San Pio V: Bula Quo Primum Tempore

San Pio V

Bula de San Pio V sobre el uso a perpetuidad de la Misa de siempre. Para descargar el archivo aqui:

BULA

QUO PRIMUM TEMPORE

DEL SUMO PONTÍFICE

PÍO PP. V

Sobre el uso a perpetuidad de la Misa Tridentina 

(14 de julio de 1570)

Desde el primer instante de nuestra elevación a la cima de la jerarquía Eclesiástica NOS hemos dirigido con agrado todo nuestro ánimo hacia aquellas cosas que por su naturaleza tienden a conservar la pureza del culto de la Iglesia, y con la ayuda de DIOS Nos hemos esforzado en realizarlas en plenitud, poniendo en ello todo nuestro cuidado. Como entre otras decisiones del Santo Concilio de Trento, Nos incumbe decidir la edición y reforma de los libros sagrados, el Catecismo, el Breviario y el Misal, después de haber ya, gracias a DIOS, editado el Catecismo, para la instrucción del pueblo y para que sean rendidas a DIOS las alabanzas que le son debidas; corregido completamente el Breviario, para que el Misal corresponda al Breviario (lo que es normal y natural, ya que es sumamente conveniente que no haya en la Iglesia de DIOS más que una sola manera de salmodiar, un solo rito para la Misa).

Nos pareció necesario pensar lo más pronto posible en lo que faltaba por hacer en este campo, a saber, editar el mismo Misal. Es por esto que Nos hemos estimado deber confiar este cargo a sabios escogidos; y de hecho son ellos, quienes, después de haber reunido cuidadosamente todos los manuscritos, no solamente los antiguos de nuestra Biblioteca Vaticana, sino también otros buscados en todas partes, corregidos y EXENTOS de alteración, así como las decisiones de los Antiguos y los escritos de autores estimados que no nos han dejado documentos relativos a la organización de estos mismos ritos, han restablecido el mismo Misal conforme a la regla y a los ritos de los Santos Padres.

Una vez éste revisado y corregido, después de madura reflexión, para que todos se aprovechen de esta disposición y del trabajo que hemos emprendido, Nos hemos ordenado que fuese impreso en Roma, lo más pronto posible, y que una vez impreso, fuese publicado, a fin de que los sacerdotes sepan con certeza qué oraciones deben utilizar, cuáles son los ritos y cuáles las ceremonias que deben, bajo OBLIGACIÓN, conservar en adelante en la celebración de las Misas: para que todos acojan por todas partes y observen lo que les ha sido transmitido por la Iglesia Romana, Madre y Maestra de todas las otras Iglesias y para que en adelante y para el tiempo futuro perpetuamente, en todas las iglesias, patriarcales, catedrales, colegiatas, y parroquiales, de todas las provincias de la cristiandad, seculares o de no importa qué Ordenes Monásticas, tanto de hombres como de mujeres, aún Ordenes Militares regulares y en las iglesias y capillas sin cargo de almas, en las cuales la celebración de la Misa conventual en voz alta con el coro, o en voz baja siguiendo el rito de la Iglesia Romana es costumbre u obligación, no se canten o no se reciten otras fórmulas que aquellas conformes al Misal que Nos hemos publicado, aún si estas mismas iglesias han obtenido una dispensa cualquiera por un indulto de la Sede Apostólica, por el hecho de una costumbre, de un privilegio o de un juramento mismo, o por una confirmación apostólica, o están dotados de otros permisos cualesquiera; a menos que después de que se hubiere establecido la costumbre, esta última o la institución misma hayan sido observadas sin interrupción en estas mismas iglesias por la celebración de Misas durante más de doscientos años. En este caso Nos no suprimimos a ninguna de estas iglesias su institución o costumbre de celebrar la Misa; pero si este Misal que Nos hemos hecho publicar les agrada más, con la aprobación y consejo del Obispo o del Prelado, o del conjunto del Capítulo, Nos permitimos que, no obstando nada en contrario, ellas puedan celebrar la Misa siguiendo éste.

Pero, ciertamente, al retirar a todas las iglesias antes mencionadas el uso de sus misales propios y dejarlos totalmente, determinamos que a este Misal justamente ahora publicado por Nos, nada se le añada, quite o cambie en ningún momento y en esta forma Nos lo decretamos y Nos lo ordenamos a PERPETUIDAD, bajo pena de nuestra indignación, en virtud de nuestra constitución, Nos hemos decidido para el conjunto y para cada una de las iglesias enumeradas arriba, … que ellos deberán, en virtud de la santa obediencia, abandonar en el futuro y enteramente todos los otros principios y ritos, por antiguos que sean, provenientes de otros misales, los cuales han tenido el hábito de usar, y cantar o decir la Misa según el rito, la manera y la regla que Nos enseñemos por este Misal y que ellos no podrán permitirse añadir, en la celebración de la Misa, otras ceremonias ni recitar otras oraciones que las contenidas en el Misal. Y aún, por las, disposiciones de la presente y en nombre de nuestra Autoridad Apostólica, Nos concedemos y acordamos que este mismo Misal podrá ser seguido en la totalidad en la Misa cantada o leída en todas las iglesias, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en ningún castigo, condenación o censura y que podrá válidamente usarse, libre y lícitamente y ESTO A PERPETUIDAD (etiam perpetuo). Y de una manera análoga, Nos hemos decidido y declaramos que los Superiores, Administradores, Canónigos, Capellanes y otros Sacerdotes o religiosos de una Orden cualquiera, no pueden ser obligados a celebrar la Misa de otra manera diferente a como Nos la hemos fijado y que JAMÁS NADIE, quienquiera que sea podrá contradecirles o FORZARLES A CAMBIAR DE MISAL o anular la presente instrucción o a modificarla, sino que ella estará siempre en vigor y válida con toda fuerza, no obstante las decisiones anteriores y las Constituciones Generales o Especiales emanadas de Concilios Provinciales o Generales, ni tampoco el uso de las iglesias antes mencionadas, confirmadas por una regla muy antigua e inmemorial, ni las decisiones ni las costumbres contrarias cualesquiera que sean.

