Domingo II después de Pascua

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Salmo 32, 5-6. 1

TODA LA TIERRA está llena de la misericordia del Señor, aleluya; la palabra del Señor ha hecho los cielos, aleluya, aleluya.  V/. Regocijaos, justos, en el Señor;  a los rectos de corazón conviene alabarle. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

ORACION COLECTA

¡OH DIOS!, que con la humillación de tu Hijo has elevado al mundo abatido: concede a tus fieles perpetua alegría, para que hagas gozar de una felicidad sin fin a los que libraste de caer en la muerte eterna. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. R/. Amén.

EPISTOLA 1 Pedro 2, 21-25

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO.

Hermanos: Carísimos: Cristo también padeció por nosotros, dándoos ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado alguno, ni se halló engaño en su lengua; él, cuando le maldecían, no maldecía; cuando le atormentaban, no amenazaba, antes se ponía en manos del que le sen­tenciaba injustamente; él llevó la pena de nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, a fin de que muertos a los pecados, viviésemos para la justicia; por sus llagas fuisteis sanados. Andabais como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al Pastor y custodio de vuestras almas. R/. Demos gracias a Dios.

ALELUYA PASCUAL Lucas 24, 35. Juan 10, 14

ALELUYA, ALELUYA. V/. Conocieron los discípulos al Señor al partir el pan. ALELUYA. V/. Yo soy el buen Pastor, conozco mis ovejas, y las mías me conocen a mí, ALELUYA.

EVANGELIO Juan 10, 11-16

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.

En aquel tiempo: Dijo Jesús a los fariseos: Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por sus ovejas. Pero el mercenario, el que no es pastor propio, como no son suyas las ovejas, en viendo venir al lobo, desampara las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa el rebaño; el mercenario huye, porque es asalariado y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el buen Pastor, y conozco mis ovejas, y las mías me conocen a mí, así como me conoce a mí mi Padre y yo conozco a mi Padre. Yo doy mi vida por mis ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco, las cuales debo recoger; y oirán mi voz, y se hará un solo rebaño y un solo pastor.

ANTÍFONA DEL OFERTORIO Salmo 62, 2. 5

SEÑOR, DIOS mío te busco desde la aurora;  yo levanto mis manos invocando tu nombre, aleluya.

SECRETA

CONFIÉRANOS siempre, ¡oh Señor!, esta oblación santa una bendición saludable a fin de que produzca realmente el efecto del misterio que representa. Por nuestro Seño.  Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

PREFACIO DE  PASCUA

VERDADERAMENTE es digno y justo, debido y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero principalmente con mayor magnificencia en éste, en que Jesucristo inmolado es, nuestra Pascua. Porque Él es el verdadero Cordero que quita los pecados del mundo. El cual muriendo, destruyó nuestra muer te, y resucitando, reparó nuestra vida. Por esto, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, can tamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

Antífona de Comunión Juan 10.14

YO SOY el buen Pastor, aleluya; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, aleluya, aleluya.

ORACION POSCOMUNION

TE PEDIMOS, ¡oh Dios todopoderoso! Nos concedas que, habiendo recibido la gracia de tu vivificación, podamos siempre gloriarnos de conservar este don divino. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

INTROITO Salmo 32, 5-6. 1

MISERICÓRDIA DÓMINI plena est terra, allelúja: verbo Dómini cæli firmáti sunt, allelúja, allelúja. V/. Exultáte justi, in Dómino: rectos decet collaudátio. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén.

ORACION COLECTA

DEUS, qui in Fílii tui humilitáte jacéntem mundum erexísti: fidélibus tuis perpétuam concéde lætítiam; ut, quos perpétuæ mortis eripuísti cásibus, gáudiis fácias pérfrui sempitérnis. Per Dóminum nostrum Iesum Christum Filium tuum qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus per omnia saecula saeculorum. R/. Amen.

EPISTOLA 1 Pedro 2, 21-25

LÉCTIO EPÍSTOLÆ BEÁTI PETRI APÓSTOLI.

Caríssimi: Christus passus est pro nobis, vobis relínquens exémplum, ut sequámini vestígia ejus. Qui peccátum non fecit, nec invéntus est dolus in ore ejus: qui, cum maledicerétur, non maledicébat: cum paterétur non comminabátur: tradébat autem iudicánti se injúste, qui peccáta nostra ipse pértulit in córpore suo super lignum: ut peccátis mórtui, justítiæ vivámus: cujus livóre sanáti estis. Erátis enim sicut oves errántes, sed convérsi estis nunc ad pastórem et epíscopum animárum vestrárum. R/. Deo gratias

ALELUYA PASCUAL Lucas 24, 35. Juan 10, 14

ALLELÚIA, ALLELUIA. V/. Cognovérunt discípuli Dóminum Jesum in fractióne panis. ALLELÚJA. V/. Ego sum pastor bonis: et cognósco oves meas, et cognóscunt me meæ. ALLELÚJA.

EVANGELIO Juan 10, 11-16

SEQUENTIA SANCTI EVANGELII SECUNDUM JOANNEM.

In illo témpore: Dixit jesus pharisǽis: “Ego sum pastor bonus. Bonus pastor ánimam suam dat pro óvibus suis. Mercenárius autem et qui non est pastor, cujus non sunt oves própriæ, videt lupum veniéntem, et dimíttit oves et fugit: et lupus rapit et dispérgit oves: Mercenárius autem fugit, quia mercenárius est, et non pértinet ad eum de óvibus. Ego sum pastor bonus et cognósco meas et cognóscunt me meæ. Sicut novit me Pater et ego agnósco Patrem: et animam meam pono pro óvibus meis. Et álias oves hábeo, quæ non sunt ex hoc ovíli: et illas opórtet me addúcere, et vocem meam áudient, et fiet unum ovíle et unus pastor.”R. Laus tibi, Christi.

ANTÍFONA DEL OFERTORIO Salmo 62, 2. 5

DEUS, DEUS meus, ad te de luce vígilo: et in nómine tuo levábo manus meas, allelúja

SECRETA

BENEDICTIÓNEM nobis, Dómine, cónferat salutárem sacra semper oblátio: ut, quod agit mystério, virtúte perfíciat. Per Dóminum nostrum Iesum Christum Filium Tuum qui tecum vivit et regnat in unitate Spíritus Sancti Deus.

