Tercer domingo después de Pentecostes

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm.24. 16-18.1-2.- 

Mírame, Señor, y ten compasión de mi, porque estoy solo y soy pobre. Mira mi bajeza y mis trabajos, y perdona todos mis pecados, Dios mío. Salmo.  A ti, Señor, levanto mi alma. Dios mío, en ti confió; no quede yo confuso. V/. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.

Colecta.- 

Oh Dios!  Protector de los que en ti esperan, y sin el cual nada tiene valor, nada es santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que, siendo tú nuestro pastor  y nuestro guía, pasemos por los bienes temporales de modo que no perdamos los eternos. Por nuestro Señor.

Epístola. 1 Pdr.5,6-11.-

Carísimos: Humillaos bajo la mano poderosa de Dios para que os ensalce a su hora. Descargad en él todos vuestros cuidados, pues él mira por vosotros. Sed sobrios y velad, porque vuestro enemigo, el diablo, gira como león rugiente en torno vuestro, buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que la misma tribulación padecen vuestros hermanos por el mundo. Dios,  dador de toda gracia, que nos ha llamado a su eterna gloria por Jesucristo, después de corta prueba, él mismo os perfeccionará, fortalecerá y afianzará en el bien. A él, pues, sea dada la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.  Amén.

Gradual. Salm.54,23,17,19.

Pon tu suerte en manos del Señor, y él te sustentará.  V/. Yo clamo a Dios; el es ­mi voz y me libra de los que marchan contra mi.

Aleluya. Salm.7.12.- Aleluya, aleluya. V/. Dios es juez íntegro y lento para la cólera. ¿Por ventura andará siempre airado?  Aleluya.

Evangelio. Luc.15,1-10.- 

En aquel tiempo: Se acercaban a Jesús los publicanos y pecadores para oírle. Lo cual censuraban los fariseos y los escribas, diciendo Éste recibe a los pecadores y come con ellos. Mas Jesús propúsoles esta parábola ¿Quién hay entre vosotros que, teniendo cien ovejas y habiendo perdido una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se había perdido hasta encontrarla Y. en hallándola, la pone sobre sus hombros muy gozoso y, en llegando a su casa, llama a sus amigos vecinos, y les dice: Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja, Que se había perdido. Os digo, que así también habrá más gozo en el cielo por un pecador que haga penitencia, que por noventa y nueve justos que no han de ella menester. O ¿qué mujer, teniendo diez, si pierde una, no enciende la lámpara y barre la casa, y lo registra todo hasta dar con ella? Y en hallándola, convoca a sus amigas y vecinas y dice: Regocijaos conmigo porque he hallado la dracma que había perdido. Así os digo que habrá gran alborozo entre los ángeles de Dios por un pecador que haga penitencia. 

Ofertorio. Sal.9.11-3.-

Esperen en ti cuantos conocen tu nombre, Señor, porque no abandonas a los que te buscan: Cantad al Se­ñor, que mora en Sión, por que no olvida la oración de los pobres.

Secreta.-

Mira, Señor, los dones de la Iglesia suplicante; Y haz que los reciban los fieles para su salud y perpetua san­tificación. Por nuestro Señor .Jesucristo.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, om­nipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en  la individualidad de una sola persona; sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción, De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

Comunión. Luc. 15.10.-

Yo os digo que habrá gran alborozo entre los ángeles de Dios por un pecador que haga penitencia.

Poscomunión.-

Señor, que tus santos misterios nos den vida, laven nuestras culpas, y nos vayan disponiendo a recibir las eternas misericordias. Por N. S.

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN LATÍN

Dominica Tertia post Pentecosten  II Classis

Introitus: Ps. xxiv: 16 et 18

Respice in me, et miserére mei, Dómine: quóniam únicus, et pauper sum ego: vide humilitátem meam, et labórem meum: et dimítte ómnia peccáta mea, Deus meus. [Ps. ibid., 1-2]. Ad te Dómine, levávi ánimam meam: Deus meus, in te confído, non erubéscam. [V.] Glória Patri. Respice.

