La conciencia. Segunda parte

Debemos instruirnos en la ley de Dios.

No os asustéis, lectores amados. No es un estudio difícil el que se os exige. No tenéis que aprobar la carrera de teología moral o dogmática. Se os exige mucho menos que eso, aunque acaso mucho mas que lo que estudiáis y sabéis.

La formula es bien sencilla. Todos los que queremos hacer lo que debemos, tenemos que estudiar la doctrina cristiana, el Catecismo. El Catecismo puede decirse que es el libro de texto de nuestros deberes, la esencia de la instrucción cristiana, el resumen de nuestro código, el compendio de nuestras obligaciones. Su estudio es, por consiguiente, el principio de lo que debemos hacer, y el primer paso en la carrera de nuestro deber.

Y este deber es mucho mas importante de lo que algunos se figuran. Ciertamente, no es esencial para salvarse saber todo el Catecismo. Dicen los teólogos que absolutamente necesario para salvarse es creer que hay Dios y que es remunerador y castigador de buenos y malos. Y sin esto aseguran que no es posible la salvación.

Pero esto es muy poco. Y aunque no sea absolutamente necesario para la salvación, pero es necesario y tenemos grave obligación, si podemos, de creer, y saber de alguna manera los artículos de la fe, los mandamientos de Dios, los sacramentos de la Iglesia, y, en fin, la oración dominical y en general el modo de orar. Pues bien, todo eso cae precisamente bajo la denominación de Catecismo. Estaría muy equivocado el que oyendo este nombre, por ser el Catecismo libro de escuela, creyese que solo era para la escuela. Porque en la escuela se pone para empezar ya a conocer la ley y la obligación que tenemos que observar después cuando mayores. Y en realidad cuando mas debemos saber el Catecismo es cuando salimos de la niñez a las luchas de la vida.

No es preciso estudiar las formulas, y mucho mejor es saber las explicaciones que las formulas del Catecismo. Sin embargo, conviene muchísimo saber también las formulas, es decir, el Catecismo tal cual se aprende de memoria en la escuela. Porque, al fin y al cabo, la manera de quedarse con la doctrina es esta, lo mismo en la Doctrina cristiana que en Matemáticas y en otras muchas ciencias y doctrinas.

Mas cuando mayores, debemos con todo cuidado saber la explicación y obtener la inteligencia del Catecismo. Para lo cual deberíamos acudir a las explicaciones que los párrocos u otros sacerdotes hacen según su obligación al pueblo, o también tener y leer libros muy preciosos que sobre el Catecismo se han escrito.

Muchas veces los hemos recomendado, y ahora de nuevo los recomendamos, y para citar algunos de tantos como existen y muy buenos, señalaremos los de los PP. Arcos, en un tomo; Schouppe, en dos tomos; Spirago, en tres tomos; Deharbe, tal vez el mejor de todos, en cuatro, y con el apendice de Historia en cinco, y ademas los de Schmid, y el Manual del Catequista Católico, por Perardi, y el Catecismo Mayor, de S. S. el Papa Pio X, explicado por Dianda, los cuales dos últimos ha traducido recientemente el P. Portillo.

Cualquiera de estos es muy apto y conveniente para las familias cristianas, y si en ellos estudiásemos, ya tendríamos piedad mas sólida. Son preferibles estos libros, aun para lectura espiritual, a esos otros llamados piadosos, y que lo son, pero que mas atienden al sentimiento, acaso exagerado, que a la instrucción justa y sólida y presuponen el conocimiento de la doctrina. Y para formar la conciencia bien y como se debe, no hay mejor libro que un buen Catecismo explicado.

Otros modos de formar la conciencia.—

Además de este medio de formar la conciencia que es el principal, hay otros también muy provechosos que enumeraremos ahora, aunque de cada uno de ellos hemos de hablar mas despacio en otras ocasiones.

Las lecturas de libros buenos son uno de los medios mas excelentes. Y es de suma importancia formarse el cristiano una biblioteca de ellos, o tomarlos prestados de los amigos, de las bibliotecas parroquiales o de algunas congregaciones. Hoy tienen el lugar de buenos libros las buenas revistas, y aun los buenos periódicos.

Los sermones y pláticas, y no tanto los brillantes, magníficos, elevados y sublimes, que suenan bien pero no enseñan nada, como otros, que, mas sencillos en apariencia, contienen mucho mas meollo de sustento. Acudid a estos y premiad con vuestra atención el sacrificio de amor propio que hacen muchos predicadores, que prefieren enseñaros y haceros bien, a ganar gloria y aplauso mundano.

La compañía y el trato con gente buena es de los mejores medios para educarse y formarse la conciencia. ¡Qué diferencia va de un hombre criado «en familia timorata, de un joven acompañado de buenos amigos, de una joven que vive en buena sociedad a los que carecen de este recurso! Sobre todo, las buenas conversaciones valen en muchas ocasiones mas que los sermones, mas que las lecturas y mas que las misiones.

Entre los ejercicios ascéticos propios para formar la conciencia, los mas útiles, y utilísimos de verdad son la meditación precedente a los actos del día, y el examen al fin del día de lo que durante el se ha hecho. Eficaces como pocos son estos medios.

En fin, la practica, los actos de virtud cristiana, ese es el mas suave y seguro medio de ir adquiriendo buena conciencia. Ninguno la tiene mejor que los varones santos y virtuosos, porque ninguno practica mejor lo que la conciencia dicta. Con lo cual se van acostumbrando prácticamente a sentir con rectitud de las cosas.

Puntos de Catecismo, Vilariño, S. J.

La conciencia. Parte primera.

Que es conciencia.

Conciencia es el juicio próximo práctico que tiene cada uno acerca de la bondad de la acción que va a hacer. Ya dijimos que la norma de las acciones es la ley. Mas esta ley nosotros nos la aplicamos a nosotros mismos por medio de la conciencia, por donde para nosotros la ley en tanto es norma en cuanto se nos manifiesta por medio de la conciencia. No es la conciencia una facultad distinta de la razón; es la misma razón que se llama conciencia cuando versa sobre la moralidad, sobre la bondad, o malicia de nuestras acciones propias, cuando nos dicta lo que la ley manda hacer en cada caso particular que se nos va presentando. Presupone el conocimiento de la ley y hace su aplicación a nuestros casos personales.

Llamase conciencia porque es una ciencia intima mas que ninguna otra, una ciencia aplicada a nosotros mismos, que metida en nosotros no enseña a otros, sino nos dicta a nosotros mismos nuestro deber, si podemos o no hacer alguna cosa, o también después de hecha, si hemos obrado bien o mal. Y por eso se llama conciencia, como quien dice ciencia con nosotros, acerca de nosotros, para nosotros, ciencia interior, de nuestro espíritu, que versa y se consuma en lo mas intimo que tenemos nosotros, que son nuestras acciones morales.

La ley, norma de lo que se debe hacer.—La conciencia, norma de lo que debemos hacer.

La ley es norma de lo que debe hacer el genero humano. Mas como la ley pasa a nosotros por medio de la razón, y solo por medio de la conciencia se pone en contacto con nosotros, de nada nos serviría que existiese la ley si ella no entrara, como quien dice, en nuestra conciencia, y no nos dictara por medio de ella lo que nosotros debemos hacer en cada caso. Por eso, en ultimo termino. la norma de nuestras acciones es la conciencia.

Cada cual debe obrar según su conciencia.

La conciencia tiene fuerza obligatoria. Porque si bien la fuerza obligatoria es de la ley propiamente hablando, mas como la conciencia no es otra cosa que la ley aplicada a cada una de las acciones, síguese claramente que la misma fuerza que la ley tiene la conciencia. Por lo cual, así como la ley, por tener su fuerza de la voluntad de Dios, se llama voz de Dios, así también voz de Dios es llamada, y con razón, nuestra conciencia.

Ahora bien, así como la ley en si siempre es verdadera y buena, así, al contrario, la conciencia no siempre es buena, o mejor dicho, no siempre es recta y verdadera. Porque puede el hombre equivocarse, puede distraerse y olvidarse, puede errar, y esto unas veces sin culpa, otras por culpa suya. Por lo cual, conviene que sepamos antes que nada lo que debemos hacer con nuestra conciencia, y como debemos formarla si queremos proceder sin culpa y obrar conforme a la ley.

Diversas clases de conciencia.

Puede nuestra conciencia ser recta o errónea, según nos dicte lo que es conforme a la ley o lo que es distinto de la ley, la verdad o la mentira. Cuando es recta o verdadera, puede ser cierta o dudosa, probable o improbable, según dicte las cosas con firmeza o certidumbre o con duda y vacilación, con algún motivo o sin ninguno que valga. Y cuando no es recta, puede ser laxa o demasiado ancha, si sus dictámenes son menos severos que la ley; desgarrada o rota, si por efecto de los muchos pecados ya apenas nos dicta ninguna ley, y desprecia hasta las mas graves culpas; farisaica, si dando mucha importancia a menudas cosillas de ningún momento, da poca o ninguna a las mas graves; y por el contrario estrecha, si aprieta mas que la ley, exagerando los preceptos; escrupulosa, si en todas las cosas esta viendo y temiendo leyes morales y pecados, o, en fin, perpleja, que encuentra pecados por ambas partes, por una acción y por la contraria.

Estos defectos, además, los puede tener nuestra conciencia culpable o inculpablemente.

Nuestra primera obligación: formar la conciencia.—

Nuestra primera obligación es formar bien la conciencia, adquirir en cuanto podamos una conciencia recta, que nos dicte siempre en cada caso ni mas ni menos que lo que manda la ley. Porque si debemos obrar en conformidad con la ley, y la ley solo se nos manifiesta por medio de la conciencia, es preciso que, cuanto esta de nuestra parte, procuremos que la conciencia este conforme con la ley, para que así estén nuestras acciones conformes con la voluntad de Dios.

