Exorcismo de León XIII

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EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES

Publicado por orden de Su Santidad León XIII

En el Nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo

Salmo 67.

Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34.

Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.

Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Súplica a San Miguel Arcángel.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.

Protege, pues, O Jefe siempre invicto, al pueblo de Dios contra las abominaciones espirituales que caen sobre nosotros, y vence.

La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).

Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.

Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.

R. Como lo esperamos de Ti.

Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)

R. Y con tu espíritu.

Oremos.

Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

Exorcismo

Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu +cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”(II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre +te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos”(Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe  cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios +vivo, por Dios +verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañara las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)

R. (Y con tu espíritu).

Oremos.

Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.

R. Líbranos, Señor.

Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.

R. Te rogamos, óyenos.

Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.

R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3.3).

Padrenuestro…

29 de septiembre: San Miguel Arcángel

FIESTA DE Iª.

CONMEMORACIÓN DEL XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

INTROITO Sal 102, 20. 101, 1.

Bendecid al Señor todo vosotros sus ángeles, poderosos guerreros que ejecutáis sus órdenes y dóciles a la voz de su palabra. V/.  Bendice, alma mía: al Señor; y todo mi ser bendiga su santo nombre. V/. Gloria.

COLECTA

OH DIOS, que, con admirable orden distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres; concede propicio que nos protejan en la tierra los que sin cesar te asisten en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Conmemoración del XVI domingo después de Pentecostés:

Te suplicamos, Señor, que nos prevenga siempre y acompañe tu gracia, y nos haga solícitos y constantes en la práctica de las buenas obras. Por nuestro Señor.

EPISTOLA  Ap 1, 1-5

LECTURA DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS DEL APOSTOL JUAN.

En aquellos días: Dios confió manifestar a sus siervos lo que ha de ocurrir en breve, enviando su ángel a su siervo Juan, el cual testifica, como palabra de Dios y testimonio de Jesucristo, todo lo que ha visto. Dichoso el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, porque cerca está el tiempo: Juan a las siete Iglesias de Asia: gracia a vosotros y paz de parte del que es, que era y .que viene, de los siete espíritus .que están delante de su trono, y de Jesucristo, el testigo fiel, y primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra, que nos ha amado y nos ha lavado nuestros pecados con su sangre.

GRADUAL Sal 102, 20. 1

Bendecid al Señor, todos vosotros sus ángeles, poderosos guerreros que ejecutáis sus órdenes. V/. Bendice alma mía al Señor y todo mi ser bendiga su santo nombre.

Aleluya. Aleluya. V/. Defiéndenos en la lucha, arcángel san Miguel, para que no perezcamos en el tremendo juicio Aleluya.

EVANGELIO Mt 18, 1-10

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el reino de los cielos? y llamando a un niño lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así, pues, el que se hace pequeño como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y el que recibe a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Pero quien escandaliza a uno de estos niños que creen en mí, más le valiera que le colgaran alrededor del cuello una muela de molino y lo arrojaran a lo profundo del mar. ¡Ay del mundo a causa de sus escándalos! Fuerza es que ocurran escándalos; mas, ¡ay del hombre por quien viene el escándalo! Sí, pues, tu mano o pie te escandaliza, córtatelo y échalo lejos de ti; más te vale entrar en la vida manco o cojo, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo te escandaliza, arráncatelo y échalo lejos de ti: más te vale entrar con un solo ojo en la vida, que ser arrojado con tus dos ojos en la gehena del fuego. Cuidado con menospreciar a uno de estos niños, porque os digo que sus ángeles en los cielos, ven sin cesar el rostro de mi Padre que está en los cielos.

OFERTORIO  Ap 8, 3-4

PÚSOSE UN ÁNGEL cerca del altar del templo con un incensario de oro en la mano; y le dieron muchos perfumes y el humo de los aromas subió al acatamiento de Dios, aleluya.

SECRETA

TE OFRECEMOS, Señor, este sacrificio de alabanza, suplicándote humildemente lo admitas propicio por la intercesión de los ángeles, y nos concedas que favorezca nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.

Conmemoración del Domingo XVI después de Pentecostés:

Te rogamos, Señor, nos purifiques en virtud del presente sacrificio; y hagas, por tu misericordia, que merezcamos participar de él. Por nuestro Señor Jesucristo.

PREFACIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distin­ción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Dan 3, 58

ÁNGELES DEL SEÑOR, bendecid todos al Señor; alabadle, ensalzadle por todos los siglos.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

Apoyados, Señor, en la intercesión de tu bienaventurado arcángel san Miguel, humildemente te suplicamos que lo que ha gustado nuestra boca penetre también en nuestra alma. Por nuestro Señor Jesucristo.

Conmemoración del Domingo XVI después de Pentecostés:

Te rogamos, Señor, purifiques benigno nuestras almas y las renueves con los sacramentos celestiales, a fin de recibir para nuestros cuerpos asistencia al presente y en el futuro. Por N. S.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

INTROITO Sal 102, 20. 101, 1.

BENEDÍCITE DÓMINUM, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus, ad audiéndam vocem sermónem ejus. V/.Bénedic, ánima mea, Dómino: et ómnia, quæ intra me sunt, nómini sancto ejus. V/.Glória Patri.

COLECTA

DEUS qui miro órdine, Angelórum ministéria hominúmque dispénsas: concéde propítius; ut, a quibus tibi ministrántibus in cælo semper assistitur, ab his in terra vita nostra muniatur. Per eúmdem Dóminum.

Commemoratio Dominica XVI Post Pentecosten V. Septembris

Tua nos, quǽsumus, Dómine, grátia semper et prævéniat et sequátur: ac bonis opéribus iúgiter præstet esse inténtos.
Per Dominum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.

EPISTOLA  Ap 1, 1-5

LÉCTIO LIBRI APOCALÝPSIS BEÁTI JOÁNNIS APÓSTOLI.

In diébus iliis: Significávit Deus quæ opórtet fíeri cito, mittens per Angelum suum servo suo Joánni, qui testimónium perhíbuit verbo Dei, et testimónium Jesu Christi, quæcúmque vidit. Beátus qui legit, et audit verba prophetíæ hujus: et servat ea, quæ in ea scripta sunt: tempus enim prope est. Joánnes septem ecclésiis, quæ sunt in Asia. Grátia vobis, et pax ab eo, qui est, et qui erat, et qui ventúrus est: et a septem spirítibus, qui in conspéctu throni ejus sunt: et a Jesu Christo, qui est testis fidélis, primogénitus mortuórum, et princeps regum terræ, qui diléxit nos, et lavit nos a peccátis nostris in sanguine suo.

GRADUAL Sal 102, 20. 1

Benedícite Dóminum, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus. V/. Bénedic, ánima mea, Dóminum, et ómnia interióra mea nomen sanctum ejus.

Alleluia, alleluia. V/.- Sancte Míchæl Archángele, defénde nos in prælio: ut non pereámus in treméndo judício. Alleluia.

EVANGELIO Mt 18, 1-10

SEQUÉNTIA SANCTI EVANGÉLII SECÚNDUM MATTHÆUM.

