Meditaciones I. San Alfonso Maria de Ligorio

Estas tres nuevas meditaciones de San Alfonso María de Ligorio, nos enseñan a valorar la misericordia Divina pero también a no abusar de las gracias que Dios nos da, a no diferir la conversión. Lo único importante, en esta vida, es salvar el alma con la ayuda de Nuestra Madre Santísima.

¿Cómo es la misericordia de Dios? Descubrelo aquí:

No debemos abusar de la misericordia de Dios. Meditémoslo con seriedad:

Nuestra Madre la Virgen Santísima nos protege. Acudamos mucho a ella:

Catecismo de Trento. 1ª parte

LA FE Y EL CREDO

INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO

Naturaleza y necesidad de la fe

Fe es la virtud por la que asentimos firmemente a las verdades que Dios ha revelado. Esta fe es un conocimiento: • necesario para alcanzar la salvación (Heb. 11 6.), ya que el fin que Dios ha designado al hombre para su felicidad supera la agudeza de su inteligencia, y por eso le era necesario recibir de Dios este conocimiento; • firme, de modo que ninguna duda pueden tener los fieles de las cosas reveladas por Dios.

Qué es el Credo

El Credo es la fórmula de fe cristiana compuesta por los Apóstoles para que todos los cristianos piensen y confiesen la misma creencia. Lo primero, pues, que deben creer los cristianos, son aquellas cosas que los Apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, pusieron distintamente en los doce artículos del Credo. Los Apóstoles llamaron «Símbolo» a esta profesión de fe porque servía de señal y contraseña con que se reconocían los verdaderos cristianos y se distinguían de los falsos hermanos introducidos furtivamente y que adulteraban el Evangelio. El Credo nos enseña lo que como fundamento y suma de la verdad debe creerse: • sobre la unidad de la divina esencia; • sobre la distinción de las tres Personas; • sobre las operaciones que a cada una de ellas se atribuye por alguna razón particular, a saber: la obra de la Creación a la persona de Dios Padre, la obra de la Redención humana a la persona de Dios Hijo, y la obra de la Santificación a la persona de Dios Espíritu Santo. Todo ello nos lo enseña en doce sentencias o «artículos», entendiendo por artículo cada uno de los puntos que debemos creer distinta y separadamente de otro.

CAPÍTULO I

DE LOS 12 ARTÍCULOS DEL SÍMBOLO

I. Qué contiene el Símbolo.

22. Muchas son las verdades que la religión cristiana propone a los fieles para creerlas, y de las cuales deben tener fe cierta e indubitable o en general o en particular, mas aquellas, primera y necesariamente, deben todos creer que como fundamento y compendio de la verdad nos enseñó el mismo Dios acerca de la unidad de la divina esencia, de la distinción de las tres Personas y de las acciones que se atribuyen a cada una de ellas por alguna razón particular. Enseñará, pues, el Párroco que la doctrina de tan alto misterio está brevemente comprendida en el Símbolo de los Apóstoles.

II. Partes de que consta el Símbolo.

23. Según observaron nuestros mayores que con toda piedad y diligencia se ocuparon de este estudio, de tal manera está distribuido el Símbolo en tres partes, que en la primera se trata de la primera Persona, de la naturaleza divina y la obra maravillosa de la creación; en la segunda de la segunda Persona, y del misterio inefable de la redención humana; y en la tercera, de la tercera Persona, origen y fuente de nuestra santidad. A estas sentencias por cierta semejanza, empleada con frecuencia por nuestros padres llamamos artículos. Porque así como los miembros del cuerpo se distinguen por los artículos, así también en esta confesión de la fe con toda rectitud y propiedad llamamos artículo todo lo que debemos creer distinta y separadamente. 

PRIMER ARTICULO DEL CREDO

CREO EN DIOS PADRE OMNIPOTENTE,

CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA

INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO

[1] Con estas palabras se expresa:

• la fe en Dios Padre, primera Persona de la Trinidad;

• su poder omnipotente, con que creó el cielo y la tierra, y todo cuanto contienen; • su providencia, que conserva y gobierna lo creado;

• el sumo afecto y piedad por el que debemos tender hacia El como al bien sumo y perfectísimo.

 «Creo»

[2] Creer no significa «pensar», ni «juzgar», ni «opinar», sino dar un asentimiento certísimo por el que el entendimiento adhiere firme y constantemente a Dios y a las verdades y misterios que El le manifiesta. Por lo tanto, la fe es un conocimiento certísimo, pues aunque los objetos que la fe nos propone para creer no se vean, no por eso nos deja dudar sobre ellos.

[3] De lo cual se deduce que el que cree no debe escudriñar con curiosidad, duda o soberbia, lo que Dios le manda creer, sino que, libre de la curiosidad de investigar, debe aceptarlo con sencillez y descansar en el conocimiento de la verdad eterna. Dios exige al alma el asentimiento de la fe sin darle pruebas o demostraciones de lo que le manda creer; El es veraz (Sal. 115 11.), y eso debe bastarnos para darle crédito.

