Vida de San Simonino de Trento. Parte 2.

El martirio : Viernes 23 de marzo:

La novedad del rapto de un niño, hizo que se agruparan los judíos de las tres casas, en la de Samuele. Dieron, incluso miel al niño que, ya casi ronco, no dejan de llamar a su mamá.

Entra Tobia, el viejo Mosé. Bien pronto, comparecieron el hijo y el  nieto de Mosé,  Mohar y Bonaventura, Vitale y Samuele con Israel y el último, el cocinero Bonaventura.

El pobrecito niño que yacía allí, adormecido, se sacude y estaba por gritar, cuando Samuele lo toma brutalmente y le aprieta el cuello con un largo pañuelo, que se lo anudó como un lazo y le sostenía la cabeza, mientras el viejo Mosé, sentado en un banco y con la derecha, tiraba de la otra punta del pañuelo y apretaba las rodillas de Simonino que lo sofocaba.

La cara se había hinchado y estaba roja y de la boquita, salía su lengua y baba, sus ojitos velados de lágrimas, parecían saltarse. Cuando Mosé, el desalmado viejo, con una tenaza, le arranca un  mordisco de carne de la mejilla derecha, en tanto que Tobia, tenía firme el lazo.

Después de Mosé, viene Samuele a  arrancarle con la misma tenaza, otro pedazo y luego continuaron Tobia y Mohar que, para colmo, con una  hoja de hierro, golpea la cabecita al niño rompiéndole la corteza y  empapa de sangre, todos sus cabellos.

El cuerpo del niño era aferrado de espantosos temblores y de su estrecha boquita salían sus últimos gemidos.

Para que no muriese enseguida, de tanto en tanto, -siempre es Samuele el que habla- le disminuían el lazo, mientras Samuele con los otros judíos, recogían la sangre que corría por la cinturita, en un tazón o palangana. Para continuar el martirio, no saciados aún, cada uno toma un alfiler y comienzan a pincharle la cara, el cuello, el pecho y la espalda. En brevísimos momentos, aquel pequeño mártir, era todo sangre.

Mosé, luego le gira hacia arriba su testículo para poner al desnudo las piernitas y con la misma tenaza, le arrancó una pizca de carne de la tibia derecha y así hicieron los otros verdugos, recogiendo la sangre que caía de sus carnecitas en el tazón de estaño. Después Samuele tomó al moribundo  por el brazo derecho y Mosé por el izquierdo y lo levantaron sobre sus piecitos ensangrentados, tenidos firmes sobre el banco de Mohar y lo estiraron como Jesús sobre la cruz.

A aquella vista,  las otras fieras, volvieron a tomar las alfileres y volvieron a traspasarlo gruñendo  a regañadientes: “Muere como tu Jesús, falso Dios de todos los Goim! (1) sean ellos todos los tormentos y la destrucción”.

El último acto de tanto ultraje, fue aquel de morderle las orejitas gruñendo como perros hambrientos, siempre maldiciendo al Hijo de Dios y a los cristianos.

(Toda esta orgía canibalesca se obtiene de la confesión de los reos y de las mujeres allí presentes)

Nuestro pequeño Simonino crucificado era el último anhelo…Un temblor mortal invade el ensangrentado cuerpito, abrió la boquita en un angustioso espasmo…….mira hacia arriba….expira…..

(toda esta horrenda carnicería es tomada del interrogatorio de Samuele delante a los jueces el día 7 de junio de 1475)

Y así, la sinagoga comenzaba su “sacra Pesáh” en odio al Hijo de Dios, que mandaba al paraíso, multitud de Ángeles con los inocentes de Belén a recibir el alma de Simonino, en el rojo púrpura de su martirio.

Encuentran el cuerpito de Simonino

Los judíos no podían perder el tiempo; el cuerpito que se encontraba aún en casa de Samuele, debía de cualquier manera  desaparecer. La única forma era tirarlo a la acequia y hacer creer que se había ahogado.

