Culto a la Virgen

Uso del Avemaría.

Esta oración es usada frecuentemente en la Iglesia de Dios. Pío V, en 1568, mando a los sacerdotes que comenzasen el Oficio divino rezando antes un Padrenuestro con Avemaría y Gloria. El Ave sola se frecuento mucho en el siglo VII. La costumbre del Angelus vespertino es del siglo XVI y en este mismo siglo se añadió el matutino y en el XV el meridiano. Desde el siglo XII dicen algunos que se uso el rezar 150 Padrenuestros y luego 150 Avemarías en honor de la Virgen. Luego Santo Domingo instituyo el Rosario que tenemos, que es la mejor devoción de las Avemarías y tiene muchísimas indulgencias. También es muy usada y devota y se tiene como señal de predestinación, si se reza frecuentemente, la preciosa devoción de las tres Avemarías.

Las tres Avemarías.

El origen de esta devoción es una revelación de que se habla en la vida de Santa Matilde; la misma Virgen, según se dice, revelo a esta Santa que le era muy agradable que le rezasen tres Avemarías en honra de los tres privilegios con que la doto la Santísima Trinidad, comunicándola el Padre su poder, el Hijo su sabiduría, el Espíritu Santo su misericordia.

Otros fieles suelen también venerar en estas tres Avemarías la triple Virginidad de la Madre de Dios: antes del parto, en el parto y después del parto. Y son mucho \ los que, aun después de haber abandonado otras practicas, no dejan de rezar tres Avemarías diariamente al tiempo de acostarse o en otro tiempo del día. Hazlo tu así por tu vida eterna. En fin, también es muy buena costumbre española la de rezar una Avemaría al sonar el reloj, como lo decía San Alfonso María de Ligorio. Y en España suelen muchos añadir: “Bendita sea la hora en que vino Nuestra Señora del Pilar a Zaragoza”.

Complemento del Padrenuestro.

También es digno de notarse que en el pueblo cristiano el Avemaría es considerada como un complemento del Padrenuestro y que raras veces rezan el uno sin añadir la otra y el Gloria. Casi espontáneamente viene el Avemaría después del Padrenuestro.

Quien dijo la Salve.—

La Salve es otra oración a la Virgen, la principal, sin duda, después del Avemaría. Como dice muy bien el Catecismo, esta oración la tiene recibida o aceptada la Santa Madre Iglesia, es decir, la considera como propia suya y la usa con suma reverencia o como una antífona de merito y valor singular.

Y por eso los fieles también la estiman como una joya de su eucologio o devocionario. En cuanto al autor que tuvo la inspiración de componerla, hay discusiones. Muchos atribuyen la Salve a San Bernardo. Pero no parece se pueda sostener esta opinión. Lo que parece mas cierto es que la compuso Pedro de Mezonzo-, monje primero de Santa María de Mezonzo, Abad después de Antealtares y Obispo, en fin, de Santiago de Compostela, que, nacido en 930, presencio en Galicia, por una parte, las invasiones devastadoras de los normandos en su juventud y mas tarde las invasiones destructoras de Almanzor. Esta oración, nacida en Galicia en estos tiempos tan calamitosos, en el valle que cerca de Curtis riega el risueño Tambre, llevada acaso por los innumerables peregrinos que afluían a Santiago, difundióse de tal modo, que a principios del siglo XII ocupaba ya un lugar principal en las Antífonas de la liturgia y era cantada por todos los monasterios cistercienses y cluniacenses. Un siglo después la cantaban en todos los conventos de los Dominicos. Y ya la canta toda la Iglesia. Gonzalo de Berceo, el primitivo poeta, en sus “Miracles de la Virgen”, refiere en el onceno que un labrador era arrebatado al infierno, mas los ángeles dijeron que era devoto de la Virgen y le dejaron libre. Y entonces añade devotamente: “Nonme tan adonado e de vettut tanta * que a los enemigos seguda e espanta. * Non nos debe doler nin lengua nin garganta, * que non digamos todos: Salve Regina sancta«.

Hermosura de la Salve.