[4] Pero no basta, para salvarse, asentir íntimamente a la verdad revelada; sino que, además, el que dice «creo» debe profesar públicamente su fe, sin avergonzarse de ella (Rom. 10 16.). «En Dios»

[5] 1º La excelencia de la fe se manifiesta en que nos concede el conocimiento de la cosa más sublime y más digna de ser deseada, a saber, Dios. [

6] Sin embargo, el conocimiento que la fe nos da sobre Dios difiere mucho del que nos da la razón.

a) Por la razón, y a partir de las criaturas, los hombres pueden llegar al conocimiento de la existencia de Dios y de algunas de sus perfecciones, como su espiritualidad, infinidad, simplicidad, omnipotencia, sabiduría, veracidad y justicia. Pero este conocimiento: • es sólo un conocimiento natural, que tiene por única guía a la luz natural de la inteligencia, y que sólo conoce a Dios por sus efectos, pero no como es en Sí mismo; • se adquiere sólo después de largo tiempo, y con mucho trabajo; • con gran mezcla de errores; • y sólo lo poseen algunos pocos hombres.

b) Por la fe conocemos estas mismas verdades, y penetramos incluso en los secretos de la vida íntima de Dios, conociéndolo tal como es en Sí mismo, y ello: • con autoridad divina, que nos da una certeza mucho mayor que la que procede de la razón; • con gran facilidad y sin trabajo; • sin mezcla alguna de error; • y pudiendo llegar a él todos los hombres, incluso los rudos.

[7] 2º Es preciso confesar, ante todo, que Dios es uno solo, y que no hay muchos dioses. Así lo afirman claramente las Sagradas Escrituras (Deut. 6 4; Ex. 20 3; Is. 44 6; 48 12; Ef. 4 5; Apoc. 1 8; 22 13.). Pues Dios es sumo y perfectísimo, y lo que es sumo y perfectísimo no puede hallarse en muchos a la vez. En efecto, si hubiese varios dioses, a cada uno de ellos le faltaría algo para ser sumo, y por lo tanto, sería imperfecto, y no le convendría la naturaleza divina.

[8] Y si alguna vez se da en las Escrituras el nombre de dios a alguna criatura (como a los profetas y jueces), es impropiamente, según el modo ordinario de hablar, en razón de alguna cualidad o misión excelente recibida de Dios. «Padre» La fe cristiana confiesa a Dios: uno en naturaleza, sustancia y esencia; pero a la vez trino, como se deduce de la presente palabra, «Padre».

[9-10] Dios es llamado «Padre» por varias razones:

1º Por modo general, es llamado Padre de todos los hombres, por ser su Creador y por la admirable Providencia que tiene de todos ellos, de modo parecido a como los gentiles llamaban «padre» a la persona de quien descendía una familia y la regía con su autoridad.

2º Por modo especial, es llamado Padre de los cristianos con más propiedad, a causa de la espiritual adopción por la que Dios los llama hijos suyos y los convierte realmente en tales (I Jn. 3 1.), siendo también, a este título, hermanos de Cristo y herederos de Dios (Rom. 8 17 y 29.).

3º Por modo propio, es llamado Padre de su Hijo, que es Dios como El, a quien engendra desde toda la eternidad, comunicándole su misma esencia divina. Por ahí se nos enseña la unidad de esencia (I Jn. 5 7.) y la trinidad de personas en Dios (Mt. 28 19.), de manera que hay que confesar:

en la esencia, la unidad: una misma es la esencia y sustancia de las tres divinas personas;

en las personas, la propiedad: Dios Padre, primera persona de la Trinidad, principio sin principio, contemplándose a Sí mismo engendra al Hijo, segunda persona de la Trinidad, e igual a El; y del mutuo amor de caridad de los dos procede el Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad, que es el vínculo eterno e indisoluble que une al Padre con el Hijo; de modo que sólo al Padre le conviene no ser engendrado y engendrar al Hijo eternamente, sólo al Hijo le conviene ser engendrado eternamente por el Padre; y sólo al Espíritu Santo le conviene proceder eternamente del Padre y del Hijo;

en la Trinidad, la igualdad: pues la religión católica predica la misma eternidad, la misma majestad de gloria y las mismas perfecciones infinitas en las tres personas, de modo que ninguna de ellas es anterior o posterior a las otras, ni mayor o menor. «Omnipotente»

[11] 1º Entre los muchos atributos propios de Dios, la Sagrada Escritura le atribuye con mucha frecuencia la virtud omnipotente, enseñándonos que este atributo conviene muy especialmente a la esencia divina. Entendemos por esta omnipotencia que nada hay de perfecto, ni nada se puede pensar ni imaginar, que no pueda Dios hacer.

[12] Sin embargo, Dios no puede mentir, o engañar, o pecar, o morir, o ignorar algo, porque estas acciones son propias de la naturaleza imperfecta y débil, mientras que Dios es infinitamente perfecto y tiene el sumo poder.

