Vida del Beato Rolando Rivi

Vivaz, alegre, incluso despreocupado. Monaguillo a los cinco años…

Jesús –Hostia,  lo transforma y le hace nacer dentro de un gran sueño. …luego, a los 14 años,…derrama la sangre por Jesucristo-…

Sobre las alturas, entre el torrente Tresinaro, (Modena) y el río Secchia, surge la pequeñísima población de San Valentino recogida entorno a la antigua Iglesia. (en Castellarano, región de Reggio Emilia –Italia)

Aquí, el 7 de enero de l931, en la casa de Roberto Rivi y Albertina Canovi, agricultores, ricos de fe, nace un niñito, bautizado al día siguiente por el párroco, Don Luigi Lemmi con el nombre de Rolando, confiado a la Virgen, se le agrega el  nombre de María, en honor de tan digna Señora…un pequeño copo de carne: Rolando María Rivi.

El papá de Rolando, se había educado en la fe genuina y fuerte de su mamá, Anna Ferrari (La abuela de Rolando), y en los tiempos heroicos de la Acción Católica de los años veinte; había sido parte de los jóvenes inscriptos de su parroquia.  Antes de ir a trabajar al campo, cada mañana asistía a la celebración de la Misa y se acercaba a la Comunión. En esta atmósfera de fuerte religiosidad y fe católica, creció nuestro mártir Rolando.

Se mostró enseguida, autosuficiente: aprendió muy fácil a caminar solo y rechazaba de hacerse llevar en brazos.  Era el segundo de los tres hijos de este matrimonio cristiano. (Guido y Rosanna, eran los otros dos).

Llevaban  una vida muy cristiana tanto en casa como en la pequeña población., por ello, Rolando crece respirando este clima perfumado de Dios.

De los padres aprendió a conocer a Jesús y a amarlo. Era muy inteligente, resoluto y feliz. “Disparatado en los juegos, el más absorto en oración”

 Era así tan vivaz, que la abuela decía: “o se hará un desvergonzado o un santo”. Su corazón lo tenia ya grande y bueno: no soportaba las injusticias y con su sonrisa abierta se había perdonar inmediatamente sus travesuras.

A los seis años (en 1937) comienza a ir a la escuela. Encuentra a una maestra: Clotilde Selmi, una mujer de comunión cotidiana, preparada y toda dedicada a su misión, junto a Antonietta Maffei,  quienes dirigirán el alma de Rolando hacia el amor por la vida, por la familia, por Jesús, por sus hermanos, completando así, la educación recibida de sus padres y  familiares.

Ayudaba en la  Misa como monaguillo de Don Olindo Marzocchini,  aprendiendo con el  catecismo;  pero  será este  santo sacerdote,  quien dirigirá  su vida espiritual y su vocación.

El 16 de junio de l938, a los 7 años,  desbordante de alegría, Rolando recibe la Primera Comunión. Desde aquél día, guiado por don Olindo, aprendió a vivir la vida con Jesús: Cotidianamente iba a la Iglesia a encuentra su Jesús, en el coloquio, de corazón a corazón.

 Amante de la música, entró a formar parte del coro;  tocaba la armónica y el órgano.

Se hace aún más luminoso, cuando el 24 de junio de l940, recibe de Monseñor Brettoni, Obispo de Reggio Emilia, el sacramento de la Confirmación: ahora le tocaba a él, testimoniar a Jesús, amarlo y hacerlo conocer.

Tenia casi 11 años, dice a sus padres y a abuelos” Quiero hacerme sacerdote para salvar tantas almas. Luego partiré como misionero para hacer conocer a Jesús, lejos, lejos”.Sus padres no se opusieron y al comienzo de octubre de l941, ingresó en el Seminario de Marola (Carpineti, en Reggio Emilia), –(Italia era ya en guerra)- completando allí, el ciclo de la escuela elemental, como en aquel entonces se usaba y vistió inmediatamente la sotana, llevándola con  dignidad y amor,  hasta el día de su martirio, como un signo de su pertenencia a Cristo y a la Iglesia,  que serán la causa  de su prematuro fin.

En tanto la guerra enfurecía y hasta la tranquila aldea de San Valentino  era afectada. Después del 8 de setiembre de l943 con la caída de Benito Mussolini y la ocupación de la península por parte de los alemanes, se habían formado,  en las provincias emilianas- romanescas, grupos partisanos,  que era compuesto en su mayoría por comunistas, socialistas; pero muy pocos cristianos, todos  con una fuerte connotación anticatólica.