Nos queremos, al contrario, y Nos lo decretamos con la misma autoridad, que después de la publicación de Nuestra presente constitución así como del Misal, todos los sacerdotes que están presentes en la Curia Romana estén obligados a cantar o a decir Misa según este Misal dentro de un mes. Aquellos que están de este lado de los Alpes en un término de tres meses; y en fin, los que viven del otro lado de las montañas en un término de los seis meses o desde que puedan obtener este Misal. Y para que en todo lugar de la tierra él sea conservado sin corrupción y exento de faltas y de errores. Nos prohibimos igualmente por Nuestra Autoridad Apostólica y por el contenido de instrucciones semejantes a la presente, a todos los impresores domiciliados en el dominio sometido directa o indirectamente a Nuestra autoridad y a la Santa Iglesia Romana, bajo pena de confiscación de libros y de una multa de 200 ducados de oro pagaderos al Tesoro Apostólico; y a los otros, que vivan en cualquier lugar del mundo, bajo pena de excomunión (latae sententiae) y de otras sanciones en Nuestro poder, el tomarse la libertad en ninguna forma o arrogarse el derecho de imprimir este Misal o de ofrecerlo o de aceptarlo sin Nuestro permiso o un permiso especial de un Comisario Apostólico que esté encargado por Nos de este asunto y sin que este Comisario haya comparado con el Misal impreso en Roma, siguiendo la gran impresión, un original destinado al mismo impresor para servirle de modelo para aquellos que el dicho impresor deba imprimir ni sin que no se haya primeramente bien establecido que concuerda con el dicho Misal y no presenta absolutamente ninguna divergencia en relación con este.

Por consiguiente, como será difícil transmitir la presente carta a todos los lugares de la Cristiandad y llevarla en seguida al conocimiento de todos, Nos ordenamos publicarla y colocarla, siguiendo la costumbre, en la Basílica del Príncipe de los Apóstoles, etcétera. Que absolutamente nadie, por consiguiente, pueda anular esta página que expresa Nuestro permiso, Nuestra decisión, Nuestro mandamiento, Nuestro precepto, Nuestra concesión, Nuestro indulto, Nuestra declaración, Nuestro decreto y Nuestra prohibición ni ose temerariamente ir en contra de estar disposiciones. Si, sin embargo, alguien se permitiesen una tal alteración, sepa que incurre en la indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.

Dado en Roma, en San Pedro, el año mil quinientos setenta de la Encarnación del Señor la víspera del idus de Julio, en el quinto año de nuestro pontificado.

Sermón del II Domingo después de Epifanía

Santisima Virgen

SE NOS MANIFESTÓ POR MEDIO DE MILAGROS.

De un Sermón de San Carlos Borromeo

El milagro.

Si la aurora de Cristo, cuando reflejó sus primeras luces, dejó estupefactos a las doctores en el templo, ¿Cuál no sería la gloria de su manifestación en el momento en que se dedicó a llevar a cabo la obra para la que bajó desde el cielo? Mas ¿qué medios escogería para demostrarse?

De muchas maneras fue anunciado Cristo. Manifestáronle los ángeles cantando el Gloria in excelsis; manifestáronle las estrellas que atrajeron a los Magos; lo mostró Juan, presentándole al pueblo y el mismo Padre en el día del bautismo habló de Él. Pero ¿cómo se nos presenta y manifiesta por sí mismo? Por medio de los milagros, que nos dio como prueba.

Vamos a presentar el primero. Roguémosle antes que nos manifieste en él bien clara su gloria, para que creamos firmemente.

La aldea de Caná: la humildad.

Escogió para su primer milagro una aldehuela oscura, bien lejos del esplendor de la capital. “¡Oh felices los pobres, y como os amó Cristo Rey, compañero y amigo vuestro! Apenas si ha nacido y ya se anuncia a unos pastores, entre otros motivos porque ha venido para evangelizar a los pobres. ¡Oh feliz pobreza, y que grata eres a Dios! ¡Oh altísima y riquísima pobreza, heredera del gran reino de os cielos! Dios no excluye a nadie de su gracia, pero se liga con un vínculo especial, como de parentesco, con los pobres, a quienes por eso prefirió siempre a los ricos y demostró como aprecia lo que nosotros despreciamos”.

Las bodas y en matrimonio cristiano.

¿Quién se imagina que Dios había de inaugurar su vida pública asistiendo a unas bodas? La Sabiduría infinita conocía muy bien como habían los hombres de corromper el matrimonio y quiso demostrar su santidad.

II Domingo después de Epifanía

Bodas de Caná

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito.Salm. 65.4,1-2- 

Toda la tierra te adore, ¡oh Dios!, y cante tus loores; diga un salmo a tu nombre, ¡oh Altísimo! Ps. Cantad a Dios, ¡oh tierra toda!, cantad salmos a su nombre; dadle gloria y alabanzas. Gloria al Padre.


Colecta.-

Omnipotente y sempiterno Dios, que gobiernas a la par cielos y tierra, escucha clemente las súplicas de tu pueblo y concede la paz a nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. Rom. 12.6-16.-

Hermanos: Tenemos dones diferentes según la gracia que se nos ha dado; unos la profecía, según la medida de la fe; otros, el ministerio para servir; otros, la enseñanza para enseñar; quién, el de exhortación, para exhortar; quién, el de dar con sencillez; el que preside, hágalo con solicitud; el que hace obras de misericordia, hágalas con alegría. Vuestra caridad sea sincera, aborreced lo malo, aplicaos a lo bueno, amaos mutuamente con fraternal amor, anticipándoos en honraros unos a otros. Sed diligentes sin flojedad, fervorosos de espíritu, pues servís al Señor; gozaos con la esperanza; en la tribulación sed sufridos; en la oración, perseverantes; socorred las necesidades de los fieles; ejerced la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran; vivid en armonía; no ansiéis grandezas, sino acomodaos a lo que sea más humilde.

