Curiosidades sobre la vida del Beato Rolando Rivi

La conocida  Torinese, Cristina Siccardi (2 de mayo l966) licenciada en letras y escritora de la vida religiosa de santos, entre ellos, “En el Nombre de la Verdad” –Monseñor Marcel Lefebvre, 2010, nos regala con estos pasajes de nuestro querido Rolando Rivi:

“Mañana un cura menos” es esta la motivación que viene dada del comisario político de la formación partisana garibaldiana, que asesina en 1945, al seminarista Rolando Rivi, de 14 años. Han sido muchas las víctimas entre el clero italiano durante la segunda guerra mundial y la guerra civil. Víctimas del nazismo, como don Giuseppe Morosini (1913-1944), acompañado al suplicio del Obispo que lo había ordenado sacerdote, el futuro Cardenal Luigi Traglia (1895-1977),  o como otros tantos sacerdotes y párrocos asesinas por los partisanos y militares comunistas, también como don Umberto Pessina (1902-1946).”

“Escribió el Obispo de Reggio Emilia, Beniamino Socche (1809-1965), en su diario: “…el cadáver de don Pessina estaba aún por tierra; lo bese, me arrodille y pedía ayuda (…). Hablé en el funeral..(…) tomé la Sagrada Escritura y leí las maldiciones de Dios para aquellos que tocan los consagrados del Señor (…). El día siguiente, era la fiesta del Corpus Domini; a la procesión en la ciudad, participó una multitud y apoye mi discurso, en aquellos que hace cesar a todos los asesinos. Yo – dije.- haré conocer a todos los Obispos del mundo el régimen de terror que el comunismo ha creado en Italia”.  En Emilia Romagna y sobretodo, en el “Triangulo de la muerte (Bologna, Modena, Reggio Emilia), perecieron bárbaramente 93 sacerdotes y religiosos; la mayor parte a consecuencia de la  venganza de los rojos”. Entre las víctimas también Rolando Rivi, culpable  de usar la sotana.”

Algunas Perlitas:

a) Han sido declarados 65 nuevos beatos y 7 venerables, muchos son de la guerra civil española, la del régimen comunista de la Europa Oriental y del nazismo, entre los que aparece también Rolando Rivi.

b) El 15 de abril de 2018, en la Propia Iglesia de San Valentino, donde actualmente está el cuerpo de Rolando Rivi, Meris Corghi (hija de Giuseppe Corghi, aquél que disparó dos tiros contra Rolando), y con la presencia –ya anciana- de la hermanita menor de Rolando, Rossana, pide en pública y emotiva ceremonia, el pedido de paz entre las dos familias.

c) El 4 de octubre de 2013, se realiza un video muy importante con un testimonio ocular indiscutible: Don Alberto Camellini, junto con el periodista, hacen una visita al bosque y al lugar exacto donde encontraron el cuerpo de Rolando Rivi. Aquel que fuera el párroco y que conociera en profundidad la nobleza de nuestro querido mártir,  cuenta pausadamente los pormenores de aquel hallazgo. (Para aquellos que lo quieran escuchar, esta es la referencia: “Beatro Rolando Rivi- video del 4 octubre 2013, lo publica ”Dodici Porte”)

d)  Hemos tenido la gracia de poder visitar la Iglesia de San Valentino y acompañados en todo momento, por el primo de Rolando Rivi, de nombre Sergio, quien con tanta amabilidad nos dio a besar sus reliquias, conocer la pila bautismal en donde fue bautizado nuestro seminarista mártir, rezar con el Beato Rolando Rivi y conocer los pormenores de su vida, que humildemente hemos tratado de volcar aquí.

Rolando Rivi, ruega por nosotros y por todos los seminaristas.!

Estampa del Beato Rolando Rivi:

Vida del Beato Rolando Rivi

Vivaz, alegre, incluso despreocupado. Monaguillo a los cinco años…

Jesús –Hostia,  lo transforma y le hace nacer dentro de un gran sueño. …luego, a los 14 años,…derrama la sangre por Jesucristo-…

Sobre las alturas, entre el torrente Tresinaro, (Modena) y el río Secchia, surge la pequeñísima población de San Valentino recogida entorno a la antigua Iglesia. (en Castellarano, región de Reggio Emilia –Italia)

Aquí, el 7 de enero de l931, en la casa de Roberto Rivi y Albertina Canovi, agricultores, ricos de fe, nace un niñito, bautizado al día siguiente por el párroco, Don Luigi Lemmi con el nombre de Rolando, confiado a la Virgen, se le agrega el  nombre de María, en honor de tan digna Señora…un pequeño copo de carne: Rolando María Rivi.

El papá de Rolando, se había educado en la fe genuina y fuerte de su mamá, Anna Ferrari (La abuela de Rolando), y en los tiempos heroicos de la Acción Católica de los años veinte; había sido parte de los jóvenes inscriptos de su parroquia.  Antes de ir a trabajar al campo, cada mañana asistía a la celebración de la Misa y se acercaba a la Comunión. En esta atmósfera de fuerte religiosidad y fe católica, creció nuestro mártir Rolando.

Se mostró enseguida, autosuficiente: aprendió muy fácil a caminar solo y rechazaba de hacerse llevar en brazos.  Era el segundo de los tres hijos de este matrimonio cristiano. (Guido y Rosanna, eran los otros dos).

Llevaban  una vida muy cristiana tanto en casa como en la pequeña población., por ello, Rolando crece respirando este clima perfumado de Dios.

De los padres aprendió a conocer a Jesús y a amarlo. Era muy inteligente, resoluto y feliz. “Disparatado en los juegos, el más absorto en oración”

 Era así tan vivaz, que la abuela decía: “o se hará un desvergonzado o un santo”. Su corazón lo tenia ya grande y bueno: no soportaba las injusticias y con su sonrisa abierta se había perdonar inmediatamente sus travesuras.

A los seis años (en 1937) comienza a ir a la escuela. Encuentra a una maestra: Clotilde Selmi, una mujer de comunión cotidiana, preparada y toda dedicada a su misión, junto a Antonietta Maffei,  quienes dirigirán el alma de Rolando hacia el amor por la vida, por la familia, por Jesús, por sus hermanos, completando así, la educación recibida de sus padres y  familiares.

Ayudaba en la  Misa como monaguillo de Don Olindo Marzocchini,  aprendiendo con el  catecismo;  pero  será este  santo sacerdote,  quien dirigirá  su vida espiritual y su vocación.

El 16 de junio de l938, a los 7 años,  desbordante de alegría, Rolando recibe la Primera Comunión. Desde aquél día, guiado por don Olindo, aprendió a vivir la vida con Jesús: Cotidianamente iba a la Iglesia a encuentra su Jesús, en el coloquio, de corazón a corazón.

 Amante de la música, entró a formar parte del coro;  tocaba la armónica y el órgano.

Se hace aún más luminoso, cuando el 24 de junio de l940, recibe de Monseñor Brettoni, Obispo de Reggio Emilia, el sacramento de la Confirmación: ahora le tocaba a él, testimoniar a Jesús, amarlo y hacerlo conocer.

Tenia casi 11 años, dice a sus padres y a abuelos” Quiero hacerme sacerdote para salvar tantas almas. Luego partiré como misionero para hacer conocer a Jesús, lejos, lejos”.Sus padres no se opusieron y al comienzo de octubre de l941, ingresó en el Seminario de Marola (Carpineti, en Reggio Emilia), –(Italia era ya en guerra)- completando allí, el ciclo de la escuela elemental, como en aquel entonces se usaba y vistió inmediatamente la sotana, llevándola con  dignidad y amor,  hasta el día de su martirio, como un signo de su pertenencia a Cristo y a la Iglesia,  que serán la causa  de su prematuro fin.

En tanto la guerra enfurecía y hasta la tranquila aldea de San Valentino  era afectada. Después del 8 de setiembre de l943 con la caída de Benito Mussolini y la ocupación de la península por parte de los alemanes, se habían formado,  en las provincias emilianas- romanescas, grupos partisanos,  que era compuesto en su mayoría por comunistas, socialistas; pero muy pocos cristianos, todos  con una fuerte connotación anticatólica.

La franja más extrema, aquella de los comunistas, no se limitaba a combatir a los alemanes, viendo en todo el clero un peligroso  dique al proyecto revolucionario, el anticlericalismo se hizo violento y cada vez más amenazador.

