Visperas del V Domingo después de Pentecostés

Rito de entrada

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos


Ant. Dijo el Señor a mi Señor: * Siéntate a mi diestra.


Salmo 109


Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,
Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra.

Ant. Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.


Salmo 110


Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Ant. El que teme al Señor * muy exacto es en cumplir sus mandamientos.


Salmo 111


Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,
Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,
Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que teme al Señor muy exacto es en cumplir sus mandamientos.

Ant. Sea el nombre del Señor * bendito por los siglos.


Salmo 112


Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:
De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,
Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;
A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sea el nombre del Señor bendito por los siglos.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; * Él ha hecho todo cuanto quiso.


Salmo 113


Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; Él ha hecho todo cuanto quiso.

Capítulo Himno Verso


2 Cor 1:3-4


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias, y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras aflicciones.
R. Demos gracias a Dios.

Himno

Oh Dios de bondad, creador de la luz,
de quien procede la que ilumina nuestros días,
que, al disponer el origen del mundo,
creaste ante todo una luz nueva;

Tú que das el nombre de día al tiempo que transcurre
entre la aurora y el ocaso,
escucha nuestras preces y nuestras lágrimas,
ahora que viene la noche recordándonos las tinieblas del caos.

Que el alma abrumada por el peso de sus pecados,
mientras no piensa en las cosas eternas
y se halla prisionera de los vínculos de la culpa,
no sea desterrada del beneficio de la vida.

Haz que llamemos a la puerta del cielo;
que ganemos el premio de la verdadera vida;
que evitemos todo cuanto puede dañarnos;
que nos purifiquemos de todo mal.

Concédenoslo, oh Padre misericordiosísimo,
y Tú, el Unigénito igual al Padre,
que, con el Espíritu consolador,
reinas por todos los siglos.
Amén.

V. Ascienda, Señor, mi oración hacia ti.
R. Como el olor del incienso ante tu presencia.

Canticum: Magnificat


Ant. Si, cuando vas a poner * tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Aleluya.


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)


Proclama * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Si, cuando vas a poner * tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Aleluya.

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.


Oremos.

¡Oh Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman!; infunde el amor de tu nombre en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos tus promesas que superan todo deseo.


Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

 
R. Amén.

Conclusión


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Visperas de la III después de Pentecostés

Rito de entrada

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos


Ant. Dijo el Señor a mi Señor: * Siéntate a mi diestra.


Salmo 109


Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,
Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra.

Ant. Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.


Salmo 110


Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Ant. El que teme al Señor * muy exacto es en cumplir sus mandamientos.


Salmo 111


Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,
Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,
Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que teme al Señor muy exacto es en cumplir sus mandamientos.

Ant. Sea el nombre del Señor * bendito por los siglos.


Salmo 112


Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:
De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,
Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;
A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sea el nombre del Señor bendito por los siglos.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; * Él ha hecho todo cuanto quiso.


Salmo 113


Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; Él ha hecho todo cuanto quiso.

Capítulo Himno Verso


2 Cor 1:3-4


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias, y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras aflicciones.
R. Demos gracias a Dios.

Himno

Oh Dios de bondad, creador de la luz,
de quien procede la que ilumina nuestros días,
que, al disponer el origen del mundo,
creaste ante todo una luz nueva;

Tú que das el nombre de día al tiempo que transcurre
entre la aurora y el ocaso,
escucha nuestras preces y nuestras lágrimas,
ahora que viene la noche recordándonos las tinieblas del caos.

Que el alma abrumada por el peso de sus pecados,
mientras no piensa en las cosas eternas
y se halla prisionera de los vínculos de la culpa,
no sea desterrada del beneficio de la vida.

Haz que llamemos a la puerta del cielo;
que ganemos el premio de la verdadera vida;
que evitemos todo cuanto puede dañarnos;
que nos purifiquemos de todo mal.

Concédenoslo, oh Padre misericordiosísimo,
y Tú, el Unigénito igual al Padre,
que, con el Espíritu consolador,
reinas por todos los siglos.
Amén.

