Para prepararse a la fiesta de Pentecostés

SANTAS PRÁCTICAS QUE LOS CRISTIANOS QUE AMAN A JESUS Y MARIA DEBE REALIZAR PARA PREPARAR  LA GRAN SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS.

La fiesta de Pentecostés es el gran día que los Santos Padres han denominado el día del amor, luces, gracias y bendiciones celestes. San Juan Crisóstomo afirma que es la metrópolis de todas las solemnidades cristianas.

La primera cosa que haré desde primera hora de la mañana, será dirigir un acto de ardiente amor al Espíritu Santo, y expresar el vivo deseo que tengo de recibirlo en el transcurso de la jornada. Después, como María, mi tierna Madre, es la esposa del Espíritu Santo que le ama infinitamente, así como me haya levantado, me pondré a sus pies y le solicitaré, con todo el afecto de que soy capaz, embellecer y adornar la habitación de mi alma, a fin de que se convierta en un santuario para el Espíritu Santo. ¡Oh mi buena Madre! Le diré con fervor, Madre bien amada, heme aquí a vuestros pies para pediros una gracia que no me rechazareis, así lo espero: ya que eres la esposa querida del Espíritu Santo, suplicadle en el gran día que vas a descender a mi alma con toda la plenitud de sus dones y abrasarme enteramente  en el amor divino. Aquí tienes mi corazón, os lo entrego totalmente; purificadle, santificadle, adornadle con vuestros meritos, para que puedan convertirme en la digna habitación del Huésped incomparable.

Repetiré muchas veces esta plegaria a la Santísima Virgen hasta la hora de Tercia, es decir hasta las nueve de la mañana. Seguidamente haré una Comunión muy santa, y escucharé tantas Misas como sea posible, a fin de honrar al Espíritu Santo de una manera especial, y le ofreceré, con las disposiciones y los afectos mismos del Corazón de Jesús y de María, todas las Misas que han sido celebradas y se celebrarán hasta el fin del mundo.

Fue a las nueve de la mañana, hora de Tercia, cuando el Espíritu Santo descendió a los Apóstoles: elegiré este momento para orar pidiéndole que venga a mi alma y rezaré con  devoción la plegaria siguiente u otra similar.

Oración.- Venid ahora, venid, Espíritu Divino, Santificador de las almas, Consolador de los afligidos, Padre de los pobres, Luz de los ciegos, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Tesoro único del mundo: venid ahora, venid, porque suspiro por Vos, como el ciervo busca la fuente. Habéis venido a la tierra para enriquecer a los pecadores y para santificarlos: ¿Dónde encontraréis un alma más desgraciada y pecadora que la mía? ¡Ah! Si yo fuera menos miserable, si fuera menos indigno de vuestra bondad e infinito poder. Venid, venid y otorgadme la plenitud de vuestras gracias, de vuestros dones y bendiciones. Así sea.

Todo el resto del día, haré actos de amor, de alabanza, de adoración y de reconocimiento al Espíritu Santo para que sea digno de venir a mi alma. Es más, pediré a mi buen Jesús y a María, poder alabar y agradecer al Espíritu Santo por todos los dones que me ha prodigado, a mi y al mundo entero. Haré estas oraciones para prepararme estos días a la venida del Espíritu Santo.

Adaptado del libro del P. Fulconis, El alma santa, página 237 y siguiente.