In illo témpore: Accessérunt discípuli ad Jesum, dicéntes: «Quis, putas, major est in regno cælórum?» Et ádvocans Jesus párvulum, státuit eum in médio eórum, et dixit: «Amen, dico vobis, nisi convérsi fuéritis, et efficiámini sicut párvuli, non intrábitis in regnum cælórum. Quicúmque ergo humiliáverit se sicut párvulus iste, hic est major in regno cælórum. Et qui suscéperit unum párvulum talem in nómine meo, me súscipit. Qui autem scandalizáverit unum de pusíllis istis, qui in me credunt, expedit ei, ut suspendátur mola asinária in collo ejus, et demergátur in profúndum maris. Væ mundo a scándalis. Necésse est enim ut véniant scándala: verúmtamen væ hómini illi, per quem scándalum venit. Si autem manus tua, vel pes tuus scandalízat te, abscíde eum, et prójice abs te: bonum tibi est ad vitam ingredi débilem, vel claudum, quam duas manus, vel duos pedes habéntem mitti in ignem ætérnum. Et si óculus tuus scandalízat te, érue eum, et prójice abs te: bonum tibi est cum uno óculo in vitam intráre, quam duos óculos habéntem mitti in gehénnam ignis. Vidéte ne contemnátis unum ex his pusíllis: dico enim vobis, quia Angeli eórum in cælis semper vident fáciem Patris mei, qui in cælis est.»

OFERTORIO  Ap 8, 3-4

STETIT ANGELUS juxta aram templi, habens thuríbulum áureum in manu sua, et data sunt ei incénsa multa: et ascéndit fumus arómatum in conspéctu Dei, allelúja.

SECRETA

HÓSTIAS TIBI, Dómine, laudis offérimus, supplíciter deprecántes: ut eásdem, angélico pro nobis interveniénte suffrágio, et placátus accípias, et ad salútem nostram provenire concédas. Per Dóminum.

Commemoratio Dominica XVI Post Pentecosten V. Septembris

Munda nos, quǽsumus, Dómine, sacrifícii præséntis efféctu: et pérfice miserátus in nobis; ut eius mereámur esse partícipes.
Per Dominum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.

PREFACIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine sancte, Pater omnípotens, ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo et Spíritu Sancto unus es Deus, unus es Dóminus: non in unius singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua glória, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto sine differéntia discretiónis sentímus. Ut in confessióne veræ sempiternǽque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in maiestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre cotídie, una voce dicéntes:

Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus, Deus Sábaoth. Pleni sunt coeli et terra glória tua. Hosánna in excélsis. Benedíctus, qui venit in nómine Dómini. Hosánna in excélsis.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Dan 3, 58

BENEDÍCITE, omnes Angeli Dómini, Dóminum: hymnum dícite, et superexaltáte eum in sǽcula.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

BEÁTI ARCHÁNGELI tui Michǽlis intercessióne suffúlti: súpplices te, Dómine, deprecámur; ut, quod ore proséquimur, contingámus et mente. Per Dóminum.

Commemoratio Dominica XVI Post Pentecosten V. Septembris:

Purífica, quǽsumus, Dómine, mentes nostras benígnus, et rénova cœléstibus sacraméntis: ut consequénter et córporum præsens páriter et futúrum capiámus auxílium.
Per Dominum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.

Icono de San Miguel Arcángel

Sermón de San Gregorio, Papa.

Sermón 34 sobre el Evangelio.

Decimos que existen nueve ordenes de Angeles, porque la Sagrada Escritura menciona a los Angeles, Arcángeles, Virtudes, Potestades Principados, Dominaciones, Tronos, Querubines y Serafines. La existencia de los Angeles y de los Arcángeles la atestiguan casi todas las paginas de los libros sagrados. De los Querubines y Serafines hablan muchas veces, como sabemos, los libros de los Profetas. Además, el Apóstol san Pablo enumera cuatro ordenes cuando dice en su epístola a los efesios: “Sobre todo Principado, y Potestad, y Virtud, y Dominación”. Dice también escribiendo a los colosenses: “Ya sean Tronos, ya Potestades, ya Principados o Dominaciones”. Agregando, pues, los Tronos a las cuatro ordenes de que ha hablado a los efesios, tenemos cinco ordenes; y si les añadimos los Angeles, Arcangeles, Querubines y Serafines, vemos que existen realmente nueve ordenes de Angeles.

