INTRODUCCIÓN AL BREVIARIO ROMANO

¿Pueden los fieles usar el Breviario Romano?

Cuando el Papa Pio X, de inmortal memoria, por medio de su Motu proprio del dia 22 de Noviembre de 1903 trazaba el programa de su pontificado en sus relaciones con el culto de la santa Iglesia, y a cuya realización había de dirigir las energías todas de su grande alma, se expresaba de esta suerte: “Nuestro mas vivo deseo es que el verdadero espíritu cristiano reflorezca en todas sus formas y se mantenga en todos los fieles. Es, pues, necesario atender, ante todo, a la santidad y a la dignidad del templo, donde todos los fieles se congregan precisamente para beber este espíritu en su fuente primera e indispensable, a saber, la participación activa en los sagrados misterios y en la oración publica y solemne de la Iglesia” .

Fijando nuestra atención en las palabras del Soberano Pontífice, vemos que son dos los medios que propone para que el espíritu cristiano anime a los fieles: “1° su participación en los sagrados misterios, y 2ª  en la oración publica y solemne de la Iglesia”. En cuanto al primero de estos medios, o sea en lo relativo a la participación de los fieles en los sagrados misterios, en la santa Misa, es innegable que actualmente muchos asisten al santo sacrificio conociendo mucho mejor que antes la naturaleza del mismo, su excelencia, sus relaciones con la vida cristiana y las gracias de santificación que del altar santo manan constantemente para purificar, elevar y dignificar las almas. Es verdad que no podemos contentarnos con lo realizado; no obstante, los frutos conseguidos deben estimularnos a no cesar en un apostolado tan necesario y el mas provechoso para el bien espiritual de los hijos de la Iglesia.

Quiere este Santo Papa Pío X que los fieles participen activamente en los sagrados misterios (La Santa Misa); pero además nos propone otro medio, o sea la participación de los mismos en la oración publica y solemne de la Iglesia. Ahora bien, ¿de esta participación podemos afirmar lo mismo que hemos dicho de la primera? Es innegable que muy poco se ha realizado a fin de que los fieles puedan tomar parte la oración oficial de la santa Iglesia, en el Oficio divino. El rezo del Breviario Romano nos aportará un gran tesoro de espiritual formación cristiana, solidez en nuestra vida, regularidad en la oración, uniéndonos íntimamente con Jesucristo. El Oficio Divino nos ayudará a resistir valerosamente a todas las adversidades y todas las pruebas en defensa de la fe ante las que nos encontramos.

¿Que es el Breviario Romano?

El Breviario Romano es el libro de la Oración oficial de la Iglesia. La Iglesia debe orar, y debe orar siempre, porque tal es la voluntad formal, expresa y decisiva de su divino Fundador. He aquí sus palabras explicitas y terminantes: “ Es necesario orar siempre y no desfallecer” . La realización de esta voluntad de Jesucristo, nos la afirman las siguientes palabras iluminadoras y elocuentes de nuestro Santísimo Padre el Papa Pío XI en su Encíclica Caritate Christi compulsi: ¡Qué espectáculo mas hermoso ofrece al Cielo y a la tierra la Iglesia orante, cuando sin interrupción, día y noche, en todas las regiones del mundo, entona los salmos divinamente inspirados! No hay hora del día que no este santificada por su liturgia especial: no hay edad de la vida humana que no tenga su lugar en los cultos de acción de gracias, en las alabanzas, en las preces, en los actos de reparación comunes al cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia”. Esto supuesto, la Iglesia para orar tiene un libro en el que se contiene su plegaria, y este libro no es otro que el Breviario Romano. Toda alabanza, todo encomio, toda ponderación de este libro es insuficiente para expresar su verdadero valor. El Breviario es obra de la Iglesia, y es una obra tan excelsa y tan sublime, que ella sola constituye un monumento perenne de su sabiduría, de su celo por el culto con que debe ser honrado el Altísimo, y de su solicitud por el bien espiritual de sus hijos. Cuando la santa Iglesia pone en manos de sus hijos el Breviario, les dice de una manera practica y la mas elocuente: “Ahí tenéis el libro clásico de la plegaria, el libro que compendia vuestra instrucción religiosa, y el libro que os servirá admirablemente para mantener vivo el fervor divino en vuestras almas mediante la meditación de las verdades y los misterios de nuestra fe”.

Por lo mismo, si tuviésemos necesidad de dar una definición del Breviario, diríamos que es: “El libro clásico de la plegaria, de la instrucción y de la meditación”.

