V Domingo después de Epifanía

TEXTOS DE LA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 96.7-8.1-

Adorad a Dios sus ángeles todos; oyólo y alborozóse Sión, y regocijáronse las hijas de Judá.  V/.- Reina el Señor, rego­cíjese la tierra; alégrense todas las islas. Gloria al Padre,

Colecta.-

Te rogamos, Señor, guardes a tu familia con una con­tinua piedad, para que sea siempre por ti defendida, pues se apoya en la sola esperanza de la gracia celestial. Por nuestro Señor.

Epístola. Col. 3.12-17.- 

Hermanos: Como escogidos que sois de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, de benignidad, humildad, modestia, paciencia: sufríos unos a otros y perdonaos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor os ha perdonado, así también hacedlo vosotros. Mas, sobre todo esto, tened caridad, que es el vínculo de perfec­ta perfección. Y triunfe vuestros corazones la paz de Cristo, a la que fuisteis llamados para formar un solo cuerpo. Sed agradecidos. La palabra de Cristo, more en vosotros abundantemente con toda sabiduría; enseñaos y amonestaos unos a otros, con salmos, himnos y cánticos espirituales, y cantad de corazón a Dios dándole gracias. Cualquier cosa que hagáis, sea de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, dando gracias a Dios Padre por medio de Jesucristo Señor nuestro.

Gradual. Salm. 101.16-17.-

Los pueblos venerarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra tu gloria. Porque el Señor reedificará Sión y en ella será visto en su majestad. 

Aleluya.

Salm 96.1.- Aleluya, aleluya, V/. Reina el Señor; regocíjese la tierra, alégrense todas las islas. Aleluya.

Evangelio. Mat. 13.24-30.- 

En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: Es semejante el reino de los cielos a un hombre que sembró buena simiente en su campo. Y mientras dormían los hombres, vino cierto enemigo suyo y sembró cizaña en medio del trigo Y llegándose los criados del padre, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? Pues ¿Cómo tiene cizaña? Contestóles: Algún enemigo mío ha hecho esto. Replicaron los criados. Replicaron los criados: ¿Quieres que vayamos a recogerla? No, les respondió, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo, Dejad crecer uno y otra hasta la siega; que al tiempo de siega diré a los segadores: Coged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; mas el trigo guardadlo en mi granero.

Ofertorio. Salm. 117.16-17.- 

La diestra  del  Señor  ha obrado proezas, la diestra del Señor me ha ensalzado; no moriré, sino viviré, y pregonaré las obras del Señor.

Secreta.-

Te ofrecemos, Señor, hostias de propiciación, para que perdones misericordioso nuestras culpas, y dirijas tú mismo   nuestros   vacilantes corazones. Por nuestro Señor.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Señor, no en ­la individualidad de una persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos tam­bién de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distin­ción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a  una voz. Santo…

Comunión. Luc.4.22.- 

Maravillávanse todos de las palabras que salían de la  boca  de Dios.

Poscomunión.-

Te rogamos, ¡oh Dios omni­potente!, nos concedas la gracia de conseguir el efecto de aquel don saludable, cuya prenda hemos recibido por estos misterios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dóminica V Post Epiphaniam

II Classis

Introitus: Ps. xcvi: 7-8

Adoráte Deum omnes Angeli ejus: audívit, et lætáta est Sion: et exsultavérunt fíliæ Judæ. [Ps. ibid., 1]. Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Glória Patri. Adoráte Deum.

Oratio:

Famíliam tuam, quǽsumus, Dómine, contínua pietáte custódi: ut quæ in sola spe grátiæ cæléstis innítitur, tua semper protectióne muniátur. Per Dóminum.

Ad Colossenses iii: 12-17

    Léctio Epistolæ beáti Pauli Apóstoli ad Colossenses:


Fratres: Indúite vos ergo sicut elécti Dei sancti et dilécti víscera misericórdiæ, benignitátem, humilitátem, modéstiam, patiéntiam: subportántes ínvicem, et donántes vobismetípsis si quis advérsus áliquem habet queréllam: sicut et Dóminus donávit vobis, ita et vos. Super ómnia autem hæc, caritátem habéte, quod est vínculum perfectiónis: et pax Christi exúltet in córdibus vestris, in qua et vocati estis in uno córpore: et grati estóte. Verbum Christi hábitet in vobis abundánter, in omni sapiéntia, docéntes, et commonéntes vosmetípsos psalmis, hymnis, et cánticis spiritálibus, in grátia cantántes in córdibus vestris Deo. Omne quodcúmque fácitis in verbo aut in ópere, ómnia in nómine Dómini Jesu Christi, grátias agéntes Deo et Patri per Jesum Christum Dóminum nostrum.

Graduale Ps. ci: 16-17

Timébunt gentes nomen tuum, Dómine, et omnes reges terræ glóriam tuam. V. Quóniam ædificávit Dóminus Sion, et vidébitur in majestáte sua.
Allelúja, allelúja. [Ps. xcvi: 1] Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Allelúja.

Matthew xiii: 24-30 

    †     Sequéntia sancti Evangélii secúundum Matthæum.


In illo tempore: Dixit Jesus turbis parábolam hanc: Símile factum est regnum cælórum hómini, qui seminávit bonum semen in agro suo. Cum autem dormírent hómines, venit inimícus eius, et superseminávit zizánia in médio trítici, et ábiit. Cum autem crevísset herba, et fructum fecísset, tunc apparuérunt et zizánia. Accedéntes autem servi patris familias, dixérunt ei: » Dómine nonne bonum semen seminásti in agro tuo? Unde ergo habet zizánia?» Et ait illis: » Inimícus homo hoc fecit.» Servi autem dixérunt ei: «Vis, imus, et collígimus ea?» Et ait «Non: ne forte colligéntes zizánia, eradicétis simul cum eis et tríticum. Sínite útraque créscere usque ad messem, et in témpore messis dicam messóribus: ‘Collígite primum zizánia, et alligáte ea fascículos ad comburéndum, tríticum autem congregáte in hórreum meum.'»

Offertorium: Ps. cxvii: 16 et 17.

Déxtera Dómini fecit virtútem, déxtera Dómini exaltávit me: non móriar, se vivam, et narrábo ópera Dómini.

Secreta:

Hóstias tibi, Dómine, placatiónis offérimus: ut et delicta nostra miserátus absólvas, et nutántia corda tu dírigas. Per Dóminum.

Communio: Luc. iv: 22

Mirabántur omnes de his, quæ procedébant de ore Dei.

Postommunio: 

Quǽsumus, omnípotens Deus: ut illius salutáris capiámus efféctum, cujus per hæc mystéria pignus accépimus. Per Dóminum.

Sagrada Hostia

Cosas liturgicas.—

Además de los ornamentos hay otras muchas cosas que pertenecen a la liturgia, de muchas maneras. Y primeramente las materias de los Sacramentos y después otras muchas cosas que se bendicen o usan en el culto. Así podemos señalar, por ejemplo: la hostia, el vino, el agua, el aceite, el crisma, la cera, el fuego, el incienso, la luz, la ceniza, los ramos, las campanas. Hablemos primeramente de la hostia y del vino de la consagración.

Hostias.—

Hostia dignifica víctima. Y no hay duda de que el pan consagrado es victima divina propiciatoria por nuestros pecados, puesta en el altar. Pero se llama hostia no solo al pan consagrado, sino aun al mismo pan destinado a la consagración antes de ser consagrado. Conviene, pues, saber como se han de hacer estas hostias. Su materia y su forma.

Materia de las hostias.—

La materia necesaria para la validez de la consagración es todo pan de trigo, todo lo que en el uso común se suele llamar pan. Esta mandado y para no pecar es necesario que sea pan reciente, lo bastantemente reciente para que no haya peligro ninguno de corrupción. Debe ser ácimo o sin levadura para los latinos y para los griegos fermentado y de solo trigo. Pero para que valga la consagración sirve todo pan, aunque este, por ejemplo, algo mezclado con alguna otra materia, pero tan poca que no deje de ser pan de trigo. Así que no vale el pan de cebada, ni de maíz, arroz, avena, habas, etc. Ni tampoco valen masa de trigo crudas o fritas o de otro modo adobadas. Sobre si vale el pan de centeno, de flor de harina, de salvado, etc., debe atenderse a lo que dice el uso común de la gente, y si según este uso es pan verdadero, se puede creer que es valida la consagración. Pero debe procurarse que el pan sea de trigo puro y verdadero y sin mezcla ninguna de centeno ni otra sustancia. Hay algunos granos que son parecidos al trigo y de los cuales dudan si son verdadero trigo o no. Esos granos a lo menos hacen dudoso el Sacramento y, por lo tanto, esta prohibido servirse de ellos.

