Tiempo litúrgico.—
Llamamos tiempo litúrgico al mismo tiempo común y civil considerado desde el punto de vista litúrgico, según la distribución de las fiestas, oraciones, y acciones litúrgicas. Y es muy digno de consideración y se presta a mucha piedad y devoción en nuestra vida. Consideremos litúrgicamente el día, la semana v el año.
Día litúrgico.—
El Maestro nos aconsejo que orásemos siempre. Siempre se debe entender no a la letra, porque esto es en esta vida imposible, pero si tan frecuentemente que pueda decirse que siempre estamos orando y en comunicación con Dios. ¡Ojala pudiésemos estar en continua y nunca interrumpida comunicación con Nuestro Señor! ¡Oh dichoso día de la gloria, cuando ninguna otra cosa tendremos que hacer, y podremos hacer esto aun haciendo otras muchas! Mas no siendo esto aquí posible, la Iglesia nos enseña a orar muchas veces. David decía que se levantaba a media noche para alabar a Dios, y que durante el día alababa al Señor siete veces al día. Daniel decía que oraba a Tercia, Sexta y Nona, correspondientes a las nueve, doce y quince de nuestro horario. La Santa Iglesia ha fijado, pues, siete horas al día para orar y una a media noche: Maitines de noche. Laudes al rayar el crepúsculo. Prima al salir el sol. Tercia a media mañana. Sexta a mediodía. Nona a media tarde. Vísperas al ocaso; y Completas al ir a descansar. De ellas, Tercia es la hora de la bajada del Espíritu Santo. Sexta de la traición de Judas. Nona de Ja muerte del Señor. Los himnos de todas estas horas bien poéticos y suaves dicen relación muchas veces al carácter de la hora. Por ejemplo, el de la prima: “Nacido ya el astro de la luz * roguemos suplicantes a Dios * que en los actos del día * nos guarde de los que hacen mal. Modere refrenándola la lengua * para que no resuene el horror de la contienda; * proteja con su favor la vista * para que no beba la vanidad. * Sean puras las intimidades del corazón. * Parése la maldad. * Mortifique la soberbia de la carne * la sobriedad del comer y del beber. * Para que cuando el día se retire, * y la suerte retraiga la noche, * por la abstinencia del mundo, * le cantemos gloria. * Gloria a Dios Padre * a y su único Hijo, * y al Espíritu Paráclito. * Ahora y por todos los siglos. Amen.”
El Oficio Divino.—
Conforme a este horario, la Iglesia ha dividido en ocho partes el Oficio Divino que deben rezar todos los sacerdotes y religiosos y religiosas que lo tienen de Regla. Los Maitines constaban de tres vigilias o nocturnos que se rezaban de noche, asistiendo los sábados todos los fieles, que alternaban en las antífonas y escuchaban las Lecciones o lecturas que del Antiguo Testamento, del Evangelio, o de algunos escritos santos se leen.
Ahora se permite anticipar o retardar esta parte del rezo, porque muchos no pueden rezarlo de noche. Es la parte principal del Oficio.
Los Laudes se decían a la aurora, al fin de la cuarta vigilia, conforme a lo que de si dice David que de mañana alababa al Señor; en los Laudes, principalmente a oración es de alabanzas y cánticos. De suyo deberían rezarse las partes del Oficio en sus horas como hemos indicado; mas las obligaciones de cada día lo impiden, y así hay varias licencias de retrasarlas o adelantarlas.
