III Domingo después de Epifanía

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

II CLASE

INTROITO Salmo 96, 7-8. 1

Adorad a Dios, sus ángeles todos; lo oyó y se alborozó Sión, y se regocijaron las hijas de Judá. V/. Reina el Señor; regocíjese la tierra, alégrense todas las islas. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén. 

COLECTA

Omnipotente y sempiterno Dios, mira propicio nuestra flaqueza y extiende, para protegernos, la diestra de tu majestad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

EPÍSTOLA  Romanos 12,16-21

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos: No os tengáis por sabios ni volváis a nadie mal por mal; procurad obrar bien no sólo ante Dios, sino también ante todos hombres. Si es posible, cuanto esté de vuestra parte, vivid en paz con todos. No os venguéis, amados míos, mas dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza; yo haré justicia, dice el Señor. Por el contrario, si tu enemigo tuviere hambre dale de comer; si sed, dale de beber; porque si esto haces, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. No te dejes vencer del mal, sino vence al mal con el bien. 

GRADUAL Salmo 101, 16-17

Los pueblos venerarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra tu gloria. V/.  Porque el Señor reedificará Sión y en ella será visto en su majestad. 

ALELUYA Salmo 96, 1

Aleluya, aleluya. V/. Reina el Señor, regocíjese la tierra, alégrense todas las islas. Aleluya.  

EVANGELIO Mateo 8, 1-13

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo: Habiendo bajado Jesús del monte, le siguió mucho gentío; y viniendo un leproso, se prosternó ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Extendió Jesús la mano y le tocó, diciendo: Quiero, queda limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. Y le dijo Jesús: Mira que a nadie lo cuentes; pero ve, muéstrate al sacerdote y ofrece la ofrenda que mandó Moisés para que les sirva a ellos de testimonio. Y habiendo entrado en Cafarnaúm, se llegó a él un centurión que le rogó diciendo: Señor, tengo un criado en casa, paralítico, y sufre mucho. A lo que respondió Jesús: Yo iré y le curaré. Y replicó el centurión: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; mas di una sola palabra, y curará mi siervo. Pues yo soy un hombre que, aunque bajo la potestad de otro, como tengo soldados a mi mando, digo al uno: Vete, y va: y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. AI oírle Jesús, se quedó admirado, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo, no he hallado tanta fe en Israel, pues también os digo: Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se pondrán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas del exterior, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Y dijo al centurión: Vete, y que te suceda como has creído. Y sanó el siervo en aquella hora. 

OFERTORIO Salmo 117, 16-17

La diestra del Señor ha obrado proezas; la diestra del Señor me ha salvado» No moriré, sino viviré y pregonaré las obras del Señor. 

SECRETA

Te rogamos, Señor, limpie esta hostia nuestros pecados, y santifique los cuerpos y almas de tus siervos, para celebrar dignamente el sacrificio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios. 

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

COMUNIÓN Lucas 4, 22

Todos se maravillan de las palabras que salían de la boca de Dios. 

POSCOMUNIÓN

Señor, a quienes nos concedes gozar de tan altos misterios, dígnate hacernos capaces de asimilarnos sus efectos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dóminica III Post Epiphaniam

II Classis

Introitus: Ps. xcvi: 7-8

Adoráte Deum omnes Angeli ejus: audívit, et lætáta est Sion: et exsultavérunt fíliæ Judæ. [Ps. ibid., 1]. Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Glória Patri. Adoráte Deum.

Oratio:

Omnípotens, sempitérne Deus, infirmitátem nostram propítius réspice: atque ad protegéndum nos, déxteram tuæ majestátis exténde. Per Dóminum.

ad Romanos xii: 16-21

Léctio Epistolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romanos:

Fratres: Nolíte esse prudéntes apud vosmetípsos: nulli malum pro malo reddéntes: providéntes bona non tantum coram Deo, sed étiam coram ómnibus homínibus. Si fíeri potest, quod ex vobis est, cum ómnibus homínibus pacem habéntes: Non vosmetípsos defendéntes caríssimi, sed date locum iræ. Scriptum est enim: «Mihi vindícta: Ego retríbuam, dicit Dóminus.» Sed si esuríerit inimícus tuus, ciba illum: si sitit, potum da illi: hoc enim fáciens, carbónes ignis cóngeres super caput ejus. Noli vinci a malo sed vince in bono malum.

Graduale Ps. ci: 16-17

Timébunt gentes nomen tuum, Dómine, et omnes reges terræ glóriam tuam. V. Quóniam ædificávit Dóminus Sion, et vidébitur in majestáte sua.
Allelúja, allelúja. [Ps. xcvi: 1] Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Allelúja.

Matthew viii: 1-13

† Sequéntia sancti Evangélii secúundum Matthæum.

In illo tempore: Cum descendísset Jesus de monte, secútæ sunt eum turbæ multæ: et ecce leprósus véniens adorábat eum dicens: «Domine, si vis, potes me mundáre.» Et exténdens Jesus manum, tétigit eum, dicens: «Volo. Mundare.» Et conféstim mundáta est lepra ejus. Et ait illi Jesus: «Vide, némini díxeris: sed vade: osténde te sacerdóti, et offer munus, quod praecépit Móyses, in testimónium illis.» . . . Cum autem introísset Caphárnaum, accéssit ad eum centúrio, rogans eum, et dicens: «Domine puer meus jacet in domo paralýticus, et male torquétur.» Et ait illi Jesus: «Ego véniam et curábo eum.» Et respóndens centúrio ait: «Dómine, non sum dignus ut intres sub tectum meum, sed tantum dic verbo et sanábitur puer meus. Nam et ego homo sum sub potestáte constitútis, habens sub me mílites, et dico huic: Vade et vadit: et alii: Veni et venit: Et servo meo: Fac hoc et facit.» Audiens autem Jesus mirátus est, et sequéntibus se dixit: «Amen dico vobis, non invéni tantam fidem in Israël. Dico autem vobis quod multi ab Oriénte et Occidénte vénient, et recúmbent cum Abraham, et Isaac, et Iacob in regno cælórum: fílii autem regni ejiciéntur in ténebras exterióres: ibi erit fletus et stridor déntium.» Et dixit Iesus centurióni: «Vade et sicut credidísti fiat tibi.» Et sanátus est puer in illa hora.

Offertorium: Ps. cxvii: 16 et 17.

Déxtera Dómini fecit virtútem, déxtera Dómini exaltávit me: non móriar, se vivam, et narrábo ópera Dómini.

Secreta:

Hæc hóstia, Dómine, quǽsumus, emúndet nostra delícta: et ad sacrifícium celebrándum, subditórum tibi córpora, mentésque sanctíficet. Per Dóminum.

Communio: Luc. iv: 22

Mirabántur omnes de his, quæ procedébant de ore Dei.

Postcommunio:

Quos tantis, Dómine, largíris uti mystériis: quǽsumus; ut efféctibus nos eórum veráciter aptare dignéris. Per Dóminum.

Fiesta de la Sagrada Familia

I DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA

SAGRADA FAMILIA

INTROITO Proverbios 23, 24-25; Salmo 83,2-3

Salte de júbilo el padre del justo, alégrense tu padre y tu madre, y regocíjese la que te dio a luz. V/.  ¡Cuán amables son tus moradas, Dios de los ejércitos! Suspira y desfallece mi alma por morar en los atrios del Señor.  V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

 COLECTA

Señor nuestro Jesucristo, que sujeto a María y a José, consagraste la vida de familia con inefables virtudes; haz que, con el auxilio de ambos, nos instruyamos con los ejemplos de tu Sagrada Familia, y alcancemos su eterna compañía. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Colosenses 3, 12-17

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Colosenses.