V. Ascienda, Señor, mi oración hacia ti.
R. Como el olor del incienso ante tu presencia.

Canticum: Magnificat


Ant. Si una mujer * tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa, y busca con cuidado hasta que la encuentra?


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)


Proclama * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa, y busca con cuidado hasta que la encuentra?

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.


Oremos.


¡Oh Dios, protector de los que en ti esperan: sin ti nada es fuerte ni santo! Aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo tu dirección, caminemos de tal modo entre los bienes de la tierra, que no perdamos los del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Visperas del II Domingo después de Pentecostes

Rito de entrada

V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos


Ant. Dijo el Señor a mi Señor: * Siéntate a mi diestra.


Salmo 109


Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,

Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra.

Ant. Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.


Salmo 110


Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Ant. El que teme al Señor * muy exacto es en cumplir sus mandamientos.


Salmo 111


Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,
Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,
Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que teme al Señor muy exacto es en cumplir sus mandamientos.

Ant. Sea el nombre del Señor * bendito por los siglos.


Salmo 112


Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:
De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,
Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;
A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sea el nombre del Señor bendito por los siglos.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; * Él ha hecho todo cuanto quiso.


Salmo 113


Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; Él ha hecho todo cuanto quiso.

Capítulo Himno Verso


2 Cor 1:3-4


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias, y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras aflicciones.
R. Demos gracias a Dios.

Himno


Oh Dios de bondad, creador de la luz,
de quien procede la que ilumina nuestros días,
que, al disponer el origen del mundo,
creaste ante todo una luz nueva;

Tú que das el nombre de día al tiempo que transcurre
entre la aurora y el ocaso,
escucha nuestras preces y nuestras lágrimas,
ahora que viene la noche recordándonos las tinieblas del caos.

Que el alma abrumada por el peso de sus pecados,
mientras no piensa en las cosas eternas
y se halla prisionera de los vínculos de la culpa,
no sea desterrada del beneficio de la vida.

Haz que llamemos a la puerta del cielo;
que ganemos el premio de la verdadera vida;
que evitemos todo cuanto puede dañarnos;
que nos purifiquemos de todo mal.

* Concédenoslo, oh Padre misericordiosísimo,
y Tú, el Unigénito igual al Padre,
que, con el Espíritu consolador,
reinas por todos los siglos.
Amén.

V. Ascienda, Señor, mi oración hacia ti.
R. Como el olor del incienso ante tu presencia.

Canticum: Magnificat

 
Ant. Sal corriendo * a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos: insísteles hasta que entren y se llene la casa. Aleluya.


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)


Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos: insísteles hasta que entren y se llene la casa. Aleluya.

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.


Oremos.


Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Visperas del Domingo después de la Ascensión

Rito de entrada
V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos


Ant. Aleluya, * aleluya, aleluya.


Salmo 109

Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,
Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 110


Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 111

Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,
Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,
Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 112


Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:
De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,
Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;
A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 113


Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Capítulo Himno Verso

1 Pe 4:7-8

Queridos hermanos: Sed moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados.
R. Demos gracias a Dios.

Himno

¡Oh Jesús, Salvador de los hombres,
deleite de los corazones,
artífice de la redención del mundo
y luz pura de los que te aman!

¿Qué misericordia te indujo
a cargar nuestras culpas?
¿A sufrir inocente la muerte,
para librarnos de ella?

Fuerzas la cárcel del averno;
quitas las cadenas a los presos;
y vencedor en noble triunfo,
te sientas a la diestra del Padre.

Que te obligue tu clemencia
a reparar nuestros daños,
y a enriquecernos con la luz de la bienaventuranza,
haciéndonos partícipes de tu presencia.

¡Oh guía y camino del cielo!,
sé tú la meta de nuestros corazones,
la alegría de nuestras penas
y la dulce recompensa de nuestra vida.
Amén.