Digo en cuanto podamos, porque no es posible que el hombre sepa siempre rectamente lo que debe hacer; muchas veces nos equivocamos, muchas ignoramos la ley, muchas la entendemos mal. Hay muchos hombres que tienen muy poco entendimiento y alcanzan muy poco de la ley, o no tienen tiempo para estudiarla como conviene, ni tal vez persona a quien preguntar, y acaso ni caen en la cuenta de que deben preguntar o no se atreven.

Cuando así sucede sin culpa ninguna del hombre, entonces Dios no le exige mas que el que obre según su conciencia, aunque esta sea errónea, si es sin culpa ninguna suya. Porque la ley general, antes que ninguna otra, dada por Dios al hombre, es que proceda según el dictamen de su razón y que haga lo que esta le dicte, y se abstenga de lo que esta le prohíba.

Gran consuelo para evitar ansiedades inútiles, que suelen tener algunas personas, porque después de haber obrado según lo que ellas creían bueno y licito y tal vez santo, descubren que la ley de Dios condenaba lo que ellas habían hecho! Nadie se condenara, nadie desagradara a Dios, nadie pecara si obra conforme a su conciencia, aunque esta sea errónea sin culpa; porque Dios no castiga las equivocaciones o errores inculpables, sino los delitos de la voluntad que quiere el mal a sabiendas.

Por el contrario, esas personas, si en aquellos casos hubieran obrado contra su conciencia, hubieran hecho mal, aunque sin saberlo hubieran obrado conforme a alguna ley; porque Dios manda obrar según la conciencia, y esta ley es superior a las otras.

Ahora bien, pudiera ser que el hombre tuviese conciencia errónea, no precisamente por equivocación o defecto natural y sin culpa, sino porque no quiso evitar el error, porque descuido culpablemente su instrucción, porque no formo, como debía y podía, su conciencia; y en ese caso, no pecara por obrar conforme a su conciencia, llegado el caso, pero si pecara porque quiso el error y la falsedad de su conciencia, y de ello será responsable ante Dios.

En efecto, el que sin culpa suya ignora una. ley o la entiende mal o tiene algún error, no peca obrando conforme a esa conciencia; porque tiene obligación de obrar según ella, y por otra parte no tiene culpa en su error. Mas el que por culpa suya ignora una ley, o la entiende mal, o tiene algún error, peca aunque obre según y conforme a su conciencia, porque, si bien debe obrar según su conciencia, pero debe evitar el error, y tiene culpa en su error. Ahora bien, .,¿cómo formar bien la conciencia de modo que no tengamos culpa? Estudiando la ley de Dios, expresión de la voluntad divina.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.

Culto a la Virgen

Uso del Avemaría.

Esta oración es usada frecuentemente en la Iglesia de Dios. Pío V, en 1568, mando a los sacerdotes que comenzasen el Oficio divino rezando antes un Padrenuestro con Avemaría y Gloria. El Ave sola se frecuento mucho en el siglo VII. La costumbre del Angelus vespertino es del siglo XVI y en este mismo siglo se añadió el matutino y en el XV el meridiano. Desde el siglo XII dicen algunos que se uso el rezar 150 Padrenuestros y luego 150 Avemarías en honor de la Virgen. Luego Santo Domingo instituyo el Rosario que tenemos, que es la mejor devoción de las Avemarías y tiene muchísimas indulgencias. También es muy usada y devota y se tiene como señal de predestinación, si se reza frecuentemente, la preciosa devoción de las tres Avemarías.

Las tres Avemarías.

El origen de esta devoción es una revelación de que se habla en la vida de Santa Matilde; la misma Virgen, según se dice, revelo a esta Santa que le era muy agradable que le rezasen tres Avemarías en honra de los tres privilegios con que la doto la Santísima Trinidad, comunicándola el Padre su poder, el Hijo su sabiduría, el Espíritu Santo su misericordia.

Otros fieles suelen también venerar en estas tres Avemarías la triple Virginidad de la Madre de Dios: antes del parto, en el parto y después del parto. Y son mucho \ los que, aun después de haber abandonado otras practicas, no dejan de rezar tres Avemarías diariamente al tiempo de acostarse o en otro tiempo del día. Hazlo tu así por tu vida eterna. En fin, también es muy buena costumbre española la de rezar una Avemaría al sonar el reloj, como lo decía San Alfonso María de Ligorio. Y en España suelen muchos añadir: “Bendita sea la hora en que vino Nuestra Señora del Pilar a Zaragoza”.

Complemento del Padrenuestro.

También es digno de notarse que en el pueblo cristiano el Avemaría es considerada como un complemento del Padrenuestro y que raras veces rezan el uno sin añadir la otra y el Gloria. Casi espontáneamente viene el Avemaría después del Padrenuestro.

Quien dijo la Salve.—

La Salve es otra oración a la Virgen, la principal, sin duda, después del Avemaría. Como dice muy bien el Catecismo, esta oración la tiene recibida o aceptada la Santa Madre Iglesia, es decir, la considera como propia suya y la usa con suma reverencia o como una antífona de merito y valor singular.

Y por eso los fieles también la estiman como una joya de su eucologio o devocionario. En cuanto al autor que tuvo la inspiración de componerla, hay discusiones. Muchos atribuyen la Salve a San Bernardo. Pero no parece se pueda sostener esta opinión. Lo que parece mas cierto es que la compuso Pedro de Mezonzo-, monje primero de Santa María de Mezonzo, Abad después de Antealtares y Obispo, en fin, de Santiago de Compostela, que, nacido en 930, presencio en Galicia, por una parte, las invasiones devastadoras de los normandos en su juventud y mas tarde las invasiones destructoras de Almanzor. Esta oración, nacida en Galicia en estos tiempos tan calamitosos, en el valle que cerca de Curtis riega el risueño Tambre, llevada acaso por los innumerables peregrinos que afluían a Santiago, difundióse de tal modo, que a principios del siglo XII ocupaba ya un lugar principal en las Antífonas de la liturgia y era cantada por todos los monasterios cistercienses y cluniacenses. Un siglo después la cantaban en todos los conventos de los Dominicos. Y ya la canta toda la Iglesia. Gonzalo de Berceo, el primitivo poeta, en sus “Miracles de la Virgen”, refiere en el onceno que un labrador era arrebatado al infierno, mas los ángeles dijeron que era devoto de la Virgen y le dejaron libre. Y entonces añade devotamente: “Nonme tan adonado e de vettut tanta * que a los enemigos seguda e espanta. * Non nos debe doler nin lengua nin garganta, * que non digamos todos: Salve Regina sancta«.

Hermosura de la Salve.

Es singularmente hermosa esta oración. Llena de suave melancolía y de profundísimo sentimiento, parece un eco natural de todos los corazones y tiene tales ideas y tales sentimientos y tales expresiones, que han entrado como quien dice en el tesoro de lo proverbial, de lo que todo el mundo entiende, sabe y siente. Y como dice muy bien Astete, la Iglesia la ha aceptado para pedir por ella favor a Nuestra Señora.

Otras oraciones a la Virgen.

Además del Avemaría y de la Salve, hay otras muchas oraciones y plegarias a Nuestra Señora, muy devotas. El Oficio divino esta lleno de ellas y las tiene para diversos tiempos. Para citar las mas notables, mencionaremos el Sub tuum praesidium, “bajo tu amparo nos acogemos”, etc.; el Ave Maris Stella, “Salve Estrella del mar”, himno muy devoto y usado; el Memorare o “Acordaos”, tan repetido y con razón por los fieles; la oración llamada eficaz, por la fuerza que la experiencia ha demostrado que tiene para vencer las tentaciones contra Ja castidad: es la que empieza “!Oh Señora mía!, !oh Madre mía!” etc., y la compuso el P. Zucchi, de la Compañía de Jesús; es una de las mas sencillas consagraciones de si mismo a la Santísima Virgen.

Las letanías Lauretanas.

Merecen párrafo aparte las letanías Lauretanas, es decir, de Loreto, llamadas así por recitarse o cantarse en Loreto, de donde se difundieron a todas partes. No se conocen letanías de la Virgen antes del siglo XII. Eran una imitación de las de los Santos, en las que con varios títulos o elogios se repetía indefinidamente la invocación Sancta María, Ora pro nobis. Solían rezarse en tiempos de tribulaciones o calamidades públicas. Entre estas letanías hay que señalar el grupo de algunas que podríamos llamar prelauretanas, porque son como el preludio de las que después se formaron definitivamente y han sido aprobadas por la Iglesia. De estas las de Loreto son o una compilación excelente o unas letanías, las mejores de todo el grupo, y aparecen escritas la primera vez en 1576; pero debieron de rezarse bastante antes y acaso en las pestes del siglo XV, cuando el nombre de Loreto tanto se esparció por el mundo y tantas rogativas se hacían contra la invasión de los turcos. De todos modos, ya estas letanías son aprobadísimas y usadísimas en la Iglesia.

El Oficio Parvo.

También el Oficio Parvo es una devoción muy hermosa a imitación del Oficio ordinario de los sacerdotes, pero mas breve. Tiene muchas indulgencias. Y mas breve y sencillo todavía es el Oficio de la Inmaculada Concepción, del cual algunos creen que es autor San Alonso Rodríguez, aunque no fue sino incansable propagador.

Devoción a la Santísima Virgen.

Por todo lo que llevamos dicho, la devoción a la Santísima Virgen en la Iglesia católica es de suma importancia: como que se la tiene por signo de predestinación y como señal segura de que se salvara el alma que la tenga. Por lo cual nos conviene mucho tener la devoción verdadera y no falsa. Porque como advierte muy bien el P. Segneri, así como los monederos falsos no falsifican de ordinario sino monedas preciosas, las de oro, a ser posible, y los billetes, así el demonio procura falsificar también las devociones mas preciosas para que vivamos engañados y a muchos les hace creer que el rezo de algún Avemaría o alguna medallita o cosa parecida es una verdadera devoción. Y no es así. Es cierto que esa devociones son buenas, y es tan benigna la Virgen, que a muchos por tan poca cosa ha concedido grandes gracias; mas no es esa la verdadera devoción.

