Ornamentos sagrados

Cuántas veces antes de comenzar la Santa misma, vemos al sacerdote revestirse con “ropas” que no entendemos bien el porqué y el para qué se las coloca.

La pequeña explicación, nos puede ayudar a comprender que el Sacerdote será la figura de Jesucristo, reproduciendo desde aquél instante, los misterios de la Pasión y la muerte del Salvador en el Calvario. A partir de allí, esta Pasión será representada y reproducida de una manera mística en el altar en todo su esplendor.

Por eso, comienza por los Ornamentos Litúrgicos y, antes de revestirse, en privado se lavará las manos (se volverá a lavarse los dedos en la ceremonia propia de la Misa, antes de la consagración)

Dad Señor virtud a mis manos para quitar de ellas toda mancha, de modo que os pueda servir con limpieza de alma y de cuerpo”

El primer ornamento que se coloca es un paño blanco con dos cintas  y lo hace  en dos tiempos: primero sobre la cabeza y luego lo baja a los hombros: esto  se llama: AMITO, que significa el velo sucio con que los soldados vendaron a Jesús a los ojos, dándoles bofetadas y diciéndole: “Adivina ¿quien te dio?”. Mientras hace esto, va diciendo la siguiente oración:

“Señor, poned sobre mi cabeza la defensa de mi salvación, para luchar victorioso contra los embates del demonio”

Luego, se coloca el ALBA, que nos recuerda la vestidura blanca que por escarnio le mandó poner Herodes, tratándole como loco: ¡ay…! Era la Majestad y Sabiduría infinita!. A este acto, reza: “Blanquead, Señor, y limpia mi corazón par que, con la sangre del cordero, disfrute de los gozos eternos”

En tercer lugar,  se ciñe con el CINGULO, que es la figura de las cuerdas con que ataron a Jesús en el huerto de Getsemaní, escoltado por una turba de soldados, sin que el Divino cordero, dijese una palabra.

Continua rezando -mientras va ciñendo su cintura en modo pausado y recogido-: “Ceñidme, Señor, con el cíngulo de la pureza y extinguid en mi cuerpo el fuego de la sensualidad, para que posea siempre la virtud de la continencia y castidad”

Ahora, y siempre con toda la reverencia que tal acto merece, en su brazo izquierdo se coloca el MANÍPULO,  que es figura de la cuerda con que le amarraron a la columna para hacerle sufrir el horrible tormento de la flagelación. Un pedazo de esta insigne reliquia, se encuentra en la Basílica de Santa Práxedes en Roma. Expresa lo siguiente: “Señor, sea yo perecedero de llevar el manípulo de las lágrimas y del dolor, para que recibas con alegría el precio del tormento”

Después, el sacerdote se coloca la ESTOLA. Simboliza la  soga que le echaron a Jesús al cuello, cuando fue con la cruz  a cuestas en la dolorosa Vía Crucis, conducido al Calvario. Simboliza esta estola, la autoridad espiritual y es el emblema de su poder para perdonar los pecados, diciendo al mismo tempo: “Devolvedme, Señor, la estola de la inmortalidad que perdí en la prevaricación de los primeros padres y, que indigno me acerco a vuestro santo misterio, haced que merezca, no obstante, el gozo eterno”.

Finalmente, el sacerdote (que ya es Jesús, en su total representación), se reviste con la CASULLA, figura de aquel manto de púrpura que pusieron a Cristo para escarnecerle como a rey de burlas  colocándole también,  a fuerza de palos en su cabeza, la corona de espinas que hicieron penetrar de tal manera, que toda su sangre corría por su bello rostro desfigurándolo.

El color de la misma, va en correspondencia con la fiesta que se celebra. También tienen –algunas- la particularidad de tener bordada una gran cruz, que es la misma que Jesús cargaba sobre su espalada. La misma que le ayudo a cargar el Cireneo en el camino hacia el Monte Calvario, la misma que tocó su Santa Madre a los pies de la Cruz, la misma que encontró Santa Elena…

“Señor, que dijisteis mi yugo es suave y mi carga ligera, haced que de tal modo sepa yo llevarla que alcance vuestra gracia. Amen

Avivamos nuestra Fe, que está ya por comenzar el gran sacrificio, acompañemos a su Santísima Madre, en el camino, procuremos tener la misma devoción y atención, y estar con el mismo respeto y veneración que hubiéramos deseado tener, si nos hubiésemos hallado en el calvario presenciando la crucifixión de Jesús, nuestro Salvador.

Ahora, con pasos muy pausados, con la cabeza hacia el suelo, va acercándose al altar……