En junio de l944, cuando Rolando terminó la segunda media, los alemanes ocuparon el Seminario de Marola y los seminaristas fueron mandados a sus respectivas casas.


También Rolando debió retornar a San Valentino, llevándose sus libros para poder continuar estudiando desde allí y no perder el año escolar.

Continuó sintiéndose seminarista: la Iglesia y la casa parroquial, fueron sus lugares predilectos para transcurrir el tiempo, enseñando a otros niños a hacer de monaguillo, la visita al Tabernáculo,  las clases de catecismo; guiaba en la casa paterna, el rosario junto a su abuela; viendo su párroco con placer su fervor, por otra parte Rolando no deja de llevar su sotana, ni siquiera estando en su casa, a la espera de poder retornar al seminario.

Tal era la situación, que los padres, asustados de los que estaba pasando a su alrededor, con la incursión de alemanes, fascistas y partisanos, insistían a su hijo de quitarse la sotana, porque los tiempo no eran buenos por el momento; pero Rolando respondía: “¿porqué?. Qué mal hago en llevarla? No tengo ganas de sacármela” “yo estudio para sacerdote y la sotana es el signo que yo soy de Jesús”

La situación se precipita:

En tanto, en San Valentino también don Olindo Marzocchini fue agredido una noche y dado que otros sacerdotes (Donatelli, Ilariucci, Corsi, Mandredi), habían sido muertos por los partisanos comunistas –fue transferido a otra parte más segura y en su lugar, fue puesto un joven sacerdote, don Alberto Camellini.

En el pueblo, muy a menudo estaban las discusiones políticas, a las cuales no eran fáciles responder, mejor callar, pero en una ocasión en la cual estaba presente nuestro joven seminarista, algunos atacaron injustamente a la iglesia y la actividad de los sacerdotes y Rolando, con  impulso, tomó la defensa delante de todos y sin ningún miedo. Así a cuantos ya lo admiraban, se alternaran algunos que lo tenían como mal visto.

El  1º de abril de l945, Pascua de resurrección, retorna a la parroquia Don Marzocchi  permaneciendo su joven capellán don Camellini y Rolando seguía participando a las solemnes funciones religiosas.

El Martirio del joven seminarista

Estaba aún la guerra, pero en el aire se sentía  que se acercaba a su fin y Rolando en los días sucesivos, no faltó nunca a la Misa  y con un libro bajo el brazo, en el florecer de la primavera,  se acercaba a un bosque a estudiar como de costumbre, usando siempre su sotana.

Mientras sus padres lo  esperaban para el almuerzo y no viéndolo,  se acercaron al bosque para buscarlo, encontrando por tierra sus libros, con una nota: “no lo busquen viene un momento con nosotros los partisanos”.

El 10 de abril de l945, el seminarista fue secuestrado, y llevado prisionero a Piano di Monchio, en el sobre el Apenino modenese, encerrado y brutalmente  torturado, por 3 días, despojado de su sotana; delante de aquel poco menos que un muchachito llorando, alguno de ellos movidos de cierta piedad, propusieron de dejarlo ir, porque en efecto, era solamente un niño; pero otros se negaron y lo condenaron a muerte para tener “un futuro cura menos”.

Lo llevaron al bosque de Piano de Monchio (Modena), cavada allí una fosa, Rolando obligado a arrodillarse sobre el borde, y mientras rezaba por él y sus queridos padres, dos balas, una dirigida a su frente y la otra al corazón,  se desploma sobre la misma.

Cubierto con tierra y hojas secas  de encinas; era el viernes 13 de abril de l945 y Rolando tenía 14 años y 3 meses; su sotana fue enrollada como  una pelota de futbol y luego colgada como un trofeo de guerra sobre el pórtico de una casa vecina.

Solo el día siguiente, por indicación de uno de los partisanos, el papá  Roberto y el capellán, encontraron el cuerpo descompuesto. Lo desenterraron y ayudados por algunos campesinos, lo llevaron a la Iglesia de María Asunta en Monchio, donde se celebraron sus funerales y sepultado en el  cementerio local.

Sus padres escribieron sobre su tumba:

“Tu que de las tinieblas y del odio has sido  apagado, vive en la luz y en la paz de Cristo”

Tiempo de Adviento

1. Significado del Adviento.

“En el sagrado tiempo de Adviento la Iglesia despierta en nuestra conciencia el recuerdo de los pecados que tristemente cometimos; nos exhorta a que, reprimiendo los malos deseos y castigando voluntariamente nuestro cuerpo, nos recojamos dentro de nosotros mismos con piadosas meditaciones, y con ardientes deseos nos movamos a convertirnos a Dios, que es el único que puede, con su gracia, librarnos de la mancha del pecado y de los males, que son sus consecuencias”.

2. Origen y razón de ser del Adviento.

El Adviento (del latín: adventus, “advenimiento”, “llegada”), es un tiempo de preparación para el Nacimiento de Jesucristo, en Belén, y representa los cuatro mil y más años que estuvieron los antiguos aguardando y suspirando por la venida del Mesías.

La institución del Adviento como tiempo preparatorio para Navidad, data, en España, de fines del siglo IV, según consta por un canon del concilio de Zaragoza celebrado el año 380, y en el resto de Occidente, de principios o mediados del siglo V.

Vino entonces como a reafirmar la doctrina de los concilios de Éfeso y Calcedonia, proclamando el dogma de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesucristo, contra la herejía cristológica de Nestorio y Eutiques, y a dar mayor relieve en la Liturgia al misterio dé la Encarnación y al de la Maternidad de la Virgen.

Hoy día comienza el Adviento el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés (30 de noviembre) , o sea, entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, y abarca, por lo tanto, tres semanas completas y parte de la cuarta.

Al principio varió su duración según las liturgias y los países, notándose una tendencia casi general a equiparar el Adviento con la Cuaresma, en el tiempo y aun casi en el rigor. En las Galias y en España, por ejemplo, y en rito ambrosiano, empezaba el Adviento el día de San Martín (11 de noviembre), y se prescribían como obligatorios para los fieles, dos, tres y hasta cuatro ayunos semanales, y casi diarios para los monjes. La disciplina actual sólo prescribe el ayuno con abstinencia el miércoles, viernes y sábado de las IV témporas, y la Vigilia de Navidad, y en muchos países, en virtud de Bulas e Indultos particulares, tan sólo sobrevive el último. Asimismo, para semejarlo todavía más con la Cuaresma, en los últimos días se cubrían las imágenes y altares, igual que en Pasión.

Por asociación de ideas, a la primera venida de Jesucristo a la tierra, en carne mortal, une la Iglesia el pensamiento de la segunda, al fin del mundo; y, en consecuencia, el Adviento viene a resultar una preparación a ese doble advenimiento del Redentor.

“En este concepto tiene este período litúrgico una puerta que mira al pasado y otra al porvenir; de un lado, tiene por perspectiva los millares de años durante los cuales la humanidad esperaba a su Redentor; de otro, los siglos que han de transcurrir hasta la hora del cataclismo postrero, en el que ha de zozobrar nuestro planeta”. Cada uno de estos dos advenimientos sugiere a la Liturgia ideas y sentimientos peculiares, que ella expresa con soberana elocuencia e inflamados acentos. Para preparar el primero, traduce las ansias y suspiros cada vez más crecientes de las generaciones del Antiguo Testamento; y para prevenir el segundo, alude de vez en cuando al juicio final o alguna de sus circunstancias.

Pero, además de prepararnos el Adviento para el nacimiento histórico de Jesucristo y para el Juicio Final, nos revela cada año al Cristo de la promesa, es decir, al Cristo de los Patriarcas y de los Profetas, al Deseado de los collados eternos, y estrecha nuestras relaciones íntimas con el Cristo místico, cuya venida y completo reinado en las almas prepara también.

El Cristo de la Promesa es el que llena toda la historia y todos los libros del A. Testamento, Aquél en quien creían, a quien esperaban y a quien, sin conocer, amaban todos los justos de Israel. Aludiendo tan a menudo a Él, la liturgia de Adviento nos pone en comunicación de fe, de esperanza y de amor con todas las generaciones creyentes que nos han precedido, y nos persuade de que somos de la descendencia espiritual de Abrahán y herederos legítimos de la Sinagoga.

El Cristo místico es el Cristo viviendo en las almas y reproduciendo en ellas los fenómenos de su vida divina, haciendo de los cristianos otros cristos. Cada Adviento tiende a producir en nosotros un acrecentamiento nuevo de este Cristo místico.

