Los sacramentales. Parte tercera

Visita de enfermos.—

Después de los ritos de la Extremaunción, pone el Ritual todo un capitulo muy hermoso acerca de la visita y del cuidado de los enfermos. Precede una introducción muy cariñosa y prudente para el párroco. Conviene que sepan los fieles que este tiene de la Iglesia orden de mirar como uno de sus principales cuidados la visita a los enfermos de su parroquia. Debe exhortar a sus parroquianos a que le llamen cuando alguno se ponga enfermo, y  en fin no esperar a que le llamen, sino ir el de suyo en cuanto sepa que esta alguno en cama. Esta idea deberían tener todos los fieles, en general, de todo sacerdote, pero principalmente de su párroco, que es el padre de todos sus parroquianos, v que tiene cierto derecho a entrar en sus casas siempre que las necesidades espirituales lo aconsejen. Claro que si no va muchas veces es por prudencia, o por temor de ser rechazado antes de preparar los ánimos. Pero nuestra puerta siempre debe estar abierta al párroco. El párroco no es un extraño; el párroco es el hermano, el amigo, el padre de la familia cristiana, y !que consejos mas prudentes le sugiere el Ritual acerca de lo que ha de hacer con los enfermos!

Bendición del enfermo.

Es muy digna de notarse, y convendría que se renovase su uso con mas frecuencia, la bendición que la Iglesia concede a los sacerdotes para todo enfermo. No es obligatoria; déjalo el Ritual a la prudencia del sacerdote. Cuando se da esta bendición se da de esta manera: Entrando el sacerdote en el cuarto del enfermo, dice: “Paz a esta casa y a todos sus moradores”. Rocía después con agua bendita al enfermo y su lecho, recitando la acostumbrada antífona Asperges…, y rezado un Padrenuestro, dice: “Salva a tu siervo, oh Dios mio, que espera en Ti. Envíale, Señor, auxilio de tu santuario, y desde Sión defiéndele. Nada pueda en él el enemigo, y el hijo de iniquidad no logre hacerle daño. Se para él, Señor, torre de fortaleza, delante del enemigo. El Señor le de su auxilio sobre el lecho de su dolor. Oremos. Oh Dios, defensa singular de la enfermedad humana: muestra sobre tu siervo enfermo la virtud de tu auxilio para que merezca, ayudado del favor de tu misericordia, volverse a presentar incólume en tu Santa Iglesia. Te rogamos, Señor Dios, que concedas a este tu siervo gozar de perpetua salud del alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, librarse de la presente tristeza y gozar de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor. Amen”. Y en seguida le da la bendición, y le rocía con agua bendita. Y como puede suceder que la enfermedad siga mucho tiempo, y que el sacerdote tenga ocasión de estar largos ratos con el enfermo, le pone varios salmos, lecturas y preciosas oraciones que pueda decir el sacerdote segun su prudencia.

Para la buena muerte.

Y como al acercarse la muerte debe ser mayor el cuidado, también el Ritual da al sacerdote nuevos consejos para este trance; le concede facultad de aplicar a todos la bendición apostólica y la indulgencia plenaria, lo cual conviene lo sepan todos los fieles, para pedirla, caso de que no se acuerden los sacerdotes, y para recibirla bien, caso de que ellos se acuerden, como suele suceder.

La recomendación del alma.

Y viene, en fin, la preciosa recomendación del alma. Es, sin duda, lo mejor y mas propio que, cuando se acerca este trance, se llame al párroco o a algún sacerdote, para que en nombre de la Iglesia le rece la recomendación. Pero muchas veces esto no es fácil, o no es posible. En cuyo caso uno de la familia puede rezarle conforme esta ya en varios devocionarios, entre otros en nuestro Devocionario Completo, que tiene en la primera parte El Caballero Cristiano, y luego en la segunda añade otras devociones, y entre ellas esta.

El crucifijo.

Es de notar que en este trance el Ritual aconsejaal sacerdote (y lo mismo han de hacer los amigos o parientes, si no hay sacerdote) que de a besar al enfermo la imagen del Crucifijo, animándole con palabras eficaces a tener esperanza de la vida eterna y que ponga esta imagen delante de el, para que, viéndola, tenga esperanza de su salvación. Igualmente, al rezar la recomendación, aconseja que se encienda la candela. Todas estas acciones de los Sacramentales, hechas por los ministros de la Iglesia, tienen mayor valor ante Dios, no por los meritos del sacerdote, sino porque el sacerdote, delegado por la Iglesia para obrar ministerialmente en su nombre, tiene ante Dios todo el peso que le da la autoridad y santidad de la Santa Iglesia.

Y por eso deberían los fieles valerse mas en todo de los sacerdotes puestos para estos ministerios por la autoridad de Dios. Pero cuando no estén los sacerdotes presentes, algunas cosas como la recomendación del alma la pueden hacer aun los seglares a falta del ministro. Para lo cual convendría que antes de llegar el caso las conociésemos como lo podemos hacer en algunos buenos y sólidos devocionarios. Esto supone que todo cristiano tiene de antemano su crucifijo y aun su candela para esta hora. Es costumbre en varios sitios recoger algún cabo de las que medio se consumieron en la función de Jueves Santo o en otras solemnidades, y guardarlo para el primer caso de muerte que sobrevenga.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.