[13] 2º Este artículo sólo nos propone para creer el atributo divino de la omnipotencia, por varias razones:

porque este atributo engloba en cierto modo todos los demás, los cuales, si le faltaran, difícilmente podríamos comprender cómo es todopoderoso; y así, al decir que Dios todo lo puede, reconocemos también que tiene conocimiento de todas las cosas, y que todo está sujeto a su poder y dominio;

• para confirmar nuestra fe: sabiendo que Dios todo lo puede, creeremos todos los misterios que nos revele, por muy elevados y prodigiosos que sean;

• para confirmar nuestra esperanza: todo podemos esperarlo de Dios, ya que El todo lo puede; y se ha de tener muy presente esta verdad de fe cuando le pedimos por la oración algún beneficio (Mt. 17 19; Sant. 1 6 y 7.);

para procurarnos otros bienes y utilidades: la modestia y la humildad (I Ped. 5 6.), el temor de Dios (Lc. 12 5.) y la gratitud (Lc. 1 49.).

[13] 3º Adviértase, sin embargo, que la creación es obra común de las tres divinas personas, pues la Sagrada Escritura afirma que la creación es también obra del Hijo (Jn. 1 3.) y del Espíritu Santo (Gen. 1 2; cf. Sal 32 6.).

[14] Sin embargo, se atribuye especialmente al Padre por ser la fuente de todo principio, como atribuimos la sabiduría al Hijo y la bondad al Espíritu Santo, a pesar de que la sabiduría y la bondad sean también comunes a las tres divinas personas. «Creador del cielo y de la tierra»

[15] 1º Creador.

Dios creó el mundo:

• no de materia alguna, sino de la nada;

 • no obligado por necesidad alguna, pues siendo feliz por Sí mismo, de nada necesita; sino por voluntad suya libre, con el fin de comunicar su bondad a las cosas que hiciese;

• por un solo acto de su querer;

• tomándose a Sí mismo como prototipo o modelo de todas las cosas. [20]

2º Por cielo y tierra debe entenderse todo lo que en ellos se encierra (Sal. 88 12.), o más aún, toda criatura, lo visible y lo invisible, esto es, el mundo material y el mundo espiritual o angélico. 31

[16] a) Cielo corporal. Creó Dios el sol, la luna y los demás astros, organizándolos con un movimiento constante, uniforme y permanente, para que señalen las estaciones, los días y los años.

[17] b) Cielo espiritual. Juntamente con el cielo corporal, creó Dios innumerables ángeles, que son naturalezas espirituales, para que le sirviesen y asistiesen; a los cuales, desde el primer instante de su ser, adornó con su gracia santificante, y los dotó de elevada ciencia (II Rey. 14 20.) y de gran poder (Sal. 102 20.). Pero muchísimos de ellos se rebelaron por soberbia contra Dios, su Padre y Creador, por lo que al punto fueron arrojados al infierno, donde son castigados eternamente (II Ped. 2 4.).

[18] c) Tierra. Al crear la tierra, la colocó Dios en el centro del universo, separó las aguas de lo seco, y en lo seco levantó los montes, hizo los valles, adornó la tierra con gran variedad de árboles y plantas, y pobló las aguas de peces, los aires de aves y la tierra de animales.

[19] Finalmente, a partir del lodo de la tierra, creó al hombre a su imagen y semejanza, con un cuerpo impasible e inmortal, con un alma libre y dotada de integridad, otorgándole el don de la justicia original, esto es, la vida divina, y dándole imperio y dominio sobre todos los demás animales.

[21] 3º Las cosas creadas por Dios no pueden subsistir, después de creadas, sin su virtud infinita. Por eso mismo, Dios está presente a todas las cosas creadas por su Providencia, conservándolas en el ser con el mismo poder con que las creó al principio, sin lo cual volverían a la nada (Sab. 11 26.).

[22] En esta providencia, Dios no impide la acción de las causas segundas, sino que, previniendo su acción, se sirve de ellas, ordenándolo todo con fuerza y con suavidad (Sab. 8 1.).

El Santo Abandono

El nuevo libro que publicamos hoy es un clásico de espiritualidad que todos deberiamos leer. El abandono confiado en la voluntad de Dios es camino seguro para llegar al cielo.

Esta obra, compuesta por el benedictino, Dom Vital Lehodey, merece ser meditada y vivida en profundidad.

Para descargar esta obra aqui:

Pequeño retiro espiritual

Os propongo un día de retiro espiritual con cuatro meditaciones que todo cristiano debería hacer frecuentemente. Estas meditaciones han sido escritas por San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia.

1 ª Meditación: ¿Sabemos aprovechar bien el tiempo que Dios nos da? Aqui teneis materia para meditar:

2ª Meditación: Brevedad de la vida. ¿Nos damos cuenta de que la vida es breve y tenemos que aprovecharla para salvarnos? Leed estas páginas:

3ª Meditación: Vanidad del mundo. ¿Nos damos cuenta de la vaciedad de las cosas que el mundo admira? Aqui teneis esta tercera meditación:

4ª Meditación: El verdadero negocio para el hombre es la salvación. ¿Ponemos nuestro esfuerzo en adquirir los valores eternos?

¡Qué Nuestro Señor Jesucristo os inspire santas reflexiones y grandes resoluciones!!! ¡Qué tengais un santo retiro espiritual!