In illo témpore: Accessérunt discípuli ad Jesum, dicéntes: «Quis, putas, major est in regno cælórum?» Et ádvocans Jesus párvulum, státuit eum in médio eórum, et dixit: «Amen, dico vobis, nisi convérsi fuéritis, et efficiámini sicut párvuli, non intrábitis in regnum cælórum. Quicúmque ergo humiliáverit se sicut párvulus iste, hic est major in regno cælórum. Et qui suscéperit unum párvulum talem in nómine meo, me súscipit. Qui autem scandalizáverit unum de pusíllis istis, qui in me credunt, expedit ei, ut suspendátur mola asinária in collo ejus, et demergátur in profúndum maris. Væ mundo a scándalis. Necésse est enim ut véniant scándala: verúmtamen væ hómini illi, per quem scándalum venit. Si autem manus tua, vel pes tuus scandalízat te, abscíde eum, et prójice abs te: bonum tibi est ad vitam ingredi débilem, vel claudum, quam duas manus, vel duos pedes habéntem mitti in ignem ætérnum. Et si óculus tuus scandalízat te, érue eum, et prójice abs te: bonum tibi est cum uno óculo in vitam intráre, quam duos óculos habéntem mitti in gehénnam ignis. Vidéte ne contemnátis unum ex his pusíllis: dico enim vobis, quia Angeli eórum in cælis semper vident fáciem Patris mei, qui in cælis est.»

OFERTORIO  Ap 8, 3-4

STETIT ANGELUS juxta aram templi, habens thuríbulum áureum in manu sua, et data sunt ei incénsa multa: et ascéndit fumus arómatum in conspéctu Dei, allelúja.

SECRETA

HÓSTIAS TIBI, Dómine, laudis offérimus, supplíciter deprecántes: ut eásdem, angélico pro nobis interveniénte suffrágio, et placátus accípias, et ad salútem nostram provenire concédas. Per Dóminum.

Commemoratio Dominica XVI Post Pentecosten V. Septembris

Munda nos, quǽsumus, Dómine, sacrifícii præséntis efféctu: et pérfice miserátus in nobis; ut eius mereámur esse partícipes.
Per Dominum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.

PREFACIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine sancte, Pater omnípotens, ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo et Spíritu Sancto unus es Deus, unus es Dóminus: non in unius singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua glória, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto sine differéntia discretiónis sentímus. Ut in confessióne veræ sempiternǽque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in maiestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre cotídie, una voce dicéntes:

Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus, Deus Sábaoth. Pleni sunt coeli et terra glória tua. Hosánna in excélsis. Benedíctus, qui venit in nómine Dómini. Hosánna in excélsis.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Dan 3, 58

BENEDÍCITE, omnes Angeli Dómini, Dóminum: hymnum dícite, et superexaltáte eum in sǽcula.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

BEÁTI ARCHÁNGELI tui Michǽlis intercessióne suffúlti: súpplices te, Dómine, deprecámur; ut, quod ore proséquimur, contingámus et mente. Per Dóminum.

Commemoratio Dominica XVI Post Pentecosten V. Septembris:

Purífica, quǽsumus, Dómine, mentes nostras benígnus, et rénova cœléstibus sacraméntis: ut consequénter et córporum præsens páriter et futúrum capiámus auxílium.
Per Dominum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.

Icono de San Miguel Arcángel

Sermón de San Gregorio, Papa.

Sermón 34 sobre el Evangelio.

Decimos que existen nueve ordenes de Angeles, porque la Sagrada Escritura menciona a los Angeles, Arcángeles, Virtudes, Potestades Principados, Dominaciones, Tronos, Querubines y Serafines. La existencia de los Angeles y de los Arcángeles la atestiguan casi todas las paginas de los libros sagrados. De los Querubines y Serafines hablan muchas veces, como sabemos, los libros de los Profetas. Además, el Apóstol san Pablo enumera cuatro ordenes cuando dice en su epístola a los efesios: “Sobre todo Principado, y Potestad, y Virtud, y Dominación”. Dice también escribiendo a los colosenses: “Ya sean Tronos, ya Potestades, ya Principados o Dominaciones”. Agregando, pues, los Tronos a las cuatro ordenes de que ha hablado a los efesios, tenemos cinco ordenes; y si les añadimos los Angeles, Arcangeles, Querubines y Serafines, vemos que existen realmente nueve ordenes de Angeles.

Con todo, conviene que sepamos que nombre de Angel es nombre de oficio y no de naturaleza. Ya que si aquellos espíritus de la patria celestial siempre son espíritus, no siempre pueden llamarse Angeles, puesto que lo son únicamente cuando anuncian alguna cosa. Por lo cual dice el Salmista hablando de Dios: “Que hace Angeles a sus espíritus”, como si dijera explícitamente: A aquellos a quienes tiene siempre como espíritus, los hace Angeles cuando le place. Ahora bien: los que anuncian las cosas menos importantes se llaman simplemente Angeles; pero los que anuncian los mas grandes misterios se llaman Arcangeles. De ahí es que a la Virgen María se le envío, no un Angel cualquiera, sino el Arcangel Gabriel, ya que tratándose del mas importante de los mensajes, convenía que desempeñara este ministerio uno de los mas grandes Angeles. Además, estos Arcangeles llevan nombres particulares que expresan los efectos de su operación. Así Miguel significa: ¿Quién como Dios?; Gabriel, fuerza de Dios; y Rafael, medicina de Dios.

Siempre que se trata de una cosa de las que requieren un poder extraordinario, la Escritura cita como enviado a Miguel, a fin de que tanto su nombre como el acto en si mismo manifiesten que nadie puede hacer lo que Dios hace con su poder incomparable. Así, hablando de aquel antiguo enemigo, que en su orgullosa ambición de igualar a Dios decía: “Yo subiré a los cielos, levantare mi trono sobre los astros del firmamento y seré semejante al Altísimo», y refiriéndose a la plenitud de su poder que le será dejada al llegar al fin del mundo antes de arrojarle definitivamente al suplicio eterno, se dice que luchara con el Arcángel Miguel. Así lo escribe san Juan: “Tuvo lugar un combate con el Arcángel Miguel”. También vemos que a María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa: Fuerza de Dios. Venia efectivamente a anunciar a aquel que para vencer a las potestades aéreas se digno hacerse humilde. Por ultimo, como se ha dicho mas arriba, Rafael significa: Medicina de Dios. Y ciertamente cuando para desempeñar su misión curativa toco los ojos de Tobías, le libró de las tinieblas de su ceguera.

XV domingo después de Pentecostes

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 85.1-4.-

Inclina Señor, tu oído a mis súplicas, y escúchame; salva, Dios mío, a tu siervo, que espera en ti; ten piedad de mi, .Señor, porque a ti clamo todo el día. Salmo.- Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, Señor, tengo ele­vada mi alma. V/. Gloria al Padre.

Colecta.- 

Purifica, Señor, y fortalece a tu iglesia con una continua misericordia; y ya que sin ti no puede mantenerse salva, haz que sea siempre gobernada por tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. Gál. 5.25-26; 6.1-10.- 

Hermanos: Si vivimos del Espíritu, sigamos también al Espíritu. No seamos ávidos de vanagloria, hostigándonos y envidiándonos mutuamente. Hermanos, si alguno incurriere en algún delito, vosotros, que sois espirituales, amonestadle con espíritu de mansedumbre. Y cuídate tú, que también tú puedes ser tentado. Sobrellevaos mutuamente, y así cumpliréis la ley de Cristo. Porque si alguno cree ser algo, no siendo nada, él mismo se engaña. Mas pruebe cada cual su obra, y así tendrá gloria sólo en sí mismo, y no en otro; porque cada cual llevará su propia carga. Y el que es enseñado en la palabra asista con todos sus bienes al que le enseña. No os engañéis: a Dios no se le puede burlar. Lo que siembre el hombre, eso cosechará. Y así, el que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción; mas el que siembra en el espíritu, del espíritu cosechará la vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo recoge­remos el fruto, si no desfallecemos. y así, mientras tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a nuestros hermanos en la fe.

Gradual. Salm. 91 2-3.-Bueno es alabar al Señor y cantar a tu nombre, ¡oh Altísimo! V/ Anunciar desde la mañana tu misericordia, y tu fidelidad hasta por la noche.