Hermanos: Revestíos, como escogidos que sois de Dios, santos y amados, de entrañas de compasión, de bondad, humildad, mansedumbre y longanimidad, sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor os ha perdonado, así habéis de hacerlo también vosotros. Pero, sobre todo, tened caridad, que es vínculo de perfección. Y la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual fuisteis asimismo llamados en un solo cuerpo: sed agradecidos. La palabra de Cristo more abundantemente entre vosotros, con toda sabiduría, enseñándoos y animándoos unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando de corazón, con gracia, las alabanzas de Dios. Cuanto dijereis o hiciereis, hacedlo en nombre de nuestro Señor Jesucristo, dando gracias por él a Dios Padre.

GRADUAL Salmo 26, 4; 83,5

Una sola cosa pido al Señor y deseo ardientemente: morar en la casa del Señor toda mi vida. V/.  Felices, Señor, los que habitan en tu casa; por los siglos de los siglos te alabarán.

 ALELUYA Isaías 45, 15

Aleluya, aleluya. V/.  Verdaderamente eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador. Aleluya.

EVANGELIO Lucas 2, 42-52

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

Cuando el niño Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre  y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Se dice Credo

OFERTORIO Lucas 2, 22

Sus padres llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarle al Señor. 

SECRETA

Te ofrecemos, Señor, la hostia de reconciliación, suplicándote humildemente que, por intercesión de la Virgen, Madre de Dios, y de san José, establezcas sólidamente nuestras familias en tu paz y gracia. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios. 

PREFACIO DE EPIFANÍA

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, pues tu unigénito Hijo, apareciendo en la condición de nuestra mortalidad, nos ha regenerado con la nueva luz de su inmortalidad; y por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

COMUNIÓN Lucas 2, 51

Bajó Jesús con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto.

 POSCOMUNIÓN

Haz Señor Jesús, que aquellos a quienes has confortado con celestiales sacramentos, imiten continuamente los ejemplos de su santa Familia, para que en la hora de nuestra muerte, saliéndonos al encuentro la gloriosa Virgen, tu Madre, y san José, merezcamos ser recibidos en los eternos tabernáculos, Tú que vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dominica infra Octavam Epiphaniæ


Sanctæ Familiæ—Jesu, Mariæ, Joseph

I Classis

Introitus: Prov. xxiii: 24 et 25

Exsúltat gáudio pater Justi, gáudeat Pater tuus et Mater tua, et exsúltet qua génuit te. [Ps. lxxxiii, 2-3] Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum! concupíscit et déficit ánima mea in átria Dómini. V. Glória Patri. Exsúltat.

Oratio:

Dómine Jesu Christe, qui Maríæ et Joseph súbditus domésticam vitam ineffabílibus virtútibus consecrásti: fac nos, utriúsque auxílio, Famíliæ sanctæ tuæ exémplis ínstrui; et consórtium cónsequi sempitérnum: Qui vivis.

Col. iii: 12-17

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Colossénses.


Fratres: Indúite vos sicut elécti Dei, sancti, et dilécti, víscera misericórdiæ, benignitátem, humilitátem, modéstiam, patiéntiam: supportántes ínvicem, et donántes vobismetípsis si quis advérsus áliquem habet querélam: sicut et Dóminus donávit vobis, ita et vos. Super ómnia autem hæc, caritátem habéte, quod est vínculum perfectiónis. Et pax Christi exsúltet in córdibus vestris, in qua et vocáti estis in uno córpore: et grati estóte. Verbum Christi hábitet in vobis abundánter, in omni sapiéntia, docéntes, et commonéntes vosmetípsos psalmis, hymnis, et cánticis spirituálibus, in gratia cantántes in córdibus vestris Deo. Omne, quodcúmque fácitis in verbo aut in ópere, ómnia in nómine Dómini Jesu Christi, grátias agéntes Deo et Patri per ipsum.

Graduale Ps. xvi: 4

Unam pétii a Dómino, hanc requíram; ut inhábitem in domo Dómini ómnibus diébus vitæ meæ. [Ps. lxxxviii: 5] Beáti qui hábitant in domo tua, Dómine, in sǽcula sæculórum laudábunt te.


Allelúja, allelúja. [Isaias 45: 15] Vere tu es Rex abscónditus, Deus Israël Salvator. Allelúja.

Luc. ii: 42-52


+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.

Cum factus esset annórum duódecim ascendéntibus illis Jerusólymam secundum consuetúdinem diei festi consummatísque diébus cum redírent, remánsit puer Jesus in Jerúsalem et non cognovérunt paréntes ejus. Existimántes autem illum esse in comitátu, venérunt iter diéi, et requirébant eum inter cognátos et notos. Et non inveniéntes regréssi sunt in Jerúsalem requiréntes eum. Et factum est, post tríduum invenérunt illum in templo sedéntem in médio doctórum audiéntem illos, et interrogántem eos. Stupébant autem omnes, qui eum audiébant super prudéntia et respónsis ejus. Et vidéntes admiráti sunt. Et dixit mater eius ad illum: «Fíli, quid fecísti nobis sic? ecce pater tuus et ego doléntes quærebámus te.» Et ait ad illos: «Quid est quod me quærebátis? nesciebátis quia in his quæ Patris mei sunt oportet me esse?» Et ipsi non intellexérunt verbum quod locútus est ad eos. Et descéndit cum eis, et venit Názareth: et erat súbditus illis. Et mater eius conservábat ómnia verba hæc in corde suo. Et Jesus proficiébat sapiéntia, et ætáte, et grátia apud Deum, et hómines.

Credo.

Offertorium: Luc. iii: 22.

Tulérunt Jesum paréntes ejus un Jerúsalem, ut sísterent eum Dómino.

Secreta:

Placatiónis hóstiam offérimus tibi, Dómine, supplíciter deprecántes: ut, per intercessiónem Deíparæ Vírginis cum beáto Joseph, famílias nostras in pace et grátia tua fírmiter constítuas. Per eúmdem Dóminum.

Communio: Ps. l: 21

Descéndit Jesus cum eis, et venit Názareth, et erat súbditus illis.

Postcommunio:

Quos cæléstibus réficis sacraméntis, fac, Dómine Jesu, sanctæ Famíliæ tuæ exémpla júgiter imitari: ut in hora mortis nostræ, occurrénte gloriósa Vírgine Matre tua cum beto Joseph; per te in ætérna tabernácula récipi mereámur: Qui vivis.

Tiempo de Epifanía

(Prolongación de la Encarnación)

1. La fiesta de la Epifanía.

Epifanía significa “manifestación”, y es, en efecto, la fiesta instituida para honrar tres grandes manifestaciones de la Divinidad de Jesucristo a los hombres: la primera, con ocasión de la Adoración de los Magos de Oriente; la segunda, en el acto de su Bautismo, en el Jordán; y la tercera, en las bodas de Caná.

En la primera, los mismos Magos lo reconocieron como Dios, adorándolo y ofreciéndole, junto con otros dones, incienso; en la segunda, fue el Padre Eterno quien lo proclamó Hijo de Dios; y en la tercera, Él mismo se manifestó como tal, convirtiendo milagrosamente el agua en vino.

La fiesta de la Epifanía es de origen oriental, como la de Navidad es de origen romano. Al instituirse esta última en Roma, por el siglo IV efectuóse entre el Oriente y el Occidente una especie de intercambio litúrgico, aceptando aquél la fiesta romana de Navidad, y éste la griega de la Epifanía. Desde entonces, el objeto de ambas festividades está bien deslindado en la Liturgia.

Por lo que se refiere a la Epifanía, la antífona del Magnificat (II Vísp.), dice expresamente que es éste un día destinado a honrar tres milagros: la conducción de los Magos al pesebre del Niño Dios, por medio de una estrella; la conversión del agua en vino, en las bodas de Caná, y el Bautismo de Jesucristo, por San Juan. De los tres acontecimientos, el viaje de los Magos es el que ocupa mayor lugar en la liturgia de este día, y casi es el único a que la Iglesia y los fieles prestan la atención. Los otros dos tendrán su digna conmemoración en días y domingos sucesivos. Históricamente hablando, ninguno de estos tres sucesos, ni aún el del Bautismo del Señor consta de que acaeciese el 6 de enero. Si se los ha unido en una misma fiesta, ha sido por entrañar cada uno una magnífica manifestación de la divinidad de Jesucristo.

