Cosas litúrgicas. Segunda parte

La luz.—

La luz en la Iglesia de Dios es un elemento sumamente importante. Nada se hace en ella sin luz. Y es que la luz es el símbolo mas hermoso de la vida cristiana. Somos llamados los cristianos hijos de la luz; las luces son símbolo de la divinidad, de la fe, de la esperanza, de la caridad, de la gloria, de la doctrina cristiana, de la virtud, etc., etc. Por eso la Iglesia la usa en tantas ocasiones. Uno de los elementos que tiene mas prescripciones liturgicas es la luz.

Materia de la luz.—

La Iglesia en la liturgia propiamente usa de luces de cera y luces de aceite. Cera de abejas y cera de oliva. La cera de abeja significa la virginidad y, por tanto, el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo formado en una Virgen. El aceite de oliva es símbolo de la luz perfecta y suave, y de medicina, alimento y luz. Por eso, en las funciones para uso litúrgico propiamente, solo debe usarse luz de cera o de aceite. Si bien, fuera de las luces prescritas para la liturgia, la Iglesia permite usar de otras luces, para ornato, esplendidez, alegría.

Luz en la Misa—

Seria pecado mortal celebrar sin ninguna vela. En las Misas rezadas deberán ser dos las velas. Por honor del celebrante no deben ponerse mas, a no ser que sea Obispo, en cuyo caso podrán ponerse cuatro. También se permiten mas velas cuando asiste solemnemente alguna autoridad local, con insignias de tal, y en las Misas parroquiales, conventuales, de comunidades, colegios, etc., en los días mas solemnes; asimismo por razón de algunas imágenes o de las reliquias que haya en el altar. Es también lícito encender alguna vela o luz para la lectura en caso de oscuridad. En los domingos ordinarios, días poco solemnes, fiestas simples, ferias del ano, aun en Misas solemnes, basta encender cuatro velas y aun dos; sin embargo, en toda Misa cantada es mejor poner seis velas. Ante el Santísimo expuesto conviene poner muchas luces. Pero en la exposición privada bastan de suya seis; y en la solemne doce, a menos que la Iglesia sea pobre, en cuyo caso bastaran diez.

Calidad de las velas.—

Deben ser de cera. Pero es la cuestión que es muy difícil obtener cera pura, por muchas razones, y entre otras, por la gran escasez de ella que hay en- el mundo. Esto supuesto, la Sagrada Congregación de Ritos respondió que no es en rigor necesario que las velas de la liturgia sean de cera pura. Lo que la Sagrada Congregación quiere es que los Obispos pongan el posible empeño en que los cirios pascuales, los cirios que se sumerjan en la pila bautismal al bendecirla, y las dos velas de la Misa sean de cera de abejas, al menos en su máxima parte. Las otras velas que se han de poner sobre el altar conviene que sean de cera en su parte mayor o notable. Y los párrocos se pueden atener a las normas que les dieren los Prelados, sin que los que van a celebrar sean obligados a inquirir con ansiedad la calidad de las velas.

Luz eléctrica.-

Con este motivo se pregunta si es licito usar de luz eléctrica, o de gas, o de otra clase. La Sagrada Congregación ha respondido que la luz eléctrica no debe usarse para el culto; pero si que puede usarse para quitar la oscuridad y para adornar mas espléndidamente la iglesia, procurando evitar el aspecto teatral. Por tanto, no deben ponerse sobre el altar, ni para iluminar las reliquias o las imágenes, como luces litúrgicas. Pero fuera de esto, acerca de donde y como pueden usarse, suele haber muchas opiniones: unas mas estrechas, otras mas anchas. Aténganse todos a lo que suenan las disposiciones de la Iglesia, y luego dejen libertad a todos en lo demás.

El fuego.—

Antes de pasar adelante diremos que también el fuego es objeto de liturgia. Desde luego, es necesario para el incienso. Pero además tiene una gran fiesta en el culto del Sábado unción. Lo hace el Obispo el día de Jueves Santo, bendiciendo solemnemente primero el óleo de los catecúmenos, que sirve en el Bautismo, para la ceremonia de ungir a los que van a bautizarse; y después el óleo de los enfermos que sirve para la Extremaunción. Este óleo de la Extremaunción es necesario para que valga el Sacramento; el otro de los catecúmenos no es necesario para que valga el Bautismo. Este mismo óleo de los catecúmenos sirve para las ordenaciones de los presbíteros, y también para las unciones de los reyes y reinas. Muy bien, porque estas unciones son signos de realeza, desde la antigüedad, y rey es el que se bautiza, y rey es el que se ordena de sacerdote.