La verdadera devoción es tener tal conocimiento y, sobre todo, afecto a la Virgen María, que la estimemos muchísimo y con frecuencia nos acordemos de ella, para festejarla, para manifestarle nuestro amor, para obsequiarla con actos de virtud, para invocarla. Ved lo que hace un hijo con su madre a quien bien quiere y haced eso mismo en lo espiritual con vuestra Madre la Virgen.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.

La infalibilidad papal. Parte primera.

Infalibilidad del Papa.—

A muchos les escandaliza este dogma, pero, en gran parte, es porque no lo entienden. He aquí lo que contiene la doctrina de la infalibilidad del Papa: 1 Estamos obligados a creer al Papa en materias de fe y de costumbres.—2.° Lo cual supone que es infalible en estas materias.—3.° Pero solo lo es en estas materias.—4.° Y solo cuando habla como Papa, enseñando a toda la Iglesia y definiendo ex cathedra.—5.° Y esto no por su excelencia de entendimiento humano, ni por su ciencia, sino por la asistencia especial del Espíritu Santo.

Siempre ha creído esto la Iglesia. Pero para cerrar los labios a algunos que lo negaban o tergiversaban o confundían, el Concilio Vaticano definió expresamente, después de mucha y muy abundante discusión, “que es dogma de fe que el Romano Pontífice cuando habla ex cathedra es decir, cuando ejerciendo el oficio de pastor y doctor de todos los cristianos con su suprema autoridad apostólica, define alguna doctrina que deba tener toda la Iglesia acerca de la fe o de las costumbres, en virtud de la asistencia divina, que se le prometió en la persona de Pedro, tiene toda la infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviese la Iglesia para definir la doctrina de la fe y las costumbres”.

Siempre en la Iglesia católica la creencia en el Papa se ha tenido como señal de ortodoxia y espíritu cristiano. Siempre, desde la antigüedad, ha sido respetada; por lo cual al Papa iban todas las consultas dificultosas; y el juicio del Papa se aceptaba como supremo e irreformable; y los sospechosos apelaban y buscaban la aprobación del Papa; y los juzgados herejes por el Papa quedaban declarados herejes definitivamente. Por eso vino a ser axioma aquel dicho tan conocido: Roma locuia cst, causa finita est: “Ha hablado Roma; se acabo la disputa”.

Esta infalibilidad se la concedió a Pedro Jesucristo, al dirigirle las palabras antes citadas. Porque Jesucristo fundaba una Iglesia que se apoya en la fe y se rige por la fe; una Iglesia que es el reino de la verdad; y si Pedro y sus sucesores, encargados de gobernar esta Iglesia, pudiesen equivocarse en la fe y doctrina de las costumbres, no podrían ser fundamento de ella.

Explicación de la infalibilidad pontificia.—

Vamos a explicar un poco mas esta infalibilidad, para que conozcan bien todos los católicos del pueblo un punto tan importante. Y veamos que es infalibilidad, quier la tiene, en que se funda, a que se extiende, cuando se tiene y cuanto es su alcance.

Que es infalibilidad.—

Infalibilidad es una imposibilidad de equivocarse o engañarse. Infalible es lo mismo que inequivocable. El que no puede equivocarse es infalible. Esta infalibilidad puede ser o por la suma sabiduría y ciencia de la persona, o por alguna condición exterior que acompaña a esta persona; Dios “es infalible por su ciencia, por su propia naturaleza y esencialmente. Puede, sin embargo, Dios comunicar a otro entendimiento tanta ciencia que sea infalible también en todo o en determinado genero de doctrina. Puede también disponer las cosas con su Providencia de tal modo que no se equivoque una persona, porque El cuando hubiera de equivocarse la guia y aparta del error, y le impide por los medios que tiene su suave y fuerte Providencia enunciar el error. Esta ultima es la que tiene el Papa.

Quien tiene infalibilidad.—

Los católicos sabemos que la Iglesia, en general, tiene infalibilidad. En la Iglesia, según la institución de Cristo, hay súbditos y prepositos; hay doctores y discípulos; hay ministros que administran y fieles que reciben la santificación, por este ministerio; hay, en fin, como suele decirse, una parte de la Iglesia, iglesia discente (que aprende), y otra, Iglesia docente (que enseña). Pues bien; los católicos sabemos que la Iglesia es infalible de estas dos maneras: en creer y en ensenar. Es a saber: que la Iglesia cuando en general y universalmente cree una cosa, no se equivoca. Podrán equivocarse algunos y aun muchos católicos; pero cuando los católicos, en general, moralmente todos creen una cosa, o, lo que es lo mismo, cuando la Iglesia cree una cosa, no se equivoca. Lo mismo puede decirse de la Iglesia docente, que aun cuando los Obispos, cada uno de por si, sean falibles, pero el cuerpo episcopal, cuando, ya este unido en concilio universal, ya este disperso por el mundo, conviene en general en una doctrina, es infalible.

Mas como es difícil que el pueblo conozca cuando la Iglesia, así creyente como docente, conviene suficientemente en punto de doctrina, la Providencia ha dispuesto que en la Iglesia haya un hombre que tenga también la infalibilidad, el cual puede o por si mismo pronunciarse sobre la verdad o falsedad de las doctrinas religiosas, o ser juez y definir por lo que ve en la Iglesia creyente o docente, lo que en ella se cree y se enseña. Este es el Papa, cabeza y oráculo infalible de la Iglesia infalible.

En que se funda la infalibilidad.—

No se funda en la naturaleza o ciencia o entendimiento de los hombres, o del Sumo Pontífice, sino en la providencia de Dios, que de tal modo guía a la Iglesia y al Papa, que no permitirá que se equivoquen, aun cuando fuesen de poco talento.

A que se extiende la infalibilidad.—

La infalibilidad se extiende a toda doctrina de la fe y de las costumbres. Mas no se piense que solo se extiende a lo que es estrictamente de fe y esta revelado, sino tambien a todo lo que esta unido con la fe de tal modo, que sin ello no pudiera conservarse integra la fe.

Así el Papa es infalible en definir cuales son los libros sagrados y su interpretación, y cuales son las tradiciones de fe, y su sentido y aplicación. Es infalible en la redacción y explicación de los credos y cánones dogmáticos. Es infalible en explicar los preceptos morales y los consejos evangélicos.

Además es infalible en la explicación de todos los puntos de filosofía que estén unidos con las verdades reveladas, y sean necesarias para explicarlas. Es infalible en sancionar o declarar las obligaciones necesarias para la salvación o virtud cristiana, por ejemplo, las maneras de administrar los Sacramentos. Es infalible en aprobar las ordenes religiosas, y declarar que tal o cual Regla y modo de vida religiosa es santo y conforme h la perfección evangélica.

Es infalible en la canonización solemne de los Santos. Y aun, según muchos, en la beatificación de los siervos de Dios. Y, en fin, en otras muchas cosas que pertenecen a la doctrina de la Iglesia, y a las buenas costumbres y santificación de las almas. Mas la infalibilidad de la Iglesia, y lo mismo la del Papa, no sirve ya para nuevos dogmas u inspiraciones, sino para exponer y definir las verdades que ya fueron reveladas. No aumentan ya los dogmas, sino que únicamente, cuando alguno esta oscuro y dudoso a los fieles, el Papa lo define claramente.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.

La Bula de la Cruzada

Que dias de penitencia quedan con la Bula.—

Quedan solo 24 días de ayuno y 10 de abstinencia:

Días de ayuno.—Durante la Cuaresma, los miércoles, viernes y sábados. Tres vigilias: de Pentecostés, de la Asunción y de Navidad.

Días de abstinencia de carne y caldo de carne.—1.° Con ayuno: Viernes de Cuaresma y las tres vigilias: de Pentecostés, de la Asunciónde Nuestra Señora y de Navidad. 2.° Sin ayuno: La ley de solaabstinencia no obliga ya en ningún día, pero al clero, tanto secularcomo regular es decir, a los de ambos cleros que al menos estántonsurados, se les exhorta vivamente a que guarden abstinencialos tres viernes de las Témporas de Pentecostés, Septiembre yAdviento.

Es de advertir que la vigilia de Navidad, tanto en el ayuno como en la abstinencia, se anticipa al sábado anterior de las Témporas de Adviento.

Que forma de abstinencia hay que guardar con la Bula.

Solo hay que abstenerse de carne y de caldo de carne. Pero en todas las comidas, colaciones y refecciones se pueden tomar condimentos de grasa de cualquier clase (manteca de cerdo, tocino derretido, aun los chicharrones que quedan después, si no son mucha cantidad que no pueda decirse condimento, sino comida, grasas de todo genero de animales, mantecas artificiales, etc.). El caldo de carne se equipara a la carne por muchas razones; pero sobre todo porque así lo prescribe la Iglesia.

Que forma de ayuno hay que guardar con la Bula.

Hay que guardar el no hacer sino una sola comida. Pero puede tomar, como antes, la parvedad a la mañana y la colación.

Comida.—Se puede tomar lo que se quiera en cantidad y calidad, lo mismo que sin Bula.

Parvedad.—Se puede tomar, en calidad, lo que no sea carne, ni caldo de carne, aunque sean lacticinios y huevos y caldo de tocino y pescado. En cantidad (lo mismo que sin Bula), cualquiera puede tomar dos onzas, y con ve motivo algo mas. Solo pasando cuatro a cuatro y media se excede gravemente. Y no ha de tenerse enesto escrúpulo matemático, sino buena voluntad y proceder sencillo.

Colación.—Se puede tomar, en calidad, lo mismo que en la parvedad. En cantidad (lo mismo que sin Bula), cualquiera puede tomar ocho o diez onzas, y si se tiene algún motivo, aunque leve mas, como no se exceda de catorce, por ejemplo, aunque en esto es muy difícil andar con pasos matemáticos. Tanto mas cuanto que no es fácil apreciar la cantidad que habría de descontarse, según las ensaladas sean mas o menos caldosas y tengan mas o menos agua. Ni porque se permitan huevos y lacticinios y pescado se debe creer que hay que disminuir la cantidad, pues el Pontífice nada dice de esto, sino que únicamente quiere conceder una gracia.