Domingo de Pentecostés

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Sabiduría 1,7 Salmo 67, 2

El Espíritu del Señor llenó toda la tierra, aleluya, y él, que todo lo abarca, sabe cuánto se dice, aleluya, aleluya, aleluya. V/.  Que se levante Dios  y se dispersen sus enemigos, huyan de su presencia los que le odian. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA

Oh Dios, que hoy has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo. Haznos dóciles a tu Espíritu, para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Hechos 2,1-11.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Llegó el día de Pentecostés y estaban todos los discípulos reunidos en un mismo sitio; de pronto vino del cielo un ruido, como de un viento recio, que llenó toda la casa donde estaban. Y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les concedía expresarse. Residían entonces en Jerusalén judíos devotos, oriundos de toda nación  que hay bajo el cielo; al correrse la voz, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno oía hablar en su propio idioma. Fuera de sí por la sorpresa decían: Pero ¿no son galileos todos esos que están hablando? Entonces ¿cómo es que cada uno les oímos hablar nuestra propia lengua nativa? Partos,  medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, zona de Libia fronteriza de Cirene, romanos residentes, judíos y prosélitos, cretenses y árabes les estamos oyendo hablar en nuestras lenguas de las maravillas de Dios.

ALELUYA PASCUAL Salmo 103, 30

Aleluya.  Envía tu Espíritu, y créalos, y repuebla la faz de la tierra. Aleluya.

Se hace genuflexión al decir las palabras siguientes.

V/. Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles,  enciende en ellos la llama  de tu  amor.

SECUENCIA

Venid, Espíritu Santo,  y enviad desde el cielo un rayo de vuestra luz.

Venid, Padre de los pobres; venid, dador de todo don; venid, luz de los corazones.

Vos sois el mejor Consolador, el dulce huésped de nuestra alma y su dulce refrigerio.

Sois descanso en el trabajo, alivio en la aflicción y consuelo en el llanto.

¡Oh felicísima luz, llenad lo más íntimo del alma de vuestros fieles.

Sin vuestra inspiración no hay nada en el hombre; nada que sea bueno y recto.

Lavad lo que está manchado, regad lo que está árido, curad lo que está enfermo.

Doblegad lo que es rígido, enfervorizad lo que está frío, dirigid lo que está descarriado. 

Dad a vuestros fieles, que en vos confían, vuestros siete dones.

Dadles el mérito de la virtud, dadles el buen éxito de la salvación, dadles el gozo eterno. Amén. Aleluya.

EVANGELIO Juan 14, 23-31

Lectura del Santo Evangelio según san Juan

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: El que me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en Él. El que no me ama, no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora, que estoy a vuestro lado.; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando  todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy, y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre; porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda sigáis creyendo. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago.

OFERTORIO Salmo 67, 29-30

Confirma, ¡oh Dios!, lo que has hecho en nosotros. A tu templo, de Jerusalén traerán su tributo, aleluya.

SECRETA

Santifica, Señor, nuestras ofrendas, y, por la luz del Espíritu Santo, purifica nuestros corazones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,

PREFACIO DEL ESPÍRITU SANTO

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor: Que después de subir al Cielo, donde está sentado a tu derecha, ha derramado (en este día) sobre tus hijos adoptivos el Espíritu Santo que había prometido. Por eso con esta infusión de gozo el mundo entero desborda de alegría, y también los coros celestiales, los Ángeles y los Arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

OMMUNICÁNTES PROPIO

Unidos en comunión y celebrando el día sacratísimo, en el que el Espíritu Santo se apareció a los Apóstoles en forma de muchas lenguas de fuego; y venerando también primeramente, la memoria de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, Señor y Dios nuestro, y la de tus bienaventurados Apóstoles y Mártires: Pedro y Pablo, Andrés, Santiago, Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo, Lino, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián, y de todos tus Santos; te pedimos, por sus méritos e intercesión, nos concedas ser fortalecidos en todo con el auxilio de tu protección. Por el mismo Jesucristo N. S. Amén.

HANC IGITUR PROPIO

POR lo mismo, Señor, te rogamos te dignes admitir favorablemente esta ofrenda en testimonio de nuestra dependencia y de toda tu familia: -que te ofrecemos también por los que te has dignado regenerar con el agua y el Espíritu Santo, dándoles el perdón de los pecados-,: y hacer que pasemos, en paz contigo, los días de nuestra vida, que nos veamos libres de la condenación eterna y seamos por Ti incluidos en el número de tus elegidos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

COMUNIÓN Hechos 2, 2. 4

De pronto vino del cielo un ruido, como de viento recio, que llenó toda la casa donde estaban, aleluya; todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a proclamar las maravillas de Dios, aleluya, aleluya.

POSCOMUNIÓN

Tu Espíritu Santo, Señor, descienda sobre nosotros, purifique nuestros corazones y, con el suave rocío de su venida, los vuelva fecundos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Introitus: Sap. 1: 7

Spíritus Dómini replévit orbem terrárum allelúja: et hoc quod continet ómnia, sciéntiam habet vocis, allelúja, allelúja, allelúja. [Ps. lxvii: 2]. Exsúrgat Deus, et dissipéntur inimíci ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a fácie ejus. Glória Patri. Spíritus Dómini replévit.

 Oratio:

Deus, qui hodiérna die corda fidélium Sancti Spíritus illustratióne docuísti: da nobis in eódem Spíritu recta sápere; et de ejus semper consolatióne gaudére. Per Dóminum … in unitáte ejúsdem.

Act. ii: 1-11

Léctio Actuum Apostolórum.


