XI Domingo después de Pentecostés

Curación del ciego

II CLASE

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 67.6-7,36,2.-

Dios mora en su santa casa; a los desvalidos da un hogar y a su pueblo, fuerza y poder.  Salmo.- Levántese Dios y desaparezcan sus enemigos; y huyan de su presencia los que le odian. V/. Gloria a Padre, y al Hijo.

Colecta.- 

Omnipotente y eterno Dios, cuya infinita bondad rebasa los méritos y aun los deseos de los suplicantes; derrama sobre nosotros tu mi­sericordia, y perdona lo que nuestra conciencia teme, dándonos aun lo que no osamos pedirte. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. 1 Cor. 15.1-10.- 

Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que os he predicado, que vosotros habéis recibido, en el cual estáis firmes, y por el que os salváis, si lo conserváis cual os lo he anunciado, porque, de otra suerte, en vano habríais creído. En primer lugar, os he enseñado lo mismo que yo aprendí, a saber, que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras, y que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y después a los once. Luego se dejó ver de más de quinientos hermanos a la vez; muchos de los cuales viven aún, aunque otros ya murieron. Después se dejó ver de Santiago, luego de los apóstoles todos; finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un abortivo. Pues yo soy el menor de los apóstoles, que ni merezco ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido estéril en mi.

Gradual. Salm. 27.7.1- 

En Dios esperó mi corazón, y fui socorrido, y refloreció mi carne, y con todo mi corazón le alabaré. V/ .A ti, Señor, clamo; Dios mío, no te hagas sordo a mis ruegos ni te alejes de mi.

Aleluya. Salm.80.2-3.- Aleluya, aleluya. V/ Alabad a Dios, que es nuestra ayuda, celebrad al Dios de Jacob; cantad con el arpa y la citara. Aleluya.

Evangelio. Marc. 7.31-37.-

En aquel tiempo: Saliendo Jesús de tierras de Tiro, se fue por Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando por mitad de la Decápolis. Y le trajeron un sordomudo, suplicándole pusiese la mano sobre él para curarle. Y apartándole del tropel de la gente, metió los dedos en sus oídos y con la saliva le tocó la lengua; y alzando los ojos al cielo, suspiró y díjole: ¡Éfeta!, que quiere decir abríos. Y al punto se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de su lengua, y hablaba correctamente. Y les mandó que a nadie lo dijesen. Pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo divulgaban, y más crecía su pasmo; y decían: Todo lo ha hecho bien: ha hecho oír a los sordos, y hablar a los mudos.

Ofertorio. Salm.29.2-3.- 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado, y no has dejado se rían de mí mis enemigos; Señor, he clamado a ti y me has sanado.

Secreta.- 

Te suplicamos, Señor, mires propicio el sacrificio que nosotros, tus siervos, te ofrecemos, para que te sea grato y sostenga nuestra fragilidad. Por nuestro Señor Jesucristo.

Prefacio de la Santísima Trinidad.

En verdad es digno y  justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente  y eterno Dios, que con tu  unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un sólo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino .en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

Comunión. Prov. 3.9-10.-

Honra al Señor con todo tu haber y con las primicias de tus frutos; y se llenarán tus trojes de grano y tus lagares rebosarán de vino.

Poscomunión.-

Te rogamos, Señor, que experimentemos en el alma y en el cuerpo el refuerzo de tu sacramento, para que, salvados ambos, nos gloriemos con la plenitud del remedio celestial. Por nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Undecima Post Pentecosten

II Classis

Introitus: Ps. lxvii: 6,7, et 36

Deus in loco sancto suo: Deus qui inhabitáre facit unánimes in domo: ipse dabit virtútem, et fortitúdinem plebi suæ. [Ps. ibid.] Exsúrgat Deus et dissipéntur inimíci ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a fácie ejus. v. Glória Patri. Deus in loco.

Collect

Omnípotens, sempitérnæ Deus, qui abundántia pietátis tuæ, et merita súpplicum excédis et vota: effúnde super nos misericórdiam tuam: et dimíttas quæ consciéntia métuit, ut adjícias quod orátio non præsúmit. Per Dóminum.

Lectio Epistolæ beati Pauli Apostoli ad Corinthios.

Fratres: Notum vobis fácio Evangélium quod prædicávi vobis, quod et accepístis, in quo et statis, per quod et salvámini: qua ratióne prædicáverim vobis, si tenétis, nisi si frustra credidístis. Trádidi enim vobis in primis, quod et accépi: quóniam Christus mórtuus est pro peccátis nostris secúndum Scriptúras: et quia sepúltus est, et quia resurréxit tértia die secúndum Scriptúras: et quia visus est Cephæ, et post hoc úndecim. Deínde visus est plus quam quingéntis frátribus simul, ex quibus multi manent usque adhuc, quidam autem dormiérunt. Deínde visus est Jacóbo, deínde apóstolis ómnibus: novíssime autem ómnium tamquam abortívo, visus est et mihi. Ego enim sum mínimus Apostolórum, qui non sum dignus vocári Apóstolus, quóniam persecútus sum Ecclésiam Dei. Grátia autem Dei sum id quod sum, et grátia ejus in me vácua non fuit.