El de “Epifanía” es, pues, el nombre litúrgico y oficial de esta festividad; pero los calendarios populares desígnanla con el más poético de fiesta de los “Santos Reyes”, de cuya dignidad impropiamente se ha investido a los Magos.

En torno de esta fiesta se han tejido leyendas encantadoras de carácter cristiano, que aún subsisten en los países católicos y tienen su repercusión en los hogares. Se ha hecho a los Magos, reyes; cuando sólo eran sabios, o a lo sumo, sacerdotes. Se ha dicho y escrito que fueron dos, tres, seis, ocho, doce y hasta quince; siendo San León, después de Orígenes, el primero que en el siglo V habla de tres. Los nombres vulgares de Melchor, Gaspar y Baltasar datan del siglo VII, y aunque no constan en documentos serios, la. liturgia los ha admitido por lo menos en el Ritual Romano. En el siglo VIII, el Venerable Beda describe a Melchor anciano y de larga barba; a Gaspar, joven, lampiño y rubio; y a Baltasar, negro y de espesa barba, pero esta diferencia de razas no se advierte en la escultura, pintura y numismática primitivas.

Los presentes que ofrecieron cada uno de los Magos al recién nacido, fueron: oro, incienso y mirra, que llevaban en preciosos cofres. Por este triple don adoraron a Jesucristo como Dios, como Rey y como Hombre mortal. Cada uno de estos tres dones simboliza una virtud, a saber: el oro, la caridad; el incienso, la oración; y la mirra, la mortificación.

En recuerdo de esto, acostúmbrase en muchas iglesias a bendecir y ofrecer en la Misa de Epifanía oro, incienso y mirra; y algunos reyes cristianos, como los de España, eligieron ese día para regalar tres cálices de oro a tres distintas iglesias. En algunos monasterios benedictinos es de tradición bendecir en el Ofertorio de la Misa, tres tortas conmemorativas. Ya se han hecho famosas en Buenos Aires las de la Abadía de San Benito de aquella Capital.

2. Anuncio de las fiestas movibles.

El día de Epifanía, después del Evangelio y de la Misa solemne, en las iglesias catedrales y monasteriales, hácese, bajo una fórmula y una melodía tradicionales, el anuncio oficial de todas las fiestas movibles del nuevo año, así como de la fecha en que ha de reunirse el Sínodo diocesano. Como rito importante que es, desempéñalo, en las catedrales, el archidiácono o algún canónigo o beneficiado, y en los monasterios el cantor mayor, revestido de pluvial y desde el mismo púlpito o ambón donde se canta el Evangelio.

En la primitiva Iglesia, así de Oriente como de Occidente, en que las fiestas anuales reducíanse a la Pascua y a sólo unos cuantos aniversarios de Santos Mártires, el anuncio y convocatoria a las mismas hacía-los el obispo en la última asamblea litúrgica, a la manera que ahora hacen los párrocos semanalmente los avisos religiosos. Como la fijación de la Pascua era entonces labor muy delicada y suscitó apasionadas controversias, el concilio de Nicea (325) encargó oficialmente a los obispos de Alejandría, sede a la sazón de sabios astrólogos y calculistas, efectuar anualmente esa labor y participar el resultado a las demás iglesias del mundo; como efectivamente lo cumplían mediante circulares llamadas “Cartas pascuales”, que procuraban llegasen a su destino alrededor de Navidad. Una vez recibido esta especie de calendario, cada obispo lo daba a conocer a los diocesanos, empezando por proclamarlo oficialmente en la catedral, bajo fórmulas más o menos consagradas por la tradición.

En España, desde el Concilio IV de Toledo (633), la averiguación de la data pascual hacíanla los metropolitanos de común acuerdo, tres meses antes de la Epifanía, para que en esta fecha todas las iglesias la conociesen.

Con la divulgación de las tablas astronómicas y de los Calendarios, llegó un día en que no fue ya necesario el antiguo procedimiento para enterar a los fieles de las fiestas anuales; pero la Iglesia no suprimió nunca el anuncio oficial de Epifanía, que conservó como una reliquia litúrgica en el Pontifical. La fórmula usada es muy antigua, y su melodía muy parecida a la de Exúltet del Sábado Santo, quizá pertenezca al siglo IV.

3. Los Domingos de Epifanía.

Las semanas que siguen a la Epifanía son las menos caracterizadas de todo el año litúrgico, y por eso las misas y oficios de sus últimos domingos, tanto sirven para este tiempo, como para completar el de Pentecostés. Oficialmente son seis los domingos después de Epifanía, pero cuando la Pascua de Resurrección, que necesariamente ha de caer entre el 22 de marzo y el 25 de abril, se acerca más a la primera de estas dos fechas, se suprimen dos, tres, y hasta cuatro de ellos, que son los que se trasladan al final de Pentecostés. Por eso son como puentes de unión entre la Epifanía y la Septuagésima.

El objeto principal de este período litúrgico es honrar la vida oculta de Nuestro Señor, poniendo de relieve los escasos incidentes que anotan los Evangelios, así como también los primeros actos de su vida pública. Por eso es éste para el cristianismo un tiempo de alentadora esperanza, que la liturgia simboliza con el uso de los ornamentos verdes.

La flor de la Liturgia, Dom Andrés Azcarate, O.S.B.

Misa del Santisimo Nombre de Jesús

INTROITO Filipenses 2,10-11. 

Al nombre de Jesús se doblan todas las criaturas del cielo, tierra e infierno; y toda lengua confiesa que nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. V/. Oh Señor y Dios nuestro, cuán  glorioso es tu nombre en toda la tierra. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén. 

COLECTA

Oh Dios, que dispusiste que tu unigénito Hijo fuese el Salvador del mundo y se llamase Jesús; concédenos propicio gozar en los cielos de la vista de aquel cuyo santo nombre veneramos en la tierra. Por el mismo  nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

EPÍSTOLA Hechos, 4, 8-12

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: Príncipes del pueblo y ancianos, escuchad: Ya que hoy se nos pide razón del bien que hemos hecho a un enfermo y se quiere saber por quién ha sido curado, os declaramos a todos y a todo el pueblo de Israel, que en nombre de nuestro Señor Jesucristo Nazareno, a quien crucificasteis, y Dios ha resucitado, se presenta sano ese hombre a vuestros ojos. Él es la piedra que vosotros, los constructores desechasteis, la cual ha venido a ser la piedra angular. La salvación no se halla en ningún otro. Pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos..

GRADUAL Salmo 105, 47. Isaías 63, 26

Sálvanos, Señor Dios nuestro, y recógenos entre las naciones, para que confesemos tu santo nombre y nos gloriemos en tus alabanzas. V/. Tú, Señor, eres nuestro Padre y nuestro Redentor; tal es tu nombre desde siempre. 

ALELUYA Salmo 144, 22

Aleluya, aleluya. V/. Cante mi boca las alabanzas del Señor; bendigan todos los mortales su santo nombre. Aleluya. 

EVANGELIO Lucas 2, 21

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo llegado el día octavo, en que debía circuncidarse al niño, se le llamó con el nombre de Jesús, nombre que le dio el ángel, antes de ser concebido.

OFERTORIO Salmo 85 , 12, 5

Te alabaré Señor Dios mío con todo mi corazón, y glorificaré eternamente tu santo nombre, porque eres Señor suave y clemente, porque  eres rico en misericordia, para todos los que te invocan. Aleluya. 

SECRETA

Santifique tu bendición, oh clementísimo Dios, que sustenta a todas la criaturas, este nuestro sacrificio, que te ofrecemos a honra y gloria del nombre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo; a fin de que  redunde en alabanza agradable a tu majestad, y nos aproveche para nuestra salvación. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios.