Claro que de suyo cae uno en la cuenta de que tomarse toda una colación de solo huevos y lacticinios no seria penitencia. Pero esto nadie lo hace.

Distintas clases de alimentos.—Hay que advertir, sin embargo, que si los alimentos son especialmente flojos en nutrición, se podrá tomar algo mas de ellos que de los nutritivos. Y como en estos y en los lacticinios y huevos puede haber dificultades, indicaremos las opiniones que mas amplitud conceden entre los moralistas, pero que nos parecen solidamente probables dejando la discusión de ellas a los doctos y a las escuelas.

Alimentos cocidos.—Es seguro que se pueden computar las ocho onzas de alimentos sólidos y secos antes de cocerlos en agua, y, por tanto, prescindiendo del liquido no nutritivo en que se aderezan.

Alimentos flojos.—Hay alimentos flojos, como, por ejemplo, verduras, frutas tiernas, líquidos muy acuosos, etc. De estos es seguro que se pueda permitir mas que de los otros; tanto mas o menos cuanto sean mas o menos nutritivos relativamente.

Alimentos de lactinicios y huevos.—Algunos pretenden que cuando se tome leche o huevos o pescado en la parvedad o colación se ha de disminuir la ración; ya dijimos que no hay tal obligación.

Respecto a la leche, lo se ha de pesar su peso total, porque entonces apenas se podría tomar sino una jícara de leche. Pero con toda razón algunos autores consideran la leche como un alimento acuoso, y proponen, como equivalente de una onza de alimento nutritivo, unas siete u ocho onzas de leche, a las cuales se puede añadir, en el desayuno, otra onza de pan, y a la noche, en la colación, lo correspondiente a lo permitido en ella.

Es de advertir que mil gramos de leche equivalen a un litro, y una onza equivale a unos treinta gramos.

Dentro de estos términos, que son los mas anchos que se enseñan por los moralistas, pero que juzgamos solidamente probables y seguros en la practica, cada cual puede estrecharse lo que quiera y cuanto mas, mejor, si no hay inconveniente.

Facultad de dispensar

Los propios Prelados, los Párrocos, los Superiores en las ordenes exentas, y los sacerdotes que tengan delegación apostólica, pueden dispensar a los fieles, por justo y racional motivo, de los ayunos y abstinencias. No se requiere para ello causa grave, porque esta causa grave de suyo excusa a los fieles de ayunar. Sino causa justa o razonable, aunque de suyo no baste para excusar o sea dudosa; así, por ejemplo, el estudio, alguna ocupación seria, disgustos de familia cuando los padres o superiores ven mal el ayuno o la vigilia de sus hijos, la dificultad en obtener comidas de abstinencia, los viajes y muchos motivos que se duda si son o no suficientes, etc.

Puntos de Catecismo, Vilariño, S.J

Comentario al domingo de Sexagesima

La Iglesia pone a nuestra consideración, la historia de Noé y el diluvio universal. A pesar de la severidad de sus avisos, no logró recabar Dios la fidelidad y sumisión del linaje humano. Se ve forzado a echar mano de un castigo terrible contra este nuevo enemigo. Ha encontrado, sin embargo, un hombre justo, y trabará nuevamente en su persona alianza con nosotros. Antes, empero, quiere que nos persuadamos que es dueño soberano, y en el instante por El escogido, se anegará el hombre, tan ufano de su ser prestado, bajo las ruinas de su morada terrenal.

Daremos aquí, por de pronto, como base de las enseñanzas de esta semana, algunas líneas del Génesis, sacadas del oficio de maitines del día.

Viendo Yavé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y cómo todos sus pensamientos y deseos sólo y siempre tendían al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, doliéndose grandemente en su corazón y dijo: «Voy a exterminar al hombre que hice de sobre la haz de la tierra; al hombre, a los animales, a los reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho». Pero Noé halló gracia a los ojos de Yavé.

Estas son las generaciones de Noé: Noé era varón justo y perfecto entre sus contemporáneos, y siempre anduvo con Dios. Engendró tres hijos, Sem, Cam y Jafet. La tierra estaba corrompida ante Dios, y llena de toda iniquidad. Viendo, pues, Dios que todo en la tierra era corrupción, pues toda carne había corrompido su camino sobre la tierra, dijo a Noé: «Veo venir el fin de todos, pues la tierra está llena de sus iniquidades y voy a exterminarlos a ellos con la tierra.»

La catástrofe que entonces se abatió sobre el linaje humano fue también fruto del pecado; pero hallose al menos un hombre justo, y él fue quien salvó el mundo de la ruina total, por él y su familia. Después de dignarse renovar su alianza, permitió Dios ser repoblada la tierra y los tres hijos de Noé fueron padres de las tres grandes razas que la pueblan. Este es el misterio del oficio durante esta semana. El de la Misa, que está figurado por el precedente, es aún más importante. En el sentido moral, ¿no está sumergida la tierra en un diluvio de vicios y de errores? Menester es ser pueblo de hombres temerosos de Dios como Noé.

La palabra de Dios, simiente de vida hace que nazca esta nueva generación. Y esa palabra de Dios produce estos hijos de que habla el discípulo amado, «que no son nacidos de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de Dios, sino de Dios mismo’«. Esforcémonos a entrar en esta familia, y, si por ventura somos ya miembros de ella, guardemos mimosamente nuestra dicha. Se trata estos días de esquivar las olas del diluvio, de buscar asilo en el arca de salvación; se trata de llegar a ser esa buena tierra en que la semilla da el ciento por uno. Procuremos huir de la cólera futura para no perecer con pecadores, y mostrémonos ávidos de la palabra de Dios -que ilumina y convierte las almas ‘.

MISA

Celébrase en Roma la estación en la basílica de S. Pablo Extramuros. En derredor de la tumba del Doctor de las naciones, del propagador de la semilla divina, del padre de tantos pueblos por su predicación, reúne a sus fieles hoy la Iglesia romana; quiere recordarles que el Señor libró a la tierra con la condición de que se pueble de verdaderos creyentes y adoradores de su nombre.

El introito, sacado del libro de los Salmos, implora el socorro del Señor. La raza humana se ve reducida a los últimos extremos, se va a acabar; pide a su autor que de nuevo la fecundé.

La santa Madre Iglesia se asocia a este angustioso grito pidiendo al divino Salvador multiplique hoy los hijos de la palabra celestial como en los tiempos primitivos.

INTROITO

Levántate: ¿por qué duermes, Señor? Levántate, y no te alejes para siempre. ¿Por qué apartas tu cara, y te olvidas de nuestra tribulación? Nuestro vientre se ha pegado a la tierra: levántate, Señor, ayúdanos, y líbranos. — Salmo: Oh Dios, lo oímos con nuestros oídos: nuestros padres nos lo anunciaron. Gloria al Padre.

En la Colecta expresa la Iglesia su confianza en la intercesión de S. Pablo, poderoso ministro de la divina semilla, que trabajó más que todos los otros en esparcirla entre los gentiles.

COLECTA

Oh Dios, que ves que no confiamos en ninguna acción nuestra: concédenos propicio la gracia de ser protegidos, con el patrocinio del Doctor de las gentes, contra toda adversidad. Por el Señor.

La Epístola es un paso de la carta del gran Apóstol, en que, forzado por el honor y eficacia de su ministerio a echar mano de la propia apología contra sus enemigos, nos muestra con cuántos trabajos han sembrado la palabra divina los varones apostólicos en los eriales de la gentilidad, y operado la regeneración cristiana.

EPISTOLA

Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios.

Hermanos: Sufrís con gusto a los necios, siendo vosotros sabios. Porque lo toleráis, si alguien os reduce a servidumbre, si alguien os devora, si alguien os roba, si alguien se engríe, si alguien os hiere en la cara. Lo digo con vergüenza, como si nosotros hubiésemos sido flacos en este punto. Pero en lo que otro tuviere osadía (lo digo con locura), también la tendré yo. ¿¡Son Hebreos? También yo. ¿Son Israelitas? También yo. ¿Son raza de Abraham? También yo. ¿Son ministros de Cristo? (hablo como menos sabio): más lo soy yo: he sufrido más trabajos, más cárceles, azotes sin medida, frecuentes peligros de muerte. He recibido de los Judíos cinco veces cuarenta azotes menos uno. He sido azotado tres veces con varas, he sido apedreado una vez, he estado una noche y un día en lo profundo del mar, he sufrido tres naufragios, he vivido en continuos viajes y en peligros sin cuento: peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez. Además de estos males, que son exteriores, hay lo que me preocupa cada día: el cuidado de todas las iglesias. ¿Quién enferma, y no enfermo yo? ¿Quién se escandaliza, y yo no me quemo? Si es necesario gloriarse, yo me gloriaré de lo que es de mi flaqueza. El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que es bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, el prefecto de la gente del rey Aretas custodiaba la ciudad de los Damascenos, para prenderme: y fui descolgado en una cesta por una ventana del muro, y así escapé de sus manos. Si es preciso gloriarse (aunque ello no conviene), hablaré también de las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años fué arrebatado (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo. Dios lo sabe) hasta el tercer cielo. Y sé que dicho hombre fué arrebatado (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo, Dios lo sabe) al paraíso, donde oyó palabras secretas, que al hombre no le es lícito decir. De este tal me gloriaré; de mí, en cambio, no me gloriaré nada, si no es de mis enfermedades. Aunque, si quisiera gloriarme, no sería insensato, pues diría la verdad. Pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve u oye de mí. Y, para que la magnitud de las revelaciones no me ensoberbezca, me ha sido dado el aguijón de mi carne, ángel de Satanás, para que me azote. Por lo cual he rogado tres veces a Dios que lo alejara de mí: y El me dijo: Bástate mi gracia: porque la virtud se perfecciona en la enfermedad. Por eso, me gloriaré gozoso de mis enfermedades, para que habite en mí la virtud de Cristo.

