SERMON DEL SANTO CURA DE ARS DEL DÍA DEL CORPUS CHRISTI

Estas palabras nos recuerdan todas las miserias de la vida, el menosprecio con que hemos de mirar las cosas creadas y perecederas, el deseo con que debemos esperar la salida de este mundo para encaminarnos a nuestra verdadera patria, ya que esta tierra no lo es.

Consolémonos, sin embargo, del destierro a que estamos sujetos; en él tenemos un Dios, un amigo, un consolador y un Redentor, que puede endulzar nuestras penas, haciéndanos vislumbrar grandes bienes, desde este valle de miserias; lo cual debe llevarnos a exclamar, como la Esposa de los Cantares: «¿Habéis visto a mi amado? Y si lo habéis visto, decidle que no hago más que penar» (Cant., V, 8.) ¿Hasta cuándo, Señor, exclama el santo Rey Profeta en sus transportes de amor y arrobamiento, hasta cuándo prolongaréis mi destierro lejos de Vos? (Ps. CXIX, 5.). Mas dichosos que los santos del Antiguo Testamento, no solamente poseemos a Dios por la grandeza de su inmensidad, en virtud de la cual se halla en todas partes; sino que le tenemos con nosotros tal cual estuvo durante nueve meses en el sello de María, tal cual estuvo en la cruz. Más afortunados aún que los primeros cristianos, quienes hacían cincuenta o sesenta leguas de camino para tener la dicha de verle, nosotros le poseemos en cada parroquia, cada parroquia puede gozar a su gusto de tan dulce compañía. ¡Oh, pueblo feliz!.

¿Cuál es mi propósito?. Vedlo aquí. Quiero mostraros la bondad de Dios en la institución del adorable sacramento de la Eucaristía y los grandes provechos que de este sacramento podemos sacar.

I.- Digo yo que lo que hace la felicidad de un buen cristiano, hace la desgracia de un pecador. ¿Queréis de ello una prueba? Vedla aquí. Para el pecador que no quiere salir del pecado, la presencia de Dios se convierte en un suplicio: quisiera él borrar el pensamiento de que Dios le está mirando y le juzgará, se oculta, huye de la luz del sol, se hunde en las tinieblas, siente indecible horror por todo lo que puede evocarle aquel pensamiento; un ministro de Dios le estorba, le causa odio, huye de Él, cuando piensa que tiene un alma inmortal, que hay un Dios que le recompensará o castigará durante toda la eternidad; conforme a sus obras; le parece que tales pensamientos son otros tantos verdugos que le atormentan sin cesar. ¡Ah!, ¡triste existencia la de un pecador que vive en pecado! ¡Es en vano que te ocultes de la presencia de Dios, nunca podrás conseguirlo! «¿Adán, Adan, donde estás?» «Señor, exclama, he pecado y temo vuestra presencia» (Gen., III, 9-10). Adán, temblando, corre a ocultarse, y es precisamente en el momento en que creía no ser visto de Dios cuando se hizo oír su voz : «Adán en todas partes me hallarás; has pecado, y Yo he sido testigo de tu crimen; mis ojos estaban fijos en ti». «Caín, Caín, ¿dónde está tu hermano?». Al oír la Voz del Señor, Caín quedó estupefacto. Pero Dios le persiguió con la espada en el cinto: «Caín, la sangre de tu hermano clama venganza» (Gen., IV, 9-10). Cuan cierto es que el pecador se halla en un continuado espanto y desesperación. ¿Qué hiciste, pecador? Dios te castigará. No, no, exclama, Dios no me ha visto, «no hay Dios». ¡Ah!, desgraciado, Dios te ve y te castigará. De lo cual concluyo que en vano el pecador querrá tranquilizarse, olvidar sus pecados, huir de la presencia de Dios y procurarse todo cuanto su corazón pueda desear; a pesar de todo esto, no dejará de ser un desdichado; en todas partes arrastrará sus cadenas y su infierno. ¡ Ah !, ¡ triste existencia 1 No vayamos más lejos; estos pensamientos son demasiados desesperanzadores; de ningún modo nos conviene hoy_ este lenguaje; dejemos a esos pobres desgraciados en las tinieblas, ya que en ellas quieren vivir; dejemos que se condenen, ya que no quieren salvarse.

«Venid, hijos míos, decía el santo Rey David, venid, pues tenga grandes cosas que anunciaros ; venid, y os diré cuán bueno es el Señor para los que le aman. Tiene preparado para sus hijos un alimento celestial que da frutos de vida. En todas partes hallaremos a nuestro Dios; si vamos al cielo, allí estará; si pasamos el mar, le veremos a nuestro lado. Si nos sumergimos en la profundidad caótica de las aguas, hasta allí nos acompañará» (Ps. XXXIII; CXXXVIII. XXII.). Nuestro Dios no nos pierde de vista, cual una madre que está vigilando al hijito que da los primeros pasos. «Abraham, dice el Señor, anda en mi presencia y la hallarás en todas partes.» «¡ Dios mío !, exclama Moisés, servíos mostrarme vuestra faz: con ella tendré cuanto puedo desear» (Exod, XXIII, 13.). Cuán consolado queda un cristiano, al pensar que Dios le ve, que es testigo de sus penalidades y de sus combates, que tiene a Dios de su parte. Digámoslo mejor, ¡todo un Dios le estrecha dulcemente contra su seno! ¡Pueblo cristiano! ¡Cuán dichoso eres al gozar de tantos favores que no se conceden a los demás pueblos! Razón tenía al decirnos, que si la presencia de Dios es una tiranía para el pecador, es en cambio una delicia infinita; un cielo anticipado para el buen cristiano.

Hermoso y consolador es lo que os acabo de decir, más aún no es todo, es poca cosa todavía, me atrevo a decir, en comparación del amor que Jesucristo nos manifiesta en el adorable sacramento de la Eucaristía. Si me dirigiese a gente incrédula o impía, que se atreve a dudar de la presencia de Jesucristo en este adorable sacramento, comenzaría por aportar pruebas tan claras y convincentes, que morirían de pena por haber dudado un misterio apoyado en argumentos tan fuertes v persuasivos. Les diría yo: si es verdad la existencia de Jesucristo, también es verdad este misterio, ya que Aquél, después de haber tomado un fragmento de pan en presencia de sus apóstoles, les dijo: «Ved aquí pan; pues bien, voy a transformarlo en mi Cuerpo; ved aquí vino, el cual voy a transformar en mi sangre; este cuerpo es verdaderamente el mismo que será crucificado, y esta sangre es la misma que será derramada en remisión de los pecados ; y cuantas veces pronunciéis estas palabras, dijo además a sus apóstoles, obraréis el mismo milagro; esta potestad la comunicaréis unos a otros hasta el fin de los siglos»(Matth., XXVI ; Luc., XXII.). Mas ahora dejemos a un lado estas pruebas; tales razonamientos son inútiles para unos cristianos que tantas veces han gustado las dulzuras que Dios les comunica en el sacramento del amor.

Dice San Bernardo que hay tres misterios en los cuales no puede pensar sin que su corazón desfallezca de amor y de dolor, El primero es el de la Encarnación, el segundo es el de la muerte y pasión de Jesús, y el tercero es el del adorable sacramento de la Eucaristía. Al hablarnos el Espíritu Santo del misterio de la encarnación, se expresa en términos que nos muestra la imposibilidad de comprender hasta dónde llega el amor de Dios a los hombres, pues dice: «Así amó Dios al mundo», como si nos dijese: dejo a vuestra mente, deja a vuestra imaginación la libertad de formar sobre ello las ideas que os plazca; aunque tuvieseis toda la ciencia dé las profetas, todas las luces de los doctores y todos los conocimientos de los ángeles, os sería imposible comprender el amor que Jesucristo ha sentido por vosotros en estos misterios. Cuando nos habla San Pablo de los misterios de la Pasión de Jesucristo, ved cómo se expresa : «Con todo y ser Dios infinito en misericordia y en gracia, parece haberse agotado por amor nuestro. Estábamos muertos y nos dió la vida. Estábamos destinados a ser infelices por toda una eternidad, y con su bondad y misericordia ha cambiado nuestra suerte» (Eph., II, 4-6.). Finalmente, al hablarnos, San Juan, de la caridad que Jesucristo mostró con nosotros al instituir el adorable sacramento de la Eucaristía, nos dice «que nos amó hasta el fin» (Joan., XIII, 1.) es decir, que amó al hombre, durante toda su vida, con un amor sin igual. Mejor dicho, nos amó cuanto pudo. ¡Oh, amor, cuan grande y cuán poco conocido eres!

Y pues, amiga mío, ¿no amaremos a un Dios que durante toda la eternidad ha suspirado por nuestro bien? ¡Un Dios que tanto lloró nuestros pecados, y que murió para borrarlos! Un Dios que quiso dejar a los ángeles del cielo, donde es amado con amor tan perfecto y puro, para bajar a este mundo, sabiendo muy bien que aquí sería despreciado. De antemano sabía las profanaciones que iba a sufrir en este sacramento de amor. No se le ocultaba que unos le recibirían sin contrición; otros sin deseo de corregirse; ¡ay!, otros tal vez, con el crimen en su corazón, dándole con ello nueva muerte. Pero nada de esto pudo detener su amor. ¡Dichoso pueblo cristiano! … «Ciudad de Sión, regocíjate, prorrumpe en la más franca alegría, exclama el Señor por la boca de Isaías, ya que tu Dios mora en tu recinto» (Is.,XII,6.). Lo que el profeta Isaías decía a su pueblo, puedo yo decíroslo con más exactitud. ¡Cristianos, regocijaos!, vuestro Dios va a comparecer entre vosotros. Este dulce Salvador va a visitar vuestras plazas, vuestras calles, vuestras moradas; en todas partes derramará las más abundantes bendiciones. ¡Moradas felices aquellas delante de las cuales va a pasar! ¡Oh, felices caminas los que vais a estremeceros bajo tan santos y sagrados pasos! ¿Quién nos impedirá decir, al volver a discurrir por la misma vía : Por aquí ha pasado mi Dios, por esta senda ha seguido cuando derramaba sus saludables bendiciones en esta parroquia?

¡Qué día tan consolador para nosotros!. Si nos es dado gozar de algún consuela en este mundo, ¿ no será, por ventura, en este momento feliz? Olvidemos, a ser posible, todas nuestras miserias. Esta tierra extranjera va a convertirse en la imagen de la celestial Jerusalén; las alegrías y fiestas del cielo, van a bajar a la tierra. «Péguese la lengua a mi paladar, si es capaz de olvidar estos grandes beneficios» (Ps. CYXXVI, 6.). ¿Que el cielo prive a mis ojos de la luz, si ellos han de fijar sus miradas en las cosas terrenas?

Si consideramos las obras de Dios: el cielo v la tierra, el orden admirable que reina en el vasto universo, ellas nos anuncian un poder infinito que lo ha creado todo, una sabiduría infinita que todo lo gobierna, tina bondad suprema y providente que cuida de todo con la misma facilidad que si estuviese ocupada en un solo ser: tantos prodigios han de llenarnos forzosamente de sorpresa, espanto y admiración. Mas; fijándonos en el adorable sacramento de la Eucaristía, podemos decir que en él está el gran prodigio del amor de Dios con nosotros; en él es donde su omnipotencia, su gracia y su bondad brillan de la manera más extraordinaria. Con toda verdad podemos decir que éste es el pan bajado del cielo, el pan de los ángeles, que recibimos coma alimento de nuestras almas. Es el pan de los fuertes que nos consuela y suaviza nuestras penas. Es éste realmente «el pan de los caminantes»; mejor dicho, es la llave qué nos franquea las puertas del cielo. «Quien me reciba, dice el Salvador, alcanzará la vida eterna: el que me coma no morirá. Aquel, dice el Salvador, que acuda a este sagrado banquete, hará nacer en él una fuente que manará hasta la vida eterna» (Ioan., VI, 54.55; IV, 14.).

Mas, para conocer mejor las excelencias de este don, debemos examinar hasta qué punto Jesucristo ha llevado su amor a nosotros en este sacramento. No era bastante que el Hijo de Dios se hiciese hombre por nosotros; para dejar satisfecho su amor, era preciso ofrecerse a cada uno en particular. Ved cuánto nos ama. En la misma hora en que sus indignos hijos activaban los preparativos para darle muerte, su amor le llevaba a obrar un milagro cuyo objeto es permanecer entre ellos. ¿Se ha visto, podrá verse amor más generoso ni mas liberal que el que nos manifiesta en el Sacramento de su amor? ¿No habremos de afirmar, con el Concilio de Trento, que en dicho Sacramento es donde la liberalidad v generosidad divinas han agotado todas sus riquezas? (Ses., XIII, cap. II.). ¿Nos será dado hallar sobre la tierra, y hasta en el cielo, algo que con este misterio pueda ser comparado? ¿Se ha visto jamás que la ternura de un padre, la liberalidad de un rey para sus súbditos, llegase hasta donde ha llegado la que muestra Jesucristo en el Sacramento de nuestros altares? Vemos que los padres, en su testamento, dejan las riquezas a sus hijos; mas en el testamento del Divino Redentor, no son bienes temporales, puesto que ya los tenemos…, sino su Cuerpo adorable y su Sangre preciosa lo que nos da. ¡Oh, dicha del cristiano, cuán poco apreciada eres¡.  No, Jesús no podía llevar su amor más allá que dándose a Sí mismo; ya que, al recibirlo, le recibimos con todas sus riquezas. ¿No es esto una verdadera prodigalidad de un Dios para con sus criaturas?. Si Dios nos hubiese dejado en libertad de pedirle cuanto quisiéramos, ¿nos habríamos atrevido a llevar hasta tal punto nuestras esperanzas? Por otra parte, el mismo Dios, con ser Dios, ¿podía hallar alga más precioso para darnos?, nos dice San Agustín. Pera, ¿sabéis aún cuál fué el motivo que movió a Jesucristo a permanecer día y noche en nuestras templos? Pues fué para que, cuantas veces quisiéramos verle, nos fuese dado hallarle. ¡Cuán grande eres, ternura de un padre!. ¡Qué cosa puede haber más consoladora para, un cristiano, que sentir que adora a un Dios presente en cuerpo y alma! «Señor, exclama el Profeta Rey, ¡un día pasado junta a Vos es preferible a mil empleados en las reuniones del mundo»! (Pes., LXXXIII, 11.). ¿Qué es, en efecto, lo que hace tan santas y respetables nuestras iglesias?, ¿no es, por ventura, la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo? ¡Ah!, ¡pueblo feliz, el cristiano! 

II.- Pero, me preguntaréis, ¿qué deberemos hacer para testimoniar a Jesucristo nuestro respeto y nuestra gratitud? Vedlo aquí :

1.° Deberemos comparecer siempre ante su presencia con el mayor respeto, y seguirle con alegría verdaderamente celestial, representándonos interiormente aquella gran procesión que tendrá lugar después del juicio final. Para quedar penetrados del más profundo respecto, bastará recordar nuestra condición de pecadores, considerando cuán indignos somos de seguir a un Dios tan santo y tan puro, Padre bondadoso al que tantas veces hemos despreciado y ultrajado, y que con todo nos ama aún y se complace en darnos a entender que está dispuesto a perdonarnos nuevamente. ¿Qué es lo que hace Jesucristo cuando le llevamos en procesión? Vedlo aquí. Viene a ser como un buen rey en medio de sus súbditos, como un padre bondadoso rodeado de sus hijos, como un buen pastor visitando sus rebaños. ¿En qué debemos pensar cuando marchamos en pos de nuestro Dios? Mirad. Hemos de seguirle con la misma devoción y adhesión que los primeros fieles cuando moraba aquí en la tierra prodigando el bien a todo el mundo. Sí, si acertamos a acompañarle con viva fe, tendremos la seguridad de alcanzar cuanto le pidamos.

Leemos en el Evangelio que un día, en el camino por donde pasaba el Señor, había dos ciegos, los cuales se pusieron a dar voces diciendo: «¡Jesús, hijo de David, ten piedad de nosotros!» Al verlos el Divino Maestro, movióse a compasión, y les preguntó qué querían. «Señor, le respondieron, haced que veamos.» «Pues ved», les dijo el Salvador (Matth., XX, 30-34.). Un gran pecador llamado Zaqueo, deseando verle pasar, se encaramó a un árbol; pero Jesucristo, que había venido para salvar a los pecadores, le dijo: «Zaqueo, baja del árbol pues quiero alojarme en tu casa», ¡En tu casa!, lo cual es como si le dijese: Zaqueo, desde hace mucho tiempo, la puerta de tu corazón está cerrada por el orgullo y las injusticias; ábreme hoy, pues vengo para otorgarte el perdón. Al momento, bajó Zaqueo, humillóse profundamente ante su, Dios, reparó todas sus injusticia no deseando ya por herencia otra cosa que la pobreza y el sufrimiento (Luc., XIX, 1-10.). ¡Oh, instante feliz, el cual le valió una eternidad de dicha! Otro día pasando el Salvador por otra calle, seguíale una pobre mujer, afligida por espacio de. doce años a causa de un flujo de sangre: Se decía ella : «Si tuviese la dicha de tocar aunque sólo fuese el borde de sus vestiduras, estoy cierta que curaría » (Matth., IX, 20-22.). Y corrió, llena de confianza, a arrojarse a los pies del Salvador, y al momento quedó libre de su enfermedad. Si tuviésemos la misma fe y la misma confianza, obtendríamos también las mismas gracias; puesto que es el mismo Dios, el mismo Salvador y el mismo Padre, animado de la misma caridad. «Venid. decía el Profeta, venid, salid de vuestros tabernáculos, mostraos a vuestro pueblo que os desea y os ama.» ¡Ay!, ¡cuántos enfermos esperan la curación! ¡Cuántos ciegos a quienes habría que devolver la vista! ¡Cuantos cristianos, de los que van a seguir a Jesucristo, tienen sus almas cubiertas de llagas! ¡Cuántos cristianos están en las tinieblas y no ven que corren inminente peligro de precipitarse en el infierno! ¡Dios mío!, ¡curad a unos e iluminad a otros! ¡Pobres almas, cuán desdichadas sois!

Nos refiere San Pablo que, hallándose en Atenas, vió escrito en un altar: «Aquí reside el Dios desconocido» (Ignoto Deo (Act. XVII, 23).). Pero, ¡ay!, podría deciros yo lo contrario: vengo a anunciaros un Dios que vosotros conocéis como tal, y no obstante no le adoráis, antes bien le despreciáis. Cuántos cristianos, en el santo día del domingo, no saben cómo emplear el tiempo, y, con todo, no se dignan dedicar ni tan sólo unos momentos a visitar a su Salvador que arde en deseos de verlos juntos a sí, para decirles que los ama y que quiere colmarles de favores. ¡Qué vergüenza para nosotros!… ¿Ocurre algún acontecimiento extraordinario?, lo abandonáis todo y corréis a presenciarlo. Mas a Dios no hacemos otra cosa que despreciarle, huyendo de su presencia; el tiempo empleado en honrarle siempre nos parece largo, toda práctica religiosa nos parece durar demasiado. ¡Cuán distintos eran los primeros cristianos!. Consideraban como las más felices de su vida los días y noches empleados en las iglesias cantando las alabanzas del Señor o llorando sus pecados; mas hoy, por desgracia; no ocurre lo mismo. Los cristianos de hoy, huyen de Él y le abandonan, y hasta algunos le desprecian; la mayor parte nos presentamos en las iglesias, lugar tan sagrado, sin reverencia sin amor de Dios, hasta sin saber para qué vamos allí. Unos tienen ocupado su corazón y su mente en mil cosas terrenas o tal vez criminales; otros están allí can disgusta y fastidio; otros hay que apenas si doblan la rodilla en las momentos en que un Dios derrama su sangre preciosa para perdonar sus pecados; finalmente, otros, aun no se ha retirado el sacerdote del altar, ya están fuera del templo. Dios mío, cuán poco os aman vuestras hijos, mejor dicho, cuanto os desprecian. En efecto, ¿cuál es el espíritu de ligereza y disipación que dejéis de. mostrar en la iglesia? Unos duermen, otros hablan, y casi ninguno hay que se ocupe en lo que allí debería ocuparse.

2.° Digo que habiendo sido los hombres criados por Dios y enriquecidos sin cesar por su mano con los más abundantes favores, debemos todos testificarle nuestra agradecimiento, y a la vez afligirnos por haberle ultrajado. Nuestra conducta debe ser la de un amigo que se entristece por las desgracias que a su amigo sobrevienen: a esto se llama mostrar una amistad sincera. Sin embargo, por favores que haya podido prestar un amigo, nunca hará lo que Dios ha hecho por nosotros. – Pero, me diréis, ¿quiénes deben, al parecer de usted, sentir un amor más intenso y más ardiente a la vista de los ultrajes que Jesucristo recibe de los malos cristianos? – Es indudable que todos han de afligirse por los desprecios de que es objeto, todos han de procurar desagraviarle; mas entre los cristianos hay algunos que están obligados a ello de un modo especial, y san los que tienen la dicha de pertenecer a la cofradía del Santísimo Sacramento. He dicho: «Que tienen la dicha». ¿Habrá otra mayor que la de ser escogidas para desagraviar a Jesucristo de los ultrajes que recibe en el Sacramento de su amor? No os quepa duda; vosotros, como cofrades, estáis obligados a llevar una vida mucho más perfecta que el común de los cristianos. Vuestros pecados son mucho más sensibles a Dios Nuestro Señor. No es bastante can llevar un cirio en la mano, para dar a entender que somos cantados entre los escogidos de Dios; es preciso que nuestro comportamiento nos singularice, como el cirio nos distingue de los que no lo llevan. ¿Por qué llevamos esos cirios que brillan, si no es para indican que nuestra vida debe ser un modelo de virtud, para mostrar que consideramos como una gloria el ser hijos de Dios y que estamos prestos a dar la vida por defender los intereses de Aquel a quien nos hemos consagrado perpetuamente? Sí, esforzarse en adornar las iglesias y los altares es dar, ciertamente, señales exteriores muy buenas y laudables; pero no hay, bastante. Los bethsamitas, cuando el arca del Señor pasó por su tierra, dieron muestras del mayor celo y diligencia; en cuanto la divisaron, salió el pueblo en masa para precederla; todos se ocuparon diligentemente en preparar la leña para ofrecer los sacrificios. Sin embargo, cincuenta mil hubieron de morir, por no haber guardado bastante respeto (1 Reg., VI.). ¡Cuánto ha de hacernos temblar este ejemplo! ¿Que objetos guardaba aquella arca?. Un poco de maná, las tablas de la Ley; y porque los que a ella se acercan no están bien penetrados de su presencia, el Señor los hiere de muerte. Pero, decidme, ¿quiénes de los que reflexionen tan sólo por un momento sobre la presencia de Jesucristo, no quedarán sobrecogidos de temor? ¡Cuántos desgraciados forman parte del cortejo del Salvador, con un corazón lleno de culpas! ¡Ah, infeliz!, en vano doblarás la rodilla, mientras un Dios se yergue para bendecir a su pueblo; sus penetrantes miradas no dejarán por eso de ver los horrores que cobija tu corazón. Mas, si nuestra alma está pura, entonces podremos figurarnos que vamos en pos de Jesucristo como en pos de un gran rey, que sale de la capital de su reino para recibir los homenajes de sus súbditos y colmarlos de favores.

Leemos en el Evangelio que aquellos dos discípulos que iban a Emmaús andaban en compañía del Salvador sin conocerle; y cuando le hubieron reconocido, desapareció. Enajenados por su dicha, decíanse el uno al otro: «Cómo se explica que no le hayamos reconocido, ¿Acaso nuestros corazones no se sentían inflamados de amor cuando nos hablaba explicándonos las Escrituras?» (Luc., XXIV, 13-32.) . Mil veces más dichosos que aquellas discípulos somos nosotros, va que ellos iban en compañía de Jesucristo sin conocerle, mas nosotros sabemos que quien marcha en nuestra compañía presidiéndonos, es nuestro Dios y Salvador, el cual va a hablar al fondo de nuestro corazón, en donde infundirá una infinidad de buenos pensamientos y santas inspiraciones. «Hijo mío, te dirá, ¿por qué no quieres amarme? ¿Por qué no dejas ese maldito pecado que levanta una muralla de separación entre ambos? ¡Ah!, hijo mío, aquí tienes el perdón, ¿quieres arrepentirte?» Pero ¿qué le responde el pecador? «No, no, Señor, prefiero vivir bajo la tiranía del demonio y ser reprobado, a imploraros perdón.»

Mas, me dirá alguno, nosotros no decimos esto al Señor. – Pero ya replica que se lo, decís repetidamente, o sea, cada vez que Dios os inspira el pensamiento de convertiros. ¡Ah, desgraciado! día vendrá en que pedirás lo que hoy rehúsas, y entonces tal vez no te será concedido. Es muy cierto, que si tuviésemos la dicha de que Dios se nos hiciese visible, como ha acontecido a muchos santos, ya en la figura de un niño en el pesebre, ya traspasado por los clavos en la cruz, sentiríamos hacia Él mayor respeta y amor; pera esto no lo merecemos, y si nos aconteciese un caso semejante nos creeríamos ya santos, lo cual sería un motivo de orgullo. Mas, aunque Dios no nos otorgue esta gracia, no deja por ello de estar presente, y presto a concedernos cuanto le pidamos.