Por que se usa pan ácimo.—

La razón de usarse pan ácimo es porque los judíos en Pascua ijo usaban sino panes ácimos. Y como Jesús consagro en Pascua, se cree que consagro en pan ácimo. Y para imitación suya esto esta mandado. Pero no se crea que sea eso necesario para la validez y, en efecto, los orientales, muchos al menos, consagran en pan fermentado. Cuando los israelitas salieron de Egipto, como no tuvieron tiempo de preparar panes fermentados o con levadura, los prepararon arrebatadamente sin ella y ácimos, que esto significa esta palabra, y en memoria de aquel hecho, cuando celebraban la Pascua, así como comían de pie el cordero y asado, y con los báculos ya en la mano, así también comían panes sin levadura.

Como han de ser las hostias.—

Manda la Iglesia que sean redondas y aplastadas y conviene que se hagan con mucha delicadeza y finura y cuidado. Al principio de la Iglesia se debieron de usar panes como lor, que se daban a comer en otros sitios en las mesas comunes. Pero pronto, por reverencia al Santísimo Sacramento, los fieles comenzaron a preparar aparte los panes destinados a la consagración. Paladio antiguo refiere haber visto de sus propios ojos a Candida, esposa de Trajano, general en jefe de Valerio, trabajar toda la noche en moler y amasar con sus propias manos el pan de la oblación. San Pacomio mandaba a sus monjes guardar silencio y meditar cuando preparaban las hostias. Fortunato refiere de la reina Radegunda que ella con sus manos confeccionaba las hostias para la iglesia de su monasterio y para otras iglesias. Teodulfo, obispo de Orleans, en el siglo IX ordeno a sus sacerdotes confeccionar dios sus hostias o hacerlas confeccionar a jóvenes clérigos en su presencia. Y son muchos los ejemplos parecidos que pudiéramos citar. Y con mucha frecuencia en los monasterios se guardaban muchas prescripciones por los monjes destinados a confeccionar las hostias. Ora se mandaba estar en ayunas, ora recitar salmos, ora revestirse de albas, ora otras prescripciones igualmente reverentes. Hasta que paso el cargo de confeccionarlas a los seglares. Hoy mismo, sin embargo, son muchas las Comunidades que se dedican a esta labor delicada con mucha devoción y esmero sirviendo estas hostias a diversas iglesias y parroquias.

Como se hacen.—

Se hacen formando una masa bastante liquida con harina buena y agua y luego, entre dos planchas de hierro calientes, se encierra la masa conveniente, para que con el calor quede ya hecho el pan. Suelen tener estos hierros algunas, figuras artísticas, en las cuales se pone Ja figura de Jesús crucificado, o la cruz, o algún agnus Dei o las letras alfa y omega. Lo mejor es guardar la costumbre de poner una cruz o un crucificado. Hoy hay buenos hierros para hacer las hostias, aun sin fuego, con electricidad. Toda limpieza es poca cuando se trata de preparar las hostias que han de convertirse en el cuerpo de Cristo. Y los fieles que a ello se dedican, ya que no lo hagan con tanto fervor y piedad como los monjes, deben hacerlo con religiosidad, con cuidado y, sobre todo, con fidelidad a las prescripciones de la Iglesia. Y los sacerdotes deben velar porque se cumpla bien todo lo mandado.

Dimensiones de las hostias.—

Desde los tiempos antiguos han debido de ser redondos los panes que se consagraban. Pero eran de diversos tamaños y gorduras. Y tardo bastante tiempo en introducirse la igualdad de dimensiones. En los comienzos parece se usaba un pan que se rompía para todos, de donde el nombre de fradio panis, o “fracción del pan,” para la Misa. Pero ya desde el siglo VI en algunas partes se debieron de usar hostias como las de hoy, en varios sitios. Y aun hostias pequeñas separadas de las mayores para la comunión de los fieles. Todavía en el siglo XVI algún misal prescribe al celebrante que rompa la hostia en tres partes: la primera para echarla en el cáliz, la segunda para el sacerdote y los ministros y la tercera para el viático. Y los cartujos reservan una hostia grande para romper de ella un fragmento para la comunión de los moribundos. Hoy en Roma dan a las hostias grandes nueve centímetros de diámetro y a las pequeñas cuatro. No hay nada prescrito, pero no conviene que estas ultimas sean demasiados pequeñas, como lo son en muchas partes, ni demasiado delgadas.

Figuras en las hostias.—

Antiguamente parece que ponían en todos los panes comunes una X, que si no significaba nada para los mundanos, los cristianos aceptaron con gusto en las hostias, porque, por una parte, era el comienzo del nombre de “Christus”, Xristos, y porque servia, además, para partir la hostia en cuatro partes. De estos panes crucíferos hay varias pinturas en las catacumbas. Luego se puso también el alfa y omega. Mas tarde prevaleció la cruz. De ella fue natural el transito al crucificado, después del siglo XV. Y esto es lo que conviene observar, aun cuando no estén prohibidas otras impresiones, como anagramas del nombre de Jesús.

Hostias recientes.—

Es uso general de la Iglesia renovar las especies cada semana o a lo mas cada quince días. Y debe antes procurarse que las hostias sean frescas para evitar todo peligro de corrupción. Dicen que el pan ácimo esta muy expuesto a corrupción. Depende mucho de los sitios en que este. Nosotros hemos retenido sin consagrar algunas hostias mucho tiempo sin corromperse. Pero no debe fiarse de ello. Pues a veces se corromperán mucho más pronto. Y de todos modos esto esta mandado y con mucha razón.

Puntos de catecismo, Vilariño, S. J.

Misa IV Domingo después de Epifanía

MISA EN ESPAÑOL

INTROITO Salmo  96, 7-8. 1

Adorad a Dios, todos sus Ángeles: lo oyó y se alborozó Sión, y se regocijaron las hijas de Judá. V/.  El Señor reina, exulte la tierra: llénense de júbilo todas las islas. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA

Oh Dios, que conoces nuestra fragilidad y sabes que no podemos resistir entre tantos peligros como nos cercan; concédenos la salud de alma y cuerpo, para que venzamos, con tu asistencia, los males que padecemos por nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Romanos 13, 8-10

Lección de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos

Hermanos: A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley. De hecho, el no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquiera de los otros mandamientos, se resume en esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal a su prójimo; por eso la plenitud de la ley es el amor.

GRADUAL Salmo 101, 16-17

Temerán las naciones tu nombre, oh Señor y todos los reyes de la tierra tu gloria. V/.  Porque el Señor edificó Sión, y allí será visto en su majestad.

ALELUYA Salmo 96, 1

Aleluya, aleluya. V/.  El Señor reina, se regocija la tierra: llénense de júbilo todas las islas. Aleluya.

EVANGELIO Mateo 8, 23-27

Continuación del Santo Evangelio según San Mateo

En aquel tiempo: Subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 117, 16-17

La diestra del Señor ha hecho maravillas: la diestra del Señor me ha ensalzado; ya no moriré, sino que viviré y publicaré las obras del Señor.

SECRETA

Oh Dios omnipotente, te rogamos nos concedas que el don de este sacrificio que te presentamos, nos purifique siempre de toda mancha y proteja nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios. 

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. 

COMUNIÓN Lucas 4, 22

Se maravillaban todos de las palabras que salían de la boca de Dios.

POSCOMUNIÓN

Tus dones, Señor, nos despeguen de los placeres terrenos, y nos refuercen siempre con el manjar divino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dóminica IV Post Epiphaniam

II Classis

Introitus: Ps. xcvi: 7-8

Adoráte Deum omnes Angeli ejus: audívit, et lætáta est Sion: et exsultavérunt fíliæ Judæ. [Ps. ibid., 1]. Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Glória Patri. Adoráte Deum.

Oratio:

Deus, qui in tantis perículis constitútos, pro humána scis fragilitáte non posse subsístere: da nobis salútem mentis et córporis; ut ea, quæ pro peccátis nostris pátimur, te adjuvánte vincámus. Per Dóminum.

ad Romanos xiii: 8-10

Léctio Epistolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romanos:


Fratres: Némini quidquam debeátis, nisi ut invicem diligátis: qui enim díligit próximum, legem implévit. Nam: non adulterábis: Non occídes: Non furáberis: Non falsum testimónium dices: Non concupísces: et si quod est aliud mandátum in hoc verbo instaurátur: Díliges próximum tuum sicut teípsum. Diléctio próximum malum non operátur. Plenitúdo ergo legis est diléctio

Graduale Ps. ci: 16-17

Timébunt gentes nomen tuum, Dómine, et omnes reges terræ glóriam tuam. V. Quóniam ædificávit Dóminus Sion, et vidébitur in majestáte sua.
Allelúja, allelúja. [Ps. xcvi: 1] Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Allelúja.