PREFACIO DE  PASCUA

VERE DIGNUM et justum est, aequum et salutare: Te quidem, Domine, omni tempore, sed in in hoc potissimum gloriosius praedicare, cum Pascha nostrum immolatus es Christus. Ipse enim verus es Agnus, qui abstulit peccata mundi. Qui mortem nostram moriendo destruxit, et vitam resurgendo reparavit. Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum Thronis et Dominationibus, cumque omni militia caelestis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes:

Antífona de Comunión Juan 10.14

EGO SUM pastor bonus, allelúja: et cognósco oves meas, et cognóscunt me meæ, allelúja, allelúja.

ORACION POSCOMUNION

PRÆSTA NOBIS, quǽsumus, omnípotens Deus: ut vivificatiónis tuæ grátiam consequéntes, in tuo semper múnere gloriémur.  Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spíritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. R/. Amen.

Domingo in albis

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. 1 Pdr. 2,2; Salm, 80.2.-

Como niños recién nacidos, aleluya, ansiad la leche espiritual no adulterada, aleluya, aleluya, aleluya.  Salmo. Regocijaos alabando a Dios, nuestro o protector; cantad al Dios de Jacob. V/. Gloria al Padre.

Colecta.- 

Te suplicamos, ¡oh Dios omnipotente!, hagas que, celebradas las fiestas de Pascua,   continuemos, con tu gracia, realizando su ideal en nuestra vida y costumbres. Por nuestro Señor.

Epístola. 1 Juan 5.4-10.-

Carísimos: Todo lo que nace de Dios, vence al mundo, la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es Jesucristo, que vino en el agua y en la sangre; no en el agua solo, sino en el agua y en la sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio de que Cristo es la verdad. Porque tres son los que dan testi­monio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son una misma cosa. Y tres son los que dan testimonio en la tierra; el espíritu, el agua y la sangre; y estos tres son una misma cosa. Si admitimos el testimonio de los hombres, mayor testimonio es el de Dios. Ahora bien, el de Dios, cuyo testimonio es mayor, es el que ha dado de su Hijo, El que cree en el Hijo de Dios tiene en sí el testimonie de Dios.

Aleluya.- 

Aleluya, aleluya, V/. En el día de mi resurrección, dice el Señor, os precederé en Galilea. Aleluya, V/. A los ocho días, estando cerradas las puertas, se puso Jesús en medio de sus discípulos, y dijo: ¡La paz sea con vos­otros! Aleluya.

Evangelio. Juan 20, 19-31.-

En aquel tiempo: Aquel mis­mo día, primero después del sábado, siendo ya tarde y estando cerradas las puertas de la casa  en donde se ha­llaban juntos los discípulos por miedo a los judíos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos, les dijo: ¡La paz sea con vosotros! Dicho esto, mostróles manos y costado. Llenáronse de gozo los discípulos al ver al Señor. Díjoles de nuevo: ¡La paz sea con vosotros! Como mi Padre me envió,  así también yo os envío. Dichas estas palabras, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Se perdonarán los pecados a aquéllos a quienes los perdonéis; y se les retendrán a aquellos a quienes se los retengáis. Pero Tomás, uno de los doce,  llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Dijéronle pues, los  otros discípulos Hemos visto al Señor. Mas él contestó: Si no veo en su manos la hendidura de lo clavos y meto  el  dedo  en el agujero de sus clavos, y mi mano en su costado, no lo creeré. Y al cabo de ocho días estaban otra vez sus discípulos dentro, y Tomas con ellos. Vino Jesús estando cerradas las puertas, y, puesto en medio de ellos, les dijo:’ La paz sea con vosotros. Y después, a Tomás: Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; trae tu mano, métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel.  Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dio mío! Respondióle Jesús: Por que me has visto, Tomás, has creído: Bienaventurados los que, sin haber visto, han creído. Otros muchos milagros hizo Jesús ante sus discípulos, que no están escritos en este libro. Mas éstos se han es­crito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, ten­gáis vida en su nombre.

Ofertorio. Mat.28.2,5-6.- 

Un ángel del Señor descendió del cielo y dijo a las mujeres: El que buscáis ha resucitado, como lo ha­bía dicho. Aleluya.

Secreta.-

Recibe, Señor, los dones de tu Iglesia regocijada; y pues le has dado el motivo de tanto gozo, concédele el fruto de la perpetua alegría. Por nuestro Señor.

Prefacio de Pascua.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero con más gloria que nunca en este día, en que se ha inmolado Cristo, nuestra Pascua.  El cual es el verdadero Cordero que quita los pecados  del  mundo y que muriendo, destruyo nuestra muerte y, resucitando reparó nuestra vida. Por eso con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Domina­ciones, y con. toda la milicia del ejército celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo…

Comunión. Juan 20.27.-

Mete tu mano y reconoce el lugar de los clavos, aleluya; y no seas incrédulo, sino creyente, aleluya, ale­luya.

Poscomunión.-

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que los sacrosantos misterios que nos has concedido para ayudarnos a robustecer la gracia de nuestra reparación, nos sirvan de remedio ahora y en lo futuro. Por nuestro Señor.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dominica in Albis

I Classis

Introitus: 1 Petr. ii: 2

Quasi modo géniti infántes, allelúja, allelúja: rationábiles, sine dolo lac concupíscite, allelúja, allelúja, allelúja. [Ps. lxxx., 2]. Exultáte Deo adjutóri nostro: jubiláte Deo Jacob. Glória Patri. Quasi modo.

Collect:

Presta, quǽsumus, omnípotens Deus: ut qui paschália festa perégimus, hæc, te largiénte, móribus et vita teneámus. Per Dóminum.

1 Joann. v: 4-10

Léctio Epístolæ beáti Joánnis Apóstoli.

Caríssimi: Omne, quod natum est ex Deo, vincit mundum; et hæc est victória, quae vincit mundum, fides nostra. Quis est qui vincit mundum, nisi qui credit quóniam Jesus est Filius Dei? Hic est, qui venit per aquam et sánguinem, Jesus Christus: non in aqua solum sed in aqua et sánguine. Et Spíritus est, qui testificátur, quóniam Christus est véritas. Quóniam tres sunt, qui testimóniam dant in cælo: Pater, Verbum, et Spíritus Sanctus: et hi tres unum sunt. Et tres sunt, qui testimónium dant in terra: Spíritus, et aqua, et sanguis: et hi tres in unum sunt. Si testimónium hóminum accípimus, testimónium Dei maius est: quóniam hoc est testimónium Dei, quod majus est: quóniam testificátus est de Filio suo. Qui credit in Fílium Dei, habet testimónium Dei in se.