No se explicaba cómo fuese desaparecido un niño, en pleno día,  por lo que los comentarios y las suposiciones comenzaron y se hicieron comunes en casi todos, sobre la sospecha de los judíos que vivían en la calle del Mercado y, con esta sospecha, entró en escena un vigilante; un cierto Antoniolo, que a una hora de la noche, pasaba por el callejón del Adige, donde era la casa del judío Samuele y la sinagoga. De allí, fue que oyó fuertemente llorar a un niño y llamar: “..mamá, mamá..” sintiendo “sbab pob (en dialecto, “cállate niño”). El vigilante se paró por un buen tiempo y  no escuchando nada más, partió para  su casa.  En este acontecimiento, la sospecha tomaba cuerpo.

Luego de muchísimas contradicciones entre los judíos interrogados por el Podestá, Giovanni de Salis; el capitán del castillo Giacomo Sporo, el doctor en derecho Odorico da Brescia, el  Señor Ermanno, secretario del obispo, Martino Rompilanza y otros esbirros, confirmaron el arresto de los ocho.

La mañana del 27 de marzo se esparce la noticia del hallazgo del cadáver del mártir Simonino y del arresto de la banda de judíos. Se ordena la pericia del cadáver realizada por los doctores Arcangelo de Balduini y Giovanni Mattia Tiberino con los cirujanos Cristóforo de Fatis y el señor Balsano, concluyendo que el cuerpo del niño no era muerto por  ahogamiento  y que las heridas no eran accidentales ni producidas por animales del agua, SINO por obra de mano humana.

El podestá ordena la detención inmediata de los otros judíos que no habían sido aún arrestados: el viejo Mosé; Mohar su hijo; Salomone, Lázaro; el tercer Mosé; Isacco; Brunetta –mujer de Samuele- y Vitale.

El Proceso Criminal:

Los interrogatorios abierto por el gran Podestá, el 28 de marzo, fueron realizaron con 46 interrogatorios,  teniendo cada imputado su proceso personal, que comprendía 3 partes: el examen del acusado que generalmente ocupaba más interrogatorios; la requisitoria en base a los estatutos criminales del principado, y la sentencia emanada sobre los fundamentos  a la confesión del crimen o a cuanto requiere la ley.

En el caso de marras, todos confesaron el delito, ninguno fue condenado como reo persuadido.

El 21 de junio se cierra el proceso con  la sentencia capital para todos, motivada por asesinato de Simone, hijo de Andrés Unferdorben, ultrajado su cadáver  a  mofas y blasfemias contra a Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y su Divina Madre.

En fúnebre procesión, partieron para el lugar de la ejecución, llamado “Malvasia” (llamado así aquel lugar, probabilmente porque le deban a los verdugos este vino fuerte, para poner cierta insensibilidad en su feror oficio.

Ese mismo día, 21 de junio, Samuele, Tobías y Ángelo, fueron muertos y luego quemados en hoguera.

El día 22 de junio, Mohar, Israel y Vitale, corrieron igual suerte: muertos y quemados.

Mosé fue encontrado muerto en la cárcel; lo llevaron a la “Malvasia” y lo quemaron.

Bonaventura, el cocinero y el otro Bonaventura, pidieron morir cristianos, pidiendo perdón al padre y a la madre del beato Simonino y arrodillados sobre la orilla del canal fueron bautizados por el sacerdote que les asistía recibiendo el nombre de Acazio el uno y Sisto, el otro. Apenas recibido el bautismo, fueron decapitados y, con certeza, volaron al paraíso donde los esperaba el dulce Simonino, siendo éstos,  sus dos primeras conquistas.

Isacco y Lázaro fueron ahorcados.

Volfango, otro judío, fue  atado y muerto en la rueda.

Iof y Mosé, bautizados –por pedido de ellos- con los nombre de Antonio y Marcelo e inmediatamente decapitados. Simonino, presentaba al Divino Redentor, dos nuevas conquistas!.

El porqué de esa condena.

Vemos que las sentencia, eran enormes y crueles. Hay que tener en cuenta que, los códigos criminales de entonces, tenían en la mira, de hacer probar al delincuente toda la enormidad de su delito. En una palabra, se ponía en práctica, la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente…

Madres Convertidas; hijos desaparecidos.

Después de los procesos y las ejecuciones, el deseo del Sumo Pontífice, Sisto IV de unir a la justicia la misericordia, se decide en pleno acuerdo con el Obispo y Príncipe, Giovanni IV y el podestá, de que las cuatro mujeres judías, que aunque participantes del delito; debían ser restituidas a sus hijos. La noticia de sus liberaciones, las colmó de tanta consolación, que pidieron hacerse cristianas.