Matthew viii: 23-27

† Sequéntia sancti Evangélii secúundum Matthæum.


In illo tempore: Ascendénte Jesu in navículam, secúti sunt eum discípuli ejus: et ecce motus magnus factus est in mari, ita ut navícula operirétur flúctibus, ipse vero dormiébat. Et accessérunt ad eum discípuli ejus, et suscitavérunt eum, dicéntes: «Dómine, salva nos, perímus!» Et dicit eis Jesus: «Quid tímidi estis, módicæ fidei?» Tunc surgens, imperávit ventis et mari, et facta est tranquíllitas magna. Porro hómines miráti sunt, dicéntes: «Qualis est hic, quia venti et mare obédiunt ei?»

Credo.

Offertorium: Ps. cxvii: 16 et 17.

Déxtera Dómini fecit virtútem, déxtera Dómini exaltávit me: non móriar, se vivam, et narrábo ópera Dómini.

Secreta:

Concede, quǽsumus, omnípotens Deus: ut hujus sacrifícii munus oblátum, fragilitátem nostram ab omni malo purget semper, et múniat. Per Dóminum.

Communio: Luc. iv: 22

Mirabántur omnes de his, quæ procedébant de ore Dei.

Postcommunio:

Munera tua nos, Deus, a delectatiónibus terrénis expédiant: et cæléstibus semper instáurent aliméntis. Per Dóminum.

La Santisima Trinidad. Segunda parte.

Unidad de Dios.—

A pesar de eso no son tres dioses. No busquemos la explicación en la razón, porque es un misterio profundísimo. Pero, en cambio, la revelación es clarísima. Dice muy bien el Símbolo llamado Atanasiano: “El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios y, sin embargo, no son tres dioses, sino un Dios. Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo y, sin embargo, no son tres señores, sino un solo Señor; porque así como estamos obligados por la verdad cristiana a confesar que cada persona singularmente es Dios y Señor, así se nos prohíbe por la religión católica decir que hay tres dioses o señores”. Y nada hay, ciertamente, en toda la Escritura mas claro que la unidad de Dios. Los que echaban en cara a los Santos Padres que profesaban tres dioses, no conocían lo que estos enseñaban; ningún católico en la Iglesia ha firmado que haya tres dioses, sino un Dios con tres personas y tres personas con una sola naturaleza en un Dios.

Unión de las tres personas.—

La unión, pues, de las tres personas es tan estrecha, que no se rompe en nada la suma simplicidad de Dios. Y por eso las tres divinas personas se llaman consustanciales, que quiere decir que tienen las tres la misma sustancia, no solo de la misma especie, sino una sola singular sustancia o naturaleza, la misma las tres personas. Y por eso Jesús decía: Yo y el Padre somos uno (Juan, 10, 30). Y en otro sitio: El que me ve a mi ve a mi Padre (Juan, 14, 9). También se dice coiguales, es decir, igual la una a la otra. En

esta Trinidad, dice el Credo Atanasiano, nada hay anterior ni posterior, mayor ni menor; sino todas tres personas son coeternas y coiguales la una a la otra. También existe la una en la otra, que es lo que los teólogos llaman circuminsesión, por lo cual decía Jesús: “Yo estoy en el Padre y el Padre esta en mi… El Padre que esta en mi hace lo que yo hago. Sin confundirse están íntimamente unidas en una misma naturaleza, de modo que, donde este una persona, este también la otra.” También las acciones y operaciones de cada persona son de las tres. Porque las acciones y operaciones son y vienen de la naturaleza y, como la naturaleza es la misma en las tres, también las acciones son de las tres. Todo lo que manda y quiere y hace el Padre, todo lo mandan, quieren y hacen el Hijo y el Espíritu Santo.

Las tres divinas personas tienen la misma potencia, la misma sabiduría, el mismo amor, no solo en grados o en especies, sino una misma idéntica sabiduría, potencia y amor y una misma operación y acción. “Todo lo que hace el Padre lo hace igualmente el Hijo.” La creación, la redención, la santificación, todo, todo lo hacen los tres, lo mismo el Padre que el Hijo que el Espíritu Santo. Sin embargo, se suelen atribuir especialmente algunas obras a cada una de las tres personas, por apropiación, no porque sea una sola la que las hace, sino por cierta congruencia y analogía que guardan con el carácter de cada persona. Así al Padre, por ser el que engendra al Hijo, se le atribuye el origen de todas las cosas y por tanto la creación y la omnipotencia que en ella resplandece; al Hijo, por ser el Verbo y la sabiduría del Padre, se le atribuye el orden y hermosura del mundo; y por haber encarnado se le atribuye la reparación del genero humano; y, en fin, al Espíritu Santo, por proceder del amor del Padre y del Hijo, se le atribuyen las obras del amor, de la caridad, de la gracias, la santificación. Pero todo es común a las tres personas, aunque de ordinario el lenguaje católico lo hace propio de alguna de las tres personas.

Como se constituye la Santísima Trinidad.—

Al hablar así, nadie piense que se trata de una formación como las de las otras criaturas, que pasan de un modo de ser a otro y que van desarrollándose o desenvolviéndose o modificándose para ser luego lo que eran antes. En Dios no cabe mudanza ni hay que admitir desarrollo, desenvolvimiento al perfeccionamiento. Pero para que entendamos de algún modo como se constituye la Santísima Trinidad, daremos alguna explicación.

Como se produce el Hijo,—

Dios, sin duda ninguna, entiende, como naturaleza puramente intelectual que es, y si entiende algo, sin duda ninguna que entiende primero y principalmente y esencialmente su propia esencia y naturaleza y produce en su entendimiento una imagen perfectísima de si mismo, la cual, así como en nosotros es un accidente, así en El no puede ser accidente, sino sustancia, y asi como en nosotros es representación distinta de nosotros y del objeto, en Dios, por ser simplicísimo, tiene que ser indistinta de Dios y perfectísima, es decir, idéntica al mismo Dios. Esa idea, pues, que se produce en Dios cuando entiéndese a si mismo, es el Hijo. Corno si un escultor quisiese hacer una estatua perfectísima de si mismo, si pudiera, la haría del todo igual a si mismo y le daría un color, y un modo de ser, y una expresión, y una vida lo mas igual a la suya y, si le pudiese comunicar, le comunicaría su misma vida, para que fuese la estatua otro el. Y si esto pudiese ser, no habría dos hombres, sino un hombre mismo, aunque bajo un aspecto seria un mismo hombre escultor y un mismo hombre esculpido.

Algo de esto se puede aplicar a Dios. Dios inteligente es el Padre y su idea es el Hijo. Y por eso al Hijo se le llama Verbo, logos porque verbo significa en latín como logos en griego: idea.

Como se produce e1 Espíritu Santo.—

Dios, sin duda, tiene voluntad y ama, como naturaleza intelectual. Cuando se ha engendrado y producido al Hijo, entonces el Padre ama al Hijo y el Hijo ama al Padre con su amor infinito y plenamente divino. Y así como cuando nosotros amamos se forma en nuestra alma un amor accidental, así en Dios este amor es (lo mismo que hemos dicho del acto del entendimiento) una sustancia, indistinta de Dios, pues no cabe en el composición, y perfectísima, es decir, idéntica al mismo Dios. Y ese amor que se produce cuando el Padre y el Hijo se aman, es el Espíritu Santo. Esto para los que no conocemos mas producción que la producción material y bruta de las cosas, resulta ininteligible. Pero es verdad. El Padre, pues, no procede de nadie. El Hijo procede del Padre solo. El Espíritu Santo procede de ambos, del Padre y del hijo. Pero no se piense que nunca jamás estuvo el Padre sin el Hijo, ni estos sin el Espíritu Santo, porque desde la eternidad de su esencia se esta engendrando el Hijo y espirando el Espíritu Santo. Y así todos tres son igualmente coeternos. No hay en ellos prioridad ninguna de tiempo ni de causa, sino de origen, en cuanto que el Padre verdaderamente produce y esta siempre produciendo con un acto necesario, eterno, idéntico a su propio ser, al Hijo, y los dos de la misma manera al Espíritu Santo, no por multiplicación, sino por comunicación de la misma sustancia propia.