Graduale Ps. xxvii: 7 et 1

In Deo sperávit cor meum, et adjútus sum: et reflóruit caro mea, et ex voluntáte mea confitébor illi. v. Ad te, Dómine, clamávi, Deus meus, ne síleas, ne discédas a me.

Allelúja, allelúja. [Ps. lxxx: 2 et 3] Exultáte Deo adjutóri nostro, jubiláte Deo Jacob: súmite psalmum jucúndum cum cíthara. Allelúja.

Marc. vi: 31-37

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Marcum. 

In illo témpore: Exiens Jesus de fínibus Tyri, venit per Sidónem ad mare Galilǽæ, inter medios fines Decapóleos. Et addúcunt ei surdum et mutum, et deprecabántur eum, ut inpónat illi manum. Et apprehéndens eum de turba seórsum, misit dígitos suos in aurículas ejus: et éxpuens, tetígit linguam ejus: et suspíciens in cælum, ingémuit, et ait illi: «Ephphetha,» quod est, «adaperíre.» Et statim apértæ sunt aures ejus, et solútum est vínculum linguæ ejus, et loquebátur recte. Et præcépit illis, ne cui dícerent. Quanto autem eis præcipiébat, tanto magis plus prædicábant: et eo ámplius admirabántur, dicéntes: «Bene ómnia fecit, et surdos facit audíre, et mutos loqui.»

Offertorium: Ps. xxix: 2 et 3

Exaltábo te, Dómine, quóniam suscepísti me, nec delectásti inimícos meos super me: Dómine, clamávi ad te, et sanásti me.

Secreta:

Réspice, Dómine, quǽsumus, nostram propítius servitútem: ut, quod offérimus, sit tibi munus accéptum, et sit nostræ fragilitátis subsídium. Per Dóminum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Prov. iii: 9-10

Honóra Dóminum de tua substántia, et de primítiis frugum tuárum: et implebúntur hórrea tua saturitáte, et vino torculária redundábunt.

Postcommunio:

Sentiámus, quǽsumus, Dómine, tui perceptióne sacraménti, subsídium mentis et córporis: ut in utróque salváti, cæléstis remédii plenitúdine gloriémur. Per Dóminum.

Homilía de San Gregorio, Papa.

Homilía 10 sobre Ezequiel, lib. 1

Por que Dios, Creador de todas las cosas, queriendo curar a un sordomudo, le metió los dedos en los oídos, y tocó su lengua con saliva? .Que designan los dedos del Redentor sino los dones del Espíritu Santo? Por esto, en otra ocasión, al lanzar un demonio, dijo: “Si yo lanzo los demonios con el dedo de Dios, es evidente que ha llegado el reino de Dios a vosotros”. Otro Evangelista refiere, con relación a este mismo milagro, que el Salvador dijo: “Mas si yo lanzo los demonios en virtud del Espíritu de Dios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros”. Se colige de ambos pasajes que el meter el Señor los dedos en los oídos del sordomudo, equivale a abrir la inteligencia del mismo mediante los dones del Espíritu Santo, para que escuche dócilmente.

¿Y qué significa el hecho de tocar el Salvador la lengua de aquel mudo con saliva? La saliva que sale de la boca del Redentor es para nosotros la sabiduría que recibimos mediante su divina palabra. En efecto, la saliva desciende de la cabeza a la boca. Así pues, cuando esta Sabiduría, que es el mismo Jesucristo, toca nuestra lengua, al punto se hace apta para el ministerio de la predicación. “Alzando Jesús los ojos al cielo, exhalo un suspiro”. No significa esto que tuviera necesidad de suspirar, aquel que podía dar por si lo mismo que pedía; hízolo para enseñarnos a acudir con gemidos a aquel que reina en los cielos, a fin de que se abran nuestros oídos por el don del Espíritu Santo, y nuestra lengua se haga expedita para la predicación mediante la saliva de su boca, o sea, la ciencia de la palabra divina.

Jesús dijo a continuación: “Epheta”; o lo que es lo mismo: Abríos; y al punto se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de la lengua”. Hay que notar con esto, que si el Salvador dijo “Abríos”, fue porque los oídos de aquel sordo estaban cerrados. Mas a quien le abren los oídos del corazón para escuchar dócilmente, se le suelta también, sin duda alguna, por una consecuencia necesaria, el impedimento de la lengua, para ensenar a los demás a hacer el bien que el mismo practica. Con razón, pues, se añadió: “Y hablaba correctamente”. En efecto, habla como conviene, aquel cuya obediencia comienza por participar lo que su palabra recomienda que hagan los demás.