Cum conpleréntur dies Pentecóstes, erant omnes discípuli pariter in eódem loco: et factus est repénte de cælo sonus, tamquam adveniéntis spíritus veheméntis: et replévit totam domum ubi erant sedéntes. Et apparuérunt illis dispertítæ linguæ tamquam ignis, sedítque supra síngulos eórum: et repléti sunt omnes Spíritu Sancto, et cœperunt loqui váriis linguis, prout Spíritus Sanctus dabat éloqui illis. Erant autem in Jerúsalem habitántes Judǽi, viri religiósi ex omni natióne quæ sub cælo est. Facta autem hac voce, convénit multitúdo, et mente confúsa est quóniam audiébat unusquísque lingua sua illos loquéntes. Stupébant autem omnes et mirabántur, dicéntes: «Nonne ecce omnes isti, qui loquúntur, Galilǽi sunt? Et quómodo nos audívimus unusquísque linguam nostram, in qua nati sumus? Parthi, et Medi et Ælamítae, et qui hábitant Mesopotámiam, Judǽam, et Cappadóciam, Pontum, et Asiam, Phrýgiam, et Pamphýliam, Ægýptum, et partes Líbiæ, quæ est circa Cyrénen, et ádvenæ Románi, Judǽi quoque, et Prosélyti, Cretes et Arabes: audívimus loquéntes nostris linguis magnália Dei.»

Allelúja, allelúja. [Ps. ciii: 30] Emítte Spíritum tuum, et creabúntur: et renovábis fáciem terræ. Allelúja. [Hic genuflectitur] V. Veni Sancti Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ignem accénde.

Sequentia

Veni, Sancte Spíritus, et emítte cǽlitus lucis tuæ rádium.

Veni, pater páuperum, veni dator múnerum, veni lumen córdium.

Consolátor óptime, dulcis hospes ánimæ, dulce refrigérium.

In labóre réquies, in æstu tempéries, in fletu solátium.

O lux beatíssima, reple cordis íntima tuórum fidélium.

Sine tuo númine, nihil est in hómine, nihil est inóxium.

Lava quod est sórdidum, riga quod est áridum, sana quod est sáucium.

Flecte quod est rígidum, fove quod est frígidum, rege quod est dévium.

Da tuis fidélibus, in te confidéntibus, sacrum septenárium.

Da virtutis méritum, da salutis éxitum, da perenne gáudium.

Amen. Allelúja.

 Joann. xiv: 23-31

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.

In illo témpore: dixit Jesus discípulis suis: «Si quis díligit me sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus, et mansiónem apud eum faciémus: qui non díligit me, sermones meos non servat. Et sermónem quem audístis, non est meus, sed ejus qui misit me, Patris. Hæc locútus sum vobis, apud vos manens. Paráclitus autem Spíritus Sanctus, quem mittet Pater in nómine meo, ille vos docébit ómnia, et súggeret vobis ómnia quæcúmque dixero vobis. Pacem relínquo vobis, pacem meam do vobis: non quómodo mundus dat, ego do vobis. Non turbétur cor vestrum neque formídet. Audístis quia ego dixi vobis: Vado et vénio ad vos. Si diligerétis me gauderétis útique, quia vado ad Patrem: quia Pater major me est. Et nunc dixi vobis priúsquam fiat: ut cum factum fúerit, credátis. Jam non multa loquar vobíscum. Venit enim princeps mundi hujus, et in me non habet quidquam. Sed ut cognóscat mundus, quia díligo Patrem, et sicut mandátum dedit mihi Pater, sic facio.»

Offertorium: Ps. lxvii: 29-30.

Confírma hoc, Deus, quod operátus es in nobis: a templo tuo, quod est in Jerúsalem, tibi ófferent reges múnera, allelúja.

 Secreta:

Múnera, quǽsumus, Dómine, obláta sanctífica: et corda nostra Sancti Spíritus illustratióne emúnda. Per Dóminum … in unitáte ejúsdem.

Prefátio de Spíritu Sancto

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Qui ascéndens super omnes cælos, sedénsque ad déxteram tuam, promíssum Spíritum Sanctum [hodiérna die] in fílios adoptiónis effúdit. Quaprópter profúsis gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnæ Virtútes, atque angélicæ Potestátes, hymnum glóriæ tuæ cóncinunt, sine fine dicéntes:  Sanctus

Communio: Act. ii: 2 et 4.

Factus est repénte de cælo sonus, tamquam adveniéntis spíritus veheméntis, ubi erant sedéntes, allelúja: Et repléti sunt omnes Spíritu Sancto, loquéntes magnália Dei, allelúja, allelúja.

Postcommunio:

Sancti Spíritus, Dómine, corda nostra mundet infúsio: et sui roris íntima aspersíone fœcúndet. Per Dóminum … in unitáte ejúsdem.

Para prepararse a la fiesta de Pentecostés

SANTAS PRÁCTICAS QUE LOS CRISTIANOS QUE AMAN A JESUS Y MARIA DEBE REALIZAR PARA PREPARAR  LA GRAN SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS.

La fiesta de Pentecostés es el gran día que los Santos Padres han denominado el día del amor, luces, gracias y bendiciones celestes. San Juan Crisóstomo afirma que es la metrópolis de todas las solemnidades cristianas.