                        Puntos del Catecismo de Vilariño, S. J.

Santisima Trinidad

Importancia de este Misterio.-

La importancia del misterio de la Santísima Trinidad es tan grande, que no puede ser mayor la de ningún misterio en la religión cristiana. Como dice Tertuliano “este es el mas grave de los misterios de nuestra religión, la obra del Evangelio, y la sustancia o fundamento del Testamento Nuevo. En el se revelan las profundidades insondables de Dios, que jamás mortal ni ángel ninguno vio, ni pensó, ni pudo conjeturar por su solo entendimiento: Nuestro Senor Jesucristo nos las vino a ensenar”. He manifestado a los hombres tu nombre, así decía Jesucristo (Juan, 17, 6). Y, en efecto, los hombres no conocían antes el nombre de Padre, que Jesús le daba. Este misterio es la contraseña con que se distinguen los fieles cristianos de los infieles y judíos. Este dogma es un dogma del que dependen la mayor parte de los dogmas. Por eso su profesión es necesaria absolutamente, con la necesidad que llaman los teólogos de medio, es decir, de tal manera que, sin tener fe en la Santísima Trinidad, ningún adulto podría entrar en la gloria, ni mas ni menos que sin el Bautismo. Todo el culto se apoya en esta doctrina. Las oraciones de la Iglesia, en su mayor parte, son al Padre por el Hijo y en unidad del Espíritu Santo con el Padre.

El Bautismo se hace en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Las bendiciones se dan en el mismo nombre. En los más de los misterios entra la Santísima Trinidad, comenzando desde la Anunciación y Encarnación. La conclusión de los salmos y de muchos actos litúrgicos se hace con la doxología, que es la glorificación de la Santísima Trinidad: “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”, etcetera, las cuales doxologías son la oración tal vez mas antigua de la Iglesia después del Pater noster. En fin, desde los primeros tiempos del Cristianismo fue este misterio atacado por los herejes y defendido por la Iglesia.

Explicación del misterio.—

Como dice el Catecismo, la Santísima Trinidad es el mismo Dios, que tiene una sola naturaleza, y, por tanto, es un solo Dios verdadero; pero al mismo tiempo tiene tres personas, que son: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Uno en esencia, trino en personas. Naturaleza es la misma sustancia o esencia de cada cosa, y el primer principio de todo lo que hace es lo que forma su ser, y por lo que se distingue de otras naturalezas distintas. En Dios no hay mas que una naturaleza, y aunque, como diremos en seguida, en Dios hay tres personas, pero no tienen estas mas que una naturaleza. En Jesucristo hay dos naturalezas, como luego veremos, una divina y otra humana, que se distinguen perfectamente una de otra, aunque están unidas en una persona, que es la persona del Hijo de Dios, la segunda de la Santísima Trinidad. No es, pues, lo mismo naturaleza que persona.

Persona es un ser inteligente que forma el solo un todo completo, individuo e incomunicable Así, un ángeles una persona, un hombre es una persona. En todo individuo podemos considerar dos cosas: una, la misma naturaleza y ser de ese individuo, su esencia especifica; eso llamamos naturaleza; otra, el mismo individuo que tiene esa naturaleza, y esa es la persona. Y así, en Cristo hay un individuo, una persona que tiene dos naturalezas unidas entre si hipostáticamente, y separadas de todas las demás naturalezas. Y al contrario, en la Santísima Trinidad tenemos tres personas, que tienen todas ellas cada una la misma naturaleza. Y este es el misterio de la Santísima Trinidad; que no tiene ni puede tener igual en la naturaleza creada. De suyo cada individuo es una naturaleza y una persona, o sea, cada persona no tiene mas que un naturaleza completa y cada naturaleza es un solo individuo y no se comunica con otro. Mas por milagro en Jesucristo, como veremos luego, hay dos naturalezas completas, aunque no hay mas que una persona y, al contrario, por su infinita perfección, en una sola y simplicísima naturaleza, Dios tiene tres personas, la naturaleza divina se comunica a tres personas.

En resumen: la Santísima Trinidad es Dios, que es uno en esencia y trino en personas. Las personas se llaman Padre, Hijo, Espíritu Santo.

Divinidad de las tres personas.—

Las tres personas son Dios. No dioses, sino Dios. El Padre es manifiestamente Dios. Y en esto nadie pone dificultad,

Divinidad del Hijo.—

El Hijo es Dios. Hubo un hereje insigne que se distinguió tanto en negar la divinidad del Hijo, que esta a la cabeza de todos los que la niegan. Fue Arrio, presbítero de Alejandría, que decía que el Hijo o el Verbo era, si, persona distinta del Padre, pero no engendrado por el Padre, ni consustancial con el Padre, ni coeterno con El, sino creado, hecho por el Padre; mucho antes, si, que todas las cosas; pero, en fin, como una de ellas, la primera de ellas, para ser como instrumento con que creara las demás. Toda la Iglesia se levanto contra el y lo anatematizo y el Concilio de Nicea expuso clarísimamente  la fe antigua de la Iglesia en aquellas palabras del Credo de la Misa: “Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, y nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho; consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas”. El Hijo, pues, nació del Padre y nació antes de todo tiempo, porque es eterno, es Dios que nace de Dios y luz que nace de la luz infinita; no Dios por semejanza o metáfora, sino Dios verdadero en todo el rigor de la palabra; nacido de Dios verdadero, que es su Padre, igual a El; engendrado, pero de ningún modo creado o hecho; de la misma sustancia, esencia y naturaleza que el Padre, por el cual con el Padre y el Espíritu Santo han sido hechas todas las cosas que han sido hechas. Esta verdad de fe esta expresada en todas las Escrituras y en la tradición. Y aunque algunos dicen que solo después del Concilio de Nicea se afirmo esto, están muy equivocados, porque antes del Concilio Niceno todos los Padres, unánimes, afirmaron la generación eterna del Hijo. De suyo no es lo mismo esta herejía que la que afirma que Jesucristo no es Hijo de Dios. Porque los que esto dicen, lo que niegan es que Jesucristo hombre sea Dios ni Hijo de Dios; es decir, que el Verbo, encarnado o no encarnado, fuese Hijo de Dios para crear todas las cosas. El mejor texto para explicar la divinidad de Jesucristo y del Verbo es el Evangelio de San Juan en su primer capitulo, que se lee en la Misa al fin de ella: In principio erat Verbum, etc.

Divinidad del Espíritu Santo.—

También contra la divinidad del Espíritu Santo ha habido muchos, errores. Pero no se puede negar que es Dios, porque esta expresamente en la Sagrada Escritura en muchos sitios y así lo cree y ha creído siempre la Iglesia, que ha puesto al Espíritu Santo al lado del Padre y del Hijo y le ha adorado y mandado adorar lo mismo que al Padre y al Hijo. Los racionalistas y otros herejes antiguos, los socinianos, decían que el Espíritu Santo no era una persona, sino simplemente la misma virtud y operación del Padre, indistinta de El no solo en naturaleza, sino en personalidad. Pero esto no se puede afirmar conforme a la fe. Así, pues, podemos decir como el Catecismo: “El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios”.

Puntos de Catecismo, Vilariño, S.J.

Características del alma

El alma es inmortal.—

Todo el mundo sabe lo que es muerte, y lo que es inmortal; la corrupción de un ser viviente es la muerte. Inmortal es lo que ni se corrompe, ni deja de vivir, sea por naturaleza, sea por privilegio. Los materialistas dicen que, cuando muere el hombre, muere todo cuanto hay en el hombre; lo que quieren es negar el infierno y la pena del pecado, para vivir libremente. Pero la fe y la razón y el sentido común del genero humano afirman irresistiblemente la inmortalidad de nuestra alma, todo el genero humano unánime y casi sin excepción cree en la inmortalidad; por eso tiene reverencia a los cadáveres, por eso los guarda en los cementerios, por eso las tumbas son un libro en el cual consta que todo genero humano cree que los muertos viven.

