Vida de Antonietta Meo

Cuán poco sabemos de la existencia de niños…pero..¿sabemos de niños que hayan vivido en un grado tan alto de santidad?; mediante esta serie de artículos,  proponemos hacerlos conocer y porqué no?, ver que de tan corta existencia, cuánto testimonio nos han dejado…

Antonieta Meo (“Nenolina”)

Escribía Paola Bignardi, presidenta, por aquel entonces (5 de setiembre del 2004), de la Asociación Católica Italiana,  desde  Loreto (Provincia de Las Marcas, Italia), sobre la brevísima existencia  de Antonieta Meo (Nenolina), una niñita que con tan solo 6 años y medio, rinde su almita a Dios habiéndole ofrecido sus dolores  -al padecimiento de la cruz de Jesús- todos aquellos que ella sufrió , derivados de su mal.

 Una prueba para decir que no hay edad justa para amar; una lección de abnegación y ofrecimiento de sí,  que traspasa de la magistral narración del sacerdote jesuita Piersandro Vanzan, (su biógrafo) obtenido del más vinculante testimonio: la mamá de Nenolina: María Ravaglioli.

Una conmovedora historia de fe que confunde por el inigualable coraje con el cual la pequeña Antonieta afronta el dolor. Nenolina se hace el símbolo de una santa niña.

La santidad es un camino abierto también para los más pequeños;  y que la educación a la virtud , es un trayecto que se inicia pronto y encuentra en la familia el terreno más adecuado para un injerto fecundo….

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María Ravaglioli (mamá de nuestra querida Nenolina), y Michele Meo, se casaron el 22 de marzo de l914, ambos terciarios franciscanos. Sus primeros hijos fueron Giovanni, (que muere un año después de su nacimiento), luego fue Margarita y Carmela; pero esta última muere a los dos años. Luego Dios bendice este hogar cristiano con la llegada- el  15 de diciembre de l930- de nuestra querida Antonieta,  y  que la primera cosa que hice, -cuenta su madre- fue hacerle la señal de la cruz en su frente”.

Bautizada en la Iglesia Santa Cruz de Jerusalem, en Roma., (Iglesia parroquial de la familia), el 28 de diciembre de l930.

Cuenta su mamá que “..apenas pude- cada vez que la ponía en la cama- intentaba con sus manitos, hacerse el signo de la cruz pero era tan pequeñita que era un signo muy vago…”

Acontecimientos profundamente señalados desde la Cruz de Cristo, y llenos de hechos extraordinarios, generalmente referidos en las cartitas que Antonieta dictaba a su mamá, en el recuerdo que la misma ha fijado en el diario, y en los varios testimonios recogidos en el Proceso Canónico.  Todo rebela, según los especialistas,  una auténtica tipología de experiencia mística.

Tanto más singular, en cuanto que Nenolina, era una niñita normalisíma: a los 3 años frecuenta el asilo de las monjas (lo que hoy llamaríamos  el parvulario); a los 5 añitos es inscripta en las “pequeñitas” de la Juventud Femenina de Acción Católica, a los 6 añitos inicia la primera elemental con las mismas religiosas  y se convierte en la “benjamina” de esa Juventud Femenina, fundada por Armida Barelli. (declarada Sierva de Dios y Venerable).

“En casa, -cuenta la mamá- era siempre ella que quería dar la limosna a los pobres, que venían a golpear a la puerta. “Recuerdo que un día viene un niño y le di un plato de macarrones. No es habitual dar pasta o sopa, aquí en la Ciudad. Antonieta asiste feliz a la comida del niño y no le esquivaba a ningún movimiento……..en una distancia de tiempo de tres años, (después de este hecho)  durante su última enfermedad, yo le hablaba del juicio universal y le repetía palabras de Jesús: Tenia hambre y me diste de comer, etc. etc. me interrumpe y dice: “mamá: tu aquel día estarás a la derecha. “Esperemos, hija mía!.” Sí, porque recuerda que has dado un plato de macarrones a aquel niño que tenia hambre?. Confieso-continua diciendo la mamá- que me sentí pequeña, pequeña, tal vez tenia razón Antonieta: Propio de bueno no tenia en mi servicio,  sino aquel plato de macarrones!”