Es singularmente hermosa esta oración. Llena de suave melancolía y de profundísimo sentimiento, parece un eco natural de todos los corazones y tiene tales ideas y tales sentimientos y tales expresiones, que han entrado como quien dice en el tesoro de lo proverbial, de lo que todo el mundo entiende, sabe y siente. Y como dice muy bien Astete, la Iglesia la ha aceptado para pedir por ella favor a Nuestra Señora.

Otras oraciones a la Virgen.

Además del Avemaría y de la Salve, hay otras muchas oraciones y plegarias a Nuestra Señora, muy devotas. El Oficio divino esta lleno de ellas y las tiene para diversos tiempos. Para citar las mas notables, mencionaremos el Sub tuum praesidium, “bajo tu amparo nos acogemos”, etc.; el Ave Maris Stella, “Salve Estrella del mar”, himno muy devoto y usado; el Memorare o “Acordaos”, tan repetido y con razón por los fieles; la oración llamada eficaz, por la fuerza que la experiencia ha demostrado que tiene para vencer las tentaciones contra Ja castidad: es la que empieza “!Oh Señora mía!, !oh Madre mía!” etc., y la compuso el P. Zucchi, de la Compañía de Jesús; es una de las mas sencillas consagraciones de si mismo a la Santísima Virgen.

Las letanías Lauretanas.

Merecen párrafo aparte las letanías Lauretanas, es decir, de Loreto, llamadas así por recitarse o cantarse en Loreto, de donde se difundieron a todas partes. No se conocen letanías de la Virgen antes del siglo XII. Eran una imitación de las de los Santos, en las que con varios títulos o elogios se repetía indefinidamente la invocación Sancta María, Ora pro nobis. Solían rezarse en tiempos de tribulaciones o calamidades públicas. Entre estas letanías hay que señalar el grupo de algunas que podríamos llamar prelauretanas, porque son como el preludio de las que después se formaron definitivamente y han sido aprobadas por la Iglesia. De estas las de Loreto son o una compilación excelente o unas letanías, las mejores de todo el grupo, y aparecen escritas la primera vez en 1576; pero debieron de rezarse bastante antes y acaso en las pestes del siglo XV, cuando el nombre de Loreto tanto se esparció por el mundo y tantas rogativas se hacían contra la invasión de los turcos. De todos modos, ya estas letanías son aprobadísimas y usadísimas en la Iglesia.

El Oficio Parvo.

También el Oficio Parvo es una devoción muy hermosa a imitación del Oficio ordinario de los sacerdotes, pero mas breve. Tiene muchas indulgencias. Y mas breve y sencillo todavía es el Oficio de la Inmaculada Concepción, del cual algunos creen que es autor San Alonso Rodríguez, aunque no fue sino incansable propagador.

Devoción a la Santísima Virgen.

Por todo lo que llevamos dicho, la devoción a la Santísima Virgen en la Iglesia católica es de suma importancia: como que se la tiene por signo de predestinación y como señal segura de que se salvara el alma que la tenga. Por lo cual nos conviene mucho tener la devoción verdadera y no falsa. Porque como advierte muy bien el P. Segneri, así como los monederos falsos no falsifican de ordinario sino monedas preciosas, las de oro, a ser posible, y los billetes, así el demonio procura falsificar también las devociones mas preciosas para que vivamos engañados y a muchos les hace creer que el rezo de algún Avemaría o alguna medallita o cosa parecida es una verdadera devoción. Y no es así. Es cierto que esa devociones son buenas, y es tan benigna la Virgen, que a muchos por tan poca cosa ha concedido grandes gracias; mas no es esa la verdadera devoción.

La verdadera devoción es tener tal conocimiento y, sobre todo, afecto a la Virgen María, que la estimemos muchísimo y con frecuencia nos acordemos de ella, para festejarla, para manifestarle nuestro amor, para obsequiarla con actos de virtud, para invocarla. Ved lo que hace un hijo con su madre a quien bien quiere y haced eso mismo en lo espiritual con vuestra Madre la Virgen.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.

La infalibilidad papal. Parte primera.