Implora la Iglesia en el Gradual la ayuda del Señor contra los que se enfrentan a la misión que ha recibido de suscitar por doquier adoradores del verdadero Dios, esto es: un nuevo pueblo.

GRADUAL

Sepan las gentes que tu nombre es Dios: tú sólo el Altísimo sobre toda la tierra. R. Dios mío, ponlos, como una rueda o como una viruta, ante el soplo del viento.

En medio de las conmociones de la tierra, de esas violentas revoluciones, que, a veces, reproducen las espantosas escenas del diluvio en las naciones en que se desarrollan, pide la Iglesia sean exentos de tan grandes catástrofes sus queridos hijos, y que no perezca en ellos la esperanza del mundo. Este es el fin del Tracto que precede al Evangelio.

TRACTO

Agitaste, Señor, la tierra, y la conturbaste. Sana sus quebraduras, porque se ha movido. R. Para que huyan a la vista del arco: para que sean librados tus elegidos.

EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Lucas.

En aquel tiempo, como se hubiera reunido una gran muchedumbre, y acudieran de las ciudades a Jesús, dijo por comparación: Salió, el que siembra, a sembrar su semilla: y, mientras sembraba, una (semilla) cayó junto al camino, y fué pisoteada, y los pájaros del cielo la comieron. Y otra cayó sobre piedra: y, nacida, se secó, porque no tenía jugo. Y otra cayó entre espinas, y nacieron con ella las espinas, que la sofocaron. Y otra cayó en buen terreno: y, nacida, dio el ciento por uno de fruto. Esto diciendo, clamaba: El que tenga oídos, que escuche. Y le preguntaron sus discípulos qué significaba esta parábola. A los cuales dijo El: A vosotros os ha sido dado conocer el misterio del reino de Dios, pero a los demás en parábolas: para que, viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. Esta es, pues la parábola: La semilla es la palabra de Dios. La que (cayó) junto al camino, son aquellos que la oyen: después viene el diablo, y arranca la palabra de su corazón, para que no se salven creyendo. Pues la que (cayó) sobre la piedra, son los que, al escuchar, reciben con gozo la palabra: y éstos no tienen raíces: creen algún tiempo, pero en el momento de la tentación retroceden. Mas, la que cayó entre espinas, son los que escucharon y, yéndose, son ahogados por las preocupaciones, y riquezas, y placeres de la vida, y no dan fruto. Pero, la que (cayó) en buen terreno, son aquellos que, escuchando la palabra con bueno y óptimo corazón, la retienen, y dan fruto con paciencia.

VIGILANCIA Y FIDELIDAD. —

Observa acertadamente S. Gregorio Magno que la parábola que acaba de leerse no ha menester explicación, puesto que la sabiduría eterna se encargó darnos por sí misma la clave de ella. Nos toca a nosotros aprovechar tan preciada enseñanza, y recibir en buena tierra la semilla celestial que nos cae encima. ¿Cuántas veces la hemos dejado hasta hoy pisotear por los viandantes o arrebatar por los pájaros del cielo? ¿Cuántas otras se ha secado encima de la losa de nuestro corazón o se ha sofocado en los matorrales de funestas espinas? Escuchábamos la palabra divina; tenía sus encantos para nosotros y eso nos tranquilizaba. A menudo la oíamos con gozo y solícito entusiasmo; pero si, por acaso, germinaba en nosotros, pronto se paralizaba su desarrollo.

En adelante es menester produzcamos y fructifiquemos y la fuerza germinativa de la simiente, que se nos confía, es tal que el divino sembrador espera el ciento por uno. Si la tierra de nuestro corazón es buena, si nos preocupamos de prepararla poniendo a contribución las ayudas que nos brinda la Santa Madre Iglesia, abundante será la cosecha el día en que el Señor, saliendo vencedor de su sepulcro, venga a asociar a sus fieles creyentes a los esplendores de su Resurrección.

Alentados por esta esperanza y henchidos de confianza en Aquel que se digna sembrar de nuevo una tierra tantos años rebelde a sus cuidados, cantemos el Ofertorio en que a favor nuestro pide la Iglesia firmeza y perseverancia.

OFERTORIO

Dirige mis pasos por tus caminos, para que no vacilen mis pies: inclina tu oído, y escucha mis palabras: glorifica tus misericordias, tú que salvas a los que esperan en ti, Señor.

SECRETA

Haz, Señor, que este Sacrificio, a ti ofrecido, nos vivifique siempre, y nos defienda.

La visita del Señor en el Sacramento del amor es el gran medio que fertilizará nuestra alma y la hará fecunda. Por eso mismo la Iglesia nos invita en la antífona de la Comunión a acercarnos al altar de Dios; nuestro corazón recuperará su vigor nativo y florida juventud.

COMUNION

Entraré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud.

POSCOMUNION

Rogárnoste humildemente, oh Dios omnipotente, hagas que, los que tú alimentas con tus Sacramentos, te sirvan alegremente con sus buenas costumbres. Por el Señor.

Dom Prosper Gueranger, Año cristiano.

Santos del 30 de enero al 4 de febrero

30 DE ENERO: SANTA MARTINA.

Martina, virgen romana, nacida de ilustre linaje, huérfana en tierna edad, e inflamada en los ardores de la piedad cristiana, distribuyó sus cuantiosas riquezas a los pobres. Habiéndosele mandado, en tiempo del príncipe Alejandro, que adorase a los falsos dioses, rechazó este crimen abominable. Por lo cual, después de ser azotada una y otra vez, maltratada con uñas de hierro y trozos de tiestos, despedazados sus miembros con agudas espadas, y untada con grasa hirviendo, fue por último condenada a las bestias en el anfiteatro. Y habiendo salido ilesa por la intervención milagrosa del cielo, fue arrojada a una ardiente hoguera, de la que salió sin lesión alguna.

Algunos verdugos, sorprendidos por el milagro, y movidos por la gracia de Dios, abrazaron la fe de Jesucristo, y tras muchos tormentos merecieron la palma del martirio, siendo decapitados. A ruegos de la Santa, se produjeron terremotos, cayeron rayos entre un fragor de truenos, los templos de los dioses se desplomaron, siendo sus imágenes pasto de las llamas. De las heridas de Martina salió leche con sangre, y un resplandor y olor suavísimo se desprendieron de su cuerpo. A veces se la vio elevándose y tomar parte con los moradores del cielo en las divinas alabanzas, sentada en trono real.

Enojado el juez por estos prodigios, y por su constancia, mandó que la decapitasen. Cumplida esta orden, se oyó una voz que la llamaba al cielo, y toda la ciudad se estremeció, y muchos idólatras se convirtieron a la fe de Jesucristo. El cuerpo de Santa Martina, martirizada en tiempo del papa San Urbano I, fue hallado bajo el pontificado de Urbano VIII junto al de los santos mártires Concordio, Epifanio y sus compañeros en una iglesia, cerca de la prisión Mamertina, del monte Capitolino. Esta iglesia fue reconstruida y ornamentada bajo un nuevo plan, y recibió el cuerpo de la Santa, depositado allí en presencia de un gran concurso del pueblo, con gran alegría de toda la ciudad.

31 DE ENERO: SAN JUAN BOSCO

Juan Bosco, nacido en la ciudad pobre de Castelnuovo d’Asti, y habiendo perdido a su padre a la edad de dos años, fue criado por su madre de la manera más santa, y desde sus primeros años dio evidencia de un futuro extraordinario. Dócil y piadoso, tuvo una notable influencia sobre los de su misma edad, cuyas luchas pronto comenzó a resolver, y cuyas palabras indecentes y chistes impropios detuvo. Luego se ocupó de conducirlos mediante buenas historias, incluyendo oraciones en sus juegos, repitiendo de manera atractiva los sermones completos que había escuchado en la iglesia y persuadiéndolos a recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Sagrada Eucaristía sin demora y con frecuencia. Su actitud modesta, su afabilidad y su inocencia atrajeron a todos hacia él. Aunque presionado por las dificultades en el hogar, y obligado a trabajar duro en su juventud, deseaba ardientemente con confianza en Dios convertirse en sacerdote.

Su deseo se cumplió; fue primero a Chieri, y luego a Turín, donde bajo la dirección del Beato José Cafasso, hizo rápidos progresos en la ciencia de los santos y en el aprendizaje de la teología moral. Movido por la gracia divina y el gusto personal, comenzó a interesarse por los jóvenes, a quienes enseñó los rudimentos de la religión cristiana. Su número aumentó día a día y, a pesar de las grandes y persistentes dificultades, bajo inspiración divina creó una base para ellos en esa parte de la ciudad llamada Valdocco, en la cual comenzó a gastar toda su energía. Poco después, con la ayuda de la Santísima Virgen, quien en una visión para él de un niño que había revelado su futuro, fundó la Sociedad de los Salesianos, cuyo objetivo principal era la salvación de almas jóvenes para Cristo. De la misma manera, fundó una nueva familia de religiosas, a las que llamaron hijas de Santa María Auxiliadora, y que harían por las niñas pobres lo que los salesianos estaban haciendo por los niños. A estos, finalmente anexó la Tercera Orden de Salesianos Cooperadores, quienes por su piedad y celo debían ayudar en el trabajo educativo de los Salesianos. Y así, en poco tiempo, hizo grandes contribuciones tanto en la Iglesia como en la sociedad.

