Sobre las fiestas.—
Hemos de hablar especialmente algo mas sobre las fiestas que son los dias principales del año litúrgico. Se llaman fiestas los dias en que se reza algún Oficio festivo, compuesto en honor de algún Santo. De suyo la Iglesia celebra el Oficio general correspondiente al dia de la semana. Mas cuando ocurre en algún día la muerte de algún Santo, o el recuerdo de algún misterio, se dice un Oficio particular en su honor.
Fiestas de descanso.—
En el sentido vulgar solo se llaman fiestas aquellos días festivos mas solemnes en que hay que descansar por precepto de la Iglesia. Y por eso fiesta, en su acepción plena, es aquella en que la Iglesia manda abstenerse de todo trabajo. Pero en sentido litúrgico es cualquier día en que se celebre la fiesta de algún Santo. Hoy los mas de los días son festivos, porque como hay tantos Santos en la Iglesia, se han ido poniendo Oficios festivos en los mas de ellos.
Fin de las fiestas.—
El fin de las fiestas es satisfacer la devoción que la Iglesia tiene a Jesucristo Salvador, a la Virgen y a los Santos; por lo cual quiere que en ciertos días se dirijan todos los actos de la liturgia a conmemorar algunos misterios, a celebrar a algunos Santos.
Ocasión de las fiestas.—
La ocasión de las fiestas ha sido varia. Unas veces alguna necesidad publica de la Iglesia o de alguna provincia, o de alguna parroquia. Otras, algún gran beneficio recibido del cielo. Otras, alguna revelación o aparición privada. Otras, en fin, otros sucesos de la historia eclesiástica. A veces también algunas fiestas cristianas se pusieron para contrarrestar y destruir el electo de otras fiestas paganas de Roma. Así el Patrocinio de San José se puso por las necesidades de la Iglesia en tiempos de Pío IX, la fiesta del Rosario por la victoria de Lepanto, la de la Aparición de la Virgen por la aparición de Lourdes, la del Corazón de Jesús con ocasión de las revelaciones de Santa Margarita, y con ocasión de las fiestas paganas se establecieron las fiestas de las Témporas, las Letanías de San Marcos, la Cátedra de San Pedro y otras para desviar la atención de fiestas malas a fiestas buenas.
Fiestas de apariciones y revelaciones.—
Cuando alguna fiesta se funda con ocasión de alguna aparición o revelación, no es preciso creer que la Iglesia asegura la verdad de aquellas apariciones, porque esto lo deja a la razón humana, que vera si tales apariciones o hechos tienen fundamento histórico o no. Claro que alguna creencia supone el fundar tales fiestas. Pero la Iglesia principalmente se fija en la conveniencia dogmática de ellas, sin decidir de la verdad de la aparición o revelación particular.
Antigüedad de las fiestas.—
Las fiestas del Señor mas insignes son antiquísimas: así la fiesta de la Pascua, que es la solemnidad de las solemnidades, se menciona ya en los Actos de los Apóstoles y en las Cartas de San Pablo. Las fiestas de Pentecostés, de la Ascensión, de Navidad y Epifanía, existen desde el siglo III o IV, por lo menos en Roma. La Circuncisión se celebro en España y en Francia desde el siglo VI. La Exaltación y la Invención de la Cruz también son muy antiguas. La Transfiguración es del siglo IX en varios sitios.
Fiestas de la Virgen.—
Ya desde el siglo IV se pueden tener testimonios de fiestas de la Virgen. La Presentación de Jesús en el templo con la Purificación de la Santísima se celebraba en Jerusalén en el ano 380, por lo menos, y de allí paso a Occidente. Y ya en el siglo VII se habla de las fiestas de Ja Anunciación, Asunción o Dormición, Natividad, y poco después de Ja Visitación, Presentación y otras.
Fiestas de los Santos. —
Ya desde el siglo II se celebraron fiestas de los Santos. Primero de los Apóstoles, de San Policarpo, de los Santos Macabeos, de San Juan Bautista, San Esteban, de los Santos Inocentes, San Sixto, Papa; Perpetua y Felicitas, Fabián, Lorenzo, Hipólito, Cipriano, Sebastian, Inés, Timoteo, Vicente, Felicitas, Ignacio, Pantaleón, los Siete Durmientes. Todos ellos son mártires.
De fiestas de Santos no mártires, no hay testimonios anteriores al siglo IV. En el siglo IV se celebra en Oriente la memoria de los santos Basilio y Atanasio en los aniversarios de sus muertes y en Occidente la de San Martín. Ya advertimos a su tiempo que de los Santos no se celebran los nacimientos a este mundo, sino los nacimientos al cielo, es decir, las muertes, excepto la Natividad de Nuestra Señora y la de San Juan Bautista, que fueron santas.
Importancia de las fiestas.—
Las fiestas, unas son mas importantes que otras, según la dignidad de la persona o, si se trata de una misma persona, según la dignidad del misterio; porque es claro que hay algunos mas principales que otros. A veces también algunas fiestas son mas principales que otras por razones extrínsecas, como cuando un Santo es el Patrono de alguna ciudad, por cuya causa es preferido a todos los demás.
Grados de importancia.—
Por el rito que tienen se dividen las fiestas en simples, semidobles y dobles. Las dobles, pueden ser dobles sencillamente o dobles mayores, dobles de segunda clase y dobles de primera clase. Hoy hay en la Iglesia veinticuatro fiestas dobles de primera clase, veintiocho de segunda clase, veintisiete mayores y muchísimas dobles sencillas.
Fiestas solemnes.—
Las fiestas se dividen también en solemnes y no solemnes. En el lenguaje ordinario son solemnes aquellas en que no se puede trabajar, las que llamamos fiestas de precepto. Sin embargo se consideran litúrgicamente como solemnes todas las que puso Urbano VIII en su catalogo de fiestas solemnes, que después fue modificado por Pío X, como luego diremos en cuanto al precepto.
Fiestas primarias y secundarias.—
Distingue la Iglesia, entre fiestas primarias y secundarias, según la calidad de los hechos que se celebran. Ordinariamente son primarias las fiestas mas antiguas y primarias del Señor y de la Virgen; sin embargo, la fiesta de la Sagrada Familia es primaria, aunque moderna. En las fiestas de los Santos son primarias las fiestas de sus natalicios al cielo y secundarias otras, como las de las invenciones de sus cuerpos, etc.
En la práctica se saben cuáles son primarias y cuáles son secundarias por el catálogo auténtico que se pone en los Breviarios.
Puntos de catecismo, Vilariño S.J.