Brunetta, mujer del ajusticiado Samuele, luego de manifestar todo lo que habían hecho sus correligionarios; junto con Anna, Sara y Bella y el  13 de enero de l.477 en la Parroquia de San Pedro, el obispo de Trento bautizaba a las cuatro: A Brunetta, le impuso el nombre de Catalina; a Bella el de Elisabeth; a Sara el de Clara y a Anna aquel de Susana. Al finalizar, postradas delante de la urna de Simonino, y de Andrés y Maria, padres del mártir, pidieron público perdón de la maldad cometida.

Indecible la alegría de los ciudadanos, pero amarga luego resultó la novedad de que los hijos de las madres convertidas, -no se sabe con qué pretexto-fueron alejados de Trento por los jefes de las sinagogas vecinas y colocados  en otros institutos judíos lejanos,  para que las madres bautizadas cristianas, no les instruyesen en la fe de Jesucristo y les hiciesen bautizar.

Dolido el obispo por la acción tan inicua de la sinagoga, que habían raptado a los hijos de sus madres, viéndose así imposibilitadas de hacerlos educar en nuestra Fe, prohibió  a todas las familias judías su permanencia en la ciudad.

¿ Puede la Iglesia aprobar un culto falso que necesite de ser primido?

Hay cosas que nos siguen dejando atónitos….

El Sumo Pontífice Gregorio XIII en vista de los numerosos y extraordinarios prodigios operado por intersección del querido Simonino, lo inscribe en el Martirólogo romano, con el título de santo.

En 1.588 (113 años después), EL Papa Sixto V reunió una comisión de seis cardenales y repitió el juicio. El tribunal también encontró culpables a todos los judíos.

Ya con la bula del 8 de junio de ese mismo año,  establece la Fiesta con Misa y  Oficio propio, fiesta que viene celebrada cada año, en el cuarto domingo después de Pascua, en la Iglesia parroquial de los Apóstoles  San Pedro y San  Pablo Arquidiócesis de Trento. (hasta un cierto tiempo…..)

(Dal Martirologio Romano (Typis Polyglottis Vaticanis, 1956):
Nono Kalendas Aprilis (23/III). Tridenti passio sancti Simeonis pueri, a Judæis sævissime trucidati, qui multis postea miraculis coruscavit.)

La Bula Beatus Andreas del 22 febrero de 1.755, del Papa Benedicto XIV reconoce nuevamente el culto prestado a San Simonino, afirmado que “fue cruelmente muerto en odio  al fe”.

Vemos hasta aquí, qué gloriosa se mostraba la Iglesia Católica!; con qué valor y valía decretaban actos de Fe….

Pero llegamos al año l.966 y en el marco del nefasto Concilio Vaticano II, Pablo VI ordena que se reexamine el caso de Simón de Trento.

Monseñor Iginio Rogger, en 1.965 fue el principal instigador de la abolición del culto de Simonino en complicidad con el arzobispo Alessandro Maria Gottardi, (quien también había puesto en discusión histórica, el martirio de  San Vigilio co-patrono de Trento) y determina por decreto, (¡Por Decreto !) la inocencia de los judíos asesinados.

Rogger muere el 12 de febrero de 2.014 y Gotardi el  24 de marzo del 2.001…..otros dos traidores de San Simonino…

Por ello y después de ello, los restos de San Simonino, fueron escondidos para evitar la presencia de los peregrinos.

Un defensor (Judio) del martirio de Simonino?…En contraposición  con la de dos obispos católicos??

Pacientes lectores, siempre hemos de decir la verdad y también mostrar el respeto a quien la expresa, por ello, hacemos “nuestras”, las palabras de un sacerdote, el Padre Don Franceso Ricossa,  un gran defensor de nuestro querido San Simonino, cuando en el Epílogo del Libro “La vera storia del Beato Simonio da Trento innocente e Martire y del suo culto”, (Comiato San Simonino. Torino, 2.013 página 103/104),  nos hace ver que, un solo autor es el decisivo y verdaderamente innovativo en el orden del contributo historiográfico: el Profesor Ariel Toaff, por aquél entonces, docente de Historia del medio Evo y del Renacimiento, en la Bar-Ilan University en Israel.