La madre recuerda que Nenolina,  “pedía casi siempre perdón de rodillas y besaba la mano también por pequeñísimas cosas. Era así de sincero su arrepentimiento”.

Un día, Nenolina, estaba en cama con amigdalitis y su mamá le leía sobre Niños Santos. Le había leído en aquella ocasión que una niña, se consideraba un “racimito de uvas” y otra “el angelito de Jesús”, mamá María le pregunta a Nenolina: “y tu qué querrías ser?” y sin quitar la mirada a la imagen del Sagrado Corazón,, delante de la cual arde continuamente una lamparita, responde: “

Yo soy la lamparita de Jesús”, “fue propio en aquel día, que tome la costumbre que me dictara sus cartitas: primero las hacia para mi, luego para el Papá  y Margarita, luego a Jesús y a la Virgen.”

Por lo común, la pequeña en sus cartitas, no menciona nunca de aquello que su mamá le había explicado,  pero manifestaba  a Jesús que lo quería,  el deseo de recibirlo y de aquello que había hecho en el día. Las cartitas, venían luego puestas  debajo de la imagen del  Sagrado Corazón”

Lamentablemente, una tarde de febrero Antonieta regreso de la escuela llorando: se había caído y golpeado la rodilla izquierda, en una elevación de piedras. La mamá le toca la rodilla y constatando que podía doblarla, sin dolor, pensó que no fuese nada de grave.

El dolor transformado en amor oblativo

Esta breve existencia de Nenolina, efectivamente es una vía crucis recorrida con fuerza oblativa además de gracias, hecha de oración y sufrimientos reparadores con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Jesús Niño, Jesús grande, Jesús sufriente, la Virgencita, los ángeles custodios y varios santos, como resulta de las  160 cartitas que han quedado. En estas cartitas,  leemos un continuo intercambio  de amor con Jesús, al cual, Nenolina pide  “dame almas, yo te doy el corazón” y por esto le ofrece cada sufrimiento.

Junto a las cartitas es fundamental el diario que la mamá de Nenolina, -María —escribe, junto a esposo- Michele, por orden del carmelita descalzo, el padre Stanislao Pederzani, que muy bien había intuido la excepcionalidad del caso.

La lectura de esas fuentes, ha impresionado a la misma Comisión por la Causa de beatificación y  desconcertados a los que  no tienen una fe robusta, de los protagonistas de esta hermosa historia.

En abril de l936 un osteosarcoma  había requerido la amputación de su piernita izquierda y así, inicia su dolorosísima Vía Crucis, pero también su inefable experiencia de Dios.

El sábado 25 de abril, le fue amputada su piernita izquierda. Palabras de la madre, que cuenta el dolor angustioso de su marido, el papá de Nenolina: “….fue hasta el largo corredor, donde una ventana daba justo a la Iglesia, arrodillado todo el tiempo que duró la operación  (cerca de dos horas y media). Vive aquellas horas en una angustia mortal, llora, reza, implora y espera. Y Jesús no lo abandona, porque cuando al final, un médico se acercó y le dice que  no se ha podido hacer otra cosa que tener que amputar la pierna y apenas llegaron a tiempo para salvarle la vida.

Agachó la cabeza y con la mente dijo: “se ha hecho tu voluntad, Señor, tu voluntad”.  Mas tarde dirá a su esposa: “pobrecita; pero esta hijita será tu consolación. Si el Señor ha permitido esto, tendrá sus fines,  que son siempre para nuestro bien!”

Cuando le dicen en el Hospital que la niña podía levantarse por algunas horas para tomar el sol, viene otra angustia para la madre: “Cómo decirle que no tenía más la pierna?. Estaba sola y luego de haber pedido auxilio, en especial al Espíritu Santo, me senté alado de ella y comencé: “…Hace días  me has dicho que tu le habrías dado a Jesús todo, recuerdas:? Sí mamá. Has dicho que le habrías dado también la mano: recuerdas?. Sí mamá .Y si Jesús te pidiera la pierna que te duele, se la darías?, Sí mama!. Y no te disgustaría de permanecer sin una pierna?. Me miró, luego, agachando la cabecita, responde: un poquito: pero no me disgusta; Jesús ha ofrecido tanto sobre la Cruz y yo le ofrezco a Jesús por nuestros soldados que están en Abissinia (país del Ágrica).

