Visperas Domingo de Ramos

Rito de entrada

V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Te alabamos, Señor, Rey de eterna gloria.

Salmos

Ant. Bendito sea el Señor, * mi amparo y mi libertador.

Salmo 143(1-8) [1]

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, * mis dedos para la pelea;
Mi bienhechor, mi alcázar, * baluarte donde me pongo a salvo,
Mi escudo y mi refugio, * que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? * ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; * sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende; * toca los montes, y echarán humo;
Fulmina el rayo, y dispérsalos; * dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, * de la mano de los extranjeros,
Cuya boca dice falsedades, * cuya diestra jura en falso.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendito sea el Señor, mi amparo y mi libertador.

Ant. Bienaventurado el pueblo * que tiene al Señor por su Dios.


Salmo 143(9-15) [2]


Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, * tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
Para ti que das la victoria a los reyes, * y salvas a David tu siervo, defiéndeme de la espada cruel,
Sálvame de las manos de extranjeros, cuya boca dice falsedades, * cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío, * crecidos desde su adolescencia;
Nuestras hijas sean columnas talladas, * estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos * de frutos de toda especie;
Que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas, * y nuestros bueyes vengan cargados;
Que no haya brechas ni aberturas, * ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene, * dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bienaventurado el pueblo que tiene al Señor por su Dios.

Ant. El Señor es grande, * y digno de toda alabanza; su grandeza es insondable.

Salmo 144(1-7) [3]


Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey; * bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré * y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza, * es incalculable su grandeza;
Una generación pondera tus obras a la otra, * y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad, * y yo repito tus maravillas;
Encarecen ellos tus temibles proezas, * y yo narro tus grandes acciones;
Difunden la memoria de tu inmensa bondad, * y aclaman tus victorias.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es grande, y digno de toda alabanza; su grandeza es insondable.

Ant. El Señor es bueno * con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.


Salmo 144(8-13) [4]

El Señor es clemente y misericordioso, * lento a la cólera y rico en piedad;
El Señor es bueno con todos, * es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, * que te bendigan tus fieles;
Que proclamen la gloria de tu reinado, i* que hablen de tus hazañas;
Explicando tus hazañas a los hombres, * la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, * tu gobierno va de edad en edad.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Ant. Fiel es el Señor * en todas sus promesas, y santo en todas sus obras.


Salmo 144(14-21) [5]


El Señor es fiel a sus palabras, * bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, * endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando, * Tú les das la comida a su tiempo;
Abres Tú la mano, * y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos, * es bondadoso en todas sus acciones;
Cerca está el Señor de los que lo invocan, * de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles, * escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman, * pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, * todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Fiel es el Señor en todas sus promesas, y santo en todas sus obras.

Capítulo Himno Verso


Flp 2:5-7

Hermanos: Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos y actuando como un hombre cualquiera.


R. Demos gracias a Dios.

Himno


Avanzan ya los estandartes del Rey;
resplandece el misterio de la Cruz,
en la cual la Vida sufrió la muerte
y con su muerte nos dio la vida.

De su costado herido por el hierro
cruel de una lanza,
brotan agua y sangre destinadas
a lavar las manchas de nuestros crímenes.

Se han cumplido las profecías de David,
que, en sus cantos inspirados,
había dicho a las naciones:
Dios reinará desde un madero.

¡Oh árbol hermoso y resplandeciente de gloria,
adornado con la púrpura del Rey,
escogido de un tronco bendito, que has sido digno
de tocar tan sacrosantos miembros!

Dichoso árbol de cuyos brazos pendió
el rescate del mundo; balanza en la cual
el peso de un Cuerpo divino
levanta la presa hundida en el abismo.

La estrofa siguiente se dice de rodillas:

¡Salve, oh Cruz, nuestra única esperanza!
En este tiempo de Pasión,
acrecienta la gracia a los justos
y borra las culpas de los pecadores.

¡Oh Trinidad, manantial de salud!
Que todos los espíritus te alaben.
Por la Cruz nos concedes la victoria;
otórganos, además, su galardón.
Amén.

V. Líbrame, Señor, del hombre malvado.
R. Del varón perverso, apártame.

Canticum: Magnificat


Ant. Padre justo, * el mundo no te ha conocido, pero Yo te he conocido, porque Tú me has enviado.


(Cántico de la B. Virgen María * Lc 1, 46-55)

Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero Yo te he conocido, porque Tú me has enviado.

Oración


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.


Oremos.


Dios todopoderoso y eterno. Por voluntad tuya, nuestro Salvador se hizo hombre y murió en la cruz, para que imitáramos su ejemplo de humildad. Te pedimos la gracia de guardar las enseñanzas de su pasión, y así tener parte un día en su resurrección gloriosa.
Por el mismo Señor Nuestro Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión


V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Para meditar: I Domingo de Pasión

COMENTARIO DEL EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan

Jn 8:46-59


En aquel tiempo: Decía Jesús a las turbas de los judíos: ¿Quién de vosotros me convencerá de pecado? Pues si Yo os digo la verdad, ¿por qué no me creéis? Y lo que sigue.

Homilía de San Gregorio, Papa.

Homilía 18 sobre los Evangelios.

Considerad la mansedumbre de Dios. Vino para perdonar los pecados, y decía: “¿Quién de vosotros podía argüirme de pecado?” No se desdeña de razonar que Él no era pecador; Él, que por su divinidad, podía justificar a los pecadores. Terrible es lo que sigue: “Aquel que es de Dios, escucha las palabras de Dios, y por eso vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios”. Si el que es de Dios oye sus palabras, y no las oye el que no es de Dios, pregúntese cada uno si su corazón percibe las palabras de Dios, y entenderá de dónde sea. La Verdad manda que deseemos la patria celestial, que mortifiquemos los deseos de la carne, declinando la gloria del mundo; que no deseemos lo ajeno, y que demos de lo propio.

Luego cada uno de vosotros examine dentro de sí mismo, si esta voz de Dios ha sido atendida por el oído de su corazón, y así conocerá que ya es de Dios. Pues hay no pocos que ni se dignan escuchar con los oídos los preceptos de Dios. Y hay no pocos, que escuchando estos preceptos con los oídos, no tienen el menor deseo de practicarlos. Y hay también algunos, que reciben con buena voluntad las palabras de Dios, y compungidos derraman lágrimas, mas después de haber llorado sus pasadas iniquidades vuelven a ellas. Estos, a la verdad, no oyen las palabras de Dios, ya que no las ponen en obra. Vosotros, carísimos, considerad vuestra vida, y con profunda atención, temed lo que nos dice la misma Verdad: Por esto vosotros no oís, porque no sois de Dios.

Mas esto que la Verdad dice de los que merecen ser reprobados, lo manifiestan ellos mismos con sus obras. Véase, en efecto, lo que sigue: Respondieron los Judíos, y dijeron: ¿Acaso no decimos bien nosotros que eres Samaritano y que tienes el demonio? Mas, escuchemos lo que responde el Señor, tras recibir tan gran injuria; “Yo no tengo el demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me habéis deshonrado”. «Samaritano» significa guardián, y lo es, en verdad, aquel de quien el Salmista dice: Si el Señor no guarda la ciudad, en vano velan los que la guardan; y al cual se dice por Isaías: Centinela, ¿qué ha habido esta noche? Centinela, ¿qué ha habido esta noche? He aquí por qué el Señor no quiso responder: No soy Samaritano; sino: Yo no tengo el demonio. Dos cosas le echaban en cara: Una la negó; la otra, callando, la confirma.

Sermón de San León, Papa.


Sermón 9 de Ćuaresma.


No ignoramos, amadísimos, que entre todas las solemnidades cristianas, el misterio pascual es el principal. Para celebrarlo digna y convenientemente, nos prepara y dispone, mediante la reforma de nuestras costumbres, todo el resto del año; mas los días presentes nos obligan todavía a una mayor devoción, puesto que sabemos que están más próximos a aquel en que celebraremos el sublime misterio de la misericordia divina. Para esto los santos Apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, instituyeron mayores ayunos, a fin de que estando todos más unidos con la cruz de Cristo, también hagamos algo de lo mucho que por nosotros practicó. Como dice el Apóstol: Si padecemos con Él, también seremos con Él glorificados. Ya que cuantos participan de la pasión de Cristo, tienen esperanza cierta de la bienaventuranza que prometió.

A nadie, amadísimos, se niega la participación en esta gloria, sin que sea obstáculo para ello la condición del tiempo, ya que la tranquilidad y la paz no nos privan de la práctica de la virtud. Ya lo predijo el Apóstol, diciendo: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, sufrirán persecución”. Y por lo mismo jamás faltan las pruebas de la persecución, si no se deja la práctica de la piedad. Y a la verdad, el Señor en sus exhortaciones, dice: “Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”. Ni hay duda que esta palabra va dirigida, no solamente a los discípulos de Cristo, sino a todos los fieles, a toda la Iglesia, la cual, en su universalidad, escuchaba las condiciones de la salvación en la persona de los que estaban presentes.

Así como conviene a todo este cuerpo vivir piadosamente, así es propio de todos los tiempos llevar la cruz, y no en vano se aconseja a cada uno que la lleve, ya que cada uno sufre su peso en una forma y según una medida propia. Uno es el nombre de la persecución, pero la causa del combate no es una sola, y suele haber más peligro en el enemigo oculto que en el manifiesto. El santo Job enseñado por la alternativa de los males y bienes de este mundo, decía muy piadosa y en verdad: ¿No es una tentación toda la vida del hombre sobre la tierra?. Ya que el alma fiel no sólo sufre los dolores del cuerpo, sino que, aun permaneciendo sanos los miembros corporales, se ve amenazada por una grave enfermedad si se deja debilitar por los placeres de la carne. Pero, como “la carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu a los de la carne”, el alma racional, auxiliada por la cruz de Cristo, no consiente en los deseos al ser tentada, por sentirse como traspasada por los clavos de la continencia y del temor de Dios.

Visperas Primer Domingo de Pasión

Rito de entrada
V. Dios ✠ mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
Te alabamos, Señor, Rey de eterna gloria.