La semana cristiana.—
También la semana ha sido aligada a la liturgia. Después de Moisés los judíos consagraron un día para dedicarlo al Señor, y se llamo sábado. Los Apóstoles lo siguieron guardando al principio, hasta que luego ya en su tiempo fue sustituido por el domingo. Aun cuando los Apóstoles guardaron muchas costumbres judías al principio, pero poco a poco fueron propendiendo a abandonar las practicas judías, para que no se creyese que era el cristianismo lo mismo que la religión judaica. Y como el domingo, que para la religión judaica era como para nosotros el lunes, era el día de la resurrección de Jesucristo y de la venida del Espíritu Santo y fundación de la Iglesia, mereció especial consideración de los cristianos. Tal vez contribuyo no poco a esto el que los cristianos celebraban como los judíos las reuniones el sábado por 1a noche, y en ellos oraban y predicaban y finalmente, después de todo, celebraban la fracción del pan, la sinaxis o eucaristía, lo cual ocurría ya por la mañana. De este modo lo verdaderamente cristiano se hacia el domingo. Con esto
espontáneamente empezó a celebrarse esta fiesta, y este día mereció el nombre de Kyriakos o Señorial, o Dominica o Domingo. Y el domingo sigue siendo para todo el mundo, menos para los judíos y mahometanos, el día de descanso y oración. A los demás días se les dio el nombre de ferias no se bien por que. Y como el domingo es el primer día de la semana, el lunes es feria segunda, el martes tercera, etc. Y para cada día hay señalado oficio distinto y especial en los rezos. Los nombres lunes, martes, etc., son nombres paganos. De las ferias, la cuarta y sexta son especiales, por haber venido Jesucristo un miércoles, feria cuarta, y muerto un viernes, feria sexta; y estos se dedicaban a la penitencia. También el sábado fue señalado para la penitencia por haber estado Jesucristo sepultado en ese tiempo. Y como en estos días solían celebrarse reuniones y fiestas de cristianos en algunas iglesias de Roma, llamadas a causa de eso de estación, comenzaron también a llamarse los días de ayuno días de estación, días de reunión, de guardia militar, de revista, que todo cae bajo el nombre de statio. Y se señalaba el puesto adonde acudir: Estación a Santa María la Mayor, o a San Pablo, o a San Pedro, etc.
Cuatro Témporas.—
Se ha perdido en gran parte la significación de estos días en la mayor parte de las semanas. Sin embargo, hay cuatro tiempos al año en los cuales se conserva todavía la tradición y son las llamadas Témporas. En estos cuatro tiempos se observa el ayuno en los tres días: miércoles, viernes y sábado. Fue costumbre romana que luego fue adoptada por toda la Iglesia occidental. Las Ordenes sagradas que al principio de la Iglesia se conferían regularmente en Diciembre, luego, cuando fue menester darlas con mas frecuencia, se confirieron los domingos o en las vigilias del sábado al domingo. Cuando ya decayeron las vigilias se confirieron en sábado. Y cuando el sábado dejo de ser día ordinario de penitencia, se señalaron los sábados de Cuatro Témporas. Las Témporas son, pues, cuatro semanas de penitencia y oración y obras piadosas, en las cuales los fieles ruegan también a Dios de a su Iglesia dignos sacerdotes. Se celebran las primeras en la primera semana de Cuaresma; las segundas en la semana de Pentecostés para la Santísima Trinidad; las terceras en otoño, hacia la Exaltación de la Santa Cruz y las cuartas en invierno, en la ultima semana de Adviento.
Año litúrgico.—
El año litúrgico esta muy bien ordenado a fin de que siga de alguna manera la vida de Jesucristo Nuestro Señor, desde su nacimiento hasta su glorificación. El centro de todo el año litúrgico y de todas las fiestas es la Pascua, que es también la primera fiesta que apareció en la liturgia. Todas las demás fiestas se acomodaban a esta. Y constituían tres series, por decirlo así: la primera era la venida de Nuestro Señor, Adviento y Epifania; la segunda, la de la Pasión y Muerte y Resurrección del Señor; la tercera, la de la vida gloriosa del Señor. Y así tenemos el Adviento, luego la Cuaresma, Semana Santa y Resurrección; luego, en fin, el Tiempo pascual y Pentecostés y Dominicas siguientes, que terminan con la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. Todo gira alrededor de la Pascua.
Puntos de Catecismo, Vilariño, S. J.