V. El Señor en el cielo. Aleluya.
R. Estableció su trono. Aleluya.

Canticum: Magnificat


Ant. Os he hablado de esto * para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que Yo os lo había dicho. Aleluya.


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)


Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que Yo os lo había dicho. Aleluya.

Oración

 
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oremos.

Dios todopoderoso y eterno, te pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con sincero corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

R. Amén.

Conclusión

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Textos para meditar: V Domingo de Pascua

Del Libro de San Ambrosio, Obispo, sobre la fe de la resurrección.


Después de la mitad.


Como la Sabiduría de Dios no podía morir y lo que no muere no puede resucitar, el Verbo tomó carne mortal, para morir en esta carne sujeta a la muerte, y resucitar después de muerto. Para resucitar era necesario ser hombre, según se deduce de aquellas palabras: así como por el hombre había venido la muerte, así por el hombre vendría la resurrección. Jesucristo, de consiguiente, resucitó como hombre porque como hombre había muerto; es juntamente hombre que resucita y Dios que le resucita. Entonces se mostró hombre en cuanto a la carne, ahora en todo se muestra Dios. Ahora ya no conocemos a Cristo según la carne, pero su carne es la causa por la cual le conocemos como primicias de los que murieron, como el primogénito de entre los muertos.

Las primicias son de la misma naturaleza que los otros frutos, de los cuales se ofrecen los primeros a Dios en acción de gracias por una cosecha abundante: presente sagrado por todos sus dones, ofrenda, por decirlo así, de la naturaleza renovada. De consiguiente, Cristo constituye las primicias de los muertos. Ahora bien, ¿debemos creer que lo es de los que descansan en Él, los cuales duermen un sueño, o lo es de todos los muertos? “Así como todos mueren en Adán, así todos son vivificados por Cristo”. Por lo cual, así como las primicias de la muerte tuvieron lugar en Adán, así las primicias de la resurrección se realizaron en Cristo. En Él todos resucitarán. Así que nadie desespere, ni el justo se duela de esta común resurrección, esperando para sí una especial recompensa por su virtud. Todos a la verdad resucitarán; mas cada uno, como enseña el Apóstol, en su orden. General es el fruto de la divina clemencia, pero distinto es el orden de los méritos.

Debemos advertir cuán grave sacrilegio sea no creer en la resurrección. Si no hemos de resucitar, Cristo ha muerto en vano; Cristo no ha resucitado. Si no ha resucitado para nosotros, a la verdad no ha resucitado, ya que ningún motivo había en Él para resucitar. En Él ha resucitado el mundo; en Él resucitó el cielo; en Él resucitó la tierra, ya que se nos promete un cielo nuevo y una tierra nueva. Él no tenía necesidad de la resurrección, supuesto que no estaba retenido por los vínculos de la muerte. Y si bien murió como hombre, con todo en el limbo gozaba de libertad. ¿Quieres saber cuál era su libertad? “Soy como hombre sin que nadie me auxilie; libre entre los muertos”. Y en verdad libre, ya que podía resucitarse a sí mismo, según lo que estaba escrito: “Destruid este templo, y en tres días lo reedificaré”. Y en verdad era libre, ya que había descendido para librar a los otros.

Homilía de San Agustín, Obispo.

Tratado 102 sobre San Juan.

Ahora hemos de tratar de estas palabras del Señor: En verdad en verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá. Ya hemos dicho en las anteriores explicaciones, al tratar de las palabras del Señor, respecto de aquellos que piden algunas cosas al Padre en nombre de Cristo, y no las reciben, que no se pide en nombre del Salvador cuando se pide algo contra la salvación, ya que no hemos de fijarnos sólo en el sonido de las letras y sílabas, sino en el significado del sonido. Y esto debemos tenerlo presente en especial cuando dice: En mi nombre.