Salmos

Ant. Dijo el Señor a mi Señor: * Siéntate a mi diestra.

Salmo 109 [1]

Oráculo del Señor a mi Señor: * «Siéntate a mi derecha,
Y haré de tus enemigos * estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: * somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; * yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: * «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, * quebrantará a los reyes.
Dará sentencia contra los pueblos, amontonará cadáveres, * quebrantará cráneos sobre la ancha tierra.
En su camino beberá del torrente, * por eso levantará la cabeza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra.

Ant. Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.

Salmo 110 [2]

Doy gracias al Señor de todo corazón, * en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, * dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra, * su generosidad dura por siempre;
Ha hecho maravillas memorables, * el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles,
Recordando siempre su alianza; * mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
Dándoles la heredad de los gentiles. * Justicia y verdad son las obras de sus manos,
Todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, * se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo, * ratificó para siempre su alianza,
Su nombre es sagrado y temible. * Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
Tienen buen juicio los que lo practican; * la alabanza del Señor dura por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Ant. El que teme al Señor * muy exacto es en cumplir sus mandamientos.

Salmo 111 [3]

Dichoso quien teme al Señor * y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, * la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, * su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, * clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. * El justo jamás vacilará,
Su recuerdo será perpetuo. * No temerá las malas noticias,
Su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, * sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, * y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. * La ambición del malvado fracasará.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que teme al Señor muy exacto es en cumplir sus mandamientos.

Ant. Sea el nombre del Señor * bendito por los siglos.


Salmo 112 [4]

Alabad, siervos del Señor, * alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, * ahora y por siempre:
De la salida del sol hasta su ocaso, * alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, * su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono * y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, * alza de la basura al pobre,
Para sentarlo con los príncipes, * los príncipes de su pueblo;
A la estéril le da un puesto en la casa, * como madre feliz de hijos.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sea el nombre del Señor bendito por los siglos.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; * Él ha hecho todo cuanto quiso.

Salmo 113 [5]

Cuando Israel salió de Egipto, * los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario, * Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó, * el Jordán se echó atrás;
Los montes saltaron como carneros; * las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, * y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; * colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra, * en presencia del Dios de Jacob;
Que transforma las peñas en estanques, * el pedernal en manantiales de agua.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, * sino a tu nombre da la gloria;
Por tu bondad, por tu lealtad. * ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo, * lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, * hechura de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan; * tienen ojos, y no ven;
Tienen orejas, y no oyen; * tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; * no tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen, * cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: * Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros * y nos bendiga,
Bendiga a la casa de Israel, * bendiga a la casa de Aarón;
Bendiga a los fieles del Señor, * pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente, * a vosotros y a vuestros hijos;
Benditos seáis del Señor, * que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, * la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, * ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor * ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro Dios está en los cielos; Él ha hecho todo cuanto quiso.

Capítulo Himno Verso


Heb 9:11-12


Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos: su templo es más grande y perfecto; no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario de una vez para siempre consiguiendo la liberación eterna.
R. Demos gracias a Dios.

Himno
Avanzan ya los estandartes del Rey;
resplandece el misterio de la Cruz,
en la cual la Vida sufrió la muerte
y con su muerte nos dio la vida.

De su costado herido por el hierro
cruel de una lanza,
brotan agua y sangre destinadas
a lavar las manchas de nuestros crímenes.

Se han cumplido las profecías de David,
que, en sus cantos inspirados,
había dicho a las naciones:
Dios reinará desde un madero.

¡Oh árbol hermoso y resplandeciente de gloria,
adornado con la púrpura del Rey,
escogido de un tronco bendito, que has sido digno
de tocar tan sacrosantos miembros!

Dichoso árbol de cuyos brazos pendió
el rescate del mundo; balanza en la cual
el peso de un Cuerpo divino
levanta la presa hundida en el abismo.

La estrofa siguiente se dice de rodillas:

¡Salve, oh Cruz, nuestra única esperanza!
En este tiempo de Pasión,
acrecienta la gracia a los justos
y borra las culpas de los pecadores.

¡Oh Trinidad, manantial de salud!
Que todos los espíritus te alaben.
Por la Cruz nos concedes la victoria;
otórganos, además, su galardón.
Amén.

V. Líbrame, Señor, del hombre malvado.
R. Del varón perverso, apártame.

Canticum: Magnificat

Ant. Abrahán, vuestro padre, * saltaba de gozo pensando ver mi día: lo vio y se llenó de alegría.


(Cántico de la B. Virgen María Lc 1, 46-55)

Proclama ✠ * mi alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi espíritu * en Dios, mi salvador;
Porque ha mirado la humillación de su esclava. * Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: * su nombre es santo,
Y su misericordia llega a sus fieles * de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: * dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos * y enaltece a los humildes,
A los hambrientos los colma de bienes * y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, * acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, * en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día: lo vio y se llenó de alegría.

Oración 

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oremos.

Dios todopoderoso, mira con bondad a tu familia: que tu amor dirija nuestra vida y tu solicitud proteja nuestro espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión

V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

Perlitas sobre San Simonino

1) El culto que se le atribuye a San Simonino, no se trata tan solo del honor a un niño que sufrió por parte de los judíos, todos los ultrajes que sufriera Jesucristo; sino un verdadero y santísimo acto de reparación al Divino Redentor Jesucristo y a su Divina Madre, tan ultrajados en el purísimo cadáver del beato Simonino.

2) Quienes hemos recorrido  las calles de la hermosa ciudad de Trento y buscamos alguna seña, alguna huella o esbozo de nuestro Simonino, no lo hallamos. Lo único que ha quedado,  es un relieve de aproximadamente, 30 x 40 cm. en forma ovalada, que se encuentra sobre la acera del Palacio Bortolazzi y dos medallones en el portal del Palacio Salvadori (en gloria y durante el martirio).

3) En 1955 fue la última procesión, y luego de esto el cuerpo fue escondido  en un sitio desconocido. Se encontraba en una urna de cristal, con  la imagen del sacro cuerpito que reposa en un artístico cofre en plata y cristal, una obra de finísimo cincelado de artistas milaneses. El cuerpo del Beato es largo en 75 centímetros y fue momificado con verdadero arte por el medico Trentino Ippolito del noble Guarinoni, en 1.737. La cabeza está ornamentada con una preciosa corona y del cuello, cuelga un fino collar de oro con medallones también de oro. Cuenta un histórico Trentino, que esto seria una donación de una reina de España.

Como que también hicieron desaparecer los instrumentos del tormento del martirio: el cuchillo, una jofaina  y tenaza. En su época, estaban expuestos en el Museo Diocesano.

4)  En 1965 la Iglesia pidió perdón por aquello, exoneró a los judíos que habían sido condenados, y suprimió oficialmente el culto a San Simón de Trento, con condenas explícitas a quien lo promoviese. En 2001, la Iglesia de Trento promovió nuevas investigaciones y volvió a pedir perdón por aquello. (…ratas traidoras…)

5) Loable es la creación del “Comité San Simonino” creado en Italia, en el año 2.007, que se propone el restablecimiento del culto público y privado de San Simonino; la restitución de las reliquias que permanecen ocultas desde el año l.965, por parte de la curia trentina y la difusión a la devoción a San Simonino.

Vida de San Simonino de Trento. Parte 2.

El martirio : Viernes 23 de marzo:

La novedad del rapto de un niño, hizo que se agruparan los judíos de las tres casas, en la de Samuele. Dieron, incluso miel al niño que, ya casi ronco, no dejan de llamar a su mamá.

Entra Tobia, el viejo Mosé. Bien pronto, comparecieron el hijo y el  nieto de Mosé,  Mohar y Bonaventura, Vitale y Samuele con Israel y el último, el cocinero Bonaventura.

El pobrecito niño que yacía allí, adormecido, se sacude y estaba por gritar, cuando Samuele lo toma brutalmente y le aprieta el cuello con un largo pañuelo, que se lo anudó como un lazo y le sostenía la cabeza, mientras el viejo Mosé, sentado en un banco y con la derecha, tiraba de la otra punta del pañuelo y apretaba las rodillas de Simonino que lo sofocaba.

La cara se había hinchado y estaba roja y de la boquita, salía su lengua y baba, sus ojitos velados de lágrimas, parecían saltarse. Cuando Mosé, el desalmado viejo, con una tenaza, le arranca un  mordisco de carne de la mejilla derecha, en tanto que Tobia, tenía firme el lazo.

Después de Mosé, viene Samuele a  arrancarle con la misma tenaza, otro pedazo y luego continuaron Tobia y Mohar que, para colmo, con una  hoja de hierro, golpea la cabecita al niño rompiéndole la corteza y  empapa de sangre, todos sus cabellos.

El cuerpo del niño era aferrado de espantosos temblores y de su estrecha boquita salían sus últimos gemidos.

Para que no muriese enseguida, de tanto en tanto, -siempre es Samuele el que habla- le disminuían el lazo, mientras Samuele con los otros judíos, recogían la sangre que corría por la cinturita, en un tazón o palangana. Para continuar el martirio, no saciados aún, cada uno toma un alfiler y comienzan a pincharle la cara, el cuello, el pecho y la espalda. En brevísimos momentos, aquel pequeño mártir, era todo sangre.

Mosé, luego le gira hacia arriba su testículo para poner al desnudo las piernitas y con la misma tenaza, le arrancó una pizca de carne de la tibia derecha y así hicieron los otros verdugos, recogiendo la sangre que caía de sus carnecitas en el tazón de estaño. Después Samuele tomó al moribundo  por el brazo derecho y Mosé por el izquierdo y lo levantaron sobre sus piecitos ensangrentados, tenidos firmes sobre el banco de Mohar y lo estiraron como Jesús sobre la cruz.

A aquella vista,  las otras fieras, volvieron a tomar las alfileres y volvieron a traspasarlo gruñendo  a regañadientes: “Muere como tu Jesús, falso Dios de todos los Goim! (1) sean ellos todos los tormentos y la destrucción”.

El último acto de tanto ultraje, fue aquel de morderle las orejitas gruñendo como perros hambrientos, siempre maldiciendo al Hijo de Dios y a los cristianos.