Refiérese en la historia que, dudando un sacerdote de esta verdad, después de haber pronunciado las palabras de la consagración: «¿Cómo es posible, decía entre sí, que las palabras de un hombre abren tan gran milagro?» Mas Jesucristo, para echarle en cara su poca fe, hizo que la santa Hostia sudase sangre en abundancia, hasta el punto que fué preciso recoger ésta con una cuchara (Las maravillas divinas en la Santa Eucaristía, por el P. Rossignoli, S. J., CXIII. maravilla.). Y el mismo autor nos refiere también que un día se pegó fuego a una capilla, y ardió toda la construcción hasta quedar destruída; mas la santa Hostia quedó suspendida en el aire sin apoyarse en ninguna parte. Habiendo acudido un sacerdote para recibirla en un vaso, vino en seguida ella misma a posarse allí…( Es el milagro de las sagradas Hostias de Faverney; en la diócesis de Besançon, ocurrido el día 26 de mayo de 1608. Cfr. Monseñor de Segur, en La Francia al Pie del Santísimo Sacramento, XV.).

Si amásemos a Dios, sería para nosotros una gran alegría, una gran dicha el venir todas los domingos al templo a emplear algunos momentos en adorarle y pedirle perdón de los pecados; miraríamos aquellos instantes como los más deliciosos de nuestra vida. ¡Cuán consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de bondad! ¿Estás dominado por la tristeza?, ven un momento a echarte a sus plantas, y quedarás consolado. ¿Eres despreciado del mundo?, ven aquí,  y hallarás un amigo que jamás quebrantará la fidelidad. ¿Te sientes tentado?, aquí es donde vas a hallar las armas más seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio formidable que a tantos santos ha hecho temblar?, aprovéchate del tiempo en que tu Dios es Dios de misericordia y en que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estás oprimido por la pobreza?, ven aquí, donde hallarás a un Dios inmensamente rico, que te dirá que todos sus bienes son tuyos, no en este inundo sino en el otro: Allí es donde te preparo riquezas infinitas; anda, desprecia esos bienes perecederos y en cambio obtendrás otros que nunca te habrán de faltar. ¿Queremos comenzar a gozar de la felicidad de los santos ?, acudamos aquí y saborearemos tan venturosas primicias.

¡Cuán dulce es gozar de los castos abrazos del Salvador! ¿No habéis experimentado jamás una tal delicia? Si hubieseis disfrutado de semejante placer, no sabríais aveniros a veros privados de él. No nos admire, pues, que tantas almas santas hayan pasado toda su vida, día y noche, en la casa de Dios, no sabiendo apartarse de su presencia.

Leemos en la historia que un santo sacerdote hallaba tal delicia y consuelo en el recinto de los templos, que hasta se acostaba sobre las gradas del altar, para que, al despertarse, le cupiese la dicha de hallarse junto a su Dios; y Dios, para recompensarle, permitió que ni muriese al pie del altar. Mirad a San Luis: durante sus viajes, en vez de pasar la noche en la cama, la pasaba al pie de los altares, junto a la dulce presencia del Salvador. ¿Por qué, pues, sentimos nosotros tanta indiferencia y fastidio al venir aquí? Es que nunca hemos disfrutado de tan deliciosos momentos?

¿Qué debemos sacar de todo esto?, vedlo aquí. Hemos de tener como uno de los instantes más felices de nuestra vida aquel en que nos es dado estar en compañía de tan buen amigo. Formemos en su cortejo con santo temor; como pecadores, pidámosle, con dolor y lágrimas en las ojos, perdón de nuestros pecados, y podemos estar ciertos de que lo alcanzaremos… Si nos hemos reconciliado, imploremos el don precioso de la perseverancia. Digámosle formalmente que preferimos mil veces morir antes que volver a ofenderle. Mientras no améis a vuestro Dios, jamás vais a quedar satisfechos: todo os agobiará, todo os fastidiará; mas, en cuanto le améis, comenzaréis una vida dichosa; y en ella podréis esperar tranquilamente la muerte! … ¡Aquella muerte feliz, que nos juntará a nuestro Dios!… ¡Ah, dulce felicidad!, ¿cuándo llegarás?… ¡Cuán largo es el tiempo de espera!, ¡ven!, ¡tú nos procurarás el mayor de todos los bienes, o sea la posesión del mismo Dios!….

TEXTOS DE LA MISA DEL DÍA DEL CORPUS CHRISTI

Introito. Salmo 80.17,2.-

Los sustentó con flor de trigo, aleluya; y saciólos con miel de la roca, aleluya, aleluya, aleluya. S/. Regocijaos alabando a Dios, nuestro protector; cantad al Dios de Jacob. V/ Gloria.

Colecta.-

Oh Dios!, que bajo un sa­cramento admirable, nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos, Señor, nos concedas celebrar de tal ma­nera los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que sintamos constantemente en nosotros el fruto de tu re­dención. Que vives.

Epístola. 1 Cor.11.23-29.- 

Hermanos: Del Señor aprendí lo que también os tengo ya enseñado, y es que el Señor Jesús, la noche misma en que había de ser traicionado, tomó el pan, y dando gracias, lo partió, y dijo: Tomad y comed; éste es mi cuerpo, que por vos­otros será entregado; haced esto en memoria mía. Y de la misma manera tomó el cáliz, después de haber ce­nado, diciendo: Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre; haced esto, siem­pre que lo bebiereis, en me­moria mía. Así que, cuantas veces comiereis este pan y bebiereis este cáliz, otras tantas anunciaréis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, cualquiera que coma este pan o beba el cá­liz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y sangre del Señor. Examínese, pues, a si mismo cada cual, y así coma de ese pan y beba de ese cáliz. Porque quien le co­me y bebe indignamente, se come Y bebe su propia con­denación, si no discierne el cuerpo del Señor.

Gradual. Salm.144.15-16.-

Los ojos de todos en ti es­peran, Señor; y tú les das comida en el tiempo conve­niente, y. abres tu mano, y llenas a todo viviente de bendición.

Aleluya. Juan 6,56-57.-

Aleluya, aleluya. V/. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida: el que come mi carne y bebe mi sangre, en mi permanece, y yo en él.

Secuencia.

Santo Tomás de Aquino.

Alaba, alma mía, a tu Salvador; alaba a tu guía y pastor con himnos y cánticos.

Pregona su gloria cuanto puedas, porque él está sobre toda alabanza, y jamás po­drás alabarle lo bastante.

El tema especial de nues­tros loores es hoy el pan vivo y que da vida.

El cual se dio en la mesa de la sagrada cena al grupo de los doce apóstoles sin género de duda.

Sea, pues, llena, sea sono­ra, sea alegre, sea pura la alabanza de nuestra alma.

Pues celebramos el solemne día en que fue instituido este divino banquete.

En esta mesa del nuevo rey, la pascua nueva de la nueva ley pone fin a la pascua antigua.

Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad, y la luz ahuyenta la noche.

Lo que Jesucristo hizo en la cena, mandó que se haga en memoria suya.

Instruidos con sus santos mandatos, consagramos el pan y el vino, en sacrificio de salvación.

Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne, y el vino en sangre.

Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua, fuera de todo el orden de la naturaleza.

Bajo diversas especies, que son accidente y no substancia, están ocultos los dones más preciados.

Su carne es alimento y su sangre bebida; mas Cristo está todo entero bajo cada especie.

Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmembra;  recíbese todo entero.

Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél le toma tanto como éstos, pues no se consume al ser tomado.

Recíbenlo buenos y malos; mas con suerte desigual de vida o de muerte.

Es muerte para los malos y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.

Cuando se divida el Sacramento, no vaciles, sino recuerda que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.

No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal; ni el ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.

He aquí el pan de los ángeles, hecho viático nuestro; verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros

Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado; el cordero pascual, inmolado; el maná nutrió a nuestros padres

Buen pastor, pan verdadero, ¡oh Jesús], ten piedad. Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.

Tu, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales, haznos tus comensales, coherederos y compañeros de los santos ciudadanos. Amén. Aleluya.

Evangelio. Juan 6.56-59.-

En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas de los judíos: Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre, verdaderamente bebida, quien come mi carne y bebe mi sangre, en mi mora y yo en él. Así como vive el Padre que me envió, y yo vivo por el  Padre; así, el que me come, también vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del celo, No sucederá como a nuestros padres, que comieron el maná, y murieron. Quien coma este pan, vivirá eternamente.

Ofertorio. Lev.21.6.-

Los sacerdotes del Señor ofrecen a Dios incienso y panes; por tanto, serán santos para su Dios, y no pro­fanarán su nombre. Aleluya. 

Secreta.-

Te pedimos, Señor, conce­das propicio a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, místicamente repre­sentados por los presentes que te ofrecemos. Por N. S.

Comunión. 1 Cor.11.26-27.-

Cuantas veces comeréis este pan y beberéis este cáliz, otras tantas anunciaréis la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, cual­quiera que coma este pan o beba el cáliz del Señor in­dignamente, será reo del cuerpo y sangre del Señor, aleluya.

Poscomunión.-

Te suplicamos, Señor, nos sacies plenamente con el  goce sempiterno de tu divinidad, el cual está representado en la recepción temporal de tu precioso cuerpo y sangre. Tú que vives y  reinas con Dios Padre.

In Festo Sanctíssimi Córporis Christi

I Classis

Introitus: Ps. lxxx: 17

Cibavit illos ex ádipe fruménti, allelúja: et de petra, melle saturávit eos, allelúja, allelúja, allelúja. [Ps. ibid., 2] Exultáte Deo adjutóri nostro: jubiláte Deo Iacob. v Glória Patri. Cibavit illos.

Oratio:

Deus, qui nobis sub Sacraménto mirábili passiónis tuæ memóriam reliquísti: tribue, quǽsumus, ita nos Córporis et Sánguinis tui sacra mystéria venerári, ut redemptiónis tuæ fructum in nobis júgiter sentiámus. Qui vivis et regnas.

1 ad Cor. xi: 23-29

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.

Fratres: Ego enim accépi a Dómino quod et trádidi vobis; quóniam Dóminus Jesus in qua nocte tradebátur, accépit panem, et grátias agens fregit, et dixit: Accipite, et manducáte: hoc est corpus meum, quod pro vobis tradétur: hoc fácite in meam commemoratiónem. Simíliter et cálicem, postquam cœnavit, dicens: Hic calix novum testaméntum est in meo sánguine. Hoc fácite, quotiescúmque bibétis, in meam commemoratiónem. Quotiescúmque enim manducábitis panem hunc, et cálicem bibétis, mortem Dómini annuntiábitis donec veniat. Itaque quicúmque manducáverit panem hunc, vel bíberit cálicem Dómini indigne, reus erit córporis et sánguinis Dómini. Probet autem seípsum homo: et sic de pane illo edat, et de cálice bibat. Qui enim mandúcat, et bibit indígne, judícium sibi mandúcat, et bibit: non dijúdicans corpus Dómini.

Graduale Ps. cxxxxvi: 15-16

Oculi ómnium in te sperant, Dómine; et tu das illis escam in témpore opportúno. V. Aperis tu manum tuam: et imples omne ánimal benedictione.

Allelúja, allelúja. [Joann. vi: 56-57] Caro mea vere est cibus, et sanguis meus vere est potus: qui mandúcat meam carnem et bibit meum sánguinem, in me manet, et ego in eo.

Lauda, Sion, salvatórem,
lauda ducem et pastórem
in hymnis et cánticis.
Quantum potes, tantum aude:
quia maior omni laude,
nec láudare súfficis.
Laudis thema speciális,
panis vivus et vitális,
hódie propónitur.
Quem in sacræ mensa cœnæ,
turbæ fratrum duódenæ
datum non ambígitur.
Sit laus plena, sit sonóra,
sit jucúnda, sit decora
mentis jubilatio;
Dies enim solémnis ágitur,
in qua mensæ prima recólitur
hujus institútio.
In hac mensa novi regis,
novum Pascha novæ legis
phase vetus términat.
Vetustátem nóvitas,
umbram fugat veritas,
noctem lux elíminat.
Quod in cœna Christus gessit,
faciéndum hoc expréssit
in sui memóriam.
Docti sacris institútis,
panem vinum in salútis
consecrámus hóstiam.
Dogma datur Christiánis,
quod in carnem transit panis
et vinum in sánguinem.
Quod non capis, quod non vides,
animósa firmat fides
præter rerum órdinem.
Sub divérsis speciébus,
signis tantum et non rebus
latent res exímiæ.
Caro cibus, sanguis potus:
manet tamen Christus totus
sub utráque spécie.
A suménte non concísus,
non confráctus, non divísus,
ínteger accípitur.
Sumit unus, sumunt mille:
quantum isti, tantum ille:
nec sumptus consúmitur.
Sumunt boni, sumunt mali:
sorte tamen inæquáli,
vitæ, vel intéritus.
Mors est malis, vita bonis:
vide, paris sumptiónis
quam sit dispar éxitus.
Fracto demum sacraménto,
ne vacílles, sed meménto
tantum esse sub fragménto,
quantum toto tégitur.
Nulla rei fit scissúra:
signi tantum fit fractúra,
qua nec status, nec statúra
signáti minúitur.
Ecce, panis Angelórum,
factus cibus viatórum,
vere panis fíliorum,
non mitténdus cánibus.
In figúris præsignátur,
cum Isaac immolátur:
agnus paschæ deputátur:
datur manna pátribus.
Bone pastor, panis vere,
Jesu nostri miserére:
tu nos pasce, nos tuére:
tu nos bona fac vidére
in terra vivéntium.
Tu, qui cuncta scis et vales:
qui nos pascis hic mortáles:
tuos ibi commensáles,
coheredes et sodales
fac sanctórum cívium.
Amen. Allelúja

Joann. vi: 56-59

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joannem.

In illo témpore: Dixit Jesus turbis Judæórum: «Caro enim mea vere est cibus, et sanguis meus vere est potus. Qui mandúcat meam carnem, et bibit meum sánguinem, in me manet, et ego in illo. Sicut misit me vivens Pater, et ego vivo propter Patrem: et qui mandúcat me, et ipse vivet propter me. Hic est panis qui de cælo descéndit. Non sicut manducavérunt patres vestri manna, et mortui sunt. Qui mandúcat hunc panem, vivet in ætérnum.»

Offertorium: Levit. xxi: 6.

Sacerdótes Dómini incénsum et panes ófferunt Deo: et ídeo sancti erunt Deo suo, et non pólluent nomen ejus, allelúja.

Secreta:

Ecclésiæ tuæ, quǽsumus, Dómine, unitátis et pacis propítius dona concéde: quæ sub oblátis munéribus mýstice designántur. Per Dóminum.

Communio: l Cor. xi: 26-27

Quotiescúmque manducábitis panem hunc et cálicem bibétis, mortem Dómini annuntiábitis, donec veniat: ítaque quicúmque manducáverit panem, vel bíberit cálicem Dómini indígne, reus erit córporis et sánguinis Dómini, allelúja .

Postcommunio:

Fac nos, quǽsumus, Dómine, divinitátis tuæ sempitérna fruitióne repléri: quam pretiósi Córporis et Sánguinis tui temporális percéptio præfigúrat: Qui vivis.

PEQUEÑO COMENTARIO AL PROLOGO DE LA REGLA DE SAN BENITO

PROLOGO

“Escucha, hijo, estos preceptos de un maestro, aguza el oído de tu corazón, acoge con gusto esta exhortación de un padre entrañable y ponla en práctica, para que por tu obediencia laboriosa retornes a Dios, del que te habías alejado por tu indolente desobediencia. A ti, pues, se dirigen estas mis palabras, quienquiera que seas, si es que te has decidido a renunciar a tus propias voluntades y esgrimes las potentísimas y gloriosas armas de la obediencia para servir al verdadero rey, Cristo el Señor.

Ante todo, cuando te dispones a realizar cualquier obra buena, pídele con oración muy insistente y apremiante que él la lleve a término, para que, por haberse dignado contarnos ya en el número de sus hijos, jamás se vea obligado a afligirse por nuestras malas acciones. Porque, efectivamente, en todo momento hemos de estar a punto para servirle en la obediencia con los dones que ha depositado en nosotros, de manera que no sólo no llegue a desheredarnos algún día como padre airado, a pesar de ser sus hijos,  sino que ni como señor temible, encolerizado por nuestras maldades, nos entregue al castigo eterno por ser unos siervos miserables empeñados en no seguirle a su gloria.”

COMENTARIO

El Canónigo Simon nos dice en su libro “La regla de San Benito comentada para los oblatos y los amigos de los monasterios”: “Si emprendemos el estudio de la Santa Regla, no es por curiosidad. Queremos convertirnos  y para conseguirlo, buscamos una guía segura. Por eso recurrimos a San Benito”

“El guía es el Maestro que va a darnos preceptos, es también un padre tierno que se dirige a sus hijos”.  (…) Su paternidad espiritual, la más noble de todas, se ofrece a “cualquiera que renunciando a sus propias voluntades quiere militar bajo la bandera del Señor”

“¿Qué debemos ser los hijos del Santo Patriarca? Soldados. ¿Quién es el jefe? Cristo, el verdadero Rey. ¿Las armas? Lo mejor y lo más fuerte: la obediencia. ¿El objetivo de sus esfuerzos y objetivo de nuestra conquista?  Dios  Vamos hacia Dios y llegaremos por una lucha incesante, imitando la conducta de Cristo, nuestro Señor. Aquí tenemos todo un programa para realizar.”

Refiriéndose a la aplicación práctica el Canónigo Simón: “Por la Oblatura, nos hemos convertido verdaderamente en hijos de San Benito. El es para nosotros el Padre amante que nos abriga con su manto. ¿Y qué nos pide? Lo que pide a todos sus hijos, los del claustro y los del mundo, hacerse soldados de Cristo, es decir, trabajar, para transformarnos en cristianos perfectos. Si nos refugiamos bajo la Santa Regla, nos ofrecerá los medios para llegar al fin. Estemos atentos a sus admoniciones, y esforcémonos, por su meditación, (…) en cumplirla eficazmente”.

“Los “Estatutos de los Oblatos” no dicen otra cosa: “meditemos frecuentemente la Santa Regla del Patriarca San Benito”.” Para que a través de ella lleguemos a transformarnos en verdaderos Católicos, soldados de Cristo.”

Es costumbre, para los hijos de San Benito leer todos los días la Regla al final del Oficio de Prima, es decir, al principio del día para poder llevarla a la práctica con más facilidad.

CONCLUSIONES PRÁCTICAS:

1.- Empecemos el día haciendo oración.

2.- Meditemos la Santa Regla todos los días.

3.- No salgamos de casa sin ofrecerle a Dios todas nuestras tareas.

4.- Pongamos en manos de la Santísima Virgen todas nuestras inquietudes.

5.- No comencemos nuestro trabajo sin ofrecérselo al Señor.

6.- Pensemos: Todo lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios.

Sermón de la Santisima Trinidad

San Alfonso María de Ligorio

EL AMOR QUE MANIFESTÓ EL PADRE AL CREARNOS

1. «Hijo mío, -dice Dios- yo te he amado con perpetuo y no interrumpido amor; y por eso; misericordioso, te atraje a mí». (Jer. XXXI, 3). De estas palabras se infiere, amados oyentes míos, que entre todos los que nos aman son nuestros padres; pero ellos no nos aman jamás sino después que nos han conocido. Empero Dios nos amaba ya antes de que nosotros existiéramos. Todavía no existían en el mundo nuestros padres, cuando ya nos amaba Dios; o por decirlo mejor, todavía no estaba creado el mundo, y ya nos amaba el Señor. ¿Y cuánto tiempo antes de crear el mundo nos amaba Dios? ¿Acaso mil años o mil siglos? No solamente mil siglos antes de la creación, sino que nos amaba desde la eternidad, como nos dice por Jeremías con estas palabras: In charitate perpetua dilexi te. Desde que Dios es Dios, siempre nos ha amado: desde que se amó a si mismo, siempre nos amó. Este pensamiento hacía decir a la virgen santa Inés: «Estoy comprometida con otro amador». Cuando las criaturas exigen de ella que las amase, siempre les respondía: «Yo no puedo preferir las criaturas a mi Dios; Él es el primero que me amó, y es justo que yo le prefiera que otro amor».

2. Por tanto, hermanos míos, sabed que Dios os amó desde la eternidad, y solamente por el amor que os tenía, os distinguió entre tantos hombres que podía haber creado en vuestro lugar, y dejándolos a ellos en la nada, os dió el ser a vosotros y os hizo salir al mundo. Por el amor que nos tiene, creó también tantas otras hermosas criaturas, para que nos sirviesen y nos recordasen el amor que nos ha tenido y el que le debemos por gratitud. Por esto decía san Agustín: «El Cielo y la tierra y todos los seres están diciendo que te ame». Cuando el santo miraba el sol, las estrellas, los montes, el mar y los ríos, creía que todas las criaturas le decían: Agustín, ama a Dios, porque Él nos ha creado por ti para que tu le ames. El abad Rancé, fundador de la Trapa, cuando veía las colinas, las fuentes y las flores, decía que todas estas criaturas le recordaban el amor que Dios le tenía. También santa Teresa solía decir, que estas criaturas le echaban en cara su ingratitud para con Dios. Cuando santa María Magdalena de Pazis tenía en la mano alguna hermosa flor, sentía su corazón herido como de una saeta, y embellecida en el amor divino, decía en su interior: «¡Con qué mi Dios pensó desde la eternidad en crear esta flor o este fruto por mi amor con el fin de que yo le amase!»

3. Además, viendo el Padre eterno, que nosotros estábamos condenados al Infierno por nuestras culpas, movido del grande amor que nos tenía, envió a su Hijo al mundo a morir en una cruz para librarnos del Infierno, y llevarnos consigo al Paraíso, como dice san Juan por estas palabras: «Tanto amó Dios a los hombres, que no paró hasta dar por ellos a su Hijo unigénito. (Joann. III, 16). Amor, que con razón llama el Apóstol, excesivo, en el capítulo II, v. 4 de su Epístola a los de Efeso: Propter nimium charitatem suam, qua dilexit nos, et cum essemus mortui peccatis, vivificavit nos in Christo.

4. Contemplemos, además, el especial amor que nos manifestó, haciéndonos nacer en países cristianos y en el gremio de la verdadera Iglesia Católica. ¡Cuántos nacen todos los días entre los gentiles, entre los judíos, entre los mahometanos, y entre los herejes, todos los cuales se condenan! Considerad, que con respecto al gran número de éstos, pocos son los hombres que tienen la suerte de nacer donde reina la verdadera fe, pues no llegan a la décima parte, y entre estos pocos nos ha hecho nacer Dios. ¡Oh, que don tan inmenso y apreciable es de la fe! ¡Cuántos millones de almas hay entre los infieles que están privados de los sacramentos, de la palabra divina, de los ejemplos de los buenos, y de todos los otros auxilios que tenemos en la Iglesia para salvarnos! Pues todos estos grandes auxilios quiso concedernos a todos nosotros el Señor, sin que nosotros lo mereciésemos, antes preveía nuestros grandes crímenes; porque cuando Dios pensaba crearnos y concedernos estas gracias, ya veía de antemano nuestros pecados y lo mucho que habíamos de injuriarle.

EL AMOR QUE NOS TUVO EL HIJO CUANDO NOS REDIMIÓ

5. Nuestro primer padre Adán, por haber comido el fruto prohibido fue condenado miserablemente a la muerte eterna con toda su descendencia. Viendo Dios que todo el género humano había perecido, determinó enviar un Redentor para salvar a los hombres. ¿A quién enviará para que los redima? ¿enviará a un ángel o a un serafín? No, porque el mismo Hijo de Dios, sumo y verdadero como el Padre, se ofrece a bajar a la tierra para tomar en ella carne humana, y morir por la salvación del género humano. ¡Oh prodigio admirable del amor divino! El hombre desprecia a Dios, como dice san Fulgencio, y se separa de Dios; y Dios viene a la tierra a buscar al hombre rebelde, movido del grande amor que le tiene. Viendo que a nosotros no nos era permitido acercarnos al Redentor, como dice san Agustín, no se desdeñó el Redentor de acercarse y venir a nosotros. ¿Y porqué quiso Jesucristo venir a nosotros? El mismo santo Doctor lo dice por estas palabras: «Vino Cristo al mundo, para que conociese el hombre lo mucho que Dios le ama».