 Oratio:

Protéctor in te sperántium, Deus, sine quo nihil est válidum, nihil sanctum: multíplica super nos misericórdiam tuam; ut, te rectóre, te duce, sic transeámus per bona temporália, ut non amittámus ætérna. Per Dóminum.

1 Petri. v: 6-11

Léctio Epístolæ beáti Petri Apóstoli.

Caríssimi: Humiliámini sub poténti manu Dei, ut vos exáltet in témpore visitatiónis: omnem sollicitúdinem vestram projiciéntes in eum, quóniam ipsi cura est de vobis. Sóbrii estóte, et vigiláte: quia adversárius vester diábolus tamquam leo rúgiens círcuit, quærens quem dévoret: cui resístite fortes in fide: sciéntes eámdem passiónum ei, quæ in mundo est, vestræ fraternitáti fieri. Deus autem omnis grátiæ, qui vocávit nos in ætérnam suam glóriam in Christo Jesu, módicum passos ipse perfíciet, confirmábit, solidabítque. Ipsi glória, et impérium in sǽcula sæculórum. Amen.

Graduale Ps. liv: 23, 17, et 19

Jacta cogitátum tuum in Dómino: et ipse te enútriet. V. Dum clamárem ad Dóminum, exaudívit vocem meam ab his, qui appropínquant mihi.

Allelúja, allelúja. [Ps. vii: 12] Deus judex justus, fortis et pátiens, numquid iráscitur per singulos dies? Allelúja.

Luc. xv: 1-10

+  Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam

In illo témpore: Erant appropinquántes ad Jesum publicáni et peccatóres, ut audírent illum. Et murmurábant pharisǽi et scribæ, dicéntes: «Quia hic peccatóres récipit, et mandúcat cum illis.» Et ait ad illos parábolam istam, dicens: «Quis ex vobis homo, qui habet centum oves: et si perdíderit unam ex illis, nonne dimíttit nonagintanóvem in desérto, et vadit ad illam, quæ períerat, donec invéniat eam? Et cum invénerit eam, inpónit in húmeros suos gaudens: et véniens domum cónvocat amícos et vicínos, dicens illis: “Congratulámini mihi, quia invéni ovem meam, quæ períerat”? Dico vobis quod ita gaudium erit in cælo super uno peccatóre pæniténtiam agénte, quam super nonagintanóvem justis qui non índigent pæniténtia. Aut quæ múlier habens drachmas decem, si perdíderit drachmam unam, nonne accéndit lucérnam, et evérrit domum et quærit diligénter, donec invéniat? Et cum invénerit cónvocat amícas et vicínas dicens: “Congratulámini mihi, quia invéni drachmam quam perdíderam”? Ita dico vobis: gáudium erit coram Angelis Dei super uno peccatóre pæniténtiam agénte.»

Offertorium: Ps. ix: 11, 12, et 13.

Sperent in te omnes, qui novérunt nomen tuum, Dómine: quóniam non derelínquis quæréntes te: psállite Dómino, qui hábitat in Sion: quóniam non est oblítus oratiónem páuperum.

Secreta:

Respice, Dómine, múnera suplicántis Ecclésiæ: et salúti credéntium perpétua sanctificatióne suménda concéde. Per Dóminum.

 Communio: Luc. xv: 10

Dico vobis: gáudium est Angelis Dei super uno peccatóre pæniténtiam agénte.

 Postcommunio:

Sancta tua nos, Dómine sumpta vivíficent: et misericórdiæ sempitérnæ prǽparent expiátos. Per Dóminum.

DEL TOMO 4 DEL AÑO CRISTIANO DE DOM GUERANGER.

La Misa de este día es la del tercer Domingo después de Pentecostés que se halla íntimamente relacionada con las fiestas que hemos celebrado. Los últimos decretos romanos la han asignado al Domingo infraoctava del Sagrado Corazón; como segunda colecta se dice la de la fiesta. Será fácil demostrar la adaptación fiel y natural de los textos de esta Misa del III Domingo después de Pentecostés a la Octava de la fiesta , del Corazón sacratísimo de Jesús, de suerte que parecen estar compuestos para ella.