PREFACIO DE NAVIDAD

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible, por eso, con los Ángeles y Arcángeles y con todos los coros celestiales cantamos sin cesar el himno de tu gloria. 

COMUNIÓN Salmo 85, 9-10

Todas las gentes que has creado, vendrán y se postrarán delante de ti, y glorificarán tu nombre Señor; porque eres grande y hacedor de maravillas. Tú eres el único Dios.  Aleluya.

 POSCOMUNIÓN

Oh Dios omnipotente y eterno, que nos has creado y redimido, atiende propicio a nuestros votos y dígnate recibir benignamente el sacrificio de la hostia saludable que hemos ofrecido a tu majestad, en honor del nombre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para que, por tu gracia en nosotros infundida y por virtud del glorioso nombre de Jesús, merezcamos,  a título de la eterna predestinación, que estén nuestros nombres inscritos en los cielos. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Sanctíssimi Nóminis Jesu

Dominica inter Circumcisiónem et Epiphaniam,

Introitus: Philipp. ii: 10-11

In nómine Jesu omne genuflectátur, cæléstium, terréstrium, et infernórum: et omnis lingua confiteátur, quia Dóminus Jesus Chrístus in glória est Dei Patris. [Ps. 8:2] Dómine Dóminus noster: quam admirábile est nomen tuum in universa terra! v. Glória Patri. In nómine Jesu.

Oratio:

Deus, qui unigénitum Fílium tuum, constituísti humáni géneris Salvatórem, et Jesum vocári jussísti: concéde propítius; ut, cujus sanctum nomen venerámur in terris, ejus quoquo aspéctu perfruámur in cælis. Per eúmdem Dóminum.

Act. iv: 8-12

Léctio Actuum Apostolórum.

In diébus illis: Petrus replétus Spíritu Sancto, dixit: Príncepes pópuli et senióres audite: «Si nos hodie dijudicámur in benefácto hóminis infírmi, in quo iste salvus factus est, notum sit ómnibus vobis, et omni plebi Israël: quia in nómine Dómini nostri Jesu Christi Nazaréni, quem vos crucifixístis, quem Deus suscitávit a mórtuis, in hoc iste adstat coram vobis sanus. Hic est lapis qui reprobátus est a vobis ædificántibus: qui factus est in caput ánguli: et non est in álio áliquo salus. Nec enim áliud nomen est sub cælo datum homínibus, in quo opórteat nos salvos fíeri.»

Graduale Ps. cv: 47

Salvos fac nos, Dómine, Deus noster, et cóngrega nos de natiónibus: ut confiteámur nómini sancto tuo, et gloriémur in glória tua. v. [Isaias 63: 16] Tu, Dómine, pater noster, et redémptor noster: a sǽculo nomen tuum.

Allelúja, allelúja. [Hebr. i: 1-2] Laudem Dómini loquétur os meum, et benedícat omnis caro nomen sanctum ejus. Allelúja.

Luc. ii: 21

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.

In illo témpore: Postquam consummáti sunt dies octo, ut circumciderétur puer: vocátum est nomen eius Jesus, quod vocátum est ab Angelo priúsquam in útero conciperétur.

Offertorium: Ps. lxxxv: 12 et 5.

Confitébor tibi, Dómine Deus meus, in toto corde meo, et glorificábo nomen tuum in ætérnum: quóniam tu, Dómine, suavis et mitis es: et multæ misericórdiæ ómnibus invocántibus te, allelúja.

Secreta:

Benedíctio tua, clementíssime Deus, qua omnis viget creatúra, sanctifícent, quǽsumus, hoc sacrifícium nostrum, quod ad glóriam nóminis Fílii tui, Dómini nostri Jesu Christi, offériums tibi: ut majestáti tuæ placére posit ad laudem, et nobis profícere ad salútem. Per eúmdem Dóminum.

Communio: Ps. xcvii: 3

Omnes gentes quascúmque fecísti, vénient, et adorábunt, coram te, Dómine, et glorificábunt nomen tuum: quóniam magnus es tu, et fáciens mirabília: tu es Deus solus. Allelúja.

Postcommunio:

Omnípotens ætérne Deus, qui creásti et redemísti nos, réspice propítius vota nostra: et sacrifícium salutáris hóstiæ, quod in honórem nóminis Fílii tui, Dómini nostri Jesu Christi, majestáti tuæ obtúlimus, plácido et benígno vultu suspcípere dignéris; ut grátia tua nobis infúsa, sub glorióso nómine Jesu, ætérnæ prædestinatiónis título gaudeámus nómina nostra scripta esse in cælis. Per eúmdem Dóminum.

IV Domingo de Adviento

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Isaías 45, 8. Salmo 18, 2.

Cielos, enviad rocío de lo alto, y nubes, lloved al Justo; ábrase la tierra, y brote al Salvador. V/. Los cielos cantan la gloria de Dios, y pregona el firmamento las obras de sus manos. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén

COLECTA

Muestra, Señor, tu poder y ven, y socórrenos con tu gran fortaleza; para que tu misericordia, siempre propicia, se apresure a darnos graciosamente los auxilios que nuestros pecados nos retardan. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA 1 Corintios 4,1-5

LECTURA DE LA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS.

Hermanos: Se nos ha de considerar como ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios. Lo que se requiere en los dispensadores es que se muestren fieles. Por lo que a mí toca, muy poco se me da el ser juzgado por vosotros o en cualquier juicio humano; Pues ni aun yo me juzgo. Pues si bien de nada me remuerde la conciencia, no por eso me tengo por justificado; mi juez es el Señor. Por tanto, no juzguéis antes de tiempo. Dejad que venga el Señor; él iluminará los secretos de las tinieblas, y descubrirá las inten­ciones de los corazones, y entonces cada cual recibirá su alabanza de Dios.

GRADUAL Salmo 144, 18.21

Cerca está el Señor de todos los que le invocan, de verdad. V/. Mi boca hablará la alabanza del Señor, y bendecirá toda criatura su santo nombre.

ALELUYA

Aleluya, aleluya. V/. Ven, Señor, y no tardes; perdona los pecados de tu pueblo Israel. Aleluya.

EVANGELIO Lucas 3,1-6

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS.

El año decimoquinto del imperio de Tiberio César , siendo Poncio Pilato gobernador de la Judea, Herodes, tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de la Iturea y de la provincia de Traconítide; siendo Lisanias tetrarca de Abilina, y bajo los príncipes de los sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió entonces toda la región del Jordán, predicando el bautismo de penitencia, para la remisión de los pecados, conforme está escrito en el libro de los orácu­los de Isaías profeta: Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus senderos; todo valle será terraplenado y todo monte o collado será rebajado, y lo torcido, enderezado, y los caminos fragosos allanados; y verá todo hombre al Salvador de Dios.

OFERTORIO Lucas 1, 28-42

Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

SECRETA

Te rogamos, Señor, mires benigno a los presentes sacrificios, para que aprovechen a nuestra devoción y salud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

En verdad es digno y justo equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, .un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz

COMUNIÓN Isaías 7, 14

HE AQUÍ que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo que se llamará Emmanuel.

POSCOMUNIÓN

TE ROGAMOS, Señor, recibidos estos dones, que la frecuencia del misterio, acreciente el efecto de nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Introitus: Isaias xlv: 8

Roráte cæli desuper, et nubes pluant justum: aperiátur terra, et gérminet Salvatórem. [Ps. xviii: 2] Cæli enárrant glóriam Dei: et ópera mánuum ejus annúntiat firmaméntum. Glória Patri. Roráte.

Oratio:

Excita, quǽsumus, Dómine, poténtiam tuam. et veni: et magna nobis virtúte succúre; ut per auxilliam grátiæ tuæ, quod mostra peccáta præpédiunt, indulgéntia tuæ propitiatiónis accéleret: Qui vivis.

1 ad Corinthios iv: 1-5 

    Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corinthios.