La primera cosa que haré desde primera hora de la mañana, será dirigir un acto de ardiente amor al Espíritu Santo, y expresar el vivo deseo que tengo de recibirlo en el transcurso de la jornada. Después, como María, mi tierna Madre, es la esposa del Espíritu Santo que le ama infinitamente, así como me haya levantado, me pondré a sus pies y le solicitaré, con todo el afecto de que soy capaz, embellecer y adornar la habitación de mi alma, a fin de que se convierta en un santuario para el Espíritu Santo. ¡Oh mi buena Madre! Le diré con fervor, Madre bien amada, heme aquí a vuestros pies para pediros una gracia que no me rechazareis, así lo espero: ya que eres la esposa querida del Espíritu Santo, suplicadle en el gran día que vas a descender a mi alma con toda la plenitud de sus dones y abrasarme enteramente  en el amor divino. Aquí tienes mi corazón, os lo entrego totalmente; purificadle, santificadle, adornadle con vuestros meritos, para que puedan convertirme en la digna habitación del Huésped incomparable.

Repetiré muchas veces esta plegaria a la Santísima Virgen hasta la hora de Tercia, es decir hasta las nueve de la mañana. Seguidamente haré una Comunión muy santa, y escucharé tantas Misas como sea posible, a fin de honrar al Espíritu Santo de una manera especial, y le ofreceré, con las disposiciones y los afectos mismos del Corazón de Jesús y de María, todas las Misas que han sido celebradas y se celebrarán hasta el fin del mundo.

Fue a las nueve de la mañana, hora de Tercia, cuando el Espíritu Santo descendió a los Apóstoles: elegiré este momento para orar pidiéndole que venga a mi alma y rezaré con  devoción la plegaria siguiente u otra similar.

Oración.- Venid ahora, venid, Espíritu Divino, Santificador de las almas, Consolador de los afligidos, Padre de los pobres, Luz de los ciegos, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Tesoro único del mundo: venid ahora, venid, porque suspiro por Vos, como el ciervo busca la fuente. Habéis venido a la tierra para enriquecer a los pecadores y para santificarlos: ¿Dónde encontraréis un alma más desgraciada y pecadora que la mía? ¡Ah! Si yo fuera menos miserable, si fuera menos indigno de vuestra bondad e infinito poder. Venid, venid y otorgadme la plenitud de vuestras gracias, de vuestros dones y bendiciones. Así sea.

Todo el resto del día, haré actos de amor, de alabanza, de adoración y de reconocimiento al Espíritu Santo para que sea digno de venir a mi alma. Es más, pediré a mi buen Jesús y a María, poder alabar y agradecer al Espíritu Santo por todos los dones que me ha prodigado, a mi y al mundo entero. Haré estas oraciones para prepararme estos días a la venida del Espíritu Santo.

Adaptado del libro del P. Fulconis, El alma santa, página 237 y siguiente.

Domingo después de Ascensión

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Salmo 26, 7-9. 1

Escúchame, Señor, que te llamo, aleluya, en mi corazón yo te dije: busco tu rostro, tu rostro busca­ré, Señor; no me escondas tu rostro, aleluya, aleluya V/.   El Señor es mi luz y mi salvación. ¿a quién temeré?  V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA

Dios todopoderoso y eterno te pedimos entregarnos a Ti con fidelidad y servirte con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Pedro 4, 7-11

Lectura de la carta del Apóstol San Pedro.

Queridos hermanos: Sed moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin refunfuñar. Que cada uno con el don que ha recibido, se ponga al ser­vicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable Palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por me­dio de Jesucristo, Señor Nuestro. 

ALELUYA PASCUAL. Salmo 46, 9: Jn. 14, 18.

En Pascua, omitido el gradual, se dice:

Aleluya, aleluya. V/. El Señor es Rey de todas las naciones. Dios se sienta sobre su trono sagrado. Aleluya. V/. No os dejo huérfanos: me voy, pero volveré y os llenaréis de gozo. Aleluya.

EVANGELIO Juan 15, 26-27. 16, 1-4

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí: y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no se tambalee vuestra fe. Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que cuando llegue a hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.

OFERTORIO Salmo  46, 6

Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas, aleluya.

SECRETA

Este sacrificio santo nos purifique, Señor, y derrame en nuestras almas la fuerza divina de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios.

PREFACIO DE LA ASCENSIÓN

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor: Que después de su resurrección se apareció visiblemente a todos sus discípulos y, ante sus ojos, fue elevado al cielo para hacernos compartir su divinidad. Por eso con los Ángeles y Arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

COMUNIÓN Juan 17, 12. 13. 15.

Padre, mientras estaba con ellos, yo guardaba a los que Tú me diste, aleluya, pero ahora que voy a Ti, no pido que los saques del mundo, sino que los guardes de todo mal, aleluya, aleluya.

POSCOMUNIÓN

Alimentados, Señor, con tus sacramentos, danos vivir en continua acción de gracias. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica infra Octava Ascensionis

II Classis

Introitus: Ps. xxvi: 7, 8, et 9

Exáudi, Dómine, vocem meam, qua clamávi ad te, allelúja: tibi dixit cor meum, quæsívi vultum tuum: vultum tuum, Dómine requíram: ne avértas fáciem tuam a me, allelúja, allelúja. [Ps. ibid., 1] Dóminus illuminátio mea et salus mea: quem timébo? Glória Patri. Exáudi, Dómine.