Me levanté,  salí fuera y llore…”!!cómo había sido bueno Jesús y cómo me lo había facilitado”! Recuerdo  también que Nenolina me preguntó: ” la pierna me crecerá?, respondí que no, pero se podrá poner un aparto ortopédico y podrás caminar todavía”…..

En setiembre de l936, va a la primera elemental, con  una prótesis que le da mucho fastidio, pero le dice a Jesús: “cada paso que hago sea una palabrita de amor” (26 de marzo de l937). También ponérsela era difícil, porque estaba siempre en movimiento. Y, Catalina, la doméstica, recuerda que una vez le dijo: “tu quieres siempre jugar y yo no tengo tiempo que perder; no te pongo más el aparato”,  Nenolina, toda seria responde: “Sé buena, estaré quieta –Yo lo llevo por amor de Jesús y tu pónmelo por amor de Jesús” (aquel aparato, era su pierna ortopédica…)

Impresionados de las cartitas y de la madurez espiritual de Nenolina, sacerdotes y amigos, aconsejaron a la familia de anticipar la Primera Comunión – Recibe las lesiones de su madre y  del sacerdote y ofrece muchos sacrificios, pequeñitas ofrendas ( “fioretti” como lo llama ella) y un día su criada le pregunta “Que son esos “fioroetti”?, dice Nenolina: “es dinero para comprar…..”; pero qué dinero?, le pregunta  Catalina, la doméstica:”yo te digo que tu debes acumular dinero para comprar el Paraíso”, contesta Nenolina.

 Recibe a Jesús,  en la noche de Navidad de l936, en la Capilla de las religiosas, sus enseñantes: Las Celadoras del Sagrado Corazón, en calle Sommeiller en Roma.  Para agradecerle –como Dios se merece, no obstante su condición física- permanece arrodillada,  inmóvil, en oración. Desde esta noche santa, toma por guía espiritual, a Monseñor Dottarelli, y la comunión frequente, la conducirá a la cumbre del amor divino, propio en el tiempo en que su mal, se agravará.

Pero el osteosarcoma volvió enseguida y de manera violenta, tanto que en mayo de l937, Antonieta fue de nuevo hospitalizada. El tumor de había reproducido también a la cabeza y le había tomado el pecho y le impedía la respiración, con sofocación continua a la garganta.

Era ya la vigilia de los últimos tremendos 40 días,  y aquello de la “fuerza” se manifestó como el don más vistoso. La amputación de la pierna, lamentablemente,  no había detenido el tumor que, a mitad de junio, se reveló con metástasis a la cabeza, a una mano y al pie,  con cistitis y con muguet en la boca y en la garganta (infección por hongos).

Dolor agudísimo y aún más las terapias: inyecciones explorativas al pulmón izquierdo, con extracción de líquido del mismo, resección de tres costillas efectuadas con simple anestesia local, dada la insuficiencia cardíaca de la niña.

Antonieta sufre en modo impresionante, no teniendo un instante de tregua pero habitualmente hacía la comunión cotidiana. Catalina, la encontró una mañana sin moverse, con la mirada fija en lo alto, llamándola  varias veces. Antonieta hace un además, pero continuó a permanecer inmóvil, y finalmente Nenolina susurra casi ausente. “rezo, rezo”.

El viernes 2 de julio (l937) le pregunta su mamá, de cuanto tiempo no veía a Jesús: “la última vez ha sido esta mañana, cuando he hecho la comunión”  Y aquella fue su última comunión.

Al día siguiente, 3 de julio de 1937, la ansiedad atormentaba a Nenolina, y la fiebre era alta, pero respondía  que “estoy bien”.

Se acerca la hora de la comunión, le pequeña recitó el acto de dolor, le pusieron el velo blanco sobre la cabecita y un mantelito bordado sobre la cama, luego la enfermera apoyo sobre su rodilla, un pequeño reclinatorio en blanco. En aquel momento llegaron el papá y la mamá, desgarrados al verla en aquel sufrimiento, el sudor frío que le pegaba sus cabellos en la frente, los ojos hundidos, que brillaban más que normalmente, que no parecía a los de una moribunda.