Fratres: Sic nos exístimet homo ut minístros Christi, et dispensatóres mysteriórum Dei. Hic iam quǽritur inter dispensatóres, ut fidélis quis inveniátur. Mihi autem pro minimo est, ut a vobis júdicer, aut ab humáno die: sed neque meípsum júdico. Nihil enim mihi cónscius sum: sed non in hoc justificátus sum: qui autem júdicat me Dóminus est. Itaque nolíte ante tempus judicáre, quoadúsque véniat Dóminus: qui et illuminábit abscóndita tenebrárum, et manifestábit consília córdium et tunc laus erit unicuíque a Deo.

Graduale: Ps. cxliv: 18 et 21

Prope est Dóminus ómnibus invocántibus eum in veritáte. Laudem Dómini loquétur os meum: et benedícat omnis caro nomen sanctum ejus.


Allelúia, allelúia. Veni Dómine, et noli tardáre: reláxa facínora plebis tuæ Israël. Allelúia.

Lucam: iii: 1-6 

    +  Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.


Anno autem quintodécimo impérii Tibérii Cǽsaris, procuránte Póntio Piláto Judǽam, tetrárcha autem Galilǽæ Heróde, Philíppo autem fratre eius tetrárcha Iturǽæ, et Trachonítidis regiónis, et Lysánia Abilínæ tetrárcha, sub princípibus sacerdótum Anna et Cáiapha, factum est verbum Dómini super Joánnem, Zaccharíæ fílium, in desérto. Et venit in omnem regiónem Jordánis, prǽdicans baptísmum pœniténtiae in remissiónem peccatórum, sicut scriptum est in libro sermónum Isaíæ prophétæ: «Vox clamántis in desérto: Paráte viam Dómini: rectas fácite sémitas ejus: omnis vallis implébitur: et omnis mons, et collis humiliábitur: et erunt prava in dirécta, et áspera in vias planas: et vidébit omnis caro salutáre Dei.

Offertorium: Luc. i: 28

Ave María, grátia plena: Dóminus tecum: benedicta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui.

Secreta:

Sacrifíciis præséntibus, quǽsumus, Dómine, placátus intende: ut et devotióni profíciant, et salúti. Per Dóminum.

Communio: Isaias vii: 14.

Ecce Virgo concípiet, et páriet filium: et vocábitur nomen ejus Emmánuel.

Postcommunio:

Sumptis munéribus, quǽsumus, Dómine: ut cum frequentatióne mystérii, crescat nostræ salútis efféctus. Per Dóminum.

Las antífonas O

Entre las Antífonas que, del 18 al 25 de diciembre, resuenan en los Oficios del Adviento, las más solemnes y más célebres son las llamadas “Grandes Antífonas”, o “Antífonas O”, por empezar todas con esa exclamación. Son como las últimas explosiones de las fervientes plegarias de Adviento, y los últimos y más apremiantes llamamientos de la Iglesia al suspirado Mesías.

Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve, y a veces, hasta diez y más; pero desde Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto: Sabiduría, Adonai, Oriente, Rey, Enmanuel (Dios con nosotros). Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas. En las catedrales y monasterios, se entonan cada día un canónigo o un monje distinto, revestido de pluvial y entre ciriales y repiques de campanas.

Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del Prior las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban a las Vísperas de estos días numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de Navidad.

Algún liturgista hace notar que las letras iniciales de estas Antífonas, invertidas, forman un ingenio-so acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia.

Estas son las antifonas O:

17 de diciembre

¡Oh Sabiduría!, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el camino de la prudencia.

18 de diciembre

¡Oh Adonai y Jefe de la casa de Israel!, que te apareciste a Moisés en medio de las llamas de la zarza y le diste la ley en el Sinaí: ven a librarnos con el poder de tu brazo.

19 de diciembre

¡Oh raíz de Jesé!, que te alzas como signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más.

20 de diciembre

¡Oh llave de David y cetro de la casa de Israel!, que abres y nadie cierra, cierras y nadie abre: ven y saca de la cárcel al cautivo que yace en tinieblas y en sombra de muerte.

21 de diciembre

¡Oh Oriente, resplandor de la luz eterna y sol de justicia!: ven y alumbra a los que yacen en tinieblas y sombra de muerte.

22 de diciembre

¡Oh Rey y deseado de las naciones, piedra angular!, que haces de dos pueblos uno solo; ven y salva al hombre que formaste del barro.

23 de diciembre

¡Oh Emmanuel, Rey y legislador nuestro, esperanza y salvación de las naciones!: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.

II Domingo de Adviento

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Isaías 30, 30. Salmo 79, 2.

PUEBLO DE SIÓN, he ahí que viene el Señor a salvar a las naciones; el Señor hará brillar la majestad de su voz para alegría de vuestro corazón.  V/. Tú que gobiernas a Israel, atiende; tú que guías a José como a una oveja. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

No se dice Gloria.

COLECTA

MUEVE, Señor, nuestros corazones para preparar los caminos de tu Unigénito; a fin de que, por su venida, merezcamos servirte con almas purificadas. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Romanos 15, 4-13

LECTURA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS.

Hermanos: Todas las cosas que han sido escritas, para nuestra enseñanza están escritas, para que, por la perseverancia y consolación que dan las Escrituras, tengamos esperanza. El Dios de la perseverancia y del consuelo os dé a sentir una misma cosa entre vosotros conforme a Jesucristo; para que unánimes, a una, glorifiquéis a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, recibíos los unos a los otros como Cristo os recibió, para gloria de Dios. Yo os digo que Jesucristo fue el ministro de la circuncisión, por la veracidad de Dios, cumpliendo lo prometido a los padres. Mas también los gentiles deben glorificar a Dios por su misericordia, según está escrito: Por esto te alabaré, Señor, entre las naciones, y cantaré a tu nombre. Y en otro lugar: Alegraos, gentiles, con su pueblo. Y otra vez: Alabad al Señor todas las gentes, y ensalzadle todos los pueblos. Y asimismo Isaías dice: Brotará el vástago de Jesé, y el que se levanta para gobernar a las naciones: en él esperarán las gentes. El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y de paz en el creer; para que abundéis en la esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

GRADUAL Salmo 49, 2-3. 5

DE SIÓN, hermosura perfecta, Dios va a manifestarse.  V/. Congregad en su derredor a los fieles, que concertaron alianza con él por sus sacrificios

ALELUYA Salmo 121, 1

ALELUYA, ALELUYA. V/. Me he alegrado en lo que se me ha dicho: Vamos a la casa del Señor. Aleluya 

EVANGELIO Mateo 11, 2-10

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.  ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!». Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento?  ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 87, 7-8

OH DIOS, si te vuelves a nosotros, nos darás vida, y tu pueblo se alegrará en ti; muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu Salvador

SECRETA

TE ROGAMOS, SEÑOR, te aplaques con nuestras humildes oraciones y ofrendas; y como no podemos alegar méritos de ningún valor, socórrenos con tu auxilio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios. 

PREFACIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

En verdad es digno y justo equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, .un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz

COMUNIÓN Baruc 5, 5. 4, 36

LEVÁNTATE, JERUSALÉN, ponte en lo alto, y mira el regocijo que te viene de tu Dios

POSCOMUNIÓN

SACIADOS ya con el manjar espiritual, te suplicamos, Señor, que por la participación de este misterio nos enseñes a despreciar lo terreno, y amar lo celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN.

Dominica Secunda Adventus

I Classis

Introitus: Isaias xxx: 30

Pópulus Sion, ecce Dóminus vénit ad salvándas gentes: et audítam fáciet Dóminus glóriam vocis suæ in lætítia cordis vestri. [Ps. lxxix: 2]  Qui regis Israël, inténde qui dedúcis velut ovem, Joseph.  v. Glória Patri.  Pópulus Sion

Non dicitur «Glória in excélsis» in Missis de Tempore ab hac Dominica usque ad Vigilam Nativitatis Dómini inclusive.

Oratio:

Excita, Dómine, corda nostra ad præparándas Unigéniti tui vias: ut per ejus advéntum, purificátis tibi méntibus servíre mereámur. Qui tecum.