Oratio:

Omnípotens sempitérne Deus, fac nos tibi semper et devótam génere voluntátem; et majestáti tuæ sincéro corde servíre. Per Dóminum.

1 Petr. iv: 7-11

Léctio Epístolæ beáti Petri Apóstoli.


Caríssimi: Estóte prudéntes, et vigiláte in oratiónibus. Ante ómnia autem mútuam in vosmetípsis caritátem continuam habéntes: quia cáritas óperit multitúdinem peccatórum. Hospitáles ínvicem sine murmuratióne: unusquísque, sicut accépit grátiam in altérutrum illam administrántes sicut boni dispensatóres multifórmis gratiæ Dei. Si quis lóquitur, quasi sermónes Dei: si quis minístrat, tamquam ex virtúte, quam adminístrat Deus: ut in ómnibus honorificétur Deus per Jesum Christum Dóminum nostrum.

Allelúja, allelúja. [Ps. xlvi: 9] Regnávit Dóminus super omnes gentes: Deus sedet super sedes sanctam suam. Allelúja. [Joann. xiv: 18] Non vos relínquam órphanos: vado, et vénio ad vos, et gaudébit cor vestrum. Allelúja.

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.


Joann. xv: 26-27; xvi: 1-4

In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: «Cum venerit Parácletus, quem ego mittam vobis a Patre, Spíritum veritátis, qui a Patre procédit, ille testimónium perhibébit de me: et vos testimónium perhibétis quia ab inítio mecum estis. Hæc locútus sum vobis, ut non scandalizémini. Absque synagógis fácient vos: sed venit hora, ut omnis, qui intérficit vos arbitrátur obséquium se præstáre Deo. Et hæc fácient vobis, quia non novérunt Patrem, neque me. Sed hæc locútus sum vobis: ut cum vénerit hora eórum reminiscámini, quia ego dixi vobis.»

Offertorium: Ps. xlvi: 6.

Ascéndit Dóminus in jubilatióne, et Dóminus in voce tubæ, allelúja..

Secreta:

Sacrifícia nos, Dómine, immaculáta puríficent: et méntibus nostris supérnæ grátiæ dent vigórem. Per Dóminum.

Præfátio de Ascensióne Dómini

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum, Dóminum nostrum. Qui post resurrectiónem suam ómnibus discípulis suis maniféstus appáruit, et, ipsis cernéntibus, est elevátus in cælum, ut nos divinitátis suæ tribúeret esse partícipes. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:  Sanctus,…

Communio: Ps. l: 21

Pater, cum essem cum eis, ego servábam eos, quos dedísti mihi, allelúja: nunc autem ad te vénio: non rogo ut tollas eos de mundo, sed ut serves eos ex malo, allelúja, allelúja.

Postcommunio:

Repléti, Dómine, munéribus sacris: da, quǽsumus, ut in gratiárum semper actióne maneámus. Per Dominum.

Ascensión del Señor

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Act. 1, 11. 

Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?  Aleluya, aleluya. Como lo habéis visto marchar al cielo, así vendrá, aleluya, aleluya, aleluya. Salmo. Sal. 46. 2. – Pueblos todos, batid palmas,  aclamad a Dios con gritos de júbilo. V/. Gloria al Padre.

Oración.

Dios todopoderoso, concede a quienes creemos que tu Hijo y Salvador nuestro ha subido hoy a los cielos, vivir en ascensión continúa hasta alcanzar la eterna morada.

Epístola. Hech. 1, 1-11. – 

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que, dando instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los Apóstoles que había escogido, ascendió a los cielos. A esos hombres se les presentó vivo después de su Pasión, dándoles numerosas pruebas de ello, apareciéndoseles a lo largo de cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios. Mientras estaba comiendo con ellos les recomendó: No os alejéis de Jerusalén. Aguardad la Promesa de mi Padre, de la que me habéis oído hablar. Juan bautizó con agua, vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo, dentro de pocos días. Ellos, rodeándole, le preguntaban: Señor. ¿es ahora cuando vas a restituirle a Israel la soberanía? Él les respondió: A vosotros no os toca conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha puesto bajo su propio dominio. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros: y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra. Dicho esto, a la vista de ellos, se elevó, y una nube se lo quitó de los ojos. Y miraban fijos al cielo viéndolo irse; y se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí plantados, mirando al cielo? Este Jesús, que ha ascendido de aquí al cielo, vendrá, así, como lo habéis visto marcharse al cielo.

Aleluya, aleluya. Sal. 46. 6; Sal. 67,18-19. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor  a son de trompeta. Aleluya. Dios marcha del Sinaí al santuario, sube a la cumbre llevando cautivos. Aleluya.

Evangelio. Marc, l6.14-20. – 

En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: Salid al mundo entero, y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, será salvado: el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: Echarán en mi nombre demonios, hablarán en lenguas extrañas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos. El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron y lo proclamaron por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

Ofertorio. Sal. 46, 6. –

Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trom­petas, aleluya.