Con todo, conviene que sepamos que nombre de Angel es nombre de oficio y no de naturaleza. Ya que si aquellos espíritus de la patria celestial siempre son espíritus, no siempre pueden llamarse Angeles, puesto que lo son únicamente cuando anuncian alguna cosa. Por lo cual dice el Salmista hablando de Dios: “Que hace Angeles a sus espíritus”, como si dijera explícitamente: A aquellos a quienes tiene siempre como espíritus, los hace Angeles cuando le place. Ahora bien: los que anuncian las cosas menos importantes se llaman simplemente Angeles; pero los que anuncian los mas grandes misterios se llaman Arcangeles. De ahí es que a la Virgen María se le envío, no un Angel cualquiera, sino el Arcangel Gabriel, ya que tratándose del mas importante de los mensajes, convenía que desempeñara este ministerio uno de los mas grandes Angeles. Además, estos Arcangeles llevan nombres particulares que expresan los efectos de su operación. Así Miguel significa: ¿Quién como Dios?; Gabriel, fuerza de Dios; y Rafael, medicina de Dios.

Siempre que se trata de una cosa de las que requieren un poder extraordinario, la Escritura cita como enviado a Miguel, a fin de que tanto su nombre como el acto en si mismo manifiesten que nadie puede hacer lo que Dios hace con su poder incomparable. Así, hablando de aquel antiguo enemigo, que en su orgullosa ambición de igualar a Dios decía: “Yo subiré a los cielos, levantare mi trono sobre los astros del firmamento y seré semejante al Altísimo», y refiriéndose a la plenitud de su poder que le será dejada al llegar al fin del mundo antes de arrojarle definitivamente al suplicio eterno, se dice que luchara con el Arcángel Miguel. Así lo escribe san Juan: “Tuvo lugar un combate con el Arcángel Miguel”. También vemos que a María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa: Fuerza de Dios. Venia efectivamente a anunciar a aquel que para vencer a las potestades aéreas se digno hacerse humilde. Por ultimo, como se ha dicho mas arriba, Rafael significa: Medicina de Dios. Y ciertamente cuando para desempeñar su misión curativa toco los ojos de Tobías, le libró de las tinieblas de su ceguera.

XV domingo después de Pentecostes

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 85.1-4.-

Inclina Señor, tu oído a mis súplicas, y escúchame; salva, Dios mío, a tu siervo, que espera en ti; ten piedad de mi, .Señor, porque a ti clamo todo el día. Salmo.- Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, Señor, tengo ele­vada mi alma. V/. Gloria al Padre.

Colecta.- 

Purifica, Señor, y fortalece a tu iglesia con una continua misericordia; y ya que sin ti no puede mantenerse salva, haz que sea siempre gobernada por tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. Gál. 5.25-26; 6.1-10.- 

Hermanos: Si vivimos del Espíritu, sigamos también al Espíritu. No seamos ávidos de vanagloria, hostigándonos y envidiándonos mutuamente. Hermanos, si alguno incurriere en algún delito, vosotros, que sois espirituales, amonestadle con espíritu de mansedumbre. Y cuídate tú, que también tú puedes ser tentado. Sobrellevaos mutuamente, y así cumpliréis la ley de Cristo. Porque si alguno cree ser algo, no siendo nada, él mismo se engaña. Mas pruebe cada cual su obra, y así tendrá gloria sólo en sí mismo, y no en otro; porque cada cual llevará su propia carga. Y el que es enseñado en la palabra asista con todos sus bienes al que le enseña. No os engañéis: a Dios no se le puede burlar. Lo que siembre el hombre, eso cosechará. Y así, el que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción; mas el que siembra en el espíritu, del espíritu cosechará la vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo recoge­remos el fruto, si no desfallecemos. y así, mientras tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a nuestros hermanos en la fe.

Gradual. Salm. 91 2-3.-Bueno es alabar al Señor y cantar a tu nombre, ¡oh Altísimo! V/ Anunciar desde la mañana tu misericordia, y tu fidelidad hasta por la noche.

Aleluya. Salm. 94.3.-  Aleluya, aleluya. V/. Porque el Señor es Dios grande, y Rey grande sobre toda la tierra. Aleluya.

Evangelio. Luc. .7.11-16.- 

En aquel tiempo iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

Ofertorio. Salm. 39.2-4.- 

Con paciencia aguardé al Señor, y volvió a mi su mirada y oyó mi ruego; y puso en mi boca un cántico nuevo, un himno en loor de nuestro Dios.

Secreta.-

¡Señor! que tus sacramen­tos nos guarden, y defiendan siempre contra las asechanzas del demonio. Por nuestro Señor.

Prefacio de- la Santísima Trinidad.- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu  Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz: Santo…

Comunión. Juan 6.52 .-

El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo.