Además, el alma es espíritu, y el espíritu no se corrompe ni disuelve como el cuerpo. El hombre siente natural apetito de un

bien perfecto, de su felicidad; luego esta destinado a gozar del bien perfecto, porque si no, Dios hubiera hecho un ser muy infeliz y malo; ahora bien, el hombre no concibe la felicidad y el bien perfecto muriendo. La providencia divina debe dar al justo premio y al culpable castigo; es asi que en este mundo y en esta vida o no se los da muchas veces, o, las mas de las veces, no tanto cuanto se merecen; luego es señal de que hay otra vida y de que el alma sobrevive al cuerpo. En la Sagrada Escritura, en muchos sitios, nos enseña Dios la inmortalidad; suponiendo que viven los muertos y que han de vivir eternamente. Aunque haya muerto, vive… No temáis a los que pueden matar el alma… Dios no es Dios de muertos sino de vivos… Parecieron morir a los ojos de los necios…, pero están en paz…, su esperanza está llena de inmortalidad (J., 11, 25;) Mt., 10, 28; Me., 12, 26; Sab., 3, 2). Y lo mismo cuando habla de la gloria eterna y del infierno eterno. En el Credo se dice la vida perdurable. Y toda la doctrina católica esta íntimamente unida con esta verdad de la espiritualidad e inmortalidad del alma. Si el alma es material, es vana nuestra religión. Si el alma es mortal, es inútil nuestra virtud, y todo bien moral; si somos como las bestias, lo mejor seria vivir como las bestias, y procurar ser felices en este mundo a costa de cualquiera. El egoísmo mas feroz se apoderaría de todos.

El alma es criada por Dios.—

Dios creo el alma primera de nuestro padre Adán. Pero Dios además crea las almas de los que nacen en este mundo. Porque los cuerpos no pueden formar sino otros cuerpos, como las plantas que forman otra planta. Mas no pueden formar otro espíritu, como una planta no puede formar un animal, que es superior a ella, y aun mas difícil e imposible es a un cuerpo formar un espíritu. Tampoco puede formar un espíritu a otro espíritu. Dios saca nuestras almas de la nada cada vez que crea una.

El alma es criada a imagen y semejanza de Dios.—

Así nos lo dice la Escritura: “Cuando Dios quiso crear al hombre, dijo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra.” Y así le creo. El hombre esta hecho a semejanza de Dios, porque es espíritu, inteligente, libre, inmortal. No es material, lo cual no puede ser Dios; sino como El espiritual, de la mas noble clase de sustancias que hay; porque el espíritu es la mas noble de todas. Creo, pues, Dios al hombre a su imagen, para que fuese como El, espíritu, inteligencia, capaz de entender todas las verdades, dotado de voluntad espiritual y libre, capaz de querer todas las cosas buenas, y superior a todas las criaturas, para que, aun siendo inferior a ellas en muchas cualidades, las dominase a todas por su razón, y así pareciese en el mundo a Dios, por poder presidir a todo el y estar sobre todo el en cierta manera. “No distas—dice San Agustín—de los animales, sino en la razón; no te gloríes de otra cosa… ¿Presumes de fuerza? Te vencen las bestias. ¿Presume de belleza? !Cuanta belleza tiene el pavo real en sus plumas! ¿En qué eres mejor? En ser imagen de Dios. .En que eres imagen de Dios? En el alma, en el entendimiento.”

Es, además, el hombre imagen de Dios uno y trino, por tener un alma, pero con tres potencias. Es también, y muchísimo, imagen de Dios en lo sobrenatural, porque te dio Dios la gracia, que es la participación real de Dios que puede tener la criatura, y por la cual se parece a Dios tanto, que realmente es constituido amigo de Dios, y aun hijo, por adopción intrínseca, que le hace semejante a Dios en la santidad.

Puntos de Catecismo, Vilariño, S.J.

¿Qué es el hombre?

Para que nos dio Dios los sentidos y los miembros.—

Siendo el fin inmediato del hombre el servir a Dios en esta vida, es necesario vivir en ella algún tiempo guardando sus leyes y Mandamientos, como explicamos, y por el mismo hecho tenemos obligación y necesidad de conservar nuestra vida y obrar con ella. Mas para obrar necesitamos facultades y algunas cosas con las cuales obremos. Para esto, para sustentar nuestra vida, para que obremos con ella nos ha dado primero todo este mundo, lleno de cosas variadas, las cuales Dios las ha hecho para que sirviéndonos de ellas, según sus leyes y ordenes, sostengamos nuestra vida y cumplamos bien sus mandatos. Conforme a sus fines hizo las cosas materiales, y a nosotros nos dio sentidos para percibirlas y usarlas y valernos de ellas. Si fuéramos espíritus, no necesitaríamos de estas cosas corporales. Por ser también cuerpos, necesitamos de ella. Y el medio que nos pone en relación con ellas son los miembros y los sentidos. Privad a uno de los sentidos todos, y lo separareis del mundo sensible. Los sentidos son preciosos; los cinco muy buenos; pero sobre todo la vista, el tacto y el oído. Hay que notar que Dios al darnos los sentidos y al darnos las cosas para ellos, nos ha dado mucho para nuestro deleite. Y así, sin necesidad de pecar, ni de abusar, el hombre tiene muchas cosas que pueden deleitarle, sirviéndole al mismo tiempo. Y se puede fácilmente deducir lo sabio que Dios ha estado en el darnos miembros y sentidos, con hacer un ligero examen de ellos. El cuerpo del hombre es una maquina perfectísima y complicadísima. Por ejemplo, la marcha del hombre, el movimiento del brazo, de la mano, de los dedos; la posición, movilidad, facilidad de la cabeza y de lo que hay en ella; la alimentación, la aeración, la sensación…, son maravillas.

Para que nos dio las potencias.—

Las potencias son tres y pertenecen al alma. Son: memoria, entendimiento y voluntad. Tanto los sentidos, como las potencias, como otros poderes y disposiciones que tiene el hombre, se llaman potencias y facultades, porque gracias a ella puede obrar el hombre, y hacer actos propios de el. Y así hay facultades sencillamente para obrar: la facultad de andar, la facultad de mover las cosas, la facultad de respirar, que dependen de los pies, de los músculos, del pulmón, etc., etc.

Otras facultades son para sentir: como son los cinco sentidos exteriores y los cinco sentidos interiores, que son la imaginación, la memoria sensitiva, que tienen aun los animales. Otras facultades son para apetecer y querer las cosas materiales: como son los apetitos e inclinaciones de los sentidos exteriores, como el deseo de comer, de ver y oír cosas agradables, de sentir cosas gustosas. Después vienen las facultades espirituales, de las que una es para conocer, el entendimiento; otra para recordar lo conocido, la memoria, y otra para querer y apetecer lo entendido y conocido, la voluntad.

Estas facultades se llaman potencias también: facultades, porque sirven para hacer (facere) con ellas acciones diversas; potencias, porque con ellas podemos hacer las acciones. Y Dios nos las ha dado con este objeto, de que en esta vida podamos vivir y obrar conforme a los Mandamientos, usando de las cosas, y para que en la otra podamos vivir mejor y gozar de la felicidad.

Excelencia de las potencias del alma.

Las potencias y facultades del alma superan extraordinariamente a las potencias y facultades corporales. Si no tuviéramos potencias del alma, sino solo sentidos y apetitos sensitivos, entonces seriamos como los animales, y no podríamos conocer ni querer otras cosas que las que quieren y conocen los animales: nada de Dios, nada de cosas inmateriales, nada de abstracciones, ni ciencias, ni artes, ni nuestros destinos, ni nuestros derechos, obligaciones, leyes, etc., etc. No nos seria posible alcanzar ni aun tener el fin espiritual y sobrenatural que tenemos, y ni aun tratar de ello, porque los sentidos no conocen estas cosas. Mas ahora, teniendo entendimiento y voluntad, podemos entender y desear y obtener nuestro fin, y conocer y amar no solo las cosas materiales, sino las espirituales, y levantarnos sobre este mundo sensible a lo suprasensible y a lo eterno, a Dios.

Para qué nos dio Dios el entendimiento.

El entendimiento nos dio para conocer a Nuestro Señor, y todas sus cosas, y pensar en El, y dirigir a El todas las obras. Mediata o inmediatamente debemos dirigir nuestro entendimiento al servicio de Dios. Y aunque podemos pensar en muchas cosas que son de nuestro agrado y utilidad, y que parece que no se refieren inmediatamente a Dios, en todas ellas debemos pensar dentro de la ley divina, y para obrar según es conveniente, licito, mandado y recto. Todo lo que no sea esto es abusar del entendimiento. Claro que el entendimiento es también para conocer la literatura, las artes, las ciencias, Pero estos conocimientos deben siempre ir dirigidos al cumplimiento de nuestros deberes y a la observancia de la ley de Dios.