Gradual. Salm. 106. 20-21.-

Envió el Señor su palabra y los sanó; y los arrancó de la muerte. V/ Alaben al Señor por sus misericor­dias y sus maravillas en favor de los hijos de los hombres.

Aleluya. Salm. 148.2.-

Aleluya, aleluya. Alabad al Señor, todos sus ángeles; alabadle, todos sus ejércitos. Aleluya

Evangelio. Juan 2.1-11.-

A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Credo.

Ofertorio. Salm. 65.1-2,16.-

Canta a Dios, ¡oh tierra toda!, canta un himno a su nombre; venid y oíd todos los que teméis a Dios, y os contaré todo lo que ha hecho el Señor a mi alma, aleluya.

Secreta.-

Santifica, Señor, los dones ofrecidos, y límpianos las manchas de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo que contigo vive.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

Comunión. Juan 2.7-11.-

Dice el Señor: Llenad de agua los cántaros, y llevad al maestresala. Habiendo gustado el maestresala el agua hecha vino, dijo al esposo: Tú has reservado el buen vino hasta ahora. Éste fue el primer milagro de Jesús en presencia de sus discípulos.

Poscomunión.-

Te rogamos, Señor, que aumente en nosotros la operación de tu poder; para que, alimentados con los sacramentos divinos, nos preparemos con tu gracia a conseguir tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dóminica II Post Epiphaniam

II Classis

Introitus: Ps.cxv: 4

Omnis terra adóret te, Deus, et psallat tibi: psalmum dicat nómini tuo, Altíssime. [Ps. ibid., 1-2]. Jubiláte Deo, omnis terra, psalmum dícite nómini ejus: date glóriam laude ejus. Glória Patri. Omnis terra.

Oratio:

Omnípotens sempitérne Deus, qui cæléstia simul et térrena moderáris: supplicatiónes pópuli tui cleménter exáudi; et pacem tuam nostris concéde tempóribus. Per Dóminum.

Romans xii: 6-16

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romanos.


Fratres: Habéntes autem donatiónes secúndum grátiam quæ data est nobis, differéntes: sive prophetíam secúndum ratiónem fídei, sive ministérium in ministrándo, sive qui docet in doctrína, qui exhortátur in exhortándo, qui tríbuit in simplicitáte qui præest in sollicitúdine qui miserétur in hilaritáte. Diléctio sine simulatióne. Odiéntes malum, adheréntes bono: Caritátem fraternitátis ínvicem diligéntes: Honóre ínvicem præveniéntes: Sollicitúdine non pigri: Spíritu fervéntes: Dómino serviéntes: Spe gaudéntes: In tribulatióne patiéntes: Oratióni instántes: Necessitátibus sanctórum communicántes: Hospitalitátem sectántes. Benedícite persequéntibus vos: benedícite et nolíte maledícere. Gaudére cum gaudéntibus, flere cum fléntibus: Idípsum ínvicem sentiéntes: Non alta sapiéntes, sed humílibus consentiéntes.

Graduale Ps. cvi: 20-21

Misit Dóminus verbum suum, et sanávit eos: et erípuit eos de intéritu eórum. V. Confiteántur Dómino misericórdiæ ejus: et mirabília ejus fíliis hóminum.
Allelúja, allelúja. [Ps. cxlviii: 2] Laudáte Dóminum omnes Angeli ejus: laudáte eum, omnes virtútes ejus. Allelúja.

Sic dicitur «Allelúja» cum suo Versu post Graduale in omnibus Dóminicis minoribus post Epiphaniam, etiam si Missa Dominicæ in Feriis resumatur.

 Joann. ii: 1-11

    †  Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.


In illo témpore: Núptiæ factæ sunt in Cana Galilǽæ: et erat mater Jesu ibi. Vocátus est autem et Jesus, et discípuli ejus ad núptias. Et deficiénte vino, dicit mater Jesu ad eum: «Vinum non habent.» Et dicit ei Jesus: «Quid mihi et tibi est, múlier? nondum venit hora mea.» Dicit mater ejus minístris: «Quodcúmque díxerit vobis, fácite.» Erant autem ibi lapídeæ hýdriae sex pósitæ secúndum purificatiónem Judæórum, capiéntes síngulae metrétas binas vel ternas. Dicit eis Jesus: «Impléte hýdrias aqua.» Et implevérunt eas usque ad summum. Et dicit eis Jesus: «Hauríte nunc, et ferte architriclíno.» Et tulerunt. Ut autem gustávit architriclínus aquam vinum factam, et non sciébat unde esset, ministri autem sciébant, qui háuserant aquam: vocat sponsum architriclínus, et dicit ei: «Omnis homo primum bonum vinum ponit: et cum inebriáti fúerint, tunc id quod detérius est. Tu autem servásti bonum vinum usque adhuc.» Hoc fecit inítium signórum Jesus in Cana Galilǽæ et manifestávit glóriam suam, et credidérunt in eum discípuli ejus.

Offertorium: Ps. cxv: 1-2 et 16.

Jubiláte Deo, univérsa terra: Psalmum dícite nómini ejus: veníte, et audíte, et narrábo vobis, omnes qui timétis Deum, quanta fecit Dóminus ánimæ meæ, allelúja.

Secreta:

Oblata, Dómine, múnera sanctífica: nosque a peccatórum nostrórum máculis emúnda. Per Dóminum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:  Sanctus, …

Communio: Joann. ii: 7, 8, 9, et 10-11.

Dicit Dóminus: «Impléte hýdrias aqua, et ferte architriclíno.» Cum gustásset architriclínus aquam vinum factam, dicit sponso: «Servásti bonum vinum usque adhuc.» Hoc signum fecit Jesus primum coram discípulis suis.

Postcommunio:

Augeátur in nobis, quǽsumus, Dómine, tuæ virtútis operátio: ut divínis vegetáti sacraméntis, ad eórum promíssa capiénda, tuo múnera præparémur. Per Dominum.

Sermón del Domingo infraoctavo de la Natividad del Señor

Presentación del Niño Jesús en el Templo

PURIFICACIÓN DE MARIA Y OFRECIMIENTO DE JESÚS.