Allelúja, allelúja. [Matth. xxviii] In die resurrectiónis meæ, dicit Dóminus præcédam vos in Galilǽam. Allelúja. [Joann. xx: 26] Post dies octo, jánuis clausis, stetit Jesus in médio discipulórum suórum et dixit: “Pax vobis.” Allelúja.

+   Joann. xx: 19-31

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.

In illo témpore: Cum sero esset die illo, una sabbatórum, et fores essent clausæ, ubi erant discípuli congregáti propter metum Judæórum: venit Jesus et stetit in médio, et dixit eis: “ Pax vobis.” Et cum hoc cum dixísset, osténdit eis manus et latus. Gavísi sunt ergo discípuli, viso Dómino. Dixit ergo eis íterum: “ Pax vobis. Sicut misit me Pater, et ego mitto vos.” Hæc cum dixísset, insufflávit et dixit eis: “Accípite Spíritum Sanctum: quorum remiséritis peccáta, remittúntur eis; quorum retinuéritis, reténta sunt.” Thomas autem unus ex duódecim, qui dicitur Dídymus, non erat cum eis, quando venit Jesus. Dixérunt ergo ei álii discípuli: “Vídimus Dóminum.” Ille autem dixit eis: “Nisi vídero in mánibus eius fixúram clavórum et mittam dígitum meum in locum clavórum et mittam manum meam in latus ejus, non credam.” Et post dies octo, iterum erant discípuli eius intus, et Thomas cum eis. Venit Jesus jánuis clausis et stetit in medio et dixit: “Pax vobis.” Deínde dicit Thomæ: “Infer dígitum tuum huc, et vide manus meas, et affer manum tuam, et mitte in latus meum: et noli esse incrédulus sed fidélis.” Respóndit Thomas et dixit ei: “Dóminus meus, et Deus meus.” Dixit ei Jesus: “Quia vidísti me, credidísti: beati qui non vidérunt et credidérunt.” Multa quidem et ália signa fecit Iesus in conspéctu discipulórum suórum, quæ non sunt scripta in libro hoc. Hæc autem scripta sunt, ut credátis quia Jesus est Christus Fílius Dei, et ut credéntes, vitam habeátis in nómine ejus.

Offertorium: Matth. xxviii: 2, 5, et 6.

Angelus Dómini descéndit de cælo, et dixit muliéribus: “Quem quǽritis, suréxit sicut dixit,” allelúja.

 Secreta:

Súscipe múnera, Dómine, quǽsumus exsultántis Ecclésiæ: et cui causum tanti gáudii præstitísti, perpétuæ fructum concéde lætítiæ. Per Dóminum.

Præfátio Paschalis

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni tempore, sed in hac potíssimum die gloriósius prædicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus. Ipse enim verus est Agnus, qui ábstulit peccáta mundi. Qui mortem nostram moriéndo destrúxit, et vitam resurgéndo reparávit. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:  Sanctus,

 Communio: Joann. xx: 27

Mitte manum tuam, et cognósce loca clavórum, allelúja: et noli esse incrédulus sed fidélis, allelúja, allelúja.

 Postcommunio:

Quǽsumus, Dómine Deus noster: ut sacrosáncta mystéria, quæ pro reparatiónis nostræ munímine contulísti; et præsens nobis remédium esse fácias, et futúrum. Per Dominum.

Para meditar esta Semana Santa por un Cartujo

Hija mía, no culpes a los hombres de tus sufrimientos. ¿Acaso es mala la vara cuando el padre la usa para corregir a su hijo? ¿Por qué te aíras con los hombres que me sirven como flagelo para enmendarte? No pelees ni discutas con ellos, sino ponte en guardia contra tu impaciencia, no sea que el premio que puede reportarte la paciencia lo pierdas por culpa de tus quejas. Sé paciente, bondadosa y mansa con tus semejantes; muestra un semblante sereno, de manera que ninguna perturbación, ninguna queja, ningún abatimiento o tristeza den a entender que estás sufriendo.


Si alguien te contradice o te insulta, muéstrale el rostro sereno y bondadoso, permanece en silencio y sonríele humildemente, dando testimonio del amor que todo lo acepta, de quien todo lo estima como bueno y no piensa en la venganza ni siente la ofensa. En tal situación, no digas nada; a lo sumo, dos o tres palabras, y con gran modestia. Muéstrate tan humilde y mansa que nadie tema reprenderte, despreciarte y hablarte con dureza. En toda adversidad, ante reprimendas, insultos o injurias, aprende a guardar silencio, a sufrir y a mantener la calma; así hallarás mi Gracia. Nunca la alcanzarás a no ser por medio del silencio y la aceptación confiada de las tribulaciones con que tengo a bien probarte.

Hija y esposa mía, tienes en mi vida un ejemplo de paciencia y mansedumbre. Pues no en vano dije: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt.11:29). Y, en efecto, mi vida fue modelo de paciencia, humildad y mansedumbre. Entre penas y atroces tormentos, entre burlas y blasfemias, entre las crueles amenazas y los feroces rostros de mis enemigos ¿Qué queja salió de mis labios? ¿A qué enemigo maldije? ¿A quién hablé airadamente? ¿A quién respondí con dureza? ¿A quién deseé el mal? Es más, ¿De quién no me compadecí? si rogué por todos. Haz tú lo mismo: en el silencio y la paz, ten paciencia y muéstrate dulce, sin murmuración ni quejas. No luches por ti. No respondas por ti misma. No te defiendas ni te excuses. Guarda silencio y confía a mí tu persona y tu causa. Yo lucharé por ti; tú, perseverando imperturbable en el silencio, únete a mí y disponte a soportar toda confusión por amor a mí antes que dejar escapar la más mínima queja interior o exteriormente.