Para que nos dio la memoria.—

Para acordarnos de El y de sus beneficios. Lo mismo que del entendimiento puede decirse de la memoria. Nos la dio para que con ella nos acordásemos de lo que entendemos, y siempre tuviésemos presente nuestro fin, nuestra obligación, nuestro origen y dependencia de Dios, lo que debemos, etc., etc., y también para que nos acordásemos para el ejercicio de nuestra vida de todas las cosas necesarias para vivir y obrar bien, según las obligaciones y necesidades que tenemos en esta vida. Gran beneficio es el entendimiento, y no menor la memoria, sin la cual seriamos lelos o locos o inútiles para todo.

Para que nos dio la voluntad.—

Para que le amemos a El y al prójimo. En la voluntad esta, puede decirse, el mal y el bien. Por la voluntad conseguimos nuestro fin o lo perdemos. Por la voluntad cumplimos nuestro deber o faltamos a el. Por la voluntad somos buenos o malos. Si queremos lo que debemos, somos rectos, porque estamos dirigidos al bien; si queremos lo que no debemos, somos torcidos o malos, porque no estamos dirigidos al bien. Pero siempre con nuestra voluntad debemos querer 1o que Dios quiere que queramos. Y todo lo que Dios quiere que queramos se reduce mas o menos inmediatamente a amarle a El y al prójimo por El, y esto, como sabemos, comprende todos los Mandamientos. Muchas cosas podemos querer útiles y agradables para nosotros; pero todas ellas, por lo menos, no deben ser opuestas al amor de Dios, porque eso seria pecado, mas o menos grave, según fuesen mas o menos opuestas. Además, de un modo o de otro han de ser aptas para llevarnos y unirnos a Dios; porque lo demás seria desorden. Y Dios no da facultades, ni potencias, ni vida, ni nada, para pecados ni desordenes.

Que es el alma humana.—

El alma humana, dice el Catecismo, es un espíritu inmortal, criado por Dios de la nada a su imagen y semejanza. Alma llamarnos a eso que en el hombre es el principio de la vida y del movimiento y de la acción, la fuerza, el guía, el origen de todos nuestros actos. El que vive tiene su alma consigo; el que no tiene alma no vive, ni oye, ni ve, ni siente, ni mucho menos piensa, ni recuerda, ni ama. Que tengamos nosotros en nuestro ser una cosa, que sea distinta de algún modo de nuestro cuerpo nadie lo duda. Basta ver un vivo y un muerto, y la diferencia que hay entre los dos es únicamente que el vivo tiene alma, y el muerto no la tiene.

El alma es un espíritu. –

El alma humana es un espíritu que esta hecho por Dios para que uniéndose con nuestro cuerpo forme al hombre. No es el alma humana como el alma de los animales, un alma material; esta, aunque no es cuerpo, depende del cuerpo al misino tiempo que le da vida, pero no puede subsistir, si no es con el cuerpo. Nuestra alma es espiritual, y puede, por tanto, subsistir, aun cuando el cuerpo se desorganice y no pueda ser habitado por ella. Tampoco es corno el ángel; porque el espíritu angélico ha sido criado por Dios para vivir siempre sin cuerpo; mas el espíritu humano ha sido criado por Dios para vivir con el cuerpo, por lo menos al principio, y para animarlo y darle el ser de hombre. Es de tal naturaleza, que si bien al principio lo ha hecho Dios unido con el cuerpo desde- el primer instante de su ser, como una forma sustancial del hombre, despues es capaz de vivir separado y solo, aun sin el cuerpo.

Que es cuerpo y que es espíritu.-

Cuerpo es toda sustancia que tiene mole y de su suyo se extiende en el espacio ocupándolo con sus tres dimensiones de longitud, anchura y altura. Y corporal o material es Lodo aquello que, aunque no sea cuerpo o sustancia corpórea, no puede existir naturalmente sino dependiendo de algún cuerpo: tales son los accidentes corporales, que, si no es por milagro, naturalmente no pueden existir sin los cuerpos; tal es también la vida de las plantas, y la vida o alma de los animales. Espíritu es toda sustancia que ni tiene mole, ni dimensiones, y no depende en su ser intrínsecamente de ningún cuerpo. Y espiritual es todo aquello que, sin ser sustancia espiritual, naturalmente se adhiere al espíritu; como, por ejemplo, el pensamiento.

La fe nos enseña que el alma es espíritu.—

Uno de los mayores errores y mas irreligiosos de todos los tiempos, y especialmente de los nuestros, es el materialismo, que dice que el hombre no es sino materia, y que el alma no es sino una cosa material perteneciente al cuerpo como otra cualquiera de las cualidades corpóreas, o mejor dicho el resultado, o la resultante de todas las energías materiales de los cuerpos. Mas la religión católica es completamente espiritualista. Jesucristo decía: No teníais a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma (Mt.. 10, 28). Y siempre en la Sagrada Escritura se nos propone el alma como espíritu distinto del cuerpo, y de distinta naturaleza; al hombre, como compuesto de cuerpo y alma; la muerte, como separación de una parte principal (que es el alma, y en la cual sigue nuestra persona) de la otra parte (que es el cuerpo y se disuelve). Tengo deseo—decía San Pablo- de irme del cuerpo y estar presente al Señor» (2 cor. 5, 8). y en el Apocalipsis dice San Juan: “Ví las almas de los muertos por la fe, y clamaban: ¿Hasta cuando, Señor, no juzgaras? (Ap., 6, 10). Y no hay en la Iglesia verdad mas frecuente que esta de considerar al hombre compuesto de alma y cuerpo, y de tal modo, que el alma es la parte principal. Los filósofos prueban muy bien que el alma es espiritual, porque ni tiene mole, ni extensión, y es superior en su modo de obrar a todo lo que pueden el cuerpo y la materia; si fuese material no podría conocer las cosas espirituales, y nosotros conocemos a Dios, los ángeles, y tenemos nociones abstractas: de ser, sustancia, sabiduría, verdad, etc., y las morales: de justo, injusto, licito, ilícito, y otras muchas ideas que nunca tienen los animales; entendemos y queremos y amamos y buscamos muchas cosas que no hacen impresión ninguna en el cuerpo, sino que son inmateriales; el mismo uso de la lengua y de la palabra, y de diversas lenguas, prueba nuestra espiritualidad; porque el sentido no pude entender las lenguas, sino solo percibir los sonidos sin penetrar su significado; podemos reflexionar, cosa que no pueden hacer los animales; podemos razonar y discurrir y progresar y deducir unas verdades de otras, lo que no pueden los animales, porque no conocen las cosas sino en concreto, y no pueden tener ideas universales, como tenemos nosotros (el hombre, el árbol, el caballo, el triangulo…, ideas que convienen a todos los hombres, árboles, caballos, triángulos…). Además, el alma humana se ve que es espiritual: primero, porque es libre en sus actos, y la materia no es libre, obra necesariamente, y siempre por leyes fijas y forzosas; segundo, porque desea cosas inmateriales, como la honra, la ciencia, el arte, la virtud, el deber, la inocencia, la perfección moral, etc., etc.

Tenemos, pues, en nuestro cuerpo, además de lo que vemos y sentimos, un espíritu distinto de nuestro cuerpo, que piensa y quiere y obra cosas que no son corporales, y es el principio de todo nuestro movimiento y de toda nuestra vida; esta es el alma.

Esta alma es simple e inextensa, y esta toda ella en todo el cuerpo, y toda en cada parte del cuerpo, siendo una.

Puntos de catecismo, Vilariño S.J.

Consagración a la Reina de los Mártires

Por la señal de la Santa Cruz… etc.

Acto de Contrición, o Acto de Dolor Perfecto:

Jesús, María, yo débil e indigna criatura, postrado a tus pies, confieso con intenso dolor y con el alma llena de confusión, las innumerables negligencias y pecados que he cometido en mi vida.

Te he ofendido, ¡oh Dios mío!, te he ofendido, y me arrepiento desde lo más profundo de mi corazón.

Con la viva esperanza de Tu santa ayuda, hago el firme propósito de morir, antes que cometer todavía un solo pecado mortal.

Me duelo sin fin de mis pecados, sobre todo por esto: Porque te he ofendido a Ti, mi Dios infinitamente bueno y amoroso, a quien ninguna criatura debería nunca cesar de alabar, dar gracias y glorificar. Amén. 

Acto de consagración

¡Oh Señora mía, María Santísima Reina de los Mártires. En este día, lleno de confianza en Vos y en vuestra santa protección, os pido me consigáis de vuestro Santísimo Hijo el perdón de todos los pecados y negligencias que durante el año que termina he cometido.