Ad Romános:xv 4-13

Léctio Epistolæ béati Pauli Apóstoli ad Romános:

Fratres: Quæcúmque enim scripta sunt ad nostram doctrínam scripta sunt: ut per patiéntiam, et consolatiónem Scripturárum, spem habeámus. Deus autem patiéntiæ, et solacii, det vobis id ipsum sápere in alterutrum secundum Jesum Christum: ut unánimes, uno ore honorificétis Deum et Patrem Dómini nostri Jesu Christi. Propter quod suscipite invicem, sicut et Christus suscepit vos in honorem Dei. Dico enim Christum Jesum ministrum fuisse circumcisionis propter veritatem Dei, ad confirmandas promissiones patrum: gentes autem super misericordiam honorare Deum, sicut scriptum est: Proptérea confitébor tibi in gentibus, Dómine, et nomini tuo cantabo. Et iterum dicit: Lætámini, gentes, cum plebe eius. Et iterum: Laudáte omnes gentes Dóminum: et magnificate eum omnes populi. Et rursus Isaias ait: Erit radix Jesse, et qui exsúrget regere gentes, in eo gentes sperabunt. Deus autem spei repleat vos omni gaudio, et pace in credendo: ut abundetis in spe, in virtute Spiritus Sancti.

Graduale: Ps xl: 2-3 et 5

Ex Sion spécies decóris ejus: Deus maniféste vénit. Congregáte illi sanctos ejus, qui ordinavérunt testaméntum ejus super sacrifícia.

Allelúja, allelúja. Lætátus sum in his, quæ dicta sunt mihi: in domum Dómini ibimus. Allelúja.

Matthǽum xi: 2-10

 + Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthǽum:

In illo témpore: Cum audisset Joánnes in vinculis ópera Christi, mittens duos de discipulis suis, ait illi:  «Tu es qui venturus es, an alium expectamus?»  Et respondens Jesus, ait illis:  «Euntes renuntiate Joánni, quæ audistis, et vidistis. Cæci vident, claudi ambulant, leprosi mundantur, surdi audiunt, mortui resurgunt, pauperes evangelizantur: et beatus est, qui non fuerit scandalizatus in me.» Illis autem abeuntibus, cœpit Jesus dicere ad turbas de Joánne: «Quid existis in desertum videre? arúndinem vento agitátam? Sed quid existis videre? hominem mollibus vestitum? Ecce qui móllibus vestiúntur, in domibus regum sunt. Sed quid existis videre? prophetam? Etiam dico vobis, et plus quam prophetam. Hic est enim, de quo scriptum est: Ecce ego mitto Angelum meum ante fáciem tuam qui præparábit viam tuam ante te.»

Credo.

Offertorium: Ps. lxxxiv: 7-8

Deus, tu convérsus vivificábis nos, et plebs tua lætábitur in te: osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

Secreta:

Placáre, quǽsumus, Dómine, humilitátis nostræ précibus et hóstiis: et ubi nulla súppetunt suffrágia meritórum, tuis nobis succúrre præsídiis. Per Dóminum.

Communio:

Jerúsalem surge, et sta in excélso, et vide jucunditátem, quæ vénit tibi a Deo tuo.

Postcommunio:

Repléti cibo spirituális alimóniæ, súpplices te, Dómine, deprecamur: ut hujus participatióne mystérii, dóceas nos terréna despicere et amare cælestia. Per Dóminum.

Tiempo de Adviento

1. Significado del Adviento.

“En el sagrado tiempo de Adviento la Iglesia despierta en nuestra conciencia el recuerdo de los pecados que tristemente cometimos; nos exhorta a que, reprimiendo los malos deseos y castigando voluntariamente nuestro cuerpo, nos recojamos dentro de nosotros mismos con piadosas meditaciones, y con ardientes deseos nos movamos a convertirnos a Dios, que es el único que puede, con su gracia, librarnos de la mancha del pecado y de los males, que son sus consecuencias”.

2. Origen y razón de ser del Adviento.

El Adviento (del latín: adventus, “advenimiento”, “llegada”), es un tiempo de preparación para el Nacimiento de Jesucristo, en Belén, y representa los cuatro mil y más años que estuvieron los antiguos aguardando y suspirando por la venida del Mesías.

La institución del Adviento como tiempo preparatorio para Navidad, data, en España, de fines del siglo IV, según consta por un canon del concilio de Zaragoza celebrado el año 380, y en el resto de Occidente, de principios o mediados del siglo V.

Vino entonces como a reafirmar la doctrina de los concilios de Éfeso y Calcedonia, proclamando el dogma de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesucristo, contra la herejía cristológica de Nestorio y Eutiques, y a dar mayor relieve en la Liturgia al misterio dé la Encarnación y al de la Maternidad de la Virgen.

Hoy día comienza el Adviento el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés (30 de noviembre) , o sea, entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, y abarca, por lo tanto, tres semanas completas y parte de la cuarta.

Al principio varió su duración según las liturgias y los países, notándose una tendencia casi general a equiparar el Adviento con la Cuaresma, en el tiempo y aun casi en el rigor. En las Galias y en España, por ejemplo, y en rito ambrosiano, empezaba el Adviento el día de San Martín (11 de noviembre), y se prescribían como obligatorios para los fieles, dos, tres y hasta cuatro ayunos semanales, y casi diarios para los monjes. La disciplina actual sólo prescribe el ayuno con abstinencia el miércoles, viernes y sábado de las IV témporas, y la Vigilia de Navidad, y en muchos países, en virtud de Bulas e Indultos particulares, tan sólo sobrevive el último. Asimismo, para semejarlo todavía más con la Cuaresma, en los últimos días se cubrían las imágenes y altares, igual que en Pasión.

Por asociación de ideas, a la primera venida de Jesucristo a la tierra, en carne mortal, une la Iglesia el pensamiento de la segunda, al fin del mundo; y, en consecuencia, el Adviento viene a resultar una preparación a ese doble advenimiento del Redentor.

“En este concepto tiene este período litúrgico una puerta que mira al pasado y otra al porvenir; de un lado, tiene por perspectiva los millares de años durante los cuales la humanidad esperaba a su Redentor; de otro, los siglos que han de transcurrir hasta la hora del cataclismo postrero, en el que ha de zozobrar nuestro planeta”. Cada uno de estos dos advenimientos sugiere a la Liturgia ideas y sentimientos peculiares, que ella expresa con soberana elocuencia e inflamados acentos. Para preparar el primero, traduce las ansias y suspiros cada vez más crecientes de las generaciones del Antiguo Testamento; y para prevenir el segundo, alude de vez en cuando al juicio final o alguna de sus circunstancias.

Pero, además de prepararnos el Adviento para el nacimiento histórico de Jesucristo y para el Juicio Final, nos revela cada año al Cristo de la promesa, es decir, al Cristo de los Patriarcas y de los Profetas, al Deseado de los collados eternos, y estrecha nuestras relaciones íntimas con el Cristo místico, cuya venida y completo reinado en las almas prepara también.

El Cristo de la Promesa es el que llena toda la historia y todos los libros del A. Testamento, Aquél en quien creían, a quien esperaban y a quien, sin conocer, amaban todos los justos de Israel. Aludiendo tan a menudo a Él, la liturgia de Adviento nos pone en comunicación de fe, de esperanza y de amor con todas las generaciones creyentes que nos han precedido, y nos persuade de que somos de la descendencia espiritual de Abrahán y herederos legítimos de la Sinagoga.

El Cristo místico es el Cristo viviendo en las almas y reproduciendo en ellas los fenómenos de su vida divina, haciendo de los cristianos otros cristos. Cada Adviento tiende a producir en nosotros un acrecentamiento nuevo de este Cristo místico.

