Santos 2ª semana del mes de junio

12 DE JUNIO: SAN JUAN DE SAHAGUN

Era Juan hijo de una noble familia de Sahagún, España; sus padres, privados de hijos mucho tiempo, lo obtuvieron de Dios con sus santas obras y oraciones. Desde su infancia dio indicios de su futura santidad; veíasele, en efecto, dirigir la palabra a los otros niños, desde un sitio elevado, exhortándolos a la virtud y al culto divino, y ocuparse en apaciguar sus querellas. Confiado a los monjes benedictinos de S. Facundo, fue iniciado por ellos en las letras. Mientras estudiaba, su padre le obtuvo el beneficio de una parroquia, pero el joven se negó a conservar este cargo. Admitido entre los familiares del arzobispo de Burgos, ganó su confianza por su gran integridad; el Prelado le ordenó sacerdote, le nombró canónigo y le concedió numerosos beneficios. Pero Juan abandonó el palacio episcopal para dedicarse al servicio de Dios con mayor recogimiento, y renunciando a todas las rentas se adscribió a una capilla, en la que a diario celebraba la Misa y predicaba, con gran edificación de sus fieles.

Fue a perfeccionar sus estudios a Salamanca; allí fue admitido miembro del colegio de San Bartolomé, en donde ejerció el sacerdocio sin descuidar sus estudios, siendo asiduo a las devotas asambleas. Caído enfermo, hizo voto de someterse a una disciplina más severa; para cumplirlo, dio a un pobre casi desnudo el mejor de sus dos únicos vestidos; luego solicitó su ingreso en el monasterio de San Agustín, entonces floreciente por su severa observancia. Ya admitido, aventajó a todos por su obediencia, abnegación, vigilias y oraciones. Estando al cuidado del refectorio, sucedió en una ocasión que a su contacto, bastó un barril de vino para satisfacer las necesidades de todos los religiosos durante un año. Terminado el noviciado, emprendió, por orden del prefecto, la predicación. Salamanca estaba desgarrada por crueles facciones; confundíanse las cosas divinas y humanas; había luchas sangrientas en las calles y plazas y hasta en las iglesias, de las cuales eran víctimas personas de toda condición, singularmente de la nobleza.

Por su predicación como con su conversación, calmó los ánimos, y devolvió la paz a la ciudad. Habiendo molestado a un elevado personaje al reprocharle su crueldad con sus inferiores, hizo éste que dos caballeros le salieran al paso para quitarle la vida. Ya se le acercaban, cuando Dios permitió que quedasen sobrecogidos e inmovilizados, ellos y sus caballos, y prosternados a los pies del santo, le pidieron perdón. Paralizado también aquel señor por un terror súbito, desesperaba ya de salvarse; pero llamó a Juan, y arrepentido de lo que había hecho, recuperó la salud. En otra ocasión, a unos facciosos que perseguían a Juan armados de palos, se les paralizaron sus brazos, y sólo recobraron sus fuerzas tras implorar el perdón. En la Misa solía ver a Nuestro Señor, y bebía el conocimiento de los misterios celestiales en la fuente divina. Solía penetrar los corazones, y profetizaba. Habiendo muerto, a la edad de 7 años, la hija de su hermano, la resucitó. Tras haber predicho el día de su muerte, recibidos los Sacramentos de la Iglesia, murió. Antes y después de su muerte, muchos milagros, comprobados debidamente, hicieron resplandecer su gloria, por lo que Alejandro VIII le inscribió en el número de los santos.

EL MISMO DÍA: SAN BASILIDES, CIRINO, NABOR Y NAZARIO.

Basílides, Cirino, Nabor y Nazario, soldados romanos, nobles e ilustres por la virtud, abrazaron la fe cristiana durante Diocleciano. Como predicaran a Cristo, Hijo de Dios, el prefecto de Roma, Aureliano, los detuvo y les intimó a sacrificar a los dioses. Despreciaron ellos sus órdenes y los redujo a prisión. Estando orando, una luz vivísima llenó la cárcel a la vista de todos cuantos se hallaban en ella. Asombrado Marcelo, guardia de la prisión, creyó en Jesucristo, y con él muchos más. Basílides y sus compañeros, habiendo sido sacados de la cárcel por orden de Maximiano fueron cargados de cadenas, azotados con escorpiones, porque, no obstante la prohibición imperial, no cesaban de pronunciar el nombre de Jesucristo, su Dios y Señor. Llevados ante el Emperador, después de siete días de prisión, persistieron en hacer escarnio de las falsas divinidades y en confesar intrépidamente a Jesucristo Dios. Condenados a muerte por este motivo, fueron decapitados. Arrojados sus cuerpos a las fieras, fueron respetados por éstas, y los cristianos les dieron honrosa sepultura.

13 DE JUNIO: SAN ANTONIO DE PADUA.

Antonio, natural de Lisboa, Portugal, nació de padres nobles, que lo educaron piadosamente. De joven, abrazó la vida de los Canónigos regulares. Pero trasladados a Coimbra los cuerpos de cinco mártires, Frailes Menores, que habían sido martirizados por la fe en Marruecos, su vista abrasó a Antonio de deseos de ser martirizado e ingresó en la Orden Franciscana. Movido por este impulso, se dirigió al país de los sarracenos, pero una enfermedad lo redujo a la impotencia y tuvo que regresar. Sucedió, que a pesar de navegar con rumbo a España, los vientos llevaron el navío en que viajaba a Sicilia.