3. Carácter del Adviento.

Considerado a través de la Liturgia, el Adviento, por lo mismo que recoge las ansias e inquietudes de las pasadas generaciones y los entusiasmos y regocijos de las nuevas ante la venida del Salvador, es una mezcla de luz y de sombra, de alegría y de tristeza, de angustiosa incertidumbre y de seguro bienestar. Y este doble aspecto se descubre a cada paso en los textos de la Misa y del Oficio, y también en algunos detalles exteriores de la Liturgia.

A excepción de muy contadas frases que traducen la inquietante expectación de la humanidad ante la demora excesiva de su Libertador y Consolador, y que se resumen en apóstrofes como éstos: “¡Ven a librarnos!Ven, y no tardesVen pronto a visitarnos…”, etc., todos los demás textos son acentos de gozo y expresiones de vehementes deseos de saludar de cerca al Hijo de Dios.

La tristeza está más bien dibujada en algunos rasgos exteriores del culto, como son: el empleo en los domingos y ferias de Adviento, de los ornamentos morados, y de las casullas plegadas, o planetas, en lugar de majestuosas dalmáticas; la supresión de los floreros, del órgano, del “Gloria in excelsis”, del “Te Deum”, del “Ite missa est”, y de las bodas solemnes.

Todos estos son indicios indudablemente, de cierta preocupación y tristeza, comunes al Adviento y a la Cuaresma; pero el objeto de uno y otro período litúrgico los diferencia radicalmente, como bien lo manifiesta el uso diario, en Adviento, del festivo aleluya, nunca permitido en Cuaresma. El carácter de peniten-cia, que algunos recalcan por demás, le vino al Adviento, en el siglo VII, de la influencia del ayuno monásti-co; no de su propia esencia y espíritu. Pues de suyo —lo repetimos—, es una temporada de recogimiento y de santa y confiada expectación.

4. Etapas del Adviento.

Desde el Papa Nicolás I, en el siglo IX, el Adviento consta de cuatro semanas, cuyos domingos son “estacionales”. Cada dominica tiene su Misa y Oficio propios y hermosísimos, y señala un notable avance hacia el venturoso suceso de Belén. La silueta del Redentor se va perfilando de semana en semana, y adquiriendo nuevos matices y relieves, hasta que, al fin, se le ve aparecer en carne mortal. Paralelamente se va proclamando cada vez más alto la virginal Maternidad de María.

El más célebre de estos domingos es el III, llamado “Gaudete” (alégrate) por la primera palabra del Intróito, y porque traduce a maravilla el espíritu de la liturgia en este día, que es de extraordinaria alegría.

En él suspende la Iglesia todas las manifestaciones exteriores de luto, vistiendo a sus ministros de color rosa y de dalmáticas, engalanando con flores los altares y tañendo el órgano. En las etapas del Adviento, señala este domingo el punto culminante del progresivo ascenso a Belén. Con ser el equivalente al domingo “Lætare”, IV de Cuaresma, no suscita en los fieles tanta alegría como aquél; pero es porque tampoco se hace sentir tanto su ausencia, ya que la tristeza de Adviento es muy moderada y obedece a muy distintas causas, como hemos dicho.

Como a medio camino del Adviento, se interpone las IV Témporas (miércoles, viernes y sábado de la III Semana), que son las que con sus ayunos y abstinencias imprimen a la temporada un cierto tinte de austeridad y penitencia.

Eran éstas las Témporas más importantes del año y las únicas en que, en la antigüedad, se celebraban las Ordenaciones. El miércoles era muy célebre en la Edad Media por su Evangelio “Missus est”, que inmortalizó San Bernardo con sus cuatro popularísimos sermones sobre las alabanzas de María. En él se proclamaban ante el pueblo los candidatos para las Ordenaciones.

Pero la más amena y alentadora de todas es la etapa última, que abarca del 17 al 25, y que, con su repertorio de antífonas propias, a cada cual más vibrante, nos pone al Salvador ocho días antes de nacer, casi al alcance de la mano: “Ecce veniet, dice, Ecce jam venit, De Sion veniet, Egredietur Dóminus, Constantes estote”, etc., y con la fiesta, de la Expectación, al menos en España, nos en vuelve anticipadamente en un ambiente de cuna.

Dom. Andrés Azcarate, La flor de la liturgia, pág. 188 y ss.

Curiosidades de la vida de Alfonso de Ratisbona

1) El tío de Alfonso Ratisbonne, (Luis Ratisbonne), recibe una carta de su sobrino, en donde le dice – entre otras cosas- que, Flora creerá o no creerá, a la verdad de lo que le contará y que si ella cree, seguirá su ejemplo: se hará católica, que su matrimonio se hará al pié del altar delante a Cristo, y que su casa, su vida doméstica, la educación moral y religiosa de sus hijos, la atmosfera pura y pía que regirá sobre sus muros, será el ejemplo, sin lugar a dudas y que, si no sucediese así (respecto a la decisión de Flora), él renunciará al mundo, pasará su vida en uno de los cluaustros más austeros del cristianismo.!!

Y él, por esa misma gracia de Dios, –y ya con el rechazo de Flora-se prepara al catecismo con el Padre Filippo de Willefort y se bautiza con el Cardenal Costantino Patrizi el 31 de enero de 1842. Preguntado éste, cómo quería llamarse. Alfonso contesta: “María”. Alfonso María Ratisbonne era cristiano!!.

Entra  el 14 de junio, en el noviciado de la Compañía de Jesús en Tolosa y el 23 de setiembre de l848, recibe la ordenación sacerdotal.

2) El Altar de la aparición, nunca fue cambiado ni tampoco se le ha puesto la mesa moderna.

3)  En el costado de este Altar, –una inscripción esculpida  en uno de los pilares de la Capilla de la Aparición,  aparece: “El 20 de enero de l842, Alfonso Ratisbonne, viene aquí endurecido judío. La Virgen se le apareció como él la ve. Cae judío y se levantó cristiano. Extranjero: lleva contigo este precioso recuerdo de la Misericordia de Dios y del poder de la Santísima Virgen”.

4) Es Pío XII, quien eleva a la Iglesia (ya Santuario), delle Fratte, el título de Basílica Menor y el  21 de Noviembre de l943, el mismo Pío XII,  concede Indulgencia Plenaria a los fieles que visiten La Basílica del Milagro y Juan XXIII, eleva a título cardenalicio la Basílica de Santa Andrea delle Fratte.

Algunas perlitas sobre la vida de Nenolina

1 Le fue puesto el nombre de  Antonieta por el motivo que el abuelo se llamaba Antonio, y porque estaban en el centenario antoniano. El segundo nombre, Teresa, por la devoción  que tenían a Santa Teresita del Niño Jesús; Gabriela en honor de San Gabriel de la Dolorosa y Rosa, le fue  impuesto por su madrina, en honor de Santa Rosa de Viterbo.

2) Cuando los esposos Meo, se casaron eligieron como protectora a la Virgen de Pompeya y en la mitad de su viaje de novios, se dirigieron al Santuario de Pompeya (al sur de Nápoles) para pedir la bendición a la Virgen. Recuerda—cuenta la mamá- que en aquel Santuario se acercaron a los sacramentos y que el confesor, le dice: “Con recitar desde el primer día de su matrimonio el Santo Rosario han abierto la puerta de su casa a la Virgen: La Virgen entrará y la familia será bendecida” (¡!qué ejemplo!!!)

3) De Nenolina quedan 177 escritos, de los cuales 19 pequeños pensamientos (manuscritos en los 19 días precedentes a la confirmación) y 158 cartitas: 7 firmadas mientras las otras cuando no sabía aún escribir, se las dictó  a su mamá y algunas veces a su hermana mayor, Margarita. Lamentablemente, escritas sobre hojas (que llamaríamos “papelitos sueltos”),  y eran puestos debajo de la imagen de Jesús – “que de noche las habría leído” decía Nenolina, y muchas han sido perdidas. De las que quedan 7 son dirigidas a los familiares; 6 a la Santísima Trinidad; 12 a Dios Padre; 108 a Jesús (con varios nombres: niño, grande, crucifijo, etc.),  17 a la Virgen; 2 a Santa Teresita de Lisieux y 2 a Santa Inés.