3. Carácter del Adviento.

Considerado a través de la Liturgia, el Adviento, por lo mismo que recoge las ansias e inquietudes de las pasadas generaciones y los entusiasmos y regocijos de las nuevas ante la venida del Salvador, es una mezcla de luz y de sombra, de alegría y de tristeza, de angustiosa incertidumbre y de seguro bienestar. Y este doble aspecto se descubre a cada paso en los textos de la Misa y del Oficio, y también en algunos detalles exteriores de la Liturgia.

A excepción de muy contadas frases que traducen la inquietante expectación de la humanidad ante la demora excesiva de su Libertador y Consolador, y que se resumen en apóstrofes como éstos: “¡Ven a librarnos!Ven, y no tardesVen pronto a visitarnos…”, etc., todos los demás textos son acentos de gozo y expresiones de vehementes deseos de saludar de cerca al Hijo de Dios.

La tristeza está más bien dibujada en algunos rasgos exteriores del culto, como son: el empleo en los domingos y ferias de Adviento, de los ornamentos morados, y de las casullas plegadas, o planetas, en lugar de majestuosas dalmáticas; la supresión de los floreros, del órgano, del “Gloria in excelsis”, del “Te Deum”, del “Ite missa est”, y de las bodas solemnes.

Todos estos son indicios indudablemente, de cierta preocupación y tristeza, comunes al Adviento y a la Cuaresma; pero el objeto de uno y otro período litúrgico los diferencia radicalmente, como bien lo manifiesta el uso diario, en Adviento, del festivo aleluya, nunca permitido en Cuaresma. El carácter de peniten-cia, que algunos recalcan por demás, le vino al Adviento, en el siglo VII, de la influencia del ayuno monásti-co; no de su propia esencia y espíritu. Pues de suyo —lo repetimos—, es una temporada de recogimiento y de santa y confiada expectación.

4. Etapas del Adviento.

Desde el Papa Nicolás I, en el siglo IX, el Adviento consta de cuatro semanas, cuyos domingos son “estacionales”. Cada dominica tiene su Misa y Oficio propios y hermosísimos, y señala un notable avance hacia el venturoso suceso de Belén. La silueta del Redentor se va perfilando de semana en semana, y adquiriendo nuevos matices y relieves, hasta que, al fin, se le ve aparecer en carne mortal. Paralelamente se va proclamando cada vez más alto la virginal Maternidad de María.

El más célebre de estos domingos es el III, llamado “Gaudete” (alégrate) por la primera palabra del Intróito, y porque traduce a maravilla el espíritu de la liturgia en este día, que es de extraordinaria alegría.

En él suspende la Iglesia todas las manifestaciones exteriores de luto, vistiendo a sus ministros de color rosa y de dalmáticas, engalanando con flores los altares y tañendo el órgano. En las etapas del Adviento, señala este domingo el punto culminante del progresivo ascenso a Belén. Con ser el equivalente al domingo “Lætare”, IV de Cuaresma, no suscita en los fieles tanta alegría como aquél; pero es porque tampoco se hace sentir tanto su ausencia, ya que la tristeza de Adviento es muy moderada y obedece a muy distintas causas, como hemos dicho.

Como a medio camino del Adviento, se interpone las IV Témporas (miércoles, viernes y sábado de la III Semana), que son las que con sus ayunos y abstinencias imprimen a la temporada un cierto tinte de austeridad y penitencia.

Eran éstas las Témporas más importantes del año y las únicas en que, en la antigüedad, se celebraban las Ordenaciones. El miércoles era muy célebre en la Edad Media por su Evangelio “Missus est”, que inmortalizó San Bernardo con sus cuatro popularísimos sermones sobre las alabanzas de María. En él se proclamaban ante el pueblo los candidatos para las Ordenaciones.

Pero la más amena y alentadora de todas es la etapa última, que abarca del 17 al 25, y que, con su repertorio de antífonas propias, a cada cual más vibrante, nos pone al Salvador ocho días antes de nacer, casi al alcance de la mano: “Ecce veniet, dice, Ecce jam venit, De Sion veniet, Egredietur Dóminus, Constantes estote”, etc., y con la fiesta, de la Expectación, al menos en España, nos en vuelve anticipadamente en un ambiente de cuna.

Dom. Andrés Azcarate, La flor de la liturgia, pág. 188 y ss.

VI Domingo después de Epifanía

Introito. Salm. 96.7-8.1-

Adorad a Dios sus ángeles todos; oyólo y alborozóse Sión, y regocijáronse las hijas de Judá.  V/.- Reina el Señor, rego­cíjese la tierra; alégrense todas las islas. Gloria al Padre,

Colecta.-

Concédenos, te rogamos, oh Dios omnipotente, que pensando siempre propósitos rectos, cumplamos  de palabra y de obra lo que a ti te agrada. Por nuestro Señor.

Epístola. Tes. 1.2-10.- 

Hermanos: Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo.  Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera.

Gradual. Salm. 101.16-17.-

Los pueblos venerarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra tu gloria. Porque el Señor reedificará Sión y en ella será visto en su majestad.   

Aleluya. Salm 96.1.- Aleluya, aleluya, V/. Reina el Señor; regocíjese la tierra, alégrense todas las islas. Aleluya.

Evangelio. Mat. 13.31-35

En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas». Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa». Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,  para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo..

Ofertorio. Salm. 117.16-17.- 

La diestra  del  Señor  ha obrado proezas, la diestra del Señor me ha ensalzado; no moriré, sino viviré, y pregonaré las obras del Señor.

Secreta.-

Esta oblación, oh Dios, nos purifique, nos renueve, dirija y proteja. Por nuestro Señor.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Señor, no en ­la individualidad de una persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos tam­bién de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distin­ción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a  una voz. Santo…

Comunión. Luc.4.22.- 

Maravillávanse todos de las palabras que salían de la  boca  de Dios.

Poscomunión.-

Alimentados con las delicias celestiales, te regamos, Señor, que siempre apetezcamos este alimento con que verdaderamente vivimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Partes del Oficio Divino

Ya hemos dicho que el Oficio Divino ha sido repartido entre las principales horas del día y de la noche, para santificarlas todas y dedicárselas al Señor. El Oficio nocturno está distribuido en dos: Maitines y Laudes; y en seis el diurno: Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas; todos los cuales convergen hacia la Misa conventual.

1. Maitines.

Es el oficio de la noche, propiamente dicho. Se abre con una introducción o preparación, cuyas pie-zas principales son el Invitatorio (salmo 94) y el Himno. Siguen los Nocturnos, que son tres en los domingos y días festivos, y uno (en el rito monástico, dos) en las ferias y días simples. Se cierra el Oficio con el himno “Te Deum”.

La noche, con su cielo estrellado, la oscuridad y el silencio imponente, invita a la oración y al recogimiento. Es la hora más propicia para orar, pero también es la más apta para las obras tenebrosas. Para Jesucristo, entregado en manos de la soldadesca, fué la noche el preludio de los terribles tormentos de su Pasión. Por lo mismo es éste un espacio de tiempo que la Iglesia debía santificar con un rezo especial. ¡Qué impresionante y evocador es el toque de la campana que en las ciudades y en la soledad anuncia el principio de los Maitines, sea a las doce en punto de la noche, o sea a las dos, a las tres o a las cuatro de la madrugada! ¡A cuántos sorprende en el crimen, cayendo sobre ellos como una divina amenaza! En cambio, ¡qué alentadora y acariciadora voz es para los enfermos y tristes que padecen insomnio!

Cada uno de los Nocturnos se compone de salmos, entrelazados con antífonas, versos, lecturas de la Biblia, sermones y homilías de los Santos Padres, Actas y Leyendas de los Santos, y responsorios. Así resulta éste el oficio más largo y también el más variado e instructivo de todas las Horas Canónicas.

En los días de gran solemnidad constituyen, sobre todo en las catedrales y monasterios, un espectáculo verdaderamente deslumbrador. ¡No es extraño que muchos reyes y altos personajes de la antigüedad asistiesen a ellos como a un delicioso banquete!