Entre los judíos, al nacer un niño, sus padres pasados cuarenta días, lo presentaban en el Templo, con lo que cumplían dos prescripciones de la Ley Mosaica: una referente a la purificación de la madre, y otra a la presentación del hijo.

Transcurridos los días de purgación, las madres se libraban de la impureza legal, con la cual estaban manchadas, ofreciendo en el Templo un cordero de un año, en holocausto, y una tórtola, o bien dos tórtolas o dos palomas, en el caso de mucha pobreza. Esta ofrenda del indigente fue la que, por la ceremonia de la purificación, ofreció María, la más pura de las vírgenes, la reina de cielos y tierra, la madre de Jesús.

Durante las horas del sacrificio, los atrios del Templo rebosaban de piadosos judíos, que subían al Santuario, para hacer las oblaciones y rezar las preces llamadas de la redención. Nadie se enteró del dulcísimo misterio, que, en aquel lugar, se iba realizando. Por otra parte, nada exterior podía llamar la atención. Una mujer joven, nazarena, y su esposo, pobre como ella, acababan de cumplir una prescripción ordinaria de la Ley. Su aspecto bondadoso sólo denotaba una dulce paz y una exquisita tranquilidad de espíritu, que en nada era alterada por su pobreza e indigencia. Comenzaban a confundirse entre la multitud, cuando he aquí que un anciano llamado Simeón, venerable por sus años y por su piedad, se dio cuenta de la presencia de aquel Niño, e, iluminado por el Espíritu Santo, reconoció en él al Mesías Redentor. Su corazón saltó de gozo y su mirada se llenó de alegría. Con gran respeto y emoción se acercó a la madre, miró al Hijo, con ternura inefable, y, tomando al divino Niño en sus brazos, lo apretó, gozoso, contra su pecho. Y, como que en Oriente toda expresión de gozo es un canto de sus labios brotó el hermosísimo Nunc dimittis, tan sublime, que, por su elevación y gracia inimitable, lo recuerdan los sacerdotes, todos los días, en el rezo del oficio divino. Ahora, Señor, deja a tu siervo en paz, según tu palabra; porque mis ojos han visto tu Salud; han visto a Aquel que era el único por quien yo vivía en este mundo, sin que me haya sorprendido la muerte antes de poder ver en mis brazos a este divino Infante, que es Luz para iluminar a los gentiles y Gloria de Israel, tu pueblo. Y, en la efusión de su amor, acariciaba al divino Infante y bendecía al Altísimo.

José y María escuchaban extasiados el cántico improvisado de aquel anciano venerable. ¡Es tan natural a los espíritus sencillos, a los corazones de niño el respeto que inspira la vejez! Pero, de repente, la faz de aquel viejecito, a quien Dios reveló el porvenir, se inundó de tristeza. Miró compasivo a María, y, con acento dolorido, dejó oír estas palabras: He aquí que éste está constituido para la ruina y resurrección de muchos en Israel, y para señal que excitará contradicción. No porque Jesús haya venido al mundo para la ruina espiritual de hombre alguno, sino por su venida, la fundación de su reino, precicación de su Evangelio, serán motivos de confusión y de ruina para aquellos que, pérfidos o malvados, cierren voluntariamente sus ojos a la verdad. Será un signo de contradicción hasta tal punto que, todavía niño, será perseguido de muerte. Después, sus enemigos no cesarán de combatirlo, hasta hacerle morir en cruz. Esta señal de contradicción cada vez más atacada, triunfará cada vez más esplendorosamente.

María escuchó está revelación con resignación heroica. Y resolvió cooperar, con todas sus fuerzas, a la obra portentosa de la Redención, aunque para ello hubiese de ser mártir con Jesús; aunque su corazón, desde aquel momento, no hubiese de ser otra cosa que un eco fiel de los sufrimientos de su hijo.

MARIA MADRE EJEMPLAR Y GENEROSIDAD DE JESÚS.

María, modelo de madres cristianas lleva a su hijo al Templo e implora sobre Él la bendición del Altísimo. Al consagrar su hijo a Dios, atrae sobre Él todas las bendiciones del cielo y cumple un deber sagrado de gratitud. Es un magnífico modelo de lo que deberían hacer las madres cristianas, al tratarse de la educación de sus hijos: ofrecerlos al Señor y pedir gracia para saber cumplir las obligaciones de madre.

Jesús se ofrece generosamente al Padre celestial como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Cinco siclos de plata son el precio del rescate de Jesús, mientras su sangre preciosa será precio estipulado para el hombre, el valor de su rescate. Él es quien, con el precio inestimable de su sangre, ha querido redimir a la naturaleza humana y devolverle su nobleza y primitiva dignidad. Agradezcámosle de todo corazón tan gran merced, pues, cuanto mayor es la gracia que despreciamos, más terrible será el castigo de que nos hacemos merecedores. Agradezcámosle, sobre todo, la gracia que nos ha hecho, mayor todavía que la del santo viejo Simeón, de poderle recibir diariamente en nuestros corazones.

P. Ginebra, El Evangelio de los domingos y fiestas, Ed. Balmes, página 27 y ss

Domingo infraoctavo de la Natividad del Señor

La Presentación en el Templo

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Sab. 18.14-15; 92.1.- 

Cuando un profundo silencio envolvía todos los seres, y la noche alcanzaba en su curso la mitad de su camino, tu omnipotente palabra, Señor, vino del cielo, desde el real trono.  Salmo–  Reina el Señor, vestido de majestad; vistióse el Señor de fortaleza, y se ciñó de poder. V/. Gloria al Padre, y al Hijo.

Colecta.-

Omnipotente y sempiterno Dios, dirige nuestras acciones según tu beneplácito, para que, en el nombre de tu amado Hijo, merezcamos abundar en buenas obras. El cual vive y reina.