(Toda esta orgía canibalesca se obtiene de la confesión de los reos y de las mujeres allí presentes)

Nuestro pequeño Simonino crucificado era el último anhelo…Un temblor mortal invade el ensangrentado cuerpito, abrió la boquita en un angustioso espasmo…….mira hacia arriba….expira…..

(toda esta horrenda carnicería es tomada del interrogatorio de Samuele delante a los jueces el día 7 de junio de 1475)

Y así, la sinagoga comenzaba su “sacra Pesáh” en odio al Hijo de Dios, que mandaba al paraíso, multitud de Ángeles con los inocentes de Belén a recibir el alma de Simonino, en el rojo púrpura de su martirio.

Encuentran el cuerpito de Simonino

Los judíos no podían perder el tiempo; el cuerpito que se encontraba aún en casa de Samuele, debía de cualquier manera  desaparecer. La única forma era tirarlo a la acequia y hacer creer que se había ahogado.

No se explicaba cómo fuese desaparecido un niño, en pleno día,  por lo que los comentarios y las suposiciones comenzaron y se hicieron comunes en casi todos, sobre la sospecha de los judíos que vivían en la calle del Mercado y, con esta sospecha, entró en escena un vigilante; un cierto Antoniolo, que a una hora de la noche, pasaba por el callejón del Adige, donde era la casa del judío Samuele y la sinagoga. De allí, fue que oyó fuertemente llorar a un niño y llamar: “..mamá, mamá..” sintiendo “sbab pob (en dialecto, “cállate niño”). El vigilante se paró por un buen tiempo y  no escuchando nada más, partió para  su casa.  En este acontecimiento, la sospecha tomaba cuerpo.

Luego de muchísimas contradicciones entre los judíos interrogados por el Podestá, Giovanni de Salis; el capitán del castillo Giacomo Sporo, el doctor en derecho Odorico da Brescia, el  Señor Ermanno, secretario del obispo, Martino Rompilanza y otros esbirros, confirmaron el arresto de los ocho.

La mañana del 27 de marzo se esparce la noticia del hallazgo del cadáver del mártir Simonino y del arresto de la banda de judíos. Se ordena la pericia del cadáver realizada por los doctores Arcangelo de Balduini y Giovanni Mattia Tiberino con los cirujanos Cristóforo de Fatis y el señor Balsano, concluyendo que el cuerpo del niño no era muerto por  ahogamiento  y que las heridas no eran accidentales ni producidas por animales del agua, SINO por obra de mano humana.

El podestá ordena la detención inmediata de los otros judíos que no habían sido aún arrestados: el viejo Mosé; Mohar su hijo; Salomone, Lázaro; el tercer Mosé; Isacco; Brunetta –mujer de Samuele- y Vitale.

El Proceso Criminal:

Los interrogatorios abierto por el gran Podestá, el 28 de marzo, fueron realizaron con 46 interrogatorios,  teniendo cada imputado su proceso personal, que comprendía 3 partes: el examen del acusado que generalmente ocupaba más interrogatorios; la requisitoria en base a los estatutos criminales del principado, y la sentencia emanada sobre los fundamentos  a la confesión del crimen o a cuanto requiere la ley.

En el caso de marras, todos confesaron el delito, ninguno fue condenado como reo persuadido.

El 21 de junio se cierra el proceso con  la sentencia capital para todos, motivada por asesinato de Simone, hijo de Andrés Unferdorben, ultrajado su cadáver  a  mofas y blasfemias contra a Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y su Divina Madre.

En fúnebre procesión, partieron para el lugar de la ejecución, llamado “Malvasia” (llamado así aquel lugar, probabilmente porque le deban a los verdugos este vino fuerte, para poner cierta insensibilidad en su feror oficio.

Ese mismo día, 21 de junio, Samuele, Tobías y Ángelo, fueron muertos y luego quemados en hoguera.

El día 22 de junio, Mohar, Israel y Vitale, corrieron igual suerte: muertos y quemados.

Mosé fue encontrado muerto en la cárcel; lo llevaron a la “Malvasia” y lo quemaron.

Bonaventura, el cocinero y el otro Bonaventura, pidieron morir cristianos, pidiendo perdón al padre y a la madre del beato Simonino y arrodillados sobre la orilla del canal fueron bautizados por el sacerdote que les asistía recibiendo el nombre de Acazio el uno y Sisto, el otro. Apenas recibido el bautismo, fueron decapitados y, con certeza, volaron al paraíso donde los esperaba el dulce Simonino, siendo éstos,  sus dos primeras conquistas.

Isacco y Lázaro fueron ahorcados.

Volfango, otro judío, fue  atado y muerto en la rueda.

Iof y Mosé, bautizados –por pedido de ellos- con los nombre de Antonio y Marcelo e inmediatamente decapitados. Simonino, presentaba al Divino Redentor, dos nuevas conquistas!.

El porqué de esa condena.

Vemos que las sentencia, eran enormes y crueles. Hay que tener en cuenta que, los códigos criminales de entonces, tenían en la mira, de hacer probar al delincuente toda la enormidad de su delito. En una palabra, se ponía en práctica, la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente…

Madres Convertidas; hijos desaparecidos.

Después de los procesos y las ejecuciones, el deseo del Sumo Pontífice, Sisto IV de unir a la justicia la misericordia, se decide en pleno acuerdo con el Obispo y Príncipe, Giovanni IV y el podestá, de que las cuatro mujeres judías, que aunque participantes del delito; debían ser restituidas a sus hijos. La noticia de sus liberaciones, las colmó de tanta consolación, que pidieron hacerse cristianas.

Brunetta, mujer del ajusticiado Samuele, luego de manifestar todo lo que habían hecho sus correligionarios; junto con Anna, Sara y Bella y el  13 de enero de l.477 en la Parroquia de San Pedro, el obispo de Trento bautizaba a las cuatro: A Brunetta, le impuso el nombre de Catalina; a Bella el de Elisabeth; a Sara el de Clara y a Anna aquel de Susana. Al finalizar, postradas delante de la urna de Simonino, y de Andrés y Maria, padres del mártir, pidieron público perdón de la maldad cometida.

Indecible la alegría de los ciudadanos, pero amarga luego resultó la novedad de que los hijos de las madres convertidas, -no se sabe con qué pretexto-fueron alejados de Trento por los jefes de las sinagogas vecinas y colocados  en otros institutos judíos lejanos,  para que las madres bautizadas cristianas, no les instruyesen en la fe de Jesucristo y les hiciesen bautizar.

Dolido el obispo por la acción tan inicua de la sinagoga, que habían raptado a los hijos de sus madres, viéndose así imposibilitadas de hacerlos educar en nuestra Fe, prohibió  a todas las familias judías su permanencia en la ciudad.

¿ Puede la Iglesia aprobar un culto falso que necesite de ser primido?

Hay cosas que nos siguen dejando atónitos….

El Sumo Pontífice Gregorio XIII en vista de los numerosos y extraordinarios prodigios operado por intersección del querido Simonino, lo inscribe en el Martirólogo romano, con el título de santo.

En 1.588 (113 años después), EL Papa Sixto V reunió una comisión de seis cardenales y repitió el juicio. El tribunal también encontró culpables a todos los judíos.

Ya con la bula del 8 de junio de ese mismo año,  establece la Fiesta con Misa y  Oficio propio, fiesta que viene celebrada cada año, en el cuarto domingo después de Pascua, en la Iglesia parroquial de los Apóstoles  San Pedro y San  Pablo Arquidiócesis de Trento. (hasta un cierto tiempo…..)

(Dal Martirologio Romano (Typis Polyglottis Vaticanis, 1956):
Nono Kalendas Aprilis (23/III). Tridenti passio sancti Simeonis pueri, a Judæis sævissime trucidati, qui multis postea miraculis coruscavit.)

La Bula Beatus Andreas del 22 febrero de 1.755, del Papa Benedicto XIV reconoce nuevamente el culto prestado a San Simonino, afirmado que “fue cruelmente muerto en odio  al fe”.

Vemos hasta aquí, qué gloriosa se mostraba la Iglesia Católica!; con qué valor y valía decretaban actos de Fe….

Pero llegamos al año l.966 y en el marco del nefasto Concilio Vaticano II, Pablo VI ordena que se reexamine el caso de Simón de Trento.

Monseñor Iginio Rogger, en 1.965 fue el principal instigador de la abolición del culto de Simonino en complicidad con el arzobispo Alessandro Maria Gottardi, (quien también había puesto en discusión histórica, el martirio de  San Vigilio co-patrono de Trento) y determina por decreto, (¡Por Decreto !) la inocencia de los judíos asesinados.

Rogger muere el 12 de febrero de 2.014 y Gotardi el  24 de marzo del 2.001…..otros dos traidores de San Simonino…

Por ello y después de ello, los restos de San Simonino, fueron escondidos para evitar la presencia de los peregrinos.

Un defensor (Judio) del martirio de Simonino?…En contraposición  con la de dos obispos católicos??

Pacientes lectores, siempre hemos de decir la verdad y también mostrar el respeto a quien la expresa, por ello, hacemos “nuestras”, las palabras de un sacerdote, el Padre Don Franceso Ricossa,  un gran defensor de nuestro querido San Simonino, cuando en el Epílogo del Libro “La vera storia del Beato Simonio da Trento innocente e Martire y del suo culto”, (Comiato San Simonino. Torino, 2.013 página 103/104),  nos hace ver que, un solo autor es el decisivo y verdaderamente innovativo en el orden del contributo historiográfico: el Profesor Ariel Toaff, por aquél entonces, docente de Historia del medio Evo y del Renacimiento, en la Bar-Ilan University en Israel.

El libro de Toaff “Pasque di Sangue, Ebrei d´Europa e omicidi rituali”, Edizione Il Mulino, Bologna, 2.007 (“Pascua de Sangre, Judíos de Europa y homicidios rituales”) suscitó violentas reacciones: acusaciones, amenazas, intimidaciones, que forzaron a su autor y al editor, a retirar de los comercios el volumen. Sigue comentado el exponente que una segunda edición, vista y corregida fue publicada en el mismo año, pero manteniendo la sustancia de la anterior conclusión. Que esta vez, viene acogida del silencio total, dado que el nombre y la obra de Toaff es casi totalmente cancelada de la discusión sobre el llamado  “homicidio ritual” o “acusación de la sangre” y sobre el caso del Beato Simonino.

