El Purgatorio

Qué es el purgatorio.—

Elpurgatorio es, según dice Astete, el lugar adonde van las almas de los que mueren en gracia de Dios, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados, para ser allí purificadas non terribles tormentos.

Dos modos de considerar el purgatorio.

El purgatorio puede considerarse o como un estado del alma que es purificada, o como un lugar y sitio destinado a estas purificaciones de las almas. El purgatorio, como estado, es una verdad de fe. Es decir, que es dogma de fe que hay un estado de las almas intermedio entre esta vida y el paraíso de la gloria. Siempre lo han creído así la Iglesia y sus Santos Padres. Tanto, que el mismo Calvino, que negaba la existencia del purgatorio, confesaba que, hasta venir los protestantes, todos los Padres y Doctores de la Iglesia por espacio de mil seiscientos años lo habían así creído. Aunque decía queestaban engañados. Estupenda presunción. La Iglesia ha creído siempre que, además de almas dichosas y condenadas, hay otras ni condenadas ni bienaventuradas; que estas sufrían y necesitaban de consuelo, auxilios, sufragios…; que la causa de estar así eran los pecados cometidos en esta vida; que tales almas irían por fin a la gloria mas o menos pronto, según la deuda y según nuestros sufragios. Esto es purgatorio.

Penas del purgatorio.

Semejante al infierno, se padecen allí dos clases de penas. Una de daño y otra de sentido.

Pena de daño.

Es carecer de la vista de Dios; no entrar en la gloria. No padecen esto eternamente como en el infierno; pero si temporalmente. Y es pena muy grande por el gran deseo que tienen de ver a Dios. Se puede comparar su estado al de un prisionero, al de un desterrado, al de un huérfano o desamparado. Y por lo que estos sufren se ve lo que sufrirán los del purgatorio en mucho mayor grado.

Pena de sentido.—

Además padecen alguna pena de sentido, es decir, algunas aflicciones positivas y semejantes a los dolores sensibles que aquí padecemos. No es fácil determinar de que clase son estas penas, ni siquiera si son de una o varias. Parece que las hay de varias clases, y aunque no es de fe, es persuasión de los Doctores en general que una de estas penas es de fuego, que, según algunos, no se diferencia en calidad del fuego del infierno.

Intensidad de las penas del purgatorio.

No se puede asegurar cuanta sea. Todos los Doctores están conformes en asegurar que en el purgatorio hay penas gravísimas, penas más graves que todas las de esta vida. Conocidas son las ponderaciones de los Santos Padres. “Este fuego—dice San Agustín—supera cuantas penas el hombre padece en esta vida y cuantas puede padecer”. “Pienso —escribía San Gregorio—que aquel fuego transitorio es mas intolerable que todas las tribulaciones de este mundo”. Y San Cesáreo Arelatense decía: “Dirá alguno: no me importa detenerme algo en el purgatorio, con tal que al fin salga para la vida eterna. Hermanos carísimos, no digáis eso; porque ese fuego del purgatorio será mas duro que cuantas penas se pueden ver, sentir o pensar”.

Estas y otras no menos temerosas sentencias de los Santos Padres dan idea del gravísimo estado de las ánimas del purgatorio, por lo menos de las que están sentenciadas a la pena del fuego, que, según la generalidad de los Doctores, es la pena principal del purgatorio.

¿Padecen todos en el purgatorio el fuego?

Creen muchos Doctores, y con bastante fundamento, que no todas las almas del purgatorio están sujetas precisamente a la pena del fuego; sino a otras de las varias que la justicia de Dios, con su sabiduría, puede decretar. Y disputan sobre la intensidad de estas penas. Muchos dicen que todas cuantas penas hay en el purgatorio son tan graves, que la menor de ellas es más dolorosa que la mayor que hay en el mundo. Otros, aunque conceden que las mayores del purgatorio son más graves que las más graves de este mundo, sin embargo, creen que hay otras muchas inferiores a los grandes dolores de esta vida.

Ciertamente, no entendemos nosotros Ja importancia del pecado venial, y por eso no podemos juzgar bien de los castigos que merece; pero tampoco se puede negar que hay almas que sirven a Dios con muchísimo esmero, apenas faltan en nada y se purifican con muchas obras de penitencia; las cuales, sin embargo, es posible que tengan algo de que purificarse antes de entrar allá donde no se sufre ninguna macula. Ahora bien; de estas almas se hace difícil pensar que Dios Nuestro Señor las atormente con penas mayores que las mayores de este mundo, sabiendo como sabemos que la misericordia divina se excede siempre en remunerar y se queda corta en el castigar.

Además, de no pocas revelaciones parece deducirse con fundamento, que algunas almas tienen un purgatorio muy suave; y en particular los Doctores aducen siempre con respeto una visión de que habla San Beda el Venerable, en la que aparecen algunos en el purgatorio con vestiduras blancas y resplandecientes, y en un sitio lucido y ameno.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.