6. Por eso escribió el Apóstol a Tito: «Dios nuestro Salvador ha manifestado su benignidad y su amor». (Tit. III, 4). Y en el texto griego se lee: «se ha manifestado el singular amor de Dios para con los hombres». San Bernardo escribe sobre el mismo texto, que antes que apareciese Dios en la tierra en la forma de siervo, hecho semejante a los demás hombres, no podían llegar a comprender los hombres la grandeza de la bondad divina: «por esta razón el Verbo eterno tomó carne humana, para que presentándose como hombre, conociesen los hombres su bondad». (S. Bern. serm. 1, in Epiph). ¿Y que mayor amor, que mayor bondad podía manifestarnos el Hijo de Dios, que hacerse hombre como nosotros? ¡Oh suma bondad de Dios! Se hizo gusano como nosotros para que nosotros no quedásemos perdidos. ¿No sería una maravilla ver, que un príncipe se convertía en gusano, para salvar a los gusanos de su reino? Pues cuanta mayor maravilla es ver, que un Dios se hizo hombre como nosotros para salvarnos de la muerte eterna?Verbum caro factum est: «El verbo se hizo carne». (Joann. I, 14). Pero ¿quién vió jamás hacerse carne un Dios? ¿Quién pudiera creerlo, si no nos lo asegurase la fe?  Ved aquí, dice san Pablo, «a un Dios casi reducido a la nada». (Philp. II 7). Con estas palabras nos manifiesta el Apóstol, que el Verbo que estaba lleno de majestad y de gloria, quiso humillarse y tomar la condición humilde y débil de la naturaleza humana, revistiéndose de la naturaleza de siervo, y haciéndose en forma semejante a los hombres; aunque, como observa san Juan Crisóstomo, no era simple hombre, sino hombre y Dios juntamente. Oyendo cantar un día a un diácono, aquellas palabras de san Juan: Et verbum caro factum est, salió fuera de sí mismo, dando un fuerte grito, y arrobado, voló por el aire en la iglesia hasta ponerse junto al santísimo Sacramento.

7. No se contentó empero, el Verbo encarnado, no le bastó a este Dios enamorado de los hombres, sino que quiso, además, vivir entre nosotros como el último, el más vil y despreciable de los hombres, como lo había predicho el profeta Isaías (LIII, 2 y 3) «No es de aspecto bello, ni es esplendoroso; nosotros le hemos visto… despreciado y el deshecho de los hombres, varón de dolores, porque fue formado de intento para estar siempre atormentado y perseguido hasta la muerte; pues desde que nació, hasta que murió, estuvo padeciendo por nuestro amor».

8. Y como había venido para hacerse amar de los hombres, según escribe san Lucas con aquellas palabras: «Yo he venido a poner fuego en la tierra, y, ¿que he de querer sino que arda?» (Luc. XII, 49); quiso darnos al fin de su vida las señales y pruebas más evidentes del amor que nos profesaba. Como hubiese amado a los suyos que vivían en el mundo, los amó hasta el fin (Joann. XIII, 1). Y no solamente se humilló hasta morir por nosotros, sino que quiso elegir una muerte la más amarga y afrentosa de todas. Y esta es la razón de decir del Apóstol en la Epístola a los Filipenses (II, 8): «se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». El que entre los hebreos moría crucificado, era maldecido y vituperado por todo el pueblo Leemos en la Santa Escritura: «Es maldito el que está colgado del madero». (Deut. XXI, 23) Por esta razón también quiso terminar así su vida nuestro divino Redentor, muriendo afrentado en una cruz, cercado de ignominias y dolores, como había vaticinado el profeta David por estas palabras: «Llegué a alta mar y sumergióme la tempestad». (Psal. LXVIII, 3).

9. Escribe san Juan en su primera Epístola (III, 16), que conocimos el amor que Dios nos tenía, en que dió el Señor su vida por nosotros. Y en verdad; ¿cómo podía Dios manifestarnos más claramente su amor, que dando su vida por nosotros? Y ¿cómo es posible ver todo un Dios muerto por nosotros en una cruz, y no amarle? Por esto dice san Pablo en su segunda Epístola a los Corintios (v. 14); que el amor de Cristo nos urge. Por estas palabras nos advierte, que nos obliga  y nos mueve a amarle, no tanto lo que Cristo hizo y padeció por nosotros, cuanto el amor que nos manifestó padeciendo y muriendo por el género humano. Murió por todos los hombres, como añade el mismo Apóstol, para que los que viven, no vivan ya para sí, sino para el que murió. (II. Cor. v, 15). Y a fin de granjearse  todo nuestro amor, no contento con haber dado su vida por nosotros, quiso además quedarse Él mismo en el sacramento de la Eucaristía, para servirnos de manjar cuando dijo: «Tomad y comed; este es mi cuerpo» (Matth. XXIV, 26). Y ¿quién creyera una fineza como esta, si no nos la asegurase la fe?

EL AMOR QUE NOS MANIFESTÓ EL ESPÍRITU SANTO CUANDO NOS SANTIFICÓ

10. No contento el eterno Padre con habernos dado a Jesucristo su Hijo, para que nos salvase con su muerte, quiso darnos también el Espíritu Santo, para que habitase en nuestras almas y las tuviese continuamente inflamadas de su santo amor. Jesucristo mismo, a pesar de los malos tratamientos de los hombres en este mundo, olvidado de su ingratitud después de su ascensión a los Cielos, nos envió desde allí el Espíritu Santo, para que con su amor encendiese en nosotros la caridad divina y nos santificase. He ahí por que el Espíritu Santo, cuando descendió al Cenáculo, quiso dejarse ver en figura de lenguas de fuego. Y he ahí también, porque pide la Iglesia al Señor, que nos inflame  el Espíritu con aquél fuego que Jesucristo envió a la tierra, anhelando que ardiese. Este es aquél santo fuego que ha inflamado después a los santos para obrar grandes cosas por amor de Dios, para amar a sus más crueles enemigos, para desear los desprecios, para renunciar las riquezas y honores mundanos, y para abrazar con alegría los tormentos y la muerte.

11. El Espíritu Santo es aquella unión divina que hay entre el Padre y el Hijo, y el que una nuestras almas con Dios por medio del amor, cuyo efecto es unir los corazones y las almas justas con Dios, como dice san Agustín: Los lazos del mundo son lazos de muerte; pero los del Espíritu Santo sonlazos de vida eterna, puesto que nos unen con Dios, que es nuestra vida verdadera que no ha de tener fin.

12. Debemos también estar en la inteligencia, de todas las luces, todas las inspiraciones divinas, y todos los actos buenos que hemos practicado en toda nuestra vida, de dolor de nuestros pecados, de confianza en la misericordia de Dios, de amor y resignación: todos han sido dones del Espíritu Santo. Y el Apóstol añade, que el Espíritu Santo ayuda nuestra flaqueza, porque, no sabiendo nosotros siquiera que hemos de pedir en nuestras oraciones, ni como conviene hacerlo, el mismo Espíritu produce en nuestro interior nuestras peticiones a Dios con gemidos que son inexplicables. (Rom. VIII, 26).

13. En suma, toda la Santísima Trinidad se ha ocupado de manifestarnos el amor que Dios nos tiene, para que nosotros le correspondamos con gratitud; porque como dice san Bernardo, amándonos Dios, no busca otra cosa que ser amado de nosotros. Es muy justo, pues, que nosotros amemos a Dios, ya que Dios nos amó primero, y nos obligó a que le amemos con tantas finezas como nos dispensó. ¡Oh que tesoro tan precioso es el amor! Es también infinito, porque nos hace adquirir la amistad de Dios, como dice Salomón por estas palabras: «Es un tesoro infinito para los hombres, que cuantos se han validado de él, los ha hecho partícipes de la amistad de Dios». (Sap. VII, 14). Para adquirirlo es necesario apartar el corazón de las cosas terrenas. Por eso decía Santa Teresa: Aparta tu corazón de las criaturas y hallarás a Dios. En un corazón lleno de las cosas de la tierra, no tiene cabida el amor divino. Por esto suplicamos siempre al Señor en nuestras oraciones, y en las visitas al Santísimo Sacramento, que nos otorgue su santo amor, para que nos haga perder el afecto de las cosas del mundo. San Francisco de Sales dice que cuando se quema la casa todo se tira por la ventana. Quería manifestar con estas palabras, que cuando un alma está inflamada de amor divino, ella misma se aparta de todas las cosas de la tierra.

14. En el Cantar de los Cantares de Salomón leemos, que «el amor es fuerte como la muerte» (Cant. VIII, 6). Quieren decir estas palabras, que así como no hay fuerza creada que resista a la muerte, cuando ha llegado su hora, así no hay dificultad que una alma amante de Dios no venza con el amor. Cuando se trata de complacer a la persona amada, el amor vence todas las dificultades, dolores, pérdidas e ignominias, porque no hay dificultad ninguna que no pueda vencer el amor. El amor hacia los santos mártires, en medio de los tormentos, sobre los ecúleos y las parrillas alabasen y diesen gracias a Dios, porque les concedía padecer por su amor; y que otros santos, luego que faltaron los tiranos, se convirtieran ene verdugos de sí mismos con los ayunos y penitencias, por dar gusto a Dios. San Agustín dice: «No se experimenta fatiga ninguna cuando uno hace aquello que ama; y  si alguna se experimenta es amada por el mismo que la sufre»: In eo quod amatur, aut non laboratur, aut ipse labor amatur.

TEXTOS DE LA MISA DE LA SANTISIMA TRINIDAD

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Tob. 12.6.- Bendita sea la santa Trinidad y la indivisible Unidad; alabarémosla porque usado de misericordia con nosotros. Salmo, 8,2.- Oh, Señor, Señor nuestro. ¡Cuán admirable es vuestro nombre en toda la tierra! Gloria al Padre.

Oración.- Oh, Dios todopoderoso y eterno que concedisteis a vuestros siervos que, por la profesión de la verdadera fe, alcanzasen la gracia de conocer la gloria de la Trinidad eterna y la de adorar la unidad en la omnipotencia de la Majestad: os suplicamos que perseverando firmes en la misma fe, deseamos defendidos contra toda adversidad, Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. Rom.11,33-36.- ¡Que abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que Él le devuelva? Él es el origen y camino y término de todo. A Él la gloria por los siglos. Amén.

Gradual. Dan.3,55-56.- Bendito eres, Señor, que miras los abismos, y te sientas sobre los Querubines. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo, digno de alabanza por los siglos.

Aleluya-. Aleluya. Dan 3,52.- Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, digno de alabanza por los siglos. Amén


Evangelio. Mat 28,18-20.- En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.


Ofertorio. Tob. 12.6.- Bendito sea Dios Padre, y el Hijo Unigénito de Dios, y también el Espíritu Santo, porque ha usado de misericordia con nosotros.


Secreta.- Os rogamos, Señor, que acepéis benigno los sacrificios que a vos hemos consagrado; y concedednos que nos sirvan de perpetuo socorro. Por N.S. J.C..


Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, dar­te gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, om­nipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.


Comunión. Tob.12,6.-  Bendigamos al Dios del cielo y glorifiquémosle delante de todos los vivientes, porque ha usado de misericordia con nosotros.

Poscomunión.-  Haced, Señor y Dios nuestro, que la recepción de este Sacramento y la confesión de la eterna y santa Trinidad y de su indivisible Unidad nos sirvan para salud del alma y cuerpo. Por N. S. J. C.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

In Festo Sanctissimæ Trinitatis         I Classis

Introitus: Tob. xii: 6 

Benedícta sit sancta Trínitas, atque indivísa únitas: confitébimur ei, quia fecit nobíscum misericórdiam suam. Dómine Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!. Glória Patri. Benedícta sit. 

Oratio: 

Omnípotens sempitérne Deus, qui dedísti fámulis tuis in confessióne veræ fídei, ætérnæ Trinitátis glóriam agnóscere, et in poténtia majestátis adoráre unitátem: quǽsumus; ut ejúsdem fidei firmitáte, ab ómnibus semper muniámur advérsis. Per Dóminum. 

Rom. xi: 33-36

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romanos.

O Altitúdo divitiárum sapiéntiæ et sciéntiæ Dei: quam inconprehensibília sunt judicia ejus, et investigábiles viæ ejus! Quis enim cognóvit sensum Dómini? Aut quis consiliárius ejus fuit? Aut quis prior dedit illi, et retribuétur ei? Quóniam ex ipso, et per ipsum, et in ipso sunt ómnia: ipsi glória in sǽcula. Amen.

Graduale: Dan v: 55-56 

Benedíctus es, Dómine, qui intuéris abýssos, et sedes super Chérubim. V. Benedíctus es, Dómine, in firmaménto cæli, et laudábilis in sǽcula. 

Allelúja, allelúja. Benedíctus es, Dómine, Deus patrum nostrórum, et laudábilis in sǽcula. Allelúja. 

Matth: xxviii: 18-20

+  Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthǽum.

In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: «Data est mihi omnis potéstas in cælo, et in terra. Eúntes ergo docéte omnes gentes, baptizántes eos in nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti: docéntes eos serváre ómnia quæcúmque mandávi vobis. Et ecce ego vobíscum sum ómnibus diébus, usque ad consummatiónem sǽculi.»

Credo. 

Offertorium: Tob. xii: 6 

Benedíctus sit Deus Pater, unigenitúsque Dei Fílius, Sanctus quoque Spíritus: quia fecit nobíscum misericórdiam suam. 

Secreta: 

Sanctífica, quǽsumus, Dómine Deus noster, per tui sancti nóminis invocatiónem hujus oblatiónis hóstiam: et per eam nosmetípsos tibi pérfice munus ætérnum. Per Dóminum.

Præfátio de Ssma Trinitate

Vere dignum et iustumest, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus:

Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua glória, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentímus. Ut in confessióne veræ sempiternǽque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in maiestáte adorétur æquálitas. Quam láudant Ángeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie una voce dicéntes:

Communio: Tob. xii: 6

Benedícimus Deum cæli, et coram ómnibus vivéntibus confitébimur ei: quia fecit nobíscum misericórdiam suam.

Postcommunio: 

Profíciat nobis ad salútem córporis et ánimæ, Dómine Deus noster, hujus sacraménti suscéptio: et sempitérnæ sanctæ Trinitátis, ejusdémque indivíduæ unitátis conféssio. Per Dóminum.

CUARTO DOMINGO DE PASCUA

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito.  Salm. 97.1,2,1.  Cantad al   Señor   un cántico nuevo, aleluya; porque ha hecho mara­villas el Señor, aleluya; ha manifestado su justicia ante las naciones, aleluya, aleluya, aleluya. Salmo. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. V/. Gloria al Padre, y al Hijo.

Colecta.-  Vivir como bautizados, fieles a Dios, en esta difícil vida, no es posible sino con la ayuda de la gracia de Dios. Oh Dios!, que das a las almas de los fieles un solo querer,  concede a tus pueblos amar tus mandatos y ansiar tus promesas, para que entre los halagos del mundo tengamos fijos nues­tros corazones allí donde están los verdaderos goces.

Epístola. Sant.1.17-21.-  Nada mejor haría el hombre que dejarse moldear por Dios, que ha emprendido y prosigue en él esta gran obra. Después de crearnos, nos ha redimido; no queda sino purificar nuestra vida y recibir la palabra celestial en lo más íntimo de nuestras almas.

Carísimos: Toda dádiva preciosa y todo don per­fecto de arriba viene, del Pa­dre de las luces, en quien no cabe mudanza ni sombra de variación. Porque de su volun­tad nos ha engendrado con la palabra de la verdad, a fin de que seamos como las primi­cias de su creación. Bien lo sabéis, hermanos míos muy queridos. Y así sea todo hom­bre pronto para escuchar, pe­ro comedido en el hablar y re­frenado en la ira. Porque la ira del hombre no obra la jus­ticia de Dios. Por lo cual, dan­do de mano a toda inmundicia y exceso vicioso, recibid con docilidad la divina palabra, que ha sido como ingerida en  vosotros,  y  que  puede salvar vuestras almas.

Aleluya.- Aleluya, aleluya V/. La diestra del Señor ha hecho prodigios; la diestra del Señor me ha salvado. Aleluya, V/. Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tendrá ya dominio sobre él. Aleluya

Evangelio. Juan 16.5-14.- El Espíritu Santo revela a los fieles la autenticidad de la misión de Cristo y el sentido de su redención: denunciando el pecado del mundo que no ha querido creer en Cristo, mostrando que Jesús ha sido el único Justo, afirmando que ha resucitado y subido por virtud divina a los cielos.

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: voy a aquél que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Mas porque os he dicho estas cosas, se ha llenado de tristeza vuestro corazón. Pero os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; que si no me voy, no vendrá a vosotros  el  Consolador; pero si me voy, os le enviaré. Y cuando venga él, convencerá al mundo en orden al pecado, en orden a la justicia y en orden al juicio. En orden al pecado por cuan­to no han creído en mí; res­pecto a la justicia, porque me voy al Padre, y ya no me veréis; y tocante al juicio, porque ya ha sido juzgado el príncipe de este mundo. Aún tengo otras muchas co­sas  que  deciros;  mas por ahora no  podéis compren­derme. Mas cuando venga el Espíritu de verdad, él os enseñará  todas las verdades; pues no hablará por sí, sino que dirá las cosas que habrá oído, y os anunciará las venideras. Él me glorificará a mí, porque recibirá de lo mío, y os lo anunciará.

Ofertorio. Salm.65.1-2,16.-  Cante a Dios toda la tierra; cantad la gloria de su nombre. Venid y oíd vosotros, todos los que teméis a Dios, y os contaré cuán grandes cosas ha hecho el Señor a mi alma, aleluya.

Secreta.- Oh Dios! Que por la sagrada recepción de este sacrificio nos has hecho partícipes de tu soberana divinidad, concede, te suplicamos, que después de haber conocido tu verdad, podamos conseguirla con dignas costumbres. Por N.S.

Prefacio de Pascua.- En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero con más gloria que nunca en este día (en este tiempo), en que se ha inmolado Cristo, nuestra Pascual. El cual es el verdadero Cordero que quitó los pecados del mundo y que, muriendo, destruyó nuestra muerte, y, resucitando, reparó nuestra vida. Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejercito celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo…

Comunión. Juan 16.8.-  Cuando venga el Espíritu Consolador convencerá al mundo  en orden al pecado, a la justicia y al juicio,  aleluya, aleluya.

Poscomunión.- Asístenos, Señor Dios nuestro, para que los misterios que con fe hemos recibido, nos purifiquen de nuestras culpas y nos libren de todos los peligros.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Introitus: Ps. xcvii: 1 et 2

Cantáte Dómino cánticum novum, allelúja: quia mirabília fecit Dóminus, allelúja: ante conspéctum géntium revelávit justítiam suam, allelúja, allelúja, allelúja. [Ps. ibid., 1]. Salvávit sibi déxtera ejus: et bráchium sanctum ejus. Glória Patri. Cantáte.

Oratio:

Deus, qui fidélium mentes uníus éfficis voluntátis: da pópulis tuis id amáre quod prǽcipis, id desideráre quod promíttis; ut inter mundánas varietátes ibi nostra fixa sint corda, ubi vera sunt gáudia. Per Dóminum.

Jacobi i: 17-21

Léctio Epístolæ beáti Jacóbi Apóstoli.

Caríssimi: Omne datum óptimum, et omne donum perféctum desúrsum est descéndens a Patre lúminum, apud quem non est transmutátio, nec vicissitúdinis obumbrátio. Voluntárie enim genuit nos verbo veritátis, ut simus initium áliquod creatúræ eius. Scitis, fratres mei dilectíssimi. Sit autem omnis homo velox ad audiéndum: tardus autem ad loquéndum, et tardus ad iram. Ira enim viri iustítiam Dei non operátur. Propter quod abjicientes omnem inmundítiam, et abundántiam malítiæ, in mansuetúdine suscípite ínsitum verbum quod potest salváre ánimas vestras.

Allelúja, allelúja. [Ps. cxvii: 16] Déxtera Dómini fecit virtútem: déxtera Dómini exaltávit me. Allelúja. [Rom. vi: 9] Christus resúrgens ex mórtuis, jam non móritur: mors illi ultra non dominábitur. Allelúja.

9 Joann. xvi: 5-14

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.

In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: “Vado ad eum qui misit me: et nemo ex vobis intérrogat me: Quo vadis? Sed quia hæc locútus sum vobis tristítia implévit cor vestrum. Sed ego veritátem dico vobis: éxpedit vobis ut ego vadam: si enim non abíero Paráclitus non véniet ad vos: si autem abíero, mittam eum ad vos. Et, cum vénerit ille árguet mundum de peccáto, et de justítia, et de judício. De peccáto quidem, quia non creddidérunt in me: de justítia vero, quia ad Patrem vado, et iam non vidébitis me: de judício autem, quia princeps hujus mundi jam judicátus est. Adhuc multa hábeo vobis dícere: sed non potéstis portáre modo. Cum autem vénerit ille Spíritus veritátis docébit vos omnem veritátem. Non enim loquétur a semetípso: sed quæcúmque áudiet loquétur, et quæ ventúra sunt, annuntiábit vobis. Ille me clarificábit: quia de meo accípiet: et annuntiábit vobis.

Credo.

Offertorium: Ps. lxv: 1-2 et 16.

Jubiláte Deo, univérsa terra, psalmum dícite nómini ejus: veníte et audíte, et narrábo vobis, omnes qui timétes Deum, quanta fecit Dóminus ánima meæ, allelúja.

Secreta:

Deus, qui nos per hujus sacrifícii veneránda commércia, unius summæ divinitátis partícipes effecísti: presta quǽsumus; ut sicut tuam cognóscimus veritátem sic eum dignis móribus assequámur. Per Dóminum.

Præfátio Paschalis

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni tempore, sed in hac potíssimum die gloriósius prædicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus. Ipse enim verus est Agnus, qui ábstulit peccáta mundi. Qui mortem nostram moriéndo destrúxit, et vitam resurgéndo reparávit. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:  Sanctus, Sanctus, Sanctus,

Communio: Joann. xvi: 8

Cum vénerit Paráclitus Spíritus veritátis, ille árguet mundum de peccáto, et de justítia, et de judício, allelúja, allelúja.

Postcommunio:

Adesto nobis, Dómine Deus noster; ut per hæc, quæ fidéliter súmpsimus, et purgémur a vítiis, et a perículis ómnibus eruámur. Per Dominum.

BREVE SERMÓN DEL LIBRO DEL AÑO LITURGICO DE DOM GUERANGER

IMITAR AL PADRE. —  (Epistola)

Los favores derramados sobre el pueblo cristiano proceden de la sublime y serena bondad del Padre celestial. El es el principio de todo en el orden de la naturaleza; y si en el orden de la gracia hemos llegado a ser sus hijos, es porque él mismo nos ha enviado su Verbo consustancial, que es la Palabra de verdad, por la que hemos llegado a ser, mediante el bautismo, hijos de Dios. De aquí se deduce que debemos imitar, en cuanto es posible a nuestra flaqueza, la serenidad de nuestro Padre que está en los cielos y librarnos de esta agitación pasional que es el carácter de una vida toda terrestre, mientras que la nuestra debe ser del cielo donde Dios nos arrastra. El santo Apóstol nos exhorta a recibir con mansedumbre esta Palabra que nos convierte en lo que somos. Ella es según su doctrina un injerto de salvación hecho en nuestras almas. Si ella actúa allí, si su crecimiento no es obstaculizado por nosotros, seremos salvos.

EL ANUNCIO DEL ESPÍRITU SANTO. — (Evangelio)

Los apóstoles se entristecieron cuando Jesús les dijo: » Yo me voy.» ¿No lo estamos también nosotros que después de su nacimiento en Belén, le hemos seguido constantemente, gracias a la Liturgia que nos ha hecho seguir sus pasos? Todavía algunos días más, y se elevará al cielo y el año perderá ese encanto que recibía día tras día con sus acciones y con sus discursos. Con todo, no quiere que nos dejemos invadir por una excesiva tristeza.

Nos anuncia que en su lugar va a descender sobre la tierra el Consolador, el Paráclito y que permanecerá con nosotros para iluminarnos y fortificarnos hasta el fin de los tiempos. Aprovechemos con Jesús estas últimas horas; pronto será tiempo de prepararnos a recibir al huésped celestial que vendrá a reemplazarle. Jesús, que pronunciaba estas palabras la víspera de la Pasión, no se limita a mostrarnos la venida del Espíritu Santo como la consolación de sus fieles; al mismo tiempo nos la presenta como temible para aquellos que desconocen  su Salvador. Las palabras de Jesús son tan misteriosas como terribles; tomemos la explicación de San Agustín, el Doctor de los doctores. «Cuando viniere el Espíritu Santo—dice el Salvador— convencerá al mundo en lo que se refiere al pecado.» ¿Por qué? «Porque los hombres no han creído en Jesús.» ¡Cuánta no será, en efecto, la responsabilidad de aquellos que habiendo sido testigos de las maravillas obradas por el Redentor no dieron fe a su palabra! Jerusalén oirá decir que el Espíritu Santo ha descendido sobre los discípulos de Jesús, y permanecerá tan indiferente como estuvo a los prodigios que le designaban su Mesías. La venida del Espíritu Santo será como el preludió de la ruina de esta ciudad deicida. Jesús añade que «el Paráclito convencerá al mundo con respecto a la justicia, porque—dice—yo voy al Padre y vosotros no me veréis más.» Los Apóstoles y aquellos que creyeron en su palabra serán santos y justos por la fe. Ellos creyeron en aquel que había ido al Padre, en aquel que no vieron ya en este mundo, Jerusalén, al contrario, no guardará recuerdo de El sino para blasfemarle; la justicia, la santidad, la fe de aquellos que creyeron será su condenación y el Espíritu Santo les abandonará a su suerte. Jesús dice también: «El Paráclito convencerá al mundo en lo que se refiere al juicio.» Y ¿por qué?; «porque el príncipe de este mundo ya está juzgado». Aquellos que no siguen a Jesucristo tienen sin embargo un Jefe al que siguen. Este Jefe es Satanás. Así, pues, el juicio de Satanás está ya pronunciado. El Espíritu Santo advierte, pues, a los discípulos del mundo que su príncipe está para siempre sepultado en la reprobación. Que ellos reflexionen; porque añade San Agustín «el orgullo del hombre se engañaría al esperar en el perdón; que medite con frecuencia los castigos que sufren los ángeles soberbios».