Lleno de celo por las almas, no escatimó esfuerzos ni gastos para construir centros recreativos para jóvenes, orfanatos, escuelas para niños trabajadores, escuelas y hogares para la formación de jóvenes e iglesias en todo el mundo. Al mismo tiempo, no dejó de difundir la fe en todo el país subalpino de palabra y con el ejemplo, y en toda Italia, escribiendo y editando buenos libros y distribuyendo los mismos, y en las misiones extranjeras a las que envió numerosos predicadores. Era un hombre sencillo y recto, empeñado en todo buen apostolado; brillaba con toda clase de virtudes, que fomentaba su intensa y ardiente caridad. Con su mente siempre puesta en Dios y colmada de regalos celestiales, este santo hombre de Dios no fue perturbado por amenazas, ni cansado por el trabajo, ni abrumado por el cuidado, ni molesto por la adversidad. Recomendó tres obras de piedad a sus seguidores: recibir con la mayor frecuencia posible los sacramentos de la Penitencia y de la Sagrada Eucaristía, cultivar la devoción a María Auxiliadora y ser los hijos más leales del Soberano Pontífice. También se debe mencionar que San Juan Bosco, en circunstancias muy difíciles, fue al Papa más de una vez para consolarlo por los males que provenían de las leyes que en ese momento se promulgaban en contra de la Iglesia. Con una vida de méritos murió el 31 de enero de 1888. Ilustre por sus muchos milagros, el Sumo Pontífice Pío XI lo beatificó en 1929. Cinco años más tarde, en el decimonoveno centenario del aniversario de nuestra redención, fue canonizado en una vasta reunión de fieles que llegó a la Ciudad Eterna de todas partes del mundo.

1 DE FEBRERO: SAN IGNACIO OBISPO Y MARTIR

Ignacio, tercer obispo de Antioquía después del apóstol San Pedro, condenado a las fieras en la persecución de Trajano, fue enviado prisionero a Roma. El navio abordó en Esmirna, de donde era obispo Policarpo, discípulo de San Juan. Allí escribió una carta a los de Efeso, otra a los Magnesianos, la tercera a los de Tales, y la cuarta a los Romanos. Al partir de allí, escribió a los de Filadelfia, a los de Esmirna, y a Policarpo, encomendándole la Iglesia de Antioquía. En esta última carta da, respecto a la persona de Cristo, un testimonio que es una confirmación del Evangelio que he traducido recientemente.

Es justo, pues hemos hecho mención de un varón tan preclaro y de la Epístola que escribió a los Romanos, citar algo de ella. “Desde Siria hasta Roma, dice, combato entre bestias, por mar y por tierra, atado de día y de noche con diez leopardos, esto es, los soldados que me guardan, los cuales cuanto más bien les hago se tornan peores. Su iniquidad me sirve de lección, mas no por esto estoy justificado. Ojalá gozara de las bestias, que ya me están preparadas, a las cuales ruego que sean muy prontas en darme la muerte y en atormentarme; por esto las halagaré para que me devoren, no sea que, como a otros mártires, no se atrevan a tocar mi cuerpo. Por lo cual si no quisieren venir, yo las acuciaré, las excitaré a devorarme. Perdonadme, hijos, que bien sé lo que me conviene».

“Ahora empiezo a ser discípulo de Cristo, no deseando nada de las cosas visibles, a fin de hallar a Jesucristo. Vengan a mí el fuego, la cruz, las bestias, el quebrantamiento de los huesos, la mutilación de los miembros, el magullamiento del cuerpo, y todos los tormentos del espíritu maligno, con tal que goce de Cristo”. Cuando fue condenado, al oír los rugidos de los leones, deseando padecer, exclamó: “Soy trigo de Cristo; seré molido por los dientes de las bestias para convertirme en el pan blanco de Cristo”. Sufrió el martirio en el año 11º de Trajano. Las reliquias de su cuerpo descansan en Antioquía en el cementerio situado fuera de la puerta Dafnítica.

2 DE FEBRERO: SAN BLAS

Brillaba Blas por sus virtudes en Sebaste de Armenia cuando fue elegido para obispo de esta ciudad. En la época en que Diocleciano perseguía a los cristianos con crueldad, se ocultó el Santo en una cueva del monte Argeo, hasta que le hallaron los soldados del gobernador Agricolao mientras éste cazaba. Condujéronle al gobernador, quien ordenó encarcelarlo. Mas mientras estaba en la cárcel curó a muchos enfermos, que le presentaron movidos por la fama de su santidad. Entre ellos se hallaba un niño, de cuya salvación desesperaban los médicos, porque tenía una espina atravesada en la garganta, y le daban ya por muerto. Conducido Blas por dos veces al gobernador, ni con halagos ni amenazas consiguieron que sacrificase a los dioses; primero fue azotado, luego despedazaron su cuerpo en el caballete con peines de hierro; por último le decapitaron, con lo cual dio testimonio de la fe en Cristo, el día 3 de febrero.

4 DE FEBRERO:  SAN ANDRES CORSINI

Andrés nació en Florencia de la noble familia de los Corsinos; sus padres lo obtuvieron del Señor por medio de oraciones, y lo ofrecieron a la bienaventurada Virgen María. Lo que había de ser, se les mostró por medio de una señal divina: estando encinta su madre, le pareció en un sueño que daba a luz un lobo, el cual dirigiéndose al convento de los Carmelitas, en el mismo vestíbulo del templo se transformaba en cordero. Fue educado piadosamente; mas como se inclinaba al vicio, fue muchas veces reprendido por su madre. Mas, luego de saber de su consagración a la Santísima Virgen María, se inflamó el amor de Dios en su corazón, y enterado de la visión de su madre, abrazó la Orden Carmelitana; allí sufrió diversas tentaciones del demonio, sin que nada consiguiera apartarle de su vocación. Enviado luego a París, al terminar los estudios, consiguió el grado de doctor; volvió a su patria, y le destinaron al gobierno de su Orden en la Toscana.

Estando sin pastor la iglesia y diócesis de Fiésole, fue elegido como su obispo; mas teniéndose por indigno, se mantuvo oculto, hasta que, descubierto por un niño que habló milagrosamente, le encontraron, y recibió la consagración episcopal, por temor a oponerse a la voluntad divina. Revestido de la nueva dignidad, se ejercitó aún más en la humildad que siempre le había distinguido; y unió a la solicitud pastoral, la misericordia en favor de los pobres, la generosidad, la asiduidad en la oración, las vigilias y las demás virtudes; se distinguió también por su espíritu profético: de manera que todos alababan a Dios por la santidad de Andrés.

El Papa Urbano V le envió a Bolonia como legado a fin de apaciguar las turbas exaltadas. Allí tuvo que sufrir mucho, pero consiguió pacificar a los ciudadanos que se odiaban de muerte. Restablecida la tranquilidad, volvió a su sede. Poco más tarde, fatigado por asiduos trabajos y por sus maceraciones, después de haberle anunciado la bienaventurada Virgen María el día de su muerte, subió al cielo, en el año del Señor 1373, a los 71 años de edad. El papa Urbano VIII, atendiendo a los admirables milagros que se realizaban por su mediación, le inscribió en el catálogo de los santos. Su cuerpo descansa en Florencia en la iglesia de su Orden, y es venerado por sus ciudadanos, a los que más de una vez ha protegido en medio de las pruebas de esta vida.

Del Breviario Romano

Santos del 15 al 21 de enero

15 DE ENERO: SAN PABLO PRIMER ERMITAÑO

Pablo, fundador y maestro de los ermitaños, nació en la Tebaida, huérfano a la edad de quince años. Para librarse de la persecución de Diocleciano y Valeriano y poder servir a Dios con más libertad se retiró a una caverna del desierto. Allí, sin otra comida ni vestido que los que le proporcionaba una palmera, vivió 113 años; entonces San Antonio, ya nonagenario, le visitó por admonición divina. Sin haberse visto nunca, se saludaron con sus propios nombres; mientras tenían coloquios sobre el reino de Dios, un cuervo que hasta entonces había llevado a Pablo cada día la mitad de un pan les trajo uno entero.

Después de partir el cuervo, Pablo dijo: “He ahí que el Señor, verdaderamente bueno y misericordioso, nos ha enviado la comida. Hace ya sesenta años que cada día recibo medio pan, y ahora, a tu llegada, Cristo ha duplicado la ración para socorrer a sus soldados”. Comieron el pan, dando gracias al Señor, cerca de la fuente, y reparadas sus fuerzas y dando nuevamente gracias a Dios, según la costumbre, pasaron la noche en las divinas alabanzas. Al amanecer, sabiendo Pablo que moriría pronto, lo reveló a Antonio, suplicándole que le trajera el palio que había recibido de Atanasio para envolver con él su cuerpo. Volviendo, Antonio vio desde el camino el alma de Pablo que subía al cielo en medio de los coros de los Ángeles, de los profetas y apóstoles.

Al llegar, le halló de rodillas, levantada la cabeza, elevadas las manos, y el cuerpo exánime. Le envolvió con el palio, y cantó los salmos e himnos, según la costumbre cristiana; y no teniendo azada para cavar, dos leones vinieron velozmente del interior del desierto, y se postraron a los pies del santo, dando a entender que lloraban su muerte. Allí cavaron la tierra con las garras, y abrieron una cavidad capaz de colocar el cuerpo de un hombre. Habiendo partido los leones, Antonio colocó en aquel lugar el cuerpo del Santo, y cubriéndole con tierra, levantó un sepulcro, según costumbre de los cristianos. Mas la túnica de Pablo, que él mismo había tejido para sí, con hojas de la palmera, a la manera de las espuertas, la llevó consigo, y la usó durante el resto de su vida en las grandes solemnidades.

17 DE ENERO: SAN ANTONIO ABAD

Antonio, natural de Egipto, de nobles y cristianos padres, quedó huérfano en su adolescencia. Entrando en una iglesia oyó las palabras del Evangelio: “Si quieres ser perfecto, ve y vende cuanto tienes, y dalo a los pobres”, creyó que debía obedecer a Cristo Señor nuestro, como si a él las hubiese dicho. Por lo cual, vendió todos sus bienes, y distribuyó el dinero entre los pobres. Libre ya de impedimentos, determinó llevar en la tierra una vida celestial. Pero para salir victorioso en un combate tan peligroso, creyó que le era necesario, además de la fe, de la cual estaba bien armado, las demás virtudes. Estas las procuró con tanto ardor, que para conseguirlas se propuso imitar a quien viera sobresalir en cualquiera de ellas.