Poscomunión.- 

Que la virtud de este don celestial, Señor, penetre nuestras almas y cuerpos, para que no sea nuestro modo de ver, sino su efecto el que prevalezca siempre en nosotros. Por nuestro Señor.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dominica Decima Quinta Post Penteconsten

II Classis

Introitus: Ps. lxxxv: 1 et 2-3

Inclína, Dómine, aurem tuam ad me, et exáudi me: salvum fac servum tuum, Deus meus, sperántem in te: miserére mihi, Dómine, quóniam ad te clamávi tota die .[Ps. ibid., 4]. Lætífica ánimam servi tui: quia ad te Dómine, ánimam meam levávi. Glória Patri…. Inclina….

Collect:

Ecclésiam tuam, Dómine, miserátio continuáta mundet et múniat: et quia sine te non potest salva consístere: tup semper únere bernétur. Per Dóminum.

Gal. v: 25-26; vi: 1-10

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Galatas.


Fratres: Si spíritu vívimus, spíritu et ambulémus. Non efficiámur inánis glóriæ cupidi, ínvicem provocántes, ínvicem invidéntes. Fratres, et si præoccupátus fúerit homo in áliquo delícto, vos, qui spiritáles estis hujúsmodi instrúite in spíritu lenitátis, consíderans te ipsum, ne et tu tentéris. Alter altérius ónera portáte et sic adimplébitis legem Christi. Nam si quis exístimat se áliquid esse, cum nihil sit, ipse se sedúcit. Opus autem suum probet unusquísque, et sic in semetípso tantum glóriam habébit, et non in áltero. Unusquísque enim onus suum portábit. Commúnicet autem is, qui catechizátur verbo, ei, qui se catechízat in ómnibus bonis. Nolíte erráre: Deus non inridétur. Quæ enim semináverit homo, hæc et metet. Quóniam qui séminat in carne sua, de carne et metet corruptiónem: qui autem séminat in spíritu, de spíritu metet vitam æternam. Bonum autem faciéntes, non deficiámus: témpore enim suo metémus, non deficientes. Ergo dum tempus habémus, operémur bonum ad omnes, máxime autem ad domésticos fidei.

Graduale Ps. Xci

Bonum est confitéri Dómino: et psállere nómine tuo, Altíssime. V. Ad anuntiándum mane misericórdiam tuam, et veritátem tuam per noctem.

Allelúja, allelúja. [Ps. xciv] Quóniam Deus magnus Dóminus, et Rex magnus super omnem terram. Allelúja.

Luc. xviii: 9-14

 +    Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.


In illo témpore: Ibat Jesus in civitátem quæ vocátur Naim: et ibant cum illo discípuli eius, et turba copiosa. Cum autem adpropinquáret portae civitátis, ecce defúnctus efferebátur fílius únicus matri suæ: et hæc vídua erat: et turba civitátis multa cum illa. Quam cum vidísset Dóminus misericórdia motus super eam, dixit illi: «Noli flere.» Et accessit, et tétigit lóculum. (Hi autem, qui portábant, stetérunt.) Et ait: «Adulescens, tibi dico, surge.» Et resédit qui erat mórtuus, et cœpit loqui. Et dedit illum matri suæ. Accépit autem omnes timor: et magnificábant Deum, dicentes: «Quia prophéta magnus surréxit in nobis: et quia Deus visitávit plebem suam.

Offertorium: Ps. xxxix: 2, 3 et 4.

Exspéctans exspectávi Dóminum, et respéxit me: et exaudívit deprecatiónem meam: et immísit in os meum cánticum novum, hymnum Deo nostro.

Secreta:

Tua nos, Dómine, sacraménta custódiant: et contra diabólios semper tueántur incúrsus. Per Dóminum.

Communio: Joann. vi.

Panis, quem ego dédero, caro meo est pro sǽculi vita.

Postcommunio:

Mentes nostras, et córpora possídeat, quǽsumus, Dómine, doni cæléstis operátio: ut non noster sensus in nobis, sed júgiter ejus præveniat efféctus. Per Dominum.

Las cuatro témporas

Las obras de penitencia

De todos los días de la semana, los más importantes han sido desde la más remota antigüedad, el miércoles, viernes y sábado de las Cuatro Témporas. Primeramente la liturgia celebraba las Témporas sólo tres veces al año: en junio, septiembre y diciembre, correspondiendo a los tiempos en que los paganos celebraban en Roma las fiestas de las Estaciones, para invocar sobre la tierra el auxilio de los dioses: la fiesta de la mies (feriae messis) en junio; las de la vendimia (feriae vendimíales) en agosto o septiembre, y las de la sementera feriae sementinae) en diciembre, por la semilla oculta en la tierra.