A Vos, Madre mía amantísima, consagro todos y cada uno de los 365 días del año 2022 que recién está comenzando (o de los que resten del año), y que a nuestros ojos aparece repleto de graves y funestos presagios. En tus bondadosas manos pongo todos los acontecimientos que en mi vida ocurrirán durante este nuevo año. Confío en tu poderosa protección y descanso todo mi ser en tu piadoso y amante Corazón Inmaculado.  

Os consagro mi alma y mi cuerpo para que los protejáis de todo mal y de todo pecado y de esta manera me guardéis sin mancha hasta la hora de mi muerte. Protégeme también de todos los hombres perversos que buscan mi ruina física y material.

Os consagro también a todos los miembros de mi familia, para que, en los actuales tiempos calamitosos, los guardéis de todo mal y de todo pecado, y a los familiares que aún siguen en el error, los convirtáis al puerto seguro de la Tradición católica.

 Os consagro además todo mi haber y poseer, todas mis cosas, las cuales pongo bajo   vuestro poderoso manto: cuidad de ellas.   

Y por último os consagro a mi amada Patria, España, de la que sois excelsa Patrona, y por las gloriosas hazañas que a lo largo de su historia mis mayores hicieron por Ti, ten compasión de Ella.

(Cada uno debe nombrar aquí a su Patria)

Te pido, Madre amantísima, me otorguéis la fuerza para no negar jamás a vuestro Hijo Jesucristo, pase lo que pase, suceda lo que suceda, incluso hasta llegar al martirio, si fuera necesario. Te suplico me des la fortaleza que concediste a la gloriosa Santa Filomena, a quien también me encomiendo para que guíe mis pasos y me socorra.  

Santísima Virgen María, a vuestras manos consagro mis esperanzas y mis consuelos, mis penas y miserias, el curso y fin de mi vida, los tiempos de la gran tribulación que estamos viviendo repletos de peligros para el alma y para el cuerpo: para que, por vuestra santísima intercesión y méritos, sienta en todos los instantes de mi vida vuestro poderoso auxilio, y todas mis obras se hagan según vuestra voluntad y según la de vuestro Hijo. Amén.

Terminamos el solemne acto de Consagración a María Inmaculada con el rezo de tres Avemarías.

El anterior Acto de Consagración se pueden renovar siempre que se quiera. Y no sólo se puede, sino que sería grandemente provechoso hacerlo muchas veces a lo largo del año. Solamente habrá que adaptar las fechas al día en que se haga.

Padre Ramiro Ribas

Fin del hombre

Para qué fin ha creado Dios al hombre.-

Esta cuestión traía muy enredados a los filósofos antiguos y les hizo disparatar mucho en teoría y también en la practica. Es cuestión importantísima, la mas importante de todas, la única importante, en resumidas cuentas; puesto que el todo de cada cosa es alcanzar su fin. El complemento de la perfección del hombre, como de todos los seres, es lograr su fin. Pero en el hombre, para lograrlo, es preciso antes conocerlo; porque el hombre no es como los seres ciegos, que no lo pueden conocer, ni se llevan a si mismos a su fin, sino que por la necesidad de su ser, sin conocer y sin querer van al fin; el fin del sol es alumbrar y alumbra sin conocer su fin, ni buscarlo; el fin del árbol es dar hojas, flores y frutos, y los da sin conocerlo ni buscarlo, y de su especie, y no de otra; y así todas las cosas insensibles.

Los animales, aunque con los sentidos conocen lo que buscan pero no lo conocen bajo el concepto de fin, dándose cuenta de que es su fin, ni se dirigen a su fin, libremente, sino guiados por un instinto ciego de la naturaleza y por un apetito espontáneo, pero sin libertad. Así la golondrina al hacer su nido y crear sus hijos; así la hormiga al hacer sus cuevas; así la abeja al formar sus panales y fabricar la miel. No así el hombre, el cual tiene que llevarse a si mismo al fin, porque es libre y primero debe conocerlo, para después buscarlo. El que no busca su fin os un navegante que no sabe adonde va, un cazador que no sabe adonde tira, un sembrador que no sabe lo que siembra.

El hombre tiene doble fin.—

Un fin es inmediato y de esta vida, pero pasajero. Y el otro fin es mediato de la otra vida, y es eterno. Tiene un fin en este mundo y otro fin en el otro. Porque, como veremos, el hombre es inmortal en cuanto al alma. Por eso dice el Catecismo que fue criado para servir a Dios en esta vida y después gozarle en la eterna. Luego tiene dos fines distintos aquí y allí. Sin embargo este fin es en lo principal uno mismo; porque siempre el hombre es para servir a Dios. Para eso son, es cierto, todas las criaturas, pero singularmente el hombre por ser racional. Es, como dicen los teólogos, propiedad esencialísima de toda criatura el ser sierva. Esencialmente, el hombre es siervo de Dios. Y por eso la Virgen decia de si misma: ecce ancilla Domini, he aquí la sierva del Señor (Le. 1, 38). Pero la manera de servir y de estar aquí, en esta vida, es diferente de la otra vida. Y también el fin inmediato es diferente del ultimo.

Fin del hombre en esta vida.—

En esta vida el hombre tiene por fin servir a Dios, sin gozar aun de Dios. Es, a saber: conocer, alabar, glorificar y servir a Dios. Conocer la voluntad de Dios y hacerla y, como dice muy bien San Ignacio en su libro de los Ejercicios, alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor. Todas las cosas las cría Dios para que le den gloria; esto es esencial y no puede ser de otro modo. Los seres irracionales le dan gloria manifestando en sus propiedades y esencias los atributos de Dios: su sabiduría, su bondad, su poder, etc., y dando a conocer estas cosas en su modo de ser. Pero el hombre le glorifica mucho mejor, conociendo estas excelencias en las criaturas irracionales y deduciendo de ellas los atributos de Dios: sabiduría, poder, bondad, etc., etc. Gloria es, según San Agustín, conocimiento claro de una cosa, con alabanza de ella. De ahí que propiamente

solo el hombre puede dar gloria a Dios, porque solo el puede conocerle y alabarle; las demás cosas solo le pueden dar a conocer y así excitar en los racionales el amor. Además, el hombre debe en este mundo y en el otro hacer lo que Dios quiere, pues, como hemos dicho, es siervo suyo y en ningún momento se puede librar de servirle. Y como para servirle tiene los Mandamientos, bien podemos decir que el hombre ha sido criado para guardar los mandamientos, que es lo mismo que servir a Dios y hacer su voluntad.

Objeción: El hombre ha nacido para vivir.—

Algunos dirán que el hombre ha nacido para vivir, para vivir lo mejor que pueda, para adelantar en la vida, para progresar en la vida, para hacer bien aquí a sus semejantes y a la sociedad. Todo eso es verdad, pero no es toda la verdad. Al decir que el hombre ha nacido para glorificar a Dios, para servir a Dios, para

hacer la voluntad de Dios, para guardar sus Mandamientos, expresamos su ultimo fin. No queremos decir que no ha nacido para tener aquí buena vida y fomentar los intereses de la tierra y procurar su propia cultura y bien temporal propio y ajeno. Sino que, al contrario, en los Mandamientos y en la voluntad de Dios y en la gloria de Dios entra que el hombre haga bien todo lo de esta vida. Se glorifica a Dios y se cumple su voluntad, cumpliendo sus deberes y ejerciendo la vida natural bien.

Pero decimos que el fin último en esta vida es hacer la voluntad de Dios, porque a este fin debe subordinarse todo cuanto hagamos y vivamos; de modo que vivamos y obremos y hagamos todo conforme al servicio de Dios; por donde lo que hagamos conforme a este servicio y Mandamientos de Dios, esta bien hecho; cuanto hagamos en contra de el esta mal hecho y es contrario a nuestro fin y perfección.

Además de nuestro fin próximo en esta vida hay otro ultimo después de ella.—

Pero esta vida es preparación para otra vida, para otro fin último que tenemos después. Se ve claro que no esta aquí el fin del hombre, que no todo acaba con la muerte. Si todo acabase aquí con la muerte, la mayor parte o, mejor dicho, todos los hombres serian verdaderamente desgraciados. Se ve que no hemos sido hechos sólo para las cosas de este mundo, incapaces realmente de satisfacer a nuestro espíritu. Al contrario, cuando son demasiadas y las usamos sin moderación, de ordinario causan enfermedades, desgracias, hastíos, desengaños, hacen infeliz al hombre.