Nadie más continente que él; más vigilante. A todos aventajaba en la paciencia, mansedumbre, misericordia, humildad, laboriosidad y en el estudio de las divinas Escrituras. Tenía tal horror a las doctrinas y al trato de herejes y cismáticos, especialmente de los arrianos, que exhortaba a todos a alejarse de ellos. Cuando necesitaba descansar, lo hacia sobre el suelo. De tal suerte practicó el ayuno, que acompañaba el pan sólo con sal, y apagaba la sed sólo con agua. La refección no la tomaba antes de la puesta del sol; pasaba días sin probar comida alguna; muchísimas noches enteras se mantenía en oración. A pesar de ser excelente soldado de Dios, se veía acometido con diversas tentaciones por parte del enemigo del linaje humano, que vencía con el ayuno y la oración. Pero Antonio no se consideraba seguro, ya que conocía las innumerables artes que el maligno espíritu tiene para dañarnos.

Así pues, se retiró a la vasta soledad de Egipto, y progresando cada día en la perfección cristiana, despreciaba a los demonios que les echaba en cara su debilidad. Sus acometidas eran tanto más fuertes cuanta mayor era la resistencia que Antonio les oponía. Exhortaba a sus discípulos a la lucha contra el espíritu del mal, y enseñándoles con qué armas le vencerían, les decía: “Creedme, hermanos, el diablo teme las vigilias piadosas, las oraciones, los ayunos, la pobreza voluntaria, la misericordia y la humildad, y lo que más le asusta es el ardiente amor a Cristo Señor nuestro, cuya cruz teme tanto, que a su sola señal huye debilitado”. Era tal el temor de los demonios, que muchos de Egipto, vejados por ellos, quedaban libres invocando el nombre de Antonio. Su santidad era tan grande, que por medio de cartas, Constantino el Grande y sus hijos se encomendaban a sus oraciones. Habiendo llegado a la edad de 105 años, dejando muchos imitadores, reunió a los monjes, y tras haberles instruido en la perfecta norma de la vida cristiana, ilustre por su santidad y milagros, voló al cielo el día 17 de enero.

20 DE ENERO: SANTOS FABIAN Y SEBASTIAN

Fabián, romano, Papa desde Maximiano hasta Decio. Dividió las siete regiones de Roma entre siete diáconos, para que cuidasen de los pobres. Creó otros tantos subdiáconos, encargados de reunir las Actas de los mártires que escribían siete notarios. Estableció que cada año, en el Jueves Santo, se renovara el Crisma después de quemar el antiguo. El día 20 de enero, en la persecución de Decio, fue coronado con el martirio, y sepultado en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, habiendo regido la Iglesia 15 años y 4 días. Llevó a cabo 5 ordenaciones en el mes de diciembre, en las que creó 22 presbíteros, 7 diáconos y 11 obispos para diversos lugares.

Sebastián, de padre narbonés y madre milanesa, por su ilustre linaje y valor fue apreciado de Diocleciano. Siendo capitán de la primera cohorte, ayudaba a los cristianos, cuya fe profesaba ocultamente, con sus servicios y sus bienes. A los que temían los tormentos, les animaba con sus exhortaciones, y muchos se entregaron a los verdugos por Jesucristo. Entre éstos están los hermanos Marco y Marcelino, que estaban en Roma prisioneros en casa de Nicostrato, cuya mujer Zoé recuperó la palabra por la oración de Sebastián. Siendo estos hechos delatados a Diocleciano, éste llamó a Sebastián, y tras reprenderle con furia, se esforzó, con artificios, en apartarle de la fe cristiana. Pero viendo que nada conseguía, ni con promesas ni amenazas, ordenó que le sujetasen a un palo y le atravesaran con saetas.

Creyendo todos que había ya muerto, una piadosa mujer, Irene, retiró su cuerpo de noche, para sepultarlo, pero hallándole aún vivo, le curó en su casa. Poco después, Sebastián, recobrada la salud, se presentó a Diodeciano, y le recriminó su impiedad. Al verle, el emperador se asombró, pues le creía muerto, y ardiendo en cólera por la novedad del suceso, y por la reprensión de Sebastián, ordenó apalaerlo hasta morir. Su cuerpo fue arrojado a una cloaca; pero Lucina, avisada en sueños por Sebastián del sitio donde estaba, y del lugar en que quería ser colocado, le sepultó en las catacumbas, donde con el nombre de San Sebastián fue edificada una iglesia muy célebre y muy venerada.

21 ENERO: SANTA INÉS VIRGEN Y MARTIR.

Del libro de S. Ambrosio, Obispo, sobre las Vírgenes


Libro 1, después del inicio


Celebramos hoy el nacimiento en el cielo de una Virgen; admiremos la pureza. Es la fiesta de una Mártir; inmolemos víctimas. Es la fiesta de Santa Inés; llénense de admiración los hombres, y no se arredren los niños; asómbrense las esposas, imítenla las vírgenes. Mas ¿qué podremos decir nosotros que sea digno de aquella cuyo nombre mismo entraña ya un elogio? Su devoción era superior a su edad; su virtud rebasaba la naturaleza, de tal modo que su nombre me parece que no le viene de una elección humana, sino de una predicción de su condición de mártir, de un anuncio de lo que había de ser ella. El nombre de esta Virgen indica pureza. La llamaré Mártir, y quedará suficientemente hecho su elogio. La alabanza tiene una verdadera grandeza cuando uno es objeto de ella sin buscarla. Nadie es tan digno de elogios como el que puede ser alabado de todos. Esta Mártir tiene tantos heraldos que la alaban como personas pronuncian su nombre.

Tenía trece años cuando padeció el martirio. La crueldad del tirano no perdonó una edad tan tierna. Notemos el gran poder de la fe que halla testigos de tal edad. ¿Había sitio en tan pequeño cuerpo para tantas heridas? Donde no había sitio para recibir el hierro, lo había para vencerlo. Intrépida en las ensangrentadas manos de los verdugos; inconmovible al oír arrastrar con estrépito pesadas cadenas, ofrece su cuerpo a la espada del soldado furioso; ignora lo que es la muerte, pero está dispuesta, si contra su voluntad la llevan a los altares de los ídolos, a tender las manos hacia Jesucristo, desde el fondo de las llamas, y a formar, aun sobre el brasero sacrílego, ese signo que es el triunfo del Señor victorioso. Introduce el cuello y las manos en las argollas de hierro que le presentan, pero ninguna puede ceñir miembros tan pequeños. ¡Nuevo género de martirio! Esta Virgen no es aún apta para el suplicio, pero está madura para la victoria; apenas puede combatir, y ya es capaz de conquistar la corona; tenía en contra suya el prejuicio de su edad, pero practica la virtud propia de los maestros.

No iría el esposo a las bodas con tanto apresuramiento como ponía esta santa Virgen en dirigirse con presura al suplicio, gozosa de su proximidad. Todos lloraban, menos ella. Admiraban cómo daba una vida que aún no había gozado, cual si la hubiese ya agotado. Se asombraban de que se mostrase testigo de la divinidad en una edad tan temprana. ¡Cuántas amenazas del tirano sanguinario para intimidarla! ¡Cuántos halagos para persuadirla! ¡Cuántos la deseaban por esposa! Mas ella contestaba: “La esposa injuria al esposo si desea agradar a otros. Únicamente me poseerá el que primero me eligió. ¿Por qué tardas tanto, verdugo? Perezca este cuerpo que pueden amar ojos a los cuales no quiero complacer”. Llega, ora, inclina la cabeza. Temblaba el verdugo lleno de miedo, como si él fuese el condenado; tiembla su mano, palidece por el peligro ajeno, en tanto que una jovencita mira sin temor su propio peligro. Ved en una sola víctima dos martirios, el de la pureza y el de la religión. Inés permanece virgen y obtiene el martirio.

Del Breviario Romano.

Misa del 1 de enero

PROPIO EN ESPAÑOL

INTROITO Isaías 9,6; Salm. 91, 1.

Un Niño nos ha nacido, y se nos ha dado un Hijo, que tiene sobre su hombro la soberanía: y que se llamará el Ángel del gran Consejo. V/. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén. 

COLECTA

Oh Dios, que por la fecunda virginidad de la bienaventurada María, disteis al mundo el premio de la salud eterna: concedednos, os rogamos, que experimentemos a favor nuestro la intercesión de Aquella por quien merecimos recibir al Autor de la vida, Jesucristo nuestro Señor: El que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

EPÍSTOLA Tito 2, 11-15

Lección de la carta del Apóstol San Pablo a Tito

Querido hermano: Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras. De esto es de lo que has de hablar *y exhortar: en Cristo Jesús, Señor nuestro

GRADUAL   Salmo 97, 3-4. 2.

Los confines del orbe han contemplado al Salvador que Dios envía: canta a Dios, toda la tierra. V/. El Señor ha manifestado a su Salvador; ha revelado su justicia a las naciones.

ALELUYA Hebreos 1,1-2

Aleluya, aleluya. V/. En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas; ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. Aleluya.

EVANGELIO Lucas 2, 21

Continuación del Santo Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo: Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Se dice Credo 

OFERTORIO Salmo 88,12 y 15.

Vuestros son los cielos y vuestra es la tierra: Vos fundasteis el mundo y cuanto él contiene. La justicia y la equidad son las bases de vuestro trono. 

SECRETA

Os suplicamos, Señor pornuestras ofrendas y preces, nos purifiquéis con los celestiales misterios y nos oigas  benignamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios.  

PREFACIO

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible, por eso, con los Ángeles y Arcángeles y con todos los coros celestiales cantamos sin cesar el himno de tu gloria. 

COMUNICANTES PROPIO DE NAVIDAD

Te ofrecemos este sacrificio unidos en comunión a tus santos, celebrando el día sacratísimo en que la bienaventurada Virgen María, conservando su virginidad, dio al mundo el Salvador y venerando la memoria, en primer lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre del mismo Dios y Señor nuestro Jesucristo:   

COMUNIÓN Salmo 97,3.