La fiesta de la luz.—

Es hermosísima la fiesta de Sábado Santo, y lo seria mucho mas celebrándose, como antiguamente, a medianoche, antes del domingo. La Iglesia estaba en tinieblas, sin luz ni vela ninguna. Los ministros salían a la puerta del templo. Allí sacaban el fuego del pedernal, fuego nuevo, inmaculado, y de el se tomaba la luz, con la que encienden las tres velas que lleva delante el diacono en una caña; las tres velas están unidas en la base, es un Dios; y se separan después, son tres personas; y dice el diacono: Luz de Cristo, y responde el pueblo: Gracias a Dios. Es que Cristo nos trae la luz, la fe en Dios, trino y uno. Síguese el canto preciosísimo de la Angélica o pregón pascual, en el que en tonos preciosos se dicen poesías divinas. Y según las ceremonias señaladas se van encendiendo todas las luces de la iglesia, el cirio pascual, las lámparas de la iglesia. Era solemnísima y lucidísima esta fiesta nocturna, a la que seguía la Misa con toda alegría y luz y solemnidad, representando la renovación por Cristo de todo el mundo.

La fiesta de las Candelas.—

También se celebra otra fiesta dulce el dia de la Purificación de Nuestra Señora, encendiéndose las velas bendecidas y formando procesión con ellas, en memoria de haber dicho Simeón que moriría ya en paz, por haber visto la luz que iluminaria las naciones, y seria la gloria del pueblo de Israel.

El incienso.—

Famoso ha sido siempre el incienso en la Ley Antigua, y aun en todos los ritos del mundo. Considerábase como ofrenda de Dios, y símbolo de los afectos del corazón humano, de sus oraciones, de sus deberes. Los Magos trajeron a Jesús oro como a rey, mirra como a hombre, incienso como a Dios, según explican el simbolismo los Padres. En la Ley antigua el Señor dio instrucciones de como había de prepararse la timiama y los perfumes que se le habían de ofrecer. San Juan, en el Apocalipsis, vio a los ancianos que tenian en sus manos copas o incensarios llenos de perfumes, que eran las oraciones de los Santos. La Iglesia usa del incienso desde los primeros tiempos. Y sobre todo desde el siglo IV, y mucho mas desde la Edad Media. Los orientales son mucho mas amigos del incienso, y lo usan constantemente, y, por cierto, muy bueno y agradable y oloroso.

Que es incienso.—

El incienso consiste en una resina olorosa extraída de algunos árboles orientales, el mejor es el libanus thurifera y el boswellia. La corteza de estos árboles llora algunas lagrimas trasparentes, rosadas, agradables al olfato. Su olor no deja de ser un poco extraño en medio de su agrado; por lo cual algunos lo mezclan con un poco de estoraque, o benjuí, o alhucema, o algunas otras fragancias, lo cual puede hacerse como no sea gran cantidad.

Uso del incienso.—

La Iglesia católica usa el incienso en las grandes solemnidades y también en las bendiciones de muchas cosas, como los ramos, las cenizas, cirios, etc. Simboliza la oración que sube al cielo, la purificación del ambiente, la expulsión de los enemigos del alma. Al incensar la oblata en la Misa solemne dice el preste: “Este incienso, bendecido por ti, suba a ti, Señor, y descienda sobre nosotros tu misericordia”.

Incensación de los ministros.—

En la Misa se inciensa también con el turiferario al celebrante, a los ministros, a los asistentes, para enviarles como una participación del honor de Dios, cuyos hijos son y ministros, y para purificarlos y hacerlos agradables a Dios, llenándolos de este perfume santo.

Incienso abundante.—

Es de lamentar la parsimonia con que en algunos sitios usan del incienso, poniendo muy poca brasa, y echando solo alguno que otro grano de incienso. No es esta la mente de la Iglesia, sino que mas bien debe abundar este perfume que da tanta solemnidad. En Oriente, así como aquí se ofrecen velas para el culto, ofrecen incienso los fieles a los sacerdotes para las Misas. Y no fuera malo que aquí se introdujera también esa buena costumbre.

Puntos de catecismo. Vilariño. S.J.