 La mamá le puso su crucifijo y sus labios se posaron sobre el costado de Jesús en un último beso. Y Antonieta dice: “Dios, mamá, papa”!. Antonieta mira fijo delante de ellos, sus ojos eran serenos, y el rostro sin la mínima contracción. El jadeo había cesado y respiraba a largo intervalos. El papá que la sostenía con el brazo, sintió que se abandonaba y la apoyó dulcemente sobre la almohada. Y él se inclino sobre el odio de la niña y le dice fuerte: “Jesús, José y María os doy…….expire en paz con vosotros el alma mía”.

A la última invocación, Antonieta respiró largamente e inclinando la cabeza, muere……

En aquél momento, llega el sacerdote llevando la Santa Comunión destinada a Nenolina y que fuera recibida por los padres, uniéndose así con la niña, que en aquel momento era por siempre con Jesús.

Imposible  no hacer mención aquí y como un homenaje a padres como los Meo, de aquellas palabras de San Agustín: “….No te pregunto porqué me la has quitado; pero te agradezco habérmela dado y el tiempo que la he tenido”…….

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Coeficiente humano en la evolución sobrenatural de Nenolina

Para valorar adecuadamente las maravillas que Dios ha hecho a esta niña –y no permanecer desconcertados de la Vía Crucis que recorre,  sufriendo y ofreciendo junto a Jesús, —  sirve recordar los factores humanos que han acelerado el crecimiento espiritual y místico: la familia, la parroquia, el asociacionismo. En este caso, la Juventud Femenina de Acción Católica y la escuela católica.

De estos ámbitos, la niña extrae la sabia espiritual y apostólica,  típica en la pastoral y teología de los años Treinta.

Con respecto a los sacerdotes, recordamos el encuentro de Nenolina con el padre Orlandi (12 de setiembre de l936), decisivo a los fines de la Primera Comunión y la importancia de su confesor, Monseñor Dottarelli.  Nenolina le pedía seguido a Jesús que le encontrase un buen confesor, porque “quiero hacerme santa” (cartita del 8 de noviembre y 21 de diciembre de l936), después de haberlo encontrado, le recomienda continuamente a Jesús “de hacerle todas las gracias necesarias” (2 de junio de l937). De hecho, en el proceso canónico, vemos cuánto tacto  Monseñor Dottarelli usó con Nenolina, no solo durante la Vía Crucis- enseñándole el arte de sufrir y ofrecer con Jesús pro mundi vita, sino también en el discernir las gracias extraordinarias del último período y de recomendarle de hacer silencio con todos.

En lo que respecta al asociacionismo, los biógrafos subrayan el entusiasmo de Nenolina por cada iniciativa, medalla o página de la Juventud Femenina, mientras a propósito de las religiosas, además de la alegría  de Antonieta en el frecuentar la escuela y el catecismo.- se lo dice repetidamente a Jesús:” voy de muy buena ganas, porque aprendo tantas bellas cosas de Ti y de tus santos” – deja filtrar siempre un evidente atracción cuando escribe: “quiero hacerme monja, para ser tu esposa, querido Jesús, y salvar muchas almas”  (cartita del 5 y 21 de diciembre de l936)

Pero venia un factor principal, la familia. La santidad de Nenolina se arraiga en el buen terreno de una familia romana de los años treinta, en la cual reinaba una atmósfera de serenidad amorosa y de profunda fe. Como ya habían hecho con su hermana mayor, Margarita, los padres la “introducen en mundo de Dios”, de manera simple y natural, casi sin darse cuenta; en casa ellos hablan de Dios, de Jesús, de la Iglesia, de los Santos, de los Mártires. No es vida conventual, sino de una familia con Dios.

 Era una familia que gozaba de cierto bienestar: el papá trabajaba en la presidencia del Consejo, y no solo Los Meo rezaban en familia el Santo Rosario sino que eran muy caritativos hacia los pobres. Recuerda la madre que cuando encontraba un pobre “Nenolina quería una monedita y se lo daba con tanta gracia que sus ojos brillaban de alegría a la bendición del beneficiario. Y en casa era siempre ella la que quería dar la limosna cuando los pobres venían a golpear a la puerta”.