Epístola.  Gál.4.1-7.-

Hermanos: Mientras el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque sea señor de todo, pues está bajo la potestad de tutores y curadores hasta el tiempo determinado por su padre. Así también, nosotros, cuando éramos niños, estábamos sometidos a los elementos del mundo. Mas, al venir la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer y sujeto a la Ley, para liberar a los sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y, por cuanto sois hijos, ha enviado Dios a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba!, esto es: jPadre! y así, ya no es siervo, sino hijo. Y, siendo hijo, es también heredero de Dios.

Gradual. Salm. 44..3.2.- 

Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia está derramada en tus labios. V/. Bullendo está en mi corazón un bello canto, que al rey voy a cantar. Sea mi lengua como el cálamo de veloz escriba.

Aleluya. Salm. 92.1.- Aleluya, aleluya. V/. Reina el Señor, vestido de majestad; vistió se el Señor de fortaleza y se ciñó de poder. Aleluya.

Evangelio. Luc.2.33-40.-

En aquel tiempo: José y María, madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él. Y los bendijo Simeón y dijo a María, su madre: Sábete que éste está puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y será signo de contradicción, y una espada traspasará tu alma, para que queden patentes los pensamientos de muchos corazo­nes. Había allí una profetisa, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; ésta era ya muy anciana, y había vivido siete años con su marido desde su virginidad. Y esta viuda, que tenía ochenta y cuatro años, no se apartaba del templo, sirviendo en él día y noche con ayunos y oraciones. Ésta, pues, como viniese a la misma hora, alababa al Señor y hablaba del Niño a cuantos esperaban la redención de Israel. Y cumplidas todas las cosas conforme a la Ley del Señor, volviéronse a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el Niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.

CREDO.

Ofertorio. Salm.92.1-2.-

Dios asentó el mundo y no vacilará. Tu silla, ioh Dios!, está preparada desde, la eternidad; desde todos los siglos existes tú.

Secreta.- 

Te rogamos, ¡oh Dios omnipotente!, nos concedas que el don ofrecido a la vista de tu majestad nos alcance la gracia de una piadosa devoción y nos dé la posesión de una dichosa eternidad. Por nuestro Señor.

Prefacio de Navidad.- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, pues por el misterio del Verbo ha brillado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria, para que, conociendo a Dios bajo una forma visible, seamos atraídos por él al amor de las cosas invisibles. Y por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial cantamos el himno de tu gloria, diciendo sin cesar.

Comunión. Mat.2.20.-

Toma el Niño y su madre y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que buscaban la muerte del Niño.

Poscomunión. –

¡Oh Señor!, haz que, por la virtud de este mis­terio, nos purifiquemos de nuestros vicios, y se cumplan nuestros justos deseos. Por nuestro Señor.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dominica infra Octavam Nativitatis

II Classis

Introitus: Sap. xviii: 14-15

Dum médium siléntium tenérent ómnia,   et nos in suo cursu médium iter   habéret, omnípotens sermo tuus, Dómine, de cælis a regálibus sédibus venit. [Ps. xcii, 1]. Dóminus regnávit, decórem indútus est: indútus est Dóminus fortitúdinem, et præcínxit se. Glória Patri. Dum médium.

Oratio:

Omnípotens, sempitérne Deus, dirige actus nostros in beneplacito tuo: ut in nómine dilécti Fílii tui mereámur bonis opéribus abundáre: Qui tecum.

1 ad Galatas iv: 1-7

    Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Galatas.


Fratres: Quanto témpore heres párvulus est, nihil differt a servo, cum sit dóminus ómnium: sed sub tutóribus est et actóribus usque ad præfinítum tempus a patre: ita et nos cum essémus párvuli, sub eleméntis mundi erámus serviéntes. At ubi venit plenitúdo témporis, misit Deus Fílium suum, factum ex mulíere, factum sub lege, ut eos, qui sub lege erant, redímeret, ut adoptiónem filiórum reciperémus. Quóniam autem estis fílii, misit Deus Spíritum Fílii sui in corda vestra clamántem: Abba, Pater. Itaque jam non es servus, sed fílius quod: si fílius, et heres per Deum.

Graduale Ps. xliv: 3 et 2

Speciósus forma præ fíliis hóminum: diffúsa est grátia in lábiis tuis. V. .Eructávit cor meum verbum bonum, dico ego ópera mea Regi: lingua mea cálamus scribæ, velóciter scribéntis.
Allelúja, allelúja. [Ps. xcii] Dóminus regnávit, decórem índuit: índuit Dóminus fortitúdinem, et præcínxit se virtúte. Allelúja. 

Luc.ii: 33-40

    +    Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.


In illo témpore: Erat Joseph et María mater Jesu, mirántes super his quæ dicebántur de illo. Et benedíxit illis Símeon, et dixit ad Maríam matrem eius: «Ecce pósitus est hic in ruínam et in resurrectiónem multorum in Israël: et in signum cui contradicétur: et tuam ipsíus ánimam pertransíbit gládius, ut reveléntur ex multis córdibus cogitatiónes.» Et erat Anna prophetíssa, fília Phánuel, de tribu Aser: hæc procésserat in diébus multis, et víxerat cum viro suo annis septem a virginitáte sua. Et hæc vídua usque ad annos octogínta quáttuor: quæ non discedébat de templo jejúniis et obsecratiónibus sérviens nocte ac die. Et hæc, ipsa hora supervéniens confitebátur Dómino, et loquebátur de illo ómnibus, qui expectábant redemptiónem Israël. Et ut perfecérunt ómnia secúndum legem Dómini, revérsi sunt in Galilǽam in civitátem suam Názareth. Puer autem crescébat, et confortabátur, plenus sapiéntia et grátia Dei erat in illo.

Credo.

Offertorium: Ps. xcii: 1-2.

Deus firmávit orbem terræ, qui non commovébitur: paráta sedes tua, Deus, ex tunc, sǽculo tu es.

Secreta:

Concede quǽsumus, omnípotens Deus: ut óculis tuæ majestátis munus oblátum, et grátiam nobis piæ devotiónis obtíneat, et efféctum beátæ perennitátis acquírat. Per Dóminum.