La franja más extrema, aquella de los comunistas, no se limitaba a combatir a los alemanes, viendo en todo el clero un peligroso  dique al proyecto revolucionario, el anticlericalismo se hizo violento y cada vez más amenazador.

En junio de l944, cuando Rolando terminó la segunda media, los alemanes ocuparon el Seminario de Marola y los seminaristas fueron mandados a sus respectivas casas.


También Rolando debió retornar a San Valentino, llevándose sus libros para poder continuar estudiando desde allí y no perder el año escolar.

Continuó sintiéndose seminarista: la Iglesia y la casa parroquial, fueron sus lugares predilectos para transcurrir el tiempo, enseñando a otros niños a hacer de monaguillo, la visita al Tabernáculo,  las clases de catecismo; guiaba en la casa paterna, el rosario junto a su abuela; viendo su párroco con placer su fervor, por otra parte Rolando no deja de llevar su sotana, ni siquiera estando en su casa, a la espera de poder retornar al seminario.

Tal era la situación, que los padres, asustados de los que estaba pasando a su alrededor, con la incursión de alemanes, fascistas y partisanos, insistían a su hijo de quitarse la sotana, porque los tiempo no eran buenos por el momento; pero Rolando respondía: “¿porqué?. Qué mal hago en llevarla? No tengo ganas de sacármela” “yo estudio para sacerdote y la sotana es el signo que yo soy de Jesús”

La situación se precipita:

En tanto, en San Valentino también don Olindo Marzocchini fue agredido una noche y dado que otros sacerdotes (Donatelli, Ilariucci, Corsi, Mandredi), habían sido muertos por los partisanos comunistas –fue transferido a otra parte más segura y en su lugar, fue puesto un joven sacerdote, don Alberto Camellini.

En el pueblo, muy a menudo estaban las discusiones políticas, a las cuales no eran fáciles responder, mejor callar, pero en una ocasión en la cual estaba presente nuestro joven seminarista, algunos atacaron injustamente a la iglesia y la actividad de los sacerdotes y Rolando, con  impulso, tomó la defensa delante de todos y sin ningún miedo. Así a cuantos ya lo admiraban, se alternaran algunos que lo tenían como mal visto.

El  1º de abril de l945, Pascua de resurrección, retorna a la parroquia Don Marzocchi  permaneciendo su joven capellán don Camellini y Rolando seguía participando a las solemnes funciones religiosas.

El Martirio del joven seminarista

Estaba aún la guerra, pero en el aire se sentía  que se acercaba a su fin y Rolando en los días sucesivos, no faltó nunca a la Misa  y con un libro bajo el brazo, en el florecer de la primavera,  se acercaba a un bosque a estudiar como de costumbre, usando siempre su sotana.

Mientras sus padres lo  esperaban para el almuerzo y no viéndolo,  se acercaron al bosque para buscarlo, encontrando por tierra sus libros, con una nota: “no lo busquen viene un momento con nosotros los partisanos”.

El 10 de abril de l945, el seminarista fue secuestrado, y llevado prisionero a Piano di Monchio, en el sobre el Apenino modenese, encerrado y brutalmente  torturado, por 3 días, despojado de su sotana; delante de aquel poco menos que un muchachito llorando, alguno de ellos movidos de cierta piedad, propusieron de dejarlo ir, porque en efecto, era solamente un niño; pero otros se negaron y lo condenaron a muerte para tener “un futuro cura menos”.

Lo llevaron al bosque de Piano de Monchio (Modena), cavada allí una fosa, Rolando obligado a arrodillarse sobre el borde, y mientras rezaba por él y sus queridos padres, dos balas, una dirigida a su frente y la otra al corazón,  se desploma sobre la misma.

Cubierto con tierra y hojas secas  de encinas; era el viernes 13 de abril de l945 y Rolando tenía 14 años y 3 meses; su sotana fue enrollada como  una pelota de futbol y luego colgada como un trofeo de guerra sobre el pórtico de una casa vecina.

Solo el día siguiente, por indicación de uno de los partisanos, el papá  Roberto y el capellán, encontraron el cuerpo descompuesto. Lo desenterraron y ayudados por algunos campesinos, lo llevaron a la Iglesia de María Asunta en Monchio, donde se celebraron sus funerales y sepultado en el  cementerio local.

Sus padres escribieron sobre su tumba:

“Tu que de las tinieblas y del odio has sido  apagado, vive en la luz y en la paz de Cristo”