Tanta hostilidad ha tenido el autor (que muchos acusadores admitieron no haber leído “Pasque di Sangue ”), dado que era inadmisible la conclusión del estudioso israelita, -hijo del ex-Rabino, jefe de Roma, Elio Toaff- cuando decía que “en particular para el judaísmo askhenazita, la acusación de la sangre, no era siempre una invensión”.

Toaff demuestra la falsedad de los dos principales argumentos de los “negacionistas” del martirio de San Simonino (……nos estamos recordando de Rogger y Gotardi…). Los principales argumentos de siempre, son la poca fiabilidad de las confesiones rendidas en el juicio por los acusados, confesiones arrebatadas, extorsionadas con la tortura y la imposibilidad del crimen mismo que contemplaría la asunción de la sangre humana, cuando en cambio, ninguno-continua explicando claramente el exponente- ignora que la ley mosaica prohibe estrictamente cualquier asunción de sangre.

Toaff, en cambio mete a la luz la causa de su peculiar conocimiento de los textos hebraicos, “los significados rituales y terapéuticos que la sangre tenía en la cultura hebraica”, no obstante, la prohibición bíblica; y además esclarece Toaff que la narración del ritual, llevó a la muerte a Simonino. De los culpables en sus confesiones, se  introduce perfectamente y de manera plausible, en el horrible trastorno de las normas de la Cena pascual y que las palabras rituales hebraicas utilizadas por ellos, tenían un significado que escapaban a los jueces y a los notables episcopales; pero que no escapan a quienes, como Toaff tiene un profundo conocimiento de los textos hebraicos.

Concluyendo: (sigue comentado el honorable sacerdote), no es verosímil que los jueces hayan metido en boca a los acusados palabras y ritos de los cuales ellos mismos no comprendían  completamente su alcance.

Pasque di Sangue” de Ariel Toaff es la palabra definitiva, desde el punto de vista  historiográfico, en lo que respecta al homicidio del pequeño Simonino, ocurrido en Trento en 1.475.

Por último, es paradójico que el artículo de un sacerdote  dominicano modernista sea utilizado de pretexto para suprimir el culto del beato Simonino y que, del trabajo científico de un estudioso israelita sin perjuicios, haya  puesto las bases que debería haber llevado –si fuese en Trento igualmente honesto como en la Universidad Ber-Ilan- a la renovación  del culto. Y tal vez, quizás que el último de los tantos milagros del beato Simonino,  haya sido justo este: suscitar a defensores –más allá de  las propias intenciones- de su causa, al hijo del Rabino Toaff, para confundir a tantos católicos infieles a su bautismo.

San Simonino, viviente imagen de Cristo crucificado, cordero inmaculado, “degollado y erguido en pie”, llamado de la Divina Providencia gratuitamente a la gloria del martirio, Ruega por Nosotros, por tus devotos, por la Iglesia, por tu Ciudad de Trento y, sobre el ejemplo de Cristo, también por tus perseguidores, de Ayer y de Hoy.

Palabras del Profesor Ariel Toaff:

 “Tu estás crucificado y punzado como Jesús colgado, en ignominia y vergüenza como Jesús. Para los participantes al rito, parece que el infante cristiano hubiese perdido su identidad (si nunca la había poseído a los ojos de ellos) y haya sido transformado en Jesús crucificado y colgado”

 (Ariel Toaff, Pasque di sangue, ed. il Mulino, 2007, p. 196)

1) GOIN: era el nombre dado dada por los judíos a los cristianos. Palabra que se usará en todo el interrogatorio por parte de los acusados.

Vida de San Simonino de Trento. Parte I

                                           Vosotros, niños de Belén, no teneís la     

                                                               edad para creer en Cristo; pero teneís

                                                              la carne para padecer por Cristo

                                                               (San Agustín, a los Santos Inocentes)

No vamos a decir aquel ridículo aviso de que lo que se contará a continuación, podrá herir susceptibilidades y esas cosas (no estamos para esas sensiblerías sin fundamento alguno); pero la historia Real del pequeño Simonino nos deja completamente emocionados,  entristecidos y a la vez, rabiosos !.

Vayamos a Trento (Italia; sí, la misma ciudad del Santo Concilio de Trento) este día será un Viernes Santo; 23 de marzo y el siglo será el XV -año 1.475-

De estos dos píos padres: Andrés y María Unferdorben, nace el 27 de octubre de 1.472, el  gracioso bambino llamado Simonino. Crece fuerte, lleno de vida y muy querido en todo el vecindario. Esperaba a su padre, en la puerta de la cocina que daba a la calle, cuando éste retornaba del trabajo en el campo.

En todas las ciudades de la Italia de aquel tiempo, los judíos tenían sus guetos y en varios estados, lo toleraban. En la ciudad en donde nos situamos,  éste ocupaba tres casas alineadas sobre la parte septentrional de la calle del Mercado. En la primera planta se había instalado Samuele un rico hombre de negocios, con su mujer Brunetta, mujer de mucha capacidad comercial y el único hijo, Israel, casado con Anna, una judía de Brescia. En otras dependencias, vivían también dos sirvientes: Bonaventura que hacía de cocinero y Vitale como de la familia.

Por muchos años, tenia este Samuele, un viejo de más de ochenta años: Mosé que se pretendía como profeta y que naturalmente, en la Sinagoga tenia el primer puesto y, también vivía su hijo: Mohar con su mujer Anna y un hijo de éstos: Bonaventura. Todos judíos.

Tres casas más arriba del lugar, vivía Tobía, que se ocupaba “empíricamente” de medicina. Tenía en su casa a un joven de 19 años: Mosé. Por esos días, Tobía, hospedaba en su casa a un cierto pariente: Iof y un tal Israel (perverso e infame).

En otro callejón  vivía Ángelo, el tercer jefe de la casa del gueto Trentino. Con él, vivía su mujer de nombre Dolcetta, también estaba la madre de Ángelo y una hermana: Bonna. Completaba la familia el cocinero Isacco y Lazzaro.

En esta casa de Ángelo, había venido un tercer Mosé, para celebrar con sus cofrades, la pascua judía.

Recordad bien estos nombres, queridos lectores….

En el tiempo ( y en el lugar donde nos encontramos), los judíos tenían enseñanzas secretas que pasaban de generación en generación; enseñanzas supersticiosas contrarias a las mismas leyes de la naturaleza, basadas sobre el odio contra la religión de Nuestro Señor Jesucristo y del pueblo cristiano -igual que hoy día-, como la creencia en cualquier colonia judía, del uso de sangre cristiana, para purificar sus almas y volverse así gratos a  Yahvé en la celebración propia de la fiesta de la Pascua judía.

Convoca Samuel el 22 de marzo en la sinagoga a los cabecillas de su comunidad. Estaban Tobía (el “médico”), el viejo Mosé, Israel y su hijo y también Mohar; haciendo saber el primero que ya estaba todo preparado para la vigilia del grande Pesáh; que el pan ácimo era pronto, con gran provisión de pez y de carne para la fiesta; pero que faltaba solamente aquello que se recomendaba, es decir, la sangre de un  chiquillo cristiano para la purificación y completa celebración de la fiesta.

Y, el lobo Tobía         que conocía a todos, sale con el demonio en su alma encontrando al pequeño Simonino que esperaba al papá Andrés.  Con voz “graciosa” le dice que vaya con él, que tiene lindas cosas para darle. El inocente todo alegre, se dejó arrastrar por el raptor y cuando llegan a la desembocadura de la calle del Mercado, Tobía, lo envuelve en su mantel, lo ata a la altura de la axila, atraviesa la acequia y lo introduce en casa de Samuele y éste  se lo entrega a las mujeres de la casa. El niño asustado llama gimiendo a su mamá…Recordemos, que Simonino, tenia, solo 2 años y 4 meses.

La noche ya estaba por llegar y se preparaba a desahogar sobre un inocente niño cristiano, el odio al Divino Redentor y a su Santa Madre.

En tanto, el obispo  del principado tridentino  (Giovanni IV) había dado la orden al Podestá (que era como un primer magistrado en la Edad Media), de proveer todos los medios para la aparición del pequeño Simonino.

Sobre la plaza del municipio y de varios lugares de la ciudad, se escuchaba el tambor con el llamamiento de que si persona alguna retuviese o supiese de un cierto hijo de Andrés, curtidor de pieles y ciudadano de Trento, llevando el niño un vestidito oscuro y gris, que lo notificase.

Papá Andrés con otros vecinos: Masseo, Cipriano de Bornio y el agricultor Svaizer buscaron  con luz de velas hasta la noche, temiendo que el niño hubiese caído en el agua que entra en la fosa y termina con una reja como de palos. (Estas fosas  habían en todas las casas en la parte de la bodega o sótano y el agua pasaba por allí) .También en casa de los judíos, era de la misma manera.

Volvieron  el viernes santo a “drenar” todo el recorrido de  la acequia con el fin de hacer una búsqueda más escrupulosa; pero tampoco encontraron  nada.

Continuará en la parte 2ª.

I Domingo de Cuaresma

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Salmo 90, 15-16. 1

Si me invoca, yo le escucharé; le libraré y le glorificaré; le llenaré de dilatados días. V/.  Dichoso el que mora al abrigo del Altísimo, el que descansa a la sombra del Omnipotente. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén. 