4) Leemos algo que hace estremecer: En los primeros meses de 1937, aconsejada por su marido- Michele- para distraerla un poco del pensamiento del dolor de su Nenolina, su madre, comienza a frecuentar las lesiones de la propaganda que se hacían en la Vicaría (La Iglesia de la Santa Cruz, era la iglesia parroquial de la familia y es allí mismo, donde reposan los restos de Nenolina), en la preparación de la semana de la Madre. Fuese o no una coincidencia, que de aquellas reuniones, Nenolina siempre era con fiebre.

Dominada de la duda que tal vez el Señor no quisiese aquel  compromiso del apostolado, un día le pide a Antonieta que “Cuando veas a Jesús,  pregúntale si debo ir a las conferencias” la pequeña responde: “si, se lo preguntaré”. Algún tiempo después le dice:” Mamá, he preguntado a Jesús si tu debes ir, y Jesús me ha hecho un señal de No con la cabeza” “va….tu estás equivocada—le responde la madre-“ “no, no estoy equivocada”.

Lo mismo sucede para Pascua: telefonaron desde el Consejo Diocesano de Acción Católica  (recordemos que estamos en el año l937!!, en donde todo la vida era católica!) pidiéndole a la madre de hacer dos conferencias. A la función del Martes Santo, mamá María le pregunta a Nenolina si Jesús quisiera que fuese allí. Y la pequeña responde: “Jesús, hace señas que no!”.La mamá fue igualmente a la primera conferencia, pero a la segunda le disgustó y no fue. La pequeña, seria, seria, comentó: Sin embargo, Jesús decía que no”!

…En fin, hay tantos pero tantos elementos que se podrían volcar en este pequeño homenaje, si se quiere, de la vida y de los pormenores de Nenolina, en su corta pero intensísima vida espiritual, reflejados fielmente, gracias al testimonio de su madre y de su padre, volcados en esto libros: “ Nenolina. Quando l´amore supere il dolore”, Editrice Ave, Piersando Vazan, 2.004; “Antonietta Meo. Nenolina” del mismo autor, Ediciones Velar, 2009; “In Braccio a Gesù”, Paolo Risso, Edición particular, 2.006, Costigliole d´Asti. Italia; Maria Meo “Ricordi della mamma di Nenolina”, P. Vazan, Editrice Ave, Roma, 2002., de los cuales hemos tomado a groso modo, para enriquecernos espiritualmente, simplemente,……de una niña.

Escritos de Nenolina

El día 2 de enero de l937 la pequeña le dice a su mamá:  “escucha mamá, te quisiera decir una cosa:  Hace tanto tiempo que quiero decírtelo. Si yo muero tu no debes llorar!”, “pero, tesoro, como puedo hacer para no llorar?” “bien!, escucha mamá: haz así, piensa que si yo muero voy al Paraíso y ruego por ti; si en cambio, me quedo aquí, sí, rezaré por ti, pero Jesús podría y también no podría, escucharme, en el Paraíso me escuchará  sin dudas”!

En el período de estas 3 cartitas, el contenido se hacía más profundo. Emblemáticas, son éstas, casi inconcebibles por aquella época, dado que el acento de Nenolina, cae sobre el Crucifijo y la Santísima Trinidad:

(carta 125) 28 enero l937

Querido Jesús Crucifijo

Querido Jesús libra muchas almas del purgatorio para que vayan al paraíso a glorificar a la Santísima Trinidad [….] Querido Jesús  es verdad que hoy no he sido muy buena pero Tu perdóname y te prometo que mañana seré siempre buena. Querido Jesús si yo me quisiera hacer monja, tu estarás contento? […] querido Jesús yo quisiera hacerme santa y tú ayúdame a hacer tantos sacrificios. Yo querido Jesús quiero convertir tantos pecadores porque cuando mueran vayan al paraíso conmigo […] querido Jesús, di al Espíritu Santo que ilumine mi corazón de amor y que me bendiga. Querido Jesús, di a la Virgencita que la quiero tanto y que me proteja y me ponga bajo su manto. Querido Jesús tu  que has sufrido tanto sobre la Cruz yo quiero hacer tantos sacrificios y quiero permanecer siempre sobre el calvario alado tuyo y a tu mamita. Recibe tantos saludos caricias y besos de tu querida Antonieta y Jesús.

(carta 126) 29 enero l937

Queridísima Santísima Trinidad

Queridísimo Dios Padre yo se que me quieres bien y yo también te quiero tanto tanto […] querido Jesús te quiero tanto tanto bien querido Jesús cuando nacistes en la gruta de Belén sufrías también y tenias tanto frío. Querido Jesús yo quiero reparar estos, tus dolores.

Querido Espíritu Santo tú que eres el amor del Padre y del Hijo ilumina mi corazón y mi alma y bendíceme. […] yo te quiero tanto tanto bien querido Espíritu santo cuando yo haré la confirmación tu dame todos tus siete dones […] Antonieta.

(carta 129) 1 febrero l937

Querido Jesús crucifijo

Yo quiero salvar tantas almas para ir al Paraíso contigo y con estas almas que yo he salvado […] Dile a Dios Padre que  estoy muy contenta que  has hecho curar a mi mamá y te agradezco también a Jesús. Querido Jesús te quiero tanto  has convertir tantos pecadores especialmente aquel pecador […] querido Espíritu Santo te agradezco también a ti que has hecho curar a mi mamá y haz venir al Paraíso conmigo a mi, y a mi familia y hazme crecer siempre más buena […] querida Virgencita te quiero tanto. Te mando tantos saludos de tu querida hija.

El 15 de mayo de l937, fue llevada a Monseñor Dotarelli para la confesión y recibir así, la Confirmación.  Le hace ver al mismo Monseñor el pequeño diario que había escrito, en espera de este día:

Abril l937

26. Querido Espíritu Santo dentro de pocos días te recibiré.

27. Santísima Trinidad Te amo! Querido Espíritu Santo ilumíname y santifícame. Querido Espíritu Santo bendíceme.

28. Querido Espíritu Santo que te unes al Padre y al Hijo úneme también a mí.

29. Querido Espíritu Santo, cuando tú vendrás a mi corazón llénalo de tus siete dones y de tu Amor. Querido Espíritu Santo,  mañana quiero ser más buena.

30. Querido Espíritu Santo el día que te recibiré quiero hacer tantos pequeños sacrificios.

Mayo l937

  1. Querido Espíritu Santo yo quiero obedecer siempre.
  2. Querido Espíritu Santo hoy soy feliz porque he recibido Jesús y por los méritos de Jesús dame sus siete dones. Querida Virgencita en este mes quiero hacer tantos pequeños sacrificios.
  3. Querido Espíritu Santo, yo mañana quiero hacer tantos pequeños sacrificios.
  4. Querido Espíritu Santo, dí a Jesús que quiero ser su lámpara y quiero ser su lirio.
  5. Querido Espíritu Santo lléname de tu gracia y haz que pueda hacer tantos pequeños sacrificios para prepararme a recibirte dignamente.
  6. Querido Espíritu Santo dile a Jesús que un día haga ascender al cielo  también nuestras almas.
  7. Querido Espíritu Santo yo quiero que Tu también sea mi Espíritu de amor.
  8. Querido Espíritu Santo, yo quiero hacer tantos pequeños sacrificios,  porque cuando entraras  en mi corazón quiero hacerte contento.
  9. Querido Espíritu Santo, dile a la Virgencita que la quiero mucho.
  10. Querido espíritu Santo, lléname de tu gracia y haz que te Ame siempre.
  11.  Querido Espíritu Santo, yo se que faltan pocos días para recibirte y te quiero amar siempre más.
  12. Querido Espíritu Santo, yo te quiero hacer siempre contento y quiero que cuando tú vendrás a mi corazón, lo encuentres blanco y limpio.
  13. Querida Virgencita ayúdame a hacer bien la Confirmación y quiero que tú seas mi madre celestial.
  14.  Querido Espíritu Santo, mañana te recibiré y yo estoy muy contenta y me haré soldado de Dios.

Vida de Antonietta Meo

Cuán poco sabemos de la existencia de niños…pero..¿sabemos de niños que hayan vivido en un grado tan alto de santidad?; mediante esta serie de artículos,  proponemos hacerlos conocer y porqué no?, ver que de tan corta existencia, cuánto testimonio nos han dejado…

Antonieta Meo (“Nenolina”)

Escribía Paola Bignardi, presidenta, por aquel entonces (5 de setiembre del 2004), de la Asociación Católica Italiana,  desde  Loreto (Provincia de Las Marcas, Italia), sobre la brevísima existencia  de Antonieta Meo (Nenolina), una niñita que con tan solo 6 años y medio, rinde su almita a Dios habiéndole ofrecido sus dolores  -al padecimiento de la cruz de Jesús- todos aquellos que ella sufrió , derivados de su mal.