2. Laudes.

Es el oficio de la aurora, a la cual saludan con frecuencia los himnos y salmos que se usan. Es la oración por excelencia de la mañana, así para el sacerdote como para los fieles. Consta de salmos y cánticos, con sus correspondientes antífonas, un himno siempre precioso, versículos y oración-colecta.

El amanecer de cada día es para el hombre y para todas las criaturas como un nuevo nacimiento y una nueva creación. Espontáneamente brota en ese momento de toda la naturaleza un himno de júbilo, el himno de la vida loando a su Autor. Tal es el oficio de Laudes, el oficio de la alabanza por antonomasia, en el que por lo mismo dominan los salmos “Laudate”.

3. Prima.

Hasta el siglo V, al oficio de Laudes seguía, a las nueve de la mañana, el de Tercia, y para llenar este tan largo espacio con algún rezo y así impedir que muchos prolongaran el descanso más del tiempo reglamentario, inventaron los monjes la hora de Prima, que, siendo a las seis, coincidía con la distribución y comienzo del trabajo diario. A los salmos, himno y antífona propios de la hora, añadieron más tarde los monjes una serie de preces expresamente compuestas para ofrecer a Dios las obras y trabajos de la nueva jornada, a continuación de cuyo rezo leíase la lista de los Santos del día (Martirologio) y de los difuntos recomendados (Necrologio).

El oficio de Prima tiene bastante de común con el de laudes, en cuanto a saludar la llegada del sol, evocar la resurrección y dedicar a Dios el nuevo día. Para el ofrecimiento de las obras y obtener la protección divina en el transcurso del día, difícilmente se podrá encontrar en devocionario alguno plegarias más apropiadas. Muchos cristianos, la mayor parte quizá, ni éstas ni otras preces recitan al despertar, y se lanzan atolondrados al azar de la vida diaria, tan llena de peligros para el alma como para el cuerpo. ¿Qué sería 118  de ellos sin los Coros que todas las mañanas, en la hora de Prima, tienden sobre el universo la red protectora de la plegaria litúrgica? Gracias a ella se sustraen a los infinitos peligros que se ciernen continuamente sobre sus cabezas.

4. Horas Menores.

Tercia, Sexta y Nona son designadas generalmente con el nombre de Horas Menores, a causa de su brevedad con relación a las demás. Constan, en efecto, de un himno muy corto, tres salmos o divisiones de salmos, antífona, capítulo breve, responso y oración-colecta. Corresponden, respectivamente, a las nueve y doce de la mañana y a las tres de la tarde; si bien hoy día se las adelanta o atrasa, según el rito, para acomodarlas al horario corriente.

En la hora de Tercia efectuóse la bajada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y por eso este oficio renueva diariamente en la Iglesia este acontecimiento memorable. El himno es una fervorosa evocación al Espíritu Santo, para que se digne venir a habitar en las almas, a fin de renovar en ellas los admirables efec-tos del día de Pentecostés. Be las tres, es Tercia la hora más solemne, y por lo general precede inmediata-mente a la Misa conventual.

A la hora de Sexta, o sea, al mediodía, tuvo lugar la Crucifixión del Señor en el monte Calvario, y, probablemente, su gloriosa Ascensión a los cielos. Tales son los recuerdos que evoca este oficio, si bien no se hace a ellos especial alusión. En cambio, alúdese en el himno al sol abrasador del mediodía y al cansancio natural que se siente después de largas horas de trabajo, y pídese a Dios la robustez del cuerpo y el sosiego de las pasiones, y especialmente de la discordia.

A las tres de la tarde, es decir, a la hora de Nona, murió Jesucristo en el madero de la Cruz; y a esa hora empieza ya a declinar el día y a mitigar el sol sus ardores. Por eso el himno de este oficio alude al fin de nuestra existencia, y pide a Dios que, en cambio del sol muriente, haga brillar a nuestros ojos la luz siempre resplandeciente de la gloria eterna.

5. La Misa conventual.

Ordinariamente después de Tercia, y algunos días, según los ritos, después de Sexta o de Nona, los cabildos y comunidades adictas al coro celebran, con mayor o menor solemnidad, la Misa conventual.

En las catedrales que cuentan con los elementos necesarios, y en muchos monasterios benedictinos, la Misa conventual se celebra diariamente con canto, y donde no, por lo menos con asistencia obligatoria de la Comunidad. Los ministros de la Oración oficial, rodeando en este momento el altar del Santo Sacrificio, forman como la escolta de la tierra ante el trono del Rey Universal. A Él los cantos, a Él las miradas, a Él las ansias de todos los corazones. “¡Digno es el Cordero de recibir la gloria y la bendición; a Él sólo el imperio, la gloria y el honor!”.

La Misa conventual, colocada precisamente en este punto central del día litúrgico, concentra todos los homenajes y adoraciones de la tierra, y distribuye entre los mortales el inmenso caudal de los méritos acumulados por Jesucristo en su Pasión. ¡Si los fieles asistiesen con preferencia a esta Misa conventual, participarían más abundantemente de este reparto general de bendiciones y carismas celestiales!

6. Vísperas.

Los piadosos israelitas, a ejemplo del rey David, se reunían por la tarde en el templo de Jerusalén para asistir al Sacrificio vespertino, que consistía en la inmolación de un cordero. Igual que los israelitas, se congregaban al atardecer los primitivos cristianos para ofrecer al Señor el sacrificio de sus alabanzas, y, de tiempo en tiempo, para celebrar el rito llamado Lucernario, consistente en la bendición del fuego, del incienso y de un gran cirio, hecho todo a la luz de numerosas lámparas y antorchas. De aquel “sacrificio” tomaron origen, muy probablemente, nuestras actuales Vísperas.

Las Vísperas corresponden, en el Oficio diurno, a los Laudes del nocturno, y por eso guardan con éstos gran analogía.

En muchas catedrales y monasterios, las Vísperas suelen celebrarse todos los días con solemnidad, y muy a menudo con ministros e incienso. Así dan mejor la impresión de ser ellas realmente el Sacrificio vespertino. En algunos países es costumbre muy arraigada asistir infaliblemente a las Vísperas dominicales, y muchas iglesias, sobre todo las benedictinas de las ciudades, reúnen escogido número de fieles aún en las Vísperas diarias.  

7. Completas.

Este último oficio diurno es, lo mismo que el de Prima, de origen monástico, y posterior a todos los demás. En Occidente fue, indudablemente, el Patriarca San Benito su primer autor. Se instituyó para completar (de ahí su nombre, que también es de San Benito) ese sagrado septenario número de oficios diurnos, de que habla David. Él le dio también la forma primitiva, que es la que siempre usan los benedictinos, y la que sirvió después de base para componer el maravilloso oficio actual del Breviario romano.

Hay en las Completas un remedo de la lectura espiritual de los monjes (la Capitula), una confesión pública de las faltas del día (el Confíteor y sus anexos), una salmodia muy oportuno, un himno para ahuyentar los malos sueños y fantasmas nocturnos, una Capitula, el cántico de Simeón “Nunc dimittis” con una antífona alusiva a la Muerte y Resurrección de Jesucristo y una serie muy expresiva de versículos, a modo de jaculatorias, que terminan con una Oración pidiendo a los Santos Ángeles acudan a velar el sueño, y la bendición del Presidente o Superior.

Sigue una Antífona a la Santísima Virgen (la “Salve”, el “Ave Regina”, el “Alma Redemptoris”, o el “Regina coeli”) con su oración correspondiente y empieza el sagrado silencio nocturno. Ya pueden dormir tranquilos los cristianos bajo la guardia de sus Ángeles tutelares.

Cuando en una parte del mundo termina, con el Oficio de Completas, el día litúrgico, empieza en otra un nuevo día de oraciones y de cánticos en alabanza de Dios y para bendición de los hombres, y así, todos los días, y todas las semanas, y todos los años de la vida son un ininterrumpido concierto de loores y de plegarias.

                        La flor de la Liturgia, Dom Andrés Azcarate, pág. 117 y ss.