Aleluya. Salm. 94.3.-  Aleluya, aleluya. V/. Porque el Señor es Dios grande, y Rey grande sobre toda la tierra. Aleluya.

Evangelio. Luc. .7.11-16.- 

En aquel tiempo iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

Ofertorio. Salm. 39.2-4.- 

Con paciencia aguardé al Señor, y volvió a mi su mirada y oyó mi ruego; y puso en mi boca un cántico nuevo, un himno en loor de nuestro Dios.

Secreta.-

¡Señor! que tus sacramen­tos nos guarden, y defiendan siempre contra las asechanzas del demonio. Por nuestro Señor.

Prefacio de- la Santísima Trinidad.- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu  Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz: Santo…

Comunión. Juan 6.52 .-

El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo.

Poscomunión.- 

Que la virtud de este don celestial, Señor, penetre nuestras almas y cuerpos, para que no sea nuestro modo de ver, sino su efecto el que prevalezca siempre en nosotros. Por nuestro Señor.

TEXTOS DE LA MISA EN LATIN

Dominica Decima Quinta Post Penteconsten

II Classis

Introitus: Ps. lxxxv: 1 et 2-3

Inclína, Dómine, aurem tuam ad me, et exáudi me: salvum fac servum tuum, Deus meus, sperántem in te: miserére mihi, Dómine, quóniam ad te clamávi tota die .[Ps. ibid., 4]. Lætífica ánimam servi tui: quia ad te Dómine, ánimam meam levávi. Glória Patri…. Inclina….

Collect:

Ecclésiam tuam, Dómine, miserátio continuáta mundet et múniat: et quia sine te non potest salva consístere: tup semper únere bernétur. Per Dóminum.

Gal. v: 25-26; vi: 1-10

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Galatas.


Fratres: Si spíritu vívimus, spíritu et ambulémus. Non efficiámur inánis glóriæ cupidi, ínvicem provocántes, ínvicem invidéntes. Fratres, et si præoccupátus fúerit homo in áliquo delícto, vos, qui spiritáles estis hujúsmodi instrúite in spíritu lenitátis, consíderans te ipsum, ne et tu tentéris. Alter altérius ónera portáte et sic adimplébitis legem Christi. Nam si quis exístimat se áliquid esse, cum nihil sit, ipse se sedúcit. Opus autem suum probet unusquísque, et sic in semetípso tantum glóriam habébit, et non in áltero. Unusquísque enim onus suum portábit. Commúnicet autem is, qui catechizátur verbo, ei, qui se catechízat in ómnibus bonis. Nolíte erráre: Deus non inridétur. Quæ enim semináverit homo, hæc et metet. Quóniam qui séminat in carne sua, de carne et metet corruptiónem: qui autem séminat in spíritu, de spíritu metet vitam æternam. Bonum autem faciéntes, non deficiámus: témpore enim suo metémus, non deficientes. Ergo dum tempus habémus, operémur bonum ad omnes, máxime autem ad domésticos fidei.

Graduale Ps. Xci

Bonum est confitéri Dómino: et psállere nómine tuo, Altíssime. V. Ad anuntiándum mane misericórdiam tuam, et veritátem tuam per noctem.

Allelúja, allelúja. [Ps. xciv] Quóniam Deus magnus Dóminus, et Rex magnus super omnem terram. Allelúja.

Luc. xviii: 9-14

 +    Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.


In illo témpore: Ibat Jesus in civitátem quæ vocátur Naim: et ibant cum illo discípuli eius, et turba copiosa. Cum autem adpropinquáret portae civitátis, ecce defúnctus efferebátur fílius únicus matri suæ: et hæc vídua erat: et turba civitátis multa cum illa. Quam cum vidísset Dóminus misericórdia motus super eam, dixit illi: «Noli flere.» Et accessit, et tétigit lóculum. (Hi autem, qui portábant, stetérunt.) Et ait: «Adulescens, tibi dico, surge.» Et resédit qui erat mórtuus, et cœpit loqui. Et dedit illum matri suæ. Accépit autem omnes timor: et magnificábant Deum, dicentes: «Quia prophéta magnus surréxit in nobis: et quia Deus visitávit plebem suam.

Offertorium: Ps. xxxix: 2, 3 et 4.

Exspéctans exspectávi Dóminum, et respéxit me: et exaudívit deprecatiónem meam: et immísit in os meum cánticum novum, hymnum Deo nostro.

Secreta:

Tua nos, Dómine, sacraménta custódiant: et contra diabólios semper tueántur incúrsus. Per Dóminum.

Communio: Joann. vi.

Panis, quem ego dédero, caro meo est pro sǽculi vita.

Postcommunio:

Mentes nostras, et córpora possídeat, quǽsumus, Dómine, doni cæléstis operátio: ut non noster sensus in nobis, sed júgiter ejus præveniat efféctus. Per Dominum.

Las cuatro témporas

Las obras de penitencia

De todos los días de la semana, los más importantes han sido desde la más remota antigüedad, el miércoles, viernes y sábado de las Cuatro Témporas. Primeramente la liturgia celebraba las Témporas sólo tres veces al año: en junio, septiembre y diciembre, correspondiendo a los tiempos en que los paganos celebraban en Roma las fiestas de las Estaciones, para invocar sobre la tierra el auxilio de los dioses: la fiesta de la mies (feriae messis) en junio; las de la vendimia (feriae vendimíales) en agosto o septiembre, y las de la sementera feriae sementinae) en diciembre, por la semilla oculta en la tierra.

Es muy creíble que la liturgia trató de substituir estas fiestas gentílicas con otras fiestas cristianas  lo cual no era admitir elementos paganos en la Liturgia, sino aprovechar sabiamente la ocasión de ellos para infiltrar el espíritu cristiano. Del propio modo que las referidas fiestas paganas sólo estaban determinadas de un modo general, y eran fijadas con precisión por los sacerdotes gentiles, estas fiestas cristianas fueron al principio movibles, y por eso se anunciaban con solemnidad, como días de bendición para la Naturaleza. Estas solemnidades se fijaron más adelante en determinadas semanas, y a las tres antiguas se agregaron las de la primera semana de Cuaresma.

Poco a poco se fueron juntando con estas fiestas cristianas de la vida que de nuevo germina y creer en la Naturaleza, las fiestas de la propagación de aquéllos que habían de trabajar por el reinado de la vida de la gracia en las almas. Por medio de las nuevas ordenaciones de Obispos y sacerdotes, que son constituidos con el sacramento del orden, se reparte y asegura siempre de nuevo la vida sobrenatural de las generaciones venideras.

Sabida cosa es, que antiguamente tenían lugar las órdenes en general en el mes de diciembre; más a no tardar, se trasladaron a las cuatro Témporas del año. Para dar más relieve a la doble festividad, se juntaron con ella visitas solemnes o Estaciones en las más célebres Basílicas de Roma. Se comenzaba, como aún se practica ahora, el miércoles por la Basílica de Santa María la Mayor, porque, como segunda catedral pontificia, representaba al apartado palacio de Letrán, residencia de los Papas, con situación propia para la afluencia del pueblo. Seguía el viernes, la iglesia de los Apóstoles, edificada por el gobernador bizantino Narsés, a honra de los santos Felipe y Santiago y de los demás Apóstoles, según el modelo de la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.

