ABBA ABRAHAM
1. Contaban acerca de un anciano que pasó cincuenta años sin comer pan ni beber vino fácilmente, y que decía: “He matado a la fornicación, a la avaricia y a la vanagloria”. Al oír que hablaba de este modo, fue abba Abraham a verlo y le dijo: “¿Dijiste tú tales cosas?”. Respondió: “Sí”. Abba Abraham le dijo: “Mira, si entras en tu celda y encuentras una mujer sobre tu lecho, ¿puedes acaso pensar que no es una mujer?”. Respondió: “No, pero lucharé contra mi pensamiento, para no tocarla”. Le dijo abba Abraham: “No la has muerto, entonces, sino que todavía vive en ti la pasión, pero está atada. Imagina también que pasando ves oro entre piedras y ladrillos, ¿puede tu pensamiento considerarlo como si fueran del mismo valor?”. Respondió: “No, pero lucharé contra el pensamiento, para no recogerlo”. El anciano le dijo: “Vive (la pasión), pero está atada.” Le dijo abba Abraham: “Si oyes de dos hermanos, que el uno te ama y el otro te odia y habla mal de ti, y sucede que vienen ambos a verte, ¿recibirás a los dos del mismo modo?”. Dijo: “No, pero lucharé contra el pensamiento para obrar bien tanto con el que me odia como con el que me ama”. Le dijo abba Abraham: “Viven entonces las pasiones, y son solamente sojuzgadas por los santos”.
2. Interrogó un hermano a abba Abraham, diciendo: “Si tuviera que comer muchas veces, ¿qué sería esto?”. Respondiendo, dijo el anciano: “¿De qué hablas, hermano? ¿Tanto comes? ¿O te crees que has venido a trillar?”.
3. Relató abba Abraham de un monje de Escete que era escriba y no comía pan. Un hermano fue a verlo, y le rogaba que le copiase un libro. El anciano, que tenía su espíritu en la contemplación, lo escribió omitiendo frases y sin puntuación. El hermano, al tomar el libro, vio que le faltaban frases y dijo al anciano: “Abba, faltan frases”. El anciano le respondió: “Vete, y pon primero en práctica las que están escritas, y después ven y te escribiré las que faltan”.

ABBA ARES
1. Fue abba Abraham donde abba Ares, y cuando se hubieron sentado llegó un hermano para ver al anciano, y le dijo: “Dime qué debo hacer para salvarme”. Él le respondió: “Ve y haz esto durante un año: come al atardecer pan con sal, y ven otra vez entonces y hablaré contigo”. Así lo hizo. Al cumplirse el año, fue nuevamente el hermano adonde estaba abba Ares. Se encontraba allí abba Abraham. Nuevamente le dijo el anciano al hermano: “Ve, y durante este año ayuna día por medio”. Cuando el hermano se hubo retirado, dijo abba Abraham a abba Ares: “¿Por qué impones a todos los hermanos un yugo liviano, pero a éste infliges un fuerte peso?”. Le respondió el anciano: “Los hermanos según lo que buscan oír, se van, pero éste viene a escuchar la palabra de Dios.
Es un buen obrero: hace con diligencia lo que le digo. Por eso, le digo la palabra de Dios”. Abraham: “Si oyes de dos hermanos, que el uno te ama y el otro te odia y habla mal de ti, y sucede que vienen ambos a verte, ¿recibirás a los dos del mismo modo?”. Dijo: “No, pero lucharé contra el pensamiento para obrar bien tanto con el que me odia como con el que me ama”. Le dijo abba Abraham: “Viven entonces las pasiones, y son solamente sojuzgadas por los santos”.
2. Interrogó un hermano a abba Abraham, diciendo: “Si tuviera que comer muchas veces, ¿qué sería esto?”. Respondiendo, dijo el anciano: “¿De qué hablas, hermano? ¿Tanto comes? ¿O te crees que has venido a trillar?”.
3. Relató abba Abraham de un monje de Escete que era escriba y no comía pan. Un hermano fue a verlo, y le rogaba que le copiase un libro. El anciano, que tenía su espíritu en la contemplación, lo escribió omitiendo frases y sin puntuación. El hermano, al tomar el libro, vio que le faltaban frases y dijo al anciano: “Abba, faltan frases”. El anciano le respondió: “Vete, y pon primero en práctica las que están escritas, y después ven y te escribiré las que faltan”.
ABBA ALONIO
1. Dijo abba Alonio: «Si el hombre no dice en su corazón: “Yo solo y Dios estamos en el mundo”, no tendrá descanso».
2. Dijo también: “Si no destruyo todo, no podré reedificarme a mí mismo”.
3. Dijo el mismo: “Si lo quisiera el hombre desde la mañana hasta la tarde llegará a la medida divina”.
4. Preguntó abba Agatón a abba Alonio, diciendo: “¿Cómo podré dominar mi lengua para no decir mentira?”. Le respondió abba Alonio: “Si no mientes, cometerás muchos pecados”. Le preguntó: “¿Cómo?”. Le dijo el anciano: «Dos hombres cometieron un homicidio en tu presencia, y uno de ellos huyó a tu celda. Lo busca el magistrado y te pregunta: “¿No se cometió un homicidio en tu presencia?”. Si no mientes, entregas al hombre a la muerte. Conviene más que lo abandones sin ligaduras de Dios porque el lo sabe todo”.
Apotegmas de los Padres del Desierto.