 Una prueba para decir que no hay edad justa para amar; una lección de abnegación y ofrecimiento de sí,  que traspasa de la magistral narración del sacerdote jesuita Piersandro Vanzan, (su biógrafo) obtenido del más vinculante testimonio: la mamá de Nenolina: María Ravaglioli.

Una conmovedora historia de fe que confunde por el inigualable coraje con el cual la pequeña Antonieta afronta el dolor. Nenolina se hace el símbolo de una santa niña.

La santidad es un camino abierto también para los más pequeños;  y que la educación a la virtud , es un trayecto que se inicia pronto y encuentra en la familia el terreno más adecuado para un injerto fecundo….

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María Ravaglioli (mamá de nuestra querida Nenolina), y Michele Meo, se casaron el 22 de marzo de l914, ambos terciarios franciscanos. Sus primeros hijos fueron Giovanni, (que muere un año después de su nacimiento), luego fue Margarita y Carmela; pero esta última muere a los dos años. Luego Dios bendice este hogar cristiano con la llegada- el  15 de diciembre de l930- de nuestra querida Antonieta,  y  que la primera cosa que hice, -cuenta su madre- fue hacerle la señal de la cruz en su frente”.

Bautizada en la Iglesia Santa Cruz de Jerusalem, en Roma., (Iglesia parroquial de la familia), el 28 de diciembre de l930.

Cuenta su mamá que “..apenas pude- cada vez que la ponía en la cama- intentaba con sus manitos, hacerse el signo de la cruz pero era tan pequeñita que era un signo muy vago…”

Acontecimientos profundamente señalados desde la Cruz de Cristo, y llenos de hechos extraordinarios, generalmente referidos en las cartitas que Antonieta dictaba a su mamá, en el recuerdo que la misma ha fijado en el diario, y en los varios testimonios recogidos en el Proceso Canónico.  Todo rebela, según los especialistas,  una auténtica tipología de experiencia mística.

Tanto más singular, en cuanto que Nenolina, era una niñita normalisíma: a los 3 años frecuenta el asilo de las monjas (lo que hoy llamaríamos  el parvulario); a los 5 añitos es inscripta en las “pequeñitas” de la Juventud Femenina de Acción Católica, a los 6 añitos inicia la primera elemental con las mismas religiosas  y se convierte en la “benjamina” de esa Juventud Femenina, fundada por Armida Barelli. (declarada Sierva de Dios y Venerable).

“En casa, -cuenta la mamá- era siempre ella que quería dar la limosna a los pobres, que venían a golpear a la puerta. “Recuerdo que un día viene un niño y le di un plato de macarrones. No es habitual dar pasta o sopa, aquí en la Ciudad. Antonieta asiste feliz a la comida del niño y no le esquivaba a ningún movimiento……..en una distancia de tiempo de tres años, (después de este hecho)  durante su última enfermedad, yo le hablaba del juicio universal y le repetía palabras de Jesús: Tenia hambre y me diste de comer, etc. etc. me interrumpe y dice: “mamá: tu aquel día estarás a la derecha. “Esperemos, hija mía!.” Sí, porque recuerda que has dado un plato de macarrones a aquel niño que tenia hambre?. Confieso-continua diciendo la mamá- que me sentí pequeña, pequeña, tal vez tenia razón Antonieta: Propio de bueno no tenia en mi servicio,  sino aquel plato de macarrones!”

La madre recuerda que Nenolina,  “pedía casi siempre perdón de rodillas y besaba la mano también por pequeñísimas cosas. Era así de sincero su arrepentimiento”.

Un día, Nenolina, estaba en cama con amigdalitis y su mamá le leía sobre Niños Santos. Le había leído en aquella ocasión que una niña, se consideraba un “racimito de uvas” y otra “el angelito de Jesús”, mamá María le pregunta a Nenolina: “y tu qué querrías ser?” y sin quitar la mirada a la imagen del Sagrado Corazón,, delante de la cual arde continuamente una lamparita, responde: “

Yo soy la lamparita de Jesús”, “fue propio en aquel día, que tome la costumbre que me dictara sus cartitas: primero las hacia para mi, luego para el Papá  y Margarita, luego a Jesús y a la Virgen.”

Por lo común, la pequeña en sus cartitas, no menciona nunca de aquello que su mamá le había explicado,  pero manifestaba  a Jesús que lo quería,  el deseo de recibirlo y de aquello que había hecho en el día. Las cartitas, venían luego puestas  debajo de la imagen del  Sagrado Corazón”

Lamentablemente, una tarde de febrero Antonieta regreso de la escuela llorando: se había caído y golpeado la rodilla izquierda, en una elevación de piedras. La mamá le toca la rodilla y constatando que podía doblarla, sin dolor, pensó que no fuese nada de grave.

El dolor transformado en amor oblativo

Esta breve existencia de Nenolina, efectivamente es una vía crucis recorrida con fuerza oblativa además de gracias, hecha de oración y sufrimientos reparadores con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Jesús Niño, Jesús grande, Jesús sufriente, la Virgencita, los ángeles custodios y varios santos, como resulta de las  160 cartitas que han quedado. En estas cartitas,  leemos un continuo intercambio  de amor con Jesús, al cual, Nenolina pide  “dame almas, yo te doy el corazón” y por esto le ofrece cada sufrimiento.

Junto a las cartitas es fundamental el diario que la mamá de Nenolina, -María —escribe, junto a esposo- Michele, por orden del carmelita descalzo, el padre Stanislao Pederzani, que muy bien había intuido la excepcionalidad del caso.

La lectura de esas fuentes, ha impresionado a la misma Comisión por la Causa de beatificación y  desconcertados a los que  no tienen una fe robusta, de los protagonistas de esta hermosa historia.

En abril de l936 un osteosarcoma  había requerido la amputación de su piernita izquierda y así, inicia su dolorosísima Vía Crucis, pero también su inefable experiencia de Dios.

El sábado 25 de abril, le fue amputada su piernita izquierda. Palabras de la madre, que cuenta el dolor angustioso de su marido, el papá de Nenolina: “….fue hasta el largo corredor, donde una ventana daba justo a la Iglesia, arrodillado todo el tiempo que duró la operación  (cerca de dos horas y media). Vive aquellas horas en una angustia mortal, llora, reza, implora y espera. Y Jesús no lo abandona, porque cuando al final, un médico se acercó y le dice que  no se ha podido hacer otra cosa que tener que amputar la pierna y apenas llegaron a tiempo para salvarle la vida.

Agachó la cabeza y con la mente dijo: “se ha hecho tu voluntad, Señor, tu voluntad”.  Mas tarde dirá a su esposa: “pobrecita; pero esta hijita será tu consolación. Si el Señor ha permitido esto, tendrá sus fines,  que son siempre para nuestro bien!”

Cuando le dicen en el Hospital que la niña podía levantarse por algunas horas para tomar el sol, viene otra angustia para la madre: “Cómo decirle que no tenía más la pierna?. Estaba sola y luego de haber pedido auxilio, en especial al Espíritu Santo, me senté alado de ella y comencé: “…Hace días  me has dicho que tu le habrías dado a Jesús todo, recuerdas:? Sí mamá. Has dicho que le habrías dado también la mano: recuerdas?. Sí mamá .Y si Jesús te pidiera la pierna que te duele, se la darías?, Sí mama!. Y no te disgustaría de permanecer sin una pierna?. Me miró, luego, agachando la cabecita, responde: un poquito: pero no me disgusta; Jesús ha ofrecido tanto sobre la Cruz y yo le ofrezco a Jesús por nuestros soldados que están en Abissinia (país del Ágrica).

Me levanté,  salí fuera y llore…”!!cómo había sido bueno Jesús y cómo me lo había facilitado”! Recuerdo  también que Nenolina me preguntó: ” la pierna me crecerá?, respondí que no, pero se podrá poner un aparto ortopédico y podrás caminar todavía”…..