La conclusión de estas solemnidades litúrgicas tenía lugar junto al sepulcro del apóstol san Pedro, el cual, con el símbolo de las llaves, había recibido de Cristo la plenitud de la potestad de orden y de jurisdicción. Por los conceptos hasta aquí expresados, los oficios de las Cuatro Témporas encierran las siguientes ideas principales:

Consagración de la vida de la Naturaleza

Es a saber: a) Oración para obtener, la bendición de Dios sobre la Naturaleza, b) Penitencia por el abuso de los dones naturales (ayuno), c) Consagración de la misma Naturaleza a Dios (ofrecimiento de las primicias prescritas en el Antiguo Testamento). Oblación de objetos naturales para la liturgia: materia, y cuasi materia de los Sacramentos y Sacramentales, símbolos naturales del culto divino: luz, cera, ramas de árboles. d) Bendición de Dios sobre la Naturaleza.

Consagración de la. vida sobrenatural

El sacramento del Orden conferido en las Cuatro Témporas es el que constituye a los nuevos sacerdotes; mas los sacerdotes, en cierto sentido, y los Obispos en toda la plenitud de la palabra, son los padres y engendradores de la vida sobrenatural, por el Sacrificio y los Sacramentos; son los que sustentan, protegen y renuevan esta vida para los espiritualmente vivos, y en favor de los que carecen de la vida sobrenatural (sacramentos de vivos y de muertos). Esta vida fluye por su medio, desde Cristo a nosotros, en el Espíritu Santo. Todo esto nos representa la liturgia de las Témporas, con sus Ordenaciones y Estaciones en Santa María la Mayor, los Santos Apóstoles y San Pedro del Vaticano. Sobre este fondo común, ofrecen las Témporas de Adviento, Cuaresma, Pentecostés y septiembre, pensamientos propios, conformes con el carácter peculiar de los diversos períodos del año litúrgico.

Actualmente por ley universal de la Iglesia (canon 1252 § 2), está mandado que los miércoles, viernes y sábados de las Cuatro Témporas se observe el ayuno y la abstinencia. Esta práctica, inspirada en la costumbre de los hebreos de ayunar en los meses cuarto, quinto, séptimo y décimo, es antiquísima en la Iglesia católica. Según Dom G. Morin, O. S. B., el triple ayuno después de Pascua, fijado en la semana de Pentecostés, y en los muses de septiembre y diciembre (el de la primavera coincide siempre con el ayuno de cuaresma), fue introducido en la Iglesia romana después del Papa san León Magno (440-461). Según L. Duchesne, las Cuatro Témporas no son más que un recuerdo de la antigua semana litúrgica de Roma, un Ayuno real substituido al medio ayuno de las estaciones ordinaria (miércoles y viernes). El historiador Fischer quiere que el ayuno de los días de las Cuatro Témporas, proceda de tradición apostólica, según lo que se lee en el Breviario Romano en el día 14 de octubre, fiesta de san Calixto, Pontífice y Mártir, en las palabras siguientes: «(…) Estableció las cuatro Témporas del año, ordenando que indos guardasen el ayuna recibido por tradición apostólica».

Alfonso M. Gubianas, Nociones elementales de liturgia, pag. 161 y ss.

Profesión de la fe católica del Concilio de Trento

Concilio de Trento

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PROFESIÓN DE LA FE CATÓLICA

Promulgada solemnemente por el Papa Pío IV y el Concilio de Trento

Yo, N., creo firmemente y profeso todas y cada una de las verdades que se contienen en el símbolo de la Fe que usa la Santa Iglesia Romana, es a saber:

Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles.

Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios. Y nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no creado, consustancial al Padre: por quien todas las cosas fueron creadas;

El cual por nosotros los hombres y por nuestra salud descendió de los cielos. Y por obra del Espíritu Santo se encarnó en las entrañas de la Santísima Virgen y se hizo hombre;

Por nosotros fue también crucificado, bajo Poncio Pilato: padeció y fue sepultado.

Y resucitó al tercer día, según las Escrituras. Y subió a los cielos;

Y está sentado a la diestra del Padre. Y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos: y su reino no tendrá fin;

Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificador: que procede del Padre y del Hijo. El cual es juntamente adorado con el Padre y el Hijo, y conglorificado: y habló por medio de los profetas;

Y en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica.• Confieso que hay un solo Bautismo para remisión de los pecados. Y espero la resurrección de los muertos. Y la vida del siglo venidero. Amén.

Firmísimamente admito y abrazo las tradiciones apostólicas y eclesiásticas y las demás observancias y constituciones de la misma Iglesia.

Asimismo acepto la Sagrada Escritura conforme al sentido que le ha dado y la da la santa Madre Iglesia, a la cual toca juzgar acerca del verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escrituras; y jamás las aceptaré e interpretaré sino en conformidad con el unánime sentir de los Padres.

Confieso también que verdadera y propiamente son siete los Sacramentos de la nueva ley instituidos por Nuestro Señor Jesucristo, y que son necesarios para la salvación del género humano, si bien no todos lo son a cada uno, a saber, el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia, la Extremaunción, el Orden y el Matrimonio; y que confieren la gracia, y de ellos el Bautismo, la Confirmación y el Orden no se pueden reiterar sin sacrilegio.

Acepto y admito asimismo los ritos aprobados por la Iglesia Católica para la solemne administración de todos los Sacramentos sobredichos.

Acato y recibo todas y cada una de las cosas que acerca del pecado original y de la justificación fueron definidas y declaradas en el santo Concilio de Trento.

Igualmente confieso que en la Misa se ofrece a Dios un verdadero, propio y propiciatorio Sacrificio por los vivos y por los difuntos; y que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo, y la Sangre juntamente con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y que se efectúa la conversión de toda la sustancia del pan en el Cuerpo, y de toda la sustancia del vino en la Sangre, la cual conversión es denominada Transustanciación por la Iglesia Católica.

Confieso también que bajo cada una de las especies se recibe a Jesucristo total e íntegro y un verdadero sacramento.

Firmemente admito la existencia del Purgatorio, y que a las almas en él detenidas pueden los fieles ayudarlas con sufragios;

E igualmente que los Santos que están reinando con Cristo deben ser venerados e invocados, y que ellos ruegan a Dios por nosotros, y que sus Reliquias deben ser veneradas. Afirmo resueltamente que se deben tener y conservar las imágenes de Jesucristo y de la Madre de Dios siempre Virgen, y también de otros Santos, y que se les ha de tributar el debido honor y veneración;

Afirmo que Jesucristo dotó a la Iglesia de potestad para conceder indulgencias, y que el uso de las mismas es en gran manera saludable al pueblo cristiano.

Reconozco a la Santa, Católica y Apostólica Iglesia Romana por madre y maestra de todas las Iglesias, y…

También admito y profeso sin la menor duda cuanto han enseñado, definido y declarado los sagrados Cánones y los Concilios Ecuménicos, y en especial el sacrosanto Concilio de Trento y el Ecuménico Concilio Vaticano, sobre todo respecto del primado e infalible magisterio del Romano Pontífice, y al mismo tiempo,

Todas las cosas contrarias y cualesquiera herejías por la Iglesia condenadas y rechazadas y anatemizadas yo igualmente las condeno, rechazo y anatematizo.

Esta verdadera Fe Católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, que al presente espontáneamente profeso y de verdad tengo.

Yo mismo, N., prometo, hago voto y juro que, con la ayuda de Dios, la he de conservar siempre íntegra e intacta hasta el postrer instante de mi vida, y procuraré cuanto de mí dependa que mis súbditos o aquellos a quienes por mi cargo esté obligado a cuidar, tengan dicha fe, la enseñen y la prediquen. Así, Dios me ayude, y estos sus santos Evangelios.

XIV domingo después de Pentecostés

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito.

Oh Dios! escudo nuestro, levanta los ojos y mira el rostro de tu Ungido; porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.  Salmo.- ¡Cuán amables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma suspira y desfallece por los atrios del Señor. V/ Gloria.