Tercer domingo de Pascua

TEXTOS PROPIOS DE LA MISA EN ESPAÑOL.

Introito. Sal.65,1-2.- Aclama al Señor, tierra entera, aleluya, tocad en honor de su nombre, aleluya, cantad himnos a su gloria, aleluya, aleluya, aleluya. Sal,65,3.- Decid a Dios: “Qué temibles son tus obras, por tu inmenso poder tus enemigos te adulan”. V/. Gloria al Padre.

Oración.- La luz de tu verdad, oh Dios, guíe a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino de la santidad; concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de tal nombre, y cumplir todo lo que este nombre significa.

Epístola.  1 Pe 2,11-19.- Queridos hermanos: Os ruego que, como forasteros en país extraño, os apartéis de los deseos carnales que están en guerra con el alma. Portaos bien entre los gentiles, de modo que, si os calumnian como malhechores, al ver con sus ojos vuestras buenas obras, den gloria a Dios en el día de la cuenta. Someteos a toda institución humana, porque así lo quiere el Señor: sea al rey, como soberano, sea a los gobernadores, como emisarios suyos, que castigan a los que obran mal y premian a los que obran bien. Esto es lo que Dios quiere: que a fuerza de obrar bien, le tapéis la boca a la ignorancia de los necios. Vivid como hombres libres, no usando la libertad como disfraz de la maldad, sino como siervos de Dios. Dad a cada uno el honor debido: a los hermanos el amor, a Dios la reverencia, al soberano el honor. Los criados que acepten la autoridad de los amos con el debido respeto, no sólo cuando son buenos y razonables, son también cuando son difíciles. Pues esto es gracia: en Cristo Jesús, Señor Nuestro.

Aleluya, aleluya. Sal.110,9; Luc.24,46.- El Señor ha redimido a su pueblo. Aleluya, Cristo tenía que padecer, y resucitar de entre los muertos, y entrar en su gloria. Aleluya.

Evangelio. Juan,16,16-22.- En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Dentro de un poco, ya no me veréis; dentro de otro poco, me vereéis. Porque voy al Padre. Algunos discípulos comentaban: ¿Qué es eso que dice: “dentro de un poco, ya no me veréis, y dentro de otro poco, me veréis”, y “Voy al Padre”? Y se preguntaban: ¿Qué significa ese “poco”? No sabemos de qué habla. Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: Estáis discutiendo de lo que redicho: “Dentro de un poco, ya no me veréis, y dentro de otro poco, me veréis”. Yo os aseguro: lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre. Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitara vuestra alegría.

Ofertorio. Sal.145,2.- Alaba, alma mía, al Señor; alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista, aleluya.

Secreta.- Concédenos, Señor, por estos misterios, dominar el deseo de bienes terrenos y amar siempre los bienes del cielo.

Prefacio de Pascua.- En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero con más gloria que nunca en este día (en este tiempo), en que se ha inmolado Cristo, nuestra Pascual. El cual es el verdadero Cordero que quitó los pecados del mundo y que, muriendo, destruyó nuestra muerte, y, resucitando, reparó nuestra vida. Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejercito celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo…

Comunión. Jn.16,16,.- Dentro de muy poco, ya no me veréis, aleluya; dentro de otro poco, me veréis, porque voy al Padre, aleluya, aleluya.


Poscomunión. –  Os rogamos, Señor, que esta comunión que hemos recibido fortalezca nuestro espíritu y defienda con su protección nuestro cuerpo.

TEXTOS EN LATIN

Dominica Tertia post Pascha

II Classis

Introitus: Ps. lxv: 1-2

Jubiláte Deo, omnis terra, allelúja: psalmum dícite nómini ejus, allelúja, allelúja, allelúja. [Ps. ibid., 3]. Dícite Deo, quam terribília sunt ópera tua, Dómine! in multitúdine virtútis tuæ mentiéntur tibi inimíci tui. Glória Patri. Jubiláte.

 Oratio:

Deus, qui errántibus, ut in viam possint redíre justítiæ, veritátis tuæ lumen osténdis: da cunctis qui christiána professióne censéntur, et illa respúere, quæ huic inimíca sunt nómini; et ea quæ sunt apta, sectári. Per Dóminum.

1 Petr. ii: 11-19

Léctio Epístolæ beáti Petri Apóstoli.

Caríssimi: Obsecro vos tamquam ádvenas et peregrínos abstinére vos a carnálibus desidériis, quæ militant advérsus ánimam, conversatiónem vestram inter gentes habéntes bonam: ut in eo, quod detréctant de vobis tamquam de malefactóribus, ex bonis opéribus vos considerántes gloríficent Deum in die visitatiónis. Subjécti ígitur estóte omni humánæ creatúræ propter Deum: sive regi, quasi præcellénti; sive dúcibus, tamquam ab eo missis ad vindíctam malefactórum, laudem vero bonórum: quia sic est volúntas Dei, ut benefaciéntes obmutéscere faciátis imprudéntium hóminum ignorántiam: quasi liberi, et non quasi velámen habéntes malítiæ libertátem, sed sicut servi Dei. Omnes honoráte, fraternitátem dilígite: Deum timéte, regem honorificáte. Servi, súbditi estóte in omni timóre dóminis, non tantum bonis et modéstis, sed étiam dýscolis. Hæc est enim grátia: in Christo Jesu, Dómino nostro.

Allelúja, allelúja. [Ps. cx: 9] Redemptiónem misit Dóminus pópulo suo. Allelúja. [Luc xxiv: 46] Opportébat pati Christum, et resúrgere a mórtuis: et ita intráre in glóriam suam. Allelúja.

 + Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem. Joann. xvi: 16-22

In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: “Módicum, et jam non vidébitis me; et iterum módicum, et vidébitis me qui vado ad Patrem.” Dixérunt ergo ex discípulis eius ad invicem: “Quid est hoc, quod dicit nobis: «Módicum, et non vidébitis me; et íterum módicum, et videbitis me»et: «Vado ad Patrem»?”. Dicébant ergo: “Quid est hoc, quod dicit: «Módicum»? Nescímus quid lóquitur.” Cognóvit autem Jesus quia volébant eum interrogáre et dixit eis: “De hoc quǽritis inter vos, quia dixi: «Módicum, et non vidébitis me; et íterum módicum, et videbitis me»? Amen, amen dico vobis quia plorábitis et flébitis vos, mundus autem gaudébit: vos contristabímini, sed tristítia vestra vertétur in gáudium. Múlier, cum parit, tristítiam habet, quia venit hora ejus; cum autem pepérerit púerum, jam non méminit pressúræ propter gáudium, quia natus est homo in mundum. Et vos ígitur nunc quidem tristítiam habétis; iterum autem vidébo vos, et gaudébit cor vestrum: et gáudium vestrum nemo tollit a vobis.

Credo.

Offertorium: Ps. cxlv: 2.

Lauda, ánima mea, Dóminum: laudábo Dóminum in vita mea: psallam Deo meo quámdiu ero, allelúja.

Secreta:

His nobis, Dómine, mystériis conferátur, quo terrena desidéria mitigántes, discámus amáre cæléstis. Per Dóminum.

Præfátio Paschalis

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni tempore, sed in hac potíssimum die [vel nocte] [vel in hoc potíssimum] gloriósius prædicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus. Ipse enim verus est Agnus, qui ábstulit peccáta mundi. Qui mortem nostram moriéndo destrúxit, et vitam resurgéndo reparávit. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes: Sanctus, ….

Communio: Joann. xvi: 16

Módicum, et non vidébitis me, allelúja: íterum módicum, et vidébitis me, quia vado ad Patrem, allelúja, allelúja.

Postcommunio:

Sacraménta quæ súmpsimus, quǽsumus, Dómine: et spirituálibus nos instáurent aliméntis, et corporálibus tueántur auxílliis. Per Dóminum.

HOMILIA DE DOM GUERANGER (EL AÑO LITURGICO).

LOS DEBERES DEL CRISTIANO. —

 «El deber de santificarse se resuelve en las obligaciones concretas y adaptadas a la situación social actual de cada uno. La razón de insistir es la formulada por S. Pedro: el cristiano es como extraño y peregrino en el mundo no conquistado para el Evangelio. Es preciso luchar contra las fuerzas del pecado que se insinúan hasta en nosotros mismos, y guardar, en medio de los gentiles que se abandonan, a él, una conducta ejemplar digna de respeto y estima.

«Este apostolado del buen ejemplo dicta, desde luego, a los cristianos su actitud «frente» a las instituciones humanas… su deber social se resume en cuatro frases cortas que son otras tantas normas directrices de la vida: 1.º Tratar a todos los hombres con el respeto debido a su dignidad de hombres: 2.º amar a los que son nuestros hermanos en la fe: 3.° temer a Dios con ese temor que es el principio de la verdadera sabiduría y el contra-peso de la orgullosa confianza en sí: 4.° reverenciar la autoridad real dando al César lo que es del César.

«En fin, el pensamiento de la fe hará que los sirvientes respeten y obedezcan a sus señores, y esta obediencia cristiana les hará merecedores del favor divino.» (A. Charue, «Las Epístolas Católicas», p. 455.)

Realizaremos este ideal del cristiano gracias a la Redención siempre presente en el altar.

Cada día nos recordará ella que el cristiano, siendo otro Cristo, debe sufrir como El para entrar en la gloria, y ella nos dará fuerzas para semejarnos a El.

CONFIANZA EN LA PRUEBA. —

«El Señor debía alejarse; pero sus palabras parecían contradictorias a los Apóstoles. ¿Cómo iba a estar al mismo tiempo con su Padre y con ellos? Jesús, que leía los pensamientos (en las almas), comprendió la ansiedad de los suyos. Sin duda, al hablar así, pensaba en el alejamiento momentáneo de la pasión y en la alegría de la Resurrección.

Pero esta desaparición y esta vuelta eran, a sus ojos, el símbolo de otra vuelta; la partida hacia su Padre, en la Ascensión, y la reunión con sus discípulos, en la eternidad. Mientras tanto, los discípulos tendrán que trabajar y sembrar en las lágrimas, en ausencia de su Maestro. ¿Qué importa la tribulación de los tiempos? No pensaremos en ella cuando el hombre nuevo se haya entregado a Dios, cuando la Iglesia alabe a Dios, cuando el nuevo Adán aparezca delante del Padre con la posteridad que habrá germinado de su sangre. No hay cosa mejor para darse de lleno, que seguir las perspectivas que nos abre el Salvador. Ahora momentos de angustia, después la alegría sin fin, cuya plenitud colmará nuestros deseos y nuestra inteligencia. Ningún poder creado es capaz de arrebatárnosla (D. Delatte, Evangile de N. S. J. C. t. II, p. 277).

LA INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ

El día 3 de mayo se celebra la fiesta de la Invención de la Santa Cruz. Esta fiesta fue suprimida por Juan XXIII pero en España se sigue celebrando en muchas localidades. Se trata de la fiesta de la «Cruz de mayo». Se portan cruces en andas o se hacen monumentos con la cruz cubierta de flores. Una fiesta muy hermosa que nunca debió ser suprimida.

La fiesta de la «Inventio», es decir, del descubrimiento de la Santa Cruz, que se celebra el día de hoy con rito doble de segunda clase, podría parecer más importante que la fiesta de la «Exaltado», que se celebra en septiembre con rito doble simplemente. Sin embargo, existen muchas pruebas de que, la fiesta del mes de septiembre es más antigua y de que hubo muchas confusiones sobre los dos incidentes de la historia de la Santa Cruz, que dieron origen a las respectivas celebraciones. A decir verdad, ninguna de las dos fiestas estaba originalmente relacionada con el descubrimiento de la Cruz. La de septiembre conmemoraba la solemne dedicación, que tuvo lugar el año 335, de las iglesias que Santa Elena indujo a Constantino a construir en el sitio del Santo Sepulcro. Por lo demás, no podemos asegurar que la dedicación se haya celebrado, precisamente, el 14 de septiembre. Es cierto que el acontecimiento tuvo lugar en septiembre; pero, dado que cincuenta años después, en tiempos de la peregrina Eteria, la conmemoración anual duraba una semana, no hay razón para preferir un día determinado a otro. Eteria dice lo siguiente: «Así pues, la dedicación de esas santas iglesias se celebra muy solemnemente, sobre todo, porque la Cruz del Señor fue descubierta el mismo día. Por eso precisamente, las susodichas santas iglesias fueron consagradas el día del descubrimiento de la Santa Cruz para que la celebración de ambos acontecimientos tuviese lugar en la misma fecha.» De aquí parece deducirse que en Jerusalén se celebraba en septiembre el descubrimiento de la Cruz; de hecho, un peregrino llamado Teodosio lo afirmaba así, en el año 530.

Pero en la actualidad, la Iglesia celebra el 14 de septiembre un acontecimiento muy diferente, a saber: la hazaña del emperador Heraclio, quien, el año 629, recuperó las reliquias de la Cruz que el rey Cosroes II, de Persia, se había llevado de Jerusalén unos años antes. El Martirologio Romano y las lecciones del Breviario lo dicen claramente. Sin embargo, hay razones para pensar que el título de «Exaltación de la Cruz» aluda al acto físico de levantar la sagrada reliquia para presentarla a la veneración del pueblo y es también probable que la fiesta se haya llamado así desde una época anterior a la de Heraclio.

Por lo que se refiere a los hechos reales del descubrimiento de la Cruz, que son los que aquí interesan, debemos confesar que carecemos de noticias de la época. El «Peregrino de Burdeos» no habla de la Cruz el año 333. El historiador Eusebio, contemporáneo de los hechos, de quien podríamos esperar abundantes detalles, no menciona el descubrimiento, aunque parece no ignorar que había tres santuarios en el sitio del Santo Sepulcro. Así pues, cuando afirma que Constantino «adornó un santuario consagrado al emblema de salvación», podemos suponer que se refiere a la capilla «Gólgota», en la que, según Eteria, se conservaban las reliquias de la Cruz. San Cirilo, obispo de Jerusalén, en las instrucciones catequéticas que dio en el año 346, en el sitio en que fue crucificado el Salvador, menciona varias veces el madero de la Cruz, «que fue cortado en minúsculos fragmentos, en este sitio, que fueron distribuidos por todo el mundo.» Además, en su carta a Constancio, afirma expresamente que «el madero salvador de la Cruz fue descubierto en Jerusalén, en tiempos de Constantino». En ninguno de estos documentos se habla de Santa Elena, que murió el año 330. Tal vez el primero que relaciona a la santa con el descubrimiento de la Cruz sea San Ambrosio, en el sermón «De Obitu Theodosii«, que predicó el año 395; pero, por la misma época y un poco más tarde, encontramos ya numerosos testigos, como San Juan Crisóstomo, Rufino, Paulino de Nola, Casiodoro y los historiadores de la Iglesia, Sócrates, Sozomeno y Teodoreto. San Jerónimo, que vivía en Jerusalén, se hacía eco de la tradición, al relacionar a Santa Elena con el descubrimiento de la Cruz. Desgraciadamente, los testigos no están de acuerdo sobre los detalles. San Ambrosio y San Juan Crisóstomo nos informan que las excavaciones comenzaron por iniciativa de Santa Elena y dieron por resultado el descubrimiento de tres cruces; los mismos autores añaden que la Cruz del Señor, que estaba entre las otras dos, fue identificada gracias al letrero que había en ella. Por otra parte, Rufino, a quien sigue Sócrates, dice que Santa Elena ordenó que se hiciesen excavaciones en un sitio determinado por divina inspiración y que ahí, se encontraron tres cruces y una inscripción. Como era imposible saber a cuál de las cruces pertenecía la inscripción, Macario, el obispo de Jerusalén, ordenó que llevasen al sitio del descubrimiento a una mujer agonizante.

La mujer tocó las tres cruces y quedó curada al contacto de la tercera, con lo cual se pudo identificar la Cruz del Salvador. En otros documentos de la misma época aparecen versiones diferentes sobre la curación de la mujer, el descubrimiento de la Cruz y la disposición de los clavos, etc. En conjunto, queda la impresión de que aquellos autores, que escribieron más de sesenta años después de los hechos y se preocupaban, sobre todo, por los detalles edificantes, se dejaron influenciar por ciertos documentos apócrifos que, sin duda, estaban ya en circulación. El más notable de dichos documentos es el tratado «De inventione crucis dominicae», del que el decreto pseudogelasiano (c. 550) dice que se debe desconfiar. No cabe duda de que ese pequeño tratado alcanzó gran divulgación. El autor de la primera redacción del Liber Pontificalis (c. 532) debió manejarlo, pues lo cita al hablar del Papa Eusebio. También debieron conocerlo los revisores del Hieronymianum, en Auxerre, en el siglo VII. Aparte de los numerosos anacronismos del tratado, lo esencial es lo siguiente: El emperador Constantino se hallaba en grave peligro de ser derrotado por las hordas de bárbaros del Danubio. Entonces, presenció la aparición de una cruz muy brillante, con una inscripción que decía: «Con este signo vencerás». La victoria le favoreció, en efecto. Constantino, después de ser instruido y bautizado por el Papa Eusebio en Roma, movido por el agradecimiento, envió a su madre Santa Elena a Jerusalén para buscar las reliquias de la Cruz. Los habitantes no supieron responder a las preguntas de la santa; pero, finalmente, recurrió a las amenazas y consiguió que un sabio judío, llamado Judas, le revelase lo que sabía. Las excavaciones, muy profundas, dieron por resultado el descubrimiento de tres cruces. Se identificó la verdadera Cruz, porque resucitó a un muerto. Judas se convirtió al presenciar el milagro. El obispo de Jerusalén murió precisamente entonces, y Santa Elena eligió al recién convertido Judas, a quien en adelante se llamó Ciriaco, para suceder al obispo. El Papa Eusebio acudió a Jerusalén para consagrarle y, poco después, una luz muy brillante indicó el sitio en que se hallaban los clavos. Santa Elena, después de hacer generosos regalos a los Santos Lugares y a los pobres de Jerusalén, exhaló el último suspiro, no sin haber encargado a los fieles que celebrasen anualmente una fiesta, el 3 de mayo («quinto Nonas Maii»), día del descubrimiento de la Cruz. Parece que Sozomeno (lib. II, c. i) conocía ya, antes del año 450, la leyenda del judío que reveló el sitio en que estaba enterrada la Cruz. Dicho autor no califica a esa leyenda como pura invención, pero la desecha como poco probable.

Otra leyenda apócrifa aunque menos directamente relacionada con el descubrimiento de la Cruz, aparece como una digresión, en el documento sirio llamado «La doctrina de Addai.» Ahí se cuenta que, menos de diez años después de la Ascensión del Señor, Protónica, la esposa del emperador Claudio César, fue a Tierra Santa, obligó a los judíos a que confesaran dónde habían escondido las cruces y reconoció la del Salvador por el milagro que obró en su propia hija. Algunos autores pretenden que en esta leyenda se basa la del descubrimiento de la Cruz por Santa Elena, en tiempos de Constantino. Mons. Duchesne opinaba que «La Doctrina de Addai» era anterior al De inventione crucis dominicae, pero hay argumentos muy fuertes en favor de la opinión contraria.

Dado el carácter tan poco satisfactorio de los documentos, la teoría más probable es la de que se descubrió la Santa Cruz con la inscripción, en el curso de las excavaciones que se llevaron a cabo para construir la basílica constantiniana del Calvario. El descubrimiento, al que siguió sin duda un período de vacilaciones y de investigación, sobre la autenticidad de la cruz, dio probablemente origen a una serie de rumores y conjeturas, que tomaron forma en el tratado De inventione crucis dominicae. Es posible que la participación de Santa Elena en el suceso, se redujese simplemente a lo que dice Eteria: «Constantino, movido por su madre («sub praesentia matris suae«), embelleció la iglesia con oro, mosaicos y mármoles preciosos.» La victoria se atribuye siempre a un soberano, aunque sean los generales y los soldados quienes ganan las batallas. Lo cierto es que, a partir de mediados del siglo IV, las pretendidas reliquias de la Cruz se esparcieron por todo el mundo, como lo afirma repetidas veces San Cirilo y lo prueban algunas inscripciones fechadas en África y otras regiones. Todavía más convincente es el hecho de que, a fines del mismo siglo, los peregrinos de Jerusalén veneraban con intensa devoción el palo mayor de la Cruz. Eteria, que presenció la ceremonia, dejó escrita una descripción de ella. En la vida de San Porfirio de Gaza, escrita unos doce años más tarde, tenemos otro testimonio de la veneración que se profesaba a la santa reliquia y, casi dos siglos después el peregrino conocido con el nombre, incorrecto de Antonino de Piacenza, nos dice: «adoramos y besamos» el madero de la Cruz y tocamos la inscripción.

MARTIROLOGIO DE MAYO

1 de mayo

San José Obrero

La Iglesia cristianizó en otro tiempo las fiestas paganas, usando con soberana libertad de las fechas y de las ceremonias para dotarlas de un contenido cristiano enteramente nuevo.

Inspirándose en esa tradición, coloca ahora la fiesta civil del trabajo el 1 de mayo, bajo el poderoso patrocinio de San José, el humilde artesano escogido por Dios para velar sobre la infancia del Verbo encarnado.

¿Quién mejor que él, en su trabajo de cada día, dio gracias a Dios Padre por el Señor Jesús (epístola), aprendiz suyo dócil y obediente, a quien llamaban el hijo del carpintero (evangelio)?

Cubra San José con su vigilante protección a este mundo del trabajo, de cuya dura suerte participó; guíe y sostenga sus esfuerzos para que reine en el mundo la justicia y la caridad bajo la ley del amor de Cristo Jesús.

Oración: ¡Oh, Dios!, creador de todas las cosas, que has impuesto a los hombres la ley del trabajo; haz que, siguiendo el ejemplo de San José y bajo su patrocinio, realicemos con perfección la obra que nos mandas y alcancemos la recompensa que nos prometes. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, el tránsito de san Pío V, de la Orden de Predicadores, Papa y Confesor; el cual, dedicándose con fortaleza y éxito feliz a restaurar la disciplina eclesiástica, extirpar las herejías y destruir los enemigos del nombre Cristiano, con la santidad de su vida y de las leyes, gobernó la Iglesia católica. Su fiesta se celebra el día 5 de este mes.

2.- En Egipto, san Jeremías, Profeta, el cual murió apedreado por el pueblo en Tainas, donde fue enterrado: a su sepulcro, según refiere san Epifanio, acostumbraban ir los fieles a hacer oración y recoger de aquel polvo, que cura las mordeduras de los áspides.

3.- En territorio de Vivares, en las Galias, san Andéolo, Subdiácono, al cual, junto con otros, envió san Policarpo. Obispo de Esmirna, desde el Oriente a la Galia a predicar la palabra de Dios. En el imperio de Severo, después de azotado con varas espinosas, por último, con una espada de madera le abrieron la cabeza en cuatro partes, a modo de cruz, y así consumó el martirio.

4.- En Huesca de España, los santos Mártires Oroncio y Paciencia.

5.- En la aldea de Coulmiers, en el territorio de Orleáns, en Francia, el martirio de san Segismundo, Rey de los Borgoñones, que murió sumergido en un pozo y después resplandeció con milagros. Su sagrado cuerpo, sacado finalmente del pozo, fue llevado a la Iglesia del monasterio de Agauno, situado en la diócesis de Sión, y allí honoríficamente colocado.

6.- En Auxerre, san Amador, Obispo y Confesor.

7.- En Auch de Francia, san Oriencio, Obispo.

8.- En Elvy de Inglaterra, san Asaf, Obispo, con cuyo nombre se honró más tarde la misma ciudad Episcopal.

9.- En Forli, san Peregrino, de la Orden de Siervos de la bienaventurada Virgen María.

10.- En Bérgamo, santa Grata, Viuda.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

2 de mayo

San Atanasio, Obispo, Confesor y Doctor    D.    –    Blanco

San Atanasio, obispo de Alejandría, por tres veces fue depuesto de su sede episcopal por los arrianos; fue calumniado, desterrado y perseguido por cuatro emperadores. Volvió no obstante, a Alejan dría habiendo triunfado sobre los enemigos de la fe y, algún tiempo después, se fue al cielo a recibir la recompensa de 46 años de persecución sufridas por Jesucristo. Murió en el año 373.