En setiembre de l936, va a la primera elemental, con  una prótesis que le da mucho fastidio, pero le dice a Jesús: “cada paso que hago sea una palabrita de amor” (26 de marzo de l937). También ponérsela era difícil, porque estaba siempre en movimiento. Y, Catalina, la doméstica, recuerda que una vez le dijo: “tu quieres siempre jugar y yo no tengo tiempo que perder; no te pongo más el aparato”,  Nenolina, toda seria responde: “Sé buena, estaré quieta –Yo lo llevo por amor de Jesús y tu pónmelo por amor de Jesús” (aquel aparato, era su pierna ortopédica…)

Impresionados de las cartitas y de la madurez espiritual de Nenolina, sacerdotes y amigos, aconsejaron a la familia de anticipar la Primera Comunión – Recibe las lesiones de su madre y  del sacerdote y ofrece muchos sacrificios, pequeñitas ofrendas ( “fioretti” como lo llama ella) y un día su criada le pregunta “Que son esos “fioroetti”?, dice Nenolina: “es dinero para comprar…..”; pero qué dinero?, le pregunta  Catalina, la doméstica:”yo te digo que tu debes acumular dinero para comprar el Paraíso”, contesta Nenolina.

 Recibe a Jesús,  en la noche de Navidad de l936, en la Capilla de las religiosas, sus enseñantes: Las Celadoras del Sagrado Corazón, en calle Sommeiller en Roma.  Para agradecerle –como Dios se merece, no obstante su condición física- permanece arrodillada,  inmóvil, en oración. Desde esta noche santa, toma por guía espiritual, a Monseñor Dottarelli, y la comunión frequente, la conducirá a la cumbre del amor divino, propio en el tiempo en que su mal, se agravará.

Pero el osteosarcoma volvió enseguida y de manera violenta, tanto que en mayo de l937, Antonieta fue de nuevo hospitalizada. El tumor de había reproducido también a la cabeza y le había tomado el pecho y le impedía la respiración, con sofocación continua a la garganta.

Era ya la vigilia de los últimos tremendos 40 días,  y aquello de la “fuerza” se manifestó como el don más vistoso. La amputación de la pierna, lamentablemente,  no había detenido el tumor que, a mitad de junio, se reveló con metástasis a la cabeza, a una mano y al pie,  con cistitis y con muguet en la boca y en la garganta (infección por hongos).

Dolor agudísimo y aún más las terapias: inyecciones explorativas al pulmón izquierdo, con extracción de líquido del mismo, resección de tres costillas efectuadas con simple anestesia local, dada la insuficiencia cardíaca de la niña.

Antonieta sufre en modo impresionante, no teniendo un instante de tregua pero habitualmente hacía la comunión cotidiana. Catalina, la encontró una mañana sin moverse, con la mirada fija en lo alto, llamándola  varias veces. Antonieta hace un además, pero continuó a permanecer inmóvil, y finalmente Nenolina susurra casi ausente. “rezo, rezo”.

El viernes 2 de julio (l937) le pregunta su mamá, de cuanto tiempo no veía a Jesús: “la última vez ha sido esta mañana, cuando he hecho la comunión”  Y aquella fue su última comunión.

Al día siguiente, 3 de julio de 1937, la ansiedad atormentaba a Nenolina, y la fiebre era alta, pero respondía  que “estoy bien”.

Se acerca la hora de la comunión, le pequeña recitó el acto de dolor, le pusieron el velo blanco sobre la cabecita y un mantelito bordado sobre la cama, luego la enfermera apoyo sobre su rodilla, un pequeño reclinatorio en blanco. En aquel momento llegaron el papá y la mamá, desgarrados al verla en aquel sufrimiento, el sudor frío que le pegaba sus cabellos en la frente, los ojos hundidos, que brillaban más que normalmente, que no parecía a los de una moribunda.

 La mamá le puso su crucifijo y sus labios se posaron sobre el costado de Jesús en un último beso. Y Antonieta dice: “Dios, mamá, papa”!. Antonieta mira fijo delante de ellos, sus ojos eran serenos, y el rostro sin la mínima contracción. El jadeo había cesado y respiraba a largo intervalos. El papá que la sostenía con el brazo, sintió que se abandonaba y la apoyó dulcemente sobre la almohada. Y él se inclino sobre el odio de la niña y le dice fuerte: “Jesús, José y María os doy…….expire en paz con vosotros el alma mía”.

A la última invocación, Antonieta respiró largamente e inclinando la cabeza, muere……

En aquél momento, llega el sacerdote llevando la Santa Comunión destinada a Nenolina y que fuera recibida por los padres, uniéndose así con la niña, que en aquel momento era por siempre con Jesús.

Imposible  no hacer mención aquí y como un homenaje a padres como los Meo, de aquellas palabras de San Agustín: “….No te pregunto porqué me la has quitado; pero te agradezco habérmela dado y el tiempo que la he tenido”…….

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Coeficiente humano en la evolución sobrenatural de Nenolina

Para valorar adecuadamente las maravillas que Dios ha hecho a esta niña –y no permanecer desconcertados de la Vía Crucis que recorre,  sufriendo y ofreciendo junto a Jesús, —  sirve recordar los factores humanos que han acelerado el crecimiento espiritual y místico: la familia, la parroquia, el asociacionismo. En este caso, la Juventud Femenina de Acción Católica y la escuela católica.

De estos ámbitos, la niña extrae la sabia espiritual y apostólica,  típica en la pastoral y teología de los años Treinta.

Con respecto a los sacerdotes, recordamos el encuentro de Nenolina con el padre Orlandi (12 de setiembre de l936), decisivo a los fines de la Primera Comunión y la importancia de su confesor, Monseñor Dottarelli.  Nenolina le pedía seguido a Jesús que le encontrase un buen confesor, porque “quiero hacerme santa” (cartita del 8 de noviembre y 21 de diciembre de l936), después de haberlo encontrado, le recomienda continuamente a Jesús “de hacerle todas las gracias necesarias” (2 de junio de l937). De hecho, en el proceso canónico, vemos cuánto tacto  Monseñor Dottarelli usó con Nenolina, no solo durante la Vía Crucis- enseñándole el arte de sufrir y ofrecer con Jesús pro mundi vita, sino también en el discernir las gracias extraordinarias del último período y de recomendarle de hacer silencio con todos.

En lo que respecta al asociacionismo, los biógrafos subrayan el entusiasmo de Nenolina por cada iniciativa, medalla o página de la Juventud Femenina, mientras a propósito de las religiosas, además de la alegría  de Antonieta en el frecuentar la escuela y el catecismo.- se lo dice repetidamente a Jesús:” voy de muy buena ganas, porque aprendo tantas bellas cosas de Ti y de tus santos” – deja filtrar siempre un evidente atracción cuando escribe: “quiero hacerme monja, para ser tu esposa, querido Jesús, y salvar muchas almas”  (cartita del 5 y 21 de diciembre de l936)

Pero venia un factor principal, la familia. La santidad de Nenolina se arraiga en el buen terreno de una familia romana de los años treinta, en la cual reinaba una atmósfera de serenidad amorosa y de profunda fe. Como ya habían hecho con su hermana mayor, Margarita, los padres la “introducen en mundo de Dios”, de manera simple y natural, casi sin darse cuenta; en casa ellos hablan de Dios, de Jesús, de la Iglesia, de los Santos, de los Mártires. No es vida conventual, sino de una familia con Dios.

 Era una familia que gozaba de cierto bienestar: el papá trabajaba en la presidencia del Consejo, y no solo Los Meo rezaban en familia el Santo Rosario sino que eran muy caritativos hacia los pobres. Recuerda la madre que cuando encontraba un pobre “Nenolina quería una monedita y se lo daba con tanta gracia que sus ojos brillaban de alegría a la bendición del beneficiario. Y en casa era siempre ella la que quería dar la limosna cuando los pobres venían a golpear a la puerta”.

VI Domingo después de Epifanía

Introito. Salm. 96.7-8.1-

Adorad a Dios sus ángeles todos; oyólo y alborozóse Sión, y regocijáronse las hijas de Judá.  V/.- Reina el Señor, rego­cíjese la tierra; alégrense todas las islas. Gloria al Padre,

Colecta.-

Concédenos, te rogamos, oh Dios omnipotente, que pensando siempre propósitos rectos, cumplamos  de palabra y de obra lo que a ti te agrada. Por nuestro Señor.

Epístola. Tes. 1.2-10.- 

Hermanos: Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo.  Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera.

Gradual. Salm. 101.16-17.-

Los pueblos venerarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra tu gloria. Porque el Señor reedificará Sión y en ella será visto en su majestad.   

Aleluya. Salm 96.1.- Aleluya, aleluya, V/. Reina el Señor; regocíjese la tierra, alégrense todas las islas. Aleluya.