De Sicilia pasó al Capítulo General en Asís; luego se retiró a la ermita del monte San Pablo, Toscana; allí pasó mucho tiempo entregado a la contemplación divina, a los ayunos y a las vigilias. Recibidas las sagradas Ordenes, se le mandó de predicar el Evangelio. Su sabiduría y facilidad de palabra le dieron tantos triunfos y excitaron tanta admiración, que, predicando un día ante el Papa, fue llamado por él Arca del Testamento. Persiguió con rigor las herejías, y por los golpes que les asestó fue llamado martillo perpetuo de los herejes.

Siendo el primero de su Orden por el esplendor de su ciencia, explicó las sagradas Letras en Bolonia y en otras partes, y dirigió los estudios de sus hermanos. Después de recorrer muchas provincias, llegó un año antes de su muerte a Padua, en donde dejó insignes monumentos de su santidad. Finalmente, habiendo llevado a feliz término grandes trabajos por la gloria de Dios, cargado de méritos e ilustre por sus milagros, durmiose en el Señor el día 13 de junio, del año de gracia 1231. El Sumo Pontífice Gregorio IX le inscribió en el número de los santos Confesores. Fue declarado Doctor de la Iglesia por Pío XII.

DIA 14 DE JUNIO: SAN BASILIO EL GRANDE.

Basilio, noble de Capadocia, estudió en Atenas las letras profanas, junto a su amigo Gregorio de Nazianzo, y adquirió en un monasterio un saber admirable de las sagradas ciencias. En poco tiempo, su doctrina y su santidad fueron tales, que se le dio el dictado de Grande. Predicó el Evangelio de Jesucristo en el Ponto, y atrajo de nuevo al camino de la salvación a esta provincia. Eusebio, Obispo de Cesárea, le llamó para que instruyera a esta ciudad, y Basilio le sucedió en su sede. Se mostró ardiente defensor de la consustancialidad del Padre y del Hijo. El emprerador Valente, que estaba irritado contra él, fue vencido por milagros tales, que habiendo decidido enviarle al destierro, se vio obligado a cejar en su empeño.

Estando a punto de decretar el destierro contra Basilio, el asiento en que iba a sentarse, se rompió; tres plumas tomó para escribir este decreto, y de ninguna consiguió que fluyera la tinta, y como se empeñara en la resolución de redactar el impío decreto, su mano temblorosa se negó a obedecerle. Valente, espantado, rasgó con sus manos el fatal papel; durante la noche que se concedió a Basilio para deliberar, la emperatriz fue atormentada de dolores de entrañas, y su único hijo cayó gravemente enfermo. Aterrado el Emperador, reconoció su injusticia, y llamó a Basilio; y aunque el niño, en su presencia, empezó a mejorar, habiendo Valente invitado a los herejes para que visitaran al enfermo, éste murió poco después.

La abstinencia y la continencia de Basilio eran admirables; contentábase con una sola túnica, y guardaba ayuno riguroso. Asiduo a la oración, con frecuencia pasaba en ella toda la noche. Guardó virginidad perpetua, y en los monasterios que fundó, la vida de los monjes fue regulada de tal suerte, que reunió en su máximo grado las ventajas de la soledad y de la acción. Sus numerosos escritos rebosan de ciencia, y nadie, según Gregorio Nacianceno, explicó los libros santos con más verdad. Murió el 1 de enero; sólo vivió para el espíritu, parecía que su cuerpo no conservaba más que la piel y los huesos.

15 DE JUNIO: SAN VITO, SAN MODESTO Y SANTA CRESCENCIA.

Vito fue bautizado de niño sin saberlo su padre, el cual, al enterarse, no omitió medios para apartar a su hijo de la religión cristiana. Más como el niño permaneciera inquebrantable, lo entregó al juez Valeriano, para que le mandara azotar; pero persistiendo Vito en su resolución, fue devuelto a su padre. Mientras éste ideaba más castigos, el joven Vito, advertido por un Ángel, y conducido por Modesto y Crescencia, sus educadores, se dirigió a tierra extranjera. Allí su santidad brilló tanto, que fue conocida por Diocleciano. Tenía éste un hijo atormentado por el demonio, y llamó al santo para librarlo; mas obtenida esta liberación, el Príncipe intentó, con ofrecimiento de recompensas, atraer a Vito al culto de los falsos dioses; no pudiendo conseguirlo, lo encerró en una prisión y lo cargó de cadenas con Modesto y Crescencia. Como se mostraran irreductibles, ordenó que los metieran en una caldera de plomo derretido, pez y resina ardiendo. Los tres jóvenes hebreos cantaban allí himnos al Señor. Sacáronlos y los arrojaron a un león, pero el león les lamió los pies. Ardiendo en ira al ver conmovida a la multitud por este milagro, hizo Diocleciano que los tendieran sobre el caballete, en donde sus miembros fueron destrozados y rotos sus huesos. En el mismo instante produjéronse relámpagos, truenos y grandes terremotos, que arruinaron los templos de los dioses y mataron a muchas personas. Florencia, noble dama, recogió los restos de los mártires, los embalsamó con aromas y les dio sepultura.

Del Breviario Romano