El alma fiel ha visto el desarrollo sucesivo de los Misterios del Salvador en la Liturgia. El Espíritu Santo ha descendido para sostenerla en esta otra etapa de la carrera, donde sólo se desarrollará la fecunda simplicidad de la vida cristiana. La instruye y la forma en las prescripciones del Maestro divino que ascendió a los cielos. Y lo primero la enseña a orar, porque la oración, decía el Señor, es obra de todos los días y de todos los instantes, y con todo eso, no sabemos qué es lo que hemos de pedir, ni cómo debemos hacerlo. Pero lo sabe quien nos ayuda en nuestra indigencia, y el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos inenarrables.

En el Introito y en toda la Misa del Domingo infraoctava del Sagrado Corazón, se respira, pues, este aroma de oración, apoyada sobre el humilde arrepentimiento de las faltas pasadas, y de confianza en la misericordia infinita.

EPISTOLA: LAS PRUEBAS Y SU MÉRITO. —

Las miserias de esta vida son las pruebas a que Dios somete a sus soldados para juzgarlos y clasificarlos en la otra según sus méritos. Todos, pues, en este mundo tienen su parte en el sufrimiento. El concurso está abierto, trabado el combate; el Arbitro de los juegos examina y compara; pronto dará su sentencia sobre los méritos de los di versos combatientes y los llamará, del ardor de la arena, al reposo del trono en que se sienta El mismo. ¡Felices entonces aquellos que, viendo en la prueba la mano de Dios, se sometieron a esta mano poderosa con amor y confianza! Nada habrá podido contra estas almas fuertes en la fe el rugiente león. Sobrias y vigilantes en esta etapa de su peregrinación, sin reparar en su papel de victimas, sabedoras de que todo se halla sometido al dolor en este mundo, unieron alegremente sus padecimientos a los de Cristo, y saltarán de gozo en la manifestación eterna de su gloria, que será su herencia eternamente.

EVANGELIO: EL PRECIO DE LAS ALMAS. —

Esta parábola de la oveja devuelta al redil en hombros del Pastor,- era muy querida de los primeros cristianos; se la encuentra representada por todas partes en los monumentos de los primeros siglos. Nos recuerda a Nuestro Señor Jesucristo, que no ha mucho; entró triunfante en los cielos, llevando consigo a la humanidad perdida y reconquistada. «Porque,» ¿quién es el Pastor de nuestra parábola, exclama, San Ambrosio, sino Cristo que te lleva en su cuerpo, y ha cargado con tus pecados? Esta oveja es una en su género, no en el número. ¡Pastor afortunado, de cuyo rebaño formamos nosotros la centésima parte! Porque se halla compuesto de Angeles, Arcángeles, Dominaciones, Potestades, Tronos, etc., etc., innumerables rebaños que ha dejado en los montes para ir en busca de la oveja descarriada.'»

La parábola de la dracma perdida y vuelta a encontrar, expone, en forma más familiar aún, y de un modo festivo, esta misma doctrina, que es verdaderamente el centro de la enseñanza del Salvador. Por los pecadores se encarnó el Verbo y quisotomar un corazón de carne para testimoniarles su amor, y quiso también que se supiere que una de sus mayores glorias es encontrar un alma perdida; sus amigos del cielo participan de esta gloria, quiere que todos la experimenten. Nosotros también, sobre la tierra, tenemos derecho a esta participación. ¿Cómo podrían permanecer indiferentes a este bien, aquellos que aman al Sagrado Corazón y se unen íntimamente a todos sus sentimientos? Pero, reconcentrándonos en nosotros mismos, debemos añadir a la alegría y alabanza que hace renacer, un sentimiento de profunda gratitud, diciendo con San Juan Eudes: «¡Qué te devolveré, oh mi Salvador, y qué haré por tu amor, a Ti que me has librado de caer en los profundos abismos del infierno, tantas veces como yo me he expuesto con mis pecados, o que hubiera caído, si tu bondadosísimo Corazón no me hubiera preservado!».