Evangelio. Mat. 13.31-35

En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas». Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa». Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,  para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo..

Ofertorio. Salm. 117.16-17.- 

La diestra  del  Señor  ha obrado proezas, la diestra del Señor me ha ensalzado; no moriré, sino viviré, y pregonaré las obras del Señor.

Secreta.-

Esta oblación, oh Dios, nos purifique, nos renueve, dirija y proteja. Por nuestro Señor.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Señor, no en ­la individualidad de una persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos tam­bién de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distin­ción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a  una voz. Santo…

Comunión. Luc.4.22.- 

Maravillávanse todos de las palabras que salían de la  boca  de Dios.

Poscomunión.-

Alimentados con las delicias celestiales, te regamos, Señor, que siempre apetezcamos este alimento con que verdaderamente vivimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Partes del Oficio Divino

Ya hemos dicho que el Oficio Divino ha sido repartido entre las principales horas del día y de la noche, para santificarlas todas y dedicárselas al Señor. El Oficio nocturno está distribuido en dos: Maitines y Laudes; y en seis el diurno: Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas; todos los cuales convergen hacia la Misa conventual.

1. Maitines.

Es el oficio de la noche, propiamente dicho. Se abre con una introducción o preparación, cuyas pie-zas principales son el Invitatorio (salmo 94) y el Himno. Siguen los Nocturnos, que son tres en los domingos y días festivos, y uno (en el rito monástico, dos) en las ferias y días simples. Se cierra el Oficio con el himno “Te Deum”.

La noche, con su cielo estrellado, la oscuridad y el silencio imponente, invita a la oración y al recogimiento. Es la hora más propicia para orar, pero también es la más apta para las obras tenebrosas. Para Jesucristo, entregado en manos de la soldadesca, fué la noche el preludio de los terribles tormentos de su Pasión. Por lo mismo es éste un espacio de tiempo que la Iglesia debía santificar con un rezo especial. ¡Qué impresionante y evocador es el toque de la campana que en las ciudades y en la soledad anuncia el principio de los Maitines, sea a las doce en punto de la noche, o sea a las dos, a las tres o a las cuatro de la madrugada! ¡A cuántos sorprende en el crimen, cayendo sobre ellos como una divina amenaza! En cambio, ¡qué alentadora y acariciadora voz es para los enfermos y tristes que padecen insomnio!

Cada uno de los Nocturnos se compone de salmos, entrelazados con antífonas, versos, lecturas de la Biblia, sermones y homilías de los Santos Padres, Actas y Leyendas de los Santos, y responsorios. Así resulta éste el oficio más largo y también el más variado e instructivo de todas las Horas Canónicas.

En los días de gran solemnidad constituyen, sobre todo en las catedrales y monasterios, un espectáculo verdaderamente deslumbrador. ¡No es extraño que muchos reyes y altos personajes de la antigüedad asistiesen a ellos como a un delicioso banquete!

2. Laudes.

Es el oficio de la aurora, a la cual saludan con frecuencia los himnos y salmos que se usan. Es la oración por excelencia de la mañana, así para el sacerdote como para los fieles. Consta de salmos y cánticos, con sus correspondientes antífonas, un himno siempre precioso, versículos y oración-colecta.

El amanecer de cada día es para el hombre y para todas las criaturas como un nuevo nacimiento y una nueva creación. Espontáneamente brota en ese momento de toda la naturaleza un himno de júbilo, el himno de la vida loando a su Autor. Tal es el oficio de Laudes, el oficio de la alabanza por antonomasia, en el que por lo mismo dominan los salmos “Laudate”.

3. Prima.

Hasta el siglo V, al oficio de Laudes seguía, a las nueve de la mañana, el de Tercia, y para llenar este tan largo espacio con algún rezo y así impedir que muchos prolongaran el descanso más del tiempo reglamentario, inventaron los monjes la hora de Prima, que, siendo a las seis, coincidía con la distribución y comienzo del trabajo diario. A los salmos, himno y antífona propios de la hora, añadieron más tarde los monjes una serie de preces expresamente compuestas para ofrecer a Dios las obras y trabajos de la nueva jornada, a continuación de cuyo rezo leíase la lista de los Santos del día (Martirologio) y de los difuntos recomendados (Necrologio).

El oficio de Prima tiene bastante de común con el de laudes, en cuanto a saludar la llegada del sol, evocar la resurrección y dedicar a Dios el nuevo día. Para el ofrecimiento de las obras y obtener la protección divina en el transcurso del día, difícilmente se podrá encontrar en devocionario alguno plegarias más apropiadas. Muchos cristianos, la mayor parte quizá, ni éstas ni otras preces recitan al despertar, y se lanzan atolondrados al azar de la vida diaria, tan llena de peligros para el alma como para el cuerpo. ¿Qué sería 118  de ellos sin los Coros que todas las mañanas, en la hora de Prima, tienden sobre el universo la red protectora de la plegaria litúrgica? Gracias a ella se sustraen a los infinitos peligros que se ciernen continuamente sobre sus cabezas.

4. Horas Menores.

Tercia, Sexta y Nona son designadas generalmente con el nombre de Horas Menores, a causa de su brevedad con relación a las demás. Constan, en efecto, de un himno muy corto, tres salmos o divisiones de salmos, antífona, capítulo breve, responso y oración-colecta. Corresponden, respectivamente, a las nueve y doce de la mañana y a las tres de la tarde; si bien hoy día se las adelanta o atrasa, según el rito, para acomodarlas al horario corriente.

En la hora de Tercia efectuóse la bajada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y por eso este oficio renueva diariamente en la Iglesia este acontecimiento memorable. El himno es una fervorosa evocación al Espíritu Santo, para que se digne venir a habitar en las almas, a fin de renovar en ellas los admirables efec-tos del día de Pentecostés. Be las tres, es Tercia la hora más solemne, y por lo general precede inmediata-mente a la Misa conventual.

A la hora de Sexta, o sea, al mediodía, tuvo lugar la Crucifixión del Señor en el monte Calvario, y, probablemente, su gloriosa Ascensión a los cielos. Tales son los recuerdos que evoca este oficio, si bien no se hace a ellos especial alusión. En cambio, alúdese en el himno al sol abrasador del mediodía y al cansancio natural que se siente después de largas horas de trabajo, y pídese a Dios la robustez del cuerpo y el sosiego de las pasiones, y especialmente de la discordia.

A las tres de la tarde, es decir, a la hora de Nona, murió Jesucristo en el madero de la Cruz; y a esa hora empieza ya a declinar el día y a mitigar el sol sus ardores. Por eso el himno de este oficio alude al fin de nuestra existencia, y pide a Dios que, en cambio del sol muriente, haga brillar a nuestros ojos la luz siempre resplandeciente de la gloria eterna.

5. La Misa conventual.

Ordinariamente después de Tercia, y algunos días, según los ritos, después de Sexta o de Nona, los cabildos y comunidades adictas al coro celebran, con mayor o menor solemnidad, la Misa conventual.

En las catedrales que cuentan con los elementos necesarios, y en muchos monasterios benedictinos, la Misa conventual se celebra diariamente con canto, y donde no, por lo menos con asistencia obligatoria de la Comunidad. Los ministros de la Oración oficial, rodeando en este momento el altar del Santo Sacrificio, forman como la escolta de la tierra ante el trono del Rey Universal. A Él los cantos, a Él las miradas, a Él las ansias de todos los corazones. “¡Digno es el Cordero de recibir la gloria y la bendición; a Él sólo el imperio, la gloria y el honor!”.

La Misa conventual, colocada precisamente en este punto central del día litúrgico, concentra todos los homenajes y adoraciones de la tierra, y distribuye entre los mortales el inmenso caudal de los méritos acumulados por Jesucristo en su Pasión. ¡Si los fieles asistiesen con preferencia a esta Misa conventual, participarían más abundantemente de este reparto general de bendiciones y carismas celestiales!

6. Vísperas.

Los piadosos israelitas, a ejemplo del rey David, se reunían por la tarde en el templo de Jerusalén para asistir al Sacrificio vespertino, que consistía en la inmolación de un cordero. Igual que los israelitas, se congregaban al atardecer los primitivos cristianos para ofrecer al Señor el sacrificio de sus alabanzas, y, de tiempo en tiempo, para celebrar el rito llamado Lucernario, consistente en la bendición del fuego, del incienso y de un gran cirio, hecho todo a la luz de numerosas lámparas y antorchas. De aquel “sacrificio” tomaron origen, muy probablemente, nuestras actuales Vísperas.