Infalibilidad del Papa.—

A muchos les escandaliza este dogma, pero, en gran parte, es porque no lo entienden. He aquí lo que contiene la doctrina de la infalibilidad del Papa: 1 Estamos obligados a creer al Papa en materias de fe y de costumbres.—2.° Lo cual supone que es infalible en estas materias.—3.° Pero solo lo es en estas materias.—4.° Y solo cuando habla como Papa, enseñando a toda la Iglesia y definiendo ex cathedra.—5.° Y esto no por su excelencia de entendimiento humano, ni por su ciencia, sino por la asistencia especial del Espíritu Santo.

Siempre ha creído esto la Iglesia. Pero para cerrar los labios a algunos que lo negaban o tergiversaban o confundían, el Concilio Vaticano definió expresamente, después de mucha y muy abundante discusión, “que es dogma de fe que el Romano Pontífice cuando habla ex cathedra es decir, cuando ejerciendo el oficio de pastor y doctor de todos los cristianos con su suprema autoridad apostólica, define alguna doctrina que deba tener toda la Iglesia acerca de la fe o de las costumbres, en virtud de la asistencia divina, que se le prometió en la persona de Pedro, tiene toda la infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviese la Iglesia para definir la doctrina de la fe y las costumbres”.

Siempre en la Iglesia católica la creencia en el Papa se ha tenido como señal de ortodoxia y espíritu cristiano. Siempre, desde la antigüedad, ha sido respetada; por lo cual al Papa iban todas las consultas dificultosas; y el juicio del Papa se aceptaba como supremo e irreformable; y los sospechosos apelaban y buscaban la aprobación del Papa; y los juzgados herejes por el Papa quedaban declarados herejes definitivamente. Por eso vino a ser axioma aquel dicho tan conocido: Roma locuia cst, causa finita est: “Ha hablado Roma; se acabo la disputa”.

Esta infalibilidad se la concedió a Pedro Jesucristo, al dirigirle las palabras antes citadas. Porque Jesucristo fundaba una Iglesia que se apoya en la fe y se rige por la fe; una Iglesia que es el reino de la verdad; y si Pedro y sus sucesores, encargados de gobernar esta Iglesia, pudiesen equivocarse en la fe y doctrina de las costumbres, no podrían ser fundamento de ella.

Explicación de la infalibilidad pontificia.—

Vamos a explicar un poco mas esta infalibilidad, para que conozcan bien todos los católicos del pueblo un punto tan importante. Y veamos que es infalibilidad, quier la tiene, en que se funda, a que se extiende, cuando se tiene y cuanto es su alcance.

Que es infalibilidad.—

Infalibilidad es una imposibilidad de equivocarse o engañarse. Infalible es lo mismo que inequivocable. El que no puede equivocarse es infalible. Esta infalibilidad puede ser o por la suma sabiduría y ciencia de la persona, o por alguna condición exterior que acompaña a esta persona; Dios “es infalible por su ciencia, por su propia naturaleza y esencialmente. Puede, sin embargo, Dios comunicar a otro entendimiento tanta ciencia que sea infalible también en todo o en determinado genero de doctrina. Puede también disponer las cosas con su Providencia de tal modo que no se equivoque una persona, porque El cuando hubiera de equivocarse la guia y aparta del error, y le impide por los medios que tiene su suave y fuerte Providencia enunciar el error. Esta ultima es la que tiene el Papa.

Quien tiene infalibilidad.—

Los católicos sabemos que la Iglesia, en general, tiene infalibilidad. En la Iglesia, según la institución de Cristo, hay súbditos y prepositos; hay doctores y discípulos; hay ministros que administran y fieles que reciben la santificación, por este ministerio; hay, en fin, como suele decirse, una parte de la Iglesia, iglesia discente (que aprende), y otra, Iglesia docente (que enseña). Pues bien; los católicos sabemos que la Iglesia es infalible de estas dos maneras: en creer y en ensenar. Es a saber: que la Iglesia cuando en general y universalmente cree una cosa, no se equivoca. Podrán equivocarse algunos y aun muchos católicos; pero cuando los católicos, en general, moralmente todos creen una cosa, o, lo que es lo mismo, cuando la Iglesia cree una cosa, no se equivoca. Lo mismo puede decirse de la Iglesia docente, que aun cuando los Obispos, cada uno de por si, sean falibles, pero el cuerpo episcopal, cuando, ya este unido en concilio universal, ya este disperso por el mundo, conviene en general en una doctrina, es infalible.