Lugar que ocupa el Oficio divino en la Liturgia.

Después del santo sacrificio de la Misa, centro de todo el culto católico, y de los Sacramentos, por los cuales se comunica la vida sobrenatural a las almas, la parte más culminante de la Liturgia la constituye el Oficio divino. Con el la Iglesia ha enriquecido a sus hijos con uno de los medios mas poderosos para la practica de la virtud de la religión. Esta tiene por objeto el culto de Dios, es decir, el honor que le es debido por su excelencia infinita. Ahora bien, este honor debido al Altísimo lo procuramos por medio de los actos de adoración, de acción de gracias, de impetración y de propiciación.

Examinando el contenido del Oficio divino, estudiando sus plegarias, sus himnos, sus alabanzas, sus cánticos, nos vemos obligados a reconocer que con el se confiesa y reconoce a Dios por supremo autor de todo lo creado; con el le damos gracias por los beneficios recibidos; le pedimos cuanto necesita la Iglesia, y procuramos aplacarles por las ofensas que se le hacen.

Por lo mismo, debemos reconocer que después del santo Sacrificio, el primer lugar de la liturgia lo ocupa el Oficio divino. No solo ocupa el lugar inmediato al santo Sacrificio, sino que el mismo es el sacrificium laudis, el sacrificio de alabanza, de que nos habla el Profeta Rey en los salmos. Y, dado que es verdadero-sacrificio de alabanza, esta de tal suerte unido con el sacrificio de la Santa Misa, que sin el, la misma función sacrificial, misión primera de la Iglesia, no podría realizarse. “El mismo sacrificio exterior, tal como lo regulan la ley natural y positiva, no puede consumarse sin la oración vocal. Esta dice con palabras lo que el sacrificio expresa con hechos: Adiungitur vocalis oratio quasi ad redd itionem d eb iti, dice santo Tomas. Como el rayo de luz blanca se descompone, al atravesar el prisma, en sus siete elementos primitivos, y manifiesta en el espectro su variada belleza, así las palabras de la oración explican a los sentidos la razón del sacrificio, y descomponen el acto único, de suerte que en todos los componentes pueda el ojo del alma y el corazón verle y considerarle en su profundo contenido’’.

Añádase a esto que la Iglesia es el mismo Cristo; es su cuerpo real y místico; es su plenitud: “Diole (a Cristo) el ser Cabeza de toda la Iglesia, que es su cuerpo y plenitud”. Y la vida de Cristo fue vida de oración; san Pablo nos lo presenta como Pontífice que, en su vida mortal, eleva su plegaria, que es oída. Misión de la Iglesia debía ser continuar la oración de su Cabeza, Cristo Jesús; al realizarla a través de los siglos, no ha hecho mas que cumplir los reiterados mandamientos de su Maestro y Fundador. Estas razones ponen ya de manifiesto lo que la oración representa en el campo de la Liturgia. Es la expresión publica y oficial del sentimiento religioso en la sociedad de los redimidos; la elevación colectiva de la espiritualidad de la Iglesia a su Dios. Es la alabanza, la acción de gracias, la petición de dones, que salen de los profundos senos de la sociedad cristiana y que cristalizan en formas que la Iglesia ha registrado en sus formularios de preces. La oración litúrgica es parte esencial de la Liturgia misma, puesto que es manifestación esencial del culto. En cierto sentido toda la Liturgia es oración, porque toda ella es una elevación continua a Dios; es el magnifico epitalamio en que se celebra la unión de la Esposa y el Esposo; unión de alabanza, de gratitud, de dones. Es la misma vida sobrenatural de la Iglesia que le viene de Dios por su Cabeza, Cristo, que hace vibrar lo mas profundo de sus entrañas, y que a Dios vuelve, exteriorizada en una forma oral, por la misma Cabeza: Per Christum Dominum nostrum.

Y como el Espíritu de Dios es el que vivifica la Iglesia, y El es quien fecunda su pensamiento, y pone en juego los resortes de su vida espiritual, y da elocuencia y sentido de Dios a sus palabras, podemos decir, aun prescindiendo de aquellas partes de la oración litúrgica que, tomadas de las divinas Escrituras, son la obra directa del Espíritu Santo, que la oración de la Iglesia es el divino formulario que el Espíritu de Dios ha puesto en boca de la Esposa del Cordero; y que este formulario no es mas que la traducción al lenguaje oral, de aquel “ espíritu de plegaria” que había prometido Dios difundiría entre los hijos de su reino” .

                                                              (Extracto del Oficio Divino de Gubianas)