Las antífonas O

Entre las Antífonas que, del 18 al 25 de diciembre, resuenan en los Oficios del Adviento, las más solemnes y más célebres son las llamadas “Grandes Antífonas”, o “Antífonas O”, por empezar todas con esa exclamación. Son como las últimas explosiones de las fervientes plegarias de Adviento, y los últimos y más apremiantes llamamientos de la Iglesia al suspirado Mesías.

Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve, y a veces, hasta diez y más; pero desde Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto: Sabiduría, Adonai, Oriente, Rey, Enmanuel (Dios con nosotros). Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas. En las catedrales y monasterios, se entonan cada día un canónigo o un monje distinto, revestido de pluvial y entre ciriales y repiques de campanas.

Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del Prior las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban a las Vísperas de estos días numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de Navidad.

Algún liturgista hace notar que las letras iniciales de estas Antífonas, invertidas, forman un ingenio-so acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia.

Estas son las antifonas O:

17 de diciembre

¡Oh Sabiduría!, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el camino de la prudencia.

18 de diciembre

¡Oh Adonai y Jefe de la casa de Israel!, que te apareciste a Moisés en medio de las llamas de la zarza y le diste la ley en el Sinaí: ven a librarnos con el poder de tu brazo.

19 de diciembre

¡Oh raíz de Jesé!, que te alzas como signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más.

20 de diciembre

¡Oh llave de David y cetro de la casa de Israel!, que abres y nadie cierra, cierras y nadie abre: ven y saca de la cárcel al cautivo que yace en tinieblas y en sombra de muerte.

21 de diciembre

¡Oh Oriente, resplandor de la luz eterna y sol de justicia!: ven y alumbra a los que yacen en tinieblas y sombra de muerte.

22 de diciembre

¡Oh Rey y deseado de las naciones, piedra angular!, que haces de dos pueblos uno solo; ven y salva al hombre que formaste del barro.

23 de diciembre

¡Oh Emmanuel, Rey y legislador nuestro, esperanza y salvación de las naciones!: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.