Colecta.-

Te rogamos, Señor, guardes siempre misericordiosa­mente a tu Iglesia; y pues sin ti no puede sostenerse la humana naturaleza mortal, haz que tus auxilios la preserven siempre de lo nocivo y la dirijan a lo salu­dable. Por nuestro Señor.

Epístola. Gal. 5.16-24.

Hermanos: Vivid según el espíritu y no satisfaréis los apetitos de la carne. Porque la carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu, contrarios a los de la carne; son entre sí opuestos, por lo cual no hacéis lo que queréis. Mas si os conduce el Espíritu, no estáis bajo la Ley. Manifiestas son las obras de la carne: fornicación, deshonestidad, lujuria, idolatría, magia, enemistades, pleitos, enojos, celos, riñas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, embriagueces, orgías, y cosas parecidas. Os prevengo, como ya tengo dicho, que los que tales cosas hacen no alcanzarán el reino de Dios. Al contrario, los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimi­dad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad. Contra tales cosas no hay Ley. Pero los que son de Cristo, han crucificado su carne con sus pasiones y concupiscencias.

Gradual. Salm.117.8-9.-

Mejor es confiar en el Señor que confiar en el hombre. V/ Mejor es esperar en el Señor que esperar en los príncipes.

Aleluya. Salm. 94.1.- Aleluya, aleluya. V/. Venid, cantemos alegres al Señor; aclamemos a Dios nuestro Salvador. Aleluya.

Evangelio. Mat. 6.24-33.-

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o al uno sufrirá y al otro despreciará. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os inquietéis por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No es más el alma que la comida, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo cómo no siembran, ni siegan, ni tienen graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. Pues ¿no valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Quién de vosotros, a fuerza de discurrir, puede añadir un codo a su estatura? y ¿por qué inquietaros por el vestido? Obser­vad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan. Y, sin embargo, yo os digo que ni Salomón en toda su gloria llegó a vestirse como uno de estos lirios. Pues si al heno del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así viste, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? Por estas cosas se afanan los paganos. Mas sabe vuestro .Padre celestial que las necesitáis. Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia; y todo lo demás se os dará por añadidura.

Ofertorio. Salm. 33.8-9.- 

Acampará el ángel del Señor alrededor de los que le temen, y los librará; gustad y ved cuán bueno es el Señor.

Secreta.- 

Te rogamos, Señor, nos concedas que esta hostia saludable nos purifique de nuestros pecados y atraiga sobre nosotros el favor de tu potestad. Por nuestro.

Prefacio de la Santísima Trinidad.- 

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino .en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. .Santo…

Comunión.- 

Buscad primero el reino de Dios, y todo lo demás se os dará por añadidura; -dice el Señor-.

Poscomunión.- 

Oh Dios!, que tus sacramentos nos purifiquen y defiendan siempre; y produzcan en nosotros como efecto  la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Dominica Decima Quarta Post Pentecosten

II Classis

Introitus: Ps. lxxxiii: 10-11

Protéctor noster, áspice, Deus, et réspice in faciem Christi tui: quia mélior est dies una in átriis tuis super míllia. [Ps  ibid., 2-3]. Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum! Concupíscit, et déficit ánima mea in átria Dómini. Gloria Patri. Protéctor noster.

Collect:

Custódi, Dómine, quǽsumus, Ecclésiam tuam propitiatióne perpétua: et quia sine te lábitur humána mortálitas; tuis semper auxíllis et abstrahátur a nóxiis, et ad salutária dirigátur. Per Dominum.

ad Gal. v: 16-24

Lectio Epistolae beati Pauli Apostoli ad Galatas.

Fratres: Spíritu ambuláte, et desidéria carnis non perficiétis. Caro enim concupíscit advérsus spíritum, spíritus autem advérsus carnem: hæc enim sibi ínvicem adversántur, ut non quæcúmque vultis, illa faciátis. Quod si spíritu ducímini, non estis sub lege. Manifésta autem sunt ópera carnis, quæ sunt fornicátio, inmundítia, luxúria, idolórum sérvitus, venefícia, inimicítiæ, contentiónes, æmulatiónes, iræ, rixæ, dissensiónes, sectæ, invídiæ, homicídia, ebrietátes, comesatiónes, et his simília: quæ prǽdico vobis, sicut prædíxi: quóniam, qui tália agunt, regnum Dei non consequéntur. Fructus autem Spíritus est: cáritas, gáudium, pax, patiéntia, benignitas, bonitas, longanímitas, mansuetúdo, fides, modéstia, continéntia, cástitas. Advérsus huiúsmodi non est lex.
Qui autem sunt Christi, carnem crucifixérunt cum vitiis et concupiscéntiis.

Graduale

Bonum est confídere in Dómine, quam confídere in hómine. V. Bonum est speráre in Dómino, quam speráre in princípibus.

Allelúia, allelúia. [Ps. xciv: 1] Veníte exsultémus Dómino, jubilémus Deo salutári nostro. Allelúia.

Matth. vi: 24-33

+    Sequentia sancti Evangelii secundum Matthǽum.

In illo tempore: Dixit Jesus discípulis suis: «Nemo potest duóbus dóminis servíre: aut enim unum ódio habébit, et álterum diliget: aut unum sustinébit, et alterum contémnet. Non potéstis Deo servíre et mamónæ. Ideo dico vobis, ne sollíciti sitis ánimae vestræ quid manducétis, neque córpori vestro quid induámini. Nonne ánima plus est quam esca: et corpus plus est quam vestiméntum? Respícite volatília cæli, quóniam non serunt, neque metunt, neque cóngregant in hórrea: et Pater vester cæléstis pascit illa. Nonne vos magis pluris estis illis? Quis autem vestrum cógitans potest adjícere ad statúram suam cúbitum unum? Et de vestiménto quid sollíciti estis? Consideráte lilia agri, quómodo crescunt: non labórant, necque nent. Dico autem vobis, quóniam nec Sálomon in omni glória sua coopértus est sicut unum ex istis. Si autem fœnum agri, quod hódie est, et cras in clíbanum míttitur, Deus sic vestit: quanto magis vos módicæ fidei? Nolite ergo sollíciti esse, dicentes: ‘Quid manducábimus,’ aut ‘quid bibemus,’ aut ‘quo operiemur’? Hæc enim ómnia gentes inquírunt. Scit enim Pater vester, quia his ómnibus indigétis. Quǽrite ergo primum regnum Dei, et justítiam eius: et hæc ómnia adjiciéntur vobis.»

Offertorium: Ps. xxxiii: 8 et 9.

Immíttet Angelus Dómini in circúitu timéntium eum, et erípet eos: gustáte, et vidéte, quóniam suávis est Dóminus.

Secreta:

Concéde nobis, Dómine, quǽsumus, ut hæc hóstia salutáris, et nostrórum fiat purgátio delictórum, et tuæ propitátio potestátes. Per Dominum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Matth. vi: 33

Primum quǽrite regnum Dei, et ómnia adjiciéntur vobis, dicit Dóminus.

Postcommunio:

Purificent semper et múniant tua sacraménta nos, Deus: et ad perpétuæ ducant salvatiónis efféctum. Per Dominum.

Santa Misa

Homilía de San Agustín, Obispo.

Del Sermón de la Montaña, lib. 2

“Nadie puede servir a dos señores”. A esta misma idea se refiere lo que nuestro Señor expone a continuación: “Porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirara con desden al segundo” . Hay que examinar atentamente este pasaje.

Nuestro Señor mismo indica quienes son estos dos señores cuando añade: “No podéis servir a Dios y a Mammon”. Los hebreos dan, según dicen, a las riquezas el nombre de Mammón. En lengua púnica, este nombre tiene el mismo sentido, porque mammon significa ganancia.