Oración: Os suplicamos, Señor, escuchéis las oraciones que os dirigimos en la solemnidad de vuestro confesor pontífice San Atanasio, a fin de que los méritos y la intercesión de quien dignamente os ha servido nos obtengan el perdón de nuestros pecados. Por J. C. N. S. Amén.

1.- Santa Zoe, Mártir

2.- Santa Mafalda o Matilde, Monja

3.-Beato Conrado de Seldemburem

4.- San Exuperio, Mártir

5.- San Waldeberto, Abad

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias

3 de mayo

Invención o Hallazgo de la Santa Cruz    D. 2ª. cl.    –     Rojo

En Jerusalén, la Invención de la Sacrosanta Cruz del Señor, en tiempo del Emperador Constantino.

El emperador Constantino había visto una cruz en el cielo, en la cual estaban escritas estas palabras: CON ESTE SIGNO VENCERÁS; en efecto, derrotó totalmente al tirano Majencio. Santa Elena, su madre, en agradecimiento de este favor, dispuso se hiciesen búsquedas en Jerusalén para dar con la verdadera cruz. Descubriéronse tres. Un milagro dio a conocer con certeza cuál era aquélla de la que pendiera el precio de nuestra redención. La santa hízole construir un templo magnífico. Hoy celebra la Iglesia el hallazgo o invención de este adorable tesoro.

Oración: Oh Dios, que en el hallazgo maravilloso de vuestra cruz salutífera, habéis renovado los milagros de vuestra Pasión, haced que adquiramos, por el valor de este árbol de vida, la recompensa de la vida eterna. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, en la vía Nomentana, el suplicio de los santos Mártires Alejandro I Papa, Evencio y Teodulo Presbíteros. A Alejandro, en tiempo del Emperador Adriano y del Juez Aureliano, después de las prisiones y cárceles, el potro, las uñas aceradas y el fuego, apuñalaron con punzones águdísimos todos los miembros hasta que expiró; Evencio y Teodulo, después de larga prisión y del tormento del fuego, fueron por fin degollados.

2.- En Narni, san Juvenal, Obispo y Confesor.

3.- En el monte Senario de Toscana, los santos Sosteneo y Ugución, Confesores, de los siete Fundadores de Siervos de la bienaventurada Virgen María; los cuales, avisados del cielo, en el mismo día y hora, al rezar la salutación Angélica, pasaron de esta vida. Su fiesta y la de sus Compañeros se celebra el día 12 de Febrero.

4.- En Constantinopla, los santos Mártires Alejandro, soldado, y Antonina, Virgen; a ésta, en la persecución de Maximiano, condenada por el Presidente Festo a un lugar infame, la sacó secretamente Alejandro, cambiando los vestidos y quedándose allí por ella; por lo cual fue poco después atormentado con ella, y ambos juntos, cortadas las manos, fueron por la fe de Cristo arrojados en la hoguera y, consumado el glorioso combate, fueron coronados.

5.- En la Tebaida, los santos Mártires Timoteo y Maura, su mujer, a quienes el Prefecto Ariano, al cabo de muchos tormentos, mandó clavar en una cruz, en donde, pendiendo vivos por nueve días, y fortaleciéndose uno a otro en la fe, consumaron el martirio.

6.- En Afrodisia de Caria, los santos Mártires Diodoro y Rodopiano, que en la persecución del Emperador Diocleciano fueron apedreados por sus conciudadanos.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

4 de mayo

Santa Monica, Viuda    D.    –    Blanco

En Ostia, del Tíber, santa Mónica, madre de san Agustín, cuya preclara vida dejó atestiguada el mismo santo en el libro nono de sus Confesiones. n. 322 en Tagaste (Souk Ahras), Argelia; † 387 en Ostia, Italia.

Patrona de viudas; esposas; madres; amas de casa; víctimas de abusos; víctimas de adulterio; víctimas de abusos verbales; alcohólicos; madres con hijos problemáticos. Protectora contra el alcoholismo; dificultades en el matrimonio.

Santa Mónica, madre de San Agustín, derramó tantas lágrimas y oró a Dios con tanto fervor por la conversión de su hijo, que vio realizarse la palabra de San Ambrosio que le aseguró que un hijo de tantas lágrimas no podía perderse. Siguió a su hijo por todas partes para exhortarlo a que renunciara a sus desórdenes y a la herejía de los maniqueos. Cuando por fin lo vio convertido, exclamó: Ahora moriré contenta, hijo mío, porque ya nada me queda por desear en la tierra. Murió en el año 387.

Oración: Oh Dios, consuelo de los afligidos y salvación de los que en Vos esperan, que bondadosamente recibisteis las lágrimas que Santa Mónica vertió por la conversión de su hijo Agustín, concedednos, por la intercesión de ambos, la gracia de llorar nuestros pecados y gustar las verdaderas alegrías del espíritu. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En las minas de Fenón en Palestina, el triunfo de san Silvano, Obispo de Gaza; el cual, en la persecución del Emperador Diocleciano, por orden del César Galerio Maximiano, fue con muchísimos de sus Clérigos coronado del martirio.

2.- En Jerusalén, san Ciríaco, Obispo, que, visitando los Santos Lugares, fue allí muerto, imperando Juliano Apóstata.

3.- En Camerino, san Porfirio, Presbítero y Mártir, el cual, siendo Emperador Decio y Presidente Antíoco, por haber convertido a muchos (y entre ellos a san Venancio) a la fe de Cristo, fue decapitado.

4.- En las minas de Fenón, en Palestina, treinta y nueve santos Mártires, que, condenados a las dichas minas, después de sufrir las planchas de fuego y otros tormentos, fueron juntamente decapitados.

5.- En Lorch de la Nórica Ripense, san Florián, Mártir, el cual, imperando Diocleciano, por orden del Presidente Aquilino, fue arrojado al río Ems con una piedra atada al cuello.

6.- En Colonia, san Paulino, Mártir.

7.- En Tarso de Cilicia, santa Pelagia, Virgen y Mártir, que imperando Diocleciano, metida en un buey de bronce candente, consumió el martirio.

8.- En Nicomedia, el triunfo de santa Antonia, Mártir, la cual, después de sufrir varios y atroces tormentos, estuvo tres días colgada de un brazo, y dos años encarcelada; al fin, de orden del Presidente Prisciliano, mientras confesaba al Señor, fue quemada en la hoguera.

9.- En Milán, san Venerio, Obispo, cuyas virtudes atestigua san Juan Crisóstomo en una carta que le escribió.

10.- En el territorio de Perigord, san Sacerdote, Obispo de Limoges.

11.- En Hildesheim de Sajonia, san Godehardo, Obispo y Confesor, que fue canonizado por el Papa Inocencio II.

12.- En Auxerre, san Curcódomo, Diácono.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

5 de mayo

San Pío V, Papa y Confesor     D.    –    Blanco

San Pío V, de la Orden de Predicadores, Papa y Confesor, que el día primero de este mes durmió en el Señor. n. 17 de enero de 1504 en Bosco, Italia, como Antonio Ghisleri; † 1 de mayo de 1572 en Roma, Italia. Este santo Papa desplegó un celo constante por la propagación de la religión, una valentía infatigable por el restablecimiento de la disciplina eclesiástica, una vigilancia asidua para la extirpación de la herejía, una caridad inextinguible por el alivio de los pobres y una fuerza invencible en el sostenimiento de los derechos de la Santa Sede Apostólica. Por revelación conoció la victoria obtenida contra los turcos en Lepanto. En esta memorable ocasión fue cuando mandó añadir a las letanías de la Virgen, la invocación: Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.

Oración: Oh Dios, que para destruir a los enemigos de la Iglesia y restaurar el culto divino, elevasteis al bienaventurado Pío al sumo pontificado, haced que protegidos por su intercesión, de tal modo nos adhiramos a vuestro servicio que, triunfando de las emboscadas de todos nuestros enemigos, gocemos de inalterable paz. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, san Silvano, Mártir.

2.- En Roma también, santa Crescenciana, Mártir.

3.- En Leucate de Sicilia, san Ángel, de la Orden de Carmelitas, Presbítero y Mártir, que por defender la fe católica fue cruelmente muerto por los herejes.

4.- En Alejandría, san Eutimio, Diácono, que murió en la cárcel por Cristo.

5.- En Auxerre, el martirio de san Joviniano, Lector.

6.- En Salónica, el triunfo de los santos Mártires Ireneo, Peregrino e Irene, los cuales, quemados en la hoguera, recibieron la palma del martirio.

7.- En Jerusalén, san Máximo, Obispo y Confesor, a quien el César Maximiano Galerio, después de sacarle un ojo y quemarle con un hierro candente uno de los pies, condenó a las minas. Más tarde, recobrada la libertad y puesto al frente de la Iglesia de Jerusalén, ilustre por la confesión de la fe, descansó allí finalmente en paz.

8.- En Edesa de Siria, san Eulogio, Obispo y Confesor.

9.- En Arlés de Francia, san Hilario, Obispo, insigne en santidad y doctrina.

10.- En Viena de Francia, san Niceto, Obispo, varón venerable en santidad.

11.- En Bolonia, san Teodoro, Obispo, esclarecido en méritos.

12.- En Milán, san Geroncio, Obispo.

13.- El mismo día, san Sacerdote, Obispo de Sagunto.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

6 de mayo

San Juan «junto a la Puerta Latina».    Dm.    –    Rojo

En Roma, san Juan, Apóstol y Evangelista, Ante-Portam-Latinam, el cual, llevado preso por orden de Domiciano desde Éfeso a Roma, por sentencia del Senado, ante dicha puerta fue echado en una caldera de aceite hirviendo, de donde salió más puro y vigoroso que había entrado.

Estas palabras de Jesucristo anunciando al discípulo muy amado que bebería, también él, el cáliz de dolor, cumpliéronse cuando Domiciano lo hizo venir de Éfeso a Roma para martirizarlo. Fue llevado fuera de la ciudad, frente a la puerta llamada Latina, y se lo sumergió en una caldera llena de aceite hirviendo; pero salió el santo de ella como de un baño refrescante, más fuerte y vigoroso de lo que entrara. Domiciano desterró al santo Apóstol a la isla de Patmos, donde compuso el Apocalipsis.

Oración: Oh Dios, que veis cuán turbados estamos por los males que nos rodean por todas partes, haced que seamos protegidos por la gloriosa intercesión de vuestro Apóstol y Evangelista San Juan. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Damasco, el tránsito de san Juan Damasceno, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, célebre en santidad y doctrina; el cual, con la predicación y escritos, combatió valerosamente contra León Isáurico por el culto de las sagradas Imágenes. Por calumnias de aquel Emperador, el Príncipe de los Sarracenos le mandó cortar la mano derecha; pero encomendándose a la santísima Virgen María, cuyas imágenes había defendido, súbitamente la recuperó entera y sana. Su fiesta se celebra el 27 de Marzo.

2.- En Cirene de Libia, san Lucio, Obispo, de quien hace mención san Lucas Evangelista, en los Hechos de los Apóstoles.

3.- En Antioquía, san Evodio, el cual, como escribe san Ignacio a los Antioquenos, fue el primer Obispo, ordenado allí por el Apóstol san Pedro, y terminó la vida con glorioso martirio.

4.- En África, los santos Mártires Heliodoro y Venusto, con otros setenta y cinco.

5.- En Chipre, san Teódoto, Obispo de Cirinia, el cual, imperando Licinio, padeció gravísimamente y, por fin, vuelta la paz a la Iglesia, entregó su espíritu a Dios.

6.- En Carras de Mesopotamia, san Protógenes, Obispo y Confesor.

7.- En Inglaterra, san Eadberto, Obispo de Lindisfarne, insigne por su doctrina y piedad.

8.- En Roma, santa Benita, Virgen.

9.- En Salerno, la Traslación de san Mateo, Apóstol y Evangelista, cuyo sagrado cuerpo, transportado antes de Etiopía a diversas regiones y finalmente a esta ciudad, fue allí mismo sepultado con gran veneración en la Iglesia dedicada a su nombre. 

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

7 de mayo

San Estanislao, obispo y Mártir    D.    –    Rojo

San Estanislao, Obispo de Cracovia y Mártir, que el día 8 de Mayo recibió la corona del martirio. n. 26 de julio de 1030 en Cracovia, Polonia; † 8 de mayo de 1079 en Cracovia, Polonia. Patrono de Cracovia, Polonia; soldados en batalla.

San Estanislao, obispo de Cracovia, reprendió valientemente al rey Boleslao por su mala vida. Este príncipe, para vengarse, sobornó a dos falsos testigos y los hizo declarar que el santo poseía un terreno que no le pertenecía. San Estanislao resucitó a quien se lo había vendido y con este testimonio irrecusable confundió a sus acusadores. Este milagro no convirtió a Boleslao; irritado éste porque el santo lo había excomulgado, le dio muerte con sus propias manos en momentos en que celebraba el Santo Sacrificio de la Misa. Sucedió en 1079.

Oración: Oh Dios, en cuyo honor sucumbió el glorioso obispo Estanislao bajo la espada de un impío, haced, os lo suplicamos, que todos los que imploren su socorro consigan el saludable efecto de su pedido. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Terracina de Campania, el triunfo de santa Flavia Domitila, hija de santa Plautila, que era hermana del santo Mártir el Cónsul FlavioClemente; y habiendo sido consagrada con el velo sagrado por el Pontífice san Clemente, en la persecución de Domiciano, fue primero desterrada con otros muchos a la isla Poncia, donde padeció un prolongado martirio. Volviéronla al cabo a Terracina, y allí, habiendo convertido a muchos con su doctrina y milagros a la fe de Cristo, por orden del Juez pusieron fuego al aposento en que moraba con dos Vírgenes, Eufrósina y Teodora, que la asistían, consumando así tan glorioso martirio. De santa Domitila, junto con los santos Nereo, Aquiles y Pancracio, se hace fiesta a 12 de Mayo.

2.- En el mismo día, san Juvenal, Mártir.

3.- En Nicomedia, los santos Hermanos Mártires Flavio, Augusto y Agustín.

4.- En el mismo lugar, san Cuádralo, Mártir, el cual, en la persecución del Emperador Decio, después de muchas veces atormentado, finalmente decapitado, consumó el martirio.

5.- En York de Inglaterra, san Juan, Obispo, esclarecido en vida y milagros.

6.- En Pavía, san Pedro, Obispo.

7.- En Roma, la Traslación del cuerpo de san Esteban, Protomártir, que en tiempo del sumo Pontífice Pelagio I, llevado de Constantinopla a Roma, y colocado en el sepulcro del Mártir san Lorenzo en el campo Verano, se venera allí con gran devoción de los fieles. 

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

8 de mayo

Aparición de San Miguel Arcangel    Dm.    –    Blanco

En el monte Gargano, la Aparición de san Miguel Arcángel; a quien el Papa Pío XII constituyó Patrono y Protector de los Radiólogos y Radioterapéuticos.

San Miguel es honrado como protector especial de la Iglesia contra los ataques del demonio. La fiesta de hoy fue instituida en memoria de una aparición del santo Arcángel en el monte Gárgano, en el reino de Nápoles. Indicó el Arcángel, al obispo de Siponto, la existencia en ese lugar de una gruta en forma de iglesia, diciéndole que ese lugar debía ser consagrado al culto de Dios y de sus Ángeles. Rodeado de numerosa concurrencia, el obispo celebró misa en la gruta, que llegó a ser un centro de peregrinación, ilustre por gran número de milagros.

Oración: Oh Dios, que regís con orden admirable los ministerios de los Ángeles y de los hombres, haced, en vuestra bondad, que durante esta vida seamos protegidos por aquellos que en el cielo os ofrecen sin cesar el homenaje de sus servicios. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Cracovia de Polonia, el triunfo de san Estanislao, Obispo y Mártir, que fue muerto por el impío Rey Boleslao. Su fiesta se celebra el día de ayer.

2.- En Milán, el triunfo de san Víctor, Mártir, que era natural de Mauritania y desde su primera edad Cristiano; y militando en el campamento imperial, compelido por Maximiano a sacrificar a los ídolos, como perseverase inconmovible en la confesión de Cristo, fue primero duramente apaleado, sin que, por favor de Dios, sintiese dolor; luego le rociaron con plomo derretido, quedando asimismo ileso; por último, coitada la cabeza, completó la carrera de tan glorioso martirio.

3.- En Constantinopla, san Agacio, Centurión, el cual, en la persecución de Diocleciano y Maximiano, acusado de Cristiano por el tribuno Firmo, y cruelísimamente atormentado por el Juez de Perinto, Bibiano, fue últimamente condenado a muerte en Bizancio por el Procónsul Flacino. Su cuerpo fue más tarde llevado por milagro a la playa de Esquilache, en Calabria, donde honoríficamente se guarda.

4.- En Roma, san Bonifacio IV, Papa, que dedicó el Panteón en honor de la bienaventurada Virgen María ad Martyres.

5.- Allí mismo, san Benedicto II, Papa y Confesor.

6.- En Viena de Francia, san Dionisio, Obispo y Confesor.

7.- En Auxerre, san Heladio, Obispo.

8.- En el monasterio de Bellevaux, territorio de Besanzón, san Pedro, que de Monje Cisterciense fue hecho Obispo de Tarentasia, en Saboya.

9.- En Roermond de Güeldres, san Wirón, Obispo de Escoria.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

9 de mayo

San Gregorio Nacianceno, Obispo, Confesor y Doctor    D.  –  Blanco

En Nacianzo de Capadocia, el tránsito de san Gregorio, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia, llamado el Teólogo por su excelente doctrina de las cosas divinas; el cual, ejerciendo el Episcopado en la ciudad de Constantinopla, restableció en ella la fe católica que estaba decaída, y reprimió las herejías que se levantaban.

San Gregorio Nacianceno, yendo a Atenas a estudiar filosofía, fue sorprendido en el mar por una tempestad tan violenta que prometió a Dios abandonar el mundo si escapaba del naufragio. Su voto fue escuchado y Gregorio, en compañía de San Basilio, compañero suyo de estudios en Atenas, retiróse a la soledad. Dormía en el desnudo suelo, llevaba cilicio, mortificaba su cuerpo con continuos ayunos y vigilias. Fue arrancado de su retiro, nombrándoselo patriarca de Constantinopla. Murió alrededor del año 390, a edad muy avanzada.

Oración: Oh Dios, que disteis al bienaventurado Gregorio a vuestro pueblo para que lo instruyera acerca de los caminos de la salvación eterna, haced, os lo suplicamos, que después de haberlo contado en la tierra como doctor y guía, merezcamos tenerlo como intercesor en el cielo. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, san Hermas, de quien hace mención el Apóstol san Pablo en la Epístola a los Romanos. Este santo, sacrificándose dignamente a sí mismo y hecho hostia aceptable a Dios, esclarecido en virtudes, subió al reino celestial.

2.- En Cagli, en la vía Flaminia, el martirio de san Geroncio, Obispo de Cervia.

3.- En Persia, trescientos diez santos Mártires.

4.- En Egipto, san Pacomio, Abad, que erigió en aquella región muchos monasterios y escribió para los Monjes una Regla dictada por un Ángel.

5.- En Vendôme de Francia, el tránsito de san Beato, Confesor.

6.- En Bolonia, san Nicolás Albérgato, Monje Cartujo, Obispo de aquella ciudad y Cardenal de la Santa Iglesia Romana, esclarecido en santidad y por sus Legaciones Apostólicas; cuyo cuerpo está sepultado en el templo de los Cartujos de Florencia.

7.- En Constantinopla, la Traslación de los santos Andrés, Apóstol, y Lucas, Evangelista, desde Acaya, y de Timoteo, uno de los discípulos del Apóstol san Pablo, desde Éfeso. El cuerpo de san Andrés fue, después de largo tiempo, llevado a Amalfi, donde se venera con devoto concurso de los fieles; de su sepulcro mana continuamente licor que sana a los enfermos.

8.- En Roma asimismo, la Traslación de san Jerónimo, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, desde Belén de Judá a la Basílica de santa María ad Præsepe.

9.- También en Barí de la Pulla, la Traslación de San Nicolás, Obispo y Confesor, desde Myra, ciudad de Licia.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

10 de mayo

San Antonino (Antolin), Obispo y Confesor   D.    –    Blanco

San Antoninode la Orden de Predicadores, Obispo de Florencia y Confesor, de cuyo tránsito se hace conmemoración el 2 de este mes.

Antonino, que entró en la orden de Santo Domingo a la edad de doce años, fue un modelo de humildad, de recogimiento y de mortificación. Jamás comió carne y, enfermo o sano, dormía sobre una tabla. Fue menester que el Papa Eugenio IV lo amenazase con excomunión para hacerle aceptar el arzobispado de Florencia. No quiso mas riquezas que la virtud; todo lo que poseía dábalo a los pobres, llegando al extremo de vender, para socorrerlos, parte de los muebles y de la ropa. Murió en mayo de 1459, a los 70 años de edad.

Oración: Señor, haced que seamos ayudados por los méritos de San Antonino, vuestro confesor pontífice, a fin de que os encontremos misericordioso con nosotros, así como os reconocemos admirable en vuestro proceder con él. Por J. C. N. S. Amén.

El mismo día:

Santo Maestro Juan de Avila, Confesor    D.    –    Blanco

Memoria de san Juan de Ávila, presbítero, que falleció en Montilla, lugar de Andalucía, en España; había recorrido toda la región de la Bética predicando a Cristo, y después, habiendo sido acusado injustamente de herejía, fue recluido en la cárcel, donde escribió la parte más importante de su doctrina espiritual. Es el santo del patronazgo: patrono del clero español.

Oración: Oh Dios, que hiciste de san Juan de Ávila un maestro ejemplar para tu pueblo por la santidad de su vida y por su celo apostólico, haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo ejemplar de tus ministros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

1.- En Roma, en la vía Latina, el triunfo de los santos Mártires Gordiano y Epímaco; el primero, por confesar el nombre de Cristo, fue largamente azotado con plomadas en el imperio de Juliano Apóstata y, por último, decapitado; los Cristianos sepultaron de noche su cuerpo en una cripta de la misma vía, adonde poco antes habían sido trasladadas las reliquias del Mártir san Epímaco desde Alejandría, donde por la fe de Cristo había sido martirizado el 12 de Diciembre.

2.- En tierra de Hus, san Job, Profeta, varón de admirable paciencia.

3.- En Roma, san Calepodio, Presbítero y Mártir, a quien el Emperador Alejandro hizo degollar y que su cuerpo fuese arrastrado por la ciudad y arrojado al Tíber; mas hallolo el Papa Calixto y le dio sepultura. Fue también degollado el Cónsul Palmado con su mujer e hijos, y otros cuarenta y dos de su casa, de uno y otro sexo; asimismo Simplicio, Senador, con su mujer y sesenta y ocho de su familia; y últimamente Félix, con su esposa Blanda. Las cabezas de todos fueron expuestas en diversas puertas de Roma para escarmiento de los Cristianos.

4.- Allí también, en la vía Latina, junto a las Cien-Salas, el suplicio de los santos Mártires Cuarto y Quinto, cuyos cuerpos fueron trasladados a Capua.

5.- En Lentini de Sicilia, los santos Mártires Alfio, Filadelfo y Girino.

6.- En Esmirna, san Dioscórides, Mártir.

7.- En Tarento, san Cataldo, Obispo, esclarecido en milagros.

8.- En Madrid, san Isidro Labrador, a quien, ilustre en milagros, el Papa Gregorio XV puso en el número de los Santos juntamente con los santos Ignacio, Francisco Javier, Teresa y Felipe Neri.

9.- En Milán, la Invención de los santos Mártires Nazario y Celso; cuando el Obispo san Ambrosio halló el cuerpo de san Nazario bañado aún en sangre fresca, y lo trasladó a la Basílica de los Apóstoles junto con el cuerpo del niño san Celso, a quien el mismo Nazario había criado. Anolino, en la persecución de Nerón, hizo degollar a ambos juntos el 28 de Julio, día en que se celebra la festividad de su glorioso martirio.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

11 de mayo

Santos Felipe y Santiago, Apóstoles     D.    –    Rojo

El triunfo de los santos Apóstoles Felipe y Santiago. Felipe, después de convertir a la fe de Cristo casi toda la Escitia, finalmente, en Hierápolis, ciudad de Asia, crucificado y apedreado, descansó con glorioso fin. Santiago, que es llamado también hermano del Señor, y fue el primer Obispo de Jerusalén, precipitado desde el pináculo del templo, rotas las piernas y herido en el cerebro con el palo de un batanero, murió, y allí mismo, no lejos del templo, fue sepultado.

Tanto San Felipe cuanto Santiago tuvieron el honor de ser apóstoles de Jesucristo, de predicar su Evangelio y de morir por la fe. Felipe fue quien llevó a Natanael a Jesucristo. Después de la Ascensión trasladose a Escitia, donde fue crucificado después de haber convertido a gran número de bárbaros.