El que piense de Cristo lo que no debe pensarse del único Hijo de Dios, no pide en su nombre, aunque pronuncie el nombre de Cristo, ya que pide en el nombre de aquel de quien piensa cuando pide. Mas aquel que siente de Cristo lo que se debe sentir, pide en su nombre, y recibe lo que pide, si no es contra su eterna salud. Pero recibe cuando debe recibir. Algunas gracias no son rehusadas, mas se difieren para ser concedidas en su tiempo oportuno. Así debe entenderse lo que dice: “Os daré»; para designar aquellos beneficios que afectan particularmente a los que los piden. Ya que todos los santos son oídos cuando piden en favor suyo, pero no lo son siempre cuando piden por los demás, tanto si son amigos como enemigos, u otros cualesquiera, ya que no se dijo de cualquier modo: “Dará»; sino: “Os dará” .

Hasta ahora, dice, nada habéis pedido en mi nombre. Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. Esto que llama «gozo completo”, a la verdad no consiste en un gozo carnal sino espiritual, y cuando sea tan grande que al mismo nada se deba añadir, entonces verdaderamente será completo. Todo cuanto se pida relacionado con la consecución de este gozo, se ha de pedir en nombre de Cristo, y esto así lo pediremos si comprendemos bien la naturaleza de la gracia, si el objeto de nuestras peticiones lo constituye la vida verdaderamente bienaventurada. Pedir cualquier otra cosa es no pedir nada. No que sea nada absolutamente, sino que en comparación de bien tan grande como es la bienaventuranza, reputa como nada.

Visperas del V Domingo de Pascua

Rito de entrada

V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos


Ant. Aleluya, * aleluya, aleluya.

Salmo 109


Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,
Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 110


Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 111

Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.

Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.

En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,

Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,

Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.

V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 112

Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:

De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,

Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;

A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.

V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 113


Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Capítulo Himno Verso


Sant 1:22-24

Queridos hermanos: Llevad a la práctica la Palabra, y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. Pues el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a aquel que se miraba la cara en el espejo; y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era.


R. Demos gracias a Dios.

Himno


Vayamos con inmaculadas túnicas
al regio banquete del Cordero;
después de pasado el mar Rojo,
cantemos a Cristo Príncipe.

El amor es el sacerdote inmortal
de este sacrificio admirable,
ofreciendo en la Cruz y en el Altar,
el Cuerpo y Sangre adorables.

La sangre de que está rociada nuestra alma,
ahuyenta al Ángel exterminador;
retrocede, abriéndose, el mar,
y los enemigos son sepultados en sus olas.

Jesús es para nosotros en este día
nuestra Pascua y nuestra Víctima;
para los corazones que viven de Él,
es puro ázimo de sinceridad.

Cristo, víctima descendida del cielo,
ha sometido los infiernos;
ha desatado los lazos de la muerte,
y dado al mundo la vida.

Vencedor de las potencias infernales,
lleva al cielo sus trofeos;
arrastra cautivo en su carroza gloriosa
al Príncipe de las tinieblas.

Sé, oh Jesús, la Pascua inmortal
de nuestra alma resucitada;
libra de la cruel muerte del pecado
a los que han nacido a una nueva vida.

Gloria para siempre a Dios Padre;
gloria a su Hijo resucitado,
y al Espíritu Santo, cuya bondad
consuela y alegra nuestras almas.
Amén.

V. Quédate con nosotros, Señor, aleluya.
R. Porque se hace de noche, aleluya.

Canticum: Magnificat

Ant. Pedid y recibiréis, * para que vuestra alegría sea completa. El Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis. Aleluya.

(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)

Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,

Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. El Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis. Aleluya.

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oremos.
¡Oh Dios, fuente de todo bien!, escucha sin cesar nuestras súplicas: concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Visperas IV Domingo de Pascua

Rito de entrada

V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos

Ant. Aleluya, * aleluya, aleluya.

Salmo 109


Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,
Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 110


Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 111

Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,
Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,
Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 112


Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:
De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,
Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;
A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 113


Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Capítulo Himno Verso

 
Sant 1:17


Queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra.