Pero servir a Mammon, es también ser esclavo de aquel cuya perversidad le ha puesto a la cabeza de las cosas terrenales, y al cual llama el Señor: “príncipe de este mundo”. Por consiguiente, “o el hombre le odiara y amara a otro” , esto es, a Dios, “ o se sujetara a aquel y mirara con desden a este”. En efecto, el que se hace esclavo de las riquezas, se sujeta a un dueño duro y a un señor cruel; pues encadenado por su codicia, soporta la tiranía del demonio, y ciertamente, no le ama, porque .quien puede amar al demonio? Ello no obstante, lo soporta.

Con razón de esto, os digo: no os acongojéis por el cuidado de hallar que comer para sustentar vuestra vida, o de donde sacareis vestidos para cubrir vuestro cuerpo”. No sea que, después de renunciar a las cosas superfluas, se divida el corazón al buscar las cosas necesarias, y para adquirirlas se tuerza nuestra intención en las mismas obras que creemos realizar por un motivo de misericordia. Es decir, que, cuando al parecer nos desvivimos por los intereses del prójimo, no procuremos procuremos mas nuestro provecho que su utilidad, y con todo nos consideremos exentos de faltas al pretender solo lo necesario, y no lo superfluo.

8 de septiembre: Virgen de Covadonga

LA VIRGEN DE COVADONGA (718 d. C.)

En el altísimo muro de rocas que muere sobre la impetuosa corriente del río Deva, en el fondo de la agreste y estrecha garganta que forma el valle de Covadonga, en la región española de Oviedo, provincia de Asturias, materialmente incrustado dentro de la espaciosa cueva donde un puñado de cristianos venció a un ejército de moros en memorable batalla, se encuentra el santuario nacional de Covadonga, famoso lugar de peregrinación al que se denomina con frecuencia el «Lourdes español», por venerarse ahí la misma imagen de la Virgen María que, hace ocho siglos, presidió la colosal epopeya y por cuya mediación se realizó el milagro del triunfo de los cristianos. La iglesia actual, basílica insigne, data de mediados del siglo pasado, pero desde el momento mismo de la milagrosa batalla que tuvo lugar en el año de 718, se ha mantenido intacta la acendrada veneración del pueblo español por la bendita imagen de la Madre de Dios, artífice de la victoria.

Por aquellos tiempos, la cristiana España gemía avasallada por la dominación de los musulmanes, y al territorio de Asturias, gobernado por el emir Ayub, llegaron las avanzadas de un gigantesco ejército morisco con miras a imponer por la fuerza la tiránica opresión. Ante el temor de tenerse que sujetar el yugo de los infieles, los cristianos de Asturias se refugiaron en las agrestes montañas y, una vez ahí decidieron aprestarse a la defensa y nombraron caudillo a Don Pelayo, noble caballero visigodo, descendiente del rey Rodrigo. Frente a la actitud rebelde de los cristianos, el gobernador de aquella región montañosa quiso darles un escarmiente y puso al mando del general Alkamah a cientos de miles de soldados moros, con órdenes de perseguir a los astures y exterminarlos. En cuanto Don Pelayo tuvo noticias de que se acercaba el enemigo, tomó la prudente medida de retirarse con los suyos hacia lo más recóndito de las sierras, donde distribuyó sus fuerzas sobre las alturas que dominan el estrecho valle del río Deva y él mismo, con un puñado de cristianos y la imagen de la Virgen María que le acompañaba en todas sus empresas, se refugió en la espaciosa cueva de Covadonga, sobre el mismo valle y esperó. El general Alkamah cobró ánimos ante la retirada de los cristianos y se precipitó por la angosta cañada, seguro de obtener la victoria, dado el número de sus tropas y la escasez de las huestes contrarias. Entraron, pues, los moros como encajonados en la cañada donde Pelayo los aguardaba con serenidad, contando más con la protección del cielo que con sus fuerzas, ya que por recomendación especial suya, se había puesto la empresa de la defensa bajo la protección de la Virgen María, y continuamente se arrodillaban los cristianos ante la imagen en la cueva para implorar su poderosa mediación.

Al encontrarse las contrarias huestes se trabó una recia batalla cuya celebridad durará tanto como dure la memoria de los hombres. Las flechas que lanzaban los moros rebotaban en la roca y herían a los propios infieles, mezcladas con las que desde la gruta arrojaban los cristianos. Al mismo tiempo, los que se hallaban apostados en las laderas, hacían rodar a lo hondo del valle enormes peñascos y troncos de árboles que aplastaban a los enemigos. No tardó en apoderarse de los musulmanes el desaliento, al tiempo que crecía el ánimo de los cristianos, alentados por la fe de que Dios y la Virgen peleaban por ellos. Así debía ser, en efecto, puesto que cuando Alkamah ordenó la retirada, se produjo una caótica confusión entre sus hombres que, atrapados en aquellas angosturas, chocaban y se estorbaban unos a otros y, en aquellos momentos se levantó una furiosa tempestad que aumentó el espanto de los que trataban de huir vencidos. El desastre fue espantoso: el retumbar de los truenos entre montes y riscos, la lluvia que caía a torrentes, las rocas y los árboles que se desgajaban de todos lados sobre los moros que, entre alaridos de terror, corrían por todas partes, se atacaban entre sí, desesperados, y se metían al río crecido, cuya impetuosa corriente los arrastraba. Las crónicas antiguas hacen subir al ejército de infieles que combatió en Covadonga a cifras asombrosas y asientan muy formalmente que en la batalla perecieron ciento ochenta y siete mil hombres, sin quedar uno que lo contara. Por otra parte, inmediatamente después del suceso, comenzó a cantarse un romancillo popular que exageraba más la nota y decía así:

El valeroso Pelayo

cercado está en Covadonga

por cuatrocientos mil moros

que en el zancarrón adoran.

Sólo cuarenta cristianos

tiene, y aún veinte le sobran.

Cuatrocientas mil cabezas

de los perros de Mahoma

los valerosos cristianos

siegan, hienden y destrozan,

concediendo así la Virgen

al gran Pelayo victoria.

Por supuesto que todas estas son fantasías, pero no hay duda de que el memorable triunfo de Covadonga, aunque se explique como hemos visto, por sus causas naturales, fue un conjunto de circunstancias extraordinarias y aun hubo algo que parece exceder los límites de lo natural y lo humano. En pocas ocasiones ha podido ser para los cristianos tan manifiesta la protección del cielo y, por lo mismo, no es de extrañar que los propios actores del drama y los cronistas posteriores lo achacaran todo al milagro y a la mediación de la Virgen María, cuya imagen había llevado consigo Pelayo a la cueva. Por otra parte, la victoria de Covadonga marcó la iniciación de aquella grandiosa epopeya que se conoce como la Reconquista de España y que culminó con la toma de Granada, el último baluarte de los moros, por los reyes católicos Fernando e Isabel. Después de la batalla, a Pelayo se le coronó rey y a la Madre de Dios se la proclamó reina y señora, patrocinadora de las armas cristianas y patrona de aquel lugar.

Desde entonces, Covadonga fue el centro de peregrinaciones de los devotos de la Virgen María. Ya a mediados del siglo VIII, durante el reinado de Alfonso I, se edificó una capilla en la misma cueva y, poco tiempo después se estableció cerca un monasterio de los monjes de San Benito, que dos siglos más tarde quedó bajo el gobierno de los canónigos regulares. Durante el siglo XIII, los reyes Fernando III y Alfonso X concedieron grandes privilegios al santuario. En el siglo XVI, éste le hizo regios donativos y, en 1635, el rey Felipe IV amplió y reconstruyó el santuario y mandó edificar ahí viviendas y hospederías.