COLECTA

Oh Dios, que purificas a tu Iglesia por la observancia anual de la cuaresma: concede a tu familia que cuanto desea obtener de ti por la abstinencia, lo consiga con las buenas obras.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

EPÍSTOLA 2 Corintios 6, 1-10

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos: Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque él dice: Te oí en el tiempo oportuno, y en el día de la salvación te ayudé. Ha llegado ahora el tiempo favorable, ha llegado el día de la salvación. No demos a nadie ocasión de escándalo, para que no sea vituperado nuestro ministerio. Antes en todo mostrémonos como ministros de Dios, con mucha constancia en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias, en los azotes, en las cárceles, en las sediciones, trabajos, vigilias y ayunos; con castidad, ciencia, paciencia y suavidad, por el Espíritu Santo, con caridad sincera, con palabras de verdad, con fortaleza de Dios, con las armas ofensivas y defensivas de la justicia, en el honor y el deshonor, en la infamia y en la buena fama; ya nos tengan por impostores siendo verídicos; por desconocidos, aunque muy conocidos,  por  casi   moribundos, cuando en realidad estamos vivos; cual castigados, pero no muertos; como tristes, estando siempre alegres; como necesitados, aunque hemos enriquecido a muchos; como gentes que de todo carecen cuando todo lo poseemos.

GRADUAL Salmo 90,11-12

Dios  mandó a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos. V/. Te llevarán en sus manos, no sea que tropiece tu pie en alguna piedra.

TRACTO. Salmo 90, 1-7, 11-16

El que mora al abrigo del Altísimo, el que descansa a la sombra del Omnipotente. V/.  Ése dice al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, mi Dios, en quien confío. V/.  Sí, es  él  quien te  librará  del lazo del cazador y de las palabras mortíferas. V/.  Bajo sus alas te cubrirá y bajo sus plumas hallarás cobijo. V/.  Su fidelidad es un escudo, una coraza. No temerás los terrores de la noche. V/. Ni la flecha que vuela de día, ni la peste que camina en las tinieblas o el contagio que hiere a plena luz. V/.  Caerán mil a tu lado, y a tu derecha diez mil; nada llegará hasta ti. V/. Porque el Señor ha dado a sus Ángeles la misión de  guardarte en todos  tus caminos. V/. Ellos te llevarán en sus manos, no sea que tu pie tropiece en alguna piedra. V/. Caminarás sobre áspides y víboras, hollarás con tus pies al león y al dragón. V/. Porque se ha acogido a mí, yo le libraré; le protegeré puesto que conoce mi nombre. V/. Si me llega a invocar, le escucharé; en la desgracia me encontraré junto a él. V/. Le libraré y le glorificaré, le saciaré de largos días, le haré ver mi salvación. 

EVANGELIO Mateo 4, 1-11

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo. En aquel tiempo: Llevó el Espíritu a Jesús al desierto para que allí le tentase el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y, llegándose a él el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas Jesús le respondió y dijo: Escrito está: No de solo pan vive hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces le transportó el diablo a la santa ciudad; y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito está: Mandó a sus ángeles cerca de ti, y te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie contra alguna piedra. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. De nuevo le subió el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré si, prosternándote, me adorares. Le díjo entonces Jesús: Vete de aquí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu  Dios adorarás,  y a él solo servirás. Entonces le dejó el diablo; he aquí que se acercaron los ángeles y le sirvieron.

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 90, 4-5

Con sus alas te cubrirá el Señor, y bajo sus plumas hallarás cobijo; su fidelidad es un escudo. 

SECRETA

Te ofrecemos solemnemente, Señor, este sacrificio en el umbral de la cuaresma, suplicándote que, con la abstinencia de carnes, hagas nos privemos también de los placeres nocivos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios 

PREFACIO DE CUARESMA

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que, por el ayuno corporal, domas nuestras pasiones, elevas la mente, nos das la virtud y el premio, por Jesucristo nuestro Señor, por quien alaban los Ángeles a tu majestad, la adoran las Dominaciones, la temen las Potestades y la celebran con igual júbilo los Cielos, las Virtudes de los cielos y los bienaventurados Serafines. Te rogamos que con sus voces admitas también las de los que te decimos, con humilde confesión:

COMUNIÓN Salmo 90, 4-5

Con sus alas te cubrirá el Señor y bajo sus plumas hallarás cobijo; su fidelidad es un escudo. 

POSCOMUNIÓN

Restáurenos, Señor, la santa libación de tu sacramento; y, purificados de los antiguos vicios,   nos haga participantes del misterio de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

INTROITO Salmo 90, 15-16. 1

Invocábit me, et ego exáudiam eum; erípiam eum, et glorificábo eum; longitúdine diérum adimplébo eum. V/.  Qui hábitat in adjutório Altíssimi in protectióne Dei cæli commorábitur. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén

COLECTA

Deus, qui Ecclésiam tuam ánnua quadragesimáli observatióne puríficas: præsta famíliæ tuæ; ut, quod a te obtinére abstinéndo nítitur, hoc bonis opéribus exsequátur. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.  

EPÍSTOLA 2 Corintios 6, 1-10

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.

Fratres: Exhortámur vos, ne in vácuum grátiam Dei recipiátis. Ait enim: Témpore accépto exaudívi te, et in die salútis adjúvi te. Ecce nunc tempus acceptábile, ecce nunc dies salútis. Némini dantes ullam offensiónem, ut non vituperétur ministérium nostrum: sed in ómnibus exhibeámus nosmetípsos sicut Dei minístros, in multa patiéntia, in tribulatiónibus, in necessitátibus, in angústiis, in plagis, in carcéribus, in seditiónibus, in labóribus, in vigíliis, in jejúniis, in castitáte, in sciéntia, in longanimitáte, in suavitáte, in Spíritu Sancto, in caritáte non ficta, in verbo veritátis, in virtúte Dei, per arma justítiæ a dextris, et a sinístris; per glóriam, et ignobilitátem; per infámiam, et bonam famam: ut seductóres, et veráces, sicut qui ignóti, et cógniti: quasi moriéntes, et ecce vívimus: ut castigáti, et non mortificáti: quasi tristes, semper autem gaudéntes: sicut egéntes, multos autem locupletántes: tamquam nihil habéntes, et ómnia possidéntes.

GRADUAL Salmo 90,11-12

Angelis suis Deus mandávit de te, ut custódiant te in ómnibus viis tuis. V/. In mánibus portábunt te, ne umquam offéndas ad lápidem pedem tuum. 

TRACTO. Salmo 90, 1-7, 11-16

Qui hábitat in adjutório Altíssimi, in protectióne Dei cæli commorábitur. V/.  Dicet Dómino: Suscéptor meus es tu, et refúgium meum: Deus meus, sperábo in eum. V/.   Quóniam ipse liberávit me de láqueo venántium, et a verbo áspero. V/. Scápulis suis obumbrábit tibi, et sub pennis ejus sperábis. V/.  Scuto circúmdabit te véritas ejus: non timébis a timóre noctúrno. V/. A sagítta volánte per diem, a negótio perambulánte in ténebris: a ruína et dæmónio meridiáno. V/.   Cadent a látere tuo mille, et decem míllia a dextris tuis: tibi autem non appropinquábit. V/. Quóniam Angelis suis mandávit de te, ut custódiant te in ómnibus viis tuis. V/.In mánibus portábunt te, ne umquam offéndas ad lápidem pedem tuum. V/. Super áspidem et basilíscum ambulábis, et conculcábis leónem et dracónem. V/. Quóniam in me sperávit, liberábo eum; prótegam eum, quóniam cognóvit nomen meum. V/. Invocábit me, et ego exáudiam eum: cum ipso sum in tribulatióne. V/. Erípiam eum, et glorificábo eum: longitúdine diérum adimplébo eum, et osténdam illi salutáre meum. 

EVANGELIO Mateo 4, 1-11

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthæum.

In illo témpore: Ductus est Jesus in desértum a Spíritu, ut tentarétur a diábolo. Et cum jejunásset quadragínta diébus, et quadragínta nóctibus, póstea esúriit. Et accédens tentátor, dixit ei: «Si Fílius Dei es, dic ut lápides isti panes fiant.» Qui respóndens dixit: «Scriptum est: Non in solo pane vivit homo: sed in omni verbo, quod procédit de ore Dei.» Tunc assúmpsit eum diábolus in sanctam civitátem, et státuit eum super pinnáculum templi, et dixit ei: «Si Fílius Dei es mitte te deórsum.  Scriptum est enim: Quia Angelis suis mandávit de te, et in mánibus tollent te, ne forte offéndas ad lápidem pedem tuum.  Ait illi Jesus: «Rursum scriptum est: Non tentábis Dóminum Deum tuum.»  Iterum assúmpsit eum diábolus in montem excélsum valde: et osténdit ei ómnia regna mundi, et glóriam eórum, et dixit ei: «Hæc ómnia tibi dabo, si cadens adoráveris me.»  Tunc dicit ei Jesus: «Vade, Sátana: Scriptum est enim: Dóminum Deum tuum adorábis, et illi soli sérvies.» Tunc relíquit eum diábolus: et ecce Angeli accessérunt, et ministrábant ei.

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 90, 4-5

Scápulis suis obumbrábit tibi Dóminus, et sub pennis ejus sperábis: scuto circúmdabit te véritas ejus. 

SECRETA

Sacrifícium quadragesimális inítii solémniter immolámus, te, Dómine, deprecántes ut, cum epulárum restrictióne carnálium, a nóxiis quoque voluptátibus temperémus. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, 

PREFACIO DE CUARESMA

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui corporáli jejúnio vítia cómprimis, mentem élevas, virtútem largíris, et præmia: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes

COMUNIÓN Salmo 90, 4-5

Scápulis suis obumbrábit tibi Dóminus, et sub pennis ejus sperábis: scuto circúmdabit te véritas ejus. 

POSCOMUNIÓN

Tui nos Dómine sacraménti libátio sancta restáuret: et a vetustáte purgátos, in mystérii salutáris fáciat transíre consórtium. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Tiempo de Cuaresma

Origen y vicisitudes de la Cuaresma.

La Cuaresma es hoy un período litúrgico de cuarenta días, destinados a preparar la digna celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo mismo, es un tiempo de mayor penitencia y recogimiento, y en que con más ahínco ha de procurarse la compunción del corazón.