Muchos, además, no pueden tener bienes del mundo, porque son pobres y serian desgraciados si su única felicidad y su único

fin consistiese en esto. No puede Dios haber sido tan duro y tan poco sabio. En fin, a tocios nos dejan estos bienes con la muerte, y el alma es inmortal. Dios nos ha puesto en este mundo para que con nuestra persona y con las cosas que nos ha dado para sostenimiento de nuestra persona y ejercicio de nuestra vida, hagamos lo que El aqui nos manda. Y nos promete, si nosotros nos disponemos con nuestra vida para la otra, la felicidad; y nos amenaza, si nosotros no queremos cumplir su voluntad, con el castigo.

Nuestro ultimo fin: la otra vida eterna.—

Dice el Catecismo que el hombre ha sido creado para gozar de Dios en la vida eterna, después de servirle en esta. Y asi es. Esta vida es algo buena y mucho mala, como lo sabemos. Y, sin embargo, nosotros  sentimos interiormente anhelo de felicidad, de felicidad completa, segura, inmensa, superior a todo lo que se goza en esta vida. Conocernos que somos hechos para algo mas de lo que aquí hay, lo cual siempre nos deja vacíos. Y eso que echamos de menos es la otra vida; Dios nos ha hecho para el cielo. Y a todos, si queremos, si no es por nuestra culpa, nos llevara al cielo. Porque su fin al criarnos fue hacernos dichosos, gozando de El en la otra vida eternamente. Sino que por su providencia dispuso que esta la lográsemos nosotros cumpliendo su voluntad y sirviéndole; y, si no, no.

Que es gozar de Dios en la otra vida.—

Aunque esto habrá que explicarlo otra vez en otros sitios, diremos algo. Gozar de Dios en la otra vida es esencialmente ver y amar a Dios de un modo singular que causa gozo cumplido en el alma humana, sin que ya desee mas, ni sienta vacío ni necesidad de mas; fuera de esto, el Señor dará a la persona humana en aquella nueva vida y estado final otros muchos goces, de tal modo, que nada falte a la perfección y bienestar humanos. Aquí ya se ve que falta mucho.

Y no pudiera Dios haber hecho un ser que, sin culpa suya, no lograse al fin todo su complemento. Sin embargo, también en la otra vida el fin del hombre será, como en esta, servir y hacer la voluntad de Dios. La diferencia esta en que aquí esta voluntad de Dios es costosa muchas veces, nos priva de muchos gustos y siempre esta sin la verdadera felicidad; al paso que allí el hacer la voluntad de Dios será muy agradable, porque esta unido con la suma y completa felicidad del hombre.

Esta felicidad y goce de Dios, si el Señor no nos hubiera levantado al estado de la gracia, sin merecerlo nosotros, por sola su bondad y gracia, hubiera consistido en un conocimiento muy claro de Dios, sin comparación mejor que en esta vida; y en un amor muy grande, correspondiente a este conocimiento junto todo con una seguridad y posesión del bien sin dolor, ni enfermedad, ni mal de ningún genero. Esto ya hubiera sido muy dichoso; una vida como la de ahora, pero perfecta en todo, sin ninguno de los males que tenemos, y con todos los bienes que podamos desear aquí naturalmente.

Esta bienaventuranza creen muchos y graves doctores, y a mi me parece con razón, que tienen los niños que mueren sin el bautismo. Mas elevados primero al estado de gracia en Adán por la bondad de Dios, y luego, cuando este perdió la justicia original para si y para sus hijos, levantados de nuevo por los meritos de Jesucristo, tendremos no solo la bienaventuranza natural que he descrito, sino la gloria; es decir, la visión de Dios, no por conocimiento natural, sino por el conocimiento sobrenatural y como divino, muy superior al otro de que hemos hablado; en virtud del cual veremos a Dios como es en si, directamente, y como El se ve a si mismo, que es el mayor bien, gozo y felicidad que se puede dar al hombre, ni a ninguna criatura. Y conforme a este conocimiento será también el amor: sobrenatural, sumo, divino, como no puede darse mayor ni mas dichoso genero de amor. Esto sin contar los goces accidentales que a los sentidos y potencias Dios dará en la gloria. Esta felicidad y goce será no solo para las almas, sino también para los cuerpos, como se dirá al tratar de la resurrección.

                                       Puntos de Catecismo, Vilariño, S.J.

¿Quién es Dios?

Articulo l.° del Credo. Creer en un solo Dios Todopoderoso.—

El articulo primero contiene tres puntos: creer que existe Dios; creer que es Todopoderoso; creer que es uno solo.

Definición de Dios.—

Para proceder adelante, conviene que ante todo digamos lo que es Dios. Nuestro Catecismo define Dios diciendo que es una cosa la mas excelente y admirable que se puede decir y pensar; un Señor infinitamente bueno, sabio, poderoso, justo, principio y fin de todas las cosas.

Una cosa: aunque en castellano parece la palabra algo pobre, científicamente esta bien. Y se debe entender un ser, y un ser no vago, sino preciso; no indefinido, sino determinado, aunque infinito; no impersonal, sino personal, aunque en tres personas; como veremos.

La más excelente y admirable que se puede decir y pensar. Es decir, lo mas excelente y admirable que puede haber: mas excelente que todo lo que existe; lo mas excelente de todo lo que puede imaginarse o pensarse por cualquiera.

Un Señor infinitamente bueno: bueno en todos conceptos, porque contiene todos los bienes y perfecciones y no tiene ninguna imperfección ni mal.

Infinitamente sabio: porque sabe todo lo que es, ha sido y será y pudiera ser.

Infinitamente poderoso: porque puede hacer todo lo que es posible.

Infinitamente justo: porque da el premio y el castigo según los meritos.

Principio de todas las cosas: porque por El fueron hechas todas las cosas que existen, y El hará cuantas después se hagan: y sin El no se puede hacer nada, ni lo que nosotros hacemos, porque El es el primer movimiento que mueve a todo lo que se mueve.

Fin de todas las cosas: porque todas han sido hechas para demostrar su gloria, y hacer su voluntad: y esto es la perfección y felicidad de todas las criaturas: dar gloria a Dios y hacer su voluntad.

Dios es espíritu.—

No es cuerpo, ni en cuanto Dios tiene cuerpo; solo la segunda persona tomo la naturaleza humana, según veremos. Dijo Jesucristo a la Samaritana: Dios es espíritu. Y, en efecto, si no fuese espíritu seria muy imperfecto. Nosotros somos espíritus, pero no simples espíritus, sino compuestos de alma y cuerpo. Dios es espíritu simple, y tener cuerpo seria una imperfección grande. Como, pues, dicen la Escritura y los Doctores y Santos que Dios tiene ojos, oídos, brazo, olfato y gusto, y la Iglesia nos presenta imágenes materiales de Dios? Como nosotros no somos inmateriales y no entendemos las cosas espirituales como son en si, sino con imágenes y términos sensitivos, para acomodarse a nuestro modo de entender, usa de esos términos metafóricos. Dice que Dios tiene ojos y oídos, porque su entendimiento percibe y sabe todo lo que se hace y dice; que tiene brazo porque su poder lo puede todo; que tiene olfato, porque recibe agrado de nuestras buenas acciones, como de un perfume espiritual; que tiene corazón, porque es misericordioso, amante, Padre… En cuanto a las pinturas, unas veces se hacen así por las formas en que se ha aparecido Dios a los hombres, otras por la analogía que los atributos o acciones de Dios guardan con las cosas de la tierra. Así al Padre Eterno se le representa con mas edad, con cetro y un globo en la mano, y con aspecto de autoridad por ser la primera persona en origen, y por ser criador y eterno. Al Hijo se le podría haber dado la misma representación en cuanto Dios; pero como se hizo hombre, se le da la figura que tuvo en la tierra. Al Espíritu Santo se le da forma de paloma, porque en esta forma apareció en la tierra varias veces.

Painted divine figure church of San Sebastiano Rome

Enumeración de las perfecciones de Dios.—

Pero para que mejor entendamos lo que es Dios, vamos a enumerar brevemente y explicar, aunque sea de corrida, cuales son sus principales perfecciones. Las cuales nosotros las entendemos mal y muy imperfectamente; porque las entendemos, no viéndolas en si mismas, sino en sus efectos, en las criaturas, o deduciéndolas por el raciocinio de lo que vemos en las criaturas y en la idea de Dios, juntando y acumulando en El todas las perfecciones que en otros vemos.

Enumeraremos y describiremos, pues, las principales, como son: que Dios es eterno, inmutable, inmenso, omnisciente, omnipotente, santo, justo, bueno, misericordioso, uno, invisible. Y de cada atributo diremos lo preciso porque todo ni en las aulas se explica suficientemente; ni el entendimiento humano lo puede alcanzar.

                                                        Puntos de Catecismo, Vilariño, SJ.