Præfátio de Nativitate Dómini

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Quia per incarnáti Verbi mystérium, nova mentis nostræ óculis lux tuæ claritátis infúlsit: ut dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes: Sanctus, …

Communio: Matth ii: 20

Tolle púerum, et matrem ejus, et vade in terram Israël: defúncti sunt enim, qui quærébant ánimam púeri.

Postcommunio:

Per hujus, Dómine, operatiónem mystérii, et vítia nostra purgéntur. et justa desidéria compleántur. Per Dominum.

Sermón del III Domingo de Adviento

San Juan Bautista, el Precursor

DE LA SINCERIDAD CRISTIANA

En la ribera oriental del Jordán, cerca de Betania, el Precursor administraba el Bautismo de Penitencia y predicaba, en voz alta, el advenimiento del reino mesiánico. Tenía el Bautista una dicción y el aspecto de un gran profeta, y como sea que éste era esperado por el pueblo hebreo, su aparición le atrajo una multitud extraordinaria.

En seguida comenzó a decirse, por aquellos contornos y aún por Jerusalén, que el Bautista era el Mesías prometido o, a lo menos, un gran profeta, y este rumor adquirió las vastas proporciones de las cosas extraordinarias al ser transmitidas y propaladas por la gente vulgar.

Cabalmente en Jerusalén, esstaba el Tribunal supremo de los judíos, el Sanedrín, de la incumbencia del cual eran los asuntos que afectaban el dogma y a la práctica exterior del culto. Ante el éxito del Bautista, la inquietud del Sanedrín se acentuaba por momentos, hasta que, haciéndose insoportable, se tomó el acuerdo de enviarlos cuales eran como los teólogos de la nación. Unos y otros pertenecían a la secta de los fariseos, duramente fustigada por el Salvador, porque eran egoístas, vanidosos; personificación del abominable vicio de la hipocresía. Por esta causa, la embajada del Sanedrín tenía un carácter marcadamente hostil.

Al llegar los emisarios al lugar donde estaba el Bautista, le preguntaron, en nombre del Tribunal de Jerusalén: ¿Quién eres tú? ¿Con qué autoridad instituyes este rito? ¿Cuál  es la naturaleza de tu misión? El Precursor se dio claramente cuenta del sentido de la pregunta, y respondió con sinceridad y firmeza: Yo no soy el Cristo. ¿Eres tal vez Elías, el que volverá a la tierra, cuando venga el Mesías? No, no soy Elías. ¿Eres tú el profeta, es decir, Jeremías o bien aquel gran profeta y legislador, semejante a Moisés y prometido por él, cuando dejó de ser caudillo del pueblo hebreo? El Bautista responde: No. ¿Quién eres, pues, para qué demos una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo? ¿Cuál es la naturaleza o la dignidad de la misión que te atribuyes? Y Juan, que podía confundirles diciendo que era el Precursor de Cristo y el más grande de todos los hombres de la antigua Ley, les manifestó tan solo la más pequeña de sus prerrogativas: Yo soy, les dijo, la voz que clama en el desierto. Preparad los caminos del Señor según dijo el profeta Isaías. Realmente, aquel rostro demacrado, aquel cuerpo lacerado por la mortificación y la penitencia, aquel hombre inflamado por el celo de la gloria de Dios, no parecía otra cosa que una voz que clamaba en el desierto. Los delegados del Sanedrín, preocupados por la inutilidad de su mensaje, no se dieron cuenta de la aplicación que el Bautista se hacía a sí mismo del profeta Elías; por esto como desconcertados, le dijeron: ¿Cómo es, pues, que tú no siendo Cristo, ni Elías, ni el profeta, estableces un rito nuevo que será propio de Cristo? El bautismo les respondió, mostrándoles claramente que era legítima la ceremonia bautismal. Yo bautizo con agua, que es rito figurativo y promisorio, pero en medio de vosotros está Aquel que instituirá el bautismo de gracia, el que verdaderamente lavará el alma de toda mancha de pecado. Éste está ya entre nosotros, más vosotros no le conocéis.

La fuerza de las palabras del Precursor hubo de abatir el orgullo de los enviados del Sanedrín, que no supieron qué contestarle. El Bautista predicaba, no sólo con la palabra, sino con el ejemplo, la necesidad de la mortificación y de la penitencia; les manifiesta que sólo un corazón contrito podía ser digno de las misericordias del Señor. Y, al decir esto, se dirigía especialmente a los orgullosos fariseos, que creían innecesaria la penitencia y juzgaban que les bastaba ser hijos de Abrahán y llevar, con la circuncisión, una señal externa de su penitencia ante el pueblo de Dios. ¡Qué abominables son los fariseos a los ojos del Bautista y, especialmente a los ojos de Dios, que es el escrutador de los corazones de los hombres!

CONOZCAMOS QUÉ SOMOS NOSOTROS Y QUIÉN ES JESÚS.

La ciencia más grande (formulada cabalmente por los enviados del Sanedrín) es la de sabernos conocer a nosotros mismos; está en saber decir sinceramente lo que somos y lo que valemos. La humildad cristiana es siempre sincera y fiel. Sería muy útil que el cristiano se hiciese con frecuencia esta pregunta: “¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu vida? ¿Qué dicen de ti tus palabras y tus obras?”. No escuches, pues, a tu amor propio, tan hábil en engañarte y en seducirte; no escuches a los hombres, a los cuales engañas y que te engañan; escucha solamente la voz de tu conciencia, que es un testimonio infalible puesto por Dios en el interior de nuestros corazones. Ella te dirá que eres algo grande si eres la voz de Dios, si eres un apóstol, un cristiano práctico; pero te dirá que eres una cosa muy vil si consideras lo que realmente eres sin la gracia de Dios.

Por otra parte, es muy triste cosa que se nos puedan también aplicar las palabras del Bautista: En medio de vosotros está Aquel a quien vosotros no conocéis. Jesús está, de verdad, en medio de nosotros, por sus beneficios infinitos, por su gracia inefable, sobre todo, en la Sagrada Eucaristía, donde se han querido quedar hasta la consumación de los siglos. ¿Tan grande es nuestra necesidad que esté en nosotros preesente y al mismo tiempo sea por nosotros desconocido?

