XIII Domingo después de Pentecostés

Jesus Healing the Leper, 1864 (oil on canvas) by Doze, Jean-Marie Melchior (1827-1913) oil on canvas 105×135 Musee des Beaux-Arts.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen.

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 73, 19-23,1.- 

Acuérdate, Señor, de tu pacto y no olvides por siempre la vida de tus pobres. Levántate, Señor, y defiende tu causa, no olvides las voces de los que te buscan. Salmo.- ¡Oh Dios!, ¿por qué nos has desechado para siempre, y se ha enojado tu furor contra las ovejas que apacientas? V/. Gloria al Padre, y al Hijo.

Colecta.-

Oh Dios todopoderoso y eterno!, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad; y para que merezcamos conseguir los bienes que nos prometes, haznos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen

Te pedimos, Señor, que des a tus siervos el don de la gracia celestial; a fin de que los que hemos recibido las primicias de la salvación en el parto de la Virgen Santa; merezcamos un aumento de paz en la solemnidad de su Natividad. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Epistola. Gál. 3.16-22.-

Hermanos: Las promesas se hicieron a Abraham y a su descendencia. No se dice: «Y a los descendientes», cual si se tratase de muchos, sino «y a tu descendencia», como si no hubiese más que uno, el cual es Cristo. Esto significa que un contrato hecho por Dios en debida forma, no lo abroga la Ley, que fue hecha cuatrocientos treinta años después, ni anula la promesa. Porque si la herencia se nos da por la Ley, ya no es por la promesa. Pero Dios por medio de la promesa hizo la donación a Abraham. ¿Para qué, pues, la Ley? Púsose en vista de las transgresiones hasta que viniese el descendiente a quien se había hecho la promesa. Ella ha sido promulgada por ángeles por medio de un mediador. Mas el mediador no es de uno solo, y Dios es solo. ¿Luego la Ley es contra las promesas de Dios? No. Si la Ley pudiese dar la vida, la justificación vendría verdaderamente de la Ley. Mas la Escritura todo lo dejó sujeto el pecado, para que la pro­mesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo.

Gradual. Salm.73.20,19,22.-

Recuerda, Señor, tu alianza y no olvides para siempre las vidas de tus pobres. V/ Levántate Señor, y defiende tu causa: acuérdate del ultraje que se ha hecho a tus siervos.

Aleluya. Salm. 89.1.- Aleluya, aleluya. V/ Señor, tu has sido nuestro refugio de generación en generación. Aleluya.

Evangelio. Luc. 17.11-19.-

En aquel tiempo: Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba por medio de Samaria y de Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron diez leprosos, los cuales se pararon lejos y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, apiádate de nosotros. El, al verlos, dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, quedaron sanos. Y uno de ellos, cuando vio que había quedado limpio, volvió glorificando a Dios a grandes voces, y se postró en tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Era samaritano. Dijo entonces Jesús: ¿Pero no son diez los curados? ¿y los otros nueve, dónde están ? No ha habido quien volviese a dar gloria a Dios, sino este extranjero. Y le dijo: Levántate, vete, porque tu fe te ha salvado.

Ofertorio. Salm. 30.15-16.-

En ti Señor, he puesto mi esperanza; dije: Mi Dios eres tú, en tus manos están mis días.

Secreta.- 

Mira, Señor, propicio a tu pueblo y acepta sus dones; para que, aplacado con esta oblación, nos concedas el perdón y cuanto te pedimos. Por nuestro Señor.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen

Señor, que la humanidad de tu Unigénito nos socorra; y así como naciendo de la Virgen Madre no mermó su Virginidad; sino que la hizo más pura; de la misma manera, purificándonos de nuestras culpas en la solemnidad de su Natividad, te haga aceptable nuestra ofrenda, Jesucristo, Señor nuestro. Que contigo.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

Comunión.- 

Nos diste, Señor, pan del cielo, que encierra en sí todo deleite y todo sabor de suavidad.

Poscomunión.-

Recibidos, Señor, los sacramentos celestiales, sír­vannos de auxilio para adelantar en el camino de la salvación. Por nuestro Señor.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen.-

Habiendo recibido, los sacramentos en la celebración de esta solemnidad anual; haz, Señor, que sean remedio  para vida presente y futura. Por Nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Introitus: Ps.lxxiii: 20, 19, et 23

Respice, Dómine, in testaméntum tuum, et ánimas páuperum tuórum ne derelínquas in finem: exsúrge, Dómine, et júdica causum tuam, et ne obliviscáris voces quæréntium te. [Ps. ibid., 1] Ut quid, Deus, repulísti in finem: irátus est furor super oves páscuæ tuæ? Gloria Patri Respice.

Collect:

Omnípotens, sempitérne Deus, da nobis fidei, spei, et caritátis augméntum: et, ut mereámur ássequi quod promíttis, fac nos amáre quod prǽcipis. Per Dóm.

Commemoratio Nativitate Beatæ Mariæ Virginis

Fámulis tuis, quǽsumus, Dómine, coeléstis grátiæ munus impertíre: ut, quibus beátæ Vírginis partus éxstitit salútis exórdium; Nativitátis eius votíva sollémnitas pacis tríbuat increméntum.
Per Dominum

Ad Gal. iii: 16-23

Lectio Epístolæ beati Pauli Apóstoli ad Gálatas.