Secreta.- 

Recibe. Señor, las ofrendas que te presentamos, para celebrar la Ascensión de tu Hijo a la gloria: líbranos de los actuales peligros y concédenos la vida eterna.

Prefacio de la Ascensión.- 

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor: Que después de su resurrección se apareció visiblemente a todos sus discípulos y, ante sus ojos, fue elevado al cielo para hacernos compartir su divinidad. Por eso con los Ángeles y Arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Comunión. Sal. 67,33-34. 

Cantad al Señor, que sube a lo más alto de los cielos. hacia el Oriente, aleluya.

Poscomunión

Dios de poder y misericordia, concédenos sentir los frutos invisibles de este sacramento visible que hemos recibido.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

In Ascensione Dómini

I Classis 

Introitus: Act. i: 11

Viri Galilǽi, quid admirámini aspiciéntes in cælum? allelúja: quemádmodum vidístis eum ascendéntem in cælum, ita véniet, allelúja, allelúja allelúja. [Ps. xlvi, 2]. Omnes gentes, pláudite manibus, jubiláte Deo in voce exsultatiónis. Glória Patri. Viri Galilǽi.

Oratio:

Concéde, quǽsumus, omnípotens Deus: ut, qui hodiérna die Unigénitum tuum Redemptórem nostrum as cælos ascendísse crédimus; ipsi quoque mente in cæléstibus habitémus. Per Dóminum.

Act i: 1-11

Léctio Actuum Apostolórum.


Primum quidem sermónem feci de ómnibus, o Theóphile, quæ cœpit Jesus fácere et docére, usque in diem qua præcípiens Apóstolis per Spíritum Sanctum, quos elégit, assumptus est; quibus et prǽbuit seípsum vivum post passiónem suam in multis arguméntis, per dies quadragínta appárens eis, et loquens de regno Dei. Et convéscens, præcépit eis ab Jerosólymis ne discéderent, sed expectárent promissiónem Patris, quam audístis (inquit) per os meum; quia Joánnes quidem baptizávit aqua, vos autem baptizabímini Spíritu Sancto non post multos hos dies. Igitur qui convenérant interrogábant eum dicéntes: «Dómine si in témpore hoc restítues regnum Israël?» Dixit autem eis: «Non est vestrum nosse témpora vel moménta quæ Pater pósuit in sua potestáte: sed accipiétis virtútem superveniéntis Spíritus Sancti in vos, et éritis mihi testes in Jerúsalem et in omni Iudǽa, et Samaría, et usque ad últimum terræ.» Et cum hæc dixísset, vidéntibus illis, elevátus est, et nubes suscépit eum ab óculis eórum. Cumque intueréntur in cælum eúnte illum, ecce duo viri adstitérunt juxta illos in véstibus albis, qui et dixérunt: «Viri Galilǽi, quid statis aspiciéntes in cælum? Hic Jesus, qui assúmptus est a vobis in cælum, sic véniet, quemádmodum vidístis eum eúntem in cælum.»

Allelúja, allelúja. [Ps. xlvi] Ascéndit Deus in jubilatióne, et Dóminus in voce tubæ. Allelúja. [Ps. lxvii] Dóminus in Sina in sancto, ascéndens in altum, captívam duxit captivitátem. Allelúja

Marc. xvi: 14-20


+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Marcum.

In illo témpore: Recumbéntibus illis úndecim appáruit illis Jesus: et exprobrávit incredulitátem eórum et durítiam cordis: quia his qui víderant eum resurrexísse non credidérant. Et dixit eis: «Eúntes in mundum univérsum, prædicáte Evangélium omni creatúræ. Qui credíderit et baptizátus fúerit, salvus erit; qui vero non credíderit condemnábitur. Signa autem eos, qui credíderint, hæc sequéntur: In nómine meo dæmónia ejícient; linguis loquéntur novis; serpéntes tollent; et si mortíferum quid bíberint, non eis nocébit: super ægros manus impónent, et bene habébunt.» Et Dóminus quidem Jesus, postquam locútus est eis, assúmptus est in cælum, et sedit a dextris Dei. Illi autem profécti prædicavérunt ubique, Dómino cooperánte et sermónem confirmánte, sequéntibus signis.

 Offertorium: Ps. xlvi: 6.

Ascéndit Deus in jubilatióne, et Dóminus in voce tubæ, allelúja.

Secreta:

Súscipe, Dómine, múnera, quæ pro Fílii tui gloriósa Ascensióne deférimus: et concéde propítius; ut a præséntibus periculis liberemur, et ad vitam perveniámus ætérnam. Per Dóminum.

Præfátio de Ascensióne Dómini

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum, Dóminum nostrum. Qui post resurrectiónem suam ómnibus discípulis suis maniféstus appáruit, et, ipsis cernéntibus, est elevátus in cælum, ut nos divinitátis suæ tribúeret esse partícipes. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:  Sanctus, ….

Communio: Ps. lx: 33-34

Psálite Dómino, qui ascéndit super cælos cælorum ad Oriéntem, allelúja.

Postcommunio:

Presta, nobis, quǽsumus, omnípotens et miséricors Deus: ut, quæ visibílibus mystériis suménda percépimus, invisíbili consequámur efféctu. Per Dominum.