En 1777, la iglesia se incendió por haber caído en ella un rayo. Inmediatamente se encargaron los trabajos de reconstrucción de un enorme santuario a un famoso arquitecto. Debido a las dificultades para el transporte de material, la escasez de mano de obra y lo escabroso del terreno, pasaron cerca de cincuenta años antes de que la obra estuviese terminada. En el año de 1884 se le dio el título de colegiata a aquella iglesia. Esta se encuentra dentro de la caverna y, a la entrada, en la pared rocosa, están las tumbas de Pelayo y el rey Alfonso I. Las peregrinaciones a Covadonga son constantes, pero las mayores se efectúan principalmente en verano, sobre todo durante los días 7 y 8 de septiembre, víspera y festividad de la Virgen, cuando la asistencia es muy numerosa.

         Butler, La Vida de Santos, Tomo III, página 509 y siguientes.

8 de septiembre: Natividad de la Santísima Virgen

Natividad de la Santisima Virgen

Como la Natividad de la Santísima Virgen María es el anuncio jubiloso de que se aproxima la hora de la salvación, la Iglesia celebra esa festividad con alabanzas y acciones de gracias. Aquel nacimiento fue un misterio de bienaventuranzas, señalado con privilegios únicos. María vino al mundo distinta de todos los otros hijos de Adán: no estaba desprovista de gracia santificante y no tenía inclinación al pecado, sino que era pura, santa, hermosa, gloriosa, adornada con todas las gracias más preciosas y convenientes para ella, la elegida para ser Madre de Dios. Tan pronto como el hombre y la mujer cayeron en el pecado, tentados por Satanás, y fueron expulsados del Paraíso, el mismo Dios les prometió el advenimiento de otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María, comenzó a cumplirse la promesa.

Con el propósito de aprender las lecciones que nos da la vida de la Virgen María, de alabar a Dios por las gracias que le concedió y por las bendiciones que, por ella, derramó sobre el mundo, así como para encomendar nuestras necesidades a una abogada tan poderosa, celebramos con la Iglesia fiestas en su honor. Esta fiesta de su natividad se celebró por primera vez en el oriente. Sabemos con certeza que fue el Papa San Sergio (687-701 P.C.) quien la introdujo en el occidente al establecer que se celebrasen en Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la «Hypapante», es decir, la Purificación. Es muy probable que en algunas otras partes del Occidente, la Natividad de María se haya conmemorado desde antes. Por lo menos, está claramente anotada en el calendario de San Willibrordo (c. 704), así como en el Hieronymianum (c. 600), lo que sugiere una mayor antigüedad. El hecho de que se conmemorase la fiesta del nacimiento de San Juan Bautista en los tiempos de San Agustín, probablemente por el año de 401, respalda este punto de vista. Es indudable que cuando las gentes se enteraron de que la decapitación del Bautista y su nacimiento se celebraban por separado, tuvieron la idea de que el nacimiento de la Madre de Dios tendría que ser igualmente celebrado. En consecuencia, a la fiesta de la Asunción se agregó la del Natalicio (a las fiestas de la Concepción, de San Juan y de Nuestra Señora). Se desconoce el lugar donde nació la Virgen María. Una antigua tradición afirma que fue en Nazaret, y así se acepta en occidente; pero otra tradición señala a Jerusalén, y específicamente el barrio vecino a la Piscina de Betseda. Ahí hay ahora una cripta bajo la iglesia de Santa Ana que se venera como el lugar donde nació la Madre de Dios.

                            Butler, La Vida de Santos, Tomo III, página 508.

XIII Domingo después de Pentecostés

Jesus Healing the Leper, 1864 (oil on canvas) by Doze, Jean-Marie Melchior (1827-1913) oil on canvas 105×135 Musee des Beaux-Arts.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen.

TEXTOS DE LA SANTA MISA EN ESPAÑOL

Introito. Salm. 73, 19-23,1.- 

Acuérdate, Señor, de tu pacto y no olvides por siempre la vida de tus pobres. Levántate, Señor, y defiende tu causa, no olvides las voces de los que te buscan. Salmo.- ¡Oh Dios!, ¿por qué nos has desechado para siempre, y se ha enojado tu furor contra las ovejas que apacientas? V/. Gloria al Padre, y al Hijo.

Colecta.-

Oh Dios todopoderoso y eterno!, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad; y para que merezcamos conseguir los bienes que nos prometes, haznos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen

Te pedimos, Señor, que des a tus siervos el don de la gracia celestial; a fin de que los que hemos recibido las primicias de la salvación en el parto de la Virgen Santa; merezcamos un aumento de paz en la solemnidad de su Natividad. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Epistola. Gál. 3.16-22.-

Hermanos: Las promesas se hicieron a Abraham y a su descendencia. No se dice: «Y a los descendientes», cual si se tratase de muchos, sino «y a tu descendencia», como si no hubiese más que uno, el cual es Cristo. Esto significa que un contrato hecho por Dios en debida forma, no lo abroga la Ley, que fue hecha cuatrocientos treinta años después, ni anula la promesa. Porque si la herencia se nos da por la Ley, ya no es por la promesa. Pero Dios por medio de la promesa hizo la donación a Abraham. ¿Para qué, pues, la Ley? Púsose en vista de las transgresiones hasta que viniese el descendiente a quien se había hecho la promesa. Ella ha sido promulgada por ángeles por medio de un mediador. Mas el mediador no es de uno solo, y Dios es solo. ¿Luego la Ley es contra las promesas de Dios? No. Si la Ley pudiese dar la vida, la justificación vendría verdaderamente de la Ley. Mas la Escritura todo lo dejó sujeto el pecado, para que la pro­mesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo.

Gradual. Salm.73.20,19,22.-

Recuerda, Señor, tu alianza y no olvides para siempre las vidas de tus pobres. V/ Levántate Señor, y defiende tu causa: acuérdate del ultraje que se ha hecho a tus siervos.

Aleluya. Salm. 89.1.- Aleluya, aleluya. V/ Señor, tu has sido nuestro refugio de generación en generación. Aleluya.

Evangelio. Luc. 17.11-19.-

En aquel tiempo: Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba por medio de Samaria y de Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron diez leprosos, los cuales se pararon lejos y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, apiádate de nosotros. El, al verlos, dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, quedaron sanos. Y uno de ellos, cuando vio que había quedado limpio, volvió glorificando a Dios a grandes voces, y se postró en tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Era samaritano. Dijo entonces Jesús: ¿Pero no son diez los curados? ¿y los otros nueve, dónde están ? No ha habido quien volviese a dar gloria a Dios, sino este extranjero. Y le dijo: Levántate, vete, porque tu fe te ha salvado.

Ofertorio. Salm. 30.15-16.-

En ti Señor, he puesto mi esperanza; dije: Mi Dios eres tú, en tus manos están mis días.

Secreta.- 

Mira, Señor, propicio a tu pueblo y acepta sus dones; para que, aplacado con esta oblación, nos concedas el perdón y cuanto te pedimos. Por nuestro Señor.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen

Señor, que la humanidad de tu Unigénito nos socorra; y así como naciendo de la Virgen Madre no mermó su Virginidad; sino que la hizo más pura; de la misma manera, purificándonos de nuestras culpas en la solemnidad de su Natividad, te haga aceptable nuestra ofrenda, Jesucristo, Señor nuestro. Que contigo.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

Comunión.- 

Nos diste, Señor, pan del cielo, que encierra en sí todo deleite y todo sabor de suavidad.

Poscomunión.-

Recibidos, Señor, los sacramentos celestiales, sír­vannos de auxilio para adelantar en el camino de la salvación. Por nuestro Señor.

Conmemoración de la Natividad de la Virgen.-

Habiendo recibido, los sacramentos en la celebración de esta solemnidad anual; haz, Señor, que sean remedio  para vida presente y futura. Por Nuestro Señor Jesucristo.