Mas como es difícil que el pueblo conozca cuando la Iglesia, así creyente como docente, conviene suficientemente en punto de doctrina, la Providencia ha dispuesto que en la Iglesia haya un hombre que tenga también la infalibilidad, el cual puede o por si mismo pronunciarse sobre la verdad o falsedad de las doctrinas religiosas, o ser juez y definir por lo que ve en la Iglesia creyente o docente, lo que en ella se cree y se enseña. Este es el Papa, cabeza y oráculo infalible de la Iglesia infalible.

En que se funda la infalibilidad.—

No se funda en la naturaleza o ciencia o entendimiento de los hombres, o del Sumo Pontífice, sino en la providencia de Dios, que de tal modo guía a la Iglesia y al Papa, que no permitirá que se equivoquen, aun cuando fuesen de poco talento.

A que se extiende la infalibilidad.—

La infalibilidad se extiende a toda doctrina de la fe y de las costumbres. Mas no se piense que solo se extiende a lo que es estrictamente de fe y esta revelado, sino tambien a todo lo que esta unido con la fe de tal modo, que sin ello no pudiera conservarse integra la fe.

Así el Papa es infalible en definir cuales son los libros sagrados y su interpretación, y cuales son las tradiciones de fe, y su sentido y aplicación. Es infalible en la redacción y explicación de los credos y cánones dogmáticos. Es infalible en explicar los preceptos morales y los consejos evangélicos.

Además es infalible en la explicación de todos los puntos de filosofía que estén unidos con las verdades reveladas, y sean necesarias para explicarlas. Es infalible en sancionar o declarar las obligaciones necesarias para la salvación o virtud cristiana, por ejemplo, las maneras de administrar los Sacramentos. Es infalible en aprobar las ordenes religiosas, y declarar que tal o cual Regla y modo de vida religiosa es santo y conforme h la perfección evangélica.

Es infalible en la canonización solemne de los Santos. Y aun, según muchos, en la beatificación de los siervos de Dios. Y, en fin, en otras muchas cosas que pertenecen a la doctrina de la Iglesia, y a las buenas costumbres y santificación de las almas. Mas la infalibilidad de la Iglesia, y lo mismo la del Papa, no sirve ya para nuevos dogmas u inspiraciones, sino para exponer y definir las verdades que ya fueron reveladas. No aumentan ya los dogmas, sino que únicamente, cuando alguno esta oscuro y dudoso a los fieles, el Papa lo define claramente.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.

La Bula de la Cruzada

Que dias de penitencia quedan con la Bula.—

Quedan solo 24 días de ayuno y 10 de abstinencia:

Días de ayuno.—Durante la Cuaresma, los miércoles, viernes y sábados. Tres vigilias: de Pentecostés, de la Asunción y de Navidad.

Días de abstinencia de carne y caldo de carne.—1.° Con ayuno: Viernes de Cuaresma y las tres vigilias: de Pentecostés, de la Asunciónde Nuestra Señora y de Navidad. 2.° Sin ayuno: La ley de solaabstinencia no obliga ya en ningún día, pero al clero, tanto secularcomo regular es decir, a los de ambos cleros que al menos estántonsurados, se les exhorta vivamente a que guarden abstinencialos tres viernes de las Témporas de Pentecostés, Septiembre yAdviento.

Es de advertir que la vigilia de Navidad, tanto en el ayuno como en la abstinencia, se anticipa al sábado anterior de las Témporas de Adviento.

Que forma de abstinencia hay que guardar con la Bula.

Solo hay que abstenerse de carne y de caldo de carne. Pero en todas las comidas, colaciones y refecciones se pueden tomar condimentos de grasa de cualquier clase (manteca de cerdo, tocino derretido, aun los chicharrones que quedan después, si no son mucha cantidad que no pueda decirse condimento, sino comida, grasas de todo genero de animales, mantecas artificiales, etc.). El caldo de carne se equipara a la carne por muchas razones; pero sobre todo porque así lo prescribe la Iglesia.

Que forma de ayuno hay que guardar con la Bula.