Mientras te parezca que eres objeto de alguna injuria, mientras te sientas tratada injusta e indignamente, aún no has llegado, hija mía, a la verdadera paciencia ni al conocimiento de ti misma. Sal, pues, al encuentro de toda adversidad con alegría y fervor espiritual; ofrécete a mí como víctima dispuesta a sufrir la necesidad, el trabajo y la tribulación en la forma que Yo quiera. Considera perdido el día en que no hayas experimentado la Cruz. Si conocieras el fruto de la paciencia, mostrarías gran reverencia y gratitud a quienes te oprimen. Recuerda cómo Yo, Cordero inocente, ofrecía un Corazón dulce y tranquilo a quienes me escupían, flagelaban y crucificaban, y cómo los perdonaba y oraba por ellos (Lc. 23:34). Haz tú lo mismo y no tengas en cuenta ofensa alguna; es más, ni pienses que se te ofende. Por el contrario, mírame a mí, escúchame a mí y comprende que soy Yo, únicamente Yo, quien por amor te hace todo eso.

De este modo, hija mía, nada hay en la criatura que no sea para ti medio y ocasión de acrecentar mi Gracia, porque me encontrarás en todas las cosas si aprendes a contemplar a la criatura, no como criatura, sino a mí en ella; si aprendes a acogerme, escucharme y sentirme en la criatura, puesto que en toda criatura te hablo.

Escucha, pues, y comprende qué quiero de ti en todo lo que te sucede; y cuando descubras cuál es mi voluntad, muéstrate de inmediato dispuesta a aceptarla.

Juan Justo Lanspergio,  del Libro Carta de Jesucristo al alma devota y otros Escritos, Capítulo XXVI.

Semana Santa

En esta entrada quiero compartir los propios de cada uno de los Oficios de Semana Santa para que podais rezarlos. He tomado la versión que tiene la página web de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X en España que están muy bien elaborados y muy completos.

DOMINGO DE RAMOS

Propio de día aqui:

JUEVES SANTO

Para descargar el archivo aqui:

VIERNES SANTO

El propio del día aqui:

SABADO SANTO Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Propio de la Vigilia Pascual:

Propio de la Misa del Domingo de Resurrección:

Práctica del tiempo de Pasión

CONTEMPLACIÓN DE CRISTO. — El cielo de la Iglesia se pone cada vez más sombrío; los tonos severos de los que se había revestido en el curso de las cuatro semanas que acaban de pasar, ya no son suficientes para demostrar su duelo. Sabe que los hombres persiguen a Jesús y conspiran con su muerte. No pasarán doce días sin que sus enemigos pongan sobre él sus manos sacrílegas. La Iglesia le seguirá a la cumbre del Calvario; recogerá su último suspiro; verá sellar sobre su cuerpo inánime, la piedra del sepulcro. No es extraño, pues, que invite a todos sus hijos, en esta quincena, a contemplar a Aquel que es la causa de todas sus tristezas y afectos.

AMOR.-—Pero no es precisamente lágrimas y compasión estériles, lo que pide de nosotros nuestra Madre; quiere que nos aprovechemos de las enseñanzas que nos van a proporcionar los sucesos de esta Santa Semana. Se acuerda que el Señor al subir al Calvario, dijo a las mujeres de Jerusalén que lloraban su desgracia ante sus mismos verdugos: «No lloréis por mi; más bien llorad por vosotras y por vuestros hijos.» No rehusó el tributo de sus lágrimas, se enterneció y su misma ternura le dictó esas palabras: Quiso sobre todo verlas penetradas de la grandeza del acto del que se compadecían, en una hora en que la justicia de Dios se mantenía tan inexorable ante el pecado.

PENITENCIA. — La Iglesia comenzó la conversión del pecador en las semanas precedentes; ahora quiere consumarla. Lo que ofrece a nuestra consideración, no es ya Cristo ayunando y orando en el monte de la Cuarentena; es la víctima universal que se inmola por la salvación del mundo. La hora va a sonar y el poder de las tinieblas se apresura a aprovechar los pocos momentos que le quedan. Va a consumarse el más afrentoso de los crímenes. Dentro de pocos días el Hijo de Dios va a ser entregado al poder de los pecadores y ellos le matarán. La Iglesia no necesita exhortar a sus hijos a la penitencia; demasiado saben ya que el pecado exige esta expiación. Ahora está penetrada por completo de los sentimientos de anonadamiento que la inspira la presencia de Dios sobre la tierra; y al expresar estos sentimientos en la Liturgia nos indica aquellos que nosotros debemos concebir de nosotros mismos.

DOLOR. — El carácter más general de las oraciones y de los ritos de esta quincena es de profundo dolor de ver al Justo oprimido por sus enemigos, hasta la muerte y una indignación enérgica contra el pueblo deicida. El fondo de los textos litúrgicos, son de David y de los Profetas. Ya es Cristo mismo quien declara las agonías de su alma; ya son las imprecaciones contra los verdugos. El castigo del pueblo judío es expuesto en todo su horror; y en los tres últimos días veremos a Jeremías lamentarse sobre las ruinas de la ciudad infiel.

CONVERSIÓN. — Preparémonos, pues, a estas fuertes impresiones desconocidas con harta frecuencia por la piedad superficial de nuestros tiempos. Recordemos el amor y benignidad del Hijo de Dios que viene a confiarse a los hombres, viviendo su misma vida. «Pasando por esta tierra haciendo el bien», y veamos cómo acaba esta vida de ternura, condescendencia y humildad con el más infame de los suplicios, con el patíbulo de los esclavos. Por una parte, contemplemos al pueblo perverso de los pecadores, que, falto de crímenes, imputa al Redentor sus beneficios, y consuma la más negra de las ingratitudes, derramando sangre inocente y divina; y por otra, contemplemos al Justo por excelencia, presa de las amarguras todas, «su alma triste hasta la muerte», cargado con el peso de la maldición, y bebiendo hasta las heces el cáliz que a pesar de su humilde queja debió de beber; el cielo inflexible a sus plegarias como a sus dolores; y al fin escuchemos su grito: «Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?'». Esto es lo que recuerda la Iglesia con tanta frecuencia en estos días; esto es lo que propone a nuestra consideración; porque sabe que si llegamos todos a comprender lo que esta escena significa, se romperán los lazos que nos atan al pecado, y nos será ya imposible permanecer por más tiempo como cómplices de estos crímenes atroces.

