Vida de Laura Vicuña

Una beata con dos rostros…

Laurita nace en Santiago de Chile, el 5 de abril de 1.891,  año en que se declara la rebelión en aquel país,  teniendo por objeto derrocar al presidente Manuel Montt y derogar la constitución de 1.833. Al terminar la guerra, la familia Vicuña fue perseguida, y José Domingo (padre de Laura) debió alejarse de Santiago, huyendo y refugiándose con su mujer, Mercedes Pino y sus dos hijas (Laura y su hermana Julia Amanda) en Temuco, a 680km. de Santiago de Chile. Muere José Domingo en  1.894,  por lo cual Mercedes Pino y sus hijas quedaron en la pobreza y portadoras de un apellido perseguido.​ En este contexto, la madre decidió buscar refugio en Argentina.

Los primeros años en Argentina

Mercedes y sus hijas se establecieron en las proximidades de Neuquén,  en la localidad de Junín de los Andes (al sur del país). Al principio Mercedes buscó algún trabajo para poder costear los estudios de sus hijas, llegando a la estancia  “Las Mercedes” perteneciente al Capitán Mariano Fosbery, quien la recibió como empleada doméstica. Allí estuvieron aproximadamente de 5 a 6 meses. Luego, se trasladaron a orillas del Río Quilquihué, donde se encontró con Manuel Mora, dueño de la estancia local,​ quien maltrataba a Mercedes, presionándola para que accediera a ser su concubina. Ésta quería que se unieran en matrimonio, pero Mora, no aceptó para poder dejarla cuando quisiese; pero en tanto accedió a costear los estudios de sus hijas, por lo que Mercedes aceptó convivir con aquel hombre.

Laura y su hermana ingresaron al colegio «Las Hijas de María Auxiliadora “, de la Congregación Salesiana,  en Junín de los Andes,  fundada por San Juan Bosco,  donde fueron instruida tanto en la fe cristiana como en lo referente a la educación escolar. Se daba mucha espiritualidad en los colegios salesianos por aquel entonces. Según sus palabras, era feliz en el colegio, al cual llamaba: “mi paraíso” y las hermanas la consideraban una niña devota, llena de caridad hacia sus compañeras y fiel a sus deberes cotidianos.

Un día, escucha de las religiosas que “es necesario aprender a ser buena desde la juventud….esperar a serlo en edad avanzada, significa arriesgarse a perder la propia alma”. Laura pensaba intensamente en su madre que vivía en el pecado y decide hacer cualquier cosa para salvarla.

Las religiosas y el sacerdote don Crestanello, le explican cómo se vive para Jesús. Laura era atenta y querida vivir sólo para Él. Quería hacerse santa, y veían que el valor de Laura Vicuña está en el gran amor que ponía y que traspasa el sacrificio y la angustia ya que   las hermanas decían que lloraba y reía al mismo tiempo; que en su rostro había mucha melancolía, porque Laura estaba inquieta por la situación de su madre.

Hace su primera comunión, el 2 de junio de 1.901, ofreciendo ese mismo día, su vida a Jesús y consagrando su pureza a la Santísima Virgen. A pesar de esto, pensaba que la situación de su madre no había mejorado, sintiendo que no había hecho nada por ayudarla.

Tenía entonces, solo 10 añitos y no le era siempre fácil obedecer. Pero Laura le decía a su hermanita Julia y a las amiguitas: “nuestra obediencia debe ser perfecta, por amor de Jesús que ha sufrido tanto por nosotros en la Cruz”. Un día, mientras arreglaba un parterre en el jardín del colegio María Auxiliadora,  la directora le dice de plantar un palo para sostener una plantita trepadora. Laura contesta: “De los palos secos plantados por obediencia, germinarán las rosas, porque la voz de nuestros superiores es la voz de Dios”. Algún tiempo después, el palo floreció!!. El obispo Monseñor Giovanni Cagliero quien había venido de visita a Junín de los Andes, viendo esto, quiere que estas flores milagrosas, fuesen puestas delante a Jesús Eucarístico.

Laurita pensaba siempre en la situación en que se encontraba su madre, quería liberarla de aquel hombre; deseaba que no viviese más en el pecado. La pequeña había ya ofrecido oraciones, sacrificios, rosarios a la Virgen, tantas comuniones. Qué cosa podía aún hacer?..

Su primer biógrafo, Don Crestanello, señala: «Laura sufría en el secreto de su corazón… Un día decidió ofrecer su vida y aceptar con gusto la muerte, a cambio de la salvación de su madre. Me rogó que bendijera su ardiente deseo. Yo estuve perplejo largo tiempo«. 

A los pocos meses cae enferma, (tisis) empeorando su salud  conforme avanzaba la enfermedad y la vida de Laura se iba apagando. Dirá: “Señor, que yo sufra todo lo que a ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve”.

 Antes de morir, Laura le pidió a su madre:

Muero. Yo misma se lo pedí a Jesús. Hace dos años que ofrecí mi vida por ti, para pedir la gracia de tu conversión.  Mamá, antes de morir, ¿tendré la dicha de verte arrepentida ?.

Doña Mercedes, con los ojos en llanto, le respondió diciendo:” Te juro en este momento que haré cuanto me pides. Estoy arrepentida. ¡Dios es testigo de mi promesa”.

Laura dijo al sacerdote Genghini que la asistía, y luego a su madre:

“Padre, mamá promete en este momento abandonar a aquél hombre; sea usted testigo de su promesa…..Gracias Jesús, Gracias María, adiós Mamá. Ahora muero contenta”.  Así, el 22 de enero de 1.904 se apaga  esta niñita en tal alto valor espiritual y con tan solo 13 años.!

Laura tuvo una corta vida, plagada de sufrimientos, pero ella nunca dejaba de dar gracias y rezar.