Por más que los liturgistas no están aún acordes acerca de la fecha precisa en que se estableció en la Iglesia la Cuaresma, si viviendo todavía los apóstoles o bastante después, todos sabemos que hay una Cuaresma de origen bíblico; pues en la Biblia constan expresamente las de Moisés, Elías y Jesucristo. ¿La practicarían como observancia eclesiástica los apóstoles y los primitivos cristianos? San Jerónimo, San León Magno y otros santos Padres pretenden que sí, y su opinión por cierto es muy probable, aunque no se apoya en ningún documento escrito. Verdad es que San Ireneo, en el siglo II, y la “Didascalia”, en el III, hablan de ayunos preparatorios para la Cuaresma; pero los ayunos de aquél son nada más que de contados días, y los de éste de sola la Semana Santa.

El primer documento conocido que menciona la Cuaresma propiamente dicha, es el canon 5 del concilio ecuménico de Nicea, celebrado en 325. A partir de esa fecha, abundan los testimonios en los escritos y concilios de Oriente, y desde el año 340, también en Occidente.

Pero lo que ni en Oriente ni en Occidente se descubre claramente, en aquellos primeros siglos, es el comienzo y término de la Cuaresma. Combinándola de muy distinta manera las diversas iglesias, incluyendo unas en ella la Semana Santa, y excluyéndola otras. En una cosa, empero, convenían todas: en el número de ayunos, que solía ser, para los fieles, de treinta y seis días. En el siglo V se unificó, por fin, la duración; y en el VII, un Papa posterior a San Gregorio Magno completó los cuatro días de ayuno que faltaban a, la Cuaresma, prescribiéndolo como obligatorio desde el miércoles de ceniza, que por eso se llamó caput jejunii o “principio del ayuno”.

2. Prácticas cuaresmales.

Lo que Moisés, Elías y Jesucristo practicaron con más rigor en sus respectivas cuaresmas, fue el ayuno y la oración, los que, por lo mismo, sirvieron de base para la Cuaresma cristiana, a la cual agregó la Iglesia la práctica de la limosna y obras de caridad.

La ley del ayuno la observaban los antiguos con sumo rigor. No contentos con cercenar la cantidad de alimento, privábanse totalmente de carnes, huevos, lacticinios, pescado, vino y todo aquello que el uso común considerábalo como un regalo. Hacían sólo una comida diaria, después de la Misa “estacional” y Vísperas, que terminaban al declinar la tarde; y esa única comida solamente consistía en pan, legumbres y agua, y, a las veces, una cucharada de miel. Con la particularidad que ninguno se eximía del ayuno ni aun los jornaleros, ni los ancianos, ni los mismos niños de más de doce años de edad; tan sólo para los enfermos hacíase una excepción, que habían de refrendar el médico y el sacerdote. A estas penitencias añadían otras privaciones, tales como la continencia conyugal, la supresión de las bodas y festines, del ejercicio judicial, de los juegos, recreos públicos, caza, deportes, etcétera. De este modo se santificaba la Cuaresma no ya solamente en el templo como ahora, sino también en los hogares, y hasta en los tribunales, en los casinos, en los hoteles, en los teatros y en los circos. Es decir, que el espíritu de Cuaresma informaba la vida de toda la sociedad cristiana.

Actualmente la observancia íntegra del ayuno y abstinencia cuaresmal ha quedado confinada a algunas órdenes religiosas, ya que el derecho común tan sólo manda ayunar con abstinencia el miércoles de ceniza y de témporas, y los viernes y sábados de Cuaresma, y sin abstinencia, todos los demás días.

De hecho, estos mismos ayunos cuaresmales están reducidos en muchos países casi a la nada, merced a los indultos, bulas y privilegios particulares; habiendo llegado a tanto la condescendencia de la Iglesia, en cuanto al modo de observarlos, que en ellos ha permitido leche, huevos, pescado, vino y otros géneros de regalos, además de autorizar una comida fuerte, un desayuno, aunque leve, y una ligera colación.

La oración cuaresmal por excelencia era y es la Santa Misa, precedida antiguamente de la procesión estacional. Ahora es digno complemento, por la tarde, el ejercicio del Viacrucis.

La limosna practicábase en la Iglesia con ocasión de la colecta de la Misa y otras particulares que se hacían en favor del clero, viudas, huérfanos y menesterosos, con quienes también ejercitaban a porfía otras obras de caridad.

Aspecto exterior del templo.

La ley de la abstinencia cuaresmal diríase que hasta a los templos materiales alcanza, pues a ellos también les impone la ley litúrgica sus privaciones, con las que se fomenta la compunción y el recogimiento.

Los templos, en efecto, vénse privados durante los oficios cuaresmales del alegre aleluya, del himno angélico Gloria in excelsis, de la festiva despedida Ite missa est, de los acordes del órgano, de las flores, iluminaciones y demás elementos de adorno, y del uso, fuera de las festividades de los Santos, de otros ornamentos que los morados, de cuyo color se cubren también, desde el domingo de Pasión, los crucifijos y las imágenes. Tal es el aspecto severo del templo o como si dijéramos el continente exterior de la liturgia en tiempo de Cuaresma, el que acentúa todavía más los cantos graves y melancólicos del repertorio gregoriano y el frecuente arrodillarse para los rezos corales.

El alma de la liturgia cuaresmal.

Si, empero, sondeamos el alma de la liturgia cuaresmal a la luz de los Evangelios, de sus epístolas, oraciones, antífonas y demás textos de su rica literatura, la vemos embargada de los más variados sentimientos de arrepentimiento, de confianza, de ternura, de compasión, de pena, de temor.

El Breviario de Cuaresma, con sus homilías y sermones, con sus himnos, sus capítulos y sus responsorios, a cual más expresivos y piadosos, pone en juego los más delicados recursos de nuestra madre la Iglesia, para conmover los corazones de sus hijos; pero con eso y todo, todavía le supera el Misal. Aquí encontramos cuadros indescriptibles: conversiones y absoluciones de pecadores, como la Samaritana, la Magdalena, la adúltera, el Hijo pródigo, los Ninivitas; multitud de curaciones y milagros del Salvador; rasgos generosos de desprendimiento, como el de la viuda de Sarepta; difuntos resucitados y madres y hermanos consolados; a José, víctima de la envidia de sus hermanos, y a Jesús, vendido por uno de sus íntimos; amenazas y voces de trueno y vaticinios terroríficos de los antiguos profetas para los pecadores obstinados y, en cambio, palabras dulces y persuasivas del Divino Maestro llamándolos a penitencia; ríos de lágrimas que cuestan a la Iglesia los cristianos impenitentes, y gozos inenarrables que suscita en el cielo su conversión; quejas de los sacerdotes en vista de la indiferencia de muchos, y tiernos clamores del pueblo fiel pidiendo al Señor perdón y misericordia.

Si penetramos todavía más hondamente en el corazón de la liturgia cuaresmal, descubrimos, además, tres grandes preocupaciones que embargan a la Iglesia:

La trama y desarrollo de la Pasión del Señor;

La preparación de los catecúmenos; y

La reconciliación de los penitentes públicos.

No hay día ni casi oficio en que no se manifieste de algún modo esta triple preocupación, y es menester estar de ello advertidos para interpretar ciertos pasajes y aun ciertos ritos especiales que, aunque muy hermosos, parecerían, sin eso, intempestivos.

Tomado de Azcarate La flor de la liturgia.

Domingo de Quincuagésima

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Salmo 30, 3-4. 2

Sé para mí un Dios protector y un lugar de refugio, para salvarme; porque Tú eres mi fortaleza y mi asilo; y por Tu Nombre me guiarás y me sustentaré. V/. Oh Señor, en Ti tengo puesta mi esperanza: no quede yo para siempre confundido: sálvame, pues eres justo, y líbrame. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén. 

COLECTA

Escucha, te rogamos, Señor, nuestras súplicas según tu misericordia, y, libres de los lazos de nuestros pecados, presérvanos de toda adversidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

EPÍSTOLA 1 Corintios 13, 1-13

Lectura de la Carta de San Pablo a los Corintios.

Hermanos: Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y no tuviere caridad, sería como bronce que suena o campana que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y conociese todos los misterios, y todas las ciencias, y tuviese toda la fe que trasladase los montes de una parte a otra, con todo, no tuviese caridad, nada sería. Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y entregase mi cuerpo a las llamas, mas no tuviese caridad, nada me aprovecharía. La caridad es paciente es benigna: la caridad no es envidiosa, no obra inconsideradamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus provechos, no se irrita, no piensa mal no se goza en la iniquidad, sino que se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca fenece: aunque termine el don de profecías, y cese el don de lenguas, y se acabe el don de ciencia. Porque ahora sólo conocemos parcialmente, sólo profetizamos parcialmente. Mas cuando llegue lo que es perfecto, desaparecerá lo imperfecto. Cuando yo era niño, hablaba como niño, jugaba como niño, discurría como niño. Mas cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño. Ahora vemos a Dios como a través de un espejo y en el misterio; mas luego le veremos cara a cara. Ahora le conozco imperfectamente: más luego le conoceré como soy yo conocido por Él. Ahora existen la fe, la esperanza y la caridad, pero de las tres la mayor es la caridad.

GRADUAL Salmo 76, 15-16

Tú eres el Dios que obra prodigios; hiciste conocer a los pueblos tu poder. V/.  Con tu brazo libraste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y José.

TRACTO. Salmo 99, 1-2

En tiempo de Septugésima, omitido el Aleluya, se dice:

Moradores todos de la tierra, canten con júbilo las alabanzas de Dios: sirvan al Señor con alegría. V/. Vengan llenos de alborozo a presentarse ante su acatamiento. Tengan entendido que el Señor es el único Dios. V/. Él es el que nos hizo, y no nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su aprisco. 

EVANGELIO Lucas 18, 31-43

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo: Tomando Jesús consigo a los Doce, les dijo: «He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas sobre el Hijo del hombre se va a cumplir. Porque será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él, y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará. Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no comprendieron de qué hablaba. Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó qué era eso. Le dijeron: «Jesús, el Nazareno pasa». Y clamó diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!» Los que iban delante, la reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: «¡Hijo de David, apiádate de mí!» Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué deseas que te haga?» Dijo: «¡Señor, que vea!» y Jesús le dijo: «Ve; tu fe te ha salvado». Y al instante vio, y le seguía glorificando a Dios. y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Se dice Credo

 OFERTORIO Salmo 118, 12-13

Bendito eres Tú, Señor; enséñame tus preceptos: con mis labios he pronunciado todos los oráculos que han salido de tu boca. 