Santiago, primo del Señor, fue tan venerado entre los judíos, que se tenían éstos por dichosos con sólo tocar el borde de su manto. Fue precipitado desde lo alto del templo de Jerusalén porque predicaba a Jesucristo.

Oración: Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo en la festividad de San Felipe y Santiago, vuestros Apóstoles, haced, os lo suplicamos, que al mismo tiempo que nos regocijamos con sus méritos aprovechemos sus ejemplos. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, en la vía Salaria, el triunfo de san Antimo, Presbítero, el cual, insigne por sus virtudes y predicación, en la persecución de Diocleciano fue precipitado en el Tíber, de donde le sacó un Ángel, restituyéndole a su oratorio; más tarde, decapitado, subió vencedor al cielo.

2.- Allí mismo, san Evelio, Mártir, que siendo de la familia de Nerón, a vista del martirio de san Torpetes, creyó en Cristo, y por Cristo fue también degollado.

3.- En Roma también, los santos Mártires Máximo, Basso y Fabio, que en tiempo de Diocleciano fueron martirizados en la vía Salaria.

4.- En Osimo del Piceno, los santos Mártires Sisinio, Diácono, Dioclecio y Florencio, discípulos del Presbítero san Antimo; los cuales, en tiempo de Diocleciano, apedreados, consumaron el martirio.

5.- En Camerino, los santos Anastasio y compañeros Mártires, los cuales en la persecución de Decio fueron muertos por sentencia del Presidente Antíoco.

6.- En Varennes de Francia, san Gangulfo, Mártir.

7.- En Viena de Francia, san Mamerto, Obispo, el cual, por una inminente calamidad, instituyó en aquella ciudad solemnes rogativas en los tres días antes de la Ascensión del Señor, rito que aprobó y recibió después la Iglesia universal.

8.- En Souvigny de Francia, el tránsito de san Mayolo, Abad de Cluny, cuya vida fue ilustre en santos méritos.

9.- En Nápoles de Campania, san Francisco de Jerónimo, natural de la ciudad de Grotalla, diócesis de Tarento, Sacerdote de la Compañía de Jesús y Confesor, varón de eximia caridad y paciencia en procurar la salvación de las almas, a quien el Papa Gregorio XVI puso en el catálogo de los Santos.

10.- En San Severino del Piceno, san Iluminado, Confesor.

11.- En Cagliari de Cerdeña, san Ignacio de Láconi, Confesor, de la Orden de Menores Capuchinos, preclaro por la humildad, caridad y milagros; al cual el Papa Pío XII enalteció con los honores de los Santos.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

12 de mayo

Santos Nereo, Domitila y Pancracio, Mártires    Sd.  –  Rojo

En Roma, en la vía Ardeatina, los santos Mártires Nereo y Aquiles, hermanos, los cuales, primero con Flavia Domitila, de quien eran pajes, sufrieron por Cristo prolongado destierro en la isla Poncia; después fueron bárbaramente azotados; por último, compeliéndoles Minucio Rufo, varón Consular, con el potro y el fuego, a sacrificar a los dioses, y respondiendo ellos que, bautizados por el Apóstol san Pedro, de ninguna manera podían ofrecer incienso a los ídolos, fueron decapitados. Sus sagradas reliquias, con las de Flavia Domitila, en tal día como ayer, fueron solemnemente trasladadas, por orden del Papa Clemente VIII, desde la Diaconía de san Adrián al antiguo templo de su nombre, donde anteriormente se custodiaban, y que a la sazón se había restaurado; y desde entonces, por decreto del mismo Papa, se celebra también en este día la fiesta de la misma santa Domitila, Virgen, cuyo martirio se conmemora el 7 de este mes.

Allí mismo, en la vía Aurelia, san Pancracio, Mártir que en el imperio de Diocleciano, contando catorce años de edad, consumó el martirio, siendo decapitado.

Oración: Señor, que la dichosa festividad de vuestros mártires Nereo, Aquileo, Domitila y Pancracio, nos sea siempre propicia y nos haga dignos de vuestras mercedes. Por J. C. N. S.

1.- En Salamina de Chipre, san Epifanio, Obispo, que, siendo esclarecido por su vasto saber y por su conocimiento de las sagradas Letras, fue también admirable por la santidad de vida, celo de la fe católica, munificencia con los pobres y don de milagros.

2.- En Constantinopla, san Germán, Obispo, insigne en santidad y doctrina, el cual reprendió con gran libertad a León Isáurico por el edicto que dio contra las sagradas Imágenes.

3.- En Tréveris, san Modoaldo, Obispo.

4.- En Roma, san Dionisio, que fue tío paterno de San Pancracio, Mártir.

5.- En Argirio de Sicilia, san Felipe, Presbítero, el cual, enviado por el Romano Pontífice a aquella isla, convirtió a Cristo gran parte de ella. Su santidad se manifiesta principalmente en librar energúmenos.

6.- En la Calzada de España, santo Domingo, Confesor.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

13 de mayo

San Roberto Belarmino, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia.  D.  –  Blanco

San Roberto Belarmino, de la Compañía de Jesús, Cardenal y un tiempo Obispo de Capua, Confesor y Doctor de la Iglesia, cuyo tránsito se conmemora a 17 de Septiembre. n. 4 de octubre de 1542 en Montepulciano (Toscana), Italia;  † 17 de septiembre de 1621 en Roma, Italia. Patrono de canonistas; catequistas; catecúmenos. Nació esta lumbrera e invicto campeón de la Iglesia en Montepulciano (Italia) el año de 1542, de una noble familia emparentada con el papa Marcelo II.

Habiendo ingresado desde su juventud en la Compañía de Jesús, fue pronto destinado a Lovaina, donde pudo conocer bien los errores, que más tarde había de refutar en sus incomparables Controversias, que son su obra maestra y sin precedente, en que desmenuza todas las argucias del protestantismo contra la verdadera y única Iglesia y arca de salvación, que es la romana.

Siendo luego en Roma maestro de coristas, tuvo como discípulo aventajado a San Luis Gonzaga, y ocupó en el Colegio Romano la cátedra de controversia teológica, en la que nunca tuvo rival.

Elevado contra su gusto al cardenalato y al obispado de Capua, a los tres años renunció a este último para servir en Roma a la santa Iglesia con una actividad multiforme, y sobre todo con la santidad de su vida, consagrada por entero al estudio, a la piedad y a la caridad con los prójimos.

San Francisco de Sales se declara discípulo suyo; el papa Benedicto XIV llamábale “martillo de herejes”, y decíase de él que la Iglesia de Dios no tenía en su tiempo otro hombre más aventajado en ciencia.

Murió en Roma en 1621 y fue inhumado junto a San Luis.

Oración: Oh Dios, que, para expeler las insidias de los errores y para defender los derechos de la Sede Apostólica, decorasteis con admirable sabiduría y fortaleza a vuestro santo Pontífice y Doctor Roberto: por sus méritos e intercesión concedednos crecer en el amor a la verdad, y que los corazones de los extraviados vuelvan a la unidad de vuestra Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, la Dedicación de la Iglesia de santa María ad Martyres, la cual san Bonifacio IV, Papa, en tiempo del Emperador Focas, después de purificado aquel antiguo templo de todos los dioses, que se llamaba Panteón, consagró en honor de la bienaventurada siempre Virgen María y de todos los Mártires. Más tarde el Papa Gregorio asimismo IV mandó que la solemnidad anual de esta Dedicación se celebrase en toda la Iglesia en honor de todos los Santos el día 1 de Noviembre.

2.- En Constantinopla, san Mucio, Presbítero y Mártir, que en tiempo del Emperador Diocleciano y del Procónsul Laodicio, primeramente padeció muchas penas y tormentos por la confesión de Cristo en Anfípoli de Macedonia y después, conducido a Bizancio, fue decapitado.

3.- En Alejandría, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, que en odio a la fe católica fueron muertos por los Arrianos en el templo de san Teonás.

4.- En Heraclea de Tracia, santa Gliceria, Mártir Romana, la cual en el imperio de Antonino y presidiendo Sabino, atormentada con muchos y crueles suplicios, y saliendo de ellos por divino favor incólume, finalmente arrojada a las fieras y mordiéndole una de ellas el cuerpo, entregó a Dios el alma.

5.- En Utrecht, san Servacio, Obispo de la Iglesia de Tongres, cuyo mérito hizo Dios patente con este prodigio: que cubriéndose los inviernos todo alrededor de nieve, nunca cuajó sobre el sepulcro del Santo, por cuya causa edificaron sobre él una Basílica aquellos habitantes.

6.- En Palestina, san Juan Silenciario, el cual, renunciando el Episcopado Coloniense en Armenia, llevó vida monástica en la laura de san Sabas, donde murió santamente.

7.- En la Puye, Diócesis de Poitiers, san Andrés Huberto Fournet, párroco un tiempo, Fundador juntamente con santa Isabel Bichier des Ages del Instituto de Hijas de la Cruz; a quien el Papa Pío XI puso en el catálogo de los santos.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

14 de mayo

San Bonifacio, Mártir    S.    –    Rojo

En Tarso de Cilicia, el triunfo de san Bonifacio, Mártir, que padeció imperando Diocleciano y Maximiano; su cuerpo trasladado después a Roma fue sepultado en la vía Latina.

1.- En Francia, san Poncio, Mártir, que, después de convertir a la fe de Cristo, con su predicación y celo, a los dos Césares Filipos, en el imperio de Valeriano y Galieno, consiguió la palma del martirio.

2.- En Siria, los santos Mártires Víctor y Corona, en tiempo del Emperador Antonino: a Víctor atormentó el Juez Sebastián con diferentes y horrorosos suplicios; Corona, mujer de un soldado, como, maravillada de la constancia con que el Mártir sufría, lo aclamase por santo, vio dos coronas que bajaban del cielo, destinadas, una para Víctor y otra para ella misma; y como diese de ello público testimonio, la partieron entre dos árboles, y a Víctor cortaron la cabeza.

3.- En Cerdeña, las santas Mártires Justa, Justina y Henedina.

4.- En Ferento de Toscana, san Bonifacio, Obispo; el cual, según refiere san Gregorio Papa, resplandeció desde niño en santidad y milagros.

5.- En la aldea de Betarran, diócesis de Bayona, san Miguel Garicoïts, Confesor, Fundador de la Congregación de Sacerdotes Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, insigne por el celo apostólico, al cual el Papa Pío XII puso en el catálogo de los Santos.

6.- En Niza, al pie de los Alpes, santa María Dominica Mazzarello, Cofundadora del Instituto de María Auxiliadora, la cual, preclara por la humildad, prudencia y caridad, fue puesta por el Papa Pío XII en el catálogo de las santas Vírgenes. 

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

15 de mayo

San Juan Bautista de la Salle, Confesor    D.    –    Blanco

San Juan Bautista de la Salle, Presbítero y Confesor, que fundó la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, y el día 7 de Abril descansó en el Señor. n. 30 de abril de 1651 en Reims, Francia; 
† 7 de abril de 1719 en Rouen, Francia. Patrono de educadores; maestros; directores de escuelas. Nació en Reims, el 30 de Abril de 1651, de una ilustre familia, y desde su infancia se captó las simpatías de todos por sus virtudes, su dulzura de carácter y viveza de ingenio. Dirigiose a París para estudiar teología en la Sorbona, llegando a ser canónigo de la Metrópoli a los 17 años. Ordenado sacerdote, ofrecía el Santo Sacrificio con vivísima fe y encendido amor. Dios le había suscitado «para enseñar cristianamente a los pobres»y con estas miras fundó una nueva Congregación religiosa, que llamó “Hermanos de las Escuelas Cristianas”, que se extendieron con prodigiosa rapidez por todo el mundo.

Oración: Oh, Dios, que suscitasteis a San Juan Bautista, Confesor, para la formación cristiana de los pobres, y afianzar a la juventud en el camino de la verdad, y que por él reunisteis en la Iglesia una nueva familia religiosa: concedednos propicio que, por su intercesión y ejemplos, ardiendo en el celo de vuestra gloria para la salvación de las almas, podamos en el cielo participar de su corona. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En España, los santos Torcuato, Tesifonte, Segundo, Indalecio, Cecilio, Esiquio y Eufrasio; los cuales, ordenados en Roma Obispos por los santos Apóstoles, fueron enviados a predicar en las Españas la palabra de Dios; y habiendo evangelizado en varias ciudades y convertido innumerables muchedumbres a la fe de Cristo, murieron santamente en diversos lugares de aquellas comarcas, a saber: Torcuato en Guadix, Tesifonte en Berja, Segundo en Ávila, Indalecio en Urci, Cecilio en Elvira, Esiquio en Carteya y Eufrasio en Andújar.

2.- En Fosina de Cerdeña, san Simplicio, Obispo y Mártir, el cual, en tiempo de Diocleciano, y siendo presidente Bárbaro, atravesado con una lanza consumó el martirio.

3.- En Evora de Portugal, san Mancio, Mártir.

4.- En la isla de Chío, el triunfo de san Isidoro, Mártir, en cuya Basílica existe el pozo donde es tradición fue arrojado, y cuya agua sana, muy de ordinario, a los enfermos que la beben.

5.- En Lámpsaco del Helesponto, el martirio de los santos Pedro, Andrés, Pablo y Dionisia.

6.- En Auvernia de Francia, los santos Mártires Casio, Victorino, Máximo y sus Compañeros.

7.- En Geel de Brabante, santa Dimpna, Virgen y Mártir, hija del Rey de Irlanda; la cual por conservar inconmoviblemente la fe de Cristo y la virginidad, de orden de su padre fue degollada.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

16 de mayo

San Ubaldo, Obispo y confesor    Sd.    –    Blanco

En Gubbio, san Ubaldo, Obispo y Confesor, esclarecido en milagros. n. Gubbio (Umbría), Italia; † 16 de mayo de 1160 en Gubbio (Umbría), Italia. Patrono los niños enfermos. Protector contra las posesiones demoníacas; migraña; neuralgia.

Tal fue la austeridad de este santo obispo de Gubbio, en Umbría, que puede decirse de él que sin cesar llevaba en su cuerpo la mortificación de Jesucristo. Este espíritu de penitencia, unido a un ardor insaciable por la oración, le hicieron adquirir una admirable dulzura. No sólo soportaba en silencio los ultrajes, sino que, a las injurias, respondía con una acrecentada benevolencia y caridad. Sabiendo que llegaba al término de su peregrinación redobló su celo por las almas que le habían sido confiadas. Enfermo ya de muerte, continuó instruyendo a su pueblo y el 16 de mayo de 1160 emprendió vuelo hacia la patria celestial.

Oración: Os suplicamos, Señor, que nos concedáis el auxilio de vuestra misericordia, y que, por la intercesión del bienaventurado Ubaldo, vuestro confesor pontífice, vuestra clemente mano nos ponga a cubierto de las emboscadas del demonio. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Auxerre, el martirio de san Peregrino, que fue el primer Obispo de aquella ciudad, a quien el Papa san Sixto II envió con otros Clérigos a las Galias, y, cumplido el ministerio de la predicación Evangélica, condenado a pena capital, mereció la corona eterna.

2.- En Persia, los santos Mártires Audas, Obispo, siete Presbíteros, nueve Diáconos y siete Vírgenes; los cuales, en el reinado de Isdegerdes, con varios géneros de suplicios consumaron su glorioso martirio.

3.- En Praga de Bohemia, san Juan Nepomuceno, Canónigo de aquella Iglesia Metropolitana, el cual solicitado en vano a revelar el sigilo sacramental, arrojado en el río Moldava, mereció la palma del martirio.

4.- En Isauria, el triunfo de los santos Mártires Aquilino y Victoriano.

5.- En Uzalí de África, los santos Mártires Félix y Genadio.

6.- En Palestina, el martirio de los santos Monjes, muertos por los Sarracenos en la laura de san Sabas.

7.- En Janovia, cerca de Pinsk en Polesia, san Andrés Borbola, Sacerdote de la Compañía de Jesús, el cual, habiendo padecido de parte de los cismáticos innumerables géneros de tormentos, fue coronado con ilustre martirio.

8.- En Amiéns de Francia, san Honorato, Obispo.

9.- En Mans de Francia, san Dómnolo, Obispo.

10.- En la Mirándula de Emilia, san Posidio, Obispo de Calama en Numidia, que fue discípulo de san Agustín y escribió la preclara vida de este Santo.

11.- En el Monasterio de Annadoun, en Irlanda, el tránsito de san Brendano, Presbítero y Abad de Clonfert.

12.- En Troyes de Fancia, san Fídolo, Confesor.

13.- En Frejus de Francia, santa Máxima, Virgen, que, esclarecida en muchas virtudes, descansó en paz.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

17 de mayo

San Pascual Bailón, Confesor    D.    –    Blanco

En Villarreal de España, san Pascual, de la Orden de Menores, Confesor, varón de maravillosa inocencia y penitencia, a quien el Papa León XIII declaró celestial Patrono de los Congresos eucarísticos y Asociaciones de la santísima Eucaristía. n. 24 de mayo de 1540 en Torre Hermosa, Aragón (España); † 17 de mayo de 1592 en Villarreal, España

Patrono de los Congresos y Organizaciones Eucarísticas (proclamado por el Papa León XIII); cocineros.

Nació San Pascual de padres piadosos, pero tan pobres, que no pudieron enviarlo a la escuela. Encargado de cuidar los rebaños, tomaba consigo un libro y rogaba a las personas que encontraba le enseñasen sus letras por amor a Dios. Por este medio, en poco tiempo llegó a leer y se perfeccionó así en el conocimiento de la religión. Después de haber consultado a Dios, creyose llamado al estado religioso; y como estaba resuelto, decía, a morir pobre como había nacido, entró en un convento franciscano, donde quiso, por humildad, ser admitido en calidad de hermano lego. La Santísima Virgen, por quien tenía tierna devoción, obtúvole varias señaladas gracias, pero fue célebre sobre todo por su amor al Santísimo Sacramento. Murió en Villarreal, cerca de Valencia, el 17 de mayo de 1592, alrededor de los 52 años de edad.

Oración: Oh Dios, que habéis adornado al bienaventurado Pascual, vuestro confesor, con un amor ardiente por los misterios adorables de vuestro cuerpo y de vuestra sangre, concedednos el vigor espiritual que él bebía en este banquete divino. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Noyón de Francia, los santos Mártires Heradio, Pablo y Aquilino, con otros dos.

2.- En Calcedonia, los santos Mártires Solocón y sus Compañeros soldados, en el imperio de Maximiano.

3.- En Alejandría, los santos Mártires Adrión, Víctor y Basila.

4.- El mismo día, santa Restituta, Virgen y Mártir, la cual, imperando Valeriano, fue de diversas maneras atormentada en África por el Juez Próculo; y metida en una barquilla, llena de pez y estopa, para quemarla en alta mar, cuando los verdugos pegaron fuego revolvió la llama contra ellos mismos, mientras la Santa, puesta en oración, entregó el alma a Dios. Su cuerpo, por disposición divina, arribó en la misma barca a la isla Isquia, cerca de Nápoles de Campania, donde fue con gran veneración recogido por los Cristianos; y más tarde Constantino Magno mandó edificar en su honor una Basílica en la ciudad de Nápoles.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

18 de mayo

San Venancio, Mártir    D.    –    Rojo

En Camerino, san Venancio, Mártir, que siendo de edad de quince años, en el imperio de Decio y presidencia de Antíoco, juntamente con otros diez, cortada la cabeza, terminó el curso de su glorioso combate. n. alrededor del año 233; † decapitado alrededor del año 250 en Camerino, Italia.

San Venancio, después de haber sufrido los tormentos más espantosos, fue arrojado a un estercolero. Curado milagrosamente por un ángel, se presentó nuevamente ante el juez que lo había condenado. Mientras el santo hablaba, cayó el juez boca arriba y expiró exclamando: “El Dios de Venancio es el solo Dios verdadero, destruid vuestros ídolos”. Los leones a los que fuera arrojado como alimento, enseguida posternáronse a sus pies, mientras el santo predicaba la fe a los espectadores. En fin, después de haber sido arrastrado por entre zarzales y precipitado desde lo alto de una roca sin que sufriese mal alguno, fue decapitado a la edad de 17 años.

Oración: Oh Dios, que habéis consagrado este día por el triunfo del bienaventurado Venancio, vuestro mártir, escuchad las plegarias de vuestro pueblo y haced que, honrando sus méritos, aprendamos a imitar su constancia. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Ravena, el triunfo de san Juan I, Papa y Mártir, el cual, llamado con engaño a dicha ciudad por el Rey de Italia Teodorico Arriano, y atormentado allí por él con dura y larga prisión por causa de la fe católica, acabó la vida. Pero su fiesta se celebra el 27 de Mayo, día en que su cuerpo, restituido a Roma, fue sepultado en la Basílica de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles.

2.- En Espoleto, san Félix, Obispo, el cual, en tiempo del Emperador Maximiano, consiguió la palma del martirio.

3.- En Heraclea de Egipto, san Potamión, Obispo, que primeramente, en tiempo de Maximiano Galerio, confesó la fe; después, imperando Constancio, siendo Presidente el Arriano Filagrio, fue coronado del martirio. Los santos Padres de la Iglesia Atanasio y Epifanio celebraron a este santo varón con sus alabanzas.

4.- En Egipto, san Dióscoro, Lector, al cual probó el Presidente con muchas y varias torturas; porque le arrancó las uñas y le abrasó con hachas encendidas los costados; pero, aterrados los verdugos con el resplandor de una luz celestial, cayeron en tierra; por fin, el Santo, abrasado con planchas candentes, consumó el martirio.

5.- En Ancira de Galacia, san Teódoto, Mártir, y las siete santas Vírgenes y Mártires Teocusa su tía materna, AlejandraClaudiaFainaEufrasia, Matrona y Julita. Ellas primeramente condenadas por el Presidente a un lugar infame, pero libertadas por virtud divina, fueron después, con piedras atadas al cuello, sumergidas en una laguna; Teódoto, por haber recogido sus reliquias y sepultádolas con religiosidad, detenido por el Presidente, atormentado con extraña fiereza, y, por último, degollado, recibió la corona del martirio.

6.- En Upsala de Suecia, san Erico, Rey y Mártir.

7.- En Roma, san Félix, Confesor, de la Orden de Menores Capuchinos, conspicuo por su sencillez evangélica y caridad, a quien el Sumo Pontífice Clemente XI puso en el número de los Santos.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

19 de mayo

San Pedro Celestino (Celestino V), Papa y confesor    D.    –    Blanco

El tránsito de san Pedro de Morón, Confesor, el cual, de Anacoreta fue creado Papa con el nombre de Celestino V; pero poco después, renunció el Pontificado, y llevando en la soledad vida religiosa, esclarecido en virtudes y milagros, pasó al Señor. n. 1210 en Isneria (Abruzos), Italia; † 19 de mayo de 1296 Patrono de los encuadernadores.

San Pedro Celestino mostró desde su infancia que había nacido para el cielo, pues, desde entonces, decía a su madre: Quiero ser un buen servidor de Dios. Después de haber estudiado las ciencias humanas, se retiró a la soledad para conversar familiarmente con los habitantes del paraíso. Jesucristo, su Santa Madre y su buen Ángel a menudo se le aparecían. Su fama de santidad lo elevó al trono de San Pedro; pero su humildad hízole dejar la primera dignidad del mundo para volver a su querida soledad. Murió santamente, después de haber fundado la orden de los Celestinos.

Oración: Oh Dios, que habéis elevado al bienaventurado Pedro Celestino al sumo Pontificado, y le habéis enseñado a preferir una vida humilde al brillo de la dignidad suprema, concedednos la gracia de despreciar, siguiendo su ejemplo, todas las grandezas del mundo, y llegar felizmente a las recompensas prometidas a los humildes. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, santa Pudenciana, Virgen, la cual, después de innumerables combates, y de haber devotamente dado sepultura a muchos Mártires y distribuido por Cristo todos sus bienes a los pobres, pasó de esta vida temporal a la eterna.

2.- Allí mismo, san Pudente, Senador, que fue padre de la misma santa Pudenciana y de santa Práxedes, Virgen; el cual, revestido de Cristo por los Apóstoles en el bautismo, custodió sin mancilla la estola de la inocencia hasta recibir la corona de la vida.

3.- También en Roma, en la vía Apia, el triunfo de los santos Calócero y Partenio palaciegos; aquél, camarero de la mujer del Emperador Decio, y éste sobrestante en otro oficio; ambos, por no querer sacrificar a los ídolos, de orden del mismo Emperador, fueron atormentados con varios y exquisitos suplicios, y al fin, machacadas con un hierro candente las cervices, entregaron su espíritu a Dios.

4.- En Nicomedia, san Filótero, Mártir, que fue hijo del Procónsul Paciano, y en el imperio de Diocleciano, después de muchos tormentos, recibió la corona del martirio.

5.- Allí mismo, seis santas Vírgenes y Mártires; la principal era Ciríaca, la cual, como reprendiese con entereza a Maximiano por su impiedad, fue atrozmente azotada y desgarrada, y por último, abrasada en la hoguera, consumó el martirio.

6.- En Cantórbery de Inglaterra, san Dustano, Obispo.