TEMOR. — Pero la Iglesia sabe también lo duro que es el corazón del hombre, y la necesidad que tiene del temor, para determinarse a la enmienda; por esta razón no omite ninguna de las imprecaciones que los Profetas ponen en la boca del Mesías contra sus enemigos. Estos anatemas son otras tantas profecías que se han cumplido al pie de la letra en los judíos endurecidos. Tienen por fin enseñarnos lo que el cristiano debe temer de sí mismo si persiste en «crucificar de nuevo a Jesucristo», según la enérgica expresión de San Pablo. Que se acuerde entonces de estas palabras que el mismo Apóstol dice en la Epístola a los Hebreos: «¿Qué suplicio tendrá el que haya pisoteado al Hijo de Dios, el que haya tenido por vil la sangre de la alianza por la cual fue santificado, el que haya ultrajado al Espíritu de gracia? Porque sabemos que ha dicho: A mi me pertenece la venganza y sabré ejercitarla; y en otra parte: el Señor juzgará a su pueblo. Será, pues, una cosa horrible caer en las manos de Dios vivo'».

HORROR DEL PECADO. — En efecto, nada más afrentoso; ya que en estos días en que estamos «no perdonó a su propio Hijo» dándonos por este incomprensible rigor la medida de lo que debemos esperar de El, si encontrase aún en nosotros el pecado que le ha obligado a mostrarse tan cruel con su amadísimo Hijo «en quien ha puesto todas sus complacencias». Estas consideraciones sobre la justicia para con la más inocente y la más augusta de todas las víctimas; y sobre el castigo de los judíos impenitentes acabarán de destruir en nosotros el afecto al pecado, desarrollando este temor tan saludable sobre el cual vendrán a apoyarse una esperanza firme y un amor sincero, como sobre base inquebrantable.

VALOR DE LA SANGRE DIVINA. — En efecto, si por nuestros pecados somos los autores de la muerte del Hijo de Dios, también es cierto que la sangre que brota de sus sagradas llagas tiene la virtud de lavarnos de este crimen. La justicia del Padre celestial no se satisface más que con la efusión de esta sangre divina; y la misericordia del mismo Padre celestial quiere que se emplee en nuestro rescate. El hierro del verdugo ha abierto cinco llagas en el cuerpo del Redentor; y de ellas brotan cinco manantiales de salvación sobre la humanidad para purificarla y restablecer en cada uno de nosotros la imagen de Dios que había sido borrada por el pecado. Acerquémonos, pues, con confianza, y glorifiquemos esta sangre libertadora que abre al pecador la puerta del cielo; y cuyo valor infinito sería suficiente para rescatar millones de mundos más culpables que el nuestro. Nos acercamos al aniversario del día en que fue derramada; han pasado ya muchos siglos desde el día en que enrojeció los miembros desgarrados de nuestro Salvador y que, descendiendo de la Cruz; bañó esta tierra ingrata; pero su poder siempre es el mismo.

RESPETO Y CONFIANZA PARA CON ESTA SANGRE. •— Vengamos pues, «a beber a las fuentes del Salvador'»; nuestras almas saldrán de allí llenas de vida, purísimas, completamente esplendorosas con belleza celestial; ya no quedará en ella la menor señal de sus antiguas manchas; y el Padre nos amará con el mismo amor con que ama a su Hijo. ¿No es para hacernos suyos, a nosotros que estábamos perdidos, por lo que ha entregado a la muerte sin compasión a su Hijo? Habíamos llegado a ser propiedad de Satanás por nuestros pecados; y ahora, de pronto, somos arrancados de sus garras y recobramos la libertad. Y sin embargo de eso, Dios no ha usado de violencia para sacarnos del poder del ladrón, ¿cómo pues, hemos sido libertados? Escuchad al Apóstol; «habéis sido rescatados a gran precio'». Y ¿cuál es este precio? El príncipe de los Apóstoles nos lo explica: «no es, dice, por precio de oro o de plata corruptibles, con que habéis sido rescatados, sino por la preciosa sangre del Cordero sin mancilla». Esta sangre divina, colocada en la balanza de la justicia celestial, la ha hecho inclinarse en nuestro favor; ¡tanto sobrepasaba al peso de nuestras iniquidades! La fuerza de la sangre ha roto las puertas del infierno, ha quebrantado nuestras cadenas «restablecido la paz entre el cielo y la tierra». Derramemos sobre nosotros esta sangre preciosa, lavemos en ella todas nuestras llagas, sellemos nuestra frente con su señal inquebrantable y protectora, a fin de que en el día de la cólera, nos perdone la espada vengadora.

ADORACIÓN DE LA CRUZ. — La Iglesia nos recomienda venerar, además de la sangre del Cordero que borra nuestros pecados, la Cruz que es como el altar en que se inmola la Víctima. Dos veces, durante el año, en las fiestas de la Invención y de la Exaltación, será expuesto este sagrado madero, para recibir nuestros homenajes como trofeo de la victoria del Hijo de Dios; en estos momentos no nos habla sino de dolores, y no representa otra cosa que vergüenza e ignominia. El Señor había dicho en la Antigua Alianza; «maldito el que sea colgado en la Cruz'». El Cordero que nos salva se ha dignado arrostrar esta maldición; pero, por eso mismo, ¡cómo hemos de amar este leño, en otro tiempo infame! He aquí convertido en instrumento de nuestra salvación el testimonio del amor de Jesús por nosotros. Por esto, la Iglesia le rinde, en nuestro nombre, los más sinceros honores y nosotros debemos juntar nuestra adoración a la suya. El agradecimiento a esa Sangre que nos ha rescatado, una tierna veneración hacia la Santa Cruz, serán los sentimientos que llenarán particularmente nuestro corazón durante estos quince días.

Gueranger, El año litúrgico, Tomo II, tiempo de Pasión y Semana Santa.

I Domingo de Pasión

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 42.1-2,3.-

Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra un pueblo infiel; del hombre inicuo y falaz, líbrame; porque tú eres mi Dios y mi fortaleza. Salmo. Envía tu luz y tu verdad; ellas me guiarán y conducirán a tu santo monte a tu tabernáculo. -Hazme justicia.

Colecta.-

Te rogamos, oh Dios omnipotente!, mires propicio a tu familia, para que con ti gracia sea dirigida en el cuerpo, y con tu protección guardada en el alma. Por nuestro Señor Jesucristo.


Epístola. Hebr.9,11-5.-

Hermanos: Habiendo venido Cristo como Pontífice de los bienes futuros, atravesó el tabernáculo más amplio y más perfecto, no hecho de mano de hombres, es decir, que no pertenece a este mundo, y penetró una vez por siempre en el Santuario, no con sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna. Porque si sangre de los machos cabríos y de los toros y la ceniza becerra santifican con su aspersión a los inmundos en orden a la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual, a impulsos del Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo a Dios como víctima sin tacha, limpiará nuestra conciencia de las obras de muerte para permitirnos servir al Dios vivo? Y por esto es el mediador de una nueva alianza: muriendo para redimir las prevaricaciones cometidas bajo la primera alianza, ha querido que reciban la promesa de la herencia eterna los elegidos, los llamados en él, en Jesucristo nuestro Señor.


