Un plan de Vida Espiritual

RESOLUCIONES QUE EL ALMA, DESEOSA DE LLEGAR A UNA GRAN SANTIDAD, Y AL PERFECTO AMOR DE JESUS Y DE MARIA, DEBERÁ RENOVAR AL MENOS UNA VEZ AL AÑO.

Confiando en los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús, y con la poderosa protección del Corazón Inmaculado de María, mi tierna Madre, yo N.N. me propongo hoy:

1.- No tener otro deseo, aquí abajo, que llegar a una eminente santidad para ser todo de Jesús y de María.

2.- Elegir mil veces la muerte, antes que cometer un solo pecado mortal, y también un solo pecado venial con propósito deliberado.

3.- Realizar todas mis acciones y, cada una de ellas en particular, con vistas a complacer a Dios, y para ello, unirlas con Jesús, María y todos los Santos.

4.- Sufrir en paz, por amor a Jesús y María, todas las tribulaciones de esta vida: enfermedades, dolores, pobreza, pérdida de bienes, la muerte de nuestros familiares, el desprecio y las persecuciones, etc.

5.- Hacer por amor a Jesús y María, las mortificaciones exteriores que me permitirá la obediencia y aplicarme a las mortificaciones interiores: la vanidad, la curiosidad, etc.

6.- Recurrir siempre en las tentaciones a Jesús y María y refugiarme pronto en sus Corazones Sacratísimos.

7.- Encomendar todos los días a los Sagrados Corazones de Jesús y de María las almas del purgatorio, los agonizantes, los herejes, los infieles y todos los pecadores.

8.- Ofrecer frecuentemente a la Santísima Trinidad, en unión con el Corazón de María y la Preciosa Sangre de Jesucristo, la expiación de mis pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia.

9.- Obedecer a mi confesor y a mis superiores como a Jesucristo mismo.

10.- Ver en la persona de mi prójimo a la persona misma de Jesús, y de socorrerlo, en cuanto yo pueda, en todas sus necesidades espirituales y temporales.

11.- Amar, por el amor de Jesús y María, a los que me odian y hacer el bien a quien quiera dañarme.

12.- Tener siempre una baja opinión de mí y soportar las humillaciones y los desprecios por amor a Jesús y María.

13.- Tener constantemente mi corazón desembarazado de toda cosa mundana, para ser siempre de Jesús y María.

14.- Poner un especial cuidado de cumplir cuidadosa y puntualmente todos los deberes de estado, para serle más agradable a Jesús y María.

15.- Guardar siempre la más grande modestia, incluso cuando esté solo porque estoy siempre en presencia de Jesús y de sus Ángeles.

16.- Guardar mi corazón con esquisto cuidado y cerrarle la puerta a todo aquello que pudiera turbarlo, agitarlo, mancharlo o impedir su unión con Jesús y María.

17.- Confesarme cada ocho días o todo lo más, cada quince días y hacer todas las comuniones que me permita mi confesor.

18.- Realizar al levantarme todos mis actos ordinarios de adoración, de reconocimiento, de amor, de ofrenda, de petición y de formar el firme propósito de pasar este día como si fuera el último de mi vida.

19.- Hacer cada día, al menos,  una media hora de oración mental y un cuarto de hora de lectura espiritual.

20.- Asistir a Santa Misa todas las veces que pueda, y ofrecer frecuentemente, en unión con el Santo Corazón de María, todas las Misas que se celebren o que sean celebradas hasta el fin del mundo.

21.- Visitar el Santísimo Sacramento al menos una vez al día, si mis ocupaciones me lo permiten, y hacer la Comunión Espiritual al menos tres veces durante la jornada.

22.- Dirigir actos de amor a Jesús y María, y frecuentes aspiraciones a sus Sacratísimos Corazones.

23.- Rezar cada día el Rosario, hacer mi examen particular y las otras prácticas ordinarias.

24.- No desilusionarnos por cada falta que pudieramos cometer; sino hacer un acto de contrición, recurrir con toda confianza a Jesús y María y reemprender con nuevo ardor el camino de la perfección.

Si puedo poner en práctica éstas saludables resoluciones tanto como me sea posible, llegaré muy pronto a la santidad y a una gran santidad. Así sea.

P. Fulconis, El alma santa, 3 de enero, páginas 5 y siguientes.