SECRETA

Haz, Señor, que esta Hostia borre nuestros pecados, y santifique los cuerpos y espíritus de tus servidores para celebrar dignamente este sacrificio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios. Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro

COMUNIÓN Salmo 77, 29-30

Comieron y se hartaron; les concedió el Señor su deseo; no quedaron frustrados sus anhelos. 

POSCOMUNIÓN

Te rogamos, Dios Todopoderoso, hagas que, habiendo recibido el alimento celestial, éste nos fortifique contra toda adversidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

INTROITO Salmo 30, 3-4. 2

Esto mihi in Deum protectórem, et in locum refúgii, ut salvum me fácias: quóniam firmaméntum meum, et refúgium meum es tu: et propter nomen tuum dux mihi eris, et enútries me. V/. In te, Dómine, sperávi, non confúndar in ætérnum: in justítia tua líbera me, et éripe me. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén 

COLECTA

Preces nostras, quǽsumus, Dómine, cleménter exáudi: atque a peccatórum vínculis absolútos, ab omni nos adversitáte custódi. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen. 

EPÍSTOLA 1 Corintios 13, 1-13

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.

Fratres: Si linguis hóminum loquar, et Angelórum, caritátem autem non hábeam, factus sum velut æs sonans, aut cymbalum tínniens.  Et si habúero prophetíam, et nóverim mystéria ómnia, et omnem sciéntiam: et si habúero omnem fidem ita ut montes tránsferam, caritátem autem non habúero, nihil sum.  Et si distribúero in cibos páuperum omnes facultátes meas, et si tradídero corpus meum ita ut árdeam, caritátem autem non habúero, nihil mihi prodest.  Cáritas pátiens est, benígna est: Cáritas non æmulátur, non agit pérperam, non inflátur, non est ambitiósa, non quærit quæ sua sunt, non irritátur, non cógitat malum, non gaudet super iniquitáte, congáudet autem veritáti: ómnia suffert, ómnia credit, ómnia sperat, ómnia sústinet.  Cáritas numquam éxcidit; sive prophetíæ evacuabúntur, sive linguæ cessábunt, sive sciéntia destruétur.  Ex parte enim cognóscimus, et ex parte prophetámus.  Cum autem vénerit quod perféctum est, evacuábitur quod ex parte est.  Cum essem párvulus, loquébar ut párvulus, sapiébam ut párvulus, cogitábam ut párvulus.  Quando autem factus sum vir, evacuávi quæ erant párvuli.  Vidémus nunc per spéculum in ænígmate: tunc autem fácie ad fáciem.  Nunc cognósco ex parte: tunc autem cognóscam sicut et cógnitus sum.  Nunc autem manent, fides, spes, cáritas, tria hæc: major autem horum est cáritas 

GRADUAL Salmo 76, 15-16

Tu es Deus qui facis mirabília solus: notam fecísti in géntibus virtútem tuam. V/.  Liberásti in bráchio tuo pópulum tuum, fílios Israël et Joseph. 

TRACTO. Salmo 99, 1-2

En Septugésima, omitido el Aleluya, se dice:

Jubiláte Deo omnis terra: servíte Dómino in lætítia. V/. Intráte in conspéctu ejus, in exsultatióne: scitóte quod Dóminus ipse est Deus. V/.  Ipse fecit nos, et non ipsi nos: nos autem pópulus ejus, et oves páscuæ ejus. 

EVANGELIO Lucas 18, 31-43

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.

In illo témpore: Assúmpsit Jesus duódecim, et ait illis: «Ecce ascéndimus Jerosólymam, et consummabúntur ómnia, quæ scripta sunt per prophétas de Fílio hóminis.  Tradétur enim géntibus, et illudétur, et flagellábitur, et conspuétur: et postquam flagelláverint, occídent eum, et tértia die resúrget.»  Et ipsi nihil horum intellexérunt, et erat verbum istud abscónditum ab eis, et non intelligébant quæ dicebántur.  Factum est autem, cum appropinquáret Jéricho, cæcus quidam sedébat secus viam, mendícans.  Et cum audíret turbam prætereúntem, interrogábat quid hoc esset.  Dixérunt autem ei, quod Jesus Nazarénus transíret.  Et clamávit, dicens: «Jesu, fili David, miserére mei.»  Et qui præíbant, increpábant eum ut tacéret.  Ipse vero multo magis clamábat: «Fili David, miserére mei.»  Stans autem Jesus, jussit illum addúci ad se.  Et cum appropinquásset, interrogávit illum, dicens: «Quid tibi vis fáciam?»  At ille dixit: Dómine, ut vídeam.»  Et Jesus dixit illi: «Réspice, fides tua te salvum fecit.»  Et conféstim vidit, et sequebátur illum magníficans Deum.  Et omnis plebs ut vidit, dedit laudem Deo.

Se dice Credo

 OFERTORIO Salmo 118, 12-13

Benedíctus es, Dómine, doce me justificatiónes tuas: in lábiis meis pronuntiávi ómnia judícia oris tui.

SECRETA

Hæc hóstia, Dómine, quǽsumus, emúndet nostra delícta: et ad sacrifícium celebrándum, subditórum tibi córpora mentésque sanctíficet. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes: 

COMUNIÓN Salmo 77, 29-30

Manducavérunt, et saturáti sunt nimis, et desidérium eórum áttulit eis Dóminus: non sunt fraudáti a desidério suo. 

POSCOMUNIÓN

Quǽsumus omnípotens Deus: ut qui cæléstia aliménta percépimus, per hæc contra ómnia advérsa muniámur. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Preparación para la Cuaresma

TEMOR SALUDABLE. —

Después de emplear tres semanas enteras en reconocer las dolencias de nuestra alma y sondear las heridas que el pecado nos ha causado, debemos, al presente, sentirnos preparados a hacer penitencia. Conocemos mejor la justicia y santidad de Dios, los peligros que corre el alma impenitente; y para obrar en la nuestra retorno sincero y duradero, hemos roto con las vanas alegrías y futilidades del mundo. La ceniza se ha derramado en nuestras cabezas y se ha humillado nuestro orgullo ante la sentencia de muerte que ha de cumplirse en nosotros.

En el curso de esta prueba de cuarenta días, tan largo para nuestra flaqueza, no nos abandonará la presencia de Nuestro Salvador. Parecía haberse sustraído a nuestras miradas durante estas semanas pasadas en que no resonaban más que maldiciones lanzadas contra el hombre pecador; pero esa sustracción nos era beneficiosa; era propia para hacernos temblar al ruido de las venganzas divinas. «El temor del Señor es el principio de la sabiduría”; y por habernos visto sobrecogidos de miedo, se despertó en nosotros el sentimiento de la penitencia.

EJEMPLO SEDUCTOR DE CRISTO. —

Abramos, por ello, los ojos y paremos mientes. Emmanuel mismo, llegado a la edad viril, se ostenta de nuevo a nuestros ojos, no ya en apariencia de aquel tierno niño que adoramos en el pesebre, sino semejante

al pecador temblando y humillándose ante la soberana majestad por nosotros ofendida, y ante la cual se declara fiador nuestro. A efectos del amor que nos profesa vino a alentarnos con su presencia y sus ejemplos. Vamos a dedicarnos durante cuarenta días al ayuno y abstinencia; El, la inocencia personificada, va a consagrar el mismo tiempo a mortificar su cuerpo. Nos abstraemos durante un período lejos de placeres bullangueros y sociedades mundanales: El se retira de la compañía y vista de los hombres.

Queremos nosotros acudir frecuentemente, asiduamente a la casa de Dios, y darnos con mayor ahínco a la oración: El pasará cuarenta días con sus noches conversando con su Padre en actitud suplicante. Nosotros repasaremos nuestros años en la amargura de nuestro corazón gimiendo y lamentando nuestros pecados: El los va a expiar por el sufrimiento y llorarlos en el silencio del desierto, como si El mismo los hubiera cometido.

Apenas sale de las aguas del Jordán santificándolas y fecundándolas y el Espíritu Santo le lanza al desierto. Ha llegado, empero, para El la hora de manifestarse al mundo; pero antes quiere darnos un ejemplo magnífico; y sustrayéndose a las miradas del Precursor y de la muchedumbre que vio descender la paloma divina sobre El y oyó la voz del Padre celestial dirige sus pasos al desierto.

A corta distancia del río se levanta una agreste y escarpada montaña que las generaciones cristianas llamará después: Monte de la Cuarentena.

De su abrupta cresta se domina la llanura de Jericó, el curso del Jordán y el Mar Muerto que recuerda la cólera de Dios. Allí, al fondo de una gruta natural cavada en la roca va a cobijarse el Hijo del Eterno, sin más compañía que las alimañas que buscaron sus cuevas en sus contornos. Jesús penetra sin alimento alguno para el sostén de sus humanas fuerzas; el agua misma que pudiera refrescarle no se halla en aquel escarpado desierto. Sólo se ve la desnuda piedra donde reposar sus cansados miembros.

A los cuarenta días se acercaron los ángeles y le ofrecieron un refrigerio. A sí, pues, se nos adelanta el Salvador y nos sobrepuja en la santa carrera de la Cuaresma; la ensaya, la lleva a cabo delante de nosotros para que con su ejemplo parar en seco todos nuestros pretextos, angustias, repugnancias de nuestra debilidad y orgullo. Aceptemos la lección en toda su amplitud y comprendamos finalmente la ley de la expiación. Bajando de esa austera montaña el Hijo de Dios inicia su predicación por esta sentencia que dirige a todos los hombres: «Haced penitencia porque el reino de Dios se acerca'». Abramos nuestros corazones a esta invitación para que no se vea forzado el Redentor a sacudir nuestra pereza por la amenaza escalofriante que deja oír en otras circunstancias: «Si no hacéis penitencia, todos pereceréis».