Es muy creíble que la liturgia trató de substituir estas fiestas gentílicas con otras fiestas cristianas  lo cual no era admitir elementos paganos en la Liturgia, sino aprovechar sabiamente la ocasión de ellos para infiltrar el espíritu cristiano. Del propio modo que las referidas fiestas paganas sólo estaban determinadas de un modo general, y eran fijadas con precisión por los sacerdotes gentiles, estas fiestas cristianas fueron al principio movibles, y por eso se anunciaban con solemnidad, como días de bendición para la Naturaleza. Estas solemnidades se fijaron más adelante en determinadas semanas, y a las tres antiguas se agregaron las de la primera semana de Cuaresma.

Poco a poco se fueron juntando con estas fiestas cristianas de la vida que de nuevo germina y creer en la Naturaleza, las fiestas de la propagación de aquéllos que habían de trabajar por el reinado de la vida de la gracia en las almas. Por medio de las nuevas ordenaciones de Obispos y sacerdotes, que son constituidos con el sacramento del orden, se reparte y asegura siempre de nuevo la vida sobrenatural de las generaciones venideras.

Sabida cosa es, que antiguamente tenían lugar las órdenes en general en el mes de diciembre; más a no tardar, se trasladaron a las cuatro Témporas del año. Para dar más relieve a la doble festividad, se juntaron con ella visitas solemnes o Estaciones en las más célebres Basílicas de Roma. Se comenzaba, como aún se practica ahora, el miércoles por la Basílica de Santa María la Mayor, porque, como segunda catedral pontificia, representaba al apartado palacio de Letrán, residencia de los Papas, con situación propia para la afluencia del pueblo. Seguía el viernes, la iglesia de los Apóstoles, edificada por el gobernador bizantino Narsés, a honra de los santos Felipe y Santiago y de los demás Apóstoles, según el modelo de la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.

La conclusión de estas solemnidades litúrgicas tenía lugar junto al sepulcro del apóstol san Pedro, el cual, con el símbolo de las llaves, había recibido de Cristo la plenitud de la potestad de orden y de jurisdicción. Por los conceptos hasta aquí expresados, los oficios de las Cuatro Témporas encierran las siguientes ideas principales:

Consagración de la vida de la Naturaleza

Es a saber: a) Oración para obtener, la bendición de Dios sobre la Naturaleza, b) Penitencia por el abuso de los dones naturales (ayuno), c) Consagración de la misma Naturaleza a Dios (ofrecimiento de las primicias prescritas en el Antiguo Testamento). Oblación de objetos naturales para la liturgia: materia, y cuasi materia de los Sacramentos y Sacramentales, símbolos naturales del culto divino: luz, cera, ramas de árboles. d) Bendición de Dios sobre la Naturaleza.

Consagración de la. vida sobrenatural

El sacramento del Orden conferido en las Cuatro Témporas es el que constituye a los nuevos sacerdotes; mas los sacerdotes, en cierto sentido, y los Obispos en toda la plenitud de la palabra, son los padres y engendradores de la vida sobrenatural, por el Sacrificio y los Sacramentos; son los que sustentan, protegen y renuevan esta vida para los espiritualmente vivos, y en favor de los que carecen de la vida sobrenatural (sacramentos de vivos y de muertos). Esta vida fluye por su medio, desde Cristo a nosotros, en el Espíritu Santo. Todo esto nos representa la liturgia de las Témporas, con sus Ordenaciones y Estaciones en Santa María la Mayor, los Santos Apóstoles y San Pedro del Vaticano. Sobre este fondo común, ofrecen las Témporas de Adviento, Cuaresma, Pentecostés y septiembre, pensamientos propios, conformes con el carácter peculiar de los diversos períodos del año litúrgico.

Actualmente por ley universal de la Iglesia (canon 1252 § 2), está mandado que los miércoles, viernes y sábados de las Cuatro Témporas se observe el ayuno y la abstinencia. Esta práctica, inspirada en la costumbre de los hebreos de ayunar en los meses cuarto, quinto, séptimo y décimo, es antiquísima en la Iglesia católica. Según Dom G. Morin, O. S. B., el triple ayuno después de Pascua, fijado en la semana de Pentecostés, y en los muses de septiembre y diciembre (el de la primavera coincide siempre con el ayuno de cuaresma), fue introducido en la Iglesia romana después del Papa san León Magno (440-461). Según L. Duchesne, las Cuatro Témporas no son más que un recuerdo de la antigua semana litúrgica de Roma, un Ayuno real substituido al medio ayuno de las estaciones ordinaria (miércoles y viernes). El historiador Fischer quiere que el ayuno de los días de las Cuatro Témporas, proceda de tradición apostólica, según lo que se lee en el Breviario Romano en el día 14 de octubre, fiesta de san Calixto, Pontífice y Mártir, en las palabras siguientes: «(…) Estableció las cuatro Témporas del año, ordenando que indos guardasen el ayuna recibido por tradición apostólica».

Alfonso M. Gubianas, Nociones elementales de liturgia, pag. 161 y ss.