7.- En Lohanec de la Bretaña menor, san Ivón, Presbítero y Confesor, el cual, por amor de Cristo, defendía las causas de los huérfanos, viudas y pobres.

8.- En Fusecchio de Etruria, san Teófilo de Corte, Confesor, Sacerdote de la Orden de los Frailes Menores, propagador de los retiros espirituales, al cual el Papa Pío XI puso en el número de los Santos.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

20 de mayo

San Bernardino de Siena, Confesor    Sd.    –    Blanco

En Áquila de los Vestinos, san Bernardino de Sena, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, que con la palabra y el ejemplo ilustró a Italia. n. 1380 en Massa di Carrara, Italia; † 1444 en Áquila, Italia Patrono de publicistas; publicidad; personal de comunicaciones; personal de relaciones públicas; pulmones. Protector contra los problemas pulmonares; problemas respiratorios; ronquera; juego compulsivo. La modestia y la pureza de San Bernardino eran tan continuas, que toda conversación indecente cesaba acercándose él. Todos los días visitaba una capilla de la Santísima Virgen, diciendo que iba a ver a su Madre. Abandonó el mundo para combatirlo y, durante dieciséis años, ni un día pasó sin predicar. La devoción que tenía al Nombre de Jesús hacía que lo llevara siempre sobre su corazón. Murió en el año 1444.

Oración: Señor Jesús, que habéis concedido a San Bernardino, vuestro confesor, un amor tan grande por vuestro Santo Nombre, dignaos, por sus méritos y su intercesión, difundir en nosotros el espíritu de vuestra divina caridad. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.

1.- En Roma, santa Plautila, señora Consular, que fue hermana del santo Martín Flavio Clemente Cónsul, y madre de santa Flavia Domitila, Virgen y Mártir; y bautizada por el Apóstol san Pedro, resplandeciendo con la gloria de todas las virtudes, descansó en paz.

2.- Asimismo en Roma, en la vía Salaria, el triunfo de santa Basila, Virgen, la cual, siendo de sangre real y estando prometida a un personaje nobilísimo y rechazándole, él la acusó de Cristiana; entonces Galieno Augusto ordenó que, o recibiese al esposo o pereciese por la espada: interrogada la misma Virgen sobre esto y respondiendo que tenía por esposo al Rey de reyes, fue atravesada con la espada.

3.- En Nimes de Francia, san Baudelio, Mártir, el cual, siendo apresado por los paganos, como rehusase sacrificar a los ídolos, y en medio de los azotes y tormentos permaneciese firme en la fe de Cristo, recibió con preciosa muerte la palma del martirio.

4.- En Edesa de Cilicia, junto a Egas, los santos Mártires Taleleo, Asterio, Alejandro y sus Compañeros, que padecieron siendo Emperador Numeriano.

5.- En la Tebaida, san Áquila, Mártir, el cual fue por Cristo descarnado con peines de hierro.

6.- En Bourges de Aquitania, san Austregisilo, Obispo y Confesor.

7.- En Brescia, san Anastasio, Obispo.

8.- En Pavía, san Teodoro, Obispo.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

21 de mayo

San Valente, Obispo

San Valente, Obispo, que juntamente con tres niños fue martirizado.

1.- En Alejandría, la conmemoración de los santos Mártires Segundo, Presbítero, y otros; los cuales, imperando Constancio, en los días santos de Pentecostés, fueron cruelísimamente muertos de orden de Jorge, Obispo Arriano.

2.- En la Mauritania Cesariense, el triunfo de los santos Mártires Diáconos, Timoteo, Polio y Eutiquio, que diseminando por aquella región la palabra de Dios, merecieron ser juntamente coronados.

3.- En Cesarea de Capadocia, el triunfo de los santos Mártires Polieuto, Victorio y Donato.

4.- En Córdoba de España, san Secundino, Mártir.

5.- El mismo día, los santos Mártires Sinesio y Teopompo.

6.- En Cesarea de Filipo, el triunfo de los santos Mártires Nicóstrato y Antíoco, Tribunos, con otros soldados.

7.- En Alejandría, la conmemoración de los santos Obispos y Presbíteros, que, desterrados por los Arrianos, merecieron ser agregados a los santos Confesores.

8.- En Niza, junto al río Var, san Hospicio, Confesor, insigne por la virtud de la abstinencia y por el espíritu de profecía.

9.- En Recanati, en la región del Piceno, en Italia, beato Bienvenido Mareni, religioso de la Orden de los Hermanos Menores (1289).

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

22 de mayo

Santa Julia, Virgen y Mártir

En Córcega, santa Julia, Virgen, que en el suplicio de la cruz alcanzó la corona. n. s. VI o VII en Carthago Nova; † crucificada alrededor de los años 616-620 en Córcega.

Tuvo esta santa la prudencia de la serpiente, pues expuso su cuerpo a los tormentos para salvar su alma; tuvo también la sencillez de la paloma, pues, siendo esclava, servía a su dueño con la fidelidad y sencillez que San Pablo recomienda a los servidores. Aunque totalmente pagano como era su señor, admiraba su virtud y la instaba, aunque inútilmente, a que moderase sus ayunos y mortificaciones. Encarcelada en su carácter de cristiana, fue abofeteada, arrastrada de la cabellera y, finalmente, crucificada en la isla de Córcega. Se vio salir su alma del cuerpo en forma de paloma.

Oración: Que la bienaventurada Julia, virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, Señor, ella que siempre os fue agradable por el mérito de la castidad y por su valentía en confesar vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Casia de Umbría, santa Rita, Viuda, Monja de la Orden de Ermitaños de san Agustín; la cual, muerto su marido, solamente amó al inmortal esposo Cristo.

2.- En Roma, los santos Mártires Faustino, Timoteo y Venusto.

3.- En África, los santos Mártires Casto y Emilio, los cuales, por el tormento del fuego, consumaron el martirio. A éstos, como escribe san Cipriano, vencidos en el primer combate, hizo el Señor vencedores en el segundo; pues los que antes cedieron a la vista del fuego, fueron más fuertes que el fuego.

4.- En Comana del Ponto, san Basilisco, Mártir, a quien, en el imperio de Maximiano y bajo la presidencia de Agripa, calzaron chinelas de hierro sembradas de clavos candentes, y después de otros muchos tormentos, al fin decapitado y arrojado a un río, consiguió la gloria del martirio.

5.- En España, santa Quiteria, Virgen y Mártir.

6.- En Ravena, san Marciano, Obispo y Confesor.

7.- En Pistoya de Toscana, san Atón, Obispo, de la Orden de Valleumbrosa.

8.- En una aldea de Auxerre, san Román, Abad, el cual sirvió a san Benito en la cueva; y pasando después a las Galias, edificó allí un monasterio, donde, dejando muchos aspirantes a la santidad, descansó en el Señor.

9.- En Aquino, san Fulco, Confesor.

10.- En Auxerre, santa Elena, Virgen.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

23 de mayo

Aparición del Apóstol Santiago    Rojo

Cuenta la tradición, que el rey Ramiro I de Asturias se niega a conceder el «Tributo de las Cien Doncellas» a Abderramán III, denunciando así el tratado que le obligaba al impuesto, lo que le abocaba al recomienzo de las hostilidades contra los moros. Reunidas las tropas salen derrotados de Albelda (Logroño) y todo lo más que consigue el diezmado ejército es esconderse en Clavijo. Apesadumbrado el rey se le aparece el Apóstol Santiago en sueños, prometiéndole que estaría en el campo de batalla, espada en ristre, con túnica, estandarte y caballo blancos.

El día siguiente, 23 de mayo de 844, al grito de «¡Dios ayuda a Santiago!», tal como había contado el rey, apareció el apóstol. La escabechina de moros es considerable. Santiago se convierte enSantiago Matamoros y da comienzo el «voto de Santiago», por el que convertía en el santo patrón de España y germen del Camino peregrino de Compostela.

Oración: ¡Oh Dios, que encargaste misericordiosamente la nación españo­la a la protección de tu Bienaventurado Apóstol Santiago, y que la libraste por él de la ruina que la amenazaba! Concédenos que, con la protección del mismo Santo Apóstol, lleguemos á gozar de la paz eterna. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Langres de Francia, el martirio de san Desiderio, Obispo, quien, viendo a su pueblo oprimido por el ejército de los Vándalos, se presentó al Rey de éstos pidiendo gracia para su rebaño; pero, mandando el tirano que al punto le degollasen, extendió gustoso su cuello por las ovejas a él encomendadas, y degollado pasó al Señor. Padecieron tambien con él otros muchos del número de su grey, que están sepultados en la misma ciudad.

2.- En España, los santos Mártires Epitacio, Obispo, y Basileo.

3.- En territorio de Lyon, san Desiderio, Obispo de Viena, que apedreado por orden del Rey Teodorico, fue coronado del martirio.

4.- En África, los santos Mártires Quinciano, Lucio y Julián; los cuales, padeciendo en la persecución Vandálica, merecieron las coronas eternas.

5.- En Capadocia, la conmemoración de los santos Mártires, a quienes en la persecución de Maximiano Galerio dieron muerte, quebrándoles las piernas. Asimismo de otros, que por el mismo tiempo en Mesopotamia, colgados de los pies cabeza abajo, sofocados por el humo y consumidos a fuego lento, consumaron el martirio.

6.- En Sínada de Frigia, san Miguel, Obispo.

7.- El mismo día, san Mercurial, Obispo.

8.- En Nápoles de Campania, san Eufebio, Obispo.

9.- En Roma, san Juan Bautista de Rossi, Presbítero y Confesor, insigne por su paciencia y caridad en evangelizar a los pobres.

10.- En Norcia, los santos Eutiquio y Florencio, Monjes, de quienes hace mención san Gregorio Papa.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

24 de mayo

Traslación de Santo Domingo de Guzmán, Confesor

En Bolonia, la Traslación de Santo Domingo de Guzmán, Confesor, en tiempo del Papa Gregorio IX.

Santo Domingo quiso ser sepultado en la iglesia de San Nicolás de las Viñas (San Nicoló delle Vigne) “bajo los pies de sus frailes”. Inmediatamente muchos enfermos testimoniaron haber sido curados en el sepulcro del santo, pero los frailes no fueron propensos a reconocer estos milagros y destruían todos los exvotos que les daban como acción de gracias por las curaciones. Finalmente por voluntad expresa del papa Gregorio IX, gran amigo del santo, dentro de la asamblea del capítulo general, presidido por el beato Jordán de Sajonia y en presencia del delegado pontificio: el arzobispo de Rabean, Teodorico, se hizo la traslación de su cuerpo a un sarcófago de mármol el día 24 de mayo de 1233, martes de la octava de Pentecostés, cuya antífona de entrada en la celebración eucarística, tomada del libro IV de Esdras (extracanónico), (2, 37) cantaba: Recibid el gozo de vuestra gloria, dando gracias a Dios que os ha llamado a los reinos celestiales, mientras un olor maravilloso se extendía desde el sepulcro del santo. Esto supuso el principio del proceso de canonización, que el mismo papa Gregorio IX haría desde Rieti un año después, el 3 de julio de 1234.

1.- En Antioquía, el tránsito de san Manahén, que fue hermano de leche de Herodes Tetrarca, y llegando a ser Doctor y Profeta del Nuevo Testamento, descansó en la misma ciudad.

2.- Asimismo, santa Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes, de la que hace mención san Lucas Evangelista.

3.- En el Puerto Romano, el triunfo de san Vicente, Mártir.

4.- En Nantes de la Bretaña Menor, los santos Mártires Donaciano y Rogaciano, hermanos; a quienes, en tiempo de Diocleciano, por su constancia en la fe, encarcelaron, suspendieron en el ecúleo y descarnaron con garfios; después les alancearon los soldados, y por último les cortaron la cabeza.

5.- En Istria, los santos Mártires Zoelo, Servilio, Félix, Silvano y Diocles.

6.- El mismo día, los santos Mártires Melecio, generar del Ejército, y doscientos cincuenta y dos soldadoscompañeros suyos, los cuales, con diverso género de muerte, consumaron el martirio.

7.- También las santas Mártires Susana, Marciana y Paladia, mujeres de los dichos soldados, que, junto con sus hijuelos, fueron descuartizadas.

8.- En Milán, san Robustiano, Mártir.

9.- En Brescia, santa Afra, Mártir, la cual padeció en tiempo del Emperador Adriano.

10.- En el monasterio de Lerín, en Francia, San Vicente, Presbítero, señalado en doctrina y santidad.

11.- En Marruecos de África, el beato Juan de Prado, Sacerdote de la Orden de Menores y Mártir, el cual, predicando el Evangelio, después de sufrir valerosamente, por Cristo, prisiones, cárceles, azotes y muchos otros tormentos, consumó el martirio por el fuego.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

25 de mayo

San Gregorio VII, Papa y Confesor    D.    –    Blanco

En Salerno, el tránsito de san Gregorio VII, Papa y Confesor, acérrimo propugnador y defensor de la libertad eclesiástica. n. alrededor del año 1020 en Soana, Italia; † 1085 en Salerno, Italia.

Este Papa fue poderoso en obras y en palabras. Con tanto celo trabajó en el restablecimiento de la disciplina eclesiástica, en la propagación de la fe, en la extirpación de los errores y abusos, que puede decirse que ningún Papa, desde los tiempos apostólicos, soportó más penurias y tribulaciones por el bien de la Iglesia, y combatió más valientemente por su libertad. Como muro de acero opúsose a las sacrílegas pretensiones del emperador Enrique IV. Sitió éste a Roma y forzó al Santo Pontífice a refugiarse en Montecasino primero y, después, en Salerno, donde sucumbió al exceso de sus fatigas, el 25 de mayo de 1085. Antes de expirar, pronunció las palabras del Salmista: “He amado la justicia y he odiado la iniquidad”; y agregó: “por ello muero en el exilio”.

Oración: Oh Dios, fortaleza de los que en Vos esperan, que habéis revestido al bienaventurado Gregorio, vuestro Pontífice, de constancia inquebrantable para la defensa de la libertad de la Iglesia, concedednos, por su ejemplo e intercesión, la gracia de superar valiente mente los obstáculos que se oponen a nuestra salvación. Por J. C. N. S.

1.- En Roma, en la vía Nomentana, el triunfo de san Urbano I, Papa y Mártir, por cuya predicación y doctrina muchos, entre ellos Tiburcio y Valeriano, recibieron la fe de Cristo, y por ella padecieron el martirio. Él también, en la persecución de Alejandro Severo, sufrido muchos trabajos por la Iglesia de Dios, finalmente cortada la cabeza, fue coronado del martirio.

2.- En Yarrow de Inglaterra, el tránsito de san Beda el Venerable, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, en santidad y doctrina celebérrimo. Su fiesta se celebra el 27 de este mes.

3.- En Florencia, el tránsito de santa María Magdalena de Pazzis, Virgen de la Orden Carmelitana, ilustre en santidad de vida.Su fiesta se celebra el 29 de este mes.

4.- En Doróstoro de la Misia inferior, el triunfo de los santos Mártires Pasícrates, Valentión y de otros dos, juntamente coronados.

5.- En Milán, san Dionisio, Obispo, el cual, de orden de Constancio, Emperador Arriano, desterrado por la fe católica a Capadocia, entregó allí su espíritu al Señor con muerte la más parecida al martirio. Su santo cuerpo fué enviado por el Obispo Aurelio a Milán, a san Ambrosio Obispo, y se dice que a tan piadoso obsequio cooperó tambiérn san Basilio el Magno.

6.- En Florencia, la feliz muerte de san Zenobio, Obispo de la misma ciudad, ilustre por la santidad de vida y la gloria de los milagros.

7.- En Inglaterra, san Adelmo, Obispo de Sherborne.

8.- En el territorio de Troyes, San León, Confesor.

9.- En París, santa Magdalena Sofía Barat, Fundadora del Instituto de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús; la cual trabajó ardorosamente por la Cristiana educación de las niñas, y fue puesta en el catálogo de las santas Vírgenes por el Papa Pío XI.

10.- En Véroli de los Hérnicos, la Traslación de santa María de Santiago, cuyo sagrado cuerpo resplandece con muchísimos milagros.

11.- En Asís de Umbría, la Traslación de san Francisco, Confesor, en tiempo del Papa Gregorio IX.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

26 de mayo

San Felipe Neri, Confesor    D.    –    Blanco

En Roma, san Felipe Neri, Presbítero y Confesor; que fue Fundador de la Congregación del Oratorio, e insigne por la virginidad, el don de profecía y los milagros. n. 22 de julio de 1515 en Florencia, Italia; † 26 de mayo de 1595 en Roma, Italia.

La perfecta caridad que caracteriza a los verdaderos servidores de Dios, ha hecho de este santo una de las más brillantes luminarias de la Iglesia. Su celo por la gloria de Dios y por la salvación del prójimo lo movió a fundar la congregación de los Padres del Oratorio, de la que fue el primer superior general. Tan abundantes eran los consuelos que recibía del cielo, que le hacían exclamar:Señor, basta; moriré de dicha si no moderas mi gozo. Murió en 1595, a la edad de 80 años.

Oración: Oh Dios, que habéis elevado al bienaventurado Felipe, vuestro confesor, a la gloria de vuestros santos, haced, por vuestra bondad, que celebrando su fiesta con alegría, aprovechemos el ejemplo de sus virtudes. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma también, san Eleuterio, Papa y Mártir, el cual convirtió a la fe de Cristo muchos nobles Romanos, y envió a Inglaterra a los santos Damián y Fugacio, los cuales bautizaron al Rey Lucio con su esposa y casi todo el pueblo.

2.- En Cantórbery de Inglaterra, el tránsito de san Agustín, Obispo y Confesor, que enviado junto con otros por san Gregorio Papa, predicó el santo Evangelio de Cristo a la nación Inglesa; y glorioso en virtudes y milagros, durmió allí el sueño de los justos. Su fiesta se celebra el 28 de Mayo.

3.- En Atenas, el tránsito de san Cuadrato, discípulo de los Apóstoles, que en la persecución de Adriano, con su fe e industria juntó los fieles de aquella ciudad, despavoridos y dispersos, y presentó al mismo Emperador una apología de la Religión cristiana, muy provechosa y digna de la doctrina Apostólica.

4.- En Roma, los santos Mártires Simitrio, Presbítero, y otros veintidós, que padecieron en el imperio de Antonino Pío.

5.- En Viena de Francia, san Zacarías, Obispo y Mártir, que padeció en tiempo de Trajano.

6.- En África, san Cuadrato, Mártir, en cuya solemnidad predicó un sermón san Agustín.

7.- En Todi de Umbría, el triunfo de los santos Mártires Felicísimo, Heraclio y Paulino.

8.- En el territorio de Auxerre, el suplicio de san Prisco, Mártir, que con gran multitud de fieles de Cristo fue decapitado.

9.- En la ciudad de Quito, territorio del Ecuador, santa Mariana de Jesús de Paredes, Virgen, de la Orden tercera de San Francisco, preclara por la austeridad y por la caridad con el prójimo; a la cual el Papa Pío XII añadió al catálogo de las santas Vírgenes.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

27 de mayo

San Beda el Venerable, Confesor y Doctor de la Iglesia    D.    –    Blanco

San Beda el Venerable, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, que se fue al cielo el 25 de Mayo n. 672 en Wearmouth, Inglaterra; † 25 de mayo de 735 en Yarrow, Inglaterra Patrono de los lectores.

San Beda, apodado el Venerable, desde la edad de siete años fue confiado a San Benito Biscopio para que él lo educara. Fuera del tiempo del Oficio divino, plúgole siempre estudiar, enseñar o escribir, dedicándose sobre todo a la composición de comentarios sobre las Sagradas Escrituras. El día de su muerte, el niño que le servía de secretario le recordó que aún le faltaba componer una frase para acabar su tratado sobre el Evangelio de San Juan. Dictóla el santo y, terminada su obra, recitando el Gloria Patri expiró. Corría el año 735.

Oración: Oh Dios, que ilustráis a vuestra Iglesia por la ciencia del bienaventurado Beda, vuestro confesor y doctor, conceded a vuestros servidores ser siempre ilustrados por sus méritos. Por J. C. N. S. Amén.

1.- San Juan I, Papa y Mártir, cuyo triunfo se conmemora el 18 de este mes, pero su fiesta se celebra el día de hoy, cuando fue trasladado su cuerpo.

2.- En Doróstoro de la Mysia inferior, el martirio de san Julio, el cual, en el imperio de Alejandro, siendo ya veterano y jubilado del ejército, fue preso por los ministros y llevado ante el Presidente Máximo, en cuya presencia abominó de los ídolos y confesó constantísimamente el nombre de Cristo, por lo cual fue sentenciado a pena capital.

3.- En una aldea de Arrás, san Ranulfo, Mártir.

4.- En Sora, santa Restituta, Virgen y Mártir, que, en tiempo del Emperador Aureliano, y siendo procónsul Agacio, triunfó, en sus combates por la fe, de los asaltos del demonio, de los halagos de sus propios padres y de la crueldad de los verdugos, y por fin, decapitada con otros Cristianos, alcanzó la honra del martirio.

5.- En Orange de Francia, san Eutropio, Obispo, esclarecido en virtudes y milagros.

6.- En Wurzburgo de Alemania, san Bruno, Obispo y Confesor.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

28 de mayo

San Agustín de Cantórbery, Obispo y Confesor    D.    –    Blanco

San Agustín, Obispo de Cantórbery y Confesor, cuyo tránsito se celebra el 26 de Mayo.

1.- En Cerdeña, los santos Mártires Emilio, Félix, Príamo y Luciano, los cuales, combatiendo por Cristo, fueron por él gloriosamente coronados.

2.- En Chartres de Francia, san Carauno, Mártir, que en el imperio de Domiciano, cortada la cabeza, consumó el martirio.

3.- Igualmente el martirio de los santos Crescente, Dioscórides, Pablo y Eladio.

4.- En Técua de Palestina, los santos Monjes Mártires, que fueron asesinados por los Sarracenos en tiempo de Teodosio el más joven; cuyas sagradas reliquias recogieron los moradores de la ciudad y las conservaron con suma veneración.

5.- En Corinto, santa Elcónida, Mártir, en tiempo del Emperador Gordiano. Atormentada primero bajo el Presidente Perennio con varios suplicios, y de nuevo torturada por su sucesor Justino, pero librada por un Ángel, por último cercenados los pechos, arrojada a las fieras, probada por el fuego y decapitada, consumó el martirio.

6.- En París, san Germán, Obispo y Confesor, cuya excelente santidad, grandes méritos y esclarecidos milagros consignó en sus escritos el Obispo Fortunato.

7.- En Milán, san Senador, Obispo, muy distinguido por sus virtudes y saber.

8.- En Urgel de la España Tarraconense, san Justo, Obispo.

9.- En Florencia, san Podio, Obispo y Confesor.

10.- En Novara, san Bernardo de Mentón, Confesor, el cual en el monte de Júpiter, sobre los Alpes, en el Valois, levantó un celebérrimo monasterio y hospicio. El Papa Pío XI le declaró celestial Patrono, no sólo de los pobladores y viajeros de los Alpes, sino también de los que se ejercitan en remontar las cumbres alpinas.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

29 de mayo

Santa María Magdalena de Pazzis, Virgen    Sd.    –    Blanco

Santa María Magdalena de Pazzis, de la Orden Carmelitana, Virgen, cuyo tránsito se celebra a 25 de este mes. n. 1566 en Florencia, Italia; † 25 de mayo de 1607. Patrona de los enfermos. Protectora contra las enfermedades y las tentaciones que atentan contra la virtud de la pureza.

Santa María Magdalena de Pazzi, aun en la flor de la edad, obtuvo, a fuerza de insistencia, de sus padres, el permiso para entrar en el monasterio de las carmelitas de Florencia. Mostró, desde el comienzo, una virtud consumada. Tan admirable era su oración, que pasaba a veces ocho días en éxtasis. Éstas y otras gracias extraordinarias fueron tachadas de ilusiones, y la santa fue sometida, durante cinco años enteros, a las más rudas pruebas. Finalmente, Dios devolviole la calma y la consoló con su divina presencia. Recibió el don de milagros y de profecía, y murió en el año 1607, a la edad de 41 años.

Oración: Oh Dios, amador de la virginidad, que habéis abrasado de vuestro amor y adornado con vuestros dones celestiales a vuestra bienaventurada virgen María Magdalena, haced que honrando su memoria, imitemos su pureza y su castidad. Por J. C. N. S. Amén.

1.- En Roma, en la vía Aurelia, el triunfo de san Restituto, Mártir.

2.- En Iconio de Licaonia. el triunfo de los santos Conón y un hijo suyo de doce años, los cuales, en tiempo del Emperador Aureliano, sufrieron constantes el ser extendidos en unas parrillas candentes sobre brasas rociadas con aceite, la suspensión en el ecúleo y la pena del fuego; y finalmente, desmenuzadas las manos con un mazo de madera, dieron el alma a Dios.

3.- En la campiña de Trento, el triunfo de los santos Mártires Sisinio, Martirio y Alejandro, los cuales, imperando Honorio, en el país de Anaunia, según escribe Paulino en la vida de san Ambrosio, perseguidos de los Gentiles, consiguieron la corona del martirio.