Fratres: Abrahæ dictæ sunt promissiónes, et sémini ejus. Non dicit: «et semínibus,» quasi in multis, sed quasi in uno: Et sémini tuo, qui est Christus. Hoc autem dico: testaméntum confirmátum a Deo, quæ post quadringéntos et trigínta annos facta est lex, non írritam facit ad evacuándam promissiónem. Nam si ex lege hereditas, iam non ex promissióne. Abrahæ autem per repromissiónem donavit Deus. Quid igitur lex? Propter transgressiones posita est donec veniret semen, cui promiserat ordináta per Angelos in manu mediatoris. Mediator autem unius non est: Deus autem unus est. Lex ergo adversus promissa Dei? Absit! Si enim data esset lex, quæ posset vivificáre, vere ex lege esset iustitia. Sed conclusit Scriptura ómnia sub peccato, ut promíssio ex fide Iesu Christi darétur credéntibus.

Graduale Ps. lxx: 20, 19, et 23

Respice, Dómine, in testaméntum tuum, et ánimas páuperum tuórum ne obliviscáris in finem: v. Exsúrge, Dómine, et júdica causum tuam: memor esto oppróbrii servórum tuórum.
Alleluia, alleluia. [Ps. lxxxix] Dómine, refúgium factus es nobis a generatióne, et progénie. Alleluia.

 Luc. xvii: 11-19

+  Sequentia sancti Evangelii secundum Lucam.

In illo tempore: Dum iret Jesus in Jerúsalem, transíbat per médiam Samaríam et Galilǽam. Et cum ingrederétur quoddam castéllum occurrérunt ei decem viri leprósi, qui stetérunt a longe; et levavérunt vocem dicéntes: «Jesu, præcéptor, miserére nostri.» Quos ut vidit, dixit: «Ite, osténdite vos sacerdótibus.» Et factum est, dum irent, mundáti sunt. Unus autem ex illis, ut vidit quia mundátus est, regréssus est cum magna voce magníficans Deum, et cécidit in fáciem ante pedes eius, grátias agens: et hic erat Samaritánus. Respóndens autem Jesus, dixit: «Nonne decem mundáti sunt? et novem ubi sunt? Non est invéntus qui redíret, et daret glóriam Deo, nisi hic alienígena?» Et ait illi: «Surge, vade, quia fides tua te salvum fecit.»

Offertorium: Ps. xxx: 15-16.

In te sperávi, Dómine; dixi: Tu es Deus meus, in mánibus tuis témpora mea.

Secreta:

Propitáre Dómine, pópulo tuo, propitiáre munéribus: ut hac oblatióne placátus, et indulgéntiam nobis tríbuas, et postuláta concédas. Per Dóminum.

Commemoratio Nativitate Beatæ Mariæ Virginis

Unigéniti tui, Dómine, nobis succúrrat humánitas: ut, qui natus de Vírgine, matris integritátem non mínuit, sed sacrávit; in Nativitátis eius sollémniis, nostris nos piáculis éxuens, oblatiónem nostram tibi fáciat accéptam Iesus Christus, Dóminus noster:
Qui tecum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte.

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Sap. xvi: 20

Panem de cælo dedísti nobis, Dómine, habéntem omne delectaméntum, et omnem sapórem suavitátis.

Postcommunio:

Sumptis, Dómine, cæléstibus sacraméntis: ad redemptiónis ætérnæ, quǽsumus, proficiámus augméntum. Per Dóminum.

Commemoratio Nativitate Beatæ Mariæ Virginis

Súmpsimus, Dómine, celebritátis ánnuæ votiva sacraménta: præsta, quǽsumus; ut et temporális vitæ nobis remédia prǽbeant et ætérnæ. Per Dóminum.

HOMILIA DE SAN AGUSTIN, OBISPO.

Lib. 2, quest. sobre los Evang., cap. 40.

Acerca de los diez leprosos que el Señor curó, diciéndoles: “Id, mostraos a los sacerdotes”, puede uno preguntarse por que habiéndoles enviado el a los sacerdotes, quiso que quedasen curados en el camino. Con excepción de los leprosos, no vemos que enviase jamás a los sacerdotes a ninguno de los que le debieran la curación corporal. Porque también había limpiado de la lepra a aquel a quien dijo: “Anda, preséntate a los sacerdotes y ofrece por ti el sacrificio que ordeno Moisés, para que les sirva de testimonio”.

Preciso es, pues, investigar lo que significa en si la lepra. El Evangelio no dice de los que de ella fueron libertados, que fueran curados, sino purificados; es que, en efecto, la lepra altera el color de la piel sin privar ordinariamente de la salud o de la integridad de los sentidos y de los miembros.

A si pues, no sin razón pueden considerarse leprosos, aquellos que, privados de la ciencia de la verdadera fe, profesan las doctrinas variadas y cambiantes del error. Porque no ocultan su ignorancia, sino que la manifiestan a la luz del día, como si fuera una ciencia superior, y la exponen en discursos llenos de jactancia. Ahora bien, no hay falsa doctrina que no contenga alguna mezcla de verdad. Pues esa mezcla confusa de verdades y errores que se puede observar en una misma controversia o relación humana, como matices diversos en la coloración del mismo cuerpo, es representada por la lepra, que macula por modo desigual los cuerpos humanos como tintes de verdaderos y falsos colores. A Iglesia, de tal manera debe de apartar de si esta especie de leprosos que, a ser posible, al verse apartados por ella de los demás, se sientan movidos a llamar con grandes voces a Jesucristo, como aquellos diez leprosos “que manteniéndose alejados de el, le gritaron, diciendo: Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros”.

El mismo nombre de “Maestro”, que no consta lo hubiese dado al Señor ningún otro de los que le pidieron la salud corporal, demuestra suficientemente que la lepra es figura de la falsa doctrina, de cuya mancha corresponde solo a un buen maestro el purificarnos.