P. Ginebra,  El Evangelio de los domingos y fiestas, Editorial, Balmes, Barcelona, 1961, página 17 y siguiente.

III Domingo de Adviento

San Juan Bautista

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Filipenses 4, 4-6; Salmo 84, 2

GOZAOS siempre en el Señor; otra vez digo, gozaos. Vuestra modestia sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca. No tengáis solicitud de cosa alguna; mas en toda circunstancia, por la oración, manifestad vuestras peticiones a Dios. V/. Bendijiste, Señor, a tu tierra; apartaste la cautividad de Jacob. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA

TE ROGAMOS, Señor, apliques tu oído a nuestras súplicas, e ilumines las tinieblas de nuestra inteligencia con la gracia de tu visita. Que vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Epsíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Filipenses 4, 4-7

LECTURA DE LA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES.

Hermanos: Gozaos siempre en el Señor; otra vez digo, gozaos. Vuestra modestia sea manifiesta a todos los hombres. El Señor está cerca. No andéis solícitos de cosa  alguna; mas en toda circunstancia por la oración y ruegos, con hacinamiento de gracias, manifestad vuestras peticiones a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepuja a todo pensamiento, guarde vuestros corazones e inteligencias, en .nuestro Señor Jesucristo.

GRADUAL Salmo 79, 2-3

TÚ, SEÑOR, que estás sentado sobre los Querubines, excita tu poder, y ven. V/. Tú, que gobiernas a Israel, atiende; tú, que guías a José como a una ovejuela.

ALELUYA Salmo 79, 3

ALELUYA, ALELUYA. V/. Despierta, Señor, tu poder, y ven para que nos salves. Aleluya.

EVANGELIO Juan 1, 19-28

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

En aquel tiempo, los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan para que le preguntaran: «¿Tú quién eres?».  Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías».  Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».  Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».  Entre los enviados había fariseos  y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».  Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».  Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 84, 2-3

BENDIJISTE, Señor, a tu tierra; pusiste fin a la cautividad de Jacob; perdonaste la maldad de tu pueblo.

SECRETA

QUE SIN CESAR, Señor, os sea ofrecido el sacrificio de nuestra religión, a fin de que produzca el efecto para el que fue instituido y obre maravillosamente en nosotros tu salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

COMUNIÓN Isaías 35, 4

Decid a los pusilánimes: Animaos, y no temáis; mirad que viene nuestro Dios, y nos salvará.

POSCOMUNIÓN

IMPLORAMOS, Señor, tu clemencia para que estos divinos auxilios, al purificarnos de los pecados nos dispongan para las fiestas venideras.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Dominica Tertia Adventus

II Clasis

Statio ad S. Petrum

Introitus: ad Philippénses iv: 4-7

Gaudéte in Dómino semper: iterum dico, gaudéte. Modestia vestra nota sit omnibus hominibus: Dóminus enim prope est. Nihil solliciti sitis: sed in omni oratione petitiones vestræ innotescant apud Deum. [Ps.lxxxiv: 2] Benedixisti, Dómine, terram tuam: avertisti captivitátem Jacob. Glória Patri…. Gaudéte….

Oratio:

Aurem tuam, quæsumus, Dómine, précibus nostris accómmoda: et mentis nostræ ténebras, gratia tuæ visitatiónes illústra: Qui vivis.

Ad Philippénses iv: 4-7

 Léctio Epistolæ beáti Paul Apóstoli ad Philippénses:


Fratres: Gaudete in Dómino semper: iterum dico, gaudete. Modestia vestra nota sit omnibus hominibus: Dóminus prope est. Nihil solliciti sitis: sed in omni oratione, et obsecratione, cum gratiarum actione, petitiones vestræ innotescant apud Deum. Et pax Dei, quæ exsuperat omnem sensum, custodiat corda vestra et intellegentias vestras, in Christo Iesu Dómino nostro.

Graduale Ps. lxxix: 2, 3, et 2

Qui sedes, Dómine, super Chérubim, éxcita poténtiam tuam et veni. Qui regis Isræl, inténde: qui dedúcis, velut oven, Joseph. Allelúia, allelúia. Excita, Dómine, poténtiam tuam et veni, ut salvos fácias nos. Allelúia

Secúndum Joánnem: i: 19-28.

    +    Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.


In illo témpore: Misérunt Judæi ab Jerosólymis sacerdótes et Levitas ad Joánnem, ut interrogarent eum: Tu quis es? Et confessus est, et non negavit: et confessus est: quia non sum ego Christus. Et interrogavérunt eum: Quid ergo? Elias es tu? Et dicit: Non sum. Propheta es tu? Et respondit: Non. Dixerunt ergo ei: Quis es, ut responsum demus his, qui miserunt nos. Quid dicis de te ipso. Ait: Ego vox clamantis in deserto: Dirigite viam Domini, sicut dixit Isaias propheta. Et qui missi fuerant erant ex Pharisæis. Et interrogaverunt eum, et dixerunt ei: Quid ergo baptizas, si tu non es Christus, neque Elias, neque Propheta? Respondit eis Iohannes, dicens: Ego baptizo in aqua: medius autem vestrum stetit, quem vos non scitis. Ipse est, qui post me venturus est, qui ante me factus est, cuius ego non sum dignus ut solvam eius corrigiam calciamenti. Hæc in Bethania facta sunt trans Iordanen, ubi erat Joannes baptizans.

Credo.

Offertorium: Ps. lxxxiv: 2

Benedixisti, Dómine, terram tuam: avertisti captivitátem Jacob: remisisti iniquitatem plebis tuæ.

Secreta:

Devotiónis nostræ tibi, quæsumsu, Dómine, hostia júgiter immolétur: quæ et sacri péragat institúta mystérii, et salutáre tuum in nobis mirabiliter operétur. Per Dóminum.

Communio: Isias xxxv: 4

Dicite: Pusillánimes confortámini, et nolite timére: ecce Deus noster véniet, et salvábit nos.