Los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. 

POSCOMUNIÓN

Que esta comunión, Señor, nos purifique de nuestros pecados, y nos haga participantes, por la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, del remedio celestial. Por el mismo nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

PROPIO EN LATIN

INTROITO Isaías 9,6; Salm. 91, 1.

Puer natus est nobis, et fílius datus est nobis: cujus impérium super húmerum ejus: et vocábitur nomen ejus, magni consílii Angelus. V/. Cantáte Dómino cánticum novum: quia mirabília fecit. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén 

COLECTA

Deus, qui salútis ætérne, beátæ Maríæ virginitáte fœcúnda, humáno géneri prǽmia præstitísti: tribue, quǽsumus; ut ipsam pro nobis intercédere sentiámus, per quam merúimus auctórem vitæ suscípere, Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitate Spritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. Amén. 

EPÍSTOLA Tito 2, 11-15

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Titum.

Caríssime: Appáruit grátia Dei Salvatóris nostri ómnibus homínibus, erúdiens nos, ut abnegántes impietátem, et sæculária desidéria, sóbrie, et juste, et pie vivámus in hoc sǽculo, expectántes beátam spem, et advéntum glóriae magni Dei et Salvatóris nostri Jesu Christi: qui dedit semetipsum pro nobis: ut nos rediméret ab omni iniquitáte, et mundáret sibi pópulum acceptábilem, sectatórem bonórum óperum. Hæc lóquere, et exhortáre: in Christo Jesu Dómino nostro. 

GRADUAL   Salmo 97, 3-4. 2.

Vidérunt omnes fines terræ salutáre Dei nostri: jubiláte Deo omnis terra. V/. Notum fecit Dóminus salutáre suum: ante conspéctum géntium revelávit justítiam suam. 

ALELUYA Hebreos 1,1-2

Allelúja, allelúja. V/. Multifárie olim Deus loquens pátribus in prophétis, novíssime diébus istis, locútus est nobis in Fílio. Allelúja. 

EVANGELIO Lucas 2, 21

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.

In illo témpore: Postquam consummáti sunt dies octo, ut circumciderétur puer: vocátum est nomen eius Jesus, quod vocátum est ab Angelo priúsquam in útero conciperétur.

Se dice Credo

 OFERTORIO Salmo 88,12 y 15.

Tui sunt cæli, et tua est terra: orbem terrárum, et plenitúdinem eius tu fundásti: justítia et judícium præparátio sedis tuæ. 

SECRETA

Munéribus nostris, quǽsumus, Dómine, precibúsque suscéptis, et cæléstibus nos munda mystériis, et cleménter exáudi. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus.  

PREFACIO

VERE DIGNUM et justum est, aequum et salutare nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Quia per incarnati Verbi mysterium, nova mentis nostrae oculis lux tuae claritatis infulsit: ut dum visibiliter Deum cognoscimus, per hunc in invisibilium amorem raplamur, et ideo cum Angelis et Archagelis, cum Thronis et Dominationbus, cumque omne militia coelistis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes: 

COMUNICANTES PROPIO DE NAVIDAD

Communicántes, et diem sacratíssimum celebrántes, qua beátæ Maríæ intemeráta virgínitas huic mundo édidit Salvatórem: sed et memóriam venerántes, in primis ejúsdem gloriósæ semper Vírginis Maríæ, Genetrícis ejúsdem Dei et Dómini nostri Iesu Christi: 

COMUNIÓN Salmo 97,3.

Vidérunt omnes fines terræ salutáre Dei nostri. 

POSCOMUNIÓN

Hæc nos commúnio, Dómine, purget a crímine: et intercedénte beáta Vírgine Dei Genitríce Maria, cæléstis remédii fáciat esse consórtes. Per éumdem Dóminum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Medios de salvación

Medios de salvarse.—

No hay cosa que deba preocuparnos mas a los que vivimos en este mundo, que la incertidumbre de la salvación. No es esta ocasión de hablar de la predestinación. Tocaremos, sin embargo, algunos puntos importantes de ella, para que nos conduzcamos como debemos:

1.° Es cierto que todos nos podemos salvar; aun los infieles y herejes se pueden salvar. Nosotros no sabemos como, pero esto no puede negarse, y es sentencia teológica que Dios, al que hace lo que esta de su parte, no le niega la gracia para salvarse. Acerca de la necesidad de bautizarse y de la fe, trataremos cuando hablemos de los Sacramentos.

2.° Es cierto que todos tenemos obligación de salvamos.

3.° Es cierto que para salvarnos tenemos que observar los Mandamientos, y que con guardar estos, no quebrantándolos gravemente, basta. El que los quebrante gravemente comete pecado mortal, y por un solo pecado se condena y no se salva quien con el muere. Mas es sabido que todo pecado mortal se perdona por la confesión con atrición, o por la sola contrición con propósito de confesarse.

4.° La salvación es negocio fácil, pues con la gracia de Dios nadie hay que no pueda salvarse; y es difícil, porque hay que trabajar con esta misma gracia, y vivir alerta para morir bien.

5.° Nadie, sin revelación de Dios, sabe si ha de salvarse o condenarse.

6.° Nadie puede merecer la salvación en sentido estricto; es decir, nadie puede hacer ningún acto, ni recibir ningún Sacramento, hecho el cual o recibido, pueda decir con toda certeza: esta asegurada mi salvación.

7.° Sin embargo, hay algunos medios de asegurar la salvación, y algunas señales por las cuales puede uno estar cierto de obtener la salvación. Pero aun en estos casos, como uno no puede estar cierto de haber puesto bien o suficientemente los medios dichos, no puede estar seguro de que se ha de salvar.

El medio seguro e infalible.

Ya hemos dicho que el medio seguro e infalible es guardar los Mandamientos, sin cometer pecado grave. Y si pudiésemos estar seguros de que hemos guardado los Mandamientos y de que los hemos de guardar hasta el fin de la vida, estaríamos seguros de nuestra salvación.

Medios de guardar los Mandamientos y salvarse.

Hay varios medios para guardar los Mandamientos, y que al mismo tiempo son medios seguros de salvarse, y señales de predestinación, en cuanto pueden darse estas señales. Pondremos los principales:

1.° Oración asidua.—Es infalible que quien hace oración asiduamente pidiendo a Dios su salvación, consigue salvarse. Muchas cosas se pueden conseguir con la oración; pero que se consigue con ella la gracia para no pecar, y para morir bien, es infalible. Lo que no puede definirse es cuanto hay que orar para obtener esta salvación; pero que la oración asidua y frecuente logra la salvación, no puede dudarse. Según esto, la señal mas clara de que uno ha de salvarse es si ora asiduamente por su salvación. Exhortemos a todos, y animémonos todos a orar principalmente por esto con frecuencia. Es importantísimo este punto.

2.° Frecuencia de Sacramentos.—La frecuencia de Sacramentos se puede comparar con la oración. Sobre todo la confesión es muy a propósito para estar en gracia y educarse cristianamente; y la comunión es una de las prendas que Jesucristo nos señalo de la resurrección ultima. “El que come este pan vivirá eternamente…

Yo le resucitare en el ultimo día” (Jo., 6, 54). Claro que no se trata de una u otra comunión, sino de frecuencia de comuniones. El que comulga bien y a menudo, no morira en pecado; se salvara; guardara los Mandamientos y evitara el pecado.

3.° Varios ejercicios de piedad.—Hay varios ejercicios de piedad a los cuales esta vinculada mucha gracia para guardar los Mandamientos, y aun la señal de la predestinación. Así, por ejemplo, el oír misa diaria, lo cual es una oración eminentemente eficaz, que vale por muchas. El rezar el rosario todos los días, que también es una oración frecuente y asidua. El llevar el escapulario de la Virgen del Carmen, según promesa de la Virgen, libra del fuego eterno; se entiende llevarlo no materialmente, sino con voluntad. El rezo de las Tres Avemarías. Es insigne la promesa de Jesucristo a los que en honor de su Sacratísimo Corazón comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos. Para entender bien estas señales, se pueden leer La Gran Promesa, por el P. Garcia Estebanez; Las Tres Avemarias, por el P. Nazario Perez, y varios Rayos de Sol, como los números 17, 30, 33, 53, 65, 71, 79 y 89.

4.° La devoción a la Virgen María es también tenida en la Iglesia como signo de predestinación, y como uno de los mejores medios de salvarse y santificarse.

5.° La devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús es medio también seguro de salvarse, y de encenderse en amor de Dios o en fervor para correr por el camino de los Mandamientos.

6.° La caridad con el prójimo, sobre todo la caridad para salvar las almas, porque quien salva un alma salva la suya.

Y como estas, hay otras varias señales de salvación.

Más medios para guardar los Mandamientos y salvarse.

Aunque no sean signos de predestinación, son muy aptos y eficaces para preservar del mal y guiar al bien:

1.° Lectura espiritual.—Se puede hacer en libros o de instrucción religiosa, como catecismos explicados, o de ascética y ejercicios religiosos, o de exhortación a la virtud. Los primeros son los mas necesarios y útiles; pero cuando ya se tiene instrucción religiosa, los libros ascéticos y los libros exhortativos sirven muchísimo.

2.° Meditación.—Es muy buena la meditación o de las verdades eternas, como del fin del hombre, del pecado, del juicio, de la muerte, infierno, cielo, etc., o de la vida, pasión, muerte y gloria de Cristo y de los Santos. Si no sabe uno meditar, puede hacerlo fácilmente leyendo un punto de un libro, y procurando entenderlo bien, y resolviendo obrar bien conforme a lo que ha leído, y, en fin, pidiendo a Dios gracia para obrar como ha prometido.

3.° El examen de conciencia por las noches.—Este es muy buen medio para irse conociendo, evitar los peligros y avanzar en la perfección. Se puede hacer de cuatro cosas: de las faltas del día, de las buenas obras del día, de las ocasiones de hacer bien no aprovechadas y de los peligros pasados.

Puntos de catecismo, Vilariño, S.J.