TEXTOS DE LA MISA EN LATÍN

Introitus: Ps.lxxiii: 20, 19, et 23

Respice, Dómine, in testaméntum tuum, et ánimas páuperum tuórum ne derelínquas in finem: exsúrge, Dómine, et júdica causum tuam, et ne obliviscáris voces quæréntium te. [Ps. ibid., 1] Ut quid, Deus, repulísti in finem: irátus est furor super oves páscuæ tuæ? Gloria Patri Respice.

Collect:

Omnípotens, sempitérne Deus, da nobis fidei, spei, et caritátis augméntum: et, ut mereámur ássequi quod promíttis, fac nos amáre quod prǽcipis. Per Dóm.

Commemoratio Nativitate Beatæ Mariæ Virginis

Fámulis tuis, quǽsumus, Dómine, coeléstis grátiæ munus impertíre: ut, quibus beátæ Vírginis partus éxstitit salútis exórdium; Nativitátis eius votíva sollémnitas pacis tríbuat increméntum.
Per Dominum

Ad Gal. iii: 16-23

Lectio Epístolæ beati Pauli Apóstoli ad Gálatas.

Fratres: Abrahæ dictæ sunt promissiónes, et sémini ejus. Non dicit: «et semínibus,» quasi in multis, sed quasi in uno: Et sémini tuo, qui est Christus. Hoc autem dico: testaméntum confirmátum a Deo, quæ post quadringéntos et trigínta annos facta est lex, non írritam facit ad evacuándam promissiónem. Nam si ex lege hereditas, iam non ex promissióne. Abrahæ autem per repromissiónem donavit Deus. Quid igitur lex? Propter transgressiones posita est donec veniret semen, cui promiserat ordináta per Angelos in manu mediatoris. Mediator autem unius non est: Deus autem unus est. Lex ergo adversus promissa Dei? Absit! Si enim data esset lex, quæ posset vivificáre, vere ex lege esset iustitia. Sed conclusit Scriptura ómnia sub peccato, ut promíssio ex fide Iesu Christi darétur credéntibus.

Graduale Ps. lxx: 20, 19, et 23

Respice, Dómine, in testaméntum tuum, et ánimas páuperum tuórum ne obliviscáris in finem: v. Exsúrge, Dómine, et júdica causum tuam: memor esto oppróbrii servórum tuórum.
Alleluia, alleluia. [Ps. lxxxix] Dómine, refúgium factus es nobis a generatióne, et progénie. Alleluia.

 Luc. xvii: 11-19

+  Sequentia sancti Evangelii secundum Lucam.

In illo tempore: Dum iret Jesus in Jerúsalem, transíbat per médiam Samaríam et Galilǽam. Et cum ingrederétur quoddam castéllum occurrérunt ei decem viri leprósi, qui stetérunt a longe; et levavérunt vocem dicéntes: «Jesu, præcéptor, miserére nostri.» Quos ut vidit, dixit: «Ite, osténdite vos sacerdótibus.» Et factum est, dum irent, mundáti sunt. Unus autem ex illis, ut vidit quia mundátus est, regréssus est cum magna voce magníficans Deum, et cécidit in fáciem ante pedes eius, grátias agens: et hic erat Samaritánus. Respóndens autem Jesus, dixit: «Nonne decem mundáti sunt? et novem ubi sunt? Non est invéntus qui redíret, et daret glóriam Deo, nisi hic alienígena?» Et ait illi: «Surge, vade, quia fides tua te salvum fecit.»

Offertorium: Ps. xxx: 15-16.

In te sperávi, Dómine; dixi: Tu es Deus meus, in mánibus tuis témpora mea.

Secreta:

Propitáre Dómine, pópulo tuo, propitiáre munéribus: ut hac oblatióne placátus, et indulgéntiam nobis tríbuas, et postuláta concédas. Per Dóminum.

Commemoratio Nativitate Beatæ Mariæ Virginis

Unigéniti tui, Dómine, nobis succúrrat humánitas: ut, qui natus de Vírgine, matris integritátem non mínuit, sed sacrávit; in Nativitátis eius sollémniis, nostris nos piáculis éxuens, oblatiónem nostram tibi fáciat accéptam Iesus Christus, Dóminus noster:
Qui tecum.

Præfátio de Sanctíssima Trinitáte.

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

Communio: Sap. xvi: 20

Panem de cælo dedísti nobis, Dómine, habéntem omne delectaméntum, et omnem sapórem suavitátis.

Postcommunio:

Sumptis, Dómine, cæléstibus sacraméntis: ad redemptiónis ætérnæ, quǽsumus, proficiámus augméntum. Per Dóminum.

Commemoratio Nativitate Beatæ Mariæ Virginis

Súmpsimus, Dómine, celebritátis ánnuæ votiva sacraménta: præsta, quǽsumus; ut et temporális vitæ nobis remédia prǽbeant et ætérnæ. Per Dóminum.

HOMILIA DE SAN AGUSTIN, OBISPO.

Lib. 2, quest. sobre los Evang., cap. 40.

Acerca de los diez leprosos que el Señor curó, diciéndoles: “Id, mostraos a los sacerdotes”, puede uno preguntarse por que habiéndoles enviado el a los sacerdotes, quiso que quedasen curados en el camino. Con excepción de los leprosos, no vemos que enviase jamás a los sacerdotes a ninguno de los que le debieran la curación corporal. Porque también había limpiado de la lepra a aquel a quien dijo: “Anda, preséntate a los sacerdotes y ofrece por ti el sacrificio que ordeno Moisés, para que les sirva de testimonio”.

Preciso es, pues, investigar lo que significa en si la lepra. El Evangelio no dice de los que de ella fueron libertados, que fueran curados, sino purificados; es que, en efecto, la lepra altera el color de la piel sin privar ordinariamente de la salud o de la integridad de los sentidos y de los miembros.

A si pues, no sin razón pueden considerarse leprosos, aquellos que, privados de la ciencia de la verdadera fe, profesan las doctrinas variadas y cambiantes del error. Porque no ocultan su ignorancia, sino que la manifiestan a la luz del día, como si fuera una ciencia superior, y la exponen en discursos llenos de jactancia. Ahora bien, no hay falsa doctrina que no contenga alguna mezcla de verdad. Pues esa mezcla confusa de verdades y errores que se puede observar en una misma controversia o relación humana, como matices diversos en la coloración del mismo cuerpo, es representada por la lepra, que macula por modo desigual los cuerpos humanos como tintes de verdaderos y falsos colores. A Iglesia, de tal manera debe de apartar de si esta especie de leprosos que, a ser posible, al verse apartados por ella de los demás, se sientan movidos a llamar con grandes voces a Jesucristo, como aquellos diez leprosos “que manteniéndose alejados de el, le gritaron, diciendo: Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros”.

El mismo nombre de “Maestro”, que no consta lo hubiese dado al Señor ningún otro de los que le pidieron la salud corporal, demuestra suficientemente que la lepra es figura de la falsa doctrina, de cuya mancha corresponde solo a un buen maestro el purificarnos.

San Pio X: Lamentabili

San Pio X

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Este Decreto del Santo Oficio fue promulgado el día tres de julio de mil novecientos siete. En él, San Pio X describe, de forma numerada, todos los errores doctrinales de la herejía modernista. Dichos errores vienen numerados y enunciados de forma muy clara y sencilla. Estudiándolo bien, podemos constatar que actualmente todas estas herejías se aceptan como algo normal. ¡Cuanto mal ha entrado en la Iglesia de Dios! ¡Cuánto desconocimiento entre los fieles! ¡Estudiemos estas herejías para combatirlas con todas nuestras fuerzas!