LA VERDADERA PENITENCIA. —

Ahora bien, la penitencia estriba en la contrición del corazón y mortificación del cuerpo; estos dos elementos le son esenciales. El corazón del hombre ha escogido el mal, y el cuerpo ha prestado ayuda a perpetrarle.

Estando, por otra parte, compuesto el hombre de uno y otro, ha de unirlos en el pleito homenaje que a Dios tributa. El cuerpo ha de participar necesariamente de las delicias eternas o de los tormentos del infierno. No hay, por tanto, vida cristiana completa ni tampoco expiación acabada, si el alma en una y otra no toma parte.

CONVERSIÓN DEL CORAZÓN. —

El principio de la verdadera penitencia radica en el corazón; nos lo enseña el Evangelio en los ejemplos del hijo pródigo, del publicano Zaqueo y de S. Pedro. Es necesario que el corazón rompa en absoluto con el pecado, que amargamente le deplore, que conciba horror hacia él, y que evite las ocasiones.

Para expresar esta disposición se sirve la Escritura de una expresión que usada en estilo cristiano corriente, refleja admirablemente el estado del alma sinceramente segregada del pecado; la llama: conversión. Debe, por tanto, el cristiano, ejercitarse durante la cuaresma en la penitencia del corazón y considerarla como el fundamento esencial de todas las prácticas propias de este santo tiempo. Sería, sin embargo, ilusoria esta penitencia si no se asocia la ofrenda del cuerpo a los sentimientos interiores que la penitencia inspira. No se contenta el Salvador en la montaña con suspirar y llorar nuestros pecados, los expía por el sufrimiento de su cuerpo; y la Iglesia, intérprete infalible suyo nos advierte que no será aceptada la penitencia de nuestro corazón si no la unimos a la práctica exacta de la abstinencia y del ayuno.

NECESIDAD DE LA EXPIACIÓN. —

¡Cuán disparatada es, pues, la ilusión de tantos cristianos honrados que piensan ser irreprensibles, sobre todo al olvidar su vida pasada, o compararse con otros y que satisfechos de si mismos, jamás piensan en los peligros de una vida muelle que están resueltos a llevar hasta el fin de sus días! No piensan ya en los pecados de otros tiempos. ¿No los han, por ventura, confesado sinceramente? La regularidad con que después se desenvuelve su vida, ¿no es acaso prueba de su virtud sólida?

¿Qué tienen, pues que altercar con la justicia de Dios? En consecuencia, les vemos solicitar regularmente todas las dispensas posibles en Cuaresma. La abstinencia les embaraza, el ayuno es incompatible con la salud, los quehaceres y costumbres del día. No tienen la pretensión de ser mejores que fulano o de tal o de cual que no ayuna ni guarda abstinencia; y, como son incapaces de tener siquiera la idea de suplir por otras prácticas de penitencia a las prescritas por la Iglesia, sucede que sin darse cuenta e insensiblemente, se llega a no ser ya cristianos.

Testigo la Iglesia de esta decadencia espantosa del sentido sobrenatural y temiendo una oposición que precipitaría más las últimas pulsaciones de una vida que se va extinguiendo, ensancha más y más el margen de las dispensas. Esperando conservar siquiera una chispa del cristianismo para un mejor porvenir, prefiere abandonar a la justicia del mismo Dios los hijos que ya no la escuchan cuando les enseña los medios de captarse el favor de esa justicia en este mundo; y esos cristianos se dan grandemente por seguros sin ninguna preocupación; sin cuidarse de comparar su vida con los ejemplos de Cristo y de sus santos, con las reglas multiseculares de la penitencia cristiana.

DISPENSAS. —

Hay, sin duda algunas excepciones a esa molicie peligrosa; pero cuan raras son sobre todo en las ciudades. ¡Cuántos prejuicios, qué de pretextos fútiles, cuántos malhadados ejemplos contribuyen a falsear las almas! ¡Cuántas veces se oye de boca de quienes se precian de católicos, la escusa que no guardan abstinencia, que no ayunan, porque la abstinencia y el ayuno les molestaría, les cansaría! Como si la penitencia y el ayuno tuviera otro fin que el de imponer un yugo trabajoso a este cuerpo de pecado.

Parece, en verdad, que los tales han perdido la razón; y grande será su extrañeza el día del juicio cuando les confronte el Señor con tantos pobres musulmanes que en el seno de su religión depravada y sensual, tienen cada año la entereza de cumplir las duras privaciones de su Ramadán, durante treinta días.

¿Será, empero, necesario, compararles con otros más que consigo mismos tan incapaces, según piensan, de guardar abstinencias y ayunos tan mitigados de una Cuaresma cuando Dios los ve imponerse tantas fatigas inmensamente más trabajosas en la búsqueda de intereses y goces mundanales? Cuánta salud ajada en placeres frívolos por lo menos, y siempre peligrosos, salud que se hubiera conservado lozana si la ley cristiana y no el afán de agradar al mundo hubiera regido y dominado la vida. Pero a tal extremo llega la relajación que no se experimenta inquietud y remordimiento alguno; se relega la Cuaresma a la edad media, sin parar mientes siquiera que la Iglesia ha dosificado la observancia a nuestra debilidad física y moral. Se ha reconquistado o conservado por la misericordia de Dios la fe de los padres; no se han dado cuenta todavía ni recordado nuestros fieles que la práctica de la Cuaresma es señal esencialísima del catolicismo, y que la reforma protestante del siglo XVI tiene como distintivo suyo muy señalado, estampado en bandera, la abolición de la abstinencia y ayuno.

LEGÍTIMA DISPENSA Y NECESIDAD DE ARREPENTIMIENTO.—

Se nos dirá, por ventura, ¿no hay, pues, dispensas legítimas? Seguramente que las hay, y en este tiempo de agotamiento general muchas más que en épocas anteriores; pero hay que tener cuidado con las ilusiones. Si tenéis fuerzas para sobrellevar otras fatigas ¿no las tendréis para cumplir el deber de la abstinencia?

Si el miedo o una incomodidad menuda os asusta, habéis por lo mismo olvidado que el pecado no se perdona sin la expiación. El parecer de los científicos que auguraron mengua de vuestras fuerzas como consecuencia del ayuno, puede estar basado en razón; se trata ahora de saber si no es cabalmente esa mortificación de la carne lo que la Iglesia os prescribe en interés de vuestras almas. Demos, sin embargo, por legítima la dispensa, y que vuestra salud corre en verdad serio riesgo, que vuestros deberes esenciales sufrirán quiebra si guardareis a la letra las prescripciones de la Iglesia; en este caso ¿no pensáis en sustituir por otra obra de penitencia, las que vuestras fuerzas no os permiten ejecutar? ¿Sentís vivo pesar, confusión sincera de no poder llevar con los verdaderos fieles el yugo de la disciplina cuaresmal?

¿Pedís a Dios la gracia de poder otro año participar en los méritos de vuestros hermanos, y llevar a cabo con ellos estas santas prácticas que han de ser motivo de la misericordia y del perdón? Si así es, la dispensa no os habrá dañado, y cuando la fiesta de Pascua convide a los hijos de la Iglesia a sus goces inefables, os podréis asociar confiados a los que han ayunado, porque si la debilidad de vuestros cuerpos os estorbó seguir sus pasos, vuestro espíritu, no obstante ello, permaneció fiel al espíritu de la Cuaresma.

PROVECHOSA INSTITUCIÓN DEL AYUNO. —

Pensamos, al escribir estas páginas, en los lectores cristianos, que, hasta el presente, nos siguen, pero ¿qué sucedería si recapacitamos en el resultado de la suspensión de las leyes santas cuaresmales, en la masa de los pueblos, sobre todo en las ciudades? Y ¿cómo los publicistas católicos, que tantas cuestiones han ventilado, no han insistido tenazmente sobre los efectos lamentables que acarrea a la sociedad el cese de una práctica que recordando cada año la necesidad de expiación, sostenía, más que cualquier otra institución, el vivo sentimiento del bien y del mal?

No es necesario cabilar mucho para persuadirse de la superioridad de un pueblo que se impone, duramente cuarenta días cada año, una serie de privaciones con el fin de reparar las trasgresiones cometidas en el orden moral, sobre tal otro pueblo que en ningún tiempo sueña con la idea de reparación y enmienda.

ANIMO Y CONFIANZA. —

Cobren pues, aliento los hijos de la Iglesia y aspiren a esa paz de conciencia que es patrimonio exclusivo del alma penitente de verdad. La inocencia perdida se recobra por la confesión humilde del pecado cuando va acompañada de la absolución del sacerdote; pero ha de esquivar el prejuicio peligroso, de que nada queda ya por hacer después de el perdón. Recordemos esta grave sentencia del Espíritu Santo en la Escritura: «Del pecado perdonado no quieras nunca estar sin miedo'». La certeza del perdón corre parejas con el cambio del corazón; y puede uno dar rienda a la confianza en cuanto constantemente siente el pesar de haber pecado y la solicitud constante asimismo, de expiar en vida los pecados. «Nadie sabe de cierto si es digno de amor o de aversión'», dice también la Escritura. Puede esperar ser digno de amor el que siente dentro de sí mismo que no le ha desamparado el espíritu de penitencia.

LA ORACIÓN. —

Entremos, pues, resueltos a la vida santa que abre a nuestros ojos la Iglesia y hagamos fecundo nuestro ayuno por los otros dos medios que Dios nos propone en los Libros de la sagrada Escritura: Oración y limosna. A la par que por la palabra ayuno, la Iglesia entiende recomendarnos todas las obras de mortificación cristiana en la palabra oración, encierra todos los ejercicios piadosos con que el alma se dirige a Dios. Visitas más asiduas a la Iglesia, asistencia diaria a la santa Misa, lecturas piadosas, meditación de las verdades saludables y de los sufrimientos del Redentor, examen de conciencia, rezo de los Salmos, asistencia a sermones y pláticas de este santo tiempo, y sobre todo recepción de los Sacramentos de Penitencia y Eucaristía, son los medios principales con los que pueden los fieles ofrecer a Dios el homenaje de la Oración.

GUERANGER, El año cristiano.