Hay que guardar el no hacer sino una sola comida. Pero puede tomar, como antes, la parvedad a la mañana y la colación.

Comida.—Se puede tomar lo que se quiera en cantidad y calidad, lo mismo que sin Bula.

Parvedad.—Se puede tomar, en calidad, lo que no sea carne, ni caldo de carne, aunque sean lacticinios y huevos y caldo de tocino y pescado. En cantidad (lo mismo que sin Bula), cualquiera puede tomar dos onzas, y con ve motivo algo mas. Solo pasando cuatro a cuatro y media se excede gravemente. Y no ha de tenerse enesto escrúpulo matemático, sino buena voluntad y proceder sencillo.

Colación.—Se puede tomar, en calidad, lo mismo que en la parvedad. En cantidad (lo mismo que sin Bula), cualquiera puede tomar ocho o diez onzas, y si se tiene algún motivo, aunque leve mas, como no se exceda de catorce, por ejemplo, aunque en esto es muy difícil andar con pasos matemáticos. Tanto mas cuanto que no es fácil apreciar la cantidad que habría de descontarse, según las ensaladas sean mas o menos caldosas y tengan mas o menos agua. Ni porque se permitan huevos y lacticinios y pescado se debe creer que hay que disminuir la cantidad, pues el Pontífice nada dice de esto, sino que únicamente quiere conceder una gracia.

Claro que de suyo cae uno en la cuenta de que tomarse toda una colación de solo huevos y lacticinios no seria penitencia. Pero esto nadie lo hace.

Distintas clases de alimentos.—Hay que advertir, sin embargo, que si los alimentos son especialmente flojos en nutrición, se podrá tomar algo mas de ellos que de los nutritivos. Y como en estos y en los lacticinios y huevos puede haber dificultades, indicaremos las opiniones que mas amplitud conceden entre los moralistas, pero que nos parecen solidamente probables dejando la discusión de ellas a los doctos y a las escuelas.

Alimentos cocidos.—Es seguro que se pueden computar las ocho onzas de alimentos sólidos y secos antes de cocerlos en agua, y, por tanto, prescindiendo del liquido no nutritivo en que se aderezan.

Alimentos flojos.—Hay alimentos flojos, como, por ejemplo, verduras, frutas tiernas, líquidos muy acuosos, etc. De estos es seguro que se pueda permitir mas que de los otros; tanto mas o menos cuanto sean mas o menos nutritivos relativamente.

Alimentos de lactinicios y huevos.—Algunos pretenden que cuando se tome leche o huevos o pescado en la parvedad o colación se ha de disminuir la ración; ya dijimos que no hay tal obligación.

Respecto a la leche, lo se ha de pesar su peso total, porque entonces apenas se podría tomar sino una jícara de leche. Pero con toda razón algunos autores consideran la leche como un alimento acuoso, y proponen, como equivalente de una onza de alimento nutritivo, unas siete u ocho onzas de leche, a las cuales se puede añadir, en el desayuno, otra onza de pan, y a la noche, en la colación, lo correspondiente a lo permitido en ella.

Es de advertir que mil gramos de leche equivalen a un litro, y una onza equivale a unos treinta gramos.

Dentro de estos términos, que son los mas anchos que se enseñan por los moralistas, pero que juzgamos solidamente probables y seguros en la practica, cada cual puede estrecharse lo que quiera y cuanto mas, mejor, si no hay inconveniente.

Facultad de dispensar

Los propios Prelados, los Párrocos, los Superiores en las ordenes exentas, y los sacerdotes que tengan delegación apostólica, pueden dispensar a los fieles, por justo y racional motivo, de los ayunos y abstinencias. No se requiere para ello causa grave, porque esta causa grave de suyo excusa a los fieles de ayunar. Sino causa justa o razonable, aunque de suyo no baste para excusar o sea dudosa; así, por ejemplo, el estudio, alguna ocupación seria, disgustos de familia cuando los padres o superiores ven mal el ayuno o la vigilia de sus hijos, la dificultad en obtener comidas de abstinencia, los viajes y muchos motivos que se duda si son o no suficientes, etc.

Puntos de Catecismo, Vilariño, S.J