El libro de Toaff “Pasque di Sangue, Ebrei d´Europa e omicidi rituali”, Edizione Il Mulino, Bologna, 2.007 (“Pascua de Sangre, Judíos de Europa y homicidios rituales”) suscitó violentas reacciones: acusaciones, amenazas, intimidaciones, que forzaron a su autor y al editor, a retirar de los comercios el volumen. Sigue comentado el exponente que una segunda edición, vista y corregida fue publicada en el mismo año, pero manteniendo la sustancia de la anterior conclusión. Que esta vez, viene acogida del silencio total, dado que el nombre y la obra de Toaff es casi totalmente cancelada de la discusión sobre el llamado  “homicidio ritual” o “acusación de la sangre” y sobre el caso del Beato Simonino.

Tanta hostilidad ha tenido el autor (que muchos acusadores admitieron no haber leído “Pasque di Sangue ”), dado que era inadmisible la conclusión del estudioso israelita, -hijo del ex-Rabino, jefe de Roma, Elio Toaff- cuando decía que “en particular para el judaísmo askhenazita, la acusación de la sangre, no era siempre una invensión”.

Toaff demuestra la falsedad de los dos principales argumentos de los “negacionistas” del martirio de San Simonino (……nos estamos recordando de Rogger y Gotardi…). Los principales argumentos de siempre, son la poca fiabilidad de las confesiones rendidas en el juicio por los acusados, confesiones arrebatadas, extorsionadas con la tortura y la imposibilidad del crimen mismo que contemplaría la asunción de la sangre humana, cuando en cambio, ninguno-continua explicando claramente el exponente- ignora que la ley mosaica prohibe estrictamente cualquier asunción de sangre.

Toaff, en cambio mete a la luz la causa de su peculiar conocimiento de los textos hebraicos, “los significados rituales y terapéuticos que la sangre tenía en la cultura hebraica”, no obstante, la prohibición bíblica; y además esclarece Toaff que la narración del ritual, llevó a la muerte a Simonino. De los culpables en sus confesiones, se  introduce perfectamente y de manera plausible, en el horrible trastorno de las normas de la Cena pascual y que las palabras rituales hebraicas utilizadas por ellos, tenían un significado que escapaban a los jueces y a los notables episcopales; pero que no escapan a quienes, como Toaff tiene un profundo conocimiento de los textos hebraicos.

Concluyendo: (sigue comentado el honorable sacerdote), no es verosímil que los jueces hayan metido en boca a los acusados palabras y ritos de los cuales ellos mismos no comprendían  completamente su alcance.

Pasque di Sangue” de Ariel Toaff es la palabra definitiva, desde el punto de vista  historiográfico, en lo que respecta al homicidio del pequeño Simonino, ocurrido en Trento en 1.475.

Por último, es paradójico que el artículo de un sacerdote  dominicano modernista sea utilizado de pretexto para suprimir el culto del beato Simonino y que, del trabajo científico de un estudioso israelita sin perjuicios, haya  puesto las bases que debería haber llevado –si fuese en Trento igualmente honesto como en la Universidad Ber-Ilan- a la renovación  del culto. Y tal vez, quizás que el último de los tantos milagros del beato Simonino,  haya sido justo este: suscitar a defensores –más allá de  las propias intenciones- de su causa, al hijo del Rabino Toaff, para confundir a tantos católicos infieles a su bautismo.

San Simonino, viviente imagen de Cristo crucificado, cordero inmaculado, “degollado y erguido en pie”, llamado de la Divina Providencia gratuitamente a la gloria del martirio, Ruega por Nosotros, por tus devotos, por la Iglesia, por tu Ciudad de Trento y, sobre el ejemplo de Cristo, también por tus perseguidores, de Ayer y de Hoy.

Palabras del Profesor Ariel Toaff:

 “Tu estás crucificado y punzado como Jesús colgado, en ignominia y vergüenza como Jesús. Para los participantes al rito, parece que el infante cristiano hubiese perdido su identidad (si nunca la había poseído a los ojos de ellos) y haya sido transformado en Jesús crucificado y colgado”

 (Ariel Toaff, Pasque di sangue, ed. il Mulino, 2007, p. 196)

1) GOIN: era el nombre dado dada por los judíos a los cristianos. Palabra que se usará en todo el interrogatorio por parte de los acusados.