Gradual. Salm. 142.9-10; 17,48-49 .-

Líbrame, Señor, de mis ene­migos; enséñame a hacer voluntad. ¡Señor, tú me libras de enemigos enfurecidos, tú me levantas sobre mis adversarios, tú me salvas del hombre vio­lento.

Tracto. Salm. 128.1-4.-

Muchas veces me combatieron desde mi juventud. Dígalo ahora Israel: Muchas veces me combatie­ron desde mi juventud. Pero no prevalecieron sobre mí. Los labradores araron mis espaldas prolongando sus surcos; pero el Señor es justo y quebrantó el yugo de los malvados.


Evangelio. Juan 8.46-59.-

En aquel tiempo: Decía Jesús a las turbas de los judíos: ¿Quién de vosotros me convencerá de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, oye las palabras de Dios. Por eso vosotros no las oís, porque no sois de Dios. Respondieron los judíos: ¿No decimos bien que eres un samaritano y que estás endemoniado? Respondió Jesús: Yo no estoy poseído del demonio, sino honro a mi Padre; y vosotros me habéis deshonrado a mí. Yo no busco mi gloria, hay quien la busca y juzga. En verdad, en verdad, os digo: quien guarde mi doctrina, no morirá jamás. Dijéronle los judíos: Ahora conocemos que estás poseído de algún demonio. Murieron Abraham y los profetas; y tú dices: Quien guarde mi doctrina, no mo­rirá eternamente. ¿Por ventura eres mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió, y que los profetas, que también murieron? Tú ¿por quién te tienes? Respondióles Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada vale; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros de­cís que es vuestro Dios, y no lo conocéis, mientras que yo lo conozco. Y, si dijese que no lo conozco, sería tan mentiroso como vosotros. Mas le conozco y observo sus palabras. Abraham, vuestro padre, deseó con ansia ver mi día; lo vio y gozó mucho. Y le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años y ¿has visto a Abraham? Respondióles Jesús: En verdad, en verdad os digo, que antes que Abraham fuera creado, existo yo. Tomaron entonces piedras para lanzárselas; mas Jesús se ocultó a sus ojos y salió del templo.


Ofertorio.-

Te alabaré, Señor, con todo mi corazón. Concede a tu siervo esta gracia: que viva guardando tu palabra. Dame la vida según tu promesa, Señor.


Secreta.

Te rogamos, Señor, que no sólo rompan estos dones los vínculos de nuestra maldad, sino que nos atraigan los dones de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.


Prefacio de la Santa Cruz.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que pusiste la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que de donde salió la muerte, saliese la vida, y el que en un árbol venció, en un árbol fuese vencido por Cristo nuestro Señor; por quien alaban los Ángeles a tu majestad, la adoran las dominaciones, la temen las Potestades y la celebran con igual júbilo los Cielos, las Vírgenes de los cielos y los bienaventurados Serafines. Te rogamos, que, con sus voces admitas también las de los que decimos, con humilde confesión Santo…


Comunión. 1 Cor.11,25-25.-

 Este es el cuerpo que será entregado por vosotros; éste es el cáliz de la nueva alianza en mi sangre, dice el Señor; haced esto, cuantas veces lo toméis, en memoria mía,


Poscomunión.-

Atiéndenos, Señor Dios nuestro, y defiende con perpetuos auxilios a los que has restaurado con tus mis­terios. Por nuestro Señor.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Prima Passionis

Introitus: Ps. xlii: 1-2

Júdica me, Deus, et discérne causam meam de gente non sancta: ab hómine iníquo et dolóso éripe me: quia tu es Deus meus, et fortitúdo mea.  [Ps. ibid. 3]  Emítte lucem tuam, et veritátem tuam:  ipsa me deduxérunt, et adduxérunt in montem sanctum tuum, et in tabernácula tua.  Júdica me.

 Oratio:

Quǽsumus, omnípotens Deus, famíliam tuam propítius réspice:  ut, te largiénte, regátur in córpore; et, te servánte, custodiátur in mente. Per Dóminum.

ad Hebræos ix: 11-15

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Hebræos.


Fratres: Christus assístens póntifex futurórum bonórum, per ámplius et perféctius tabernáculum non manufáctum, id est, non hujus creatiónis:  neque per sánguinem hircórum aut vitulórum, sed per próprium sánguinem introívit semel in Sancta, ætérna redemptióne invénta.  Si enim sanguis hircórum, et taurórum, et cinis vítulæ aspérsus, inquinátos sanctíficat ad emundatiónem carnis:  quanto magis sanguis Christi, qui per Spíritum Sanctum semetípsum óbtulit immaculátum Deo, emundábit consciéntiam nostram ab opéribus mórtuis, ad serviéndum Deo vivénti?  Et ídeo novi testaménti mediátor est:  ut morte intercedénte, in redemptiónem eárum prævaricatiónum, quæ erant sub prióri testaménto, repromissiónem accípiant, qui vocáti sunt ætérnæ hæreditátis:  in Christo Jesu Dómino nostro.

Graduale: Ps. cxlii: 9 et 10

Eripe me, Dómine, de inimícis meis: doce me fácere voluntátem tuam.  [Ps. xvii: 48-49]  Liberátor meus, Dómine, de géntibus iracúndis: ab insurgéntibus in me exaltábis me: a viro iníquo erípies me.

Tractus: Ps. cxxviii: 1-4

Sæpe expugnavérunt me a juventúte mea.  v. Dicat nunc Israël: sæpe expugnavérunt me a juventúte mea.  v. Etenim non potuérunt mihi: supra dorsum meum fabricavérunt peccatóres.  v.Prolongavérunt iniquitátes suas: Dóminus justus concídet cervíces peccatórum.

Joann. viii: 46-59


 + Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.