Las Vísperas corresponden, en el Oficio diurno, a los Laudes del nocturno, y por eso guardan con éstos gran analogía.

En muchas catedrales y monasterios, las Vísperas suelen celebrarse todos los días con solemnidad, y muy a menudo con ministros e incienso. Así dan mejor la impresión de ser ellas realmente el Sacrificio vespertino. En algunos países es costumbre muy arraigada asistir infaliblemente a las Vísperas dominicales, y muchas iglesias, sobre todo las benedictinas de las ciudades, reúnen escogido número de fieles aún en las Vísperas diarias.  

7. Completas.

Este último oficio diurno es, lo mismo que el de Prima, de origen monástico, y posterior a todos los demás. En Occidente fue, indudablemente, el Patriarca San Benito su primer autor. Se instituyó para completar (de ahí su nombre, que también es de San Benito) ese sagrado septenario número de oficios diurnos, de que habla David. Él le dio también la forma primitiva, que es la que siempre usan los benedictinos, y la que sirvió después de base para componer el maravilloso oficio actual del Breviario romano.

Hay en las Completas un remedo de la lectura espiritual de los monjes (la Capitula), una confesión pública de las faltas del día (el Confíteor y sus anexos), una salmodia muy oportuno, un himno para ahuyentar los malos sueños y fantasmas nocturnos, una Capitula, el cántico de Simeón “Nunc dimittis” con una antífona alusiva a la Muerte y Resurrección de Jesucristo y una serie muy expresiva de versículos, a modo de jaculatorias, que terminan con una Oración pidiendo a los Santos Ángeles acudan a velar el sueño, y la bendición del Presidente o Superior.

Sigue una Antífona a la Santísima Virgen (la “Salve”, el “Ave Regina”, el “Alma Redemptoris”, o el “Regina coeli”) con su oración correspondiente y empieza el sagrado silencio nocturno. Ya pueden dormir tranquilos los cristianos bajo la guardia de sus Ángeles tutelares.

Cuando en una parte del mundo termina, con el Oficio de Completas, el día litúrgico, empieza en otra un nuevo día de oraciones y de cánticos en alabanza de Dios y para bendición de los hombres, y así, todos los días, y todas las semanas, y todos los años de la vida son un ininterrumpido concierto de loores y de plegarias.

                        La flor de la Liturgia, Dom Andrés Azcarate, pág. 117 y ss.

Carta de Alfonso de Ratisbona a su prometida Flora

Roma, 21 de enero de l842

“Querida mía:

Estarás por creerme loco. Tres veces te he anunciado mi partida para la Sicilia y Malta y tres veces, sin poder dar razón a mí mismo, de aquello que sucede en mi, tres veces sucede que, a punto de partir, Roma me atrae, Roma me seduce, Roma me tiene. En Nápoles salía yo  para fijar el lugar en el barco a vapor, y obedeciendo a una fuerza irresistible, cambio súbitamente, involuntariamente de dirección, y corro, no se cómo a la oficina de la diligencia de Roma. En Roma, después de una estancia de menos que dos semanas, tomo mi puesto, lo pago para retornar a Nápoles, y continuar con mi viaje: y de nuevo imprevistamente, involuntariamente por decir así, sin graves motivos, me resuelvo a estar unos días más.

Al fin, yo te avisé de mi definitiva partida para la mañana del sábado: y ahora por la tercera vez  estoy a decirte que Roma aún vence; Roma siempre Roma. Tú te pones celosa, mi querida Flora,  pero tranquilízate y no olvides jamás que solo Dios tiene el poder de hacerme renunciar a tu amor, y aún cuando su voluntad me pusiera sí, a cruda prueba, yo bendeciré su nombre y rogaré continuamente por ti.

Pero, ¿porqué te quedas en Roma, tú me dirás?. La pregunta es justa querida mía,  y  rápidamente voy a hacértelo entender.

Yo he emprendido este viaje un poco por mi salud, un poco por distraerme, un poco por placer, gozo y poquísimo para instrucción.

Mi salud, tú lo sabes,  no estaba por algún modo, alterada: era una disposición melancólica,  una  invisible tristeza,  en medio a las fiestas y a los placeres,  los cuales consumaban todo mi ser,  y agitaba sobre nuestra misma unión, un cierto lúgubre velo. Yo sentía en todo y por todo,  como tú lo sentirás un día, incluso ya si tu razón no te lo ha manifestado hasta ahora, un vacío, cuyo horror me helaba.

San Andrea delle Fratte.- Capilla de las Apariciones

En estos momentos, querida mía,  este vacío espantoso se ha llenado.

Soy el más feliz de los hombres, y mi salud, que era débil y delicada,  encuentra los influjos más beneficiosos. Celébralo también conmigo: es en Roma que he vuelto a resonar. Yo no he tenido nunca gran genio por los bailes, y por las insípidas comitivas, que se llaman la felicidad de este mundo,  nunca -me has dicho tu misma-que yo andaba con un semblante lúgubre. Al contrario tu sabes, querida mía, que siempre he manifestado un entusiasmo por las grandes y bellas cosas, sea en mi viaje en Suiza con respecto al imponente espectáculo de la naturaleza, sea en mi viaje a Italia en medio a los avances de la historia del mundo. Este sentimiento,  que tu llamas poesía (porque tú, mi pobre jovencita, no entiendes de religión, estas obligada a llamarlo con este nombre),  este sentimiento es a Roma que yo puedo satisfacerlo. Roma, el centro de todo aquello que es bello, de todo aquello que es grande, de todo aquello que es eterno:  agradezcamos juntos la infinita bondad divina.

En cuanto a mi instrucción de la cual no pensaba mucho, partiendo de Strasburgo,  puedo asegurarte, querida mía,  que en Roma sin maestros, sin libros he aprendido más en pocos días; al contrario, puedo decir que en pocas horas, de aquello que yo pudiese aprender en toda mi vida,  si no hubiese venido. Une, querida mía, tus oraciones a las mías para  dar gracias a Dios.

Tú te asombras  mi Flora, del tono serio y religioso de mi carta.  Esta hace contraste en modo maravilloso,  prodigioso con las blasfemias que he proferido en mis anteriores cartas, que no era sino una lógica consecuencia de mi irreligiosidad y de la impía atmósfera  en el medio en el cual vivía. Entonces pues, Flora querida,  es un milagro en el verdadero sentido de este vocablo;  es un milagro inaudito aquello, al cual debo un Sí a un inmediato cambio: es por medio de un milagro, que yo soy el más feliz de los hombres. Dios ha visto que yo tenia una gran sinceridad en el corazón,  y después de haberme bien hecho conocer  todo el nada de las cosas humanas, ha permitido que un Ángel Custodio viniese a tomarme verdaderamente de la mano, para hacerme descubrir la verdadera felicidad, es decir, la verdad. Te repito, mi querida Flora,  que no estoy loco  porque desgraciadamente (digo nosotros  porque no es largo el tiempo en que yo era tal), nosotros amamos antes que creer a la locura, que a la manifestación de la divina providencia; porque en la familia no se piensa más en la religión, y además porque la religión, en la cual nosotros vivimos,  no en la cual hemos creído vivir no puede negar que al ridículo o al imposible. Y lo juro, querida mía,  las disposiciones repentinas, en las cuales yo me encuentro, no son debidas; sino a un milagro.

Sé bien a cual burla, a cual escarnio yo me expongo de parte de aquellos que ríen de todo (y yo era de estos hace poco tiempo), que ríen incluso de Dios, no obstante sus maravillas de cada día. Yo no me lamento de sus incredulidades;  pero les compadezco por sus ignorancias y presunciones,  y los desafío a probar mi conversión, de lo contrario, de otra manera que merced que un milagro seria por sí mismo el gran milagro.  Este milagro tú lo conocerás;  yo no quiero hablarte de ello aún hoy, no es que te crea indigna de conocerlo; no, que demasiado yo estoy tranquilo sobre tus sentimientos, pero es necesario que tu seas preparada a agregar fe. Te abrazo tiernamente con toda mi querida familia. Escríbeme a Roma, donde yo estaré hasta nueva disposición.” 

Extraido del libro: “La Meraviglia Romana dell´Immacolata”

P.A. Bellantonio, dei Minimi.

II edizione- Roma 1973.