R. Demos gracias a Dios.

Himno


Vayamos con inmaculadas túnicas
al regio banquete del Cordero;
después de pasado el mar Rojo,
cantemos a Cristo Príncipe.

El amor es el sacerdote inmortal
de este sacrificio admirable,
ofreciendo en la Cruz y en el Altar,
el Cuerpo y Sangre adorables.

La sangre de que está rociada nuestra alma,
ahuyenta al Ángel exterminador;
retrocede, abriéndose, el mar,
y los enemigos son sepultados en sus olas.

Jesús es para nosotros en este día
nuestra Pascua y nuestra Víctima;
para los corazones que viven de Él,
es puro ázimo de sinceridad.

Cristo, víctima descendida del cielo,
ha sometido los infiernos;
ha desatado los lazos de la muerte,
y dado al mundo la vida.

Vencedor de las potencias infernales,
lleva al cielo sus trofeos;
arrastra cautivo en su carroza gloriosa
al Príncipe de las tinieblas.

Sé, oh Jesús, la Pascua inmortal
de nuestra alma resucitada;
libra de la cruel muerte del pecado
a los que han nacido a una nueva vida.

Gloria para siempre a Dios Padre;
gloria a su Hijo resucitado,
y al Espíritu Santo, cuya bondad
consuela y alegra nuestras almas.
Amén.

V. Quédate con nosotros, Señor, aleluya.
R. Porque se hace de noche, aleluya.

Canticum: Magnificat


Ant. Me voy * al que me envió, y, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Aleluya.


(Cántico de la B. Virgen María  Lc 1, 46-55)

Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Me voy al que me envió, y, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Aleluya.

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.


Oremos.
¡Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo! Inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas; para que, en medio de los placeres del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Visperas III Domingo de Pascua

Rito de entrada
V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos

Ant. Aleluya, * aleluya, aleluya.

Salmo 143(1-8)


Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, * mis dedos para la pelea;
Mi bienhechor, mi alcázar, * baluarte donde me pongo a salvo,
Mi escudo y mi refugio, * que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? * ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; * sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende; * toca los montes, y echarán humo;
Fulmina el rayo, y dispérsalos; * dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, * de la mano de los extranjeros,
Cuya boca dice falsedades, * cuya diestra jura en falso.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 143(9-15)

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, * tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
Para ti que das la victoria a los reyes, * y salvas a David tu siervo, defiéndeme de la espada cruel,
Sálvame de las manos de extranjeros, cuya boca dice falsedades, * cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío, * crecidos desde su adolescencia;
Nuestras hijas sean columnas talladas, * estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos * de frutos de toda especie;
Que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas, * y nuestros bueyes vengan cargados;
Que no haya brechas ni aberturas, * ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene, * dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 144(1-7)

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey; * bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré * y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza, * es incalculable su grandeza;
Una generación pondera tus obras a la otra, * y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad, * y yo repito tus maravillas;
Encarecen ellos tus temibles proezas, * y yo narro tus grandes acciones;
Difunden la memoria de tu inmensa bondad, * y aclaman tus victorias.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 144(8-13)


El Señor es clemente y misericordioso, * lento a la cólera y rico en piedad;
El Señor es bueno con todos, * es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, * que te bendigan tus fieles;
Que proclamen la gloria de tu reinado, * que hablen de tus hazañas;
Explicando tus hazañas a los hombres, * la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, * tu gobierno va de edad en edad.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 144(14-21)


El Señor es fiel a sus palabras, * bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, * endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando, * Tú les das la comida a su tiempo;
Abres Tú la mano, * y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos, * es bondadoso en todas sus acciones;
Cerca está el Señor de los que lo invocan, * de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles, * escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman, * pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, * todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Capítulo Himno Verso

1 Pe 2:11

Queridos hermanos: Os ruego que, como forasteros en país extraño, os apartéis de los deseos carnales, que están en guerra con el alma.
R. Demos gracias a Dios.

Himno


Vayamos con inmaculadas túnicas
al regio banquete del Cordero;
después de pasado el mar Rojo,
cantemos a Cristo Príncipe.