In illo témpore: Dicébat Jesus turbis Judæórum: «Quis ex vobis árguet me de peccáto?  Si veritátem dico vobis, quare non créditis mihi?  Qui ex Deo est, verba Dei audit.  Proptérea vos non audítis, quia ex Deo non estis.»  Respondérunt ergo Judæi, et dixérunt ei:  «Nonne bene dícimus nos, quia Samaritánus es tu, et dæmónium habes?»  Respóndit Jesus: «Ego dæmónium non hábeo: sed honorífico Patrem meum, et vos inhonorástis me.  Ego autem non quæro glóriam meam: est qui quærat, et júdicet.  Amen, amen dico vobis: si quis sermónem meum serváverit, mortem non vidébit in ætérnum.»  Dixérunt ergo Judæi: «Nunc cognóvimus quia dæmónium habes.  Abraham mórtuus est, et prophétæ: et tu dicis: Si quis sermónem meum serváverit, non gustábit mortem in ætérnum.  Numquid tu major es patre nostro Abraham, qui mórtuus est? et prophétæ mórtui sunt.  Quem teípsum facis?»  Respóndit Jesus: «Si ego glorífico meípsum, glória mea nihil est: est Pater meus, qui gloríficat me, quem vos dícitis quia Deus vester est, et non cognovístis eum: ego autem novi eum: et si díxero quia non scio eum, ero símilis vobis, mendax.  Sed scio eum, et sermónem ejus servo.  Abraham pater vester exsultávit ut vidéret diem meum: vidit, et gavísus est.»  Dixérunt ergo Judæi ad eum: «Quinquagínta annos nondum habes, et Abraham vidísti?»  Dixit eis Jesus: «Amen, amen dico vobis, ántequam Abraham fíeret, ego sum.»  Tulérunt ergo lápides, ut jácerent in eum: Jesus autem abscóndit se, et exívit de templo.

Offertorium: Ps. cxviii: 17 et 107

Confitébor tibi Dómine in toto corde meo: retríbue servo tuo, vivam et custódiam sermónes tuos: vivífica me secúndum verbum tuum, Dómine.

Secreta:

Hæc múnera, quæsumus, Dómine, et víncula nostræ pravitátis absólvant, et tuæ nobis misericórdiæ dona concílient. Per Dóminum.

Præfátio de Sancta Cruce

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui salútem humáni géneris in ligno Crucis constituísti: ut unde mors oriebátur, inde vita resúrgeret: in quo ligno vincébat, in ligno quoque vincerétur: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:  Sanctus,…

Communio: 1 Cor. xi: 24, 25

Hoc corpus, quod pro vobis tradétur: hic calix novi testaménti est in meo sánguine, dicit Dóminus: hoc fácite, quotiescúmque súmitis, in meam commemoratiónem.

Postcommunio:

Adésto nobis Dómine Deus noster: et quos tuis mystériis recreásti, perpétuis defénde subsídiis. Per Dóminum

IV Domingo de Cuaresma

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Is. 66.10,11: Salm. 121.1- 

Alégrate, Jerusalén, y regocijaos con ella todos los que la amáis; regocijaos con ella, gozosos, cuantos por ella hacéis duelo; para que os saciéis del pecho de sus consuelos. Salmo. Me alegré cuando se me dijo: Vamos a la casa del Señor, f. Gloria al Padre.

Colecta.- 

Concedednos, ¡oh Dios omnipotente!, que quienes su­frimos lo merecido por nuestras acciones, respiremos con el consuelo de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. Gal. 4.22-31.- 

Hermanos: Escrito está que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre. Mas el de la esclava nació según la carne, y el de la libre en virtud de la promesa; lo cual se dijo en un sentido alegórico. Por que estas dos madres son los dos Testamen­tos. El uno el del monte Sinaí, que engendra esclavos, es Agar; porque el Sinaí es un monte de Arabia. Corresponde ella a la Jerusalén de aquí abajo, la cual es esclava con sus hijos. Mas aquella Jerusalén de arriba es libre; y es madre nuestra. Porque escrito está: Alégrate, estéril, que no pares; prorrumpe en gritos de júbilo tú que no conoces los dolores del parto, pues son más los hijos de la abandonada, que los de la que tiene marido. Vosotros, pues, hermanos, sois como Israel hijos de la promesa, figurados en Isaac. Mas, así como entonces el que había nacido según la carne, perseguía al nacido según el espí­ritu, así sucede también ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, pues no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. Y así, hermanos, nosotros no somos hijos de la esclava, sino de la libre; y esta libertad nos la ha adquirido Cristo. 

Gradual. Salm. 121.1,7.-  

Me alegré cuando se dijo: Vamos a la casa del Señor.  Reine la paz en tu recinto y la abundancia en tus palacios.    

Tracto. Salm. 124 1-2.-

Losque confían en el Señor son como el monte Sión; jamás se tambaleará el que habita en Jerusalén. Jerusalén está rodeada de montañas; así rodea el Señor a su pueblo desde ahora y para siempre.

Evangelio. Juan 6.1-15.-  

 En aquel tiempo: Pasó Jesús a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades, y le seguía una gran multitud de gente, porque veían los milagros que hacia con los enfermos. Subió, pues, Jesús a un monte, y sentóse allí con sus discípulos. Acercábase ya la Pascua, día de gran fiesta para los judíos. Habiendo, pues, alzado Je­sús los ojos, y viendo que venía hacia sí tan gran multitud, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos panes para que coma esta gente? Esto lo decía para probarle, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Respondió Felipe: Doscientos denarios de pan no les alcanzan para que cada uno tome un bocado. Uno de sus discípulos, An­drés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; mas ¿qué es esto para tanta gente? Pero Jesús dijo: Haced sentar a esas gentes. En aquel lugar había mucha hierba. Sentáronse, pues, como unos cinco mil hombres. Tomó entonces Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los peces, dando a todos cuanto   querían.  Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los trozos que han sobrado, para que no se pier­dan. Hiciéronlo así, y llenaron doce cestos con los trozos que habían sobrado de los cinco panes de cebada, después que todos hubieron comido. Aquellos hombres, cuando vieron el milagro que había hecho Jesús, decían: ¡Éste es verdaderamente el profeta que ha de venir al mundo! Y Jesús, notando que habían  de  venir  para  llevársele y hacerle Rey, huyó otra vez al monte él solo.

Ofertorio. Salm. 134.3,6.-

Alabad al Señor porque es benigno; cantad himnos a su nombre, porque es amable. Todo cuanto quiso ha  hecho  el  Señor  en  el cielo y en la tierra.