4.- En Camerino, el suplicio de mil quinientos veinticinco santos Mártires.

5.- En Cesarea de Filipo, las santas Mártires Teodosia, que fue madre de san Procopio, y otras doce nobles matronas, que, en la persecución de Diocleciano, acabaron decapitadas.

6.- En Tréveris, san Maximino, Obispo y Confesor, que acogió con grande honra al Obispo san Atanasio cuando andaba desterrado por la persecución de los Arrianos.

7.- En Verona, san Máximo, Obispo.

8.- En Arce del Lacio, san Eleuterio, Confesor.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

30 de mayo

San Félix I, Papa y Mártir    S.    –    Rojo

San Félix I, Papa y Mártir, cuyo triunfo se conmemora el día 30 de Diciembre.

San Félix I, papa es el más antiguo de los santos de este nombre. Se conoce la fecha de su muerte: el año 274. Pero se ignora la de su nacimiento. Su pontificado duró 15 años. Fue el sucesor del papa san Dionisio, el año en que éste sufrió martirio: el 269. Le tocó luchar en dos frentes: el de las persecuciones por parte de los romanos, y el de las herejías por parte de los cristianos. Tuvo que defender la fe en la santísima Trinidad (un solo Dios en tres Personas) y la Encarnación divina contra Pablo de Samosata. El concilio de Éfeso (año 431) lo cita en sus actas como mártir, aunque se desconocen las circunstancias de su muerte. Cabe la posibilidad de que tratándose de una ciudad de lengua griega, se diese a «mártir» el sentido original de «testigo», «el que da testimonio de su fe, el que no la oculta por temor a las persecuciones y los castigos». Nos informa el Liber Pontificalis de que el papa Félix mandó construir una basílica en la Vía Aurelia. Un calendario romano de las fiestas del siglo IV señala el 30 de mayo como fecha de la conmemoración de su muerte. Fue sepultado en el cementerio de san Calixto, en la vía Apia.

1.- En Torres de Cerdeña, los santos Mártires Gabino y Críspulo.

2.- En Antioquía, los santos Sico y Palatino, que por el nombre de Cristo padecieron muchos tormentos.

3.- En Ravena, san Exuperancio, Obispo y Confesor.

4.- En Pavía, san Anastasio, Obispo.

5.- En Cesárea de Capadocia, los santos Basilio y Emelia su esposa, padres de los santos Obispos Basilio Magno, Gregorio Niseno y Pedro de Sebaste y de santa Macrina Virgen. Desterrados estos santos esposos en tiempo de Galerio Maximiano, vivieron en las soledades del Ponto; y pasada la persecución, dejando a sus hijos herederos de sus virtudes, descansaron en paz.

6.- En Sevilla de España, san Fernando III, Rey de Castilla y de León, llamado el Santo por la excelencia de sus virtudes; el cual, esclarecido por el celo de propagar la fe, después de vencer a los Moros, dejando el reino temporal, voló felizmente al eterno.

7.- En Ruan, santa Juana de Arco, Virgen, llamada la Doncella de Orleáns; la cual, habiendo peleado valientemente en defensa de la patria, al fin entregada al poder de sus enemigos, fue condenada en inicuo juicio y quemada en la hoguera. El Sumo Pontífice Benedicto XV la puso en el catálogo de las Santas.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

31 de mayo

La fiesta de la bienaventurada Virgen María, Reina, Medianera de todas las gracias

Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.

Oración: Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el Reino de los Cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

1.- En Roma, santa Petronila, Virgen, hija del Apóstol san Pedro, la cual, desdeñando el enlace con el noble varón Flaco, y aceptando para deliberar el plazo de tres días, en que se dio a la oración y al ayuno, al tercer día, apenas recibió el Sacramento de Cristo, expiró.

2.- En Aquilea, los santos Mártires Cancio, Canciano y Cancianila, hermanos; los cuales, siendo de la ilustre estirpe de los Anicios, imperando Diocleciano y Maximiano, por su constancia en la fe cristiana, juntamente con su ayo Proto, fueron decapitados.

3.- En Torres de Cerdeña, san Crescenciano, Mártir.

4.- En Comana del Ponto, san Hérmias, soldado, que en el imperio de Antonino, saliendo victorioso, por el divino favor, de innumerables y atroces torturas, convirtió el verdugo a Cristo y le hizo partícipe de la misma corona del martirio, que él recibió primero, siendo degollado.

5.- En Verona, san Lupicino, Obispo.

6.- En Roma, san Pascasio, Diácono y Confesor, de quien hace mención san Gregorio Papa.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

INTRODUCCIÓN A LA REGLA DE SAN BENITO.

Iniciamos una nueva categoría de entradas del presente blog que van a tratar de la Regla de San Benito. En los tiempos que estamos viviendo, no teniendo reglas seguras de vida, dada la confusión actual en la Iglesia Católica, la regla de San Benito es camino seguro de vida. Vamos a comenzar con una introducción a la Vida de San Benito. San Benito vivió en una época muy similar a la nuestra. La Iglesia estaba postrada por la herejía arriana, la corrupción de costumbres, la inmoralidad y la caída del Imperio Romano. Todo parecía destruído. Pero un hombre sólo, Benito, decide, tomar la única decisión sensata que se podía tomar: Decidirse por una vida de total santidad, rompiendo con todo lo humano. Y con esa decisión cambió la faz del mundo y salvó el Catolicismo en toda Europa.

SAN B E N I TO

ABAD Y FUNDADOR (480 – 543)

Santa Brígida, en sus Revelaciones, habla del patriarca de los monjes de Occidente, en estos términos: ≪San Benito hubiera podido santificarse en el mundo; pero el Señor lo llamo a la cima del monte, para que con su ejemplo se animaran otros a abrazar la perfección. La Providencia adjunto a San Benito numerosos compañeros para que formasen un hogar; el Santo les trazo tal Regla de vida que pudiera guiar adecuadamente a cada uno por el camino de la santidad según la propia disposición: ora fuese confesor, ora ermitaño, ora doctor y aun mártir; de suerte que al observarla con fidelidad, numerosos monjes alcanzaron la perfección de su Padre Fundador≫.

Benito, cuyo nombre significa ≪Bendecido o bendito≫, nació hacia el año 480 en la ciudad de Nursia, situada en el centro de Italia. Las únicas referencias ciertas que de su infancia poseemos, nos las dan los Dialogos de San Gregorio Magno, quien al referirse en ellos a los padres del Santo, solo dice que descendía de la antigua nobleza sabina. Pero su santidad precoz, y casi innata en el, y en su esclarecida hermana Santa Escolástica, nos dan a entender, bien a las claras, que uno y otra respiraron en el hogar familiar densa atmosfera de virtudes cristianas.

Hacia el año 497, Benito, gallardo y bien apuesto joven de 17 años, fue a terminar los estudios a Roma. El libertinaje y la inmoralidad de sus compañeros, produjeron en el verdadero espanto, y, en lugar de abandonarse a las nacientes pasiones de la edad, resolvió poner a cubierto la virtud huyendo de la gran urbe con el ama que le había criado. Pusieron en practica su proyecto y, a instancias de algunos habitantes, ambos se detuvieron en Enfide, hacia las colinas de Tibur, y allí habrían fijado definitivamente su morada, si la reputación de santidad de Benito, que le ganara el milagro que hizo con una criba rota e instantáneamente reparada en virtud de una fervorosa plegaria, no hubiera determinado al estudiante a adentrarse solo en la espesura de un monte.

VIDA EREMITICA

Al llegar al desierto de Subiaco, a cincuenta millas al sureste de Roma, el joven encontró un cenobita llamado Román, cuyo monasterio estaba situado en la cúspide del monte Taleo. El aspirante a la vida eremítica, manifestó, bajo secreto, a aquel religioso varón sus deseos de perfección. El monje juro guardárselo y le indico en las abruptas laderas de la roca una gruta inaccesible, en la que penetro con animo resuelto.

Desde el fondo de esta solo se veía el cielo. En determinados días, desde lo alto del peñasco, le bajaba su maestro un pan colgado de una cuerda: al toque de campanilla advertía Román a Benito que era llegado el momento de dejar la oración y de tomar el frugal alimento.

Tres años permaneció el joven recluido en aquel retiro, hasta que unos pastores lo descubrieron, tomándolo al pronto por bestia montaraz; pero, oyéndole hablar, reconocieron en el a un gran siervo de Dios y escucharon dócilmente sus instrucciones.

Satanás quiso aniquilar desde los comienzos la acción sobrenatural de aquel a quien miraba ya como temible adversario. Tomando, pues, la apariencia de un mirlo se puso a revolotear tan cerca de el, que para lanzar al importuno volátil el solitario tuvo que acudir a la señal de la cruz. Vencido ya por este medio, se le representó con toda viveza la imagen de una joven a quien había tratado en Roma, y surgió en el acto la sugestión diabólica:

≪Estoy bien cierto de que debo continuar llevando un genero de vida que tan por encima de las fuerzas de la naturaleza esta?≫ Pero en esta lucha que le redujo a terrible congoja, la gracia divina intervino oportunamente, y a su impulso el Santo se lanzo a unas zarzas de espinas que había ,en las cercanías de la gruta y se revolcó en ellas, desgarrando su cuerpo lastimosamente, hasta que el dolor ahogo en el la rebeldía de los sentidos. Desde aquel momento nunca mas Tos ardores de la concupiscencia hicieron mella en el.

Murió el abad de Vicovaro, cuyos solitarios fueron a suplicar al ermitaño de Subiaco que tomara el cargo que quedaba vacante; aunque resistió al principio, consintió al fin y se fue con ellos.

Empero, el gobierno del Santo les pareció pronto demasiado austero y llego a tal punto su descontento que, para librarse de el, envenenaron el vino. Pero Dios velaba por su Siervo: antes de beberlo, el piadoso ermitaño lo bendijo según costumbre, y al instante el vaso se hizo pedazos en sus manos.

—Dios os perdone, Hermanos —dijo el abad levantándose de la mesa—, por lo que habéis querido hacer. .No os había dicho de antemano, cuando a toda fuerza quisisteis hacerme vuestro Superior, que entre mi vida y la vuestra no habría armonía? Buscad a otro Padre que os convenga, porque yo no viviré mas con vosotros. Y se volvió a su amada soledad de Subiaco.

SUBIACO, ESCUELA DE VIDA

La reputación de santidad de Benito se había extendido por toda la comarca. Las familias de la alta aristocracia acudían a el para consultarle.

El noble Equicio le confió su hijo Mauro para que lo educara y dirigiera, y el patricio Tértulo hizo otro tanto con su pequeñuelo Placido, niño de corta edad. Pronto concurrieron discípulos de todas partes.

Así fue iniciándose y desenvolviéndose la llamada ≪Escuela de Vida≫ de Subiaco, que comprendía los doce monasterios esparcidos en las fragosidades de aquellas rocas, integrados por doce monjes cada uno con un abad al frente. Benito desempeñaba el cargo de Abad general, ya que por sus manos había pasado la formación religiosa de cada uno de los monjes. Reservose, además, el derecho de continuarla con los nuevos aspirantes que ingresaban en sus monasterios.

Entre esos conventos había tres instalados en las partes mas altas de aquellas rocas áridas. Los monjes que los habitaban veíanse obligados a bajar por agua al lago que habia en el fondo del barranco, teniendo que seguir una bajada muy peligrosa a causa de lo resbaladizo de la pendiente.

Al cabo de algún tiempo se cansaron de los esfuerzos que esa labor suponía.

≪Padre —dijeron a Benito—, .no podriamos construir nuestra vivienda en un lugar mas cómodo? Es muy penoso subir el agua cada día.≫

Benito los consoló paternalmente y les dijo que pensaría en ello. A la noche siguiente tomo consigo a Placido y escalo silenciosamente la montaña, detúvose al llegar cerca de los monasterios de aquella cima, arrodillose sobre la dura roca y oro largo rato. Luego, señalo con tres piedras el lugar preciso en que había estado orando y bajo a su monasterio.

Al otro día acudieron los Hermanos a saber su decisión. ≪Volved —les dijo— a vuestros monasterios, hasta un sitio en que veréis tres piedras puestas sobre otras y cavad alli un poco; el Dios poderosísimo a quien servimos podría escucharos haciendo brotar el agua que tanto necesitáis.≫

Con absoluta y pronta obediencia los monjes tomaron el sendero que conducía al lugar indicado, y que se hallaba a las puertas mismas de sus monasterios; !cual no seria su sorpresa cuando al llegar vieron que la roca, árida y seca hasta entonces, destilaba hilitos de agua que, en pocos momentos, formaran un riachuelo que llego hasta el lago del valle!

Aconteció que por aquel entonces, Italia se hallaba en poder de los godos. Uno de aquellos bárbaros, hombre de extraordinaria talla y robustez, pero sin letras, se había convertido y fuese a solicitar el honor de servir a Dios entre los monjes. Benito lo recibió con gran bondad y lo destino a ocupaciones en armonía con sus aptitudes. Un día le entrego un hacha y le encargo que limpiase de matorrales y arbustos las orillas del lago, para transformarlo en huerto; se puso al instante a la obra con ardor, y tan recios hachazos daba que acabo por saltar el hacha, que saliéndose del mango fue a parar al lago, precisamente a uno de los lugares mas profundos, por lo que era imposible sacarla.

Grandemente apenado, el pobre novicio fue a contar su desventura a Mauro, que era el discípulo predilecto y brazo derecho de Benito, pidiéndole que le impusiera una penitencia. Mauro contó el caso a su santo maestro.

Este al oírlo dirigiose al lugar del accidente, tomo el mango del hacha, sumergió la punta en las aguas y al instante viose que el hierro subía y que por si mismo se metía en el mango. El godo, que contemplaba estupefacto lo que pasaba, recibió el instrumento de manos de Benito, quien le dijo paternalmente: ≪Sigue trabajando, hijo, y cesa ya de estar triste≫.

Otro milagro conmovedor tuvo lugar por aquellos días en Subiaco. Una vez que había ido Placido a llenar un cántaro al lago, perdió el equilibrio y cayose al agua. Benito, que se hallaba en su celda, sintió una voz interior que le advertía de lo que sucedía.

—Hermano Mauro —exclamo dando fuertes voces—, corre al lago; el niño ha caído al agua y se lo lleva la corriente.

El Hermano al oírse llamar acude presuroso, recibe la bendición de. Su Padre y se dirige a todo correr a la orilla, desde donde ve al joven Placido hundido en el agua y arrastrado por la corriente. Sin reparar en el peligro, llegase hasta el, lo coge por su larga cabellera y lo saca sano y salvo a la orilla. Solamente entonces se dio cuenta del milagro; el abad recibió al niño, cuyos vestidos chorreaban agua, mientras que Mauro no se había mojado lo mas mínimo.

—Tu obediencia, Hermano Mauro, te ha merecido este prodigio —dijo Benito—; yo no tengo parte alguna en el.

—Menos la tengo yo —replico el discípulo— , lo he hecho todo en estado de inconsciencia, sin darme cuenta de lo que hacia.

—Pues yo —exclamo Placido— veía sobre mi cabeza el habito de mi Padre abad y sentía que era el quien me sacaba del agua.

Para apagar el fulgor de aquella verdadera ≪escuela de vida≫ de Subiaco, Satanás suscito el odio de un acolito suyo, llamado Florencio, que habitaba en el valle. El desventurado envió un pan emponzoñado a Benito, quien al recibirlo, aunque entendió lo que había en el, sin mas alteración ordeno con naturalidad a un cuervo que fuera a arrojar aquel presente homicida a un lugar inaccesible. Viendo Florencio que no podía matar los cuerpos, trato de perder las almas; envió junto al jardín donde jugaban los jóvenes monjes, a siete muchachas de vida licenciosa para que a vista de ellos ejecutaran bailes lascivos.

Benito comprendió en el acto el peligro que corría la inocencia de sus discípulos. Y como el que se había declarado enemigo suyo mortal solo odiaba a su persona, determino ausentarse para siempre y asegurar a los suyos los bienes de la paz. Así que, despidiéndose de sus doce queridos monasterios, se puso en marcha con algunos Hermanos, en busca de otra soledad.

Florencio contemplaba el caso desde el terrado de su casa, gozándose en su triunfo al ver partir a Benito; pero de repente la casa se estremeció, se derrumbo y le sepulto entre sus escombros. El joven Mauro, que había salido mas tarde y fue testigo del hecho, corrió jubiloso a llevar la noticia a Benito. El hombre de Dios afligiose profundamente, tanto por la muerte desventurada de su enemigo, como por la alegría de su discípulo, a quien castigo y dio grave penitencia; y sin mas, continuo su viaje. Benito había pasado en Subiaco, según la tradición, cerca de treinta años.

MONTE CASINO. — LUCHAS CONTRA SATANÁS

Siguiendo hacia el sur la ruta que le señalaban los montes, Benito llego al Monte Casino, en el que encontró las ruinas de la antiquísima ciudad romana Cassinum. Se conservan aun los restos de un anfiteatro y el templo de Apolo.

Fue su primer cuidado levantar la cruz del Salvador sobre los escombros del ídolo; consagro el templo pagano para el culto del verdadero Dios y lo transformo en basílica del Monasterio, bajo el patrocinio de San Juan Bautista y de San Martín.

Corría el ano 529 cuando el Patriarca de los monjes de Occidente llegaba al Monte Casino. Catorce años había de vivir en aquella altura destinada a ser, en expresión del papa Víctor III, ≪el Sinai de las Ordenes Monasticas≫.

Benito levanto el .monasterio con sus mismos discípulos, no sin la oposición del demonio. Cuéntase que un día, los monjes no podían mover una piedra que parecía estar fuertemente sujeta al suelo por invisibles raíces; pero la bendijo el Santo y se pudo entonces remover con la mayor facilidad.

El demonio rabiaba de coraje contra el santo patriarca que se instalaba, a pesar suyo, en un monte en que había reinado como soberana la mas grotesca idolatría. A veces se le aparecía en pleno día en figura horribilísima, lanzando torbellinos de llamas por ojos, boca y narices, y le llamaba por su nombre; ≪!Benito!, !Benito! (en latin: Benedicte! Benedicte! ). Este nombre, como es sabido, significa Bendecido o Bendito; por lo cual el demonio, como si quisiera retractarse de su palabra, repetía: ≪No, no Bendito; !Maldito!, !Maldito! .Que has venido a hacer aquí? .Que tienes tu que ver conmigo? ¿Por qué te gozas persiguiéndome?≫ Benito le dejaba gritar sin hacerle el menor caso y se entregaba con todo sosiego a sus ocupaciones.

Uno de los religiosos que, cediendo a ocultas sugestiones del tentador, se había disgustado de su vocación, se presento al abad pidiéndole licencia para retirarse al siglo. Trato Benito de hacerle ver lai locura de su proyecto, le recordó los días de su primitivo fervor y cuan razonable era la resolución tomada en tiempos anteriores de abrazar la vida religiosa. En su paternal amonestación le hablo de la decisiva importancia de la salvación del alma y de la excelencia sin igual de la vida dedicada al amor y servicio de Dios. Le aconsejó finalmente que orara y esperara con paciencia el fin de aquella tentación. Pero el religioso nada quería oír ni saber de razones, pues ya su imaginación se hallaba en el mundo y no en el claustro. Como el abad difiriera concederle el permiso que el desventurado solicitaba, turbaba el orden general con escándalo de los Hermanos, hasta el punto que Benito se vio obligado a despacharle.

El pobre iluso salio contentísimo; pero estaba aun a corta distancia del convento, cuando vio que se le venia enfrente un furioso dragón con la boca abierta para devorarle. Horrorizado el fugitivo, principio a dar grandes voces, a cuyo eco acudieron presurosos los monjes. Estos le hallaron temblando de pies a cabeza y, compadecidos de el, le volvieron al monasterio. El pobre apostata, que se daba perfecta cuenta del peligro que había corrido, prometió ser fiel a su vocación y mantuvo integra su palabra, profesando toda su vida vivísima gratitud al santo abad, a cuyas oraciones se reconocía deudor de la gracia que le había obtenido de ver al dragón infernal que quería devorarle.

RESURRECCIÓN OBRADA POR SAN BENITO

Un día, Benito había salido al campo a trabajar con sus Hermanos. Entretanto, cierto campesino embargado por el dolor, llego al monasterio con el cadáver de su hijo en los brazos, preguntando .por el Padre Benito. Al decirle que el abad estaba trabajando en el campo, el infortunado padre dejo el cuerpo del hijo tendido delante de la puerta y se fue precipitadamente en busca del Santo. Dio con el en los precisos momentos en que volvía del trabajo y, sin mas preámbulo, exclamo:

—!Padre, devuélvame a mi hijo!

—Pero, ¿soy yo quien te lo he quitado?

—Ha muerto; venga en seguida a resucitarlo — insistió con viveza el pobre padre.

—!Vamos, hombre! Eso no es asunto nuestro; lo que tu pides es cosa de los santos Apóstoles —le respondió Benito con aparente brusquedad— ¿Cómo quieres tu imponernos lo que esta sobre nuestras fuerzas?

El campesino, entretanto, reiteraba, embargado por el dolor, que no se iría mientras el Santo no le resucitase al hijo.

—¿Dónde esta ese muerto? — pregunto el abad.

—Ahi tiene usted su cuerpo a la entrada del monasterio —le contesto el padre entre suspiros.

Llegado a el Benito con todos los religiosos, se puso en oración y luego se extendió sobre el cadáver, como en otro tiempo San Pablo cuando resucito a Eutiquio. Poniéndose después en pie y elevando al cielo los brazos, exclamo: ≪Señor, no mires mis pecados, sino la fe de este hombre, y devuelve a este cuerpo el alma que le has quitado. Apenas hubo terminado esta oración, un fuerte temblor se apodero del cadáver. Benito tomo al niño por la mano y lo devolvió a su padre rebosante de vida y salud.

TOTILA Y SAN BENITO

EL rey godo Totila se había apoderado de casi toda Italia, desde el norte hasta Nápoles. Como oyera hablar del abad de Monte Casino en tonos ponderativos y particularmente de su espíritu profético, quiso probar la verdad de lo que se decía, y, al efecto, hizo que su escudero Riggo se vistiera de las insignias reales, y así disfrazado le envío, con brillante sequito de oficiales, al Monte Casino.

—Hijo mío —exclamo Benito apenas lo diviso—, quítate esos vestidos e insignias, que no son tuyos.

Sobrecogido Riggo por lo inesperado del caso y espantado por haber pretendido engañar a tal hombre, se postro a sus pies. Sin tardanza se presento Totila en persona y, sintiéndose acometido por un terror súbito, cayo humildemente a las plantas del Santo. El siervo de Dios, dirigiéndose a el, clamo por tres veces: ≪!Levantate!≫, y a la tercera tuvo que levantarlo el mismo.

—Muchas malas obras haces —le dijo Benito—, muchas malas obras has hecho; cesa ya en la maldad. Tornaras a Roma, pasaras el mar, vivirás nueve años y al décimo morirás.

El rey, con muestras de visible espanto, se encomendó a sus oraciones y desde aquel instante se mostró menos cruel. Sucumbió efectivamente en 552, a consecuencia de una herida recibida en la batalla de Jagina, con lo que se cumplió exactamente la profecía del Santo.

MUERTE DE SAN BENITO. — SU CULTO

Cuando Benito pasaba ya de los sesenta anos, tuvo el dolor de perder a su hermana Santa Escolástica, a la que enterró en el Monte Casino, en el mismo sepulcro que tenia preparado para si. Pocas semanas después cayo enfermo con fiebre muy elevada y ordeno se abriera nuevamente su sepulcro. El sexto día hízose conducir a la iglesia de San Martín para recibir el Sagrado Viático. Luego, puesto en pie y apoyado en los monjes que sostenían sus miembros debilitados, entregado el espíritu a una oración suprema, exhalo el ultimo suspiro en aquella reverente actitud.

Se cree que fue el 21 de marzo del año 543. En el momento mismo de su muerte, dos monjes que habitaban respectivamente en Monte Casino y en Subiaco, vieron por el lado de Oriente una deslumbradora ruta triunfal que, partiendo de la celda del siervo de Dios, se perdía en lo alto de los cielos, a la vez que lucían en ellos con esplendor inenarrable, multitud de brillantes lámparas. Mientras contemplaban embelesados aquel portento, un ángel, irradiando a su vez fulgurantes resplandores de luz, les dijo: ≪Esa es la via por la cual Benito, el amadísimo del Señor, acaba de subir al cielo≫.

La Regla promulgada por Benito hacia el año 540, es aun hoy un monumento admirable que, a diferencia de la primitiva casa de Monte Casino donde nació, ha resistido a todos los embates y vicisitudes de los tiempos.

San Benito cuenta entre sus innumerables hijos espirituales con una multitud de santos, muchos papas y un inmenso número de obispos, celosísimos todos de la conservación del espíritu de su Fundador en el mundo. León XIII elevó la fiesta de San Benito al rito de doble mayor el 5 de abril de 1883.