Postcommunio:

Implorámus, Dómine, cleméntiam tuam: ut hæc divina subsídia, a vitiis expiátos, ad festa ventúra nos præparent. Per Dóminum.  

Sermón del día de la Inmaculada Concepción

Inmaculada Concepción, Patrona de España

LLENA DE GRACIA

Nazaret era un pueblo insignificante de Galilea, perteneciente a la tribu de Zabulón y situado en las últimas vertientes de las montañas que descienden del Líbano.

Grupo de casas sin estilo, es Nazaret un pueblo de aspecto rústico y pobre. Sus viviendas, adosadas a la montaña constan de dos partes: una, en forma de gruta, excavada o natura, y otra, exterior, formada de piedras y troncos de árboles. La casa de la Virgen se encontraba al sur, y no debía ser diferente de las otras. La parte exterior fue, según la tradición, trasladada a Loreto. En Nazaret, en la gruta que formaba la parte interior, hay actualmente dos columnas, la una llamada del ángel y la otra llamada de la Virgen, las cuales señalaban el lugar que respectivamente ocupaban en la escena de la Anunciación.

María, según la tradición, había sido llevada al Templo a los tres años, y allí había vivido, en el departamento destinado a las que estaban consagradas al servicio del Santuario. A los catorce años, muertos ya sus padres Joaquín y Ana, salió del Templo, y por consejo de los sacerdotes de Jerusalén, se desposó con José, varón justo, de la regia estirpe de David, destinado por Dios a ser su esposo, su guardián y protector, paa vivir con él casta y santamente.

Los judíos consideraban el celibato como un oprobio y equivalía a una renuncia implícita a la excelsa dignidad, que había de tener una de las hijas de Sión, de ser madre del Mesías. Por este motivo, fue dada por esposa al virtuoso José.

Mientras prometían a María con José, tenía Zacarías la visión de arcángel Gabriel, el cual le anunciaba que tendría un hijo y le ordenaba que le pusiese el nombre de Juan. Este había de ser el precursor de Jesus, el grande, delante del Señor, y lleno del Espíritu Santo, desde el seno de su madre.

Pasados seis meses desde esta visión de Zacarías y de la concepción de Juan en el vientre de Isabel, tuvo lugar otra visión de más trascendental alcance: el mismo arcángel Gabriel anunciaba a María, en su morada de Nazaret, la concepción más maravillosa; la del Hijo de Dios en su seno virginal. Más Dios “que siempre respeta la libertad humana, a pesar de emplearla para sus designios, quiso, escribe Dehant, que María cooperase a esta gran obra de la Encarnación y que la salvación de los hombres estuviese ligada a este consentimiento, de suerte que María, como otra Eva, decidiese la suerte del linaje humano”.

María se encontraba en oración. ¿Qué pediría a Dios? Sin duda, repetía, con los profetas de Israel, que las nubes lloviesen el Justo, que la tierra se abrieses y germinase el Salvador.

“Ave” Dios te salve, le dijo el ángel. Esta palabra latina responde a la fórmula de salutación de los griegos: “Jaire” alégrate, la cual, a su vez, era interpretación fiel del saludo empleado por los hebreos: La paz sea contigo. Salutación inefable, dada por el ángel, de parte de Dios. Porque la paz del alma, del espíritu, sólo es verdadera cuando es Dios quien nos la da.

La maravilla va en aumento y el ángel comienza a enumerar los títulos de grandeza: Llena de gracia. El señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres.

María era ya entonces toda graciosa a los ojos del Señor; estaba llena de gracia, no de una gracia simplemente actual, sino habitual, esto es ratificante; y no sólo de una gracia especial, para el cumplimiento de una misión extraordinaria, sino de todas las gracias, en su plenitud. Mas esta plenitud no le impedirá aumentarla constantemente, mediante los actos de las más heroicas virtudes. El aroma de éstas, purísimo como el incienso, se elevará cada día más hacia el cielo, hasta el día de su gloriosa Asunción.

El Señor es contigo. El señor está con ella, porque habita en su corazón. Él es quien inspira todos sus buenos pensamientos y promueve todos sus afectos. La Santísima Trinidad deposita en ella los mejores tesoros de naturaleza y gracia, para que pueda el Padre adoptarla por hija, el Hijo tomarla por madre y el Espíritu Santo escogerla por esposa. Ella será templo y sagrario de la Santísima Trinidad.

Bendita tú eres entre todas las mujeres. A Raquel le fue dada hermosura; a Rebeca, la gentileza; a Judit, el valor; a Ester, el valimiento; a Abigail, la prudencia. Pero a María se le dan todas las gracias, y ésta llena de bendiciones, porque, concebida sin mácula de pecado, es escogida madre de Aquel en quien son bendecidas todas las generaciones de la tierra.

LA EXCELSITUD DE MARÍA

La plenitud de la gracia, dada a conocer por el ángel, nos dice que entre las puras creaturas, no puede haber santidad superior a la de María. Después de Dios, del Verbo encarnado, no existe santidad comparable con la de María.

Aunque la Inmaculada Concepción de María no fue dogma de fe hasta la proclamación, como tal hecha por Pío IX, esto no quiere decir que no fueses una creencia tan antigua como el cristianismo. Por encima de las discusiones de escuela, siempre persistió, entre los cristianos, la convicción de que María, por haber sido escogida por Madre del Verbo, había sido concebida sin pecado original.

La historia del humano linaje está comprendida entre dos abismos: el de la caída original y el de la Redención. Todos pecamos en Adán y todos hemos sido redimidos por Jesucristo. Una sola excepción ha habido, en la transmisión de la culpa original; una sola creatura ha sido concebida sin esta culpa. Esta creatura excepcional, única en la historia de la humanidad, es la Virgen Purísima, destinada a ser madre del Redentor.

Las prerrogativas de María tiene por fundamento la divina maternidad, y la corona más gloriosa de estas prerrogativas es su Concepción Inmaculada.

Del libro del Padre Ginebra, El Evangelio de los Domingos y Fiestas, Ed. Balmes, páginas 272 y siguientes.