Secreta.-

Te pedimos, Señor, mires propicio el presente sacrificio, a fin de que aproveche a nuestra devoción y a nuestra salud. Por nuestro Señor,   

Prefacio de Cuaresma- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar,  Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que, por el ayuno corporal, domas nuestras pasiones, elevas la mente, nos das la virtud y el premio, por Jesucristo nuestro Señor, por quien alaban los Ángeles a tu majestad, la adoran las Dominaciones, la temen las Potestades y la celebran con igual júbilo los Cielos, las Virtudes de los cielos y los bienaventurados Serafines. Te rogamos que con sus voces admitas también las de los que te decimos, con humilde confesión.

Comunión. Salm. 121.3-4.-

Jerusalén está construida como una ciudad de partes bien trabadas. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, para alabar tu nombre, Señor,      

Poscomunión.- 

Concédenos, ¡oh Dios Misericordioso! , la gracia de tratar siempre con sinceros obsequios este sacramento que incesantemente nos sacia, y de recibirle con gran espíritu de fe. Por nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Quarta in Quadragesima

I Classis

Introitus: Isai. lxvi 10 et11

Lætáre, Jerúsalem: et convéntum fácite, omnes qui dilígitis eam: gaudéte cum lætítia, qui in tristítia fuístis: ut exsultétis, et satiémini ab ubéribus consolatiónis vestræ. [Ps. 121. 1]  Lætátus sum in his, quæ dicta sunt mihi: in domum Dómini íbimus. Glória Patri.  Lætáre, Jerúsalem

Oratio:

Concéde, quǽsumus, omnípotens Deus: ut qui ex mérito nostræ actiónis afflígimur, tuæ grátiæ consolatióne respirémus. Per Dóminum.

ad Gálatas. iv: 22-31

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Gálatas.


Fratres: Scriptum est: Quóniam Abraham duos fílios hábuit: unum de ancílla, et unum de líbera. Sed qui de ancílla, secúndum carnem natus est: qui autem de líbera, per repromissiónem: quæ sunt per allegoríam dicta. Hæc enim sunt duo testaménta. Unum quidem in monte Sina, in servitútem génerans: quæ est Agar: Sina enim mons est in Arábia, qui conjúnctus est ei, quæ nunc est Jerúsalem, et servit cum fíliis suis. Illa autem, quæ sursum est Jerúsalem, líbera est, quæ est mater nostra. Scriptum est enim: Lætáre, stérilis, quæ non paris: erúmpe, et clama, quæ non párturis: quia multi fílii desértæ, magis quam ejus, quæ habet virum. Nos autem, fratres, secúndum Isaac promissiónis fílii sumus. Sed quómodo tunc is, qui secúndum carnem natus fúerat, persequebátur eum, qui secúndum spíritum: ita et nunc. Sed quid dicit Scriptúra? Ejice ancíllam et fílium ejus: non enim hæres erit fílius ancíllæ cum fílio líberæ. Itaque, fratres, non sumus ancíllæ fílii, sed líberæ: qua libertáte Christus nos liberávit.

 Graduale: Ps. cxxi: 1 et 7

Lætátus sum in his, quæ dicta sunt mihi: in domum Dómini íbimus. Fiat pax in virtúte tua: et abundántia in túrribus tuis.

Tractus: Ps. cxxiv 1-2

Qui confídunt in Dómino, sicut mons Sion: non commovébitur in ætérnum, qui hábitat in Jerúsalem.  v. Montes in circúitu ejus: et Dóminus in circúitu pópuli sui, ex hoc nunc et usque in sæculum.

 Joann. vi: 1-15

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.

In illo témpore: Abiit Jesus trans mare Galilææ, quod est Tiberíadis: et sequebátur eum multitúdo magna, quia vidébant signa, quæ faciébat super his, qui infirmabántur. Súbiit ergo in montem Jesus: et ibi sedébat cum discípulis suis. Erat autem próximum Pascha dies festus Judæórum. Cum sublevásset ergo óculos Jesus, et vidísset quia multitúdo máxima venit ad eum, dixit ad Philíppum:  «Unde emémus panes, ut mandúcent hi?»   Hoc autem dicébat tentans eum: ipse enim sciébat quid esset factúrus. Respóndit ei Philíppus:  «Ducentórum denariórum panes non suffíciunt eis, ut unusquísque módicum quid accípiat.»   Dicit ei unus ex discípulis ejus, Andréas frater Simónis Petri:  «Est puer unus hic, qui habet quinque panes hordeáceos, et duos pisces: sed hæc quid sunt inter tantos?»   Dixit ergo Jesus:  «Fácite hómines discúmbere.»  Erat autem fœnum multum in loco.  Discubuérunt ergo viri, número quasi quinque míllia.  Accépit ergo Jesus panes: et cum grátias egísset, distríbuit discumbéntibus: simíliter et ex píscibus quantum volébant. Ut autem impléti sunt, dixit discípulis suis:  «Collígite quæ superavérunt fragménta, ne péreant.»  Collegérunt ergo, et implevérunt duódecim cóphinos fragmentórum ex quinque pánibus hordeáceis, quæ superfuérunt his, qui manducáverant. Illi ergo hómines cum vidíssent quod Jesus fécerat signum, dicébant:  «Quia hic est vere Prophéta, qui ventúrus est in mundum.»   Jesus ergo cum cognovísset, quia ventúri essent ut ráperent eum, et fácerent eum regem, fugit íterum in montem ipse solus.

 Offertorium: Ps. cxxxiv: 3 et 6

Laudáte Dóminum, quia benígnus est: psállite nómini ejus, quóniam suávis est: ómnia quæcúmque vóluit, fecit in cælo et in terra.

 Secreta:

Sacrifíciis præséntibus, Dómine, quǽsumus, inténde placátus: ut et devotióni nostræ profíciant et salúti. Per Dóminum.

Præfátio de Quadragesima

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui corporáli jejúnio vítia cómprimis, mentem élevas, virtútem largíris, et præmia: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:  Sanctus,…

Communio: Ps. cxxi: 3-4

Jerúsalem, quæ ædificátur ut cívitas, cujus participátio ejus in idípsum; illuc enim ascendérunt tribus, tribus Dómini, ad confiténdum nómini tuo, Dómine.

 Postcommunio:

Da nobis, quæsumus, miséricors Deus: ut sancta tua, quibus incessánter explémur, sincéris tractémus obséquiis, et fidéli semper mente sumámus. Per Dóminum.