El amor es el sacerdote inmortal
de este sacrificio admirable,
ofreciendo en la Cruz y en el Altar,
el Cuerpo y Sangre adorables.

La sangre de que está rociada nuestra alma,
ahuyenta al Ángel exterminador;
retrocede, abriéndose, el mar,
y los enemigos son sepultados en sus olas.

Jesús es para nosotros en este día
nuestra Pascua y nuestra Víctima;
para los corazones que viven de Él,
es puro ázimo de sinceridad.

Cristo, víctima descendida del cielo,
ha sometido los infiernos;
ha desatado los lazos de la muerte,
y dado al mundo la vida.

Vencedor de las potencias infernales,
lleva al cielo sus trofeos;
arrastra cautivo en su carroza gloriosa
al Príncipe de las tinieblas.

Sé, oh Jesús, la Pascua inmortal
de nuestra alma resucitada;
libra de la cruel muerte del pecado
a los que han nacido a una nueva vida.

* Gloria para siempre a Dios Padre;
gloria a su Hijo resucitado,
y al Espíritu Santo, cuya bondad
consuela y alegra nuestras almas.
Amén.

V. Quédate con nosotros, Señor, aleluya.
R. Porque se hace de noche, aleluya.

Canticum: Magnificat


Ant. Dentro de un poco, * ya no me veréis, y dentro de otro poco, me veréis, porque voy al Padre. Aleluya, aleluya.


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)

Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dentro de un poco, ya no me veréis, y dentro de otro poco, me veréis, porque voy al Padre. Aleluya, aleluya.

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.


Oremos.

La luz de tu verdad, ¡oh Dios!, guíe a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino de la santidad; concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de tal nombre y cumplir todo lo que este nombre significa.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión

 
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Visperas del Domingo in albis

Rito de entrada
V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.

Salmos

Ant. Aleluya, * aleluya, aleluya.

Salmo 143(1-8) [1]

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, * mis dedos para la pelea;
Mi bienhechor, mi alcázar, * baluarte donde me pongo a salvo,
Mi escudo y mi refugio, * que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? * ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; * sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende; * toca los montes, y echarán humo;
Fulmina el rayo, y dispérsalos; * dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, * de la mano de los extranjeros,
Cuya boca dice falsedades, * cuya diestra jura en falso.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 143(9-15) [2]

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, * tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
Para ti que das la victoria a los reyes, * y salvas a David tu siervo, defiéndeme de la espada cruel,
Sálvame de las manos de extranjeros, cuya boca dice falsedades, * cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío, * crecidos desde su adolescencia;
Nuestras hijas sean columnas talladas, * estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos * de frutos de toda especie;
Que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas, * y nuestros bueyes vengan cargados;
Que no haya brechas ni aberturas, * ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene, * dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 144(1-7) [3]


Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey; * bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré * y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza, * es incalculable su grandeza;
Una generación pondera tus obras a la otra, * y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad, * y yo repito tus maravillas;
Encarecen ellos tus temibles proezas, * y yo narro tus grandes acciones;
Difunden la memoria de tu inmensa bondad, * y aclaman tus victorias.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 144(8-13) [4]


El Señor es clemente y misericordioso, * lento a la cólera y rico en piedad;
El Señor es bueno con todos, * es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, * que te bendigan tus fieles;
Que proclamen la gloria de tu reinado, i* que hablen de tus hazañas;
Explicando tus hazañas a los hombres, * la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, * tu gobierno va de edad en edad.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 144(14-21) [5]


El Señor es fiel a sus palabras, * bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, * endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando, * Tú les das la comida a su tiempo;
Abres Tú la mano, * y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos, * es bondadoso en todas sus acciones;
Cerca está el Señor de los que lo invocan, * de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles, * escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman, * pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, * todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Capítulo Himno Verso 

1 Jn 5:4


H
ermanos: Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
R. Demos gracias a Dios.

Himno

Vayamos con inmaculadas túnicas
al regio banquete del Cordero;
después de pasado el mar Rojo,
cantemos a Cristo Príncipe.

El amor es el sacerdote inmortal
de este sacrificio admirable,
ofreciendo en la Cruz y en el Altar,
el Cuerpo y Sangre adorables.

La sangre de que está rociada nuestra alma,
ahuyenta al Ángel exterminador;
retrocede, abriéndose, el mar,
y los enemigos son sepultados en sus olas.

Jesús es para nosotros en este día
nuestra Pascua y nuestra Víctima;
para los corazones que viven de Él,
es puro ázimo de sinceridad.

Cristo, víctima descendida del cielo,
ha sometido los infiernos;
ha desatado los lazos de la muerte,
y dado al mundo la vida.

Vencedor de las potencias infernales,
lleva al cielo sus trofeos;
arrastra cautivo en su carroza gloriosa
al Príncipe de las tinieblas.

Sé, oh Jesús, la Pascua inmortal
de nuestra alma resucitada;
libra de la cruel muerte del pecado
a los que han nacido a una nueva vida.

Gloria para siempre a Dios Padre;
gloria a su Hijo resucitado,
y al Espíritu Santo, cuya bondad
consuela y alegra nuestras almas.
Amén.

V. Quédate con nosotros, Señor, aleluya.
R. Porque se hace de noche, aleluya.

Canticum: Magnificat {Antífona del Propio del Tiempo}

Ant. Al anochecer * de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas; y entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya.


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)

Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas; y entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya.

Oración

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oremos.

Dios todopoderoso, concédenos, con tu gracia, conservar en nuestras vidas el espíritu de estas fiestas pascuales que hemos celebrado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Para meditar: Domingo de Ramos

Homilía de San Ambrosio, Obispo.

Libro 9 sobre San Lucas.

Sube al templo tras dejar a los judíos, aquel Señor que debía habitar en los corazones de los gentiles. El verdadero templo es aquel en el cual el Señor es adorado en espíritu; que está constituido por el encadenamiento de las verdades de la fe. El Señor abandona a los que le odiaban, y escoge a los que debían amarle. Sube al monte de los Olivos, para plantar con su virtud divina estos noveles retoños de olivo que tienen por madre la Jerusalén espiritual. En este monte está Él, celeste agricultor, para que cuantos se hallan plantados en la casa de Dios, puedan decir: “Yo soy como olivo fructífero que está en la casa del Señor”.

Aquel monte significa a Cristo. ¿Quién, sino Él, producirá tales olivos que no se doblegan bajo la abundancia de los frutos, sino que demuestran su fecundidad comunicando a las naciones la gracia del Espíritu Santo? Él es aquel por quien subimos y hacia quien subimos. Es el camino; es la puerta que se abre y quien la abre; donde llaman los que quieren entrar, y el Dios a quien adoran los que merecen entrar. Estaba Jesús en un pueblo, y había allí un pollino atado junto a su madre, y solo podía ser desatado por orden del Señor. Lo desata un Apóstol. Tales son los actos, tal la vida, tal la gracia. Sed vosotros tales que libréis a los ligados.

Consideremos quiénes, convencidos de pecado, fueron arrojados del paraíso a un lugar vulgar, comparable a ese pueblo. Ved cómo la Vida llama a los que la muerte había desterrado. Leemos en San Mateo que el Hijo de Dios envió a que desatasen el pollino y el asna; como ambos sexos habían sido arrojados del paraíso, quiso dar a entender, por estos dos animales, que venía a llamar a ambos sexos. El asna significaba a Eva culpable, y el pollino, el pueblo gentil; por esto se sentó el Salvador sobre el pollino, hijo del asna. Antes de Cristo nadie había llamado los pueblos gentiles a la Iglesia. Leemos en